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CAPITULO ORÍENTAL pxrsrntará srmanalnnwlh.‘ “l ‘
treinta y ocho Íax‘ículos‘ la historia dv la “(Hanna f"
Este fascículo ha sido preparado por el El coniunto abarcará un panorama (‘Ulllnlt‘ln'
urugua
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("tcnsión
crítico Ángel Rama, revisado el y rn profundidad. dc las Uhl‘.t\ mu,
“.¡”anuüvn
Orient
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historia
Dr. Carlos Martínez Moreno
por
y adaptado
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Patria
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Vieja hasta
litrratia
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nacional.
días. El
(lt'\(¡t'
lc-rtm‘
L. ('unuunta
pum.)
y
(“lu-cio".
dc la (‘l tc'xtt) ilustrado dc t-stm Íax'ít'ulm
por el Departamento Literario del Centro ¡una HHH.” un,
vol."
un
literatura m‘uguaya
Editor dc América Latina.
¡neu cumplen) al calm dr su publuuu'inu;
.snnultalu'aln
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wparando las tapas podia dispunm dt- una \.|Il1)_\‘¡
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dv la historia del país.
Los libras que acmnpaílan a Im “wn-“¡m ¡“llndrán lal
29. F elisberto
. . . .

Hernández l‘undauu-ntal
..

"Biblioteca lruguaya .

.
FELISBERTO
HERNANDEZ

apropiado lo fran
¿conmuoou 0| tos unovmom crocor.
para do lo carro
do lem Vox
Forrolro ronpocto a io: primo-
A modladon do ¡0| año; volnto, ¡o roglma ron olcrllos do Follsborto Hornóndoz doflno
on cml toda Américo latina la aparición do ova ¡"nación minorltmioa “Tal vo: no hoyo on
una ¡ollo do crondoun oxtraflamomo ol mundo dio: pononcn o lo: cualon los ro-
odglno-
Ion alguno. vlonon do porlodon wlto ¡Morowntq y yo mo comidoro una do
posado: on
loa con o. w posición dlfldonlo con lo on‘ótlco ollcu".
oficial lo. habia ¡omitido u ln oscufldad o n En ofoclo, ona litorafura nuovo nacio on"-
¡o marginalidad; O'IOI ¡on clpndo, bolo ol opoooo dol naturhmo ¡rosca
nuovoa, quo «pov-
Icm concopclonoa onlulcm ompnron'abln con do una lbarbourou
Juana do o onórglco do
Im do aquéllos, y quo uhom al co- un lem Sabat
Erccmy, on plono triunfo do
omorgor
mlonmn o hacono lo pmpin oononloglo. En la tomo "emotiva psicológico-social do Enrí-
on luonon Alcoi lo cmi mitlco "own do Mn‘ quo Ammim. Em dificil quo ol público oru-
codonlo Fomúndo: n qulon douubto y voivln- guoyo o‘ondioro o ws huidíxos valor“, móxi.
dim un ¡ovond‘o ulhnmo llamado Jmoo lui! mo cuando ollo: no voníon firmado: por un

¡moon n, on Columbia, un ¡mou fólin Fuon» omltor contagiado, ¡lno por quion oro más
"WW" Quo. mmquo nacido on ¡885, habia conocido como un ¡Monsanto Ploníno quo
cultivado ¡olhmlamonto ol cuento ¡"manito y quitaba do ¡m disonancioa ¡IrovimkíonOL
"’00 a IO! mnonm dol grupo do Bmmnqullla, E! conóculo, la modo do amigos, ol apoyo do
dando ¡o 'mmcm Copodu Snmudio y Cmbüol loa coloco: oncmous Íuoton los circulo: dofon-
Omeiu Manwe“ ('mucm. ol olwlvo
on, on nlvol nocomrloo para quo ono curioso plomo

-
Julio Ommomna, quien womím quo lo. ponc- cvoclom y huctmcoro.
“nin litomtlm dobon un "do cuon‘o", no N‘ Rophiondo ol conwolo do VoMry a Ma'lmmó,
0mm do lo IOOHdOd. H ¡owowntnnlo amoun- pudo habónolo ¿“cho o Folhborto Homóndox
Yü de
Nomóndol.
ooo covunludón, ¡o llamó ¡vulbfl'o two
do
habia
nuoa‘m AmMco,
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¡óvonn
íondo do muchos
litorotm
provincias
quo on
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..

C0" vlm oo ¡"Mu In mas. dol toallomo y 6| porcibioron un congónoto “Nuño. Iolano
¡o conomn ¡no luna. afin.
So conocon los ¡oa'imonios do
mbvo lu. um!” ¡o nm! y a lo vol

¡wild la lilomlmu Alvaro Somudio


Copodn y do Cabrio! García
¡unlompomnon Si un nluu
m“ do w doncubvimiomo odm¡ro-
80M“ el hiuuln do onlut MNNOMOI IIHO' Móuquo: «como
“Mmm No luln', num) mundo on ol Boom" tivo, on una ciudad "apical colombiana, do los
Mi” umqunmdn OCUIHÓ comio. do Nodlo oncondlo los lómponm. Son
pm hutuon, 000 0
con“ da similar" Ion do lo conmoción argentino do
ingenio: odumnu y no pmolumouto a
O" Iudm pmtou. So Im'nlm do wm “¡OH‘ÏWO Conómu, Bianco, Bioy, otc.. cuando ¡os cuontos
Pmn "Sur",
pmm, quo noxouimbo do vn (SMNOMÓ do Politbono comentaron o oporocor on
"La Nación", “Los Anales de Buenos Alres'.
Un pariente mayor que fue admirado y no fue
imitado: su arte tenia un se'lo rabiosamente
personal, que no admitia replica. Se le incor-
poraba como integrante de la "tribu" y se
respetaban como propios e intransteribles sus

bizarros atuendos.
Cuando produio aquella irrupción del ul-
se

traismo América, no sólo cambió


en el estilo
y los temas de 'la literatura, sino también la
actitud o la “pose” del escritor, como hubiera
gustado decir Hernóndez. la exquisitez aristo-
crótica de los modernistas, consagrados al
culto de lo bello y al rechazo altivo del mun-

danal ruido, habla quedado atrós; pero tam-


bién comenzaba a ser abolido el engolamiento
educativo de los regionalistas, su concepción
también sacra —de laicismo sacro- sobre la
misión del ¡ubiloso afón de ¡uego
escritor. Un
dominó todo y los escritores se arroiaron a la
calle, desvergonzadamente, como muchachos
entrometidos. El escritor podía pegar murales
provocativos por las calles de su ciudad o es-

cribir versos para pianola o ser periodista de


actualidades o ser deportista o ser un pianista
trashumante que daba conciertos por las ciu-
dades y pueblos de la cuenca del Plata, como

lo fue Hernóndez durante un decenio largo,


después de haber acompañado desde las som-

bras las aventuras o los turbulen‘os amores

de las divas del cine mudo. Se habia conquis-


tado el derecho del escritor al humorismo, in-
cluyendo el humor loco, y la definición que en

1927 había Borges sobre el cultivo de la


dado
intensidad —de cualquier intensidad y de cual-
quier cursilería- por el uruguayo no se apli-
En 1912, (OH SU hermana Deolinda. caba a una prdmoción donde ya estaban Fe-
rreiro y Ortiz Saralegui, con los cuales por muy
poco tiempo pudo confundirse la literatura de
Hernóndez, A través de lo lúdico y del humo-
rismo él habia de pasar a una desconfiada in-
vestigación de los mecanismos de la conciencia,
a un par-simonioso examen de la memoria y a

la consecución del misterio poético que se res-


guarda en los seres humanos.

