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COPRI S.A.

c/ RIGO, MARCELO JOSE LUIS s/ DEMANDA ORDINARIA

Cita: 127/15
Nº Saij:
Nº expediente: 114
Año de causa: 2011
Nº de tomo: 010
Folio N° 474
Resolución N° 26
Fecha del fallo: 12/03/2012
Juzgado: Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial (Sala I) (Santa Fe) - Santa Fe
Jueces
Enrique Carlos MÜLLER
Edgardo Ignacio SAUX
Abraham Luis VARGAS

Tesauro > RECURSO DE APELACION


Tesauro > REAJUSTE DE PRECIOS
Tesauro > TEORIA DE LA IMPREVISION
EXCESIVA ONEROSIDAD SOBREVINIENTE

Tesauro > PLAN DE AHORRO PREVIO


Tesauro > CESION DE DERECHOS

PROCESAL - CIVIL

RECURSO DE APELACION. REAJUSTE DE PRECIOS. EXCESIVA ONEROSIDAD SOBREVINIENTE.


PLAN DE AHORRO PREVIO. CESIONARIO.
.

Texto del fallo

Resolución N° 26 - F° 474 - T° 10.


En la ciudad de Santa Fe, a los 12 días del mes de Marzo del año dos mil doce, se reunió en
Acuerdo Ordinario la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de
Santa Fe, integrada por los Dres. Abraham L. Vargas, Edgardo I. Saux y Enrique C. Müller
para resolver los recursos de nulidad y apelación interpuestos por la parte actora a fs. 242
concedidos -en modo libre y con efecto suspensivo- por el A quo (v. fojas 243) contra la
sentencia de fecha 04/04/2011 (fs.235/241) del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo
Civil y Comercial de la Octava Nominación de Santa Fe en los autos caratulados "COPRI S.A.
C/ RIGO, MARCELO JOSE LUIS S/ DEMANDA ORDINARIA" (Expte. Sala I N° 114 -

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Año 2011). Acto seguido el Tribunal estableció el orden de votación conforme con el estudio
de los autos -Dres. Vargas, Saux y Müller- y se planteó para resolver las siguientes cuestiones:
1era.: ¿Es nula la resolución recurrida?
2da.: ¿En su caso, es ella justa?
3era.: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictarse?
Determinando el orden de votación en cuya virtud éstos pasan a estudio, a la primer cuestión
el Dr. Vargas dijo:
El recurso de nulidad deducido por la actora no ha sido mantenido de modo autónomo en esta
sede. De todas maneras y a todo evento corresponde señalar que las críticas que contiene el
memorial respectivo (que no refieren a vicios in procedendo sino in iudicando) pueden obtener
suficiente respuesta en el tratamiento que -a continuación- se realizará del recurso de apelación
que también ha interpuesto la parte accionante.
Por lo demás, no advirtiendo irregularidades procesales ni vicios en el procedimiento que
justifiquen un pronunciamiento de oficio, corresponde desestimar el recurso de nulidad
enunciado precedentemente.
En consecuencia, así voto.
El Dr. Saux expresó, a su vez, iguales razones en términos semejantes y votó, por
consiguiente, en igual sentido.
A la primer cuestión, el Dr. Müller dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente concordantes de
dos jueces, de conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Provincia, me abstengo de emitir opinión.
A la segunda cuestión, el Dr. Vargas, dijo:
I. Antecedentes:
1. Que, en la resolución puesta en crisis de fecha 04/04/2011 el juez a quo -luego de reseñar
los antecedentes de la causa- rechazó la demanda, con costas a la parte actora; ya que estimó
que "Que la actora, en su carácter de cesionaria del contrato oportunamente suscripto entre la
firma Molinas y Asociados S.R.L. y el accionado, promueve demanda de reajuste equitativo
de las cuotas en pesos pactadas en el referido contrato, con sustento en la aplicación de la
teoría de la imprevisión dispuesta en el art. 1198 del Código Civil. El demandado, por su parte,
se opone al progreso de la demanda instaurada, esgrimiendo en su defensa la mora de Molinas
y Asociados S.R.L., la falta de conformidad de la Asociación Mutual de Magisterio de Santa
Fe -conforme la cláusula quinta del contrato-, y la falta de legitimación sustancial de COPRI

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S.A. Asimismo deduce excepciones de mora e incumplimiento contractual, aduce el
enriquecimiento sin causa de la firma actora y la inexistencia de prestación a cargo de la
misma. Finalmente solicita la aplicación del art. 7 de la ley 23928, como así también de la ley
24240. Que conforme surge de autos y del expreso reconocimiento efectuado por las partes en
sus escritos de postulación y responde, estimo que ha quedado fuera de toda controversia la
existencia de la relación contractual y la cesión entre Molinas y Asociados S.R.L. -hoy fallida-
y la parte actora, siendo el punto de controversia traído a decisión, el reajuste del monto de la
cuota objeto del contrato por aplicación de las previsiones contenidas en el art. 1198 del C.C.
Que en tal orden de ideas, la norma citada, en sus parte pertinente, prevé que "... En los
contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de ejecución
diferida o continuada, si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente
onerosa, por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada podrá
demandar la resolución del contrato. El mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios
cuando la excesiva onerosidad se produzca por causas extrañas al riesgo propio del contrato.
En los contratos de ejecución continuada la resolución no alcanzará a los efectos ya
cumplidos. No procederá la resolución, si el perjudicado hubiese obrado con culpa o estuviese
en mora. La otra parte podrá impedir la resolución ofreciendo mejorar equitativamente los
efectos del contrato". Que tal como puede verse, la norma no contempla que la parte
perjudicada pueda demandar la modificación de las condiciones que han devenido injustas,
sino sólo la resolución del contrato. No obstante ello, la mayoría de la doctrina y la
jurisprudencia se inclinan por reconocerle también al perjudicado el derecho a pedir la
modificación, entendiendo que dicha solución es razonable... Que asimismo, la doctrina
coincide en general en los requisitos para la procedencia del instituto, entre los que se cuenta,
la ocurrencia de acontecimientos extraordinarios e imprevisibles (ejemplificándose con la
pérdida abrupta o violenta del poder adquisitivo de la moneda como resultas de un proceso
inflacionario; la salida de la convertibilidad con la vuelta de la pesificación, y la ruptura de la
relación igualitaria "Pesos-dólares"); la incidencia de esos hechos sobre la relación entre
prestaciones y contraprestaciones, al volver excesivamente onerosa las que se encuentran a
cargo de una de las partes; y la falta de culpa o mora en el perjudicado, titular de la acción ...
Que sin perjuicio de ello, la decisión que recaiga en el presente no puede prescindir de las
particulares circunstancias del caso traído a conocimiento. Y en función de ello, no debe
soslayarse que no existe desequilibrio entre las prestaciones y en consecuencia, excesiva
onerosidad sobreviniente, si tal como lo argumenta el accionado y además se encuentra

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acreditado en autos (vid. documental aportada por la actora cuya copia luce a fs. 12), la firma
COPRI S.A. ha adquirido un crédito de $ 63.156 (monto que surge del cálculo que efectúa el
accionado de 188,52 cuotas de posesión adeudadas a la fecha de la cesión) por un monto total
de $ 26.623, extremo que surge del contrato de cesión de créditos antes aludido. Adviértase
asimismo que al momento en que la demanda se formula, la propia actora refiere que el Sr.
Marcelo José Luis Rigo le adeuda la cantidad de 160 cuotas de $ 335 cada una, ascendiendo la
deuda de capital pura a la suma de $ 53600. Y sobre el punto, entiendo lleva razón la parte
demandada en cuanto considera que el margen de beneficio obtenido en modo alguno puede
ser admitido como generador de un perjuicio que amerite la aplicación de la teoría de la
imprevisión. Que dicha circunstancia esgrimida por el accionado en su defensa, resulta
suficiente a mi juicio para desestimar la aplicación de la teoría de la imprevisión, por no
advertirse en el caso concreto, el requisito consistente en una alteración grave en el equilibrio
normal de las prestaciones, interpretación que no puede escindirse del precio de la cesión
onerosa llevada a cabo con la hoy fallida. Que no obstante que lo expuesto, a juicio del
suscripto, resulta suficiente para desestimar la pretensión incoada, conforme surge del análisis
del instrumento cuya copia luce a fs. 10/11, y habiendo el accionado negado que los
acontecimientos extraordinarios no hayan podido ser advertidos por los contratantes (vid. fs.
63 vto.), estimo que no podría hablarse de acontecimientos imprevisibles, cuando los mismos
contratantes hicieron referencia en dicho anexo a la posibilidad de aparición de circunstancias
económicas imprevistas tales como la alteración de la ley de convertibilidad, pero recurriendo
a una redeterminación de precios prohibida por la misma ley 23928, cuando en la mayoría de
las contrataciones que fueron objeto de judicialización a partir de la aparición de la normativa
de emergencia económica, las partes habían previsto dicha posibilidad pactando la obligación
en moneda extranjera, circunstancia que no ha ocurrido en el contrato cuyo reajuste se solicita"
(v. fs. 235/241).
II. Agravios y su contestación:
Que radicados los presentes en esta sede expresa agravios el apoderado del actor sosteniendo
que "Agravia a nuestra parte el fallo en crisis, en tanto rechaza la demanda promovida
otorgando razón a la parte demandada "... en cuanto considera que el margen de beneficio
obtenido en modo alguno puede ser admitido como generador de un perjuicio que amerite la
aplicación de la teoría de la imprevisión"; entendiendo equivocadamente el a quo que esta
circunstancia esgrimida por el demandado resulta suficiente -a su juicio- para desestimar la
aplicación de la teoría de la imprevisión, "... por no advertirse en el caso concreto, el requisito

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consistente en una alteración grave en el equilibrio normal de las prestaciones, interpretación
que no puede escindirse del precio de la cesión onerosa llevada a cabo por la hoy fallida".
Dentro de un proceso con distintas aristas, entiende el juzgador que el punto de controversia
traído a decisión es solamente el reajuste del monto de la cuota objeto del contrato, por
aplicación de las previsiones contenidas en el art. 1198 C.C., por lo que limita el resultado de
su sentencia al análisis de esta cuestión. Ello implica, tácitamente, el acogimiento de las demás
cuestiones señaladas en la demanda, e incluso la legitimación activa de COPRI S.A. para la
promoción de la acción deducida; cuestionándose únicamente el derecho que postula la
empresa al peticionar un reajuste equitativo del monto de las cuotas pactadas en el contrato
que acompaña, atento a las circunstancias extraordinarias e imprevisibles que fueran
analizadas y probadas, y que sucedieran con posterioridad a la adquisición de los créditos de
Molinas & Asociados S.R.L. Dichas circunstancias fueron las que tornaron excesivamente
onerosas las prestaciones por parte de dicha empresa -y por donde nuestro mandante que se
viera visiblemente perjudicado- y en forma muy especial por los inusitados incrementos de
precio producidos luego de la derogación de la ley de convertibilidad y demás acontecimientos
acaecidos en el año 2002. Y en este sentido, recurriendo a un breve análisis que refuerza con
casos jurisprudenciales, acepta expresamente el procedimiento elegido por nuestra
representada al peticionar el reajuste de las cuotas por aplicación de la normativa indicada.
Asimismo y con cita doctrinaria, acepta la procedencia del instituto legislado en el art. 1198
del C.C. cuando se producen acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, que tornan
excesivamente onerosas las prestaciones a cargo de alguna de las partes; circunstancias éstas
que fueran repetidamente puestas de relieve en la totalidad de los escritos presentados por
nuestra representada, tanto en su demanda cuanto en el alegato producido. Y al tratar de
analizar este tema, el a quo manifiesta en forma equivocada que no existió desequilibrio
alguno entre las prestaciones -y en consecuencia excesiva onerosidad sobreviniente-, debido a
la argumentación efectuada por la accionada en relación con la documental glosada a fs. 12, de
donde surgiría que COPRI S.A. adquirió un crédito de $ 63.156 (suma realizada por la
demandada sobre la base de 188,52 cuotas de $ 335 cada una) por un monto de $ 26623. Y
sobre ese único y erróneo razonamiento, entiende el a quo que existe razón a la demandada,
dado que el margen de beneficio obtenido no puede ser admitido como generador de un
perjuicio que amerite la aplicación de la teoría de la imprevisión. El fallo cuestionado entiende
que dicha circunstancia esgrimida por el accionado para su defensa resulta suficiente -a su
juicio- para desestimar la pretensión incoada, remitiéndose al análisis del denominado "Anexo

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Contrato - Acta de Entrega" que se halla glosado a fs. 10/11 y que ambos litigantes
reconocieran como auténticos. Los argumentos señalados en el fallo para el rechazo de la
demanda, aparecen como claramente equivocados: el a quo ha efectuado un análisis parcial e
incorrecto del contrato de cesión de créditos cuya copia obra a fs. 12 y que reconocieran los
litigantes, para concluir que nuestro cliente había obtenido con el mismo un resultado positivo,
atento el "análisis económico efectuado por la demandada" y que ello resultaba suficiente para
desestimar las pretensiones de las demandantes. Fácilmente se advierte que el negocio jurídico
celebrado entre Molinas & Asociados S.R.L. y COPRI S.A. en modo alguno es motivo de
análisis en este pleito; aunque tampoco podría concluirse que nuestro cliente ha realizado una
operación en exceso exitosa al adquirir por la suma de $ 26.623, un crédito de 160 cuotas de $
335 cada una, o sea un plazo superior a 13 años. La demanda ha sido clara y precisa y tendió a
obtener una sentencia que declare producidas las circunstancias extraordinarias e imprevisibles
posteriores a la firma del contrato que suscribieran el 09-01-96, individualizado como
03-147-AE el señor Marcelo José Luis Rigo y la empresa Molinas & Asociados S.R.L., cuya
copia obra a fs. 8/11 de autos y que fuera reconocido por las partes; solicitando se disponga un
reajuste equitativo de las cuotas pactadas, cuyo monto sería objeto de fijación judicial, sin
perjuicio de la apreciación o estimación que se realizara a los fines de permitir un hipotético
allanamiento de la demandada. Y siendo ello así, el "tema decidendum" fue claro y preciso,
siendo indispensable el análisis de las pautas contractuales establecidas en dicho contrato y las
circunstancias extraordinarias e imprevisibles que se alegan y prueban, para resolver la
cuestión planteada. La sentencia en crisis equivoca de medio a medio el tema a decidir,
realizando un ligerísimo y erróneo análisis de la cesión de créditos de fs. 12 para rechazar las
pretensiones de nuestro poderdante, sin entrar siquiera al análisis del contrato que celebraran
las partes y su posterior desarrollo, lo cual es totalmente injusto y posibilita la introducción de
este agravio. III. Segundo Agravio: Agravia asimismo el fallo a nuestra parte, dado que
rechaza la demanda y por ende la aplicabilidad de la teoría de la imprevisión, estimando que
no podría hablarse de acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, cuando los contratantes
hicieron referencia en el Acta Anexo de fs. 10/11 a la aparición de circunstancias económicas
imprevistas, tales como la alteración de la ley de convertibilidad, pero recurriendo a una
redeterminación de precios por la misma ley 23.928, cuando en otros casos se pactan contratos
ajustados a valores expresados en monedas extranjeras. Este argumento para desechar la
demanda es completamente irrelevante y ha sido interpretado de manera incorrecta.
Precisamente se pactó en forma expresa, a los fines de proteger el funcionamiento del sistema

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acordado, la posibilidad de promover las acciones correspondientes para el caso hipotético de
producirse "circunstancias imprevistas", tales como la alteración de la Ley de Convertibilidad
(Ley Nacional N° 23928) vigente 1 peso = 1 dólar, inflación o de otro tipo ..." justamente a los
efectos de proteger el mejor funcionamiento del sistema pactado. Evidentemente, a pesar del
cuidado que se pusiera de relieve al suscribirse el contrato de fs. 8/9, nadie podía ni siquiera
imaginar en el año 1999, que en el año 2002 se produciría la derogación de la denominada Ley
de Convertibilidad, con lo cual se llevó el valor del dólar americano de 1 a 3 pesos, de un día
para el otro, se produjo un terrible caos económico en el país que distorsionó los precios
acordados, ratificándose asimismo por ley 25561, que impidió todo tipo de indexación. La
realidad económica del país hizo que nuestra parte, cesionaria de los créditos de Molinas &
Asociados S.R.L. se viera seriamente perjudicada por las circunstancias apuntadas, viéndose
precisada a recurrir a la figura de la teoría de la imprevisión, legislada en el art. 1198 del
Código Civil; no ya para "indexar" o "actualizar" los precios de las mesadas pactadas en
relación a la abrupta elevación de precios de materiales y/o mano de obra, sino para obtener
judicialmente una "mejora equitativa" de los efectos del contrato, que ahora se volvía injusto,
inequitativo y disfuncional. La interpretación que efectúa el a quo de los términos del contrato
y su relación con las pretensiones vertidas en éste es totalmente errada y causa un indudable
agravio que deberá ser corregido por esa Excma. Sala acogiendo las pretensiones vertidas en la
demanda y, en consecuencia ordenando una mejora equitativa del contrato, mediante la
elevación del valor de las cuota pactadas en los porcentajes que judicialmente se estimen
procedentes y justos para recomponer la relación contractual, ahora dispareja. IV. Tercer
Agravio: Agravia a nuestra parte el fallo que desestima la demanda, al no acoger las
pretensiones vertidas en ésta desconociendo la existencia de las circunstancias extraordinarias
e imprevisibles que claramente se postularan al interponer la acción. Ha sido objeto de
extremo cuidado, tanto en la demanda como en el período probatorio, señalar expresamente
que el contrato celebrado entre Molinas & Asociados S.R.L. y la demandada es de los
llamados conmutativos y de ejecución diferida o continuada. Y que el mismo consistió en la
construcción y entrega de una casa -la que se efectivizara- y la contraprestación en el pago de
240 cuotas (o sea 20 años) de $ 335 cada una, sin posibilidad de modificación alguna dada la
política económica que estableciera una paridad de 1 peso = 1 dólar en la ley de
convertibilidad; comprobándose fehacientemente que los créditos convenidos fueron cedidos a
nuestro cliente. Resultan probados en autos, de público conocimiento y sin discusión alguna,
los acontecimientos ocurridos a partir de enero de 2002 y las consecuencias que llevaran de un

