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UNIVERSIDAD ANDINA

NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ


FACULTAD DE PSICOLOGÍA
CARRERA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

MONOGRAFÍA
TEMA:

Teoría Centrada en el Cliente según Carl Roger


PRESENTADO POR:

Contreras Guerra Deiane Darcy


Catari Caira Indira
Cruz Choque Edgar Justo
Velásquez Parillo Jesenia

III Semestre, Sección “C”

Puno, Mayo del 2019


DEDICATORIA
En primer lugar queremos agradecer a nuestra familia y
amigos por el apoyo que nos ofrecieron en el desarrollo
del presente trabajo monográfico, por las ideas que
supieron transmitirme y por la confianza que pusieron en
nosotros para llevar adelante el presente trabajo. A
nuestros padres por ser nuestros guías y en especial a
nuestras madrecitas por su apoyo incondicional, que
junto a ellas estamos concretizando uno de nuestros
preciados sueños. Por último, queremos agradecer la
colaboración de nuestros docentes, quienes dedicaron
parte de su tiempo para ayudarnos con sus ideas y
aportes.

ii
AGRADECIMIENTO
Agradecemos a Dios, a nuestros padres y hermanos por
su amor y apoyo incondicional en todo momento, a
nuestros docentes por sus sabias enseñanzas, y a todas las
personas que vienen contribuyendo en nuestro
crecimiento personal y profesional día a día.

A nuestros compañeros(as) que de alguna manera me


ayudan y contribuyen con una agradable sonrisa en el
ambiente de estudio.

iii
INDICE
DEDICATORIA ......................................................................................................................... ii
AGRADECIMIENTO ...............................................................................................................iii
INDICE ...................................................................................................................................... iv
INTRODUCCION ...................................................................................................................... 5
1. Terapia Centrada en el Cliente de Carl Rogers ............................................................... 7
2. Apreciación a la Terapia Centrada en el Cliente ............................................................. 8
3. Teoría ............................................................................................................................. 12
4. Detalles .......................................................................................................................... 14
5. Incongruencia ................................................................................................................ 15
6. Defensas ........................................................................................................................ 16
7. La persona Funcional al completo ................................................................................. 18
6.1. Apertura a la experiencia........................................................................................ 18
6.2. Vivencia existencial ............................................................................................... 18
6.3. Confianza organísmica ........................................................................................... 18
6.4. Libertad experiencial .............................................................................................. 19
6.5. Creatividad ............................................................................................................. 19
8. Terapia ........................................................................................................................... 19
9. Cliente en oposición a paciente ..................................................................................... 21
10. El proceso terapéutico ................................................................................................ 22
11. El proceso de convertirse en persona ......................................................................... 23
12. Incongruencia ............................................................................................................. 24
13. Defensas ..................................................................................................................... 25
14. La terapia ................................................................................................................... 26
15. Referencias bibliográficas recomendadas .................................................................. 28
16. Conclusiones .............................................................................................................. 30
17. Bibliografía consultada .............................................................................................. 31

iv
INTRODUCCION

A Carl Rogers se lo ha relacionado con el método fenomenológico, ya que éste se


refiere al estudio de las experiencias subjetivas como la más importante de las determinantes.
A pesar de que Rogers había desechado cualquier posibilidad del yo como concepto
explicatorio, se vio forzado a volver examinar su lugar en la propia vida y en la de sus
clientes, pues en el trabajo como psicoterapeuta observó que quieres acudían a él en busca de
ayuda, para resolver sus problemas personales, en realidad iban en busca de si mismo.

Nació el 8 de enero de 1902 en Oak Park, Illinois, un suburbio de Chicago, siendo el


cuarto de seis hijos. Su padre fue un exitoso ingeniero civil y su madre ama de casa y devota
cristiana. Su educación comenzó directamente en segundo grado, ya que sabía leer incluso
antes de entrar en parvulario(1).

Cuando Carl tenía 12 años, su familia se trasladó a 30 millas al oeste de Chicago, y sería aquí
donde pasaría su adolescencia. Con una estricta educación y muchos deberes, Carl sería más
bien solitario, independiente y auto-disciplinado. (Boeree, 1987)

Fue a la Universidad de Wisconsin a estudiar agricultura. Más tarde, se cambiaría a


religión para ser religioso. Durante esta época, fue uno de los 10 elegidos para visitar Beijing
para el “World Student Christian Federation Conference” por 6 meses. Carl nos comenta que
esta experiencia amplió tanto su pensamiento que empezó a dudar sobre algunas cuestiones
básicas de su religión.

1
Equivalente a Trancisión en la educación peruana, antes de ingresar al primer grado de primaria.
5
Después de graduarse, se casó con Helen Elliot (en contra de los deseos de sus padres),
se mudó a Nueva York y empezó a acudir al Union Theological Seminary, una famosa
institución religiosa liberal. Aquí, tomó un seminario organizado de estudiantes llamado
“Why am I entering the ministry?”. Debería decirles que, a menos que quieran cambiar de
carrera, nunca deberían asistir a un seminario con tal título. Carl nos cuenta que la mayoría de
los participantes “pensaron en salirse inmediatamente del trabajo religioso”.

La pérdida en la religión sería, por supuesto, la ganancia de la psicología: Rogers se


cambió al programa de psicología clínica de la Universidad de Columbia y recibió su PhD en
1931. No obstante, Rogers ya había empezado su trabajo clínico en la Rochester Society for
the Prevention of Cruelty to Children (Sociedad Rochester para la Prevención de la Crueldad
en los Niños).

En esta clínica, aprendería la teoría y aplicaciones terapéuticas de Otto Rank, quien le


incitaría a coger el camino del desarrollo de su propia teoría. En 1940, se le ofreció la cátedra
completa en Ohio. Dos años más tarde, escribiría su primer libro “Counseling and
Psychotherapy”. Más tarde, en 1945 fue invitado a establecer un centro de asistencia en la
Universidad de Chicago. En este lugar, en 1951, publicó su mayor trabajo, la Terapia
Centrada en el Cliente, donde hablaría de los aspectos centrales de su teoría, tema de la
presente monografía a la cual abordaremos con mayor énfasis en su desarrollo.

En 1957, volvió a enseñar en su alma mater, la Universidad de Wisconsin.


Desafortunadamente, en ese momento había serios conflictos internos en el Departamento de
Psicología, lo que motivó que Rogers se desilusionara mucho con la educación superior. En
1964, aceptó feliz una plaza de investigador en La Jolla, California. Allí atendía terapias, dio
bastantes conferencias y escribió, hasta su muerte en 1987. (Rogers C. , 1997)

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1. Terapia Centrada en el Cliente de Carl Rogers.

La Psicoterapia centrada en el cliente es el nombre de una psicoterapia enmarcada en la


Psicología humanista. “Cliente” pretende enfatizar un matiz semántico distinto a
“paciente”, ya que un cliente permanece con la responsabilidad y libertad sobre el proceso
terapéutico como un agente activo, en contraposición de “paciente”, como indica éste
término en su sentido literal (“ser paciente con el problema”).

Con frecuencia se habla de “enfoque centrado en el cliente”. Enfoque es un término más


general con más matices filosóficos, que permiten enmarcar con éste una consecuente
psicoterapia y comprensión sobre los intercambios interpersonales acaecidos durante el
proceso psicoterapéutico.

Psicoterapia centrada en el cliente es también el nombre de un libro escrito por el


psicólogo norteamericano Carl Rogers, considerado fundamental dentro de la escuela
humanista de psicoterapia.