LOS PUNÏOS DE PARTIDA

la actitud creativa de Felisberto Hernandez


estuvo siempre leios de la que distingue al
profesional de las letras. Escribió poco y len-
tamente, haciendo y rehaciendo sus planas en

una serie a veces nutridísima de versiones su-

cesivas, donde las obras iban conquistando


su forma casi a despecho de la voluntad del
Las mocedades del
autor. Si por una parte no deió de trabaiar
escritor.
nunca a pesar de su aparente desamor por la
publicación, a la vez fue tenazmente respe-
Felisberta, “vanguardia de la tuoso del dictado de de
voces interiores, ese
patria", en las ópocas del
nacimiento las
oscuro de la obra de arte en
viaie a Chile con el Dr. Ale-
tandro lamas, que evocarta
en "Tierras de la Memoria".
"

WW‘ .V't‘
=—mJ.:-,:*u:.__rw La mw. 73;!
'

.1...

Con bigotes melena romántica,


y en En Mercedes, con su padre, Prudencio Hernández, los hermanos ïelesco
el patio de la casa familiar. otro de la familia.
y amigo

EXPLICACÍON FALSA DE MIS CUENTOS


"Obl'gado o traicionado por mi mismo misma esté destinada a
ser, y ayudarla o
a decir cómo hago
cuentos, mis recurriré que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá
a explicaciones exteriores a ellos. No son de acuerdo a un contemplador al que no
co'mpletamenfe naturales, en el sentido de hará mucho caso si él quiere sugerirle de-
no intervenir la conciencia. Eso me sería masiadas intenciones o grandezas. Si es una
antipático. No son dominados por una teo.
planta dueña de si misma tendrá una poesia
ria de la conciencia. Eso me seria extrema- desconocida ella misma. Ella
natural, por
damente antipático. Preleriria decir que esa debe ser como una vivirá no
persona que
intervención es misteriosa. Mis cuen.os no
sabe cuánto, con necesidades propias, con
tienen estruc.‘uras lógicas. A pesar de la vi-
un orgullo discreto, un poco torpe y que pa-
gilancia constante y rigurosa de la concien- rezca improvisado. Ella misma no conocerá
cia, ésta también me es desconocida. En
sus leyes, aunque profundamente las tenga y
un momento dado pienso que en un rincón la conciencia no las a.'cance. No sabrá el
de mi nacerá una planta. La empiezo a
grado y la manera en que la conciencia inter-
acechar creyendo que en ese rincón se ha
vendrá, pero en última instancia impondrá
producido algo raro, pero que podría te-
su voluntad. Y enseñará a la conciencia a
ner porvenir artístico. Sería feliz si esta idea
ser desinteresada.
no fracasa'a embargo, debo
del todo. Sin
“Lo más seguro de todo es que yo no sé
esperar tiempo ignorado: no sé cómo
un

hacer germ’nar la planta, ni cómo favore- cómo hago mis cuentos, porque cada uno

de ellos tiene su vida ext.aña y propia.


cer, ni cuidar su crecimiento,- sólo presienlo
o deseo Pero también sé que viven peleando con :'a
que tenga hojas de poesia,- o algo
que se translo-me en poesía si la miran conciencia para” evitar los extranjeros que
Ciertos ojos. cho cuidar que no ocupe mu— ella les recomienda".

Fho espacio, que no pre.'enda ser bella o

Intensa, sino que sea la planta ella Felisberto Hernández.


que
l

"

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‘-
.

af.
Sa 1‘,

napas del inconsciente, permitiendo que alli


se formara se organizara y como una criatura
viva, o, como alguna vez explicó “falsamente”,
como una planta, para la cual ambicionaba
aigunas hoias de poesia.
En efecto, al margen de la determinación
de los géneros, y aun deiando de lado su

escasa producción versificada, Felisberto Her-


nóndez vivió su obra en función de creador
poético y al construir sus novelas cortas y sus

cuentos intentó una y otra vez abarcar un

mundo poético. Entendómonos: no intentó agre-


gar poesia a la prosa narrativa, como del otro
lado del Plata hizo Ricardo Güiraldes; sino
que, un poco imagen
a de la conducta de
los ultraistas ‘(piénsese en Ramón Gómez de
la Serna) se desentendió de las reglas con-

vencionales acerca de los géneros literarios y


consideró que la obra de arte era una inven-
ción de poesia.
Pero al mismo tiempo fue la inin'errumpida
confesión de'los procesos centrales de la vida
de un hombre: la irisación y el constante cues-

tionamiento del universo en la conciencia de


un artista, De ahi el carócter fragmentario o,

de la mayoria de sus escritos, sobre todo en


AI piano, en los primeros conciertos.
los primeros tramos de su actividad literaria.
Recién en sus últimos años estableció estructu-
ras mós cerradas que parecieron cuentos y que
asi se dieron a conocer, aunque muchas veces

no disimulan ese rasgo interno de fragmentos


de una única y evo u;¡va invención. Su ma-

nera de entrar en los asuntos; su desprendi-


miento repentino de la ma'eria que estó ela-
borando, para recuperarlo] en otras articula-
ciones, en los textos siguientes que encaraba;
su costumbre de arrastrar duran’e largos años
algunos escritos que le resultaban particular-
men.e enigmóticos y a los que volvia obsesi-
vamente, interca'óndolos con o‘ros que nacian
con mayor rapidez y organicidad; la vincula-
ción atmosférica o tonal de muchas de sus na-

rraciones y su total desvio por las formas con-

sagradas de lo que debía ser un cuento o una

novela en la preceptiva oficial época,


de su

todavia marcada por la lección quiroguiana,


apuntan a esta naturaleza protoplasmótica de
su creación, a ese devenir incesante, moroso

y cargado, de una literatura que se va ha-


ciendo en el interior y de la cual ciertos frag-
mentos van siendo arroiados a la publicación.
Alguna vez serón cuentos, otras apuntes, otras

póginas sueltas, en cierto momento paneles


narralivos o meras situaciones que lo fascinan
_por esa calidad irresistible que lo movilizabo:
bl misterio.
Simultáneamente ha de descubrir —y des-
cubrimiento fue y cun de la pólvora dado que
Junto a un mural que anuncia
Felísberto Hernóndez no contó con una forma-
uno de sus conciertos,
ción intelectual sislemótica ni era un conocedor Buenos Aires.
Ú-v’
n..-_. W' ‘