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día para el otro el precio del dólar de $ 1 a $ 3, produciéndose asimismo un inusitado
incremento en el costo de la construcción que triplicó largamente su valor según fuera
debidamente probado en la causa (ver informe de fs. 107/114), habiéndose citado abundante
doctrina y jurisprudencia (ver fs. 40/42) que autorizan la promoción de acciones de reajuste
equitativo de precios por aplicación del art. 1198 del Código Civil cuando, como en el caso, se
ha producido sin discusión alguna la ruptura de la ecuación económica financiera del contrato.
V. Jurisprudencia actualizada sobre idénticos casos: Entre los fallos que han acogido
demandas como la deducida en este pleito, con idénticas circunstancias, se halla la dictada por
el Juez en lo Civil y Comercial de Distrito, de la 11a. Nominación en los autos "COPRI S.A. c/
Quiroga de Usinquer, Victoria Guadalupe s/ Juicio Ordinario" (Expte. N° 1388/07) el 31 de
marzo del corriente año (folio 36 Resol. 200 tomo 12, año 2011), pronunciamiento en el que se
acoge la demanda con una fundamentación que es dable poner de relieve, dado que se trata
-como hemos manifestado- de una situación fáctica y jurídica idéntica a la presente cuestión.
Entre las consideraciones del fallo se resalta acertadamente, la innegable crisis política, social
y económica que tuvo su origen en diciembre del 2001, produciendo a través de la llamada
legislación de emergencia, un efecto devastador sobre las obligaciones de dar sumas de dinero
causadas por los contratos. Efectúa la sentencia remisión a Ricardo Lorenzetti (Contratos,
Parte Especial, tomo II, Rubinzal y Culzoni, Santa Fe, enero de 2003, pág. 575 y ss.) que para
aquellos casos en los que se ha operado una excesiva onerosidad sobreviniente -como es el de
autos- (art. 1198 del Código Civil) o cesa el caso del acreedor de una obligación de dar sumas
de dinero en moneda nacional que tiene un crédito devaluado por la inflación, es posible
plantear la revisión del contrato para modificar el desequilibrio. El fallo citado expresa
también, que para que se justifique esta acción se requiere no sólo un hecho extraordinario e
imprevisible como el acaecido años atrás, sino también una desproporción en las prestaciones;
poniendo una vez más de relieve que tal desproporción ha sido debidamente argumentada en la
causa e incluso, probada debidamente con la documental obrante a fs. 20/27 donde se puede
observar que el precio de la construcción se elevó por lo menos 4 veces en un corto período,
mientras que la cuota a pagar no ha sufrido modificación alguna, manteniéndose hasta el día
de hoy en $ 335 que resulta ridícula al tenor del valor del inmueble. Y como se considera en el
fallo citado, "este disloque se revela en la relación de equivalencia en tanto supone afectar el
sinalagma funcional y la justicia dinámica del contrato". También el fallo, siguiendo las
enseñanzas de Lorenzetti, expresa acertadamente que en el caso de contratos como el que nos
ocupa, de ejecución diferida, la frustración de su fin, -concebido como la finalidad última de

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ambas partes en la concertación- debe ser producida por un hecho ajeno a las partes; y que esta
frustración no sea temporaria, sino que se mantenga en el tiempo; que es justamente lo que se
debate en autos. ... En cuanto a la posición de COPRI S.A. como cesionaria del crédito de
Molinas & Asociados S.R.L. sostiene que "... teniendo presente la imposibilidad actual del
funcionamiento del sistema contractualmente previsto, el perjuicio cierto que sufre la
continuadora en el crédito, la realidad que indica que la demandada ha estado pagando por la
compra de la vivienda -al amparo de un contrato afectado por vicios internos y cuestiones
externas imprevisibles- una cuota que no llega a un tercio de lo que pagaría como alquiler de
la misma, es que habré de hacer lugar a la demanda de manera parcial y ordenaré,
prudencialmente, recomponer el equilibrio contractual abonando el cincuenta por ciento de la
suma pretendida". Idénticas argumentaciones sostuvo el juez en autos "COPRI S.A. c/ Rizzo,
Alejandro Daniel s/ Juicio Ordinario" (Expte. N° 233/06), acogiendo la demanda de reajuste
equitativo por entender que el sinalagma contractual se encontraba fracturado por las
circunstancias extraordinarias e imprevisibles acaecidas a partir de las leyes de emergencia
económica dictadas en la Argentina desde diciembre de 2001, y porque dichas circunstancias
provocaron prestaciones desproporcionadas entre las partes intervinientes del contrato
analizado. Que entendemos que todas estas argumentaciones son válidas, correctas y fundadas
en una interpretación de los contratos a la luz de las normas de nuestro Código Civil, en
especial del art. 1198 intentando, con su aplicación, devolver al contrato ahora en crisis, su
equidad, su funcionalidad, su economía y sobre todas las cosas, su conservación. Todo lo cual
ha sido solicitado por nuestra parte, tendiendo a la supervivencia del contrato suscripto, aún
cuando, según la jurisprudencia dominante y la doctrina aplicable al caso, también se hubiera
podido solicitar judicialmente la resolución del mismo" (v. fs. 256/260 vto.).
Corrido el pertinente traslado, lo contesta la demandada expresando que "la apelante sostiene
que el a quo realiza un análisis incorrecto de los hechos en su aplicación de la Teoría de la
Imprevisión del Art. 1198 del Código Civil. Este análisis incorrecto, según el entender de la
apelante, se reduce simplemente a que en los autos de referencia no se ha podido probar el
desequilibrio económico y/o la excesiva onerosidad sobreviviente que alega la demandada. Es
más, el juez entiende que aún a pesar de los desafortunados hechos económicos que afectaron
a nuestro país a fin de siglo, la actora ha obtenido del contrato un beneficio económico
considerable; situación que según los dichos de la accionante resulta agraviante. Se argumenta
que "fácilmente se advierte que el negocio jurídico celebrado entre Molinas & Asociados en
modo alguno es motivo de análisis de este pleito..." Ahora bien, como pueden analizarse los

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hechos sin la causa fuente que dio origen a los autos. Porque sin ese contrato como
antecedente, no existiría entre la actora y el demandado relación jurídica alguna. Pues no
puede dejarse de tener en cuenta que el Sr. Rigo no contrató ni tuvo intenciones de contratar
con la empresa COPRI, él contrató con Molinas & Asoc. Y se vio involucrado con la actora
por la cesión que ahora el apelante pretende omitir. Luego, en el mismo párrafo, el apelante
aclara que su cliente no ha realizado una operación "excesivamente exitosa", como si COPRI
hubiese sido obligada a la cesión. La realidad es que COPRI por voluntad propia suscribió la
cesión de los contratos que vinculaban a Molinas. Y cuando lo hizo, el precio de las cuotas
estaba estipulado, por lo que de considerar que no era un buen negocio, nada lo obligaba a
llevarlo a cabo. Respecto del segundo agravio: La sentencia recurrida rechaza la teoría de la
imprevisión por considerar que en el mismo contrato las partes habían hecho referencia a
circunstancias económicas imprevistas. La actora considera esta evaluación irrelevante y
consecuencia de una interpretación incorrecta. Sostiene la recurrente que nadie podría
imaginar en el año 1999 la derogación de la ley de convertibilidad y el caos económico que
sufrió el país durante los años 2001/2002. Este argumento en realidad no puede ser aplicado ni
siquiera en países denominados del primer mundo, y menos pretender ser sostenido por
quienes actúan en el mercado con cierto profesionalismo y experiencia. Teniendo tan solo en
cuenta la historia económica de nuestro país no podría calificarse los hechos alegados de
inimaginables. Argentina es un país que ha caído en ciclos de inestabilidad, inflación y
devaluación monetaria desde la segunda mitad del siglo pasado. Los hechos de diciembre de
2001, y sus desencadenantes, no fueron más que un "dejavou" de los sucesos de 1989 o del
Cordobazo, por nombrar algunos ... Es por ello que, cuando se realizan contratos de tantos
años de ejecución, padecer crisis financieras o económicas deben ser al menos una posibilidad
a tener en cuenta para los contratantes. En el caso en concreto del contrato cuestionado en
autos, el mismo goza de una cláusula que establece los mecanismos de reajuste, por lo cual la
imprevisibilidad requerida para poder aplicarse el art. 1198 queda desplazada por la voluntad
contractual de las partes. Es sabido que las normas del Código Civil tienen carácter supletorio
cuando las partes han acordado específicamente sobre una consecuencia jurídica en especial.
Las partes en este contrato han excluido la aplicación del derecho de fondo al prever en sus
cláusulas un mecanismo para afrontar las crisis características de la economía local. Tercer
agravio: Incurre la demandante en una falacia extrema el caracterizar el contrato celebrado
entre Molinas & Asociados. Pues la construcción de las viviendas a cambio del pago de cuotas
fue el objeto del contrato celebrado entre Molinas y el Sr. Rigo. El contrato que vinculó

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COPRI con Molinas fue una cesión de créditos respecto del valor de las cuotas que el Sr. Rigo
debía pagar, por lo tanto no quedó en manos de COPRI prestación alguna que rompa la
pretendida ecuación económica financiera del contrato. Jurisprudencia actualizada: Respecto
de la jurisprudencia actualizada a la que hace referencia el actor, solo debo aclarar que ambas
resoluciones fueron apeladas por las partes, incluso por el actor que en los autos las presenta
como antecedente. Asimismo ponemos en conocimiento que otros fallos han sido dictados
respecto a la misma temática en cuestión. En este sentido se dictó sentencia en autos "Acosta
Maricel Silvia c/ Molinas y Asociados y otra s/ Ordinario" Expte. N° 1180/2009, Juzgado de
Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la 7ma. Nominación... es cierto que
desde fines del año 2001 y principios del 2001 se produjo en el país una crisis económico
financiera que puede calificarse de imprevisible y que importó, en los hechos, una significativa
devaluación del peso. Podría ser cierto que esta crisis hubiera roto el equilibrio del contrato
originariamente celebrado entre Molinas y Asociados S.R.L. y Acosta. Pero no ha demostrado
la actora que la eventual ruptura del equilibrio contractual le hubiera provocado un
agravamiento sustancial de las obligaciones contraídas, pues no ha probado que, por el monto
de las cuotas que debe pagar aún Acosta, se haya visto impedida de cumplir con las
obligaciones que habría asumido ella, como cesionaria del contrato (obligaciones, por lo
demás, conforme a lo que resulta de los dos expedientes acumulados consisten, solamente, en
la escrituración de la vivienda contra constitución de hipoteca y la entrega de los planos
aprobados en legal forma). De modo que si hoy, el monto de la cuota que paga Acosta no
estuviera ajustada a la realidad económica, esto es, no fuera acorde al valor actual de la
vivienda adjudicada, ello no importaría un empobrecimiento injusto para la actora, pues ésta
-como cesionaria que pasó a ocupar en el contrato el mismo lugar que la cedente- estaba en
mora con la demandada antes de la ocurrencia de los acontecimientos extraordinarios e
imprevisibles, máxime cuando no ha demostrado que por sí continúa construyendo las
viviendas del plan contratado, esto es, que debe comprar materiales, pagar mano de obra, etc.
Y que, por ende, las cuotas que percibe de Acosta, como de los restantes adherentes, le impide
cumplir con tales cometidos ..." (v. fs. 263/265).
III. Análisis:
Desde mi perspectiva, en cuanto a la plataforma fáctica, la causa sub examine no ofrece
mayores complicaciones. Sin embargo, analizado el conflicto intersubjetivo de intereses desde
la perspectiva jurídica, su complejidad es de grado máximo.
Y, ello es así no sólo en el plano sustancial (como veremos en el apartado posterior) sino que

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también en aspectos puramente procedimentales que, aunque aquí no asumirán carácter
decisivo (debido a la falta de interposición de recursos de nulidad y apelación por parte del
demandado dado que viene a esta Alzada como provisionalmente "ganador" en la primera
instancia -donde se desestimó la pretensión de la actora-), en otros casos (la Sala tiene a
estudio -vía recursos de nulidad y apelación deducidos por el demandado- un planteo similar
de la actora COPRI S.A. contra otro suscriptor del sistema de ahorro para la adquisición de
viviendas pero que, a diferencia del que nos ocupa, recibió una respuesta positiva del tribunal
de primera instancia que lo juzgó -esto es, declaró aplicable la teoría de la imprevisión y revisó
el contrato reajustando el valor de la cuota-) sí podrían tenerlo (por ejemplo: eventual nulidad
del procedimiento que precede a la sentencia por deficiente integración de la litis en cuanto a
los litisconsortes necesarios).
III.1. Precisiones preliminares:
1. El "convenio" (provisionalmente lo nominamos así aunque luego haremos precisiones más
técnicas en torno a la noción de "sistema de ahorro previo para la adquisición de vivienda",
"contrato plurilateral complejo" y otros "contratos conexos", etc.) que en copia simple obra
agregado a autos a fojas 8 vta. y 9, aunque reconocido por actora y demandado en cuanto a su
existencia y alcances, debe ser calificado correctamente como paso previo a su interpretación,
integración o eventual "revisión" (como postula el objeto central de la pretensión de la actora).
En ese cometido, advertimos lo siguiente:
a) Que las "partes" que lo celebraron y suscribieron (en su caso a través de sus representantes
legales o estatutarios) son: a.1. la Asociación del Magisterio de Santa Fe (A.M.S.A.FE); a.2.
La Asociación Mutual del Magisterio de Santa Fe (A.M.M.S.A.FE); a.3. Molinas y Asociados
S.R.L. y, a.4. el Sr. Marcelo José Luis Rigo (v. encabezado del convenio).
Sin perjuicio de ello, luego veremos que, en realidad, al tratarse de un "sistema", al
"convenio" también lo integran -como partes necesarias e imprescindibles- los restantes 199
(ciento noventa y nueve) "asociados-adherentes" o suscriptores indispensables para formar el
"grupo" (sobre cuya naturaleza jurídica también nos expediremos a continuación).
b) Que, las mismas partes aludidas dieron al convenio el carácter de "sistema de crédito para
la adquisición de viviendas" a través de la conformación de un "grupo de ayuda común" (ver
encabezado) de carácter "cerrado" (compuesto por 200 "asociados-adherentes" o suscriptores,
ver encabezado y cláusula SEGUNDA).
c) Que aclararon no sólo la función de cada una de las partes sino, fundamentalmente, los
derechos y obligaciones que les incumbían y, así (más allá de la insólita tipificación de

