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1 Antecedentes históricos sobre la


discapacidad
A lo largo de la historia, las personas con discapacidad (PCD) han vivido
en situación de desventaja y han sido discriminadas, excluidas
socialmente y despreciadas por su condición. Se les han negado derechos
fundamentales y el acceso a oportunidades de desarrollo (educación,
trabajo, seguridad social, entre otros) y a derechos que son esenciales
para garantizar una vida digna. Esto se debe, en buena medida, a los
prejuicios que durante mucho tiempo se han tenido sobre la discapacidad
y los estigmas sociales que se les han impuesto a las personas que están
en esta situación.
Los estudios sobre discriminación por discapacidad plantean la existencia
de tres paradigmas sobre el fenómeno, es decir, un conjunto de creencias
cuyo núcleo central es socialmente aceptado o no es cuestionado en un
tiempo y espacio determinados y que sirve para resolver problemas,
afrontar situaciones y avanzar en el camino del conocimiento. En el caso
de la discapacidad, los paradigmas han marcado la pauta en la manera en
cómo se trata a las personas que pertenecen a este grupo.
Al día de hoy, es posible encontrar, en una misma comunidad, situaciones
y actitudes que reflejan la atención y trato hacia las PCD, desde las tres
perspectivas que explicaremos a continuación:

a) Paradigma tradicional o de prescindencia (exclusión social)


La prescindencia es la acción y efecto de evitar la participación en una
disputa, lucha o competencia entre otras personas o grupos de personas.
Siguiendo esta definición, el paradigma tradicional o de prescindencia
considera a la discapacidad como una forma de castigo divino del cual la
familia y la persona con discapacidad deben sentirse avergonzados. Este
paradigma genera actitudes de rechazo, marginación, abandono y
aislamiento.
Lo podemos ubicar desde la antigüedad greco-romana, este paradigma
asume como innecesarias a las personas con discapacidad en virtud de
haber recibido castigos divinos; mensajes diabólicos, derivados de los
errores o faltas cometidos por las madres y padres; este grupo de
creencias asume que las personas con discapacidad en nada contribuyen
a la sociedad, o que, simplemente, no vale la pena vivir con discapacidad.
Desde la Edad Media, principalmente en Francia, se construyeron
fortalezas y ciudades amuralladas en donde se escondían a centenares
de personas con algún tipo de discapacidad.
La sociedad, como consecuencia de lo anterior, busca prescindir de las
personas con discapacidad a través de acciones como el infanticidio de
niños y niñas con discapacidad o por medio de la marginación o exclusión.
A continuación se ofrecen algunos ejemplos de la permanencia de este
paradigma en el presente:

 Giovanna es una niña con una discapacidad muy severa. Tiene madre
y un hermano. Su discapacidad mental afectó a toda su familia. No
tenían suficiente dinero para comprar comida y medicamentos. La
madre estaba desesperada, así que intentó matar a la hija. (DRI y
CMDPDH, 2010: p.23)
 Tenemos a un niño aquí de nombre Israel. Vivió en un bote para
basura hasta los doce. Perdió un ojo. Fue enviado aquí, a esta
institución, cuando las autoridades lo encontraron. Ahora es autista
(DRI y CMDPDH, 2010:p. 23).
 Rosa es una joven con síndrome de Down. Fue sometida por su
familia a la esterilización para protegerla de un embarazo no deseado.
Esta situación incapacita legalmente a Laura, quien quiere ser madre.
(Relatora por México de la Convención de la ONU sobre Derechos de
Personas con Discapacidad, Ana Peláez, 2013).