acucloso de las nuevas corrlentes artistlcas eu-


ropeas- uno de los
del principios rectores
arte moderno que de la definió la invención
vanguardia de la
primera postguerra mundial:
la inserción del escritor dentro de la obra y
su cuestionamiento como un esfuerzo para
disolver la comedia de la literatura. No se
trataba ya del confesionalismo romóntico, don-
O
¡"flíuï.
de el autor devenia personaie tan acicalado
teatralmente como las criaturas imaginarias,
sino de la explicita renuncia del escritor a la
categoria de dios animador de un universo
autónomo, incluyóndose como uno de los ele-
LA ENVENENADA mentos del relato debatiendoy sin cesar su
versión de |a° realidad, analizóndola y re-

componiónd'ol'a en los sucesivos planos o tram-


pas que iba tendiendo, a la vez que recorría
los datos que le ofrecla el mundo exterior.
'l.
D
'VDA
V \
En la 'misma ópoca en que Pirandello rom-

pe el ilusionismo aparatoso del teatro ¡ugando


actor contra personaie o aqur de ficciones
contra invasión de realidades,- en la misma
ópoca en que Gide cuenta ¡la historia de los
"'talsos monederos" en tanto escribe el diario
de su invención; en la misma época en que
Stravinsky pone a la vista el funcionamiento
de la maquinaria Historia escónica
de un en

soldado de Hernández
Ramuz, Felisberta re-

nuncia a contar peripecias del


mundo o viven-

cias ¡nternas que sean afirmadas como reali-


dades a travós de la literatura. Su modelo
seró el Iilerato que vive en un barrio suburba-
no .y “no tiene asunto", al cual'le sobreviene
el episodio de una muier que se ha envene-
nado, de tal modo que el cuento se trama en

el anólisis de los procesos que sigue el escritor


para acomodarse a una realidad repentina
y cómo ella se desfibra y reaÏiza dentro de él.
Aqui todavia hay una invención abieiiva, la
del personaie -—literata— quien ya nos re-

sulta muy emparentado con el autor, pero des-


de Ia Historia de un cigarrillo o La casa de
Irene, el autor queda incorporado direc'amente
al relato, es el señor Felisberto Hernóndez en-

frentado experiencias
a de su vida quien se

expone al lector explanando para si y para ól,


dentro de una dominante actividad analltica,
el funcionamiento de la conciencia y de su

sensibilidad baio las incitacíones que recibe.


Toda se hace a la vista. El tenor literal de
los textos no atiende a los avatares del ciga-
rrillo nl a la vida de lrene y tampoco a las
confesiones del autor, sino al proceso de ela-
boración de la propia literatura, a medida que
se producen los sucesos, o sea que la realidad
que se nos muestra es, especificamente, la de
la creación artistica. ,No es casualidad que
ambos cuentos pertenezcan a un volumen que
se tifula Libro sln tapas, con este epígrafe
explicativo: “Este libra es sin tapas porque es
Venus Oonsóles Olesa, editar de hilebem.
y aselge

w
abierto y libre: se puede escribir antes y des.
pués de él". Cuando años después Hernandez
se interne en las tierras de la memoria tendra
que defenderse de la trampa que las evoca.
ciones habitualmente tienden, o sea la recons-

trucción de un mundo cerrado, leiano y per-


fecto. Por eso deberá romper sin cesar la hilm
ción de las imágenes insertándoles su presente
evocador, poniendo a prueba la verdad de los
recuerdos, viéndolos hacerse y disolverse de
acuerdo al tornasol de circunstancia
la acfual,
trasladandose de la reconstrucción evocativa al
estudio pormenorizado de los mecanismos del
recordar. la fractura El grande que registra
caballo perdido manifestación
es la voluntaria
estructural de este comportamiento literario:
repentinamente. el autor se recobra del ilusio-
nismo al que parecia entregarse y se reinstala
Eniassalasdeche-adata'biúnalinentbel en el presente analítico de su conciencia: "Ha
Hernández la “orion Win ocurrido imprevisto he tenido in-
pianista Felisberto algo y que
de Felisberto Hernandez escritor.
terrumpir esta narración". A partir de este mo.

mento, comienza la verdad de la creación.


Y por último, el lenguaie. Como ocurriera
en el caso de Roberto Arlt, también a Hernan-
del le han sido reprochadas las deficiencias
de su escritura. Pudo haber contestado, como

su colega argentino: "Se dice de mi que escri-


bo mal. Es posible. De cualquier manera, no
tendria dificultad en citar a numerosa gente
que bien
escribe y a quienes únicamente leen
correctos miembros de sus familias", o pudo
amparóndose de la autoridad de Unamuno,
aducir que el estilo es producto de una elabo-
ración personal a partir de los materiaes del
idioma, no existiendo receta para validarlo.
las torpezas sinióclicas de los primeros escritos
de Hernandez son notorias, como también que
él supo enmendarlas progresivamente,- pero no

deben confundirse la pobreza de su léxico,


con

con el giro complicado de su expresión, el aire


torpon de sus descripciones, porque son esos

los elementos, quizas originariamente macros,


con que compuso un eslilo original transfor-
móndolos en su tesoro estilistico. Alguna ve!
contó que en las revistas argentinas se le
corregicn los textos y donde el escribia "pasti-
tos" ellos ponian "hierbas": el eiemp'o sirve
para definir el error cultista en la apreciación
de la escritura literaria. Ese ómbito aparente.
mente desmañado redacción, esa simpli- de su

cidad alga tosca de los materiales, la construc-


ción parsimoniosa de sus frases, el uso de tér-
minos muy corrientes y en acepciones nada
académicas que delatan su extracción del ha-
bla ciudadana de los niveles escasamente edu-
cados, por un lado apunta a la originalidad
—y espontaneidad— de su enfrentamiento a

la literatura; pero ademas constituye buena


parte de su frescura expresiva, de la seducción
de un ambito idiomótico nuevo, que sin emo

E
ii
P
barao muito
te at
etica: y adecuado
movimiento de ou narrativa.
como un ouon. cocat"--.
rlmentar
lt) Incilnación cant intantll

preectabtecldo
alteraciones
para
por expo.
brusca. de un cuadro
decartlcutarto, dando act
íuioos DI u
OIOMITIIA prueba de ¡u propia existencia y d. ta Inu'g.
biiidad de las apariencias --“en vu d. u.
Treo periodo. pueden ottabtocme en ia auir recibiendo la impretion de todas ias cacao.
ebro de Hernandon. correcpandienteo ainow vo realice una impresión como para que la
MMM progresivas de su creación articzica. recibieron lot demaI"--.
Uno primero de iniciacion. que va de i923 Y tambien ¡e ve surgir ia torna serie de los
I "40. cuando ia literatura ec sólo ta cegunv “tliiea du teu“. en oro: nombren -Marica.
¡I ocupación de quien vive tundamentaimente irene. Ana. Amaita, father. lisa- de criaturas
para lo Móoica. En i925 aparece Mano de con quienes se elerce la esgrima amorosa, con
ill. un minóuuia librito, como do holitiac Job. un cisterna de panes todavia muy luauetón.
con ratiettionec ttumarictlcot que deiatan ei pero donde ya ¡o percibe el adentramienio
deceo de darte vuelta a las casan y buscarle! en ias conan protundaa de ia ¡encibiiidad que
un mu que ditueiva to protocotor ceriedad algun dia devendron peligrosas e inquietantes.
de tac awntou. Su tamaña. como para tievaro la acuidad de ia obcervación trace que al
en ei bolsillo det chaleco. cu aire burton que autor. deodobiado en portonale, le analice
etcande bala ia iiviandad un recitan de ca- como un otro
comporte y como ¡e un otro.
teooriar aceptadac. to emparenta con lor prl- San ios caminos encuentros. como
y tos diria
meros OlCtiiOI del iódico uttraicmo riopiateme. Hattmanrtttai. ¡OI que aqui ¡e descubren den-
que proponta poemas para teer en ei tronvto. tro de ia órbita amatoria. pero como on un