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"promotora" -que no aparece en casi ninguna de las obras jurídicas consultadas sobre "sistema
o contrato de ahorro previo" con fines determinados, tanto sea libros como artículos de
doctrina que se citarán a continuación-) tanto a A.M.S.A.FE como a la A.M.M.S.A.FE les
correspondía otorgar la "conformidad" con "los terrenos donde se realizarán las obras" que
fueran adquiridos por la "Empresa" (v. cláusula PRIMERA), decidir conjuntamente con la
"Empresa" Molinas y Asociados S.R.L. en qué "institución bancaria u oficina" debían los
asociados-adherentes abonar las cuotas (v. cláusula SEXTA), contratar con otra empresa
constructora la continuación de las obras cuando la paralización de las mismas se deba a
incumplimiento de la "Empresa" Molinas y Asociados S.R.L. -así como demandarla por daños
y perjuicios- (v. cláusula NOVENA) y, lo más importante -por su aplicación al caso de autos-,
para el caso que se produjera una variación en los precios de las viviendas mayor al ajuste de
la cuota que el mismo convenio contempla -sea por "inflación o por cualquier otra causa, no
reflejados en los índices que se toman en cuenta"- "la Comisión Directiva de la A.M.S.A.FE y
el Consejo Directivo de la Mutual de A.M.M.S.A.FE se reservan la facultad de llamar a
Asamblea Extraordinaria de adherentes para proceder a la renegociación de los convenios que
hubieran suscripto con la empresa constructora" (v. cláusula QUINTA).
A su turno, a la Empresa Molinas y Asociados S.R.L. le incumbía adquirir los terrenos para la
ejecución de la obra (200 viviendas) (v. cláusula PRIMERA), construir las viviendas en la
progresión y plazos estipulados (v. cláusulas SEGUNDA y TERCERA), conforme las
características pactadas (v. cláusula CUARTA), entregarlas en los plazos previstos (v.
cláusulas SEGUNDA y DECIMO TERCERA), etc.
Finalmente, no sólo el Sr. Marcelo José Luis Rigo, sino, y ésto es fundamental atento el
carácter del sistema, todos los asociados-adherentes, debían -por supuesto- abonar el precio
-actualizado- de las diferentes clases de cuotas según su estado frente al bien ambicionado y al
grupo -v.gr. sea "cuota espera", "cuota posesión", "licitación", "cancelación anticipada", etc.-
(v. cláusula QUINTA), en los plazos y lugar indicados (v. cláusulas QUINTA y SEXTA) así
como efectuar obligatoriamente la contratación de un "seguro de vida" que deberían endosar a
favor de la "empresa constructora" (v. cláusula SEPTIMA) y, llegado el caso que se les
otorgara la posesión de la vivienda "firmar un ANEXO" "ofreciendo codeudores y/o fiadores
solidarios a satisfacción de la empresa constructora, mientras no se proceda a suscribir la
escritura de dominio con garantía hipotecaria a favor de la misma" (v. cláusula DECIMO
QUINTA, la cursivas y remarcados me pertenecen), etc.
Así las cosas y aunque admitimos la simplificación del análisis en que incurre alguna parte de

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la doctrina [que sólo se centra en el "contrato de ahorro previo" y, desde allí, pretende forzar el
fenómeno -de una complejidad "económica", "social" y "jurídica" indiscutible- a que se
encauce en las mallas de la doctrina o teoría "clásica" de los contratos (afirman su carácter
contractual: Etcheverry, Raúl A., "Derecho Comercial y Económico", Parte General, p. 145,
Ed. Astrea, 1988; Mosset Iturraspe, Jorge, "Teoría general del contrato", p. 155, Ed. Orbir,
Rosario, 1971; Zavala Rodríguez, Carlos, "Código de Comercio comentado", 1ª. III, p. 389,
Ed. Depalma, 1980; Spota, Alberto, "Instituciones de Derecho Civil". Contratos, "Vol. I, N°
154, p. 222, Ed. Depalma, 1978, citados por Gregorini Clusellas, Eduardo L.;
"Administradoras de ahorros para fines determinados (La buena fe para medir su
responsabilidad)", L.L.1995-A, 290; Guastavino, Elías; "Contrato de Ahorro previo", ed.
Ediciones La Rocca, Buenos Aires 1988, passim; también en el despacho mayoritario en la
comisión respectiva de las XI Jornadas Nacionales de Derecho Civil se indicó que "es una
operatoria jurídica compleja que involucra una pluralidad de contratos de distinto tipo". En
igual sentido, algunos autores lo asimilan al "contrato de compraventa" -v.gr. Nicolau, Noemí;
"El ahorro para fines determinados por círculos cerrados (su problemática en el ámbito
inmobiliario", L.L. 1989-C-1235-, a un "conjunto de contratos de cambio" -v.gr. Gianfelice,
Mario César y Gianfelice, Roberto E.; "Circulo de ahorro para la adjudicación directa de
bienes y las XI Jornadas Nacionales de Derecho Civil", L.L. 1988-D-768-) o a una
"combinación del mandato con el mutuo" -v.gr. Peyrano, Guillermo; "Ahorro y préstamo para
fines determinados. La desviación de su finalidad y la protección del ahorrista", L.L.
1984-C-1202-] no dudamos en encolumnarnos con aquellos autores que estiman que estamos
en presencia de un "sistema" (conforme, entre muchos otros: Vaccaro, Alejandro; "Grupos
cerrados en el sistema de Ahorro Previo", ed. Ediciones Macchi, Buenos Aires 1987, passim;
Aguilar, Fernando; "Sistemas de Ahorro Previo por grupos cerrados", ed. Astrea, Buenos
Aires 1988, passim; Stratta, Alicia Josefina, Stratta, Osvaldo José y Stratta de David, María
Victoria; "Problemática del sistema de ahorro para fines determinados. Los caracteres del
contrato de ahorro previo (A propósito de las XI Jornadas Nacionales de Derecho Civil)",
espigado en E.D. Tomo 126-951 y ss., Giuntoli, María C.; "Panorama general sobre el sistema
de ahorro y préstamo para fines determinados", E.D. 98-752 y ss., Hariri, Juan C.;
"Reflexiones sobre los sistemas de ahorro para la compra de bienes determinados", L.L.
1985-A-878, etc.).
En esa tónica, compartimos la idea de que "El ahorro para fines determinados es un fenómeno
complejo que permite al ahorrista, sobre la base de la mutualidad, acceder a la propiedad de

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bienes", sistema que tiene presupuestos especiales como ser "la captación anticipada de ahorro
público con la certeza de una contraprestación que se obtendrá en el tiempo conforme a una de
las modalidades incorporadas (sorteo, puntaje, licitación, etc.); la mutualidad en orden a la
autofinanciación, la equidad y el crédito recíproco u homogeneidad y la existencia del fondo
común" (Stratta, Alicia Josefina, Stratta, Osvaldo José y Stratta de David, María Victoria;
"Problemática del sistema de ahorro para fines determinados. Los caracteres del contrato de
ahorro previo (A propósito de las XI Jornadas Nacionales de Derecho Civil)", espigado en
E.D. Tomo 126-951/952, las cursivas me pertenecen).
Por su parte, esta operatoria compleja, para obtener la finalidad propuesta, involucra la
realización de actos jurídicos de distinta naturaleza, de los que surgen relaciones también
distintas y que son consecuencia necesaria la una de la otra "por lo que no pueden juzgarse
aisladamente" y coherente con esta idea "esta vinculación hace que deba considerarse a estas
relaciones como un conjunto complejo e indivisible. Ello incide en la celebración, ejecución e
interpretación de los contratos y en su integración (Stratta, Alicia Josefina, Stratta, Osvaldo
José y Stratta de David, María Victoria; op. cit. pág. 952, las cursivas y remarcados me
pertenecen. En el mismo sentido Giuntoli, María C.; "Panorama general sobre el sistema de
ahorro y préstamo para fines determinados", E.D. 98-752 y ss., Hariri, Juan C.; "Reflexiones
sobre los sistemas de ahorro para la compra de bienes determinados", L.L. 1985-A-878, etc.).
Para lograr este resultado -prosiguen los autores citados- es necesario reunir presupuestos
técnicos que lo posibiliten, entre los que merecen destacarse: a) La mutualidad en orden a
lograr la autofinanciación. Se supone aquí la formación de un grupo de ahorristas que se
comprometen, cada uno por su parte, a iguales prestaciones para lograr idéntico resultado, el
que, de otra manera, no puede alcanzarse. La mutualidad se manifiesta en que con el aporte de
cada uno de los ahorristas se constituye el fondo común que es el que permite el cumplimiento
de las prestaciones futuras que hacen al objeto. Tal situación hace posible la autofinanciación
del sistema, o sea que los aportes de los ahorristas son el único recurso empleado para la
operatoria; b) La existencia del crédito recíproco. Este resulta de la situación que se genera a
partir de que, por los sistemas de adjudicación que se extienden en el tiempo, unos suscriptores
reciben necesariamente la prestación con antelación a otros, y el cumplimiento es posible
gracias al aporte de todos realizado al fondo. A la vez, quien recibió el bien objeto de su
contrato, continúa aportando hasta la finalización del plazo para lograr la igualdad del sistema,
para, por esta vía, lograr su equidad; c) Equidad. La estructuración requiere una base
igualitaria que supone que todos los ahorristas realicen iguales aportes y reciban idénticos

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bienes. Este aspecto hace a la homogeneidad del sistema, por la que los integrantes de cada
grupo reciben su prestación, aunque en distintos tiempos, con idéntica equivalencia. d) Fondo
de ahorro. La masa de ahorro que capta el sistema se denomina fondo de ahorro o fondo de
adjudicación y reintegros como lo hace la legislación vigente, y que jurídicamente constituye
un patrimonio de afectación legal. La formación de tal fondo esencialmente proviene de la
masa de dinero aportada por los ahorristas como cuotas puras de ahorro, pero lo integran
también los importes que pueden generarse por multas, intereses o resarcimientos. Tales
ingresos son técnicamente ahorro pues solo tienen a preservar el valor real. e) Organización.
Por la estructura de la negociación y para darle eficiencia, el ordenamiento jurídico exige que
se haga sobre la base de una organización, que hace a su existencia misma. Tal organización
impide que pueda convertirse en una aventura accidental. En efecto, se exige en cada plan a
presentar una proyección en el tiempo, una determinación del número, de círculos, además de
aspectos técnicos, contables, actuariales, etc.. En suma, no se puede aislar dentro del sistema a
una operación de otra, porque es el conjunto lo que permite llegar al resultado (v. Stratta,
Alicia Josefina, Stratta, Osvaldo José y Stratta de David, María Victoria; op. cit. págs.
954/955, las cursivas y remarcados me pertenecen y tienen que ver con el razonamiento
posterior en relación a lo que ya corresponde y es que -a nuestro juicio- es imposible revisar
"individualmente" los contratos -como postula en este caso COPRI S.A.- y, mucho menos, a la
luz de la vinculación entre un "cesionario de créditos" y el "deudor cedido", sin tener en cuenta
la interrelación entre todas las "partes" del sistema y, consecuentemente, la interdependencia
de todas las prestaciones, tanto de dar como de hacer o no hacer).
En definitiva, en el funcionamiento operativo del ahorro previo aparecen plurales relaciones
que vinculan a las partes intervinientes, plexo de relaciones que vincula "al suscriptor, empresa
administradora, suministrante, grupo de ahorro, concesionario, agente, entidad aseguradora e
incluso, terceros garantes", lo que nos ubica frente a "un negocio jurídico múltiple y complejo"
y, por ello "sería erróneo agotar en dicho vínculo contractual las vicisitudes o el
funcionamiento de la operatoria, prescindiendo de las restantes partes que la integran, todas
ellas necesarias para el cumplimiento de su finalidad objetiva o sea, la de crear y favorecer el
ahorro y facilitar a sus destinatarios la posibilidad de acceder a la titularidad de bienes de
capital o de consumo durables (art. 93, ley 11.672) o directamente dinero, en los planes de
estas características. En síntesis, todo análisis de la operatoria y las eventuales soluciones que
se adopten a efectos de regular o encauzar su funcionamiento, sea por vía legislativa,
administrativa o judicial, deben ponderar esta compleja red de relaciones necesarias para el

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cumplimiento de aquella finalidad de modo que, sin dejar de tener en cuenta la relación
contractual que vincula al suscriptor y la empresa administradora, no prescinda de otros
aspectos inherentes a la esencia del sistema" (conf. Ragazzi, Guillermo Enrique; "La
contratación en masa y el "ahorro previo" (Reflexiones sobre el dictado de una ley específica
que regule la actividad de ahorro previo)", L.L. 1990-D-949).
2. De todas maneras, hay que intentar "tipificar" al que algunos llaman "contrato de ahorro
previo", pues, como bien se ha señalado, el referido "sistema" descansa sobre la base del
denominado "contrato de ahorro" (Gianfelici, Mario César y Gianfelici, Roberto E.; "Círculo
de ahorro para la adjudicación directa de bienes y las XI Jornadas Nacionales de Derecho
Civil", L.L. 1988-D-768). Se dice así que, en realidad, se trata de "un sistema que nace de una
compleja relación de naturaleza contractual, donde los sujetos intervinientes son: el fabricante,
la administradora y el suscriptor. A ello se agrega, las más de las veces, la intervención de un
intermediario o agente productor. Negocio jurídico múltiple y complejo que exorbita un
esquema cuyas soluciones se hallen únicamente en las reglas del contrato de adhesión o con
las cláusulas predispuestas. Y como bien se sintetiza, todo análisis de la operatoria y las
eventuales soluciones que se adopten a efectos de regular o encauzar su funcionamiento, sea
por vía legislativa, administrativa o judicial, deben ponderar esta compleja red de relaciones
necesarias para el cumplimiento de aquella finalidad de modo que, sin dejar de tener en cuenta
la relación contractual que vincula al suscriptor y la empresa administradora, no prescinda de
otros aspectos inherentes a la esencia del sistema" (Correas, Edmundo J. Curá, José María;
"Ahorro previo. Acerca de la obligación de entrega del bien prometido", L.L. 1991-D-445).
En esa tónica, bueno es recordar que el fenómeno no carece de regulación legal (al menos en
otras leyes -v.gr. art. 93 de la ley 11.672 -según art. 40 de la ley 23.270-, 18.805 y 22.315- o
decretos -100.038/41, 142.277/43, 11.651/59 y 4061/67- ajenos al Código Civil actualmente
vigente; en particular, nos interesan el Decreto 34/86 que amplió los tipos societarios
habilitados para ser Administradores del sistema a Sociedades Cooperativas, Bancos Oficiales
y Entes Públicos con naturaleza y funciones compatibles con las características del sistema, la
Resolución 163/87 del Instituto de Acción Mutual que autoriza a las Asociaciones Mutuales a
operar "Ahorro Mutual con número determinado de asociados", sólo para ser utilizados por
quienes detenten tal carácter en la Mutual y, finalmente, la Resolución 10/87 de la Inspección
General de Justicia -modif. por la Res. IGJ 1/88- que establece un régimen general para los
sistemas de ahorro previo para grupos cerrados destinados a la adjudicación de sumas de
dinero para ser aplicadas a la adquisición, refacción o ampliación de inmuebles. Ampliar, entre

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otros, en: Correas, Edmundo J. y Curá, José María; "Ahorro previo. Breves notas sobre su
normativa", L.L. 1987-A-827, Correas, Edmundo J.; "Ahorro y préstamo para fines
determinados (reseña de resoluciones de la I.G.J.", L.L. 1986-C-942, Morello, Augusto M. y
Stiglitz, Rubén; "Control administrativo y jurisdiccional sobre las entidades de ahorro y
préstamo para fines determinados", L.L. 1986-E-46 y ss., Giuntoli, María Cristina; "Control
administrativo sobre el sistema de ahorro y préstamo para fines determinados", E.D. 108-903,
Guastavino, Elías P.; "Capitalización y ahorro (capital social mínimo y patrimonio societario
neto)", L.L. 1988-C-148; Guastavino, Elías P.; "La vivienda y los círculos cerrados de ahorro
previo", E.D. 124-700 y Stratta, Alicia J.; "El ahorro previo y los inmuebles. Observaciones
sobre la Resolución 10(87 de la Inspección General de Justicia", E.D. 127-743 y ss.) y, por lo
tanto, es "atípico" o "innominado" sólo desde la perspectiva de lo dispuesto en el artículo 1143
del Código Civil lo que no impide que haya configurado una clara "tipología social" (conf.
Rezzónico, Juan Carlos; "Tipicidad social en los contratos (en torno al 'leasing', sistema de
ahorro previo y otras realidades actuales", L.L. 1990-D-1084).
Compartimos también que no se puede calificar a este contrato dentro de la categoría de
unilaterales y bilaterales que contiene el artículo 1138 del C.C. sino que es más propio
sostener que se trata de un contrato "plurilateral" (Hariri, Juan C.; "Reflexiones sobre los
sistemas de ahorro para la compra de bienes determinados", L.L. 1985-A-877) desde que "la
suscripción del contrato lleva al ahorrista a aceptar las condiciones de un plan, y la aceptación
de su solicitud por la administradora, significa la incorporación del hasta ahora suscriptor al
grupo del que pasa a ser integrante, asumiendo los derechos y obligaciones" (Stratta, Alicia
Josefina, Stratta, Osvaldo José y Stratta de David, María Victoria; op. cit. pág. 956, las
cursivas y remarcados me pertenecen).
Continuando con el desarrollo de la tipificación social de este contrato de ahorro previo, si
decimos que es "plurilateral" admitimos (v. Fontanarrosa, Rodolfo; "Derecho Comercial
Argentino. Doctrina de los contratos comerciales", ed. Zavalía, Buenos Aires 1969, Tomo II,
págs. 141/145) que en las modalidades en la adquisición de derechos y obligaciones, hace que
"cada una de las partes no se obligue respeto de otra, sino de todas las demás. Por el principio
de la mutualidad, lo que se persigue es el cumplimiento de las obligaciones de todos los
integrantes para que igualmente todos puedan obtener el mismo bien. Esta idea se ve reforzada
si se anotan las diferencias que existen entre la suma de ahorristas individuales y el grupo,
dado que hay intereses que pertenecen a éste, independientemente de los individuos. Así, en
caso de incumplimiento de la amortización, será la Administradora del sistema la que ejecutará

