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LUIS MARÍA ALDANA V. OH
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DEDICATORIA
A las Parroquias donde nacieron los
Beatos, a sus familiares por la ofrenda
de sus hijos, a los enfermos y necesitados,
a los Hermanos Hospitalarios de la
Provincia Colombiana y de la Región
de América Latina y a toda la Orden
Hospitalaria de San Juan de Dios.
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INDICE
Dedicatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Carta del Superior General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Introducción de la primera edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Introducción: La hospitalidad se escribe con sangre. . . . . . . . . 25
PRIMERA PARTE
EL MARTIRIO UNA CONSTANTE EN LA VIDA DE LA IGLESIA
CAPITULO I
MÁRTIRES DE TODOS LOS TIEMPOS
CAPÍTULO II
9
SEGUNDA PARTE
JUAN DE DIOS
UNA VIDA, UN CAMINO, UNA HISTORIA
CAPÍTULO III
Contexto histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Origen e itinerario de su vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Su vocación a la hospitalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Cambia de nombre y recibe el hábito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Colaboradores y hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Enfermedad y muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Su glorificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
10
TERCERA PARTE
CAPÍTULO V
TIEMPOS DRAMÁTICOS PARA LA IGLESIA Y
PARA LA ORDEN
CAPITULO VI
MÁRTIRES COLOMBIANOS DE LA ORDEN
HOSPITALARIA
El sanatorio San José en Ciempozuelos. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Traslado de los hermanos a España. . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Primeros mártires del sanatorio de Ciempozuelos . . . . . . . . . 96
Inicia la tragedia en Ciempozuelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Carta del Superior General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
IDENTIFICACIÓN
DE LOS HERMANOS COLOMBIANOS
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CUARTA PARTE
PRIMEROS BEATOS COLOMBIANOS
AL HONOR DE LOS ALTARES
CAPITULO VIII
EL AMOR ES MAS FUERTE QUE LA MUERTE
12
CAPITULO IX
PROCESOS DE BEATIFICACIÓN Y
CANONIZACIÓN
LA SANTIDAD EN COLOMBIA
Ausencia de santos canonizados en la Iglesia
colombiana
Candidatos al honor de los altares . . . . . . . . . . . . . . 169
Primicias de santidad en Colombia . . . . . . . . . . . . . . .170
13
INDEMNIZACIÓN A LOS FAMILIARES
DE LOS MÁRTIRES COLOMBIANOS
CUARTA PARTE
REPERCUSIÓN DEL MARTIRIO EN COLOMBIA
CAPITULO X
14
PROTESTA DE LA PRENSA Y DE PARTICULARES
15
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CARTA DEL SUPERIOR GENERAL
17
la sin razón segó la vida de muchas personas y de tantos
sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos solamente por su fe
cristiana. Sin embargo su martirio es un honor y una gracia para
la Iglesia y para la Orden, para todos nosotros, es un estímulo
y una llamada a vivir sin límites la fidelidad a la vocación y a la
misión de la hospitalidad. De entre los 98 Hermanos de San
Juan de Dios que ofrecieron sus vidas por Dios y por la Caridad
Hospitalaria fueron beatificados en dos fechas distintas 95. Un
primer grupo de 71 el 25 de octubre de 1992 y un segundo
grupo de 24 el 13 de octubre de 2103. La fiesta de todos ellos
se celebra cada año el 25 de octubre. De entre el primer grupo
de Hermanos beatificados sobresalen los siete Hermanos
Colombianos, que a pesar de los intentos que se hicieron para
que pudiesen abandonar el país y volver a Colombia, fueron
apresados y sufrieron el martirio la madrugada del 9 de agosto