Coma ei autor es pianista --va tra trecho w luego ettiticada y cati geometrico que evoca
periodo productor de sonido. en tar cinet mu- ei diseña bontempeiiiano. las tiaurac. esque-
dot y tia ettudiado con Clemente Caitina y ¡e matlcac. te aproximan cautarnen;e y te tocan
ha perteccionado con Koilucher y cóio tiene movidas por atraccion
ia tertaque elerce ei
¡3 aitot-——v como menctando gurto por ta mia‘eria que en eiiac rocide o que le: preota
aventura. atan toca de divertida y culta at ei contorno mia. dao traia: de la ventana en-

arte. recorre tot pueblan dei tntortor dando tro lao cuaioc mógicamene habita ia Marica
conciertos en teatro; y ciubec. de ia mano de de Ii mtide blanco-«- pero con ia micma fluen-
tu empretario Venuc Caudiel de cia ¡e eiuden y re detenganchan como ias par-
Oloca, et
ta “barba metatttica"-v—- tot emita; de este ter dei terrocarrii en et tinal de later: “No me
tiempo apareceran en iou puníoc mac dicparec di cuenta cuando tuo que mi decino tuvo ia
de ia Iepúbtica. ciempre como cuaderniitoc a eoauinar debiamoo ttaber parecido que ei ie-
breve; iibros. que inciuto iteoan a incorporar rrocarrii ce eniaquecia v que vo era un vagon
Mi“ de Propaganda comerciat conet tin de que ¡e deoprendia y tomaba por otra via",
tinanciar ta publicacion: ec en Rocha Libre ein En este primer termino de ia obra de Her-
NP“. en |929. y at año siguiente. pero en nandel «to mac ia vista que en wo
a creacio-
Mmm". La care de Ane. de inmediato. nea patteriorea ia dominante mental que oe
v
mr. la envenenado. traduce ia en atenta situacio-
exoaecio de las
pero en Florida.
A to taraa nea. en ia aucencia de connotaciones concretas.
ta mie ¡ede
ve ourair ta rni-
rada distintaque Hernando: tenie para ei en un mariela lúdico y a voces desaprenoivo
mundo v tos de las teaiidadec del mundo. Eutaa primeras
temas abrasivos que harian ta
trama de su obra mayor. invencionea ran sus exptoraciones y et atinav
En cu primer texto
plenamente lograda. to ele. de irene. ya ie miento de aus imtrumentoo de percopción.
encontraran percibiendo ia cucción que en
oi eiercia ei enigma de io. ¡erec humana NW! DI M MIMOIIA
--“cuando ta vioita termino me encontre con esta mar‘
li ¡eaundo periodo de Hernando:
una nueva calidad de mieterio"-——-a estable. cado por ¡u lento abandono de ia actividad
ciencia et complicado cinema de nueattm re-
dedicacion ta titerav
musical y tu creciente a
iacianoc con to: abietac. de nuestra inmerción tas obra; mas
tura‘ ¡a entonces que acomete
en eitos y de tu iuncionamionta autónomo tonando toa limites det retato naa
ambiciosos.
m“cuanda toma en un manos un abieto. ¡0 veieoco con Per teo de cuente Ce-
Moe con una «pantanoidad tai. que parece “942). ¡t cebaiie perdide “943) y
ttin.
Que ios abietao no onïondieran con eiia. que Horno de te moda. quo aunque escrita en
etta te ontendiera con nosottoa pero que noso- i944 recien oe publicara póstumamente. A ese
N ne «es
podriamos entender directamente mimo periodo correoponde Matteo equivoca-
ios abtotos‘ïw, ¡u modo de en:reaa “e epictotar. do y
M aere- dee. otro intento.
ta revista
noveta
lfle y hodoniatica a ian situacion“ w-“PNO toa fragmentos dados a conocer en

¡te puedo rompo: ta inercia de este estado de “Hipertón” de ia Neto“. de un maten


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’ïF ‘

‘1
7

las tres novetas cortas podrian agruparse


baio el título de la última, porque las tres son
PRIMERA CASA
partes complementarias del ciclo de la memo-

ria: el esfuerzo más sostenido y original de


las letras uruguayas para devefar los mecanis- y tengo 'e:;erdos
de
t

mos del recuerdo. Si la lectura hedonistica VI(1 (D (


uní) Í O Q J ,es t'os f'es cios. Uno
atiende ante todo a la calle Gil de la infancia, e o e 1:; dei toco: e'a un ca-

y'a las tres longevas, y a las lecciones de Cgo y m no abuelo. Los sec próxímos
piano, y al salón de Celina, y al viaie con el .3 U O r) O (
I
Ï} o se ben si eñt'e e’Ícs me-

Mandolión y al mugriento y pintoresco Calling, c'cba .n rcneaco' o m t'ertc. Los 'ecordé


el autor engrana ese abigarrado y fecundo más o menos (raramente hcs‘c 53:9 poc;
friso en las articulaciones mentales que lo con- años. Se me ace'ccban antes ce cormír y 7"

citan y que de algún modo lo crean de ta me ccos‘.f“b'é o reccrcc'bs en


c'guno
nada. En El caballo perdido resulta punzante época de .a cco'esceñc'a. A secas todo
l

la descripción de ese fenómeno mental: “Ahora 'epcsé mucbo


han pasado unos instantes en que la imagina- c
camb'a'cn demo.

,
ción, como un insecto de la noche, ha salido odo. Conca rte estrenaba era Dean S'n
de la sala para recordar los gustos del ve- x eses q. e bgscondo-
rano y ha volado distancias que ni el vértigo .o
Ccc'q;'r‘e-'o lo
ni la noche Pero imaginación tam-
la símpot de often ‘s'o'n pcn'e'ndo-
-

conocen, c cq.e c x _

poco sabe quién elige dentro de ella lugares lo en lo iraghagó'? I


en dsthrcs css“: ones
del paisaie, donde un cavador da vuelta la pero \€” s' xo

tierra memoria y la siembra


de la de nuevo.
los pies de
se r'w'ía. Desp.és
C'r'e'eñe
e! rec-gado Le r‘á

tiempo alguien echa de“,
,
Al mismo a borrosa y >a
la imaginación pedazos del pasado y la ima- su roswo.

ginación elige apresurada con un pequeño fa- curado o pasado ce'cc de ese rast'o y ',

rol que mueve, agita y entrevera los pedazos debo “aber semc'o cn c'esmnec do matiz
el pequeño
A4
y'la's sombras. De pronto se le cae de ongsf'o. M

farol en la tierra de. la memoria y todo se


\. e;
'

Entonces la imaginación vuelve


_

apaga. a ser

insec.o que vuela olvidando las dislancias y


se posa en el borde del presente".