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la garantía constituida, en su carácter de representante necesaria del conjunto; si un suscriptor
rescinde su contrato, o se declaran caducos sus derechos por falta de pago de un número
determinado de cuotas, pierde una parte de sus aportes como indemnización al grupo para
enjugar el perjuicio que causa al retirarse ..." (Stratta, Alicia Josefina, Stratta, Osvaldo José y
Stratta de David, María Victoria; op. cit. págs. 956/957, las cursivas me pertenecen).
Una nota característica de esta especie de contrato plurilateral (que ya indico que impide la
"revisión" individual de la relación de un "deudor cedido" con un "cesionario de crédito") es
que "las prestaciones de todos los integrantes del grupo son idénticas" (Stratta, Alicia Josefina,
Stratta, Osvaldo José y Stratta de David, María Victoria; op. cit. pág. 957) y por eso no
podemos admitir que en un juicio se "ajuste" el precio de la cuota -vía revisión a partir de la
teoría de la imprevisión- de un solo suscriptor y que el resto sigan pagando otro "precio".
Por supuesto es "oneroso" (arg. art. 1139 C.C.), "consensual" (arg. art. 1140 C.C.),
"conmutativo" (Guastavino, Elías; "Contrato de Ahorro previo", ed. Ediciones La Rocca,
Buenos Aires 1988, pág. 210), "formal" pero no solemne (debe celebrarse por escrito y en
muchos casos hay contratos "tipos" conforme la reglamentación aludida ut supra), de
"ejecución diferida" y "condicional" (pues al estar fundado en el principio de mutualidad se
sujeta generalmente a la condición resolutoria de que se forme el grupo con el número mínimo
de integrantes para su funcionamiento conforme a los planes previamente aprobados) [conf.
entre muchos otros, Peyrano, Guillermo; "Ahorro y préstamo para fines determinados. La
desviación de su finalidad y la protección del ahorrista", L.L. 1984-C-1202.].
A su turno, corresponde recordar que este tipo de contratos origina un "grupo de ahorro"
(Giuntoli, María Cristina; ob. cit.) que, aunque carece de personalidad jurídica (Aguilar,
Fernando; "Sistemas de Ahorro previo por grupos cerrados", ed. Astrea, Buenos Aires 1988,
pág. 81 y ss.) es un agrupamiento transitorio (pues está destinado a disolverse una vez lograda
la finalidad perseguida) que consiste en la reunión de varias personas con un objetivo común
que hace aportes periódicos iguales y otorgamiento de préstamos a cada uno de los
participantes (Hariri, Juan Carlos; ob. cit.).
Otro eje destacable de la figura lo constituyen los "mutuos recíprocos" (Giuntoli, María
Cristina; ob. cit.). En efecto, "Los fondos aportados por los participantes que constituyen su
ahorro hasta obtener la adjudicación, integran un fondo común que permitirá adquirir los
bienes para su entrega en propiedad a los beneficiados por el sorteo o la mejor oferta de
licitación. Estos adquieren calidad de mutuarios ... Aparece como prestamista la sociedad
administradora pero lo hace por cuenta y orden del grupo, quien es acreedor de los pagos

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futuros del adjudicatario. No tiene personería jurídica pero existe de alguna manera, tanto que
se prevé la convocatoria de Asamblea de sus integrantes para decidir en función de entidad
asociativa" (Hariri, Juan Carlos; ob. cit.)
Pero además, por si no fuera suficientemente complejo el panorama, sabemos que
normalmente al contrato de ahorro previo se le enlazan uno o varios "contratos conexados"
(Weingarten, Celia; "Los contratos conexados y la ley del consumidor", J.A. N° 5984,
ejemplar del 8.5.96). En general, se trata de los "seguros de vida" o "incendio" o "robo" que
debe suscribir el asociado-adherente (Sobrino, Augusto Roberto; "Responsabilidad de las
empresas de ahorro previo (para la compra de automotores 'círculo cerrado, en los casos de
liquidación de las compañías de seguros)", DJ1998-2, 725. Ibídem: Gregorini Clusellas,
Eduardo L.; "Contratos de ahorro para fines determinados. Su interpretación armónica con los
seguros vinculados", L.L. 2001-B-498), o incluso (aunque no se trata de un contrato sino de un
garantía) cuando el que recibe la posesión de la vivienda debe garantizar el pago de las cuotas
restantes con la constitución de una hipoteca sobre el bien (como es el caso del contrato que
estamos analizando).
3. Como vimos, la cláusula DECIMO QUINTA del contrato de ahorro previo obrante a fojas
8 vta. y 9 de autos, prevé que el "adherente adjudicado", para obtener la "posesión" del
inmueble deberá "firmar un ANEXO de este convenio, ofreciendo codeudores y/o fiadores
solidarios a satisfacción de la empresa constructora, mientras no se proceda a suscribir la
escritura de dominio con garantía hipotecaria a favor de la misma".
Así las cosas, la primera reflexión que no surge es relativa a la improcedencia que un ANEXO
de un "contrato plurilateral" sea suscripto solo por "dos" (2) de los originales contratantes o
partes de un convenio mucho más amplio.
¿Es válido, entonces, dicho CONVENIO-ANEXO?
Diría provisionalmente que sí ... pero, en la medida que no "desnaturalice" la tipificación,
alcance y efectos del "convenio-sistema de ahorro previo" obrante a fojas 8 vta. y 9 que, valga
la pena reiterarlo, involucra no solo a sus "cuatro" (4) firmantes originales sino, incluso, a los
199 (ciento noventa y nueve) restantes asociados-adherentes suscriptores del plan de ahorro
previo para la adquisición de 200 (doscientas) viviendas.
Como al Sr. Marcelo José Luis Rigo se le "adjudicó" una vivienda (luego que abonara varias
"cuotas espera" y "licitara" oportunamente), la Empresa Molinas y Asociados S.R.L. le hizo
firmar un "Anexo de Contrato" (v. fojas 10/11 vta.) que incluye varias obligaciones "nuevas"
para el asociado-adherente (v.gr. "habitarla personalmente", mantener y conservar la vivienda

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en buen estado, abonar todas las tasas, servicios, impuestos y contribuciones de mejoras que
afecten al inmueble sean municipales, provinciales o nacionales, etc.) entre las que destaca la
obligación de firmar "un poder irrevocable a favor de la Empresa Molinas y Asociados S.R.L.
y/o quien ésta designe, por el cual autoriza a Escriturar e Hipotecar el saldo de la deuda, ante
Escribano Público designado por la Empresa" (v. cláusula DECIMO PRIMERA). La hipoteca
de marras será de primer grado sobre el bien inmueble "a favor de la Empresa por la suma
adeudada hasta ese momento" (v. cláusula DECIMO SEGUNDA).
Hasta aquí, cláusulas eventualmente cuestionables (sobre todo desde la perspectiva del ámbito
protectorio del Derecho Consumerista -en particular por aplicación del artículo 37 de la Ley
23.240 y modif.- así como por aplicación de los principios "contra proferentem o contra
stipulatorem" al tratarse de un típico "contrato de adhesión") pero que no asombran.
Sin embargo, las que sí asombran y causan sorpresa son las cláusulas DECIMO QUINTA y
DECIMO SEPTIMA.
La primera de ellas indica que, al considerar los firmantes que "las Entidades A.M.M.S.A.FE
y/o A.M.S.A.FE solamente cumplen el rol de promotores del plan, toda acción o reclamo
posterior a la entrega de la posesión del inmueble implica la renuncia al inicio de cualquier
demanda judicial o reclamo extrajudicial contra las mismas, conviniendo que la única empresa
responsable con posterioridad a la firma del presente es la firma MOLINAS Y ASOC. S.R.L.".
Por supuesto, esta cláusula asombra, pues no solo que transformaría (y desnaturalizaría) el
sistema-contrato de ahorro previo original sino que, incluso, haría incompatible una pretensión
procesal como la que aquí esgrimió el demandado: esto es, que se integre la litis con
A.M.M.S.A.FE y A.M.S.A.FE así como que se realice la Asamblea Extraordinaria que prevé
la cláusula QUINTA del convenio original para que sea ésta la que decida si el precio o monto
de las cuotas debe ser o no reajustado (por sobre el índice de la cláusula de estabilización que
contiene el contrato base) y, en su caso, los alcances respectivos.
Pero hay más, la segunda de las cláusulas mencionadas, increíblemente indica (reitero, por
voluntad sólo del asociado-adherente al que le fue adjudicada una vivienda y de la Empresa
Constructora) que "La suscripción del presente anexo de entrega produce de pleno derecho la
derogación de las cláusulas del contrato primigenio suscripto oportunamente con el adherente
y que por medio del presente fueran reconsideradas o reconvenidas, como así también de todos
los efectos que por medio del presente se formulen expresamente y que por cualquier tipo de
interpretación presente una contradicción con lo estipulado en el contrato antes mencionado"
(las cursivas y remarcados me pertenecen).

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Por supuesto, a la luz de estas cláusulas de un "contrato de adhesión" que se vio obligado a
suscribir el Sr. Marcelo José Luis Rigo, es claro que la Empresa Molinas y Asociados S.R.L.
no tendría prurito alguno no solo en efectuar una inconsulta (luego veremos por qué indicamos
ello, a pesar de las normas del C.C.) "cesión de créditos" a favor de COPRI S.A. sino, incluso,
en caer en la "insolvencia" generando un Concurso Preventivo que en la actualidad ya pasó al
estado de Quiebra.
Empresa "constructora" con la que, precisamente por ello -finalidad del convenio:
construcción de viviendas- se contrató "intuito personae", apareciendo como contrario al
sentido común que aquélla pueda "ceder los créditos" que le otorga un "contrato plurilateral"
(luego veremos el fenómeno de la interdependencia de los derechos y obligaciones en el
mismo así como el correlativo fenómeno de la "ecuación económico-financiera" indispensable
del "sistema").
Pero, por ahora, lo grave no es solo que Molinas y Asociados S.R.L. haya "cedido sus
créditos" contra uno de los asociados-adherentes del sistema (el demandado en autos) sino,
que mediante las cláusulas aludidas ut supra (DECIMO QUINTA y DECIMO SEPTIMA) se
haya pretendido mutar la naturaleza jurídica de un "contrato plurilateral" en uno "bilateral".
Y mucho más si ello se hizo a "espaldas" de A.M.S.A.FE, de la A.M.M.S.A.FE y de los
restantes 199 (ciento noventa y nueve) suscriptores del "plan".
Nótese la importancia de lo que estamos diciendo. Si ahora tenemos que analizar un contrato
"bilateral" (entre Molinas y Asociados S.R.L. y el Sr. Marcelo José Luis Rigo), la teoría de la
"imprevisión" (art. 1198 del C.C.) luce aplicable con todos sus alcances y, al ser COPRI S.A.
la "cesionaria de los créditos" que originalmente tenía la Empresa Constructora aludida bien
pudo y puede ejercitar aquí la acción de reajuste del monto de las cuotas que debe seguir
abonando el adjudicatario de la vivienda.
En cambio, como vamos a sostener a continuación, si las cláusulas DECIMO QUINTA y
DECIMO SEPTIMAS del ANEXO de contrato son nulas, aunque el resto del convenio sea
válido, la "cesión de créditos" de Molinas y Asociados S.R.L. a favor de COPRI S.A. no
impedía que este proceso (reitero, donde COPRI S.A. ejercita la acción de reajuste del monto
de las cuotas que debe seguir abonando el adjudicatario de la vivienda) debía haber sido
"integrado" indefectiblemente por el resto de las "partes" del contrato "plurilateral" original de
ahorro para la adquisición de vivienda en un círculo cerrado (compuesto por 200
asociados-adherentes), en particular, por A.M.S.A.FE y la A.M.M.S.A.FE.
La nulidad de estas cláusulas deviene, en primer lugar, por cuanto, al tratarse de un típico

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contrato de adhesión, para proteger al contratante más débil en la relación y sancionar al
infractor de la regla de no abusar de la posición dominante (Diez Picazo, L., "Fundamentos del
Derecho Civil Patrimonial", t. I, N° 279, p. 252, Madrid, 1956, cit. por Gregorini Clusellas,
Eduardo L.; "Administradoras de ahorros para fines determinados (La buena fe para medir su
responsabilidad)", L.L.1995-A, 290), se aplican el principio o criterio hermenéutico "contra
proferentem" o "contra stipulatorem" (en este sentido, se afirma que el meollo en materia de
negocios de adhesión consiste en "admitir que si la relación se establece sobre la base de la
posición dominante de una de las partes, resultará inaceptable tolerar el ejercicio abusivo de la
misma. Para evitarlo se entiende que toda cláusula o conducta ambigua, imprecisa o equívoca
del predisponente se proyecte en su contra porque la buena fe le impone ser diligente y preciso
en expresar las consecuencias posibles del negocio que elaboró. Así la interpretación contra
proferentem o contra stipulatorem será a la vez una protección contra el contratante
presuntamente más débil y una sanción contra el infractor a la regla de no abusar de la
posición dominante. Frente al abuso se levantan también distintas normas y principios que
eventualmente pueden corregir contratos adhesivos disvaliosos, como los arts. 953, 1167, 21,
507, 542, 874, 1017 y 502 del Cód. Civil", conf. Gregorini Clusellas, Eduardo L.;
"Administradoras de ahorros para fines determinados (La buena fe para medir su
responsabilidad)", L.L.1995-A, 290). Así se ha dicho que "la interpretación de las cláusulas o
sistemas de alta complejidad debe efectuarse a favor de la parte que suscribe el contrato
formulario de adhesión que le es presentado con la promesa de entregarle un bien apreciado.
Esto no es otra cosa que la aplicación del consabido principio que fue plasmado en el art. 902
del Cód. Civil" (Aguilar, Fernando; "Sistemas de Ahorro previo por grupos cerrados", ed.
Astrea, Buenos Aires 1988, pág. 9).
En segundo lugar, por aplicación de lo dispuesto en el artículo 37 de la Ley 24.240 que -en lo
que nos interesa- indica que "Sin perjuicio de la validez del contrato, se tendrán por no
convenidas: a) Las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones ... ; b) Las cláusulas que
importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los derechos de la
otra parte·..." así como que "La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable
para el consumidor. Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la
que sea menos gravosa".
Y, finalmente, porque sea que se trate de un "contrato dirigido" (el ahorro previo en el ámbito
inmobiliario está regulado por la Resolución 10/87 de la Inspección General de Justicia que
establece prácticamente las cláusulas tipo del convenio y deja muy pocas posibilidades a la

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libertad contractual de las partes del mismo -conforme Nicolau, Noemí L.; "El ahorro para
fines determinados por círculos cerrados (su problemática en el ámbito inmobiliario", L.L.
1989-C-1235) o no (ya vimos que aquí interviene una Mutual y que, por tanto, esta actividad
escapa a la Resolución 10/87 aunque queda atrapada en otra normativa que ya se especificó
-Resolución 163/87 del Instituto de Acción Mutual-) lo cierto es que en estos sistemas donde
se requiere "autorización administrativa previa ... las partes no son libres para introducir
modificación alguna a las cláusulas predispuestas, pero en cambio la Administración sí puede
modificarlas (v. p.ej., res. IGJ, 8/82) (CNCom, Sala A, 19/11/85, E.D. 120.125)" (Aguilar,
Fernando; "Sistemas de Ahorro previo por grupos cerrados", ed. Astrea, Buenos Aires 1988,
pág. 8).
4. Llegamos ahora al "contrato de cesión de créditos" (sic) que en fotocopia simple luce
agregado a fojas 12 de autos.
La cesión de marras, suscripta por Molinas y Asociados S.R.L. y COPRI S.A. no deja ningún
lugar a dudas sobre su naturaleza jurídica: conforme sus expresos términos, se trata de una
"cesión" únicamente de "créditos" (ya veremos luego lo importante que esto es a los fines de la
resolución del recurso de apelación de la actora).
Así, en el instrumento de marras leemos que Molinas y Asociados S.R.L "cede y transfiere
formal y expresamente a favor de COPRI S.A. la totalidad de los créditos que tiene y/o
adquiera en el futuro contra el señor Rigo Marcelo", que "Esta cesión de créditos incluye la
totalidad de los derechos que tenía el cedente emergentes del acuerdo referido ....", que "La
cesión crediticia que se suscribe en este documento es efectuada en concordancia con el
acuerdo marco que ambas empresas realizaran en la fecha y de conformidad a lo establecido
en los arts. 1434, 1436, 1454, 1457, 1458, 1460 y conc. del Código Civil la que deberá ser
notificada por cualquiera de las partes al deudor cedido ..." (v. pág. 12 de autos, las cursivas
me pertenecen).
Así las cosas, una primera aproximación desde el punto de vista "formal" nos lleva a tener
serias dudas sobre la validez de esta cesión ya que trata sobre "derechos" relativos a la relación
entre la Empresa Molinas y Asociados S.R.L. y Marcelo José Luis Rigo que, al momento de la
cesión de marras, ya había sido adjudicado con un "inmueble" de los prometidos en el contrato
plurilateral de ahorro previo - círculo cerrado para la adquisición de viviendas.
Es que, como pone de manifiesto doctrina autorizada por aplicación de lo establecido por el
artículo 1184, incisos 1º, 8° y 9° "cuando los derechos que se ceden corresponden a inmuebles
la cesión debe efectuarse por escritura pública" (conforme Ariza, Ariel; su comentario al art.