de 1936 en Barcelona. Sus restos no se conservan porque fueron
enterrados en una fosa común en el cementerio de Montjuic,
donde años más tarde la Orden puso una lápida de mármol
en la que se esculpió una granada y la siguiente inscripción:
“Hermanos de San Juan de Dios nacidos en Colombia, Mártires
de la Hospitalidad. 9 de Agosto de 1936. Beatificados por
Juan Pablo II el 25 de octubre de 1992”. Los siete religiosos
beatos eran muy jóvenes, todos entre 23 y 29 años, varios de
ellos escolásticos, por tanto en periodo de formación. Quiero
citar sus nombres para honrarles y reconocer una vez más
su ejemplo y su testimonio: Beato Arturo Ayala Niño; Beato
Rubén de Jesús López Aguilar; Beato Juan Bautista Velázquez
Peláez; Beato Eugenio Ramírez Salazar; Beato Esteban Maya
Gutiérrez; Beato Melquiades Ramírez Zuloaga y Beato Gaspar
Páez Perdomo. La Iglesia reconoce el testimonio de fe y de
misericordia de estos Hermanos, llevado hasta el extremo de
dar sus vidas por amor y servicio a los enfermos y a los que
sufren. Nosotros una vez más queremos dar gracias a Dios por
estos Hermanos que, desentendiéndose de cualquier ideología
o interés no quisieron abandonar a los enfermos y que cuando
fueron movidos por sus Superiores a volver a Colombia
siguieron testimoniando su fe hasta dar la vida. “El portero
18
del edificio del Comité Popular de la calle Balmes (Barcelona)
testificó admirado a favor del heroico comportamiento de los
jóvenes, que con calma rezaban sus oraciones y eran consuelo
y estímulo para los otros encarcelados antes de su martirio”.
(Hno. Félix Lizaso, efemérides Juandedianas, Madrid 2014. Página
200)
Murieron jóvenes por mantenerse fieles a Cristo. Su vida es un
fruto precioso para la Iglesia y un camino de santidad para vivir
la fe desde la misericordia y la hospitalidad evangélica al estilo
de San Juan de Dios. Hemos de seguir implorándoles como
nuestros mejores intercesores delante del Señor para que su
sangre derramada como la de Cristo, siga dando grandes y
buenos frutos para la Iglesia y la Orden, particularmente en
Colombia. Hace ya más de 25 años de la beatificación de los
Beatos Colombianos. Les invito y les animo a seguir divulgando
y dando a conocer a estos “héroes de la Hospitalidad”, para
que su testimonio y ejemplo pueda ser conocido y seguido,
para que la vocación a la hospitalidad de San Juan de Dios,
como religiosos y como laicos, pueda ser seguida en nuestros
tiempos por muchas personas en Colombia y en todo el mundo.
Un saludo y un recuerdo muy especial para los familiares de
los Hermanos Beatos de Colombia. Para todos ustedes nuestro
cariño y nuestro agradecimiento, el de toda la Iglesia y el de
toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios: Ellos fueron
y son figuras centrales de nuestra Orden. Que tengan un feliz
Encuentro y celebren con mucha alegría la fiesta de nuestros
Mártires. Me uno a todos ustedes y ojalá que su testimonio nos
ayude a todos a vivir con entusiasmo nuestra fe y a crecer en la
fidelidad a nuestra vocación juandediana, como hicieron ellos,
verdaderos y ejemplares hijos de San Juan de Dios.
Unidos siempre en Cristo y en San Juan de Dios, reciban todos
mi saludo fraterno y hospitalario.
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INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN
21
Para Gloria de Dios, de la Iglesia, de la Orden Hospitalaria y de
Colombia, son los primeros beatos de nuestro país.
Durante siglos había esperado nuestra patria el ofrecer a
la Iglesia y al mundo la santidad de sus hijos. Finalmente,
ha llegado el momento con la beatificación de nuestros
compatriotas, a la que seguirán otras varias.
Santafé de Bogotá, octubre 25 de 1992.