La psicoterapia centrada en el cliente es una teoría psicológica aplicada en el trabajo


terapéutico con personas en busca de ayuda psicológica. Ha sido creada por el psicólogo
norteamericano y profesor de psicología Carl Rogers (1902 - 1987). Como se decía,
implica un “enfoque” que enmarca el proceso psicoterapéutico, más allá de ser una mera
“técnica”. Por ejemplo, según aseguraba el propio autor en el citado libro, el proceso
psicoterapéutico fallaría si fuera aplicado como una técnica, ya toda acción terapéutica
surge de unas determinadas actitudes reales por parte del psicoterapeuta (de ahí
denominarlo “enfoque”).

Como técnica psicoterapéutica es uno de los métodos más investigados a nivel científico
desde entonces y ha dado sus pruebas de eficacia. Las investigaciones científicas y
universitarias en muchas partes del mundo permitieron también el desarrollo sistemático
de esta orientación psicoterapéutica.

La psicoterapia centrada en el cliente suele ser la base de la formación profesional de los


counselors. También forma parte de la formación curricular básica de los psicólogos, ya
que es una forma de psicoterapia, permite establecer una relación psicoterapéutica y
enmarca conceptos fundamentales como el sí - mismo. (Rogers C. , 1997)

7
2. Apreciación a la Terapia Centrada en el Cliente.

La terapia es la “liberación de una capacidad existente en un individuo competente en


potencia, no la manipulación experta de una personalidad más o menos pasiva” (Phares,
2003). Estas fueron las palabras de Carl Rogers cuando le pidieron que explicara qué es la
terapia, desde el enfoque de su teoría centrada en el cliente, de la cual fue su creador. El
terapeuta centrado en el cliente confía en que el cliente tiene esta capacidad dentro de sí y
que lo que se debe hacer en la terapia es ayudarle a que pueda liberar y poner en acción
este potencial (Phares, 2003).

Por esta razón, a diferencia de otras terapias, el terapeuta es un compañero que acompaña
al cliente durante su proceso de exploración y es una herramienta de referencia o
clarificación cuando necesita ayuda para concentrarse o reconocer algún aspecto durante
la terapia (Phares, 2003). Al ser el terapeuta un compañero, la responsabilidad y las
decisiones de la terapia son del cliente; él decide qué pasos quiere tomar en la terapia,
cómo llevarla, qué le gusta y qué no y toma las decisiones de su vida incluyendo cuando
quiere dar por terminada la terapia cuando él sienta que ya ha alcanzado los objetivos que
se planteó

El terapeuta comprende y aclara lo que el cliente siente o piensa en momentos en los


cuales está confundido para que así el cliente se acerque progresivamente a lograr un
examen minucioso de sí mismo y lo que puede hacer para cambiar y convertirse más en
esa persona que quiere ser (Phares, 2003).

En esta terapia la concentración del terapeuta es el cliente y su campo fenoménico, el cual


determina su comportamiento (Phares, 2003). El campo fenoménico es todo aquello que el
cliente experimenta en cualquier punto del tiempo y, para que el terapeuta pueda entender
el comportamiento de su cliente, debe conocer su campo fenoménico (Phares, 2003).
Dentro de este campo, una de las partes fundamentales para la persona es el self
fenoménico, que es la parte del campo fenoménico que el cliente experimenta como su yo
(Phares, 2003). Cuando este self se ve amenazado, entonces el cliente empieza a tener
problemas de adaptación y este self se ve amenazado cuando siente que está en peligro
(Phares, 2003).

Rogers dijo que para las personas su realidad es aquello que está en su campo de
percepción y lo que experimentan y perciben de él (Phares, 2003). La tendencia de toda
persona es luchar por mantener o mejorar su self, lo que se denomina como la
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“autorrealización” (Phares, 2003). Esta tendencia es la que lleva a la persona a vivir el
movimiento hacia adelante, que es el movimiento de la persona hacia la meta de
convertirse y lograr lo que desea en la vida; el terapeuta hará mucho uso de este
movimiento a lo largo de la terapia con sus clientes (Phares, 2003).

Este self del que se habla es la conciencia de ser y funcionar que tiene cada persona; este
se forma a lo largo de la vida en torno a las interacciones que vive la persona con su
ambiente, sobre todo en cuanto a las evaluaciones de los otros (Phares, 2003). El self tiene
un patrón organizado y fluido, el cual la persona protege de cualquier manera, ya que
cuando se siente amenazado causa mucho conflicto en la persona (Phares, 2003). Por esta
razón el individuo puede manejar las experiencias que vive en torno a su self de tres
maneras: se organiza o simboliza en relación con el self, se ignora porque no tiene vínculo
con el self o se niega la experiencia porque es inconsistente y amenaza al self o se lo
distorsiona para que sea más acorde con el self (Phares, 2003). Cuando existe una
discrepancia entre el auto concepto de la persona de sí mismo y la experiencia que le
demuestra lo contrario y esta amenaza con entrar a la conciencia del cliente, este responde
y se protege volviéndose ansioso frente a la situación (Greenberg, 1997).

Por medio de la terapia se busca que el cliente logre liberar su capacidad y potencial, para
buscar dentro de sí las respuestas y la fuerza que necesita para tomar el camino que quiere
para su vida que se conoce como el potencial de crecimiento (Phares, 2003). Esto se logra
en terapia por medio de potencializar las tendencias de autorrealización sobre los factores
que estaban restringiendo la liberación del potencial de crecimiento de la persona (Phares,
2003).

Durante la terapia centrada en el cliente, lo más importante y central son los sentimientos
o emociones que tiene este. El terapeuta no los usa en el sentido de si están bien o mal o si
se dieron dentro de una situación familiar u hogareña insana, porque está ahí para
mostrarle al cliente que esos sentimientos son aceptables y que, así como el terapeuta los
acepta en la vida del cliente, este debe hacer lo mismo (Phares, 2003). El terapeuta no
juzga lo que el cliente siente y no le dice si está bien lo que siente, sino que le da al cliente
la oportunidad de ver que esos sentimientos son parte de él y su realidad y, que de la
misma manera que el terapeuta no los juzga, el cliente debe integrarlos y vivirlos sin
establecer un juicio hacia sí mismo (Phares, 2003).

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El terapeuta centrado en el cliente no da consejos, no usa palabras que puedan servir para
persuadir a sus clientes, no interpreta lo que se dice y no critica (Phares, 2003).
Principalmente, el terapeuta reconoce, reflexiona y clarifica las emociones y sentimientos
que el cliente expresa en sus sesiones (Phares, 2003). Le da al cliente la responsabilidad
de su progreso terapéutico (Phares, 2003).

Es responsabilidad del terapeuta establecer la estructuración de la terapia durante la cual


explicará al cliente las responsabilidades y funciones que cada uno tiene durante la terapia
(Phares, 2003). También explica las normas con las cuales se regirá la terapia en torno a la
puntualidad y el pago de las sesiones (Phares, 2003).

Rogers describió la terapia centrada en el cliente en siete etapas por las cuales transita este
(Phares, 2003):

1) El cliente presenta poco interés en revelar su self, no reconoce sus sentimientos y


presenta constructos rígidos.

2) El cliente expresa pocos sentimientos, pero se mantiene distante de su experiencia,


externaliza lo que le sucede y siente, comienza a reconocer sus problemas.

3) El cliente empieza a describir sus sentimientos mal adaptativos como inaceptables


para su crecimiento personal; el self empieza a ser más libre y expresarse con más
frecuencia, empieza a cuestionar los constructos que lo detienen.