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1455 del C.C. en "Código Civil Comentado", ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe 2005,
"Contratos-Parte Especial", Tomo I, págs. 352/353).
Obviamente, la cesión de créditos que estamos analizando no satisface la forma aludida
(aunque, el instrumento privado puede estimarse que vale en los términos del artículo 1185 del
C.C. -"Los contratos que debiendo ser hechos en escritura pública, fuesen hechos por
instrumento particular, firmado por las partes o que fuesen hechos por instrumento particular
en que las partes se obligasen a reducirlo a escritura pública, no quedan concluidos como tales,
mientras la escritura pública no se halle firmada; pero quedarán concluidos como contratos en
que las partes se han obligado a hacer escritura pública"-).
Sin perjuicio de ello, corresponde preguntarnos si en los contratos plurilaterales de ahorro
previo cabe o no permitir la cesión de créditos.
La problemática no ha sido muy estudiada en la doctrina (una brillante excepción:
Guastavino, Elías; "Contrato de Ahorro previo", ed. Ediciones La Rocca, Buenos Aires 1988,
págs. 274 a279).
En realidad, la mayoría de los contratos de este tipo, al estar regulados legal y
administrativamente [v.gr. para el caso de automotores, contratos de capitalización y ahorro,
etc. No es éste el supuesto, ya prevenimos que por intervenir una Mutual es inaplicable de la
mayoría de las normas que indicamos ut supra -v.gr. la Resolución 10/87 de la I.G.J. que tan
extensamente regula la posibilidad de la cesión de la "posición contractual" pero sólo de los
asociados o adherentes; en ese sentido, se ha señalado que "Puede también el contrato ser
objeto de cesión. Es posible ceder contratos adjudicados o sin adjudicar. En el primer caso, el
cesionario debe asumir todas las obligaciones emergentes del contrato y de la hipoteca (art. 19,
párr. 8º). Es obvio consignar que el cesionario debe asumir todas las obligaciones emergentes
del contrato, pues la cesión implica precisamente la transferencia de la calidad de parte
contractual, lo cual supone la cesión de créditos y deudas, pero es correcto que se le obligue a
asumir la garantía hipotecaria, pues se extinguiría por la cesión, ya que está prevista como
cesión con liberación del cedente", v. Nicolau, Noemí; "El ahorro para fines determinados por
círculos cerrados (su problemática en el ámbito inmobiliario)", L.L. 1989-C-1235-] claramente
especifican que los "suscriptores" pueden "ceder el contrato" (así como renunciar, retirarse
anticipadamente -a la etapa de la adjudicación y entrega- rescindir, revisar, etc.; v. Guastavino,
Elías P.; "Reintegros al no adjudicatario en el ahorro previo", L.L. 1993-E-315) no
permitiéndolo respecto de la Administradora del Plan o del Fabricante del bien o del prestador
del servicio prometido.

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Y digo que si no se permitiera -en principio- la cesión del "contrato" por parte de estos sujetos
(rectius: de la "posición contractual" pues, bien se ha dicho que, en realidad, lo que está en el
patrimonio de las personas son las obligaciones -créditos o deudas- derivados de los contratos
que figuran en el activo o pasivo de los contratantes, conf. Llambías cit. por Compagnucci de
Caso, Rubén H.; "Cesión de contrato. Cesión de créditos y cesión de deudas", L.L.
1990-D-327), mucho menos, la cesión de sus "deudas" y, menos aún, la de sus "créditos"
[recordemos aquí que "La cesión de créditos está legislada en el Código Civil en los arts. 1434
a 1484, y definida en el art. 1434 que dice: "Habrá cesión de crédito, cuando una de las partes
se obligue a transferir a la otra parte el derecho que le compete contra su deudor, entregándole
el título del crédito, si existiese". Se trata de la transmisión de la parte activa de la obligación;
es una derivación del derecho de un sujeto a otro sin alteración en su esencia. En el caso es el
crédito el que se traslada desde el transmitente (cedente) al recipendario (cesionario)", que "La
cesión de deudas, es la transmisión de la parte pasiva de la obligación, lo opuesto a la cesión
en los créditos. Este tipo de negocio tiene como característica particular, que el cambio de
deudor deja inmutable a la obligación. Dice Gaudemet que la cesión de deuda, es una
operación que hace pasar de un particular a otro la carga definitiva de una deuda sin cambiar la
causa económica del derecho del acreedor ... El Código Civil argentino, siguiendo la
orientación del derecho francés, sólo regula la llamada "delegación" (art. 814) (novación
subjetiva pasiva), y la extromisión (art. 815)" y, finalmente, que "La cesión de contrato, tal
como la define Andreoli, "es una transferencia negocial a un tercero (cesionario) del conjunto
de posiciones contractuales (contenido de derecho u obligaciones orgánicamente
independientes) constituida en la persona de uno de los originales contratantes (cedente) de
manera tal que a través de esa sustitución del tercero como parte, éste subentra en los derechos
y obligaciones del cedente". Se trata de la transmisión de la posición contractual de uno de los
sujetos hacia un tercero. La cesión del contrato no se encuentra legislada en el Código Civil
argentino. Su idea, como también su denominación, tienen origen en Italia, cuyo 'Códice' lo ha
regulado, haciendo una ordenada sistematización de la figura. La doctrina alemana, española y
argentina se han ocupado de su estudio y aplicación del instituto. Son muchos los casos en que
nuestra jurisprudencia ha echado mano a la cesión del contrato, con un gran sentido práctico.
Mediante este instituto se trasmiten créditos y deudas unidos y ligados a la situación jurídica
que tenía el transmitente hacia un tercero" (Compagnucci de Caso, Rubén H.; "Cesión de
contrato. Cesión de créditos y cesión de deudas", L.L. 1990-D-327. Ampliar, eventualmente,
en Halperín, Nicolás; "Cesión de derechos emergentes de contratos con prestaciones

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recíprocas pendientes de cumplimiento", Obligaciones y Contratos Doctrinas Esenciales,
Tomo V, 1.1.2009, pág. 485; Fortín, Pablo J.; "Cesión de contratos, créditos y deudas", L.L.
1993-D-196, Argeri, Saúl A., "Transferencia (cesión) de contrato mercantil con prestaciones
recíprocas pendientes de cumplimiento", L.L. 1979.A.862, Trigo Represas, Félix A.; "La
cesión del contrato en el Segundo encuentro de Abogados civilistas Santa Fe", L.L.
1988-E-884, Santarelli, Fluvio Germán; "De la cesión de créditos y de deudas a la transmisión
de la posición contractual", L.L. 2000-E-427, etc.)].
Por eso, la jurisprudencia ha tenido ocasión de señalar que las notas propias del contrato de
ahorro previo "no pueden ser modificadas unilateralmente sin desnaturalizar por completo el
contenido y tal télesis contractual" (CNCom, Sala A., 10/3/1988, L.L. 1990-B-167).
Es que, como dice Halperín "La cesión de créditos que legisla el Código Civil, mantiene el
rasgo tradicional de referirse a relaciones jurídicas cuyo objeto único es el crédito negociado
--o que comprendan además otros derechos de igual índole, caso de la cesión parcial de
créditos--, resultante de contratos unilaterales o bien de otra clase, cuando solamente subsisten
las obligaciones a cargo de la parte cedida; pero no tiene en mira relaciones en que co-existan
obligaciones y derechos interdependientes, que se correspondan recíprocamente, en que el
deudor cedido sea al mismo tiempo acreedor del cedente" (Halperín, Nicolás; ob. cit.).
De todas maneras y aunque por su carácter "intuito personae" pensamos que no era posible la
"cesión de créditos" de parte de la Empresa Molinas y Asociados S.R.L. hacia un tercero, lo
cierto es que, el demandado no cuestiona ello (o alude a su imposibilidad) y, por lo demás, no
encontramos en el contrato "original" de ahorro previo ninguna limitación convencional -pacto
de non cedendo- que impida la susodicha "cesión de créditos" (ampliar, eventualmente, en
Sagrario, Ramiro; "Algunas consideraciones sobre las limitaciones convencionales a la cesión
de créditos", espigado en www.laleyonline.com.ar), a lo que debe sumarse que, en principio
"Todo objeto incorporal, todo derecho y toda acción sobre una cosa que se encuentra en el
comercio, pueden ser cedidos, a menos que la causa sea contraria a alguna prohibición expresa
o implícita de la ley, o al título mismo del crédito" (conf. Art. 1444 del C.C.).
Admitida provisionalmente (con reparos, no solo "formales" -escritura pública inexistente-
sino también "sustanciales" -contrato "plurilateral" donde co-existen obligaciones y derechos
interdependientes e "intuito personae" con la Empresa Constructora-, a los que luego agregaré
mi certeza que la notificación de la cesión, para producir efectos, debió hacerse a los 200
asociados-adherentes componentes del grupo y, aún a A.M.S.A.FE y a la A.M.M.S.A.FE) la
posibilidad de la "cesión de créditos" por parte de Molinas y Asociados S.R.L. hacia COPRI

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S.A. analizaré a continuación las relaciones que pueden darse entre el "cesionario" (COPRI
S.A.) y el asociado-adherente aquí demandado (el Sr. Marcelo José Luis Rigo), a la sazón un
"tercero" en relación al contrato de cesión de créditos (res inter alios acta) pero "parte
principal" en el contrato "original" de ahorro previo respecto del cual la Constructora cedió sus
créditos en relación al Sr. Rigo.
Por supuesto (y a diferencia de la cesión de deudas y de la cesión de la posición contractual
-que requieren no solo la notificación sino, fundamentalmente, la aquiescencia del "tercero",
que, en el primer caso es el "acreedor" cedido y, en el segundo, es el "contratante cedido"-,
conf. por todos: Compagnucci de Caso, Rubén H.; "Cesión de contrato. Cesión de créditos y
cesión de deudas", L.L. 1990-D-327), sabemos que en el caso de la "cesión de créditos" que
nos ocupa, el "deudor cedido" (Rigo) no pudo oponerse a la cesión cuando fue debidamente
notificado (arg. art. 1460 del C.C.; v. instrumento obrante a fojas 13 y las inocuas expresiones
de la contestación a la notificación obrantes a fojas 14/17).
Así las cosas, es sabido que el deudor cedido puede oponer al cesionario todas las defensas y
excepciones que tenía contra el cedente (conforme arts. 1469, 1474 y 1462 del C.C.; ampliar,
eventualmente, en Compagnucci de Caso, Rubén H.; "Cesión de créditos", ed. La Ley, Buenos
Aires 2002, págs. 156/157).
No se trata más que de la aplicación del "principio del artículo 3270 en tanto que el derecho
ha sido transmitido en las condiciones en que era de titularidad del cedente. Entre las que
refieren al estado del crédito cuando el cedente era titular, corresponde mencionar todas las
causales de extinción de la obligación, sean totales o parciales. Así, se podrá oponer el pago, la
novación, la transacción, la compensación, la renuncia, etcétera. Se incluye en la disposición la
"presunción de liberación", entre las que se encuentran la recepción del capital que hace
presumir la extinción de los intereses, el pago de cuotas anteriores cuando se pagaron
posteriores en vencimiento (art. 746) y la presunción de remisión de la deuda por la posesión
del documento original. Puede invocar también el deudor contra el cesionario las causales de
extinción basadas en la nulidad del título que origina el crédito -verbigracia, vicios del
consentimiento del cedente- y aún la invocación de la cosa juzgada recaída al respecto en un
juicio entre cedente y deudor cedido. El deudor cedido puede oponer al cesionario las defensas
propias que tuviere contra él. Tal sería el caso en que el deudor cedido fuera a la vez acreedor
del cesionario y pueda en ese supuesto oponer la compensación. Conviene tener presente
respecto de la compensación que el artículo 1474 ha limitado su invocación cuando el deudor
aceptó la cesión sin hacer una reserva al respecto" (Ariza, Ariel; ob. cit. págs. 376/377).

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En particular, el deudor cedido puede, como aquí hizo el Sr. Rigo, oponerle al "cesionario" las
excepciones de incumplimiento contractual y mora (conf. arts. 1201 y 501 del C.C., conf.
Compagnucci de Caso, Rubén H.; "Cesión de créditos", ed. La Ley, Buenos Aires 2002, págs.
156/157) respecto de varias obligaciones que estaban (y están) a cargo de Molinas y Asociados
S.R.L. (el "cedente" del crédito) o solicitar la resolución contractual, o su nulidad, etc.
(conforme art. 1474 del C.C.).
Es decir que, el cesionario del crédito puede accionar judicialmente para que el deudor cedido
le pague el precio de las cuotas vencidas pero no puede evitar que aquél le oponga al progreso
de su pretensión las defensas o excepciones de mora o incumplimiento contractual que tenía -y
tiene- contra el cedente, cuanto más, tratándose de un contrato plurilateral con obligaciones
recíprocas y de ejecución continuada.
Ahora bien: ¿puede del cesionario ejercitar la facultad de rescindir -pacto comisorio- o bien,
la de pedir ante la justicia la aplicación de la teoría de la imprevisión en relación a las
prestaciones en curso y, desde allí, el reajuste del precio de la cuota -actual, futura o algunas
vencidas-?
La cuestión ha sido estudiada en profundidad en Italia pero, en Argentina, es escasa la
doctrina que trata el tema. De todas maneras, la que lo hace es contundente en la respuesta
negativa.
En efecto, Atilio Alterini y Enrique Joaquín Repetti explican que "es posible ceder el lado
activo (crédito) de una relación contractual bilateral, en trance de ejecución ... En la cesión de
un crédito de este tipo, el vínculo contractual básico permanece incólume, pues el cedido
conserva igualmente obligaciones -en distinta dirección- y el cesionario no contrae obligación
hacia él. El cedido, debe cumplir al cesionario sólo si el cedente le cumple a su vez; en caso
contrario, le cabe, suspender el cumplimiento hacia el cesionario del crédito, reclamar el
cumplimiento al cedente, o aún pedir la resolución al cedente o al cesionario. De cualquier
modo, algunos derechos del cedente, potestativos, e inseparables de la relación contractual,
que no pueden pertenecer a quien no era sujeto de ella, aún habiéndose cedido el crédito que lo
originó, no pasan al cesionario, y como ejemplo, el de pedir la resolución contractual (por
causa anterior a la cesión del crédito) o el de reclamar su anulación" (Alterini, Atilio y Repetti,
Enrique Joaquín; "La cesión del contrato", de. Bibliográfica Omega, Buenos Aires 1962, págs.
28/29, las cursivas y remarcados me pertenecen).
Así las cosas, si ante acontecimientos imprevisibles o extraordinarios (conf. presupuesto para
la aplicación de la teoría de la imprevisión) el cesionario (aquí COPRI S.A.) no puede ejercer

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la facultad de la resolución contractual, mucho menos podrá ejercer la otra opción prevista en
el artículo 1198 del C.C., esto es, la acción de revisión o reajuste del contrato.
Y no solo por lo antedicho sino, incluso, porque a tenor de la literalidad del artículo 1198 del
C.C. ("En los contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos
de ejecución diferida o continuada, si la prestación a cargo de una de las partes se tornara
excesivamente onerosa, por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte
perjudicada podrá demandar la resolución del contrato ... La otra parte podrá impedir la
resolución ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del contrato") y por otras razones
hermenéuticas muy plausibles un importante sector de la doctrina (v. por todos: Abatti,
Enrique L, Dibar Alberto R. y Rocca, Ival (h); "Nuevas soluciones sustanciales y formales
ante acciones y excepciones por imprevisión contractual", L.L. 1983-A-810 y, también Abatti,
Enrique Luis y Rocca, Ival (h); "Teoría de la imprevisión. Novísima perspectiva que dan la ley
25.561 y los decretos 214 y 320/02. ¿Es admisible la acción directa por reajuste?", disponible
en www.lexnea.com.ar/base_de_datos/Doctrina/0001.pdf) le niega legitimación activa para
accionar por reajuste o revisión del contrato (v.gr. Augusto C. Belluscio, Eduardo Zannoni,
Jorge Joaquín Llambías, Juan C. Molina, Fernando López de Zavalía, Jorge Bustamante
Alsina, Rodolfo de Abelleyra, etc. -v. comentario al art. 1198 del C.C. En "Código Civil y
leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado", de. Astrea, Buenos Aires 1984,
Tomo 5, págs. 938/939, a los que deben sumarse los Dres. Masnatta, Abatti, Dibar y Rocca-;
no obstante, sabemos que la cuestión es polémica y que sostienen lo contrario -o sea, que
empece que la norma no lo habilite, igualmente, el "perjudicado" puede accionar directamente
por revisión o reajuste del contrato- autores de la talla de Jorge Mosset Iturraspe y Miguel
Piedecasas -v. su "La revisión del contrato", de. Rubinzal Culzoni, pág. 448, De Lorenzo,
Miguel Federico, "Apuntes sobre la acción autónoma de reajuste en los términos del artículo
1198 del Código Civil", p. 25 ss., en Revisión del Contrato, Suplemento Especial de la Revista
Jurídica Argentina La Ley, febrero 2003, Juan José Casiello -v. "Reajuste de saldos de precio",
L.L. 1978-B-1006, Spota, Alberto G.; "Imprevisión contractual, lesión subjetiva, ofensa a la
regla moral e indexación", L.L. 1976-D-195, Guillermo Borda, Aída Kemelmajer de Carlucci,
Augusto Mario Morello, Alberto Bueres, Elena Highton, Atilio Alterini, etc.).
De todas maneras, bien que con distinta integración a la actual, la Corte Suprema de Justicia
de la Nación (cuyos dictums son vinculantes para los tribunales de jerarquía inferior, tanto
nacionales como provinciales, conforme la doctrina respectiva que no se reproduce aquí por
conocida y en honor a la brevedad) zanjó la discusión y en dos pronunciamientos, el primero