Ilustración 4. Paradigma tradicional del concepto de discapacidad


b) Paradigma médico asistencial o de rehabilitación (integración social)
Este modelo médico asistencial sitúa a la discapacidad como un
"problema" que radica en la persona, quien requiere tratamientos médicos
para ser rehabilitada; asimismo, entiende a la persona con discapacidad
como objeto de análisis clínico, de seguridad social, de cuidado médico o
de caridad, alejándose de la idea de la persona como un sujeto titular de
derechos.
El modelo médico asistencial considera que las causas de la discapacidad
son, como su nombre lo indica, médicas, por lo tanto, deja de asumir las
creencias tradicionalistas o de prescindencia, bajo este paradigma, las
personas con discapacidad (PCD) no son innecesarias, ni el resultado de
la ira o el castigo divino. El paradigma médico sostiene que las PCD se
pueden integrar a la sociedad, siempre y cuando estas personas sean
rehabilitadas o “curadas”.
Su abordaje se basa principalmente en las opiniones y prácticas científicas
del conocimiento médico y de la salud que ve a la discapacidad como una
enfermedad causada directamente por una deficiencia, trauma u otra
condición de salud, que por lo tanto requiere de la asistencia médica. El
“problema” es ubicado en la condición física de las personas con
discapacidad y no en la sociedad, por lo que las alternativas de solución
son médicas y el rol de las personas con discapacidad es de pacientes.
Bajo el paradigma asistencialista, se cree que las PCD deben hacer un
esfuerzo titánico para normalizar su situación e integrarse como puedan a
la sociedad. Nunca se considera que la sociedad y el entorno constituyan
un obstáculo que limita las capacidades y los planes de vida
independientes de las PCD. Muchos programas encaminados a este
sector de la población siguen el paradigma asistencialista que centra sus
esfuerzos en el empoderamiento y “normalización” de la PCD, pero deja
de lado y sin atender a la sociedad que permanece incapaz de cambiar su
entorno y hacerlo más incluyente.
El paradigma asistencialista logra atender a las PCD y las ayuda a lograr
una vida medianamente independiente, esto representa un gran avance;
sin embargo, no logra integrar la perspectiva de Derechos Humanos que
se expondrá a continuación y que es la clave para la inclusión y la igualdad
real de oportunidades.
En este sentido, las demandas de atención de las personas con
discapacidad se enfocan principalmente a dotar de servicios de
rehabilitación, acercar ventajas tecnológicas y desarrollar mejores
conocimientos clínicos para explicar y dar respuesta de adaptación a
deficiencias biológicas y anatómicas que alteran el funcionamiento normal
de la persona. En consecuencia, el tratamiento de la discapacidad se
encuentra encaminado a conseguir la cura o una mejor adaptación de la
persona.
La discapacidad de una persona es vista como una dificultad, que la
medicina no ha podido vencer, una anormalidad que no le permite a la
persona integrarse de manera plena a la sociedad. Por lo tanto la persona
debe luchar sola contra la deficiencia para adaptarse a un mundo que no
está hecho para él.

Ilustración 5. Paradigma médico asistencial del concepto de discapacidad

c) Paradigma de Derechos Humanos (inclusión social)


El modelo de Derechos Humanos, se enfoca en la dignidad de la persona
humana, entendiendo a la dignidad humana como: El sentimiento de
deferencia con respecto a las personas. Reconocimiento adecuado de los
derechos y responsabilidades de los individuos como agentes o sujetos
morales dotados de dignidad, al ser considerados (al menos
potencialmente) el "origen" racional de exigencias morales y que son
personas sujetas a su cumplimiento y en un segundo plano, en la
discapacidad. La discapacidad es la deficiencia física, mental o sensorial,
ya sea de naturaleza permanente o temporal, progresiva o regresiva, grave
o leve, congénita o adquirida, determinante o continua; que limita la
capacidad de ejercer una o más actividades esenciales de la vida diaria,
que puede ser causada o agravada por el entorno económico y social.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el término
discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las
limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las
deficiencias son complicaciones que afectan a una estructura o función
corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar
acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas
para participar en situaciones vitales.
El paradigma de Derechos Humanos localiza la condición de la
discapacidad fuera de la persona y lo ubica en la sociedad que no ha sido
capaz de adaptarse a las necesidades de todas las personas que la
conforman.

Ilustración 6. Paradigma de Derechos Humanos del concepto de discapacidad

El Estado mexicano, al firmar y ratificar la Convención sobre los Derechos


de las Personas con Discapacidad que entró en vigor el 3 de mayo del
2008, se erige como el responsable de eliminar las barreras creadas
socialmente que impiden a las PCD gozar de un igual respeto y disfrute de
sus Derechos Humanos.
El modelo de Derechos Humanos en lugar de buscar la rehabilitación de
la persona con discapacidad, busca la rehabilitación de la sociedad; es
decir, una sociedad preparada para hacer frente a las necesidades de
todas las personas sin importar su condición. Busca rescatar las
capacidades en lugar de acentuar las discapacidades de las personas.
Por lo anterior, el modelo aboga por las mismas oportunidades de
desarrollo para niños/as con discapacidad que la de niños/as sin
discapacidad; es decir, educación inclusiva, adaptada a las necesidades
de todos/as, dejando la educación especial como última medida.
Asimismo, se plantea la inclusión de las personas con discapacidad en el
mercado laboral ordinario.
El modelo de Derechos Humanos nace a finales de la década de los años
setenta del siglo XX en los Estados Unidos e Inglaterra, época en que las
personas con discapacidad y las organizaciones de personas con
discapacidad hacen notar su situación de “ciudadanos de segunda clase”
y comienzan a hablar de las barreras sociales y ambientales; así como de
las actitudes discriminatorias como las medidas que incapacitan a las
personas.
Se comienzan a distinguir, entonces, los conceptos de deficiencia y
discapacidad señalando que la primera es una pérdida o limitación total o
parcial de un miembro, órgano o mecanismo del cuerpo, mientras que la
segunda es la desventaja causada por la organización social que no
considera a las personas con deficiencias y las excluye de las actividades
cotidianas de la sociedad.
De acuerdo con este paradigma, no se trata de que las personas con
discapacidad se adapten al medio social buscando la normalización, sino
que la sociedad logre comprender que la discapacidad es parte de las
diferencias propias de la naturaleza humana y que por lo tanto, es
necesario que se adopten medidas que tiendan a garantizar su plena
inclusión.

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