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La regulación en relación con los alimentos saludables está siendo constantemente revisada
y modificada, y constituye uno de los temas de mayor dinamismo en los organismos
regulatorios y en la industria alimentaria. El concepto de desarrollar alimentos no sólo para
disminuir las deficiencias nutricionales, sino más bien para proteger la salud de la
población fue desarrollado a principios de los años 80 en Japón, a través del Ministerio de
Salud, preocupado por los elevados gastos en salud de la población japonesa con alta
expectativa de vida. Es así como creó un marco regulatorio que favorecía el desarrollo de
estos alimentos, que en la actualidad se conocen como FOSHU (Foods for Specified Health
Use) (3).
FITOQUÍMICOS Y QUIMIOPREVENCIÓN
Prototipos de este grupo de alimentos son la cebolla y el ajo, alimentos utilizados como
condimentos o especias en guisos y ensaladas. Ambos productos se justifican como
alimentos saludables por su alto aporte de flavonoides, compuestos polifenólicos con
propiedades antioxidantes y compuestos organoazufrados, respectivamente, cuyo consumo
se asocia en estudios epidemiológicos y experimentales con disminución de riesgos de
enfermedad cardiovascular, stress oxidativo y además poseen un efecto anticancerígeno
(13). El elevado contenido de inulina de la cebolla también es interesante, debido a que este
compuesto no se digiere ni absorbe a nivel del intestino delgado, fermenta a nivel de colon
y estimula selectivamente el desarrollo de los bacilos lácticos que son denominados
probióticos y son beneficiosos para la ecología intestinal (14); sin embargo, su aporte
nutritivo es escaso. En consecuencia, son alimentos cuyo consumo se justifica por sus
propiedades saludables y organolépticas y no por sus propiedades nutricionales.
Otro ejemplo de alimento de este grupo es el té, el que aporta polifenoles y en forma
específica flavonoides como el kemferol y quercetina, las que se correlacionan con la
disminución de enfermedades crónicas no transmisibles. Su consumo tiene que ser alto para
que se manifiesten las propiedades saludables. Se ha comunicado que una ingesta de
flavonoides de 30 mg diarios (equivalentes a 5 a 6 tazas de té) o más disminuye la
mortalidad de enfermedad cardiovascular desde un 18,5 por 1000 a un 7,8 por 1000.
Además, las catequinas son fuertes antioxidantes que actúan como anti-inicio, anti-
promoción y anti-progresión de la carcinogénesis (15). Este producto tampoco aporta
elementos nutritivos, y constituye un excelente representante de la quimoprevención.
Un ejemplo de este grupo de alimentos es el poroto común o frijol, que presenta un alto
contenido de proteínas, almidones de velocidad de digestión intermedia, un alto contenido
de fibra dietética, fitatos, taninos y oligosacáridos no digeribles (16). El yogur es un
alimento funcional con buen valor nutritivo por su alto aporte de calcio, proteínas de buena
calidad, alto contenido de riboflavina y aporte de probióticos, que le otorgan el sello de
alimento funcional.
Un buen ejemplo de éstos es el chocolate. La pasta del cacao posee una alta concentración
de polifenoles, de flavanales como la catequina y epicatequina, flavonoles como la
quercetina y antocianidinas como las cianidinas y sustancias estimulantes como las
metilxantinas (teobromina y cafeína) (18). Sin embargo, el alto contenido de grasa saturada
(principalmente ácido esteárico, 18:0) en la manteca de cacao y de azúcares, lo hacen poco
recomendables para las personas con riesgo de obesidad y enfermedades relacionadas. Por
lo tanto, la recomendación de su consumo debe evaluarse de acuerdo a la persona a la que
va dirigida.
En este grupo se encuentran el vino y la cerveza, que provocan una gran discusión en
cuanto a la recomendación que propende a un aumento de su consumo. Aunque contienen
flavonoides y otros fitoquímicos saludables, el consumo de estas bebidas alcohólicas debe
moderarse en países en que el alcoholismo es un riesgo para la salud (19).