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del 3.7.79 (publicada en E.D. 86-139) y el segundo del 21.3.1992 (espigado en L.L.
1992-C-491), se expidió adhiriendo a la primera de las interpretaciones aludidas (literal, que
niega legitimación para accionar por reajuste al "perjudicado" -COPRI S.A. en este caso-)
[aunque no lo comparto, no dejo de reconocer que, para alguna doctrina, la C.S.J.N.
posteriormente reconsideró el tema en el caso "Figueroa", 2002/05/21, LA LEY, 2002-F, 726,
al rechazar un recurso extraordinario dejando firme un fallo de la Cám. Apel. Federal de Mar
del Plata que había aceptado la acción autónoma de revisión en un contrato de mutuo, conf.
Gastaldi, José María; "La revisión del contrato. La pesificación, la imprevisión y su renuncia",
D.J. 17/02/2010, 323].
No obstante lo expuesto, si aún a contrario de la literalidad de lo dispuesto en el artículo 1198
del C.C. y los dictums de obligatorio seguimiento de la C.S.J.N. igualmente se soslaya la falta
de legitimación activa del "perjudicado" (en este caso COPRI S.A.) para promover la acción
por reajuste o revisión del contrato (obviamente, nos referimos al original de ahorro para la
adquisición de viviendas), como veremos ut infra, se opone al progreso de la acción la
existencia de "mora" o "culpa" en el cumplimiento de alguna o varias de las obligaciones
(conf. art. 1198 del C.C., C.S.J.N. 2.12.809, Fallos 302:1433) que persisten en cabeza del
"cedente" (recordemos que dijimos más arriba que si se hubiera cedido la "posición
contractual" la "mora" o "culpa" en el cumplimiento de las obligaciones debía imputarse al
"cesionario" del contrato, empero, en este caso, Molinas y Asociados S.R.L. sólo cedió los
créditos que tenía contra uno de los asociados adherentes al plan).
Pero hay más todavía, a mi juicio, aunque se sortearan los obstáculos anteriormente
expuestos, tampoco sería procedente que el "cesionario de créditos" (COPRI S.A.) de uno de
los contratantes (Molinas y Asociados S.R.L.) del plan de ahorro previo en círculo cerrado
para la adquisición de viviendas plantee el restablecimiento del "equilibrio" o "equidad" en la
"ecuación económica" del "contrato base" respecto sólo de "uno" de los
"asociados-adherentes" sin que intervengan en dicho pleito los demás interesados (los otros
199 suscriptores del plan) y, por supuesto, los "Administradores del Plan" (en este caso
A.M.S.A.FE y a la A.M.M.S.A.FE).
Es que, como se sabe -y aunque ya lo indicamos ut supra, vale reiterar aquí- "en el
funcionamiento operativo del ahorro previo aparecen plurales relaciones que vinculan a las
partes intervinientes ... plexo de relaciones que vincula al suscriptor, empresa administradora,
suministrante, grupo de ahorro, concesionario, agente, entidad aseguradora e, incluso, terceros
garantes ... [lo que] nos ubica frente a un negocio jurídico múltiple y complejo ... Por ello,

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sería erróneo agotar en dicho vínculo contractual las vicisitudes o el funcionamiento de la
operatoria, prescindiendo de las restantes partes que la integran, todas ellas necesarias para el
cumplimiento de su finalidad objetiva o sea, la de crear y favorecer el ahorro y facilitar a sus
destinatarios la posibilidad de acceder a la titularidad de bienes de capital o de consumo
durables ... o directamente dinero, en planes de esas características. En síntesis, todo análisis
de la operatoria y las eventuales soluciones que se adopten a efectos de regular o encauzar su
funcionamiento, sea por vía legislativa, administrativa o judicial, deben ponderar esta
compleja red de relaciones necesarias para el cumplimiento de aquella finalidad de modo que
sin dejar de tener en cuenta la relación contractual que vincula al suscriptor y la empresa
administradora, no prescinda de otros aspectos inherentes a la esencia del sistema" (conf.
Ragazzi, Guillermo Enrique; "La contratación en masa y el "ahorro previo" (Reflexiones sobre
el dictado de una ley específica que regule la actividad de ahorro previo)", L.L. 1990-D-949,
las cursivas y remarcados me pertenecen).
Por eso, insistimos, las soluciones aplicables deben tender a preservar el funcionamiento de la
operatoria y "del grupo de suscriptores, cuyo interés debe primar por sobre el individual de
quienes lo integran" (conf. Ragazzi, Guillermo Enrique; op. cit., las cursivas y remarcados me
pertenecen).
Atendiendo a esta "esencia del sistema" y a su "complejidad", desde antiguo, la jurisprudencia
ha tenido ocasión de señalar que "el contrato de ahorro... instituye una figura 'sui generis' que
constituye una modalidad de contratación específica cuyas notas propias no pueden ser
modificadas unilateralmente sin desnaturalizar, por completo, el contenido y la télesis
contractual" ( Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala A, en autos "Mizrahi,
Carlos c. Plan Ovalo, S.A. y otro", 10/3/88, L.L. 1990-B, pág. 167) y c) que estos contratos (y
sus efectos -v.gr. entre ellos la "revisión" de algunas cláusulas particulares e individuales-)
deben ser interpretados "mediante un tratamiento unitario que no admite separación o escisión
de sus partes" (CNCom, Sala B, fallo del 26.2.81, L.L. 1981-C-338).
En esa inteligencia, corresponde enfocarnos ahora en la "ecuación económico-financiera" del
sistema: ésta -en los círculos cerrados- se configura a partir del valor del bien o bienes
(generalmente dos, uno se adjudica por sorteo y otro por licitación) que en un período de
tiempo (en el sub exámine los plazos están incluidos claramente en la cláusula SEGUNDA del
contrato base) deben adquirirse o construirse (por la Administradora del Plan, aunque en este
caso por Molinas y Asociados S.R.L.), con más los gastos administrativos, de seguros, etc..
Ese "valor" (y sus accesorios) es dividido por la cantidad de asociados-adherentes o

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suscriptores del plan (aquí, 200) y de allí sale el monto de la "cuota" que cada uno de ellos
debe abonar mensualmente. Por supuesto, la cuota es actualizada (conf. Egües, Alberto J., ob.
cit.) conforme distintos índices (en el sub júdice el "costo de la construcción que informa la
Cámara Argentina de la Construcción", v. cláusula QUINTA, ibídem) para seguir los precios
del bien o bienes a adquirir o construir (conf. Peyrano, Guillermo; ob. cit.).
El índice de marras, a nuestro juicio, es correcto "ya que el dinero adjudicado debe ser
destinado a inmuebles y por tanto debe sufrir las oscilaciones del mercado que se traducen
relativamente en dicho índice. Sin embargo, su aplicación no está exenta del problema: como
las cuotas deben guardar relación con el valor móvil, para que pueda adjudicarse por lo menos
a dos suscriptores por mes, deben indexarse con igual índice dichas cuotas. Se produce
entonces, como ya hemos visto, un notable desfasaje, pues generalmente los ingresos del
suscriptor provienen de sus salarios (salvo que se piense el sistema sólo para empresarios o
clases de altos ingresos), y éstos sufren sus propias variaciones absolutamente distintas a los
índices de la construcción" (conf. Nicolau, Noemí; "El ahorro para fines determinados por
círculos cerrados (Su problemática en el ámbito inmobiliario)"; L.L. 1989-C, 1235 - Derecho
Comercial Doctrinas Esenciales Tomo II, 01/01/2009, 1097).
El sistema se autofinancia (Guastavino, Elías P.; "La vivienda y los círculos cerrados de
ahorro previo", E.D. 124-700) lo que luce "como una de las notas que caracteriza esta
operatoria; es decir, que las sumas ingresadas al grupo de adherentes o suscriptores proviene
exclusivamente de sus propios miembros, sin aportaciones externas o incorporación de fondos
exógenos" (conf. Ragazzi, Guillermo Enrique; op. cit.).
"Cuando el ahorrista resulta favorecido de conformidad al procedimiento que se convenga en
el contrato al que ha adherido -en el caso de los "círculos cerrados" suele utilizarse el sorteo
combinado con la licitación- con la adjudicación del bien que motivó su ingreso al plan, las
relaciones jurídicas volverán a complicarse ya que a su respecto, comienza el período de
préstamo de fondos". Con la adjudicación del bien el suscriptor se convierte, además, en
mutuario, es decir, en beneficiario de un crédito cuyo importe ha de consistir en la diferencia
existente entre el monto por él abonado -con sus aportes al fondo de ahorro ya aportados- del
valor del bien que desea adquirir y el monto necesario para completar dicho valor ... Por esta
circunstancia una vez adjudicado el bien al ahorrista puede decirse que el mismo ha recibido
un crédito por la diferencia entre lo que ha pagado hasta ese momento y el precio del bien
recibido, crédito que se reajustará en la forma indicada -es decir, en la medida del incremento
del precio del bien- para posibilitar de esa manera la continuidad de las adjudicaciones a los

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demás ahorristas. A su vez, a fin de garantizar el pago de ese crédito que recibe, normalmente
se constituye una prenda sobre el bien adjudicado, por lo que además en esta etapa el
adherente pasará a ser deudor prendario [en este caso "hipotecario"]" (conf. Peyrano,
Guillermo F.; ob. cit.. En idéntico sentido Hariri adita que "Los fondos aportados por los
participantes que constituyen su ahorro hasta obtener la adjudicación, integran un fondo
común que permitirá adquirir los bienes para su entrega en propiedad a los beneficiados por el
sorteo o la mejor oferta de licitación. Estos adquieren calidad de mutuarios y se instrumentarán
los respectivos contratos prendarios por el saldo de las cuotas que les restan por abonar. La
adjudicación de bienes en lugar de dinero, no altera la figura del mutuo en tanto existe un
anticipo de dinero por sobre los ahorros, que quedarán adeudando al retirar el bien", v. Hariri,
Juan Carlos; ""Reflexiones sobre los sistemas de ahorro para la compra de bienes
determinados", L.L. 1985-A-877).
Por ello, el incumplimiento por parte del suscriptor "adjudicado" (o, como en este caso, la
"revisión" del precio de la cuota que abona) incide "en la situación patrimonial de los restantes
integrantes" del grupo (conf. Fortín, Pablo J., ob. cit.).
Es más, como enseña Guastavino, "El retiro, conocido también como abandono o renuncia,
concierne a la facultad del suscriptor de apartarse por voluntad unilateral de los planes de
ahorro en la etapa anterior a la adjudicación y entrega. La rescisión, en el sentido aquí
empleado, refiere al derecho de la entidad administradora de excluir del plan de ahorro al
suscriptor que ha incumplido la obligación de abonar las cuotas. El retiro y la rescisión, en la
noción expuesta, son alternativas que se plantean en el período de ahorro. Después de la
adjudicación y entrega, en el período de amortización del préstamo, únicamente cabe exigir el
cumplimiento de la obligación de pago. A este último fin responden las garantías y seguros
correspondientes, constituidos de acuerdo a las estipulaciones contractuales" (Guastavino,
Elías P.; "Reintegros al no adjudicatario en el ahorro previo", L.L. 1993-E-315).
Ahora bien, además que por la necesidad de preservar la "ecuación económico-financiera" del
sistema es imposible hacer modificaciones unilaterales (como la aquí ambicionada por COPRI
S.A.) sin la aquiescencia o intervención de las restantes partes del "contrato plurilateral", lo
cierto es que, habiendo -como la hay, ver cláusula QUINTA del contrato base- una "cláusula
de estabilización o actualización" del valor de la cuota mensual que deben abonar los
suscriptores la teoría de la imprevisión es "inaplicable" (conforme fallo de primera instancia
citado por Egües, Alberto J.; ob. Cit.).
Es que, como mutatis mutandi (para otro supuesto de similares características) lo señala

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Alberto J. Egües, es indudable que, cuando menos al firmarse la "solicitud-contrato de
suscripción" las partes contratantes estuvieron de acuerdo en el "precio" del bien objeto de la
contratación, y por el cual se efectuaría la compraventa con las modalidades señaladas, como
así también estuvieron de acuerdo en que tal "precio" no permanecería nominalmente
inmutable durante todo el transcurso del tiempo hasta su pago total. Asimismo, es del todo
sensato suponer que todas las partes también estuvieron de acuerdo en que tal "precio", y las
mensualidades que resultaran su necesaria consecuencia, estarían sujetas a su actualización
monetaria en función de algunas variables (en este caso, insisto, el índice previsto en la
cláusula QUINTA del contrato base), frente a la endémica inflación que padece nuestra
economía por lo cual previeron una cláusula que entendieron les permitiría medir
razonablemente este fenómeno. Ciertamente, esta cuantificación o medición razonable de la
pérdida de poder adquisitivo de la moneda, es, en el fondo, el objeto de cualquier cláusula o
índice de actualización que se pacte en cualquier contrato, y es al propio tiempo el parámetro y
límite de toda actualización monetaria con raigambre constitucional, pues, así como una
cuantificación menor de ese fenómeno resultaría confiscatoria para el acreedor ante la
injustificada pérdida que le ocasionaría, igual resultado se produciría para el deudor si la
misma fuese mayor que la realmente sucedida (Egües, Alberto J., ob. cit.).
III.2. La procedencia de uno de los agravios expuestos por el actor-recurrente y la paradojal
improcedencia del recurso de apelación por él deducido:
1. La sentencia bajo análisis, entre otros defectos "in iudicando", no solo que no transitó por
los tópicos antes analizados sino que, lo que es más grave, directamente omitió considerar y
resolver -conforme lo exigen los artículos 243 y, singularmente, el 244 inciso 4º del Código
Procesal Civil y Comercial- prácticamente todas las cuestiones de hecho y de derecho
propuestas por el demandado (las que tendremos que "resucitar" -por aplicación de la teoría de
la "apelación implícita"- a la luz de la procedencia de las críticas del actor), entre las que
destacan:
a) la tipificación del sistema-contrato de ahorro (círculo cerrado) para la adquisición de
viviendas como un "contrato plurilateral" y las consecuencias jurídicas de ello;
b) el carácter "intuito personae" de la contratación de la Empresa Molinas y Asociados S.R.L.
(en su carácter de Empresa Constructora, que no tiene, obviamente, COPRI S.A.);
c) el rol fundamental que el contrato le asigna a la A.M.S.A.FE y a la A.M.M.S.A.FE;
d) a la "excepción de incumplimiento contractual" deducida respecto de las obligaciones de
construir la cantidad de viviendas prometida así como que la A.M.S.A.FE no efectuó el control

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sobre la Empresa Constructora conforme estaba obligada por el contrato original;
e) la falta de consideración de que la Empresa Molinas y Asociados S.R.L. no solo no
cumplió con la construcción de la totalidad de las viviendas sino que, incluso, se concursó
civilmente y, a la fecha, ya tiene en su contra una declaración de quiebra (caracterización de la
"culpa");
f) la defensa de "mora" en el cumplimiento de las obligaciones de la cedente (Empresa
Molinas y Asociados S.R.L.;
g) los cuestionamientos relativos a que la cesión unilateral de créditos "desfinancia" el sistema
(contrario a la ecuación económica-financiera del contrato-sistema);
h) los sólidos cuestionamientos jurídicos a la validez de la "cesión de créditos" realizada entre
Molinas y Asociados S.R.L. y COPRI S.A. (la cual se tilda incluso de "ilícita",
cuasi-estafatoria -por cuanto, se dice, habría sido una sutil manera de evitar que los pocos
activos que quedaban en la empresa fueran incluidos en el proceso falencial en el cual se
encuentra- y que claramente requería de "la conformidad" de los demás "adherentes" así como
de la "Asociación del Magisterio de Santa Fe");
i) la "excepción de falta de legitimación activa" para requerir el "incremento" del "valor de las
cuotas" en relación a COPRI S.A. (postulando que tal facultad corresponde -conforme la
cláusula QUINTA- a la Asamblea Extraordinaria que debería convocar -en su caso- la
Comisión Directiva de la A.M.S.A.FE y el órgano respectivo de la A.M.M.S.A.FE.);
j) la incidencia de la "mora" e "incumplimiento contractual" de Molinas y Asociados S.R.L.
en relación a la inaplicabilidad de la teoría de la imprevisión (art. 1198 del C.C.);
k) la postulación del "enriquecimiento sin causa" de COPRI S.A.;
l) la circunstancia de que "siendo COPRI S.A. sólo cesionario de créditos es evidente que
ninguna prestación tiene a su cargo por lo que mal puede utilizarse la vía intentada para
reajustar su prestación" (sic); y,
m) finalmente, la imposibilidad de indexación prevista en el artículo 7 de la Ley 23.928 (v.
contestación de la demanda obrante a fojas 62/71 vta.).
El a quo, directamente (utilizando quizás el mecanismo de la "supresión mental hipotética" es
decir, la eliminación de varias de las cuestiones de hecho y derecho planteadas -sobre todo por
él demandado-), entendió que el único "punto de controversia traído a decisión" es el "reajuste
del monto de la cuota objeto del contrato por aplicación de las previsiones contenidas en el art.
1198 del C.C." y, desde allí, valoró que por las "particulares circunstancias del caso traído a
conocimiento" (que no indica) "no debe soslayarse que no existe desequilibrio entre las