4) El cliente puede describir libremente y adueñarse de sus sentimientos personales y los


posee desde su self, empieza a reconocer los sentimientos negados y el efecto que
hacerlo tiene en su vida presente; sus constructos personales empiezan a volverse
moldeables y a cambiar, empieza a manejar mejor sus sentimientos y establece
relaciones más sanas con quienes le rodean.

5) El cliente expresa con libertad y facilidad sus sentimientos y los acepta sin problemas;
está consciente de todos los sentimientos que antes negaba, asume la responsabilidad
por sus problemas en lugar de darle la responsabilidad a un componente externo.

6) El cliente acepta como parte de su patrón de conducta todos los sentimientos que
experimenta, siente la seguridad de poder mostrarse como es ante los demás, puede ser
auténtico consigo mismo, confía en que los otros lo aceptarán como es.

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7) El cliente se encuentra cómodo con explorar y experimentar su self como es; no niega
las emociones, pero las acepta; experimenta emociones nuevas y las integra a su self;
posee poca incongruencia.

Los tres pilares de la relación terapeuta-cliente

La hipótesis general de terapia como la planteó Rogers es que si se provee un cierto tipo
de relación, la otra persona va a descubrir dentro de sí la capacidad de usar esta relación
para crecer y cambiar, lo que llevará a que se dé un desarrollo personal (Rogers, 1961).
Para lograr que esta relación de la que se habla sea la mejor durante la terapia, dándole al
cliente el mejor ambiente para su desarrollo, esta debe estar compuesta por tres pilares
esenciales en toda relación terapeuta-cliente:

1) Autenticidad: Mientras más genuino sea el terapeuta en su relación con el cliente más
útil va a ser esta (Rogers, 1961). Ser auténtico es tener la voluntad de ser y expresar
con sus palabras y comportamientos los sentimientos y actitudes que existen dentro
del terapeuta durante las sesiones y hacia el cliente (Rogers, 1961). Solo de esta
manera se consigue que la terapia tenga su componente de realidad (Rogers, 1961).
Por medio de la autenticidad que demuestra el terapeuta hacia el cliente, mostrando de
manera genuina lo que sucede dentro de sí mismo, es que el cliente puede buscar con
éxito la realidad dentro de sí (Rogers, 1961).

2) Aceptación positiva incondicional: Mientras más aceptación y simpatía siente el


terapeuta hacia su cliente, creará una relación que este puede usar de manera positiva
(Rogers, 1961). Por aceptación se refiere a considerar incondicionalmente la valía de
la persona, valía para la cual no se considera su condición, comportamiento o
sentimientos; el terapeuta acepta al cliente tal y como es, con todos los aspectos de su
personalidad y vida (Rogers, 1961). Esta aceptación hace que para el cliente la
relación sea cálida y segura; una seguridad y apreciación que es de suma importancia
en toda relación que tenga el propósito de ayudar a otro (Rogers, 1961).

3) Empatía: El terapeuta siente un deseo continuo de entender lo que vive el cliente, una
empatía sensitiva que hace que cada uno de los sentimientos que expresa y siente se
los comunica al cliente, revelando cómo le parecen estos en el momento en el que él
los expresa (Rogers, 1961). La aceptación no significa mucho hasta el momentos en el
que se junta y se da con el entendimiento del terapeuta del mundo del cliente (Rogers,
1961).
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Cuando se alcanzan estas condiciones es entonces que el terapeuta se convierte en un
compañero para el cliente, lo acompaña en el trabajoso y temeroso camino de buscarse a
sí mismo, el cual se siente libre de recorrer porque tiene a su lado a quien le proporcione
el apoyo que necesita (Rogers, 1961).

En el momento en que estas tres condiciones ocurren dentro del terapeuta y son percibidas
en cualquier nivel por el cliente, entonces se da el movimiento terapéutico en el cual el
cliente se encuentra a sí mismo de una manera dolorosa pero definitiva, aprendiendo y
creciendo (Rogers, 1961). Es por esto que el cambio terapéutico se da por actitudes como
estas que experimenta el cliente con su terapeuta, más que por el conocimiento técnico y
las habilidades teóricas que posee el terapeuta (Rogers, 1961).

3. Teoría.-

La teoría de Rogers es de las clínicas, basada en años de experiencia con pacientes.


Rogers comparte esto con Freud, por ejemplo, además de ser una teoría particularmente
rica y madura (bien pensada) y lógicamente construida, con una aplicación amplia.

Sin embargo, no tiene nada que ver con Freud en el hecho de que Rogers considera a las
personas como básicamente buenas o saludables, o por lo menos no malas ni enfermas.

En otras palabras, considera la salud mental como la progresión normal de la vida, y


entiende la enfermedad mental, la criminalidad y otros problemas humanos, como
distorsiones de la tendencia natural. Además, tampoco tiene que ver con Freud en que la
teoría de Rogers es en principio simple. En este sentido, no es solo simple, sino incluso
¡elegante!.

En toda su extensión, la teoría de Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de
vida” que llama la tendencia actualizante. Esto puede definirse como una motivación
innata presente en toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el mayor
límite posible. No estamos hablando aquí solamente de sobreviviencia: Rogers entendía
que todas las criaturas persiguen hacer lo mejor de su existencia, y si fallan en su
propósito, no será por falta de deseo.

Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que los
demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua, comida y aire?;
¿por qué buscamos amor, seguridad y un sentido de la competencia? ¿por qué, de hecho,
buscamos descubrir nuevos medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer

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nuevas obras artísticas?. Rogers responde: Porque es propio de nuestra naturaleza
como seres vivos hacer lo mejor que podamos.

Es importante en este punto tener en cuenta que a diferencia de cómo Marlow usa el
término, Rogers lo aplica a todas las criaturas vivientes. De hecho, algunos de sus
ejemplos más tempranos ¡incluyen algas y hongos! Piénsese detenidamente. ¿No nos
sorprende ver cómo las enredaderas se buscan la vida para meterse entre las piedras,
rompiendo todo a su paso; o cómo sobreviven los animales en el desierto o en el gélido
polo norte, o cómo crece la hierba entre las piedras que pisamos?

También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema como un
bosque, con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de actualización que otro
simple como un campo de maíz. Si un simple bichito se extinguiese en un bosque,
surgirán otras criaturas que se adaptarán para intentar llenar el espacio; por otro lado, una
epidemia que ataque a la plantación de maíz, nos dejará un campo desierto. Lo mismo es
aplicable a nosotros como individuos: si vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo
cada vez más complejos, como el bosque y por tanto más flexiblemente adaptables a
cualquier desastre, sea pequeño o grande.

No obstante, las personas, en el curso de la actualización de sus potenciales, crearon la


sociedad y la cultura. En sí mismo esto no parece un problema: somos criaturas sociales;
está en nuestra naturaleza. Pero, al crear la cultura, se desarrolló una vida propia. En vez
de mantenerse cercana a otros aspectos de nuestras naturalezas, la cultura puede tornarse
en una fuerza con derecho propio. Incluso, si a largo plazo, una cultura que interfiere con
nuestra actualización muere, de la misma manera moriremos con ella.

Entendamos, que la cultura y la sociedad no son intrínsecamente malas. Es un poco como


los pájaros del paraíso de Papúa en Nueva Guinea. El llamativo y colorido plumaje de los
machos aparentemente distrae a los depredadores de las hembras y pequeños.