No se trata simplemente de la visión de la 0.9 se vacuc x' 90' c. debe" 9"."0' v

_....—————
infancia, porque el rememorante cuenta con sc
r
52'? xo >cbe' “y xe' bm CC'Xfe estan,
un socio que dice que es el mundo y que es

A» obviamente el propio escritor. Cuando inienta


A-
recuperar la mirada infantil no se aferra a un
._,_
absoluto, lo que seria vano, sino que la recla-
A_._._._. de incidencia
-_ ma como un angulo para com-

ponerlo, rectificarlo o burlarlo con el que le


presta la edad adulta. En definitiva ambos se

entremezclarón, porque del niño retendró el


adulto la inclinación a violar los secretos y ta
sensualidad de éste agudizaró la mórbida pe-
netración de ‘aquél.
De esta mutua fecundización, mas que nada
de la presencia del universo infantil, retendró
el autor para su literatura una dróstica descon- _—.o-
_
fianza por las explicaciones racionales, las sín- .

tesis faciles, los sistemas valorativos aceptados -’-.—


sumisamente por la sociedad. Su manera de
operar evocaró la lógica-viva vazferreiriana
por su respeto a lo oscuro, a lo que no alcanza
formulación inteligible. Se constituye de he-
cho, como en el maestro de la filosofia uru-

guaya, en una psico-lógica, Mantiene la ex-

pectación ante la coexistencia de las contra-


dicciones tratando, con esfuerzo, de Conser-
Jul”
varlas vigentes dentro delrelato, respetóndoïas SupeMello, gran impulsor do la obra de

resulten Son mo- Felisberte Hernández.


aun cuando incomprensibles.
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El patio está lleno de sol. Estoy subido :‘ v; 'w t


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¡fui-n,
Il una carretilla de mano que en aquel .-' ‘
o 1.;

momento es "mi carro". Mi madre, que


tiene un pañuelo blanco en la cabeza y
me le cubre casi toda la cara, trata de
ocomodarme los "caballos", cuyas crines son
r
color amarillo pajizo porque yo quiero
¡me las escobas estén invertidas. Como os
ten'do en el esfuerzo de salvar esos obs-
¿muy dificil colocar aquellos caballos en aquel táculos. Me pongo en todas posiciones.
carro, mi madre me ha puesto de espaldas
Debo conversar solo y exha.'ar ayes y que-
a las escobas
lo rueda y ata
en una cuer-
jidos mientras me doy vueltas en zanja la
dita que va de una vara a la otra. Lloro con
y mient'as ensayo meter en el agujero, pri-
2' itos ettridentes y con la más enconada y mero la cabeza o los pies. Me debo revol-
ustiosa rabia. car la cabeza barriendo la tierra con el
Mi casa es de
hay un material. Al lado
pelo cuando me toca ensayar de entrar
chíto en el que viven no sé qué parientes.
primero con pies. Me parece que los
la China, prima lejana de mi madre, me
algunas veces alguien me viene a ayudar.
j llevado a comer al ranchito y me dan
De
Pero sin emba'go, estando yo solo ¿por qué
gallina.de pronto me quedo es que un dia me cuesta mucho, otro día
: jo, después morado y no articulo palab'a.
poco y otro mucho, de nuevo? ¿Por qué esa
¿engo la boca abierta hago unay fuerza
diferencia en el esfuerzo y en dias disfintos?
rible. Creen que meahogo. Es sencilla- mostrarle mi madre el dedo
Vengo a a
.-
te que no me gusta el hígado de gallina. indice señalando Lo he metido
para abajo.
Entre mi casa y el gran campo que da al
en un
hormiguero tra’go lleno
y lo de hor-
' hay alambre
do de tejido. El alambre
migas negras. Mi madre grita pero a mi no
rwe debajo un agujero, por donde se puede me duele.
me Junto al agujero hay una zanja que FELlSBERTO HERNÁNDEZ
u
a mí es grande. Paso mucho raio entre- (manuscrito inédito)

IlllSIIITO HIINAHDII

El CABALLOPERDlDO

¡OITIVIIIO

Prado, poco antes de su En Mercedes, por las epocas del naci

hacia Mercedes. miento de su primera hijo.


partida
dos de rescatar la amplitud y la variedad de
viva. Pero por este camino se
la experiencia
acentuaró el interés
aquellos hacia elementos
menos reduclibies explicaciones lógicas:
a las
las ex'ravagancias, las irregularidades del com-

portamiento, los gustos ca-prichosos, en detri-


mento de 'Ias estructuras claras y compartib'les,
FELISBERTO H ERNAN DEZ

de los esquemas racionales.


Es un proceso de individuación extrema al

que le debemos algunos retratos devigencia


literaria plena: Elnene, Celina, Col-ling, etc,
Aunque el autor los explique y defina mós de
una vez, es sabedor de que agota
no su mis-
LA CARA DE ANA
terio; de modo indirecto lo intensifica al enri-

quecer ¡mógenes
las concrelas con sendos
abordaies interrogadores. Para el caso de Co-
lling, el personaie que elaboró con mós dele-
nimiento hasta el punto de que “Legó a ser
un misterio abandonado", queda otra instan-
MCROCDC.
1 O I O
cia que lo revitalizaría: “el misterio ha vivido

y ha crecido en los recuerdos" dice Hernández


al concluir su libro, Y asi la recuperación en
¡los rasgos
la memoria es un
aditamenfdmós a
individuales, subietivizados, inex-
agudamente
VIDA Y DESTINO; plicables, que forman la personalidad, porque
es un medio, también, de hablar de sí mismo,
CRONOLOGIA cuando se finge hablar de los demós. Pero

para Hernández no sólo lo vivo posee misterio,


Nació en Montevideo, el 20 de octubre sino también lo inerte, y él tendió entre las
de l9i2. A los nueve años comenzó sus
criaturas narrativas una inextricable red de
estudios de piano,- a los doce, ya trabajaba obietos en que a veces ellas se resuelven y que
en los cines, proporcionando fondo musical en otras las invaden y cosifican.
lanzó
a las peliculas mudas; a los veinte, se
Las operaciones narrativas de Felisberto Her-
conce.-tis.'a, el interior del
a recorrer, como
nóndez se refieren a un medio social que fue
argentinas. Se
país y algunas provincias el que conoció y vivió pero que, en su pre-
casó cuatro (con Maria Isabel Guerra,
veces
sencia literaria, es producto de una elección
Amalia Nieto, María Luisa Las Heras y Reina voluntaria. Se baia
trata deme- una clase
Reyes) y tuvo dos hiias: Mabel, del primer dia, casi
siempre aíena a la cultura, como la
matrimonio, y Ana Maria, del segundo. En- Petrona del Calling, pero que con ella colin-
tre 7946 y l948, vivió en Paris, becado por da a través de una aspiración confusa y cursi.
el gobierno francés. Son sus salones con muebles enfundados, sus
Estas fueron obras.- Fulano de Tal (Mon-
sus
pianos, sus casas con gaílineros al fondo, sus
tevideo, 1925, Libro sin tapas (Rocha, l929), eslatuitas de marmollna, sus sombreros con
La cara de Ana (Mercedes, l930), La enve- recibos
tules, sus con representaciones a cargo
nenado (Florida, l93l), Por los tiempos de de los niños, su preocupación educativa a tra-
Clemente (Montevideo,
Calling González vés de barrio, sus exómenes
maestras del de
Panizza l942; segunda edición Arca
editores, piano donde "nocturnos",
se su tocan
con-
l965), El caballo perdido (Montevideo, Gon- versación con algunas palabras sentenciosas.
zólez Panizza editores, l943; segunda edi- Configura un panorma de la vida privada de
ción Ediciones del Rio de la Plata, 7963), ese sector social, que habia sido apuntado al-
Nadie encendía las lómparas, (Buenos Aires,
gunos decenios antes por quien fuera el pri-
Sudamericana, l947; segunda edición Arca, mer maestro de Hernandez; José Pedro Bellan.
i967),- La casa inundada (Montevideo, Alfa, Pero mientras éste la
en se perciben energia,
1962), Las hortensias (Montevideo, Arc‘a, los sentimientos el afón de
generosos, conquis-
l9óó y l9ó7), Tierras de 'la memoria (Mon- ta del mundo, aunque también la descompo-
tevideo, Arca, 1965 y 1967) y los relatos sición de la sexualidad que entre los muros
Mur (Revista Escritura, N9 8) y Manos equi-
ahogantes de produce,
sus módicas casas se
vocadas (Revista Nacional).
Murió el l3 de
cuando llegamos a Hernández encontraremos
en Montevideo, enero
l

