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PERU UN BOTIN DE GUERRA

Introducción

Con la promesa de “honradez, tecnología y trabajo” el ingeniero Alberto Fujimori


logro derrotar en las elecciones a Vargas Llosa y es así como en el año 1990 se
convirtió en el 55º presidente del Perú.

En el poder se despojó de su promesa electoral, poniendo en cambio su verdadera


adenda política, cooptar y capturar al Estado, para lo cual puso en funcionamiento
un sistema nacional y centralizado de corrupción el cual tuvo como piedra angular
y organismo de mando al Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), merced a la cual
con su alter ego Montesino, Perú se convirtió en un botín de guerra al servicio del
abuso extremo del poder.

Así la ilegalidad, el soborno, la malversación de fondos, el fraude, la extorsión, el


clientelismo, la colusión, la persecución y el crimen del adversario, el silenciamiento
de las voces opositoras dejó atrás al Estado, a sus Instituciones, a la Democracia,
a la Justicia, y a los Derechos Humanos.

Los sometidos, silenciados y encarcelados pudieron cuan ave fénix despertar en el


año 2000, recuperar al Perú del dictador Fujimori y su condicional mentor
Montesinos.

Desarrollo

La corrupción es un flagelo que no distingue horizontes geográficos ni perfiles


ideológicos en los pueblos en los que introduce sus tentáculos y cada hecho que
emerge, convulsiona sorprende.

Alberto Fujimori fue un mandatario que desde su prédica liberal y su condición de


apolítico connoto una acción de gobierno que atrajo la voluntad de su pueblo
otorgándole por dos veces el ejercicio de la más alta magistratura de su nación y
concluyo con un tercer intento. La corrupción en el afloro con un hecho casi menor,
para muchos hasta normal, cual fue utilizar falsas declaraciones para beneficiarse
en el otorgamiento de una parcela fiscal declarando ser campesino cuando en
verdad era agrónomo, lo que lo llevo a ser rector de la Universidad Agraria para
desde allí iniciar su carrera presidencial.

En la defensa de aquel hecho se relacionó con un corrupto militar, Vladimiro


Montesinos, durante años su ángel de la guarda y socio en la estructuración de un
organigrama para estatal, poderoso y clandestino que le otorgo millones de dólares,
hasta que Suiza detecto en sus bancos depósitos que no pudo justificar y lo
condenaron.

El andar de la corrupción fujimorista y en especial desde el momento del autogolpe


en el año 1992 hasta 1998, implemento el proyecto de copamiento y captura del
Estado mediante la organización y construcción de un régimen nacional autoritario
y centralizado, en el que desapareció la responsabilidad pública y todo sistema de
control de la responsabilidad.

Todo lo cual le permitió inmovilizar al Estado y la República enlazando al Ejecutivo,


a los órganos de Justicia y de control judicial, al poder legislativo y, ató fuertes nudos
con sectores privados.

El accionar de Fujimori fue posible porque los diferentes poderes del Estado , y
fomentaron el apoyo político al régimen y todos se convirtieron en defensores
guardianes del régimen, sometiéndose a la extorsión, el chantaje y la prebenda más
allá de lo que les permitían las normas formalmente establecidas, todo lo cual
socavó la gobernanza del Estado el cual fue cooptado por quienes lo convirtieron
en un botín para obtener ganancias espurias en función de la ambición e interés
desmedida , muchos de los cuales ilícitos como los del crimen organizado que por
lo generar se contraponen al interés publico y a la Republica.

Pese a tener una conformación piramidal que nacía en Fujimori, bajaba a


Montesinos y se triangulaba hacia todas piezas del Estado, la corrupción en Perú
se horizontalizó, haciendo que todo el funcionamiento, o la mayor parte de las
dependencias oficiales, fueran corruptas y viciosas.

Ese andar destruyó las defensas propias de la democracia fracturando a la


sociedad. La economía alcanzó niveles elevadísimos de inflación, deterioró el
salario, la producción y agotó las reservas. El hambre y la miseria, la desigualdad,
fueron un caldo de cultivo para el rechazo generalizado de un caudillo que se
consagró atropellando y se debilito por incumplir sus promesas consagrado a la
búsqueda de su enriquecimiento personal y afán de poder.

La consecuencia fue el debilitamiento de su consenso, la perdida de la credibilidad,


el fortalecimiento de la oposición y la irrupción de agrupaciones violentas que le
declararon la guerra, lo jaquearon y lo tuvieron a mal traer.

