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Las familias pasan por diferentes etapas a las que han de ir adaptándose,
desde el nacimiento de los hijos, la edad escolar, la adolescencia y
finalmente la edad adulta.
Los niños no nacen con la capacidad de expresar lo que les pasa, lo que
piensan o sienten, si no que aprenden de lo que van observando de sus
padres, es por ello que, si los adultos sabemos comunicarnos de forma
efectiva, podremos ir dotando a los hijos desde edades tempranas, de las
habilidades sociales y de comunicación necesarias para que sepan
expresarse adecuadamente.
Los adolescentes están pasando por una etapa de cambios tanto físicos
como psicológicos lo que puede generar muchas tensiones dentro de la
familia, cuando nosotros hablamos con nuestros amigos( no lo hacemos de
tipo interrogatorio) sino que es una comunicación bidireccional es decir tu
compartes conmigo y yo comparto contigo, por lo que estamos en un
ambiente donde no nos sentimos juzgados, muchas veces los jóvenes no
comparten con sus padres porque no hay comunicación bidireccional y
solo hay información.
La comunicación es una de las claves para poder pasar con éxito dichas
etapas, en las cuales no se basa únicamente el intercambio de información,
sino de interacción que ayuda a conectar los sentimientos y emociones
entre padres e hijos, fortaleciendo así su autoestima, personalidad y se
sientan comprendidos.
Pueden causar relaciones distorsionadas por ejemplo puede ocurrir que los
padres desistan de sus funciones y actúen como hermanos de sus hijos o los
hijos den cuidados parentales a sus padres, actuando como cónyuges
sustitutos y desafié con éxito la autoridad parental por qué ocurrió un
cambio en el ejercicio de roles que impide establecer límites y jerarquías que
puedan ser respetadas y favorecer el establecimiento de relaciones
comunicativas satisfactorias.
0 a 6 años
(6-12 años)
1. Saber escuchar. Dejar que nuestros hijos nos cuenten sin interrumpirlos, ni
interrogarlos, mostrarles que están siendo escuchados con gestos como
asentir, mirar a los ojos, sonreír, etc.
2. Ten en cuenta su opinión. Evitando imponer nuestras ideas y dejándole
que exponga su punto de vista, intentando llegar a acuerdos siempre que
sea posible.
3. Empatiza. Ponte en su lugar e intenta comprender realmente lo que tu
hijo te intenta explicar, como se siente y que necesita de ti.
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