La selección natural ha llevado a estos pájaros a cada vez más y más elaboradas alas y
colas, de forma tal que en algunas especies no pueden ni siquiera alzar el vuelo de la
tierra. En este sentido y hasta este punto, no parece que ser muy colorido sea tan bueno
para el macho, al contrario, es blanco de la caza, es blanco de los depredadores. De la
misma forma, nuestras elaboradas sociedades, nuestras complejas culturas, las increíbles
tecnologías; esas que nos han ayudado a prosperar y sobrevivir, puede al mismo tiempo
servirnos para hacernos daño e incluso probablemente a destruirnos. (Rogers C. , 1997)
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4. Detalles.-

Rogers nos dice que los organismos saben lo que es bueno para ellos. La evolución nos ha
provisto de los sentidos, los gustos, las discriminaciones que necesitamos: Cuando
tenemos hambre, encontramos comida, no cualquier comida, sino una que nos guste. La
comida que sabe mal tiende a ser dañina e insana.

Esto es lo que los sabores malos y buenos son: ¡nuestras lecciones evolutivas lo dejan
claro! A esto le llamamos valor organísmico.

Rogers agrupa bajo el nombre de visión positiva a cuestiones como el amor, afecto,
atención, crianza y demás. Está claro que los bebés necesitan amor y atención. De hecho,
muy bien podría morirse sin esto. Ciertamente, fallarían en prosperar; en ser todo lo que
podrían ser.

Otra cuestión, quizás exclusivamente humana, que valoramos es la recompensa positivo


de uno mismo, lo que incluye la autoestima, la autovalía y una imagen de sí mismo
positiva. Es a través de los cuidados positivos de los demás a lo largo de nuestra vida lo
que nos permite alcanzar este cuidado personal. Si esto, nos sentimos minúsculos y
desamparados y de nuevo no llegamos a ser todo lo que podríamos ser.

De la misma forma que Maslow, Rogers cree que si les dejamos a su libre albedrío, los
animales buscarán aquello que es lo mejor para ellos; conseguirán la mejor comida, por
ejemplo y la consumirán en las mejores proporciones posible.

Los bebés también parecen querer y gustar aquello que necesitan. Sin embargo, a todo lo
largo de nuestra historia, hemos creado un ambiente significativamente distinto de aquel
del que partimos. En este nuevo ambiente encontramos cosas tan refinadas como el
azúcar, harina, mantequilla, chocolate y demás que nuestros ancestros de África nunca
conocieron.

Estas cosas poseen sabores que parecen gustar a nuestro valor organísmico, aunque no
sirven para nuestra actualización. Dentro de millones de años, probablemente se logre que
el brócoli parezca más apetitoso que el pastel de queso, pero para entonces no existamos,
ninguno de los presentes.

A medida que crecemos, nuestros padres, maestros, familiares, la “media” y demás solo
nos dan lo que necesitamos cuando demostremos que lo “merecemos”, más que porque lo
necesitemos. Podemos beber sólo después de clase; podemos comer un caramelo sólo

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cuando hayamos terminado nuestro plato de verduras y lo más importante, nos querrán
sólo si nos portamos bien.

El lograr un cuidado positivo sobre “una condición” es lo que Rogers llama recompensa
positiva condicionada. Dado que todos nosotros necesitamos de hecho esta recompensa,
estos condicionantes son muy poderosos y terminamos siendo sujetos muy determinados
no por nuestros valores organísmicos o por nuestra tendencia actualizante, sino por una
sociedad que no necesariamente toma en cuenta nuestros intereses reales.

Un “buen chico” o una “buena chica” no necesariamente es un chico o una chica feliz.

A medida que pasa el tiempo, este condicionamiento nos conduce a su vez a tener una
autovalía positiva condicionada. Empezamos a querernos si cumplimos con los estándares
que otros nos aplican, más que si seguimos nuestra actualización de los potenciales
individuales. Y dado que estos estándares no fueron creados tomando en consideración las
necesidades individuales, resulta cada vez más frecuente el que no podamos complacer
esas exigencias y por tanto, no podemos lograr un buen nivel de autoestima. (Rogers C. ,
1997)

5. Incongruencia.-

La parte nuestra que encontramos en la tendencia actualizadora, seguida de nuestra


valoración organísmica, de las necesidades y recepciones de recompensas positivas para
uno mismo, es lo que Rogers llamaría el verdadero yo (self) Es éste el verdadero “tú” que,
si todo va bien, vas a alcanzar.

Por otro lado, dado que nuestra sociedad no está sincronizada con la tendencia
actualizante y que estamos forzados a vivir bajo condiciones de valía que no pertenecen a
la valoración organísmica y finalmente, que solo recibimos recompensas positivas
condicionadas, entonces tenemos que desarrollar un ideal de sí mismo (ideal del yo). En
este caso, Rogers se refiere a ideal como algo no real; como algo que está siempre fuera
de nuestro alcance; aquello que nunca alcanzaremos.

El espacio comprendido entre el verdadero self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo
debería ser” se llama incongruencia. A mayor distancia, mayor será la incongruencia.

De hecho, la incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como neurosis: Estar


desincronizado con tu propio self. (Rogers C. , 1997)

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6. Defensas.-

Cuando te encuentras en una situación donde existe una incongruencia entre tu imagen de
ti mismo y tu inmediata experiencia de ti mismo (entre tu Ideal del yo y tu Yo) (a partir de
este momento utilizaremos indistintamente los conceptos de Ideal del Self, Ideal del Yo,
Yo ideal, etc. Para definir de forma más simple el mismo concepto exclusivamente con
fines pedagógicos, aun sabiendo que estos conceptos son etimológicamente distintos
según las distintas escuelas psicológicas), te encontrarás en una situación amenazante. Por
ejemplo, si te han enseñado a que te sientas incómodo cuando no saques “A”2 en todos tus
exámenes, e incluso no eres ese maravilloso estudiante que tus padres quieren que seas,
entonces situaciones especiales como los exámenes, traerán a la luz esa incongruencia; los
exámenes serán muy amenazantes.

Cuando percibes una situación amenazante, sientes ansiedad. La ansiedad es una señal que
indica que existe un peligro potencial que debes evitar. Una forma de evitar la situación
es, por supuesto, poner “pies en polvorosa”(3) y refugiarte en las montañas.

Dado que esta no debería ser una opción muy frecuente en la vida, en vez de correr
físicamente, huimos psicológicamente, usando las defensas.

La idea rogeriana de la defensa es muy similar a la descrita por Freud, exceptuando que
Rogers la engloba en un punto de vista perceptivo, de manera que incluso los recuerdos y
los impulsos son formas de percepción. Afortunadamente para nosotros, Rogers define
solo dos defensas: Negación y distorsión perceptiva.

La negación significa algo muy parecido a lo que significa en la teoría freudiana:


Bloqueas por completo la situación amenazante. Un ejemplo sería el de aquel que nunca
se presenta a un examen (porque sabe que va hacer el ridículo), o el que no pregunta
nunca las calificaciones (porque sabe que son pésimas), de manera que no tenga que
enfrentarse a las notas finales (al menos durante un tiempo). La negación de Rogers
incluye también lo que Freud llamó represión: Si mantenemos fuera de nuestra conciencia
un recuerdo o impulso (nos negamos a recibirlo), seremos capaces de evitar la situación
amenazante (otra vez, al menos por el momento).