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prestaciones y en consecuencia, excesiva onerosidad sobreviniente, si tal como lo argumenta el
accionado y además se encuentra acreditado en autos (vid. documental aportada por la actora
cuya copia luce a fs. 12), la firma COPRI S.A. ha adquirido un crédito de $ 63.156 (monto que
surge del cálculo que efectúa el accionado de 188,52 cuotas de posesión adeudadas a la fecha
de la cesión) por un monto total de $ 26.623, extremo que surge del contrato de cesión de
créditos antes aludido. Adviértase asimismo que al momento en que la demanda se formula, la
propia actora refiere que el Sr. Marcelo José Luis Rigo le adeuda la cantidad de 160 cuotas de
$ 335 cada una, ascendiendo la deuda de capital pura a la suma de $ 53600. Y sobre el punto,
entiendo lleva razón la parte demandada en cuanto considera que el margen de beneficio
obtenido en modo alguno puede ser admitido como generador de un perjuicio que amerite la
aplicación de la teoría de la imprevisión. Que dicha circunstancia esgrimida por el accionado
en su defensa, resulta suficiente a mi juicio para desestimar la aplicación de la teoría de la
imprevisión, por no advertirse en el caso concreto, el requisito consistente en una alteración
grave en el equilibrio normal de las prestaciones, interpretación que no puede escindirse del
precio de la cesión onerosa llevada a cabo con la hoy fallida. Que no obstante que lo expuesto,
a juicio del suscripto, resulta suficiente para desestimar la pretensión incoada, conforme surge
del análisis del instrumento cuya copia luce a fs. 10/11, y habiendo el accionado negado que
los acontecimientos extraordinarios no hayan podido ser advertidos por los contratantes (vid.
fs. 63 vto.), estimo que no podría hablarse de acontecimientos imprevisibles, cuando los
mismos contratantes hicieron referencia en dicho anexo a la posibilidad de aparición de
circunstancias económicas imprevistas tales como la alteración de la ley de convertibilidad,
pero recurriendo a una redeterminación de precios prohibida por la misma ley 23928, cuando
en la mayoría de las contrataciones que fueron objeto de judicialización a partir de la aparición
de la normativa de emergencia económica, las partes habían previsto dicha posibilidad
pactando la obligación en moneda extranjera, circunstancia que no ha ocurrido en el contrato
cuyo reajuste se solicita" (v. fs. 235/241).
Así las cosas, a juicio del suscripto, la argumentación expuesta por el magistrado de la
anterior instancia incurre en un defecto sustancial, esto es, analiza la eventual alteración del
"sinalagma contractual" en el "contrato de cesión" (que, recordemos, es el que vincula al
cedente -Molinas y Asociados S.R.L.- y al cesionario -COPRI S:A.) y, desde allí, descarta la
configuración del desequilibrio de la "ecuación económico-financiera" al tiempo que tampoco
estima que lo acaecido en el país en el año 2001 sea una circunstancia extraordinaria e
imprevisible.

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Sin embargo, lo que no advierte es que, lo que se debatió en autos es la eventual alteración del
"sinalagma contractual" en el "contrato de ahorro previo" en el cual permanece como "parte"
el Sr. Marcelo José Luis Rigo y, en el polo solamente "activo" en lugar de Molinas y
Asociados S.R.L. ha ingresado COPRI S.A..
Aquí no se debate si COPRI S.A. hizo un buen o mal "negocio" con Molinas y Asociados
S.R.L. ("la imprevisión no ha sido instituida para rectificar 'malos negocios' ni para subsanar
errores comerciales o financieros de los mismos", conf. C2ª CC, Sala III, La Plata, 22/5/979,
Supl. L.L., 980, cit. por Abatti, Enrique Luis y Rocca, Ival (h); "Teoría de la imprevisión.
Novísima perspectiva que dan la ley 25.561 y los decretos 214 y 320/02. ¿Es admisible la
acción directa por reajuste?", disponible en
www.lexnea.com.ar/base_de_datos/Doctrina/0001.pdf), sino que lo que ésta demanda
-invocando la aplicación de la teoría o doctrina de la imprevisión contractual- es el reajuste del
valor de la cuota que, en el contrato original o de base sigue vinculando al asociado-adherente
suscriptor Sr. Marcelo José Luis Rigo.
La distinción entre el "negocio de cesión" y el "contrato base" ha sido expuesta con mucha
precisión en todas las obras que analizan la "cesión de derechos" como género y la "cesión de
créditos" como especie (por todos, ver Compagnucci de Caso; Rubén H.; "Cesión de contrato.
Cesión de créditos y cesión de deudas", L.L. 1990-D-327).
Precisamente es por ello que el primer agravio del actor es procedente.
2. Por el contrario, desde mi perspectiva, no le asiste razón en la postulación del segundo y
tercero de sus agravios. Es que, a contrario de lo que postula, la sola circunstancia de los
acontecimientos acaecidos en el año 2001 (que claramente son extraordinarios e imprevisibles,
incluso superando el fenómeno de la "inflación" sostenida que ha sufrido el país durante la
segunda mitad del siglo XX y lo que va de este siglo XXI) no autoriza automáticamente a la
invocación y aplicación judicial de la teoría o doctrina de la imprevisión (legalmente prevista,
art. 1198 del C.C.) para el reajuste de las prestaciones de alguno de los contratantes.
Me explico: como enseña Guillermo Borda "Uno de los hechos que más frecuentemente pone
sobre el tapete la aplicación de la teoría de la imprevisión, es la inflación. Cuando en una
época de inflación se celebra un contrato de duración prolongada, las partes pueden y deben
prever las repercusiones que sobre sus obligaciones tendrá la inflación. Y, por consiguiente,
aunque el incumplimiento devenga excesivamente oneroso, no pueden invocar la teoría de la
imprevisión para desligarse de sus obligaciones. Pero puede ocurrir que, como consecuencia
de un hecho inesperado (una guerra, una medida del gobierno, etc.), la inflación tome de

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pronto una curva muy aguda. En este supuesto es ya legítimo hablar del acontecimiento
extraordinario e imprevisible que legitima la revisión del contrato. La jurisprudencia ha tenido
ocasión de hacer reiterada aplicación de estos principios con motivo del paquete de medidas
financieras y cambiarias adoptadas en junio de 1975, que provocaron un agudo impacto
inflacionario. Con criterio análogo, se consideró imprevisible la devaluación del peso frente al
dólar operada a comienzos de 1981" (Borda, Guillermo; "Tratado de Derecho Civil -
Obligaciones", Tomo I, parágrafo 135-4).
Es más, en realidad, la mayoría de la doctrina sostiene que la devaluación monetaria brusca y
no prevista, abre el camino para invocar imprevisión (conf. Bustamante Alsina, Jorge; "La
devaluación del peso y la teoría de la imprevisión", E.D. 95, 757; Krause, Juan; "La
devaluación monetaria y el hecho imprevisible", E.D. 96, 685; Vítolo, Daniel R.; "El valor de
la moneda y la imprevisión", L.L. 1981-D, 868; Abatti, Enrique L. Dibar, Alberto R., Rocca,
Ival (h), "Nuevas soluciones sustanciales y formales ante acciones y excepciones por
imprevisión contractual", L.L. 1983-A, 810).
Ahora bien, hay que destacar que jurisprudencialmente, algún tribunal ha considerado que
existiendo en el contrato una "cláusula de estabilización" (como es éste el caso), esta previsión
veda la posibilidad de la invocación de la teoría porque la aplicación de un índice previene la
inflación (CNCiv., sala B, "in re": "Montegriffo c. Asociación Civil Santísima Cruz", en Rev.
LA LEY, t. 1979-C, p. 93).
Sin embargo, la doctrina estima que, no obstante ello, "Nada impedirá accionar por resolución
ante un contrato que contemple cláusulas estabilizadoras ... si se dan los presupuestos del art.
1198, 2da. parte, pues es posible que esas cláusulas hayan sido concebidas bajo condiciones
normales y que luego acontecimientos extraordinarios e imprevisibles las hayan
desactualizado, sea por caso fortuito o fuerza mayor; un hecho actual, imprevisible, inevitable,
sobreviniente pos constituirse la obligación, ajeno al deudor y con una fuerza suficiente como
para provocar alteraciones significativas en las relaciones jurídicas conmutativas, de carácter
oneroso y de ejecución diferida o continuada; que frustre la finalidad del contrato (CNCiv.,
Sala I, 30/9/997, LL, 1998B, 116)" (Abatti, Enrique Luis y Rocca, Ival (h); "Teoría de la
imprevisión. Novísima perspectiva que dan la ley 25.561 y los decretos 214 y 320/02. ¿Es
admisible la acción directa por reajuste?", disponible en
www.lexnea.com.ar/base_de_datos/Doctrina/0001.pdf).
En todo caso, "habría que analizar cuál es el índice que se usó para medir tal depreciación,
dado que la excesiva onerosidad sobreviniente puede ocurrir tanto por la depreciación de la

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moneda como por el aumento de los valores de los bienes de que se trata (Mosset Iturraspe, J.,
"Justicia contractual", p. 224, núm. 9., ed. Ediar, criterio compartido por la CNCom., sala C
"in re": "Covo c. Luva" en E. D., t. 76, p. 209), y en este último caso puede suceder que el
aumento de los valores de los bienes sea muy superior al que reflejan los índices aplicados al
dinero" (Stratta, Alicia Josefina; "Aplicaciones de la 'teoría de la imprevisión')", L.L.
1980-A-959).
En el sub-judice, entiendo que el índice previsto en la cláusula QUINTA del contrato-base de
ahorro previo (círculo cerrado) para la adquisición de viviendas al contemplar el "costo de la
construcción que informa la Cámara Argentina de la Construcción" (ver su evolución
conforme informativa glosada a fojas 20/35 de autos) mantiene adecuado el valor de la cuota
que cada uno de los suscriptores del plan deben abonar.
Ello, más allá que, como bien indicó el demandado, la casi totalidad de las viviendas debían
estar construidas para el año 2001, con lo cual, si la Empresa Molinas y Asociados S.R.L.
hubiera cumplido en tiempo y forma, no sería necesario verificar la alteración del sinalagma
contractual en el período que se inicia con la emergencia económico-financiera del año 2001 y
que se extiende hasta la fecha.
3. Como se advierte, a pesar que asiste razón al recurrente en orden a los errores "in
iudicando" contenidos en la sentencia en crisis, igualmente debe desecharse (en esta segunda
instancia y por los argumentos que "de oficio" se expusieron) su pretensión de revocación del
fallo alzado por cuanto éste, más allá de su deficiente fundamentación, es "justo".
4. Y es justo el rechazo de la pretensión recursiva (y, consecuentemente, de la pretensión
principal de reajuste del valor de las cuotas que debe abonar el asociado-adherente suscriptor,
Sr. Marcelo José Luis Rigo) no sólo por las razones antes exhibidas (que atañen al
micro-sistema de la aplicabilidad o no de la "teoría de la imprevisión" -art. 1198 del C.C.-,
singularmente en cuanto a la configuración de uno de sus presupuestos -acontecimientos
extraordinarios e imprevisibles desplazados por la vigencia de una cláusula de estabilización
que mantiene el sinalagma contractual a lo largo de la ejecución del convenio-, a las que
habría que agregar, claramente, la circunstancia obstativa prevista en el inciso 4º de la norma
citada -culpa o mora del co-contratante de Rigo, esto es, la Empresa Molinas y Asociados
S.R.L.-), sino, aún, por las que fundaremos en el apartado que sigue.
III.3. Sobre la apelación implícita:
1. Como vimos, el demandado, al contestar la demanda, trabó la litis con una serie de
"cuestiones de hecho y de derecho" que no fueron siquiera analizadas en la sentencia en crisis

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(lo que implica un claro apartamiento del a quo en relación a las reglas contenidas en los
artículos 243 y 244 del C.P.C.C.).
No obstante ello, como la demanda de la actora fue rechazada, el accionado no tenía
posibilidad de "agraviarse" de tal falencia en los "considerandos" de la sentencia que, en
definitiva, le fue favorable.
En tales condiciones, el perdidoso en primera instancia (COPRI S.A.) al expresar agravios en
esta sede, se permite interpretar que el silencio del iudex "implica, tácitamente, el acogimiento
de las demás cuestiones señaladas en la demanda, e incluso la legitimación activa de COPRI
S.A. para la promoción de la acción deducida".
No es así, de ninguna manera. El a quo, más allá de su acierto o error en el razonamiento,
encontró una defección en el "núcleo central" de la postulación de la actora (en relación a la
configuración de la alteración de la ecuación económico-financiera o sinalagma contractual)
de que se aplique la teoría de la imprevisión y, bastándole ello para desestimar la demanda, así
lo hizo, obviando expedirse sobre el resto de las cuestiones propuestas (tanto por la actora
como, fundamentalmente, por el demandado -como ya se expuso ut supra-).
2. Ahora bien, como se sabe, en virtud de la teoría o doctrina de la "apelación implícita", para
el caso que el Tribunal de Alzada decida revocar lo decidido, debe, entonces y en su caso -a
los fines de la resolución de la causa- considerar "todos los argumentos que haya utilizado"
quien venía como vencedora desde la primera instancia y que, por no causarle agravio alguno
la decisión que apela su contraria, no estaba en condiciones de recurrirla.
"Es por ello que el justiciable a quien se han reconocido totalmente sus pretensiones carece de
interés en recurrir del fallo, no obstante ello si no se arbitran determinados mecanismos
procesales puede quedar indefenso ante el recurso interpuesto por un contrario. Esta situación
se puede presentar en diversos supuestos, por ejemplo cuando el tribunal no analiza la
totalidad de las cuestiones traídas al litigio por prosperar una determinada defensa de fondo
que toma innecesario o abstracto en derecho ponderar los demás aspectos sobre los cuales se
trabó la litis. A los fines de salvar tal contingencia la jurisprudencia de nuestros tribunales, con
abundante apoyo doctrinario, ha admitido el instituto en estudio en sentido que si bien el
triunfador no puede atacar el fallo que le es favorable, en el supuesto que su contrario recurra,
todas las defensas esgrimidas por aquél deben ser tratadas nuevamente en la alzada como si
realmente hubiera existido una 'adhesión' de quien resultó ganancioso" (Ponce, Carlos Raúl;
"La apelación adhesiva e incidental", L. L. T.1987-A- págs. 1092 y ss.).
Y, para quien suscribe este voto (conforme opinión vertida en: Vargas, Abraham Luis;

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"Recurso de apelación adhesiva (lectura y virtualidades de una sentencia ejemplar", LLLitoral
1999, págs. 141 y ss.), no obsta a dicho tratamiento la falencia en que incurra el vencedor al
contestar los agravios en orden a no "replantear" los temas no considerados en el fallo de
primera instancia a los efectos que el superior pueda entender en los mismos (como, para
prestigiosa doctrina parece indicar lo dispuesto en el artículo 246, in fine, del C.P.C.C.: "En
todos los casos, podrá decidir sobre los puntos omitidos en la de primera instancia, háyase o no
pedido aclaratoria, siempre que se trate de cuestiones a las que el a quo no pudo entrar a causa
de la decisión dada a un artículo previo o que se trate de una substanciada y omitida en la
sentencia sin fundamento aparente, y que se pida el pronunciamiento, al expresar o contestarse
agravios. En este último caso, se dará traslado por tres días a la otra parte", conf. Peyrano,
Jorge W.; "Apostilla sobre la denominada apelación implícita", en "Problemas y soluciones
procesales", ed. Juris, Rosario 2007, págs. 125 a 131; en idéntico sentido: Fassi, Santiago;
"Límites de los poderes del Tribunal de Segunda Instancia", L.L. T. 156, pág. 635; Acosta,
José V.: "Procedimiento Civil y Comercial en Segunda Instancia", ed. Rubinzal Culzoni, pág.
93; Alvarado Velloso, Adolfo: "Estudio Jurisprudencial del Código Procesal Civil y
Comercial", T. II, pág. 896; posición que ha sido seguida por la C.C.C. de Rosario, Salas I
-fallo del 19/6/08 in re "Mónaco, Marcela c/ Vanzini, Aldo s/ Levantamiento de Inhibición",
espigado en boletín Zeus Nº 10913 el 30/03/2009 - y IV -fallo del 27/7/06 in re "Marostica,
Ana F. c/ Surco SRL s/ Ordinario", espigado en boletín Zeus Nº 10603 el 21/01/2008-).
Es que, como predica autorizada doctrina (Rivas, Adolfo Armando; "Tratado de los Recursos
Ordinarios y el Proceso en las instancias superiores", ed. Ábaco, Bs. As. 1991, Tomo I, pág.
251), como no hay expresión de voluntad no se da un verdadero recurso, sino un deber
impuesto por la ley al tribunal revisor.
Deber que viene impuesto por la raíz constitucional del instituto (más precisamente en la
garantía del debido proceso y del correspondiente derecho de contradicción que asiste a las
partes, conf. CNCom., Sala A., fallo del 5.9.2006 in re "González Walter Hugo c/ Caja de
Seguros SA s/ ordinario", espigado en www.eldial.com).
Es dable puntualizar en tal sentido el criterio sustentado en un precedente judicial: "Las
defensas, argumentos o motivos alegados por el vencedor en primera instancia que fueron
rechazados o no considerados por el a quo quedan -mediando el recurso concedido al vencido-
implícitamente sometidas al conocimiento del Tribunal de segundo grado; por lo tanto, si la
Cámara revoca la decisión de primera instancia, debe resolver directamente todos los temas
que integran la relación procesal, sin que con ese proceder se vulnere la defensa en juicio, ni el