22
PRESENTACIÓN
23
corazón la acción de Dios que guía la historia y la vida humana
en todas las circunstancias. Con esta esperanza, la llamada es
a ponernos a la escucha de lo que el Espíritu nos pide hoy a
todos, a través de los que vienen de la gran tribulación y que
han lavado sus vestiduras con la sangre del Cordero (Cf. Ap 7,
14).
La espiritualidad martirial de los beatos hospitalarios procede
de la fidelidad al Espíritu, acogiendo los dones de la fortaleza
y del discernimiento ante la más alta decisión de la vida,
dejando una huella profunda en nuestra Orden y entre sus
familiares. No cabe duda que la figura de quienes supieron
amar hasta el extremo motiva a hermanos y colaboradores
a vivir el carisma que dinamiza la misión con fuerza de los
valores que caracterizan a la Orden hospitalaria: calidad,
respeto, hospitalidad, responsabilidad y espiritualidad.
Y finalmente, nuestro reconocimiento y gratitud al Hno. Luis
María Aldana por su dedicación en la preparación de esta
nueva publicación, lo mimo que al P. Roberto Tisnés C.M.F.,
porque la primera edición ha sida básica para revisar y publicar
el presente libro.
Hno. Daniel Márquez B.
Superior Provincial
24
INTRODUCCIÓN
25
A la presente publicación, en relación con la primera, se
han agregado temas, se han modificado o ampliados
algunos contenidos, también ha tenido cambios y algunas
supresiones. Se han agregando algunos datos históricos y
carismáticos intentando resaltar los valores humanos, sociales
y espirituales y los hechos que rodearon a los protagonistas de
la gesta martirial.
Este documento con el nuevo título, Beatos Colombianos de
San Juan de DIOS: Hospitalidad y Misericordia hasta el Martirio,
invita a los lectores a profundizar las enseñanzas, a conocer
y asimilar la espiritualidad de los heraldos de la caridad que
desde su consagración religiosa y a partir de su martirio
“son semillas para nuevas siembras de evangelio”, como lo
expresara en 1992 el señor Cardenal Pedro Rubiano Sáenz.
Esta edición se caracteriza también por la sencillez y naturalidad
del estilo, como lo fue la vida de quienes por amor a Cristo
siguieron tras las huellas de san Juan de Dios en el ejercicio
de la hospitalidad, hasta que fueron arrancados físicamente
del surco de la Iglesia y de la Orden Hospitalaria. Su sacrificio
hizo que su “vida donada en el Espíritu” se convirtiera en
testimonio de fe y caridad. Su martirio se vuelve expresión
viva y culminante de su vocación hospitalaria desde aquel
nueve de agosto de 1936 cuando se unieron de manera plena
al misterio pascual siguiendo el itinerario, no de muerte, sino
de vida nueva en Cristo resucitado.
La afirmación de Tertuliano: “La sangre de los mártires es
semilla de nuevos cristianos” sigue siendo de actualidad. Como
en todos los mártires, también en los beatos hospitalarios, las
“semillas del Verbo” germinaron en su vida donada por amor
hecho misericordia cumpliéndose lo que dijo Jesús en el
sermón de la montaña: “Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7). Nuestros
Beatos vivieron el amor ágape “auténtico y sin condiciones en
su expresión, desinteresado en su motivación”, sin límites en
favor del prójimo, tanto en Colombia como en España.
Llegada la hora del supremo sacrificio, como testigos de
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la fe y del amor a Jesucristo, reafirman la verdad del
evangelio: “No hay un amor más grande que dar la vida
por los amigos” (Jn 15,13). Su vida y misión se apoyaba
en Jesús Buen Samaritano y, con la fuerza Espíritu Santo
mantuvieron la alegría en la esperanza, la fortaleza en
la tribulación y la constancia en la oración (Cf Rm 12, 12-
13) hasta el momento de su partida a la Patria definitiva
como aconteció en Barcelona, cuando fueron fusilados.
Nuestros beatos mártires “vivieron amando y murieron
personando”.