MENSAJES SALUDABLES
Conjuntamente con estos cambios, han adquirido gran relevancia como problemas de salud
a nivel poblacional las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) las que, junto con
los accidentes, determinan casi dos tercios de las muertes totales del país. Si bien la
etiología de estas enfermedades es de origen multifactorial, un consumidor bien informado,
capaz de escoger sus alimentos, está en clara ventaja en relación al desinformado. Uno de
los aspectos cruciales para el desarrollo y comercialización de los alimentos funcionales es
la regulación existente acerca de los mensajes saludables («health claims») que pueden
llegar al consumidor. En efecto, la información referente a las propiedades saludables de
los alimentos es conducida a través de diferentes canales, siendo la prensa escrita, la radio y
la televisión, los medios en que se produce con mayor frecuencia la transmisión de esta
información. Esta forma de difusión, si es permanente con respecto a un alimento o a un
componente alimentario, produce un impacto evidente en la población, como ha ocurrido
con la descripción de los aspectos saludables del vino tinto, cuyo consumo por sí solo no
inhibe el desarrollo de enfermedad cardiovascular. La mayor parte del material empleado es
generado y facilitado por las empresas alimentarias y a menudo su difusión genera
utilidades al medio que las difunde y no se explicita que es un espacio solicitado por la
empresa, por lo tanto se comunica como una noticia y en consecuencia los consumidores e
incluso los profesionales de la salud tienen dificultad para discernir acerca del origen de la
información. Otra vía efectiva y desenfadada de información es internet, en donde existe un
porcentaje menor de información confiable sobre las características saludables de los
alimentos. En su gran parte esta información es sesgada y motivada por diferentes intereses,
especialmente los económicos. Finalmente, la forma de comunicación más directa
corresponde a los mensajes saludables que se incluyen en el envase del producto o en
material anexo al producto o bien en las variadas formas de mercadeo del alimento. Esta
comunicación es la que está más normada por las autoridades de salud y sobre la cual
apuntan los esfuerzos de las compañías alimentarias con el propósito de lograr la
aprobación de nuevos mensajes saludables. Por otra parte, la autorización oficial de un
mensaje saludable ligado al alimento que se comercializa garantiza un apoyo científico y
gubernamental.
Con respecto a este último punto, existe acuerdo acerca de que los alimentos funcionales
están indicados para mejorar la calidad saludable de la dieta; sin embargo, se debe poner
atención en los posibles efectos no deseables o incluso tóxicos del consumo de estos
alimentos. La evaluación de la inocuidad es difícil, debido a su complejidad y al costo que
significa realizar estudios de largo plazo en humanos. Por lo tanto, la mayor evidencia
surge de estudios realizados en animales de experimentación o in vitro, empleando
biomarcadores específicos que puedan evidenciar una respuesta a corto plazo, entre ellos su
capacidad prooxidante, que se expresa cuando hay presencia de Cu o Fe libre, su
potencialidad mutagénica y/o su capacidad proliferativa celular. Ejemplos de estas acciones
negativas son los estudios con alto contenido de fibra dietética que demuestran un aumento
de la proliferación celular a nivel intestinal, la actividad mutagénica de algunos
flavonoides, la formación de compuestos N-nitroso que son cancerígenos y que es inducida
por fenoles y tiocianatos presentes en alimentos vegetales, la promoción de cáncer al
páncreas por el Se, que paradojalmente y tomando en cuenta otros criterios, es considerado
como un nutriente anticancerígeno (24). Aún cuando estos estudios no son numerosos ni
concluyentes, exigen su profundización y encienden una luz amarilla en el diseño de los
alimentos funcionales.
CONCLUSIONES
En el país no existe todavía una normativa que se utilice en la evaluación y control de los
alimentos funcionales. Los antecedentes expuestos están indicando claramente la necesidad
de preocuparse en forma urgente acerca de la comercialización de estos alimentos en los
diferentes países. Las acciones que cada país debe emprender para enfrentar el desafío que
conlleva el rápido crecimiento de la comercialización de estos productos y la consecuente
demanda de la industria de alimentos por obtener una regulación que permita difundir las
propiedades saludables de estos productos, se facilitan si se integra a los actores
comprometidos en diferentes formas con el tema de los alimentos saludables y funcionales.
Esta integración debe ser promovida por los Ministerios de Salud y entre los sectores que
debieran participar están:
RESUMEN
Dirigir correspondencia a:
Prof. Héctor Araya L
Independencia 1027, Santiago, Chile
Teléfono: 678 6130
Casilla 13898, Correo 21.
E-mail: haraya@machi.med.uchile.cl
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