La distorsión perceptiva es una manera de reinterpretar la situación de manera que sea


menos amenazante. Es muy parecida a la racionalización de Freud. Un estudiante que está

2
Equivalente a 20 en la calificación nominal del sistema educativo peruano
3
Huir de esa situación y encerrarte en tu habitación.
16
amenazado por las calificaciones y los exámenes puede, por ejemplo, culpar al profesor de
que enseña muy mal, o es un “borde”, o de lo que sea. (Aquí también intervendría la
proyección como defensa – según Freud- siempre y cuando el estudiante no se crea
además capaz de superar exámenes por inseguridad personal). El hecho de que en efecto
existan malos profesores, hace que la distorsión sea más efectiva y nos pone en un aprieto
para poder convencer a este estudiante de que los problemas son suyos, no del profesor.
También podría darse una distorsión mucho más perceptiva como cuando uno “ve” la
calificación mejor de lo que realmente es.

Desafortunadamente, para el pobre neurótico (y de hecho, para la mayoría de nosotros),


cada vez que usa una defensa, crea una mayor distancia entre lo real y lo ideal. Se va
tornando cada vez más incongruente, encontrándose cada vez más en situaciones
amenazantes, desarrollando mayores niveles de ansiedad y usando cada vez más y más
defensas...se vuelve un círculo vicioso que eventualmente será imposible de salir de él, al
menos por sí mismo.

Rogers también aporta un explicación parcial para la psicosis: Ésta surge cuando “se
rebosa el caldero”; cuando las defensas se sobresaturan y el mismo sentido del self (la
propia sensación de identidad) se “esparce” en distintas piezas desconectadas entre sí.

Su propia conducta tiene poca consistencia y estabilidad de acuerdo con esto. Le vemos
cómo tiene “episodios psicóticos”; episodios de comportamientos extraños. Sus palabras
parecen no tener sentido. Sus emociones suelen ser inapropiadas. Puede perder su
habilidad para diferenciar el self del no-self y volverse desorientado y pasivo. (Rogers C. ,
1997)

Actualización Sociedad Incongruencias - Neurosis


Self desestructurado (Psicosis)

Valoración Condicionantes Situaciones amenazantes


orgásmica de valía

Ansiedad
Recompensa Recompensa positiva
positiva condicionada
Defensas

Self real Self ideal


Incrementos de la 17
incongruencas
7. La persona Funcional al completo.

Como Maslow, Rogers solo se interesa por describir a la persona sana. Su término es
funcionamiento completo y comprende las siguientes cualidades:

7.1. Apertura a la experiencia.-

Esto sería lo opuesto a la defensividad. Es la percepción precisa de las experiencia


propias en el mundo, incluyendo los propios sentimientos. También comprende la
capacidad de aceptar la realidad, otra vez incluyendo los propios sentimientos. Los
sentimientos son una parte importante de la apertura puesto que conllevan a la
valoración organísmica. Si no puedes abrirte a tus propios sentimientos, no podrás
abrirte a la actualización. La parte difícil es, por supuesto, distinguir los sentimientos
reales de aquellos derivados de la ansiedad subsecuente a cuestiones de valía
personal.

7.2. Vivencia existencial.-

Esto correspondería a vivir en el aquí y ahora. Rogers, siguiendo su tendencia a


mantenerse en contacto con la realidad, insiste en que no vivimos en el pasado ni en
el futuro; el primero se ha ido y el último ni siquiera existe. Sin embargo, esto no
significa que no debamos aprender de nuestro pasado, ni que no debamos planificar
o ni siquiera soñar despiertos con el futuro. Simplemente, debemos reconocer estas
cosas por lo que son: memorias y sueños, los cuales estamos experimentando ahora,
en el presente.

7.3. Confianza organísmica.-

Debemos permitirnos el dejarnos guiar por los procesos de evaluación o valoración


organísmica. Debemos confiar en nosotros, hacer aquello que creemos que está bién;
aquello que surge de forma natural. Esto, como imagino que podrán observar, se ha
convertido en uno de los puntos espinosos de la teoría rogeriana. La gente diría: “sí,
no hay problema, haz lo que te surja”; o sea, si eres un sádico, haz daño a los demás;
si eres un masoquista, hazte daño; si las drogas o el alcohol te hacen feliz, ve a por
ello; si estás deprimido, suicídate...Desde luego esto no nos suena a buenos consejos.
De hecho, mucho de los excesos de los sesenta y setenta fueron debidos a esta
actitud. Pero a lo que Rogers se refiere es a la confianza en el propio yo; en el sí
mismo real y la única manera que tienes para conocer lo que es verdaderamente tu

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self es ¡abriéndote a la experiencia y viviendo de forma existencialista! En otras
palabras, la confianza organísmica asume que está en contacto con la tendencia
actualizante.

7.4. Libertad experiencial.-

Rogers pensaba que era irrelevante que las personas tuvieran o no libre albedrío. Nos
comportamos como si lo tuviéramos. Esto no quiere decir, por supuesto, que somos
libres para hacer lo que nos dé la gana: estamos rodeados de un universo
determinista, de manera que aunque bata las alas tanto como pueda, no volaré como
Superman. Realmente lo que significa es que nos sentimos libres cuando se nos
brindan las oportunidades. Rogers dice que la persona que funciona al cien por cien
reconoce ese sentimiento de libertad y asume las responsabilidades de sus
oportunidades.

7.5. Creatividad.-

Si te sientes libre y responsable, actuarás acorde con esto y participarás en el mundo.


Una persona completamente funcional, en contacto con la actualización se sentirá
obligada por naturaleza a contribuir a la actualización de otros. Esto se puede hacer a
través de la creatividad en las artes o en las ciencias, a través de la preocupación
social o el amor paternal, o simplemente haciendo lo mejor posible el trabajo propio.
La creatividad de Rogers es muy parecida a la generatividad de Erikson.

8. Terapia.-

Carl Rogers es mejor conocido por sus contribuciones en el área terapéutica. Su terapia ha
cambiado en un par de ocasiones de nombre a lo largo de su evolución: al principio la
llamó no-directiva, ya que él creía que el terapeuta no debía guiar la paciente, pero sí estar
ahí mientras el mismo llevaba el curso de su proceso terapéutico. A medida que maduró
en experiencia, Carl se dio cuenta que mientras más “no-directivo” era, más influía a sus
pacientes precisamente a través de esa postura. En otras palabras, los pacientes buscaban
una guía en el terapeuta y lo encontraban aunque éste intentara no guiarles. (Boeree D. R.,
2003)

De manera que cambió el nombre a centrada en el paciente (también llamada terapia


centrada en el cliente). Rogers seguía creyendo que el paciente era el que debía decir lo
que estaba mal, hallar formas de mejorar y de determinar la conclusión de la terapia

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(aunque su terapia era “centrada en el paciente”, reconocía el impacto del terapeuta
sobre el paciente). Este nombre, desafortunadamente, supuso una cachetada en la cara
para otros terapeutas: ¿es que no eran la mayoría de las terapias “centradas en el
paciente”?

Actualmente, a pesar de que los términos “no-directiva” y “centrada en el paciente” se


mantienen, la mayoría de las personas simplemente le llaman terapia rogeriana. Una de las
frases que Rogers utiliza para definir su terapia es “de apoyo, no reconstructiva” y se
apoya en la analogía de aprender a montar en bicicleta para explicarlo: Cuando ayudas a
un niño a aprender a montar en bici, simplemente no puedes decirle cómo, debe tratarlo
por sí mismo. Y tampoco puedes estarle sujetando para siempre. Llega un punto donde
sencillamente le dejas de sostener. Si se cae, se cae, pero si le agarras siempre, nunca
aprenderá. Es mismo sucede en la terapia.