el estancamiento, la grotesco
de 1964. y embretada su-
pervivencia de los valores morales, el mediocre
ritual sustiluyendo las grandes esperanzas, el
encierro medroso, el empobrecimiento espiri-

458
////////////
,’//¡'/'/"////
x
z

/
J

UNA CARTA DE
SUPERVIELLE
Querido Señor:

Qué placer he
al leerlo, al poder tenido
conocer realmente
a un escritor
nuevo que
alcanza la belleza y aun la grandeza, a
fuerza de “humildad ante el asunto".
Ud. alcanza la originalidad sin buscarla
pa a nada, por una inclinación espontánea
Un ¡ubiloso afán de ¡uego dominó todo y los escritores
hacia lo profundo. Tiene Ud. un sentido in-
se anotaron la
a calle, desvergonmdamente, como
de lo día será
nato que un considerado
muchachos entrometidos.
clásico. imágenes son
Sus siempre significa-
tivas y, responden como a una necesidad,
están siempre dispuestas a grabarse en el
espíritu.
Su narración confiene páginas dignas de
figuras en rigurosas antologías —las hay
absolutamente admi.'able:— y lo felÏcito de
todo corazón por habernos proporcionado
este libro.
Gracias también a sus amigos que han
tenido el honor de editar esas páginas.
Su
Julio Supervielle

(Jules Supervielle remitió esta carta a Fe-


lisberto Hernández con motivo de la publi-
'cación de Por los tiempos de Clemente
Calling, novela cuya edición fue asegurada
por un grupo de amigos en reconocimiento

por “obra fecunda


la y de calidad como

compositor, concertista y escritor" que cum-

pliera el au.'or. Carmelo


Dichos amigos eran.-

de Arzadum, Carlos Benvenuto, Alfredo Có-


ceres, Spencer Díaz, Luis E. Gil Salguero,
Sadi Mesa, .losé Paladino, .lulÍo Paladino,
Yamandú Rodriguez, Clemente Ruggia, lg-
nacio Soria Gowland, Nicolás Telesca y

Joaquin Torres García).


Con su
madre, sus hermanas y w sobrino Sergio;
"Nena, en 1934.
tual artístico se satisface con productos sentir la presencia de las personas como mue-
y que
inferiores y la mas devoradora concupiscencia bies que cambiaran de posición.
Eso lo pense
de la de las cosas. muchas noches. Eran muebles que ademas de
propiedad
Son los obieios sagrados que guardan las poder estar quietos se movían,- y se movían
de la calle Gil y que por voluntad propia. A los muebles que esta-
longevas no pueden ser
tocados los cuidados ban quietos yo los queria y ellos no me exi-
por visitantes; son los
muebles de Ia sala de Celina,- es la casa de gían nada,- pero los muebles que se movían
las maestras francesas,- es en definitiva el cli- no sólo exigían que se les quisiera y se les

ma de interiores con olor encierro donde diera un beso sino que tenían exigencias peo-
a

transcurren estas novelas. la medrosa deifica- res,- y ademas, de pronto, abrían sus puertas
ción de y .le echaban a uno todo encima".
los obieios en que esta baia clase
trasunta su nivel social adquierey su respeta- los seres humanos se tornan en cosas para
bilidad —la sala impecable que sólo se abre poder medirse con el mundo cosificado que
para el recibo— hara de sus criaturas también han establecido y recibir algo de
importan- su

dado el-Ios los el cia, pero en este vuelco la personalidad se


obietos, que son que fiian
valor. “Fue una de esas noches en que yo es- fragmento, las parles del cuerpo se indepen-
taba trisle y ya me había acostado y las cosas dizan ——por eiemplo las manos que cobran
que pensaba se iban acercando al sueño —di- extraña autonomía- y el cuerpo entero se

empecé extraña: “El


ce en El caballo perdido— cuando a presenta como una cosa cuerpo

d "Fo 1.. Z.
4¿14.
I.
L

Felisberto con sus dos hilas: Ana María


(a la dere:ha del escritor) y Mabel la
su lzquierdal .

ee'eedeeee “Mire,
crear",
lamas,
Muchos
señora,
dilo
cuando
años
yo
Felísberto
esta
más
ne

lo
tarde,
puede
Hernández

preparó
puesto
aprender

para
a

a
María
el
nada:

aprender
examen
lo
Salnt-Hilaire
de
tengo

ingreso.
taqu'grafla,
que
de

Fellsberto debió inventar, también, un orïginal sistema

taquigrótlco que utllízó para redactar muchas de sus páginas,


entre ellas, la que reproduclmes.

Manuscrito de “ïierras de la Memoria".


y yo estabamos decepcionados. El n... nabia
arrastrado a una aventura pobre; y ademas
de estar triste teniamos la conciencia de haber
hecho traición. Nos habian prestado el cuarto
de baño, simplemente para que nos bañóra-
mos —me lo habian prestado a mi para que
lo bañara a él—. Pero él estaba predispuosto
a olvidarse de todo y a no hacerse responsa-
ble de nada. Se entregaba a'l agua tibia como

si se deiara consentir por una novia".

EN LA FRONTERA FANTASTICA Fachada del “Petit hotel", donde


Felisberte pasó los últimos meses de
El tercer periodo de Hernandez corresponde su vida, hasta la rara enfermedad
a la serie de cuentos. que se recogieron en tinal y la muerte en el Hospital de

Nadie encendia las lámparas (i947) y a los Clinicas. la ventana que aparece a

la Izquierda corresponde a la habl-


posteriores aparecidos en revistas ("Escritura'f,
“Marcha”, “La licorne") que póstumamente tacLóndel escritor,

fueron agrupados en el volumen Las Hortensias.