La gran corrupción de Fujimori generó múltiples efectos, atentó contra los ideales y
exigencias de un Estado democrático, socavando en la ciudadanía la credibilidad
de sus instituciones y de los funcionarios públicos, quienes al igual que Fujimori
dejaron de lado sus deberes y responsabilidades públicas y en el cumplimiento de
sus funciones se despojaron de la responsabilidad, ética y transparencia y
cimentaron un orden político- social y económico basado en la impunidad.

Insuficiente en el ejercicio político Alberto Fujimori apeló al absolutismo iniciando la


persecución de todo tipo de opositor, su desapego a la Constitución, a los Derechos
Humanos se vieron expresados en la apelación a la violencia desde el Estado, para
resolver o destruir a quienes osaran reclamar por los legítimos conflictos sociales,
políticos, económicos, jurídicos que fueron socavados en su régimen. Y con un
desprecio por la República y la Democracia respondió a la violencia con violencia y
negó a los derechos humanos vigencia, con violaciones recurridas.

En la algidez de su deterioro, y al cabo de tres búsquedas de la presidencia, el


fujimorismo anuló el parlamento adoptando características de dictadura cívica
mediante un autogolpe que destruyo las instituciones. Su fin fue la huida a Japón,
dejando el poder en manos de un gobierno de transición que debió doblegar
esfuerzos e imaginar herramientas para reconstruir un país que al igual que muchos
de esta parte del mundo llevan la corrupción en su gen.

Los actos de corrupción entre 1990 y el 2000 habían sido investigados con
intensidad y por muchos sectores de la prensa, que documentados sirvieron a la
oposición para echar luz mediante una Procuraduría Ad Hoc que explicó muchas de
las tropelías cometidas.

El combate a la corrupción, inmediatamente posterior a la caída del régimen de


Alberto Fujimori, tuvo sus idas y vueltas, sin embargo, en el año 2006 durante la
Presidencia de Alan García del Partido Aprista Peruano sobre las bases de las
propuestas de Trabajo constituido merced a lo establecido por el Decreto Supremo
N.º 004-2006 JUS, se formuló un Plan Nacional de Lucha contra la corrupción. Para
la elaboración del mismo fueron invitados a participar representantes de
instituciones públicas y privadas, representantes de la sociedad civil, y colegios
profesionales.

El Plan formulo siete Objetivos prioritarios a saber 1: Promover el Fortalecimiento


del Sistema de Lucha contra la Corrupción articulado. 2: Institucionalizar en la
administración pública las prácticas de buen gobierno, la ética, la transparencia y la
lucha contra la corrupción. 3.Articular una estrategia judicial eficaz e integral contra
la corrupción. 4: Promover prácticas y/o conductas en el sector empresarial para
combatir la corrupción. 5: Promover la activa participación de los medios de
comunicación en la lucha contra la corrupción.6: Lograr el compromiso de la
sociedad para que participe de manera activa en la lucha contra la corrupción y la
fiscalice. 7: Desarrollar esfuerzos concertados a nivel internacional en la lucha
contra la corrupción nacional. Commented [G1]: http://www.pcm.gob.pe/InformacionG
ral/plan_anticorrupcion/plan_anticorrupcion.pdf

Sin embargo el Plan Nacional de Lucha contra la corrupción , demostró que no


constituía una política pública prioritaria para el Poder Político, otras demandas ,
otras prioridades ocuparon la adenda de Gobierno y poco a poco la importancia del
tema anticorrupción se fue diluyendo en la práctica para quienes detentan el poder
no así para la ciudadanía quien ha colocado el problema de la corrupción como el
más importante, aunque su percepción sobre lo que el gobierno realiza pone de
manifiesto que es poco esperanzadora: el 86% califica como poco o nada eficiente
el desempeño del Poder Ejecutivo en su lucha contra la corrupción; el 50%
considera al presente gobierno tan corrupto como los anteriores, y 20% incluso más
que los anteriores; el 58% considera que la corrupción en el país será igual, algo
peor o mucho peor.

Frente a lo la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, ha optado por un trabajo a largo


plazo. Pero en el Perú aquí, como en el resto de América Latina, la continuidad de
las políticas públicas ha sido un reto no superado de manera satisfactoria.