Si la independencia (autonomía, libertad con responsabilidad) es lo que quieres que un


paciente logre, no lo logrará si se mantiene dependiente de ti como terapeuta. Los
pacientes deben experimentar sus introspecciones por sí mismos, en la vida cotidiana,
fuera de la consulta de su terapeuta. Un abordaje autoritario en la terapia parece resultar
fabuloso en la primera parte de la terapia, pero al final solo crea una persona dependiente.

Existe solo una técnica por la que los rogerianos son conocidos:

a) El reflejo. El reflejo es la imagen de la comunicación emocional: Si el paciente dice


“¡me siento como una m%&!”, el terapeuta puede reflejar esto de vuelta diciéndole
algo como “Ya. La vida le trata mal, ¿no?” Al hacer esto, el terapeuta le está
comunicando al paciente que de hecho está escuchando y se está preocupando lo
suficiente como para comprenderle.

También el terapeuta está permitiendo que el paciente se de cuenta de lo que él mismo


está comunicando. Usualmente, las personas que sufren dicen cosas que no quieren
decir por el hecho de que el sacarlas le hace sentir mejor. Por ejemplo, una vez una
mujer entró en su consultorio y dijo “¡Odio a los hombres!”. Le reflejé diciéndole:
“¿Odia a todos los hombres?” Ella contestó: “Bueno, quizás no a todos”. Ella no
odiaba a su padre, ni a su hermano y por continuidad, ni a mí. Incluso con esos
hombres a los que “odiaba”, se dio cuenta luego que en la gran mayoría de ellos no
sentía hasta el punto de lo que la palabra “odio” implica. De hecho, mucho más

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adelante se percató de que lo que sentía era desconfianza hacia los hombres y de que
tenía miedo de que le trataran como lo hizo un hombre en particular.

De todas formas, el reflejo debe usarse cuidadosamente. Muchos terapeutas novatos lo


usan sin sentirlo o sin pensarlo, repitiendo como loros las frases que salen de la boca
de sus pacientes. Luego creen que el cliente no se da cuenta, cuando de hecho se ha
vuelto el estereotipo de la terapia rogeriana de la misma manera en que el sexo y la
madre lo han hecho en la terapia freudiana. El reflejo debe surgir del corazón
(genuino, congruente).

Esto nos conduce a los famosos requerimientos que según Rogers debe presentar un
terapeuta. Para ser un terapeuta especial, para ser efectivo, un terapeuta debe tener tres
cualidades especiales:

 Congruencia. Ser genuino; ser honesto con el paciente.

 Empatía. La habilidad de sentir lo que siente el paciente.

 Respeto. Aceptación, preocupación positiva incondicional hacia el paciente.

Rogers dice que estas cualidades son “necesarias y suficientes”: si el terapeuta muestra
estas tres cualidades, el paciente mejorará, incluso si no se usan “técnicas especiales”.
Si el terapeuta no muestra estas tres cualidades, la mejoría será mínima, sin importar la
cantidad de técnicas que se utilicen. Ahora bien, ¡esto es mucho pedir a un terapeuta!
Simplemente son humanos, y con frecuencia bastante más “humanos” que otros. Es
como ser más humanos dentro de la consulta que lo que normalmente somos. Estas
características deben dejarse ver en la relación terapéutica.

Estamos de acuerdo con Rogers, aunque estas cualidades sean bastante demandantes.
Algunas de las investigaciones sugieren que las técnicas no son tan importantes como
la personalidad del terapeuta, y que, al menos hasta cierto punto, los terapeutas
“nacen”, no se “hacen”.

9. Cliente en oposición a paciente.

Para muchos el uso del término cliente puede resultar chocante y contrario al espíritu de la
psicología humanista. El motivo de abandonar el término paciente viene dado por la
connotación del vocablo, relacionado con la patología, lo cual implica una relación
asimétrica en donde el enfermo busca la ayuda de un superior, el terapeuta o sanador. La

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contrapropuesta es que no existe tal cosa como la enfermedad mental, sino formas
disfuncionales de vivir. (Alvarez Linares, 2017)

El solicitante de un servicio o proceso psicoterapéutico toma así el término cliente, ya que


es una persona activa en la solución de su problema y, como parte de esa búsqueda activa,
ha decidido iniciar este proceso psicoterapéutico. Dentro de la relación terapéutica, cliente
y psicoterapeuta tienen por tanto el mismo "estatus", de modo que el cliente es totalmente
libre para dirigir por medio de la psicoterapia su propio camino de desarrollo personal.

10. El proceso terapéutico.

Según Rogers, el cliente es el que lleva el peso de la terapia (auto-directividad) y no el


terapeuta. Sin embargo, el terapeuta tiene que ofrecer al cliente una relación que se define
por tres condiciones necesarias y suficientes para lograr el éxito de la misma. Las tres
primeras características o condiciones son Empatía, Aceptación positiva incondicional y
Autenticidad o Congruencia. Todo el proceso de la psicoterapia puede traducirse como la
actitud del psicoterapeuta en una profunda creencia de respeto y aceptación del cliente y
de sus propias capacidades para el cambio: de este modo, todo lo que se hace en la
psicoterapia (si entendemos esta como una escuela o enfoque, de la que surgen técnicas o
estrategias) es la instrumentalización de esa actitud. Desde el uso del silencio a la empatía,
vienen a trasmitir este mensaje implícito.

Estas tres condiciones relacionales mencionadas son llamadas actitudes de base:

 La aceptación y consideración incondicionalmente positiva de la persona en búsqueda


de ayuda. Se acepta sin condición alguna la manera en que ella está dispuesta a
revelarse y demostrarse en la relación frente al terapeuta.

 La empatía centrada en la persona sufriente. Es la capacidad del terapeuta de entrar en


el mundo del cliente y de comprender con exactitud sus vivencias como si el terapeuta
fuese el otro. Esta comprensión empática facilita la concientización, favorece el
acompañamiento terapéutico y promueve el desarrollo personal.

 La autenticidad del terapeuta permite a menudo un diálogo sincero y constructivo


directo entre el terapeuta y el cliente. El terapeuta sigue siendo un experto, pero él se
comunica también como ser humano al servicio del cliente sufriente.

La relación centrada en el cliente se define además por un mínimo de contacto establecido


entre el cliente y el terapeuta, el cliente debe estar en un estado de incongruencia y, por

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último, el cliente debe, de una manera u otra, darse cuenta de la presencia del terapeuta y
de la relación ofrecida (lo que, a veces, no ocurre, por ejemplo, en caso de una psicosis
aguda).

Una relación definida por las actitudes de base genera una multitud de interacciones
terapéuticas cada vez más adaptadas a la relación con el cliente, a su persona y situación
particular, favoreciendo la capacidad natural e inherente en cada persona de poder
desarrollarse de manera constructiva (tendencia natural de cada persona a su auto-
actualización, es decir a desarrollarse y madurar).

El ser humano nace con un conocimiento intuitivo (inmediato) de sus necesidades


organísmicas. A medida que se desarrolla, va empezando a construir un esquema de sí
mismo con base a ese conocimiento. En los avatares de sus relaciones con el mundo y los
otros, puede recibir dos clases generales de retroalimentación: consideración positiva
incondicional y consideración positiva condicional. En tanto recibe ésta última, el sujeto,
quien tiene necesidad de aceptación, aprende a rechazar partes de su sí mismo que los
demás desaprueban, con lo cual pierde parte de su proceso de satisfacción de esas
necesidades que ya no reconoce de sí.

La tesis central e hipótesis de trabajo terapéutico, es que, al dar consideración positiva


incondicional, entre otras “condiciones suficientes para el cambio terapéutico”, el cliente
podrá recuperar su funcionamiento organísmico óptimo.