Entre estos volúmenes se encueniran las piezas
maestras de su literatura, como “El balcón",
“El acomodador", “El cocodrilo", “las hor:en-
sias" donde su arte depura,
se su estilo ad-
quiere ductilidad y precisión y su universo se

pueb.a de un clima fantasmagórico o se in-


troduce en el fantastico.
Ya se habia anotado en qué importante me-

dida la indagación de -lo misterioso en los


seres humanos y en los estados o situaciones
habia sensibilizado a Hernandez para el sur-

gimiento de lo insólito dentro de la vida, po-


niéndolo en la pista de las personalidades
ex.rañas o haciéndolo
especiaimente perspi-
caz para comportamientos los inusuales. En
Por los tiempos de Clemente Calling razonó
esta ¡nclinacrón como un modo especifico de
su funcionamiento en la sociedad, desde los
años de la infancia: “El misterio empezaba
cuando se observaba cómo se mezc;aban en ‘
Felisberto, según Julio E. Suárez.
el
conjunio de cosas que ellas comprendian
bien, otras que no correspondían a lo que
es.amos acostumbrados a encontrar en la rea-

lidad. Y esto provocaba una actitud de esp-ec-


tación: se esperaba que de un momento a o.ro,
ocurriera algo extraño, algo de lo que ellas
no sabian que estaba fuera de lo común".
Ïol modo particu.ar de operar no lo aleió de
¡o decirse
realidad,- en cierLa medida. puede
c¡ue lo aproximó íntimamente ella, permi- a

tiéndole prescindir de las formas consabidas


para acechar su manifesiación auténtica. Aun
tratando de integran.es de una baia clase
media que otros definieron como gris, buro-
crótica y monocorde, Hernandez supo verles
su
chispa de locura individual, aoechar las
zonas mórbidas de su sensualidad, trabaÍO'
desde sus expresiones groseras y hasta cho-
“meros Para desentrañar sus rarezas. La quinta de la calle Suárez y Asencio que Felisberto

_Si raros fueron algunos personaies de su evoca en “Tierras de la memoria" (foto de Norah
c¡C10 de la de la grí' Giraldil
memoria, raros a pesar .

461.
sura de su condición social, de su poquedad
intelectual y de su escasa importancia en la
sociedad, mós lo serón las criaturas que pro-
tagonizaron sus cuentos: la "viuda del balcón",
el amigo que se ha construido un túnel, la
señora Muñeca, la muier que inunda la casa,
el señor que compra una “hortensia”. Todos
ellos, a la pregunta que les dirige el autor-
testigo de sus vidas —"Si tienes alguna ra-

reza que te incomode, yo tengo un médico


amigo...“ —podrian contestar como el
dueño del bazar de Menos Julia: “Yo quiero
a mi. . . enfermedad mós que a la vida. A ve-

ces pienso que me voy a curar y me viene una

desesperación mortal", En verdad, todos ellos


han trasladado su vida a esa enfermedad que
les aqueia, en ella se han alienado y gracias
a ella viven. Puede que externamente apa-
renten ser vulgares,
comunes pero en y hasta
un recinto interior, mós secreto y privado que
aquellas salas donde transcurrían las novelas,
se entregan gozosamente a su extravío o a sus

inclinaciones viciosas,
El universo se refleia, deformado en el Ilustraciones de Olimpia Ïorres para la odlclón de

de “las realilara "Escritura" 1949.


espeio estas pasiones oscuras, pero Hortenslas" que en

BORGES Y HERNANDEZ
“Felisberto comparte Hernández
actual- mo fantástico del relafo—, en lo esencial
mente con Jorge Luis Borges la primacía del son distintos. En Hernández, lo sustancia es

cuento fantástico en el Plata, que iniciara más directa, intuitiva y humana —y, aparen-
Quiroga en el primer cuor.‘o del siglo. Río temente, menos elaborada-— que en Borges,
por medio, Uruguay y Argentino han dado en quien esa arduo elaboración literario y
en es‘os Últimos años de su cronologia bi- has'o erudito, es inmediatamente percepti-
bliográfica, estos dos especimenes de un ble. También el elemento biográfico parece
género que florece sólo en zonas de avan- en Hernández más auténtico, menos supues-
zado evolución literaria. Adviértose que eso to, y algunos de sus relatos --co:i siempre
zona no es, en este caso, el ambiente cultu- en primera persona-— don realmente la sen-

ral del país, sino el de un sector _de cultivo sación de que provienen de sus prOpías ex-

infelectuol circunscripto. El ambiente general periencias, más o menos tronsligurodos. En


permanece —en ambas orillas- en la posi- cuanto al
estilo, a la prosa, lo de éste pa-
ción del realismo {entre lo sociológico y lo rece, asimismo, mós esponfánea que la de
poético) al que carresponden los caracte- aquél, en quien se percibe la voluntad de
res de lo mayoria de su producción narra- estilo, como en lo composición misma. Pero
tivo. Borges o Hernández son escritores de es sob'e todo, cl humorismo —carácter pre-
élite,- p'ara gustar y estimar su producción, dominante en Hernández- lo que más radi-
e: necesario un cierto grado de madurez de calmente los d'stingue. En Borges no existo
cultura que, en estas tierras, no se da en
humorismo, aunque si ironía, que es otra
función del medio. especie. Estos punfos comparativos, tratán-

“Aunque en lo ficción de ambos escritores dose de autores coetóneos que cultivan gé-
don algunos rasgos eiem- nero semeiante, son aclaratoria: le-
se comunes —por muy y
plo, lo presencia del ambiente vernáculo y gítimamente criticas".
la intervención de circunstancias b'ográficas
(o supuestamente tales) mezclóndose ol cli- Alberto Zum Felde

462
si ellas. aun sumergiendose de llena en mediata las abietos onlrlcos que maneiaron
las lonas pantanosas del inconsciente, no los surrealistas. Como en ellos, Felisberto Her-
atmósfera
llegan a envenenar la del cuen-
nández
"¿Jam
traslada
l“
a las casas las inclinaciones
to, es parque el autor seinterpone entre o“¡0"!” que algún dia estuvieron
esas criaturas y nosotros lectores, refractóndo- “ufmos. en el aura de una sensuaiidad in-
humorística. Podró haber "dbi‘mn 5° impacto, ahora
las pantalla
en su
fonmz son .os

no llegan a nosotros en su del placer: las muñecas de la in-


perversiones, pero hosmisores
magnificiencia a demonisma: ¡unta a sus ten- fancia
son las "hortensias" de la edad adul.a.
dencias dominantes veremos .sus continuas im- regresión infantil
la que ggnó el mamut“.

peerccianes, sus pequeños errores, los tras- tosurrealista, es.ableciendo su sistema de com-

piós, los aspectos grotescos y sobre todo los pOSición en base a obietas disímiles que eran

curüs y ridiculos. la risa repentina, indamina- aproximadas bruscamente de modo insólito, a la


de niño tenlado frente a u a cere- VC! que se los ¡mpregncba de. magma erótico
ble, como

mania adusta, que en el lector provocan las de una tendencia sexual na canalizado todavia,
acoiaciones margina.es, ésas que dan el envés ese clima que reina sobre las composiciones
de las situaciones, disuel- surrealis.as, vue.ve a encontrarse en Felisberto
menudo, rea.istico,
ve su pretendido horror y todo la que la situa- Hernandez. Pero en el otro e.emen.a que qui-
cion engolada. Coma pistade acerca de zas tenga sus raices en la infancia. y que es
tenga
quebrar las si-
este comportamien.o desenfadada ante temas la audacia irresponsabe para

demonisma, podria imagi- tuaciones dándonos su envés tidlCUiO, consigue


ricas de poesia a

de Qui- desarmar rompecabezas cosificado que con


narse el cuenta La gallina degallada el

sexualilados compone, y hace: sal.