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principio de igualdad, ni el régimen de la doble instancia. Esto se conoce con el nombre de
"apelación implícita", aunque -en rigor- no se debería considerar "recurso" (no hay expresión
de voluntad en tal sentido por parte de los litigantes) sino más bien el ejercicio de un deber
impuesto por la ley al tribunal revisor - ver Loutayf Ranea, "El recurso ordinario de apelación
en el proceso civil", T. I, pág. 78/9, Astrea 1989¸ Rivas, Adolfo Armando "Tratado de los
recursos ordinarios", T. I, pág. 251, Abaco 1991"- (fallo emitido por la C.Apel.C.C. Mar del
Plata II, setiembre 7-1999, "Ramírez, Carmen A. c/ Antífona, Mario y otro s/ ejecución
hipotecaria", E.D. 187- 518 y ss.).
De la misma manera se pronuncian Lino E. Palacio (al entender que con excepción de las
cuestiones expresa o implícitamente excluidas por el apelante, el tribunal de alzada tiene, con
respecto a las pretensiones y oposiciones oportunamente interpuestas en el proceso, la misma
competencia que corresponde al juez de primera instancia; conf. Palacio, Lino E.; "Derecho
Procesal Civil", ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires 1979, Tomo V, págs. 466/467), Carlos Raúl
Ponce (para quien "aquí no entran en juego las facultades o límites del tribunal de alzada, pues
estrictamente no hay agravios que sustenten su intervención como tal, o sea no se da una doble
instancia, sino el fiel cumplimiento de los principios de plenitud y congruencia que se los
dejaría de lado si en el ejemplo que hemos dado la alzada modificara el fallo de primera
instancia quedando sin meritar y resolver las demás cuestiones traídas al proceso y respecto de
las cuales se trabó la litis"; conf. Ponce, Carlos Raúl; "La apelación adhesiva e incidental", L.
L. T.1987-A- págs. 1092 y ss.), Juan Carlos Hitters ("Técnica de los Recursos Ordinarios", La
Plata, Platense, 1985, pág. 422/424 y 425/426), Roberto G. Loutayf Ranea ("Los hechos en el
recurso de apelación", publicado en Morello, Augusto M., Director, "Los hechos en el Proceso
Civil", Bs. As., La Ley, 2003, pág. 185), Manuel M. Ibáñez Frocham ("Tratado de los
Recursos en el Proceso Civil", N° 63, págs. 167/170 y jurisprudencia citada en nota n° 228) y
Juan José Azpelicueta ("Meditaciones sobre la Apelación (Solución de cuestiones,
vencimiento y "devolución" implícita)", E.D.195-1068).
Coincidentemente, se ha indicado que "Dentro de aquello que es materia de apelación, la
alzada asume la plenitud de jurisdicción y se encuentra en la misma situación en la que se
encontraba el juez de primer grado, pudiendo valorar cuestiones que este último no
mencionara en su sentencia" (T.S.J. Córdoba, Sala civil y com., 18-8-98, Rep. L.L. 1998-2165,
n° 84, LLC, 1998-1265). En idéntico sentido: CNCiv., Sala A, 5-6-63, voto del Doctor
Llambías, E.D. 4-938; Id., Sala C, 7-10-75, voto del Dr. Belluscio, E.D. 68-456.
III.4. Sobre la procedencia de la mayoría de las defensas y excepciones opuestas por el

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demandado:
Habilitado el Tribunal de Alzada para la consideración de todas las defensas y excepciones
opuestas por el demandado (vía doctrina de la "apelación implícita" antes descripta) y
conforme el desarrollo que venimos efectuando (fundamentalmente en las "Precisiones
Preliminares", apartado III.1. de este voto razonado), claramente se advierte la procedencia de
la mayoría de las cuestiones de hecho y de derecho con las que el Sr. Marcelo José Luis Rigo
"trabó la litis".
En efecto, por su carácter sistémico, el contrato de ahorro previo para la adquisición de
viviendas debe ser analizado integralmente y no de una manera parcial o atomizada (v.gr.
poniendo la lupa en la relación entre un cesionario de créditos de una de las partes y solo uno
de los asociados-adherentes suscriptores en un plan que involucra a 200 miembros del mismo
tipo así como a la A.M.S.A.FE. y a la A.M.M.S.A.FE.).
Entendiendo las consecuencias jurídicas de tener bajo examen a un "contrato plurilateral",
queda claro que las Administradoras del Plan (A.M.S.A.FE. y la A.M.M.S.A.FE.) juegan un
rol fundamental en la dinámica del mismo y, en particular, en lo que hace a la puesta en
funcionamiento del mecanismo excepcional previsto en la cláusula QUINTA del convenio
original o de base.
Además, vimos que la cláusula de marras claramente contiene una "cláusula de estabilización
o actualización" de la cuota que mensualmente deben abonar los suscriptores del plan. Y, que
el índice previsto en el contrato, no ha sido cuestionado por ninguna de las partes en litigio (es
más, la variación en los costos de la construcción es precisamente el fundamento de la
pretensión de reajuste de la cuota que porta la actora).
Ya expliqué, también, por qué entiendo que los asociados-adherentes suscriptores del plan y,
fundamentalmente, las Administradoras del mismo (A.M.S.A.FE. y la A.M.M.S.A.FE.)
tuvieron particularmente en cuenta la actividad que desarrollaba la sociedad "Molinas y
Asociados S.R.L.", esto es, era "constructora de viviendas".
Dicho carácter "intuito personae", entiendo que impedía que esta última pudiera "ceder su
posición contractual" y, por supuesto, mucho menos, que efectuara otro tipo de operación del
mismo género (cesión de derecho) como lo es la "cesión de créditos".
Sostuve, y mantengo, que el Anexo de Contrato, que es otra de las bases documentales de la
pretensión, contiene dos cláusulas "nulas" por varios motivos, entre ellos, fundamentalmente,
por pretender desnaturalizar el carácter "plurilateral" del convenio original desvinculando a
A.M.S.A.FE. y a la A.M.M.S.A.FE..

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En otro orden, la cesión de créditos de Molinas y Asociados S.R.L. hacia COPRI S.A. es
inválida no solo "formal" sino también "sustancialmente". En cuanto a lo primero, por
infracción a lo dispuesto en los incisos 1, 8 y 9 del artículo 1184 del C.C. y, en cuanto a lo
segundo, porque, como expliqué con cita de doctrina, las notas propias del contrato de ahorro
previo "no pueden ser modificadas unilateralmente sin desnaturalizar por completo el
contenido y tal télesis contractual" (CNCom., Sala A., 10/3/1988, L.L. 1990-B-167).
De todas maneras, como anticipé, si aún así se pensara que la cesión es válida, lo cierto es que
es ineficaz en tanto no se notifique "a todos" los "deudores cedidos" (esto es, a los 200
asociados-adherentes suscriptores del plan, en virtud del "principio de mutualidad" que incide
en la "ecuación económico-financiera" del sistema y, desde allí, en el valor de las cuotas
mensuales) y, además, a las Administradoras del Plan, esto es, a la A.M.S.A.FE. y a la
A.M.M.S.A.FE.
Reitero, además, que el cesionario (aquí COPRI S.A.) no puede ejercitar algunas de las
facultades del cedente del crédito (aquí Molinas y Asociados S.R.L.) como lo son la de
rescindir el contrato -pacto comisorio- y la de pedir ante la justicia la aplicación de la teoría de
la imprevisión en relación a las prestaciones en curso y, desde allí, el reajuste del precio de la
cuota (ver ut supra, cita expresa de las enseñanzas de Atilio Alterini y Enrique Joaquín
Repetti).
Ello, más allá que la teoría de la imprevisión no puede ser aplicada aquí, en tanto COPRI S.A.
no está legitimada activamente (conforme interpretación literal del art. 1198 del C.C., doctrina
que así lo entiende y, fundamentalmente, los dictums de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en fallos que ya fueron reseñados precedentemente).
La acción por reajuste del precio tampoco encuadra en el artículo 1198 del C.C. por cuanto el
demandado opuso las excepciones de mora, culpa e incumplimiento contractual respecto del
cedente del crédito (Molinas y Asociados S.R.L.), circunstancias que más allá de ser algunas
conocidas por constituir un "hecho notorio judicial" (me refiero a que Molinas y Asociados
S.R.L. no cumplió con la mayoría de sus obligaciones contractuales respecto del grupo y, en
particular, respecto del Sr. Marcelo José Luis Rigo), intentaron probarse aquí pero, por falta de
colaboración de la actora (v. su contestación a la orden judicial de que presenten "prueba
intimativa" ofrecida por el demandado, a fojas 144/145) y de la Empresa Molinas y Asociados
S.R.L. (a la sazón, concursada preventivamente primero y luego declarada en quiebra) se
arribó a la resolución de primera instancia sin un panorama lo suficiente claro al respecto.
Ello así y sin perjuicio de que podría aplicarse aquí la teoría de las cargas probatorias

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dinámicas para adjudicar las consecuencias negativas de la falta de prueba a COPRI S.A. pues,
al haber negociado con Molinas y Asociados S.R.L. la "cesión de créditos" no solo del Sr.
Marcelo José Luis Rigo sino, de muchos otros asociados-adherentes suscriptores del Plan,
estaba en "mejores condiciones" para acceder o disponer de la prueba que se le intimó a
presentar (en particular, la que acreditara que la Empresa Constructora había construido en
tiempo y forma las 200 viviendas así como que había hechos la obras complementarias
prometidas y, además, hubiere permitido escriturar los inmuebles a todos los
asociados-adherentes al Plan), lo cierto es que, a igual resultado puede llegarse por otra vía.
En efecto, aplicando la doctrina del "hecho notorio judicial" [por "notoriedad judicial" se
quiere indicar, nos dice Gian Micheli, "aquella particular notoriedad de hechos, que están en
conocimiento del juez en cuanto tal, esto es, hechos que atañen al desarrollo de la actividad
jurisdiccional del juez mismo" ("La carga de la prueba", ed. Temis, Bogotá 1989, p. 106; en el
mismo sentido, Luis Muñoz; "Fundamentos de prueba judicial civil", ed. J.M. Bosch Editor,
Barcelona 2001, págs.. 132 y ss.); Leo Rosenberg por su parte, estima que los hechos notorios
judiciales son aquellos conocidos por el juez como institución, no solamente como autoridad
de fallo, sino por su actividad oficial; sea por los procesos penales o civiles anteriores y
ejecuciones, sea por actos de jurisdicción voluntaria o de administración de justicia (cfr.
"Tratado de derecho procesal civil", Vol. II, ed. Ara Editores, Lima 2007, pág. 232); y,
finalmente, Hernando Devis Echandía entiende que no es conveniente aplicar la noción de
notoriedad judicial como algo diferente de la notoriedad general y que, en consecuencia, la
notoriedad judicial debe ser aceptada sólo como una modalidad de la notoriedad general o
clásica, vale decir, cuando reúna los requisitos de divulgación y certidumbre que para esta
última se exigen, lo cual ocurrirá si esos hechos o antecedentes judiciales son conocidos no
sólo por el juez de la causa en el desempeño de sus funciones, sino por los abogados, jueces y
demás personas vinculadas al foro en cada lugar, de modo tal que en ese medio no pueda haber
duda razonable sobre su existencia (conf. "Teoría general de la prueba judicial", Vol. I, págs.
232 y 233)] debemos señalar que esta Sala ya tuvo ocasión de verificar dichos extremos
(reitero los incumplimientos contractuales de la Empresa Molinas y Asociados S.R.L. respecto
de otro asociado-adherente suscriptor del plan) en la causa "COPRI S.A. c/ Olivero, Clorinda
Inés s/ Ordinario" (Resolución del 12.2.2007, Nº 13, Folio 180, Tomo 4º) y, por lo demás,
como surge de otros instrumentos públicos que tengo a la vista, la situación también fue
verificada en las causas "Acosta, Maricel Silvia c/ Molinas y Asociados y otra s/ Ordinario"
(Expte. Nº 1430/04), "COPRI S.A. c/ Acosta de Rigo, Maricel Silvia s/ Ordinario" (Expte. Nº

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543/09) y "COPRI S.A. c/ Acosta de Rigo, Maricel s/ Ordinario" (Expte. Nº 1180/09) de
trámite por ante el Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la 7ma.
Nominación, donde recibieron sentencia el 3.3.2001.
Finalmente, ya analicé que si la teoría de la imprevisión pudiera aplicarse, en realidad, lo sería
respecto de la "ecuación económico-financiera" de todo el "sistema" del "contrato plurilateral"
de ahorro previo por círculo cerrado para la adquisición de viviendas y no, como aquí
pretendió la actora (COPRI S.A.), respecto de la eventual alteración del "sinalagma
contractual" entre el cedente (Molinas y Asociados, a quien sucedería en el polo activo COPRI
S.A.) y el deudor cedido (el Sr. Marcelo José Luis Rigo).
Por si todo ello no fuera suficiente, analicé también la improcedencia de la aplicación de la
teoría de la imprevisión pues, si bien los acontecimientos que sucedieron en el país en el año
2001 fueron extraordinarios e imprevisibles (superando incluso la casi natural expectativa
inflacionaria que se vive en Argentina hace ya decenios), habiendo en el contrato base una
"cláusula de estabilización o actualización" del precio de la cuota mensual que abonan los
asociados-adherentes del plan (no sólo "ordinaria", esto es, el índice de variación del costo de
la construcción que informa la Cámara Argentina de la Construcción, sino, incluso,
"extraordinaria", pues prevé que si ese índice no alcanza, las Administradoras del Plan pueden
convocar a Asamblea Extraordinaria para que se trate entre todas las partes del contrato un
incremento aún mayor), el reajuste ya tenía canalización contractual (reitero, la precitada
cláusula QUINTA del contrato base) y, por lo tanto, la intervención judicial luce innecesaria
(al menos de manera "originaria", esto, sin sortear los mecanismos "ordinarios" y
"extraordinarios" previstos en la cláusula de mención).
Todo ello, sin que sea necesario que se verifique la compatibilidad de la citada cláusula con lo
dispuesto en el artículo 7º de la Ley 23.928.
IV. Conclusiones:
Por todas las razones expuestas, si mi voto es compartido por mis distinguidos colegas, habrá
de ser rechazado el recurso de apelación deducido por la actora, con expresa imposición de
costas por lo actuado en esta segunda instancia (arg. artículo 251 del C.P.C.C.).
En consecuencia, así voto.
El Dr. Saux expresó, a su vez, iguales razones en términos semejantes y votó, por
consiguiente, en igual sentido.
A la segunda cuestión, el Dr. Müller dijo:
Por similares razones a las expresadas al tratar la primer cuestión, me abstengo de emitir

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opinión.
A la tercer cuestión, los Dres. Vargas y Saux manifestaron, sucesivamente, que, de acuerdo a
lo que antecede, cuanto corresponde es desestimar, con costas, el recurso de nulidad
interpuesto por la actora y rechazar el recurso de apelación deducido por la actora, con expresa
imposición de costas por lo actuado en esta segunda instancia (arg. artículo 251 del C.P.C.C.).
A la misma cuestión, el Dr. Müller dijo:
Por similares razones a las expresadas al tratar la primer cuestión, me abstengo de emitir
opinión.
Por los fundamentos del acuerdo precedente, la SALA PRIMERA DE LA CAMARA DE
APELACION EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE SANTA FE, RESUELVE: 1) Desestimar,
con costas, el recurso de nulidad interpuesto por la actora. 2) Rechazar el recurso de apelación
deducido por la actora, con expresa imposición de costas por lo actuado en esta segunda
instancia (arg. artículo 251 del C.P.C.C.). 3) Los honorarios de Alzada se liquidarán en la
proporción establecida en el artículo 19 de la ley 6767, modificada por la Ley 12.851,
oportunidad en que se correrá vista a la Caja Forense. 4) Insértese, hágase saber, bajen.
Concluido el acuerdo, firmaron los señores Jueces de Cámara por ante mí, que certifico.
Fdo.: VARGAS SAUX MÜLLER (En Abstención) (Jueces de Cámara) PENNA (Secretaria de
Cámara).

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