Constantemente, Rogers en su obra “Psicoterapia Centrada en el Cliente”, enfatiza que las


emociones, en muchos casos disfuncionales, se manifiestan visceral o fisiológicamente,
pero que estas expresiones emocionales no han sido representadas (o simbolizadas según
sus propias palabras) adecuadamente en la consciencia, ya que su representación podría
suponer un peligro para la propia percepción que se tiene de sí (sí-mismo) y peligrar con
ello la propia autoestima.

11. El proceso de convertirse en persona.

Rogers describe el proceso que viven las personas que ingresan a terapia y describe siete
etapas:

 Fijeza: es el estado que comúnmente es descrito como neurótico.

 Vivir la experiencia de ser plenamente aceptado: al inicio de la relación terapéutica, el


primer cambio que vive la persona es entrar en un ambiente que no le condiciona, lo

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que convierte en innecesarios los patrones de comportamiento que ha desarrollado
para enfrentar al mundo hostil y condicionante en que se desenvuelve cotidianamente.

 Desarrollo y flujo de la expresión simbólica: la persona en proceso comienza a


desarrollar una expresión verbal más allá de los lugares comunes y que le permita
expresarse con más propiedad conforme a su vivencia.

 Flexibilización de los constructos y flujo de los sentimientos: se comienzan a


cuestionar los valores y creencias que han llevado a la persona a un estado de
permanente insatisfacción, y se permite ver las cosas de forma distinta. Además, en
esta etapa se advierte una mayor libertad para expresar los sentimientos.

 Flujo organísmico: la estructura personal del cliente manifiesta una mayor relajación,
los sentimientos son expresados con mayor libertad, las creencias son libremente
cuestionadas y hay una necesidad por explorar nuevas formas de comportamiento.

 Inicio de la experienciación plena: es la fase de la terapia en que las personas llegan al


"punto de no retorno", donde es posible que abandonen el proceso terapéutico y no
experimenten retrocesos dado que toman conciencia de que son ellas las responsables
de su vivencia y experiencia.

 Fluidez: es la descripción de una persona que funciona plenamente.

12. Incongruencia.

La parte nuestra que encontramos en la tendencia actualizadora, seguida de nuestra


valoración organísmica, de las necesidades y recepciones de recompensas positivas para
uno mismo, es lo que Rogers llamaría el verdadero yo (self). Es éste el verdadero “tú”
que, si todo va bien, vas a alcanzar.

Por otro lado, dado que nuestra sociedad no está sincronizada con la tendencia
actualizante y que estamos forzados a vivir bajo condiciones de valía que no pertenecen a
la valoración organísmica, y finalmente, que solo recibimos recompensas positivas
condicionadas, entonces tenemos que desarrollar un ideal de sí mismo (ideal del yo). En
este caso, Rogers se refiere a ideal como algo no real; como algo que está siempre fuera
de nuestro alcance; aquello que nunca alcanzaremos.

El espacio comprendido entre el verdadero self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo
debería ser” se llama incongruencia. A mayor distancia, mayor será la incongruencia. De

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hecho, la incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como neurosis: estar
desincronizado con tu propio self.

13. Defensas.

Cuando te encuentras en una situación donde existe una incongruencia entre tu imagen de
ti mismo y tu inmediata experiencia de ti mismo (entre tu Ideal del yo y tu Yo) (a partir de
este momento utilizaremos indistintamente los conceptos de Ideal del Self, Ideal del Yo,
Yo ideal, etc. Para definir de forma más simple el mismo concepto exclusivamente con
fines docentes, aun sabiendo que estos conceptos son etimológicamente distintos según las
distintas escuelas psicológicas), te encontrarás en una situación amenazante. Por ejemplo,
si te han enseñado a que te sientas incómodo cuando no saques “A” en todos tus
exámenes, e incluso no eres ese maravilloso estudiante que tus padres quieren que seas,
entonces situaciones especiales como los exámenes, traerán a la luz esa incongruencia; los
exámenes serán muy amenazantes. (Llanos Rodriguez, 1998)

Cuando percibes una situación amenazante, sientes ansiedad. La ansiedad es una señal que
indica que existe un peligro potencial que debes evitar. Una forma de evitar la situación
es, por supuesto, poner “pies en polvorosa” y refugiarte en las montañas. Dado que esta no
debería ser una opción muy frecuente en la vida, en vez de correr físicamente, huimos
psicológicamente, usando las defensas.

La idea rogeriana de la defensa es muy similar a la descrita por Freud, exceptuando que
Rogers la engloba en un punto de vista perceptivo, de manera que incluso los recuerdos y
los impulsos son formas de percepción. Afortunadamente para nosotros, Rogers define
solo dos defensas: negación y distorsión perceptiva.

La negación significa algo muy parecido a lo que significa en la teoría freudiana: bloqueas
por completo la situación amenazante. Un ejemplo sería el de aquel que nunca se presenta
a un exámen, o que no pregunta nunca las calificaciones, de manera que no tenga que
enfrentarse a las notas finales (al menos durante un tiempo). La negación de Rogers
incluye también lo que Freud llamó represión: si mantenemos fuera de nuestra consciencia
un recuerdo o impulso (nos negamos a recibirlo), seremos capaces de evitar la situación
amenazante (otra vez, al menos por el momento).

La distorsión perceptiva es una manera de reinterpretar la situación de manera que sea


menos amenazante. Es muy parecida a la racionalización de Freud. Un estudiante que está
amenazado por las calificaciones y los exámenes puede, por ejemplo, culpar al profesor de
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que enseña muy mal, o es un “borde”, o de lo que sea. (Aquí también intervendría la
proyección como defensa – según Freud- siempre y cuando el estudiante no se crea
además capaz de superar exámenes por inseguridad personal). El hecho de que en efecto
existan malos profesores, hace que la distorsión sea más efectiva y nos pone en un aprieto
para poder convencer a este estudiante de que los problemas son suyos, no del profesor.
También podría darse una distorsión mucho más perceptiva como cuando uno “ve” la
calificación mejor de lo que realmente es. (Ponce, 1999)

14. La terapia.

A estas alturas de la exposición, un terapeuta no versado en el enfoque rogeriano podría


argüir que no se ha dicho nada nuevo hasta el momento, dado que todos los enfoques
buscan en mayor o menor medida favorecer la capacidad de crecimiento, y que todo
psicoterapeuta que amerite tal título debe comenzar por aceptar y tratar de comprender a
sus pacientes. Sin embargo, no se trata sólo de tener piadosamente en cuenta dichos
aspectos, haciendo gala de humanitarismo o de haber tenido un buen entrenamiento.
Dichos aspectos SON la base del enfoque y constituyen, antes que nociones gaseosas,
actitudes plenamente asimiladas de las que se van a desprender las técnicas. (Sánchez,
2002)

Se consideran así dos factores:

1) La actitud que tiene el terapeuta, su filosofía operacional básica frente a la dignidad y la


significación del individuo (hipótesis básica),

2) Su instrumentalización a través de métodos adecuados.

Las actitudes del terapeuta deben ser trasmitidas de manera indirecta, impregnadas en las
comunicaciones, pero no formuladas abiertamente en ninguna de ellas. A veces esto no es
comprendido planamente y por esta razón algunos asumen que la actitud centrada en el
cliente consiste en ser pasivos e indiferentes, en "no entrometerse". Pero ello de plano es
incorrecto y, más aún, es nocivo, porque la pasividad de hecho es asumida como rechazo;
además, suele terminar por aburrir al sujeto al ver que no recibe nada.