contado por Felisberta Hernandet. con elementos
roga
alusiones humoristicas a lOs niños tarados y, tar ¡ubilosamente sus piezas.
truculenïo le hubiera Este aden.ramien;o en la materia secreta y
clara esta. sin el final que
de las vidas humanas na resiste
resultado por demós "literario". mucilaginosa
la tesitura exousivamente realista en que
composición dual
Esta de los cuentos es ya
venia operando. Ahora
Hernandez. quiea contras.a sin Fe.¡sberto Hernandez
subrayada por
dentro del universo
la poesia avanza, pero timidamen.e,
cesar —y registra tal contraste- a la manera de lewis
de situaciones con la garru- fantastico, un poco
esquiva angunas
si fuera Carroll, es decir, con un toque de inquietante
leria de otros comportamientos. Como
rodear, sin comprome-
El balcón, con el reci.ada del poema gracia que le permite
poco. en de ta
demasiado, elambila panIanoso
A mi camisón blanca y la presencia de la sir- terse
libertad. El acomodador termi-
todavia "llegó la enana sensuaudad en
vienta enana, agrega: verde los oios, si-
nara arroiando una luz por
otra fuente me serví con desenfado
con y linterna en el
ningún pres- milar a la que proyectcba su
una buena cantidad. No quedaba obietos
de ia mesa, ni el cine, y con e.la se complaceró en tocar
“Gio: ni abietos
el de los
tenia en- de una sala antigua, abigarrada: es:a activi.
de la poesia, ni el de la casa que
mórbida, se completará
con
de las sombrillas, ni el dad placentera,
cima, con el corredor sonómbu-a tan pare-
todo un lada de la la presencia de la muier
de la hiedra que tapaba el perfume de su ropa
de cIda a una muñeca, con
casa. Para peor, ya me sentia separada interior feme-
na habia que lo cubre. como aquel a ropa
elos y comia en forma canaiiesca: de la menond'
manoseo en Tierras .

manateara el pes- nina que


una vez que el anciana no
fantastica seró como una
la
cuela dei bolellón que na encontrara mi colm La proyección a
de los im-
voluntariosa, lieraria,
intensidad realización
vacia“. Estas referencias adquieren desviados.
re.aciones eróhcon pulsos eróticos
cuando se refieren a las entre-
el momento en que parece
han sido sustituidas pot Pera en
las “filles du feu" chi-
caballo al delirio de la imaginación erótica,
que vinculan gane
e.
extrañas relaciones, las la situación se torna
'

a ni o la "¡o gl espiritu humorístico,


Y la maestra en la mujer mínimamen‘e ridícula y to»
acomodador cotidiana, absurda,
sensualidad experimenta el Vido "O'IIIO'.
que en el orden de la
la cara con lo do reingresa
CIM-¡tiendo¡“03° Y d33.-°’°‘
cuando la sonambula le cruza
su
menos en
o al
cola de su vestida b anca o. superabundan'e- los oios infantiles.
provo- tada para
mente, en las esquivas atracciones que
can Ias muñecas de goma de tamaña humano
mmm mas! f
“horten- 5
Y con caiefacción central llamadas “Mi “(INIA S ll‘ll‘rá.

sias“. v
l
AS
s
N
El campo de sexualidad invade subrepticia-
siempre a tra-
¡"le ei universo poéico, pero
'¿S de formas indirectas. descomposición de
la
en
lo sexualidad se expresaró ¡ustamen‘e
evocóndonos de in-
ot’¡Glos—las hortensias-—
BIBLIOGRAFIABASICA

Benedetti, Mario. Literatura Uruguaya —


Mora Guarnido, José. —
Sobre Felisberïo
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Gonzalez Vera, José Santos. —


Por las tiem- las lámparas, Clinamen, Año Il, N9 5, mayo-
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(C. M. M.)

UN CHILENO DESCUBRE A FELISBERTO


En 1942
me llegó un librito del Uruguay ti curiosidad por saber qué seguia. Empezó
de undesconocido. Lo puse entre los sud- a surgir la figura de un ciego, profesor de
americanos. Durante años, buscando otros, piano, que había estado en Paris. No lo
veía su título.- Por los tiempos de Clemente pude dejar. Viajando de mi casa a la oli-
Calling. Pero no intenté hoiearlo. No obs- cina y aun poco antes de dormirme, cuando
tante, como uno necesita clasificarlo todo, ¡ba llegando al seguí leyéndolo y,
final,
con o sin razón, decidi que Calling era un fracasado en mi de relegarlo discre-
intento
patricio de la independencia uruguaya. Como tamente coloqué el volumen en su antiguo
seguía viéndole, se me ocurrió luego que sitio. Ya sabia quién era Clemente Calling.
debía ser un militar, tal vez hacendado, algo Su autor empieza en un estilo propio de los
gaucho, con influencia en la historia nacio- españoles casticistas. Luego, al hab'ar del
nal en el pasado siglo. Por carecer de fun- ciego se suela, se hace más espontáneo y
damen.‘o para aseverarlo a firme, solia lo va p.’n.‘andoiunto con otros hechos de su
también preguntarme: ¿Quién será Clemente p'opia vida. Cada vez que se refiere ol
Calling? En l949, porque ya no tenia es- ciego, da un detalle nuevo, lo presenta por
pacio, le eché el ojo al librito con la mira otro aspecto, siempre inesperado. Podria
de enviarlo a provincia donde no hay libro decirse que son variaciones sobre el ciego.
que no sirva. Como en otras ocasiones, fui A ratos parece el autor un primo he mano
hoieóndolo en el autobús. Las primeras pá- de Proust. Su análisis es muy agudo y minu-
ginas eran evocación de calles de Monte- cioso, sin perjuicio de abandonarlo comían-
video. No me decian nada. Llegué, saltan- temeníe y de volver a él siempre para
do hoias, a la descripción de tres solteronas agregar algo.
longevas. Desde ahi lei sin sol.’qrme ninguna
palabra. Entré a mi oficina. En la tarde sen- JOSE SANTOS GONZÁLEZ VERA

464
En CAPITULO ORIENTAL

N° 30 —
Índice
CRONISTAS
EL HUMORISMO Y LA CRÓNICA -
HUMORISTAS

cl fascículo, cl libro LA CARICATURA


y junto con

HUMORISTAS Y CRONISTAS

“Abstracclón” («would l
Pedro Costlgllolo.
Este fascículo,con el libro
El. COCODRILO Y OTROS CUENTOS,
Precio del
de Felisberto Hernández,
fascículo
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constituye la entrega N.o 29 .


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Germán Cabrera. “Hercules cazador de pólovos" (bronce)

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