Al P. Tisnés, autor de la primera edición, le reiteramos
nuestra gratitud por el reflejo de su pluma en la presente
publicación. Ante todo, un grande agradecimiento al
Hno. Daniel Márquez, superior provincial, y al Consejo
por la aprobación de esta pequeña obra. Gracias
también a las personas de la oficina de comunicaciones
de la Curia y a las demás personas que han colaborado y
hecho posible el presente trabajo.
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28
PRIMERA PARTE
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30
CRISTO TESTIGO DE LA VERDAD
(Jn 18, 37)
31
prójimo que sufre y necesita de solidaridad. Como decía san
Ambrosio, cuando ya las persecuciones se habían acabado:
“¡Cuántos hoy son mártires en secreto y dan testimonio al
Señor Jesús!” (Comentario al Salmo 11).
Cristo como Testigo fiel, es el primer mártir del cristianismo. Él
se ofreció al Padre sacrificando su vida por amor y acogiendo
el plan de Dios para salvar a la humanidad. Él derramó su
sangre y dio su vida por la verdad y como testigo de la Verdad:
“Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para
dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37).
32
Animado por el amor a su pueblo, por causa de la fe y en
fidelidad al Evangelio, san Oscar Arnulfo Romero, en una
conferencia en Lovaina expresó:
“La verdadera persecución se está dirigiendo contra
el pobre pueblo, que hoy es el cuerpo de Cristo en la
historia. Esos son el pueblo crucificado como Jesús, el
pueblo perseguido como el siervo de Yahvé… Por ello,
cuando la Iglesia se ha organizado y unido, acogiendo
las esperanzas y las angustias de los pobres, ha
sufrido el mismo destino que Jesús y que los pobres: la
persecución”.1
1. cf. M. TOSCHI, Oscar Arnulfo Romero mártir del Evangelio del Señor en
la comunión con los pobres, en Mártires, juicio y don, 75-103.
33
En el Mártir del Calvario, vemos una “relación entre la cruz,
la justicia y el martirio alcanzados por Jesús, con la cruz”, la
justicia y el martirio para salvar a la humanidad y liberar a los
oprimidos y marginados de siempre. El obispo de San Salvador,
presintiendo el riesgo que corría su vida por estar con y junto
a su pueblo pobre y oprimido dijo: “Me van a matar pero yo
resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Así, con coraje unió la
fuerza de la cruz con la justicia y el martirio, siendo abrazado
por el amor de Cristo, que desde la cruz abrió amplios
horizontes de salvación y liberación para la humanidad.
34
Stabat Mater dolorosa juxta crucem lacrimosa. “Junto a la
cruz de Jesús estaba su madre” (Jn 19, 25). La Virgen María,
aunque no sufrió la muerte cruenta, es considerada Reina de
los mártires. El martirio de María no fue un morir en su cuerpo,
sino en su corazón, como lo había profetizado Simeón: “… ¡y a
ti misma una espada te atravesará el alma!” (Lc 2, 35). María se
convirtió en reina de los mártires porque su martirio superó el
dolor de todos los mártires, porque fue el más prolongado y el
más cruel.
35
36
Capítulo I
MÁRTIRES DE TODOS LOS TIEMPOS
37
de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad.
Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana.
Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza”.3
38
Eleazar, era uno de los principales escribas de Israel, el
anciano profundamente fiel a Dios, y por dar buen ejemplo a
los jóvenes afrontó el suplicio con gran coraje y alegría, a sus
noventa años de edad. (2 Macabeos 6, 18-31)
39
del profeta de ayer y de hoy, que habla en nombre de Dios,
no ha sido solo por defender la fe religiosa del pueblo y de
sus autoridades, sino en favor de la justicia, la compasión, la
verdad.6
40
aún no hablaban y ya confesaron a Cristo y dieron testimonio
de Él, no con sus palabras, sino con su sangre. Ellos fueron sin
saberlo, los primeros mártires que alcanzaron la palma de la
victoria. Más aún, ellos fueron salvadores del Salvador, porque
no sólo murieron por Cristo, si no también murieron en lugar
de Él.7
Con gran valor, Esteban lleno del Espíritu Santo habló con
gran sabiduría a las autoridades sobre la historia del pueblo de
Israel y exhortando a los judíos a rectificar sus errores, que los
llevó a rechazar a Jesús y a darle muerte crucificándolo. Dicho
esto, fue condenado y entregado a los acusadores, quienes
arremetieron contra él, echándole fuera de la ciudad, y mientras
7. Cf. @aciprensa, sermón de San Quodvultdeo, obispo de Cartago (Africa),
siglo V
41
lo apedreaban el diácono Esteban decía: “Señor Jesús, recibe
mi espíritu”. Y de rodillas exclamó con fuerte voz: “Señor, no les
tengas en cuenta este pecado”. Dicho esto, murió (Hechos 7,
54-60).
42
fue acompañada de escarnios, y así unos, cubiertos de pieles
de animales, eran desgarrados por los perros; otros, clavados
en cruces eran quemados al anochecer, convirtiéndose en
luminarias nocturnas.
43
La caridad que estamos llamados a vivir los cristianos, el
mandamiento nuevo (Jn 13, 34), supera todo límite impuesto
por una lógica humana y egoísta. Se trata de una caridad que
se traduce en unidad, respeto, servicio, ayuda eficaz y efectiva
a las personas que sufren la pobreza, la marginación y la
exclusión. En este servicio a la caridad, los seguidores de Jesús
van día a día muriendo para resucitar con Cristo.
El papa Francisco nos está invitando a tomar posición frente a
los retos que debemos asumir los cristianos, los consagrados y
toda persona de buena voluntad, para construir un mundo más
humano y solidario. En la perspectiva martirial, el amor que se
hace caridad vivida, muchas veces de manera heroica; caridad
que, a ejemplo de Cristo y de los mártires, está siempre abierta
al perdón y a la reconciliación. Los testigos de la misericordia
hasta el martirio nos invitan a “dar el primer paso”.
44
humano y la valentía sobrehumana, el deseo de vivir y
la voluntad de ser fieles hasta la muerte, el sentido de
la soledad ante el odio inmutable y, al mismo tiempo,
la experiencia de la fuerza que proviene de la cercana
e invisible presencia de Dios y de la fe común de la
Iglesia naciente. Es preciso recordar aquel drama para
que surja la pregunta: ¿algo de ese drama se verifica
en mí?”.
45
En la región de Cesarea de Filipo dijo Jesús: “…y yo a mi vez te
digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia,
y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16,
18).
46
edad de noventa y nueve años alcanzó la palma del martirio.
Sigue Matías, quien llenó la vacante dejada por Judas. Según
la tradición murió decapitado en Jerusalén. Andrés, hermano
de Pedro, predicó el evangelio en Asia, y Patras Grecia, muere
crucificado en Patras, el año 70 de nuestra Era cristiana. San
Marcos, se cree que fue discípulo de Pedro. A él se le atribuye
el evangelio escrito en griego. Sufrió el martirio en Alejandría,
probablemente el 25 de abril, después del año 63 d. C.
47
72 d.C. San Bartolomé. Predicó en varios países, y habiendo
traducido el Evangelio de Mateo al lenguaje de la India, lo
propagó en aquel país. Finalmente fue cruelmente azotado
y luego crucificado por los agitados idólatras. Santo Tomás,
llamado Dídimo, anunció el Evangelio en Persia y la India,
donde atravesado con una lanza muere mártir, probablemente
el año 72.
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TESTIGOS CREIBLES PARA LA
EVANGELIZACIÓN
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52
Capítulo II
53
Es deber de todos suplicar al Señor que aumente el espíritu de
santidad en toda la Iglesia y, en particular, en nuestra Orden
Hospitalaria, y nos conceda el milagro requerido para que
nuestros Beatos sean elevados al honor de los altares al