Los emprendedores se han convertido en el centro de la innovación y la transformación, siendo capaces de convertir cualquier idea en un negocio y/o startup. El emprendimiento no deja de escalar posiciones y, por primera vez en mucho tiempo, las pequeñas empresas ven un aumento de sus ingresos y sus clientes. A continuación, enumeramos las principales tendencias empresariales para 2019.
4.5.1.- Los objetos cobran vida propia
El sector de la tecnología y la innovación se encuentra en auge. Después de muchos años en los que únicamente hemos visto innovaciones de Internet a través de modelos de negocios digitales, ahora han aparecido numerosos proyectos donde lo que predomina son las invenciones conectadas a la red. Por tanto, una de las principales tendencias será lo que denominamos Internet de las cosas, es decir, cuando Internet forma parte de todos los objetos y aplicaciones que nos rodean. 4.5.2.- Industria 4.0 e Inteligencia Artificial La aplicación de la robótica inteligente ya es una realidad en los procesos industriales y la gestión del big data, incorporando mayor volumen de sensores de control de los procesos, permitirá a la industria completar la transformación digital en la que ya está inmersa y que es una realidad para lograr la innovación empresarial. Canales de Comunicación Corporativos Las empresas empezarán a invertir en blogs profesionales, TV Branded channels, por ejemplo en youtube, y la realización de Podcast. Esta será una de las tendencias empresariales para este año. Los podcast, post y vídeo permiten crear contenidos de marca sin hora ni día, además, al ser descargables, los usuarios pueden leerlos, verlos o escucharlos dónde y cuándo quieran. Estos, permitirán mejorar el posicionamiento de marca y el engagement. 4.5.3-.Innovar o morir Sin duda, la innovación es la principal herramienta que tienen las empresas para conseguir ventajas competitivas, sobre todo, desde la transformación digital que estamos viviendo. La velocidad del cambio implica modelos de gestión líquidos que agilicen las organizaciones y fomenten la creatividad de los empleados. Si no hay transformación de la organización y su cultura, la tecnología no es suficiente para hablar de transformación digital. El mundo globalizado comporta a un exigente desarrollo tecnológico y económico que obliga a que los sistemas educativos ofrezcan nuevas espacios para convivir y aprender a trabajar con personas en plena sociedad del conocimiento. Esto demanda tanto a profesores como estudiantes, habilidades para coordinarse y colaborar con otras personas distintas
4.6 TRABAJO GRUPAL COOPERATIVO Y COLABORATIVO.
La colaboración y cooperación son habilidades propias del siglo XXI. La OCDE las define como una subdimensión de la dimensión de la comunicación, que en conjunto conforman un amplio marco teórico-conceptual para organizar las habilidades y competencias del siglo XXI , asociadas frecuentemente a un componente digital. No obstante en el día a día, el trabajo colaborativo y el trabajo cooperativo, aun cuando parecieran ser acciones “iguales”, en el pensar y en el hacer, son actividades distintas que merece una distinción. El trabajo cooperativo se centra más en la dimensión procedimental de una competencia del profesor. En lo que el docente diseña para el desarrollo de la clase, actividades, secuencia, tiempos y productos. Son acciones intencionadas para el logro de resultados. Por ejemplo, el profesor propone un problema e indica qué debe hacer cada miembro del grupo, responsabilizándose cada uno por la solución de una parte del problema. Es él quien diseña y mantiene casi por completo la estructura de interacciones y de los resultados que se han de obtener (Panitz 2001). Es decir la responsabilidad de aprendizaje es del profesor. Un ejemplo claro de actividad de trabajo cooperativo es el diseño instruccional creado para un curso en específico (MOOC, en auge hoy en día) con unidades, objetivos y actividades claramente especificadas. El trabajo colaborativo es una expresión propia de la cultura de la colaboración y que otorga al estudiante la responsabilidad de aprender. Sin embargo, en esta situación el trabajo del profesor sigue existiendo. De hecho la responsabilidad es aún mayor que en el trabajo cooperativo puesto que es el profesor quien debe diseñar y articular previamente las actividades, para que la “orquesta” funcione al momento de la puesta en escena. Un claro ejemplo de trabajo colaborativo es lo que promueve la metodología de aprendizaje basado en proyectos en la que, previa planificación del profesor, hace que la interdependencia de los miembros del grupo de trabajo sea evidente, respetando los intereses y habilidades de cada uno de los integrantes y donde la responsabilidad ante el producto realizado es de todos los miembros del equipo. A los docentes interesados en conocer experiencias de aula universitaria se recomienda el artículo de Blasco y Magraner (2013) Pues bien, claramente diferentes trabajo cooperativo y trabajo colaborativo, tienen un punto en común que les une y que los ubica dentro de paradigmas alejados del conductismo: la reflexión. Un aspecto clave al finalizar el ciclo de estos dos tipos de trabajo es el proceso reflexivo desarrollado a partir del intercambio de ideas y la interacción que esto conlleva. Los protagonistas de estos tipos de trabajo deben ser capaces de evaluar y juzgar la creación de sus evidencias. Conocerlos y reflexionarlos permite movilizar saberes y desarrollar competencias que son claves para la sociedad del conocimiento, donde interactuamos docentes y estudiantes diariamente. Otro aspecto que los asemeja es que ambos tipos de trabajo enseñan a saber actuar y convivir con otros, casi sin intención, dándose relaciones interpersonales como consecuencia del trabajo en grupo, que sin duda les prepara para la vida profesional futura.