El enfoque plantea más bien que el terapeuta debe ayudar a clarificar las emociones del
cliente, ser un facilitador en el proceso de hacerlas consientes, y por ello manejables y no
patológicas. Pero no asumiendo un rol de omnisapiente y todopoderoso, que lleva al

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cliente de la mano diciéndole "Yo te acepto" y devolviéndole "masticadito" el material
que éste le proporciona. (Amar, 1971)

A semejanza de la dicotomía gestáltica figura-fondo, en esta psicoterapia se persigue que


el fondo (el campo experiencial no consiente, lo oculto, lo temido) pase a ser figura
(conciencia, parte del self, del sí mismo). El Yo "engorda", se vuelve más eficaz en el
manejo de la realidad interna, consumiendo menos energías en la construcción de defensas
que lo protejan contra la angustia.

Según Rogers, cuando las condiciones terapéuticas están presentes y se mantienen, es


decir que:

 Existe una relación de contacto entre cliente y terapeuta

 Una situación de angustia y desacuerdo interno en el cliente

 Una situación de acuerdo interno en el terapeuta

 Sentimientos de respeto, comprensión, aceptación incondicional y empatía en el


terapeuta

Entonces se pone en marcha, motivada por la tendencia innata a la actualización, cierto


proceso que podemos catalogar de terapéutico, el mismo que constaría de las siguientes
características:

 Aumento en el cliente de la capacidad para expresar sus sentimientos de modo verbal


y no verbal.

 Estos sentimientos expresados se refieren más al Yo.

 Aumenta también la capacidad de distinguir los objetos de sus sentimientos y de sus


percepciones.

 Los sentimientos que expresa se refieren cada vez más al estado de desacuerdo que
existe entre ciertos elementos de su experiencia y su noción del Yo.

 Llega sentir conscientemente la amenaza que lleva consigo este estado de desacuerdo
interno. La experiencia de amenaza se hace posible gracias a la aceptación
incondicional del terapeuta.

 Gracias a ello el cliente llega a experimentar plenamente (al convertir el fondo en


figura) ciertos sentimientos que hasta entonces había deformado o no confesado.

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 La imagen del Yo (sí mismo, self) cambia, se amplía, hasta permitir la integración de
elementos de la experiencia que no se hacían consientes o se deformaban.

 A medida que continúa la reorganización de la estructura del Yo, el acuerdo entre esta
estructura y la experiencia total aumenta constantemente. El Yo se vuelve capaz de
asimilar elementos de la experiencia que antes eran demasiado amenazadores para que
la conciencia los admitiera. La conducta se vuelve menos defensiva.

 El cliente es cada vez más capaz de sentir y admitir la aceptación del terapeuta sin
sentirse amenazado por esta experiencia.

 El cliente siente una actitud de aceptación incondicional respecto a sí mismo.

 Se va dando cuenta que el centro de valoración de su experiencia es él mismo.

 La valoración de su experiencia se hace cada vez menos condicional, y se lleva a cabo


sobre la base de experiencias vividas. El cliente evoluciona hacia un estado de acuerdo
interno, de aceptación de sus experiencias.

15. Referencias bibliográficas recomendadas.-

Rogers era un gran escritor; serán un verdadero placer para leer.

 La mayor exposición de sus teorías se encuentra en su libro Client - centered Therapy


(1951).
 Existen dos colecciones de ensayos muy interesantes: On Becoming a Person (1961) y
A Way of Being (1980).
 Finalmente, existe una buena colección de su trabajo en el The Carl Rogers Reader,
editado por Kirschenbaum and Henderson (1989).
Listado de libros de Rogers recomendados que se encuentran en castellano:
 ROGERS, C. y Mariam KINGET (1971) Psicoterapia y relaciones humanas (dos
tomos). Madrid: Alfaguara.
 ROGERS, C. (1972) Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires: Paidós.
 ROGERS, C. (1978) Orientación psicológica y psicoterapia. Madrid: Narcea.
 ROGERS, C. (1979) El proceso de convertirse en persona. Buenos Aires: Paidós.
 ROGERS, C. y otros (1980) Persona a persona. Buenos Aires: Amorrortu.
 ROGERS, C. y C. ROSENBERG (1981) La persona como centro. Barcelona: Herder.

28
 Recomendamos el artículo publicado en el siguiente “link” en Internet:
http://psicologia-online.com/colaboradores/cvasquez/rogers.htm (Copyright 2003, Dr.
Rafael Gautier and Dr. George Boeree)

29
16. Conclusiones.

Carl Rogers es sin lugar a ninguna duda una de las grandes figuras de la psicología del
siglo XX. Sus aportaciones van más allá de la creación de la psicoterapia centrada en el
cliente, (también conocido como Counselling) un modelo de intervención y concepción
del ser humano de corte humanista

Aportó a todos los psicólogos clínicos las bases de cómo debe ser la relación entre el
paciente y su psicólogo en sus afamadas actitudes rogerianas, la base de lo que
actualmente se le conoce Alianza Terapéutica, factor que la investigación ya ha señalado
como clave para que una psicoterapia sea eficaz.

A lo largo de su carrera desempeñó importantes cargos como investigador, psicoterapeuta


y referente en el mundo de la psicología como la presidencia de la APA, cátedras y
puestos de profesor en diferentes universidades (Ohio, Chicago, Wisconsin - Madison o el
Instituto de Ciencias de la Conducta del Oeste) y también fue un referente y requerido
para otros ámbitos como el educativo, con importantes instituciones como la CIA (en la
Human Ecology Fund, que realizaba estudios sobre la persona para la agencia de
inteligencia).

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17. Bibliografía consultada.

Alvarez Linares, E. S. (2017). Introducción a la Psicoterapia. Trujillo - Perú: Universidad


San Pedro, Vicerectorado Académico, Facultad de Ciencias de la Salud, Escuela
de Psicología.
Amar, A. (1971). Desarrollo y evolución de la psicología. En La Psicología Moderna de
la A a la Z. Madrid, España: Mensajero.
Boeree, D. C. (15 de Septiembre de 1987). webspace.ship.edu. Obtenido de
https://webspace.ship.edu/cgboer/rogersesp.html
Boeree, D. R. (24 de Junio de 2003). psicologia-online.com. Obtenido de
http://psicologia-online.com/colaboradores/cvasquez/rogers.htm
Greenberg, L. &. (1997). Working with Emotions in Psychotherapy. New York: The
Guildford Press.
Llanos Rodriguez, E. (17 de Abril de 1998). psicoenfoque.wikispaces.com. Obtenido de
https://psicoenfoque.wikispaces.com/Terapia+centrada+en+el+cliente
Phares, E. &. (2003). Psicología Clínica: Conceptos, Métodos y Aspectos Prácticos de la
Profesión. México: International Thomson Editores S.A.
Ponce, C. (15 de Agosto de 1999). slideshare.net. Obtenido de
https://es.slideshare.net/amilkarvs/psicoterapia-centrada-en-el-cliente-de-carl-roger
Rogers, C. (1961). On Becoming a Person: A Therapist’s View of Pshychotherapy. New
York - USA: Houghton Mifflin Company.
Rogers, C. (1997). Psicoterapia centrada en el cliente. Barcelona, España: Ediciones
Paidós Ibérica, ISBN: 9788475090948, Año de edición:1981, Traducción de Silvia
Tubert.
Sánchez, H. y. (2002). Diccionario biográfico de psicología contemporánea. Lima, Perú:
Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma.

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