La década que ha seguido a la caída del régimen de Fujimori se parece, al menos


en el tema anticorrupción, a lo que ha sucedido en el resto de América Latina: las
enseñanzas que pudieron adquirirse del primer impulso que se le dio al tema, en los
primeros años de la primera década del siglo, no han sido aprovechados.

Conclusión

Consagrado como paradigma de la corrupción Fujimori y su fujimorismo no han


alcanzado para que las democracias, en nuestro caso las latinoamericanas, no
repitan experiencias trágicas. Y lo peor es que dirigentes y representados observan
la tragedia como algo inherente al Estado y a la política. Este sino, esta debilidad,
no se detiene y una y otra vez los pueblos con representaciones fallidas consagran
democracias débiles que legitiman la inequidad, la desigualdad en las posibilidades
y la injusticia.

Aunque paradigmático, el Caso Fujimori resulta insuficiente para considerar a la


corrupción y el tremendo condicionamiento que el flagelo representa para la
estabilidad democrática de las naciones.
Quizás la novedosa irrupción del neoliberalismo de Alberto Fujimori en la realidad
de una nación de estirpe conservadora y conductas ancestrales, lo hayan convertido
en centro de atención.

Carente de visos de originalidad en su conducta y con el valor agregado de haberle


infligido una derrota a Vargas Llosa, su debilitamiento, su proceso de desintegración
y su caída estruendosa quedaron indelebles en el Estado peruano fisuras que
perduran y que posibilitaron, de una manera renovada, obtener dividendos y
prebendas a otros gobernantes que le sucedieron.

Esta realidad desembocó en el reciente suicidio del ex presidente Alan García, como
hecho saliente.

La corrupción en el Perú no es ajena a lo que acontece en muchos países de


América Latina y es similar a las otras economías emergentes, pero mucho mayor
que el de las economías avanzadas, y si bien existen organismos de control sobre
la gestión pública y la rendición de cuentas, la experiencia pone de manifiesto un
déficit de valores éticos para fortalecer o forjar una cultura de lucha contra la
corrupción.

El mal uso, activo o pasivo, de los poderes de los funcionarios de gobierno para
obtener beneficios financieros o de otro tipo personal o político”. Esta definición se
centra en el abuso por parte de los actores públicos. No cubre actos fraudulentos
perpetrados exclusivamente por ciudadanos privados que no involucran a
funcionarios públicos. Esta exclusión no significa que el comportamiento del sector
privado no sea relevante. Todo lo contrario, a menudo la corrupción involucra a un
actor del sector privado.

Y como señala Robert Klitgaard, la corrupción no es un delito pasional, sino un Commented [G2]: Controlando la corrupción
https://www.academia.edu/26519996/Soluciones_para_co
crimen de cálculo económico que radica en tres premisas. Primero, la posibilidad de mbatir_la_Corrupci%C3%B3n_desde_el_postulado_de_Rob
ert_Klitgaard
que me atrapen, segundo, para el caso de que me atrapan que me condenen; y
tercero, si me condenan que las sanciones sean de bajo o nulo costo personal.
Anualmente el Banco Mundial elabora indicadores para medir "gobernanza", el de
"control de la corrupción" lo cual permite evaluar que acontece en la realidad sobre
este flagelo. Un valor 100 en este indicador equivale a un total control de la
corrupción. Al comparar los valores obtenidos por los países de América latina y el
Caribe entre 2005, 2010 y 2015, el control de la corrupción muestra una tendencia
descendente (59, 58 y 53), o sea, un control cada vez peor.

Compartimos lo que señala Oscar Oszlak, cuando afirma ¨que son las instituciones
(la burocracia, los sindicatos, la policía, los juzgados, los partidos políticos, las
corporaciones) y no los ciudadanos de a pie quienes deben asumir una firme
voluntad política para modificar la cultura vigente. No existe evidencia histórica de
una sociedad que haya transformado sus valores desde el reconocimiento de la
culpa individual extrapolada a la de un colectivo social. Es a las instituciones a las
que corresponde dirigir, orientar y hacer cumplir la ley. Si quienes mandan sólo
buscan preservarse en el poder, si en lugar de gobernar honesta y sabiamente, se
dedican a negocios espurios, a enriquecerse rápidamente, a mentir y engañar, no
Commented [G3]: https://www.lanacion.com.ar/opinion/
pueden sino convertirse en espejo de la sociedad a la que dicen servir.¨¨ por-que-fracasa-el-control-de-la-corrupcion-nid2048512
31 de julio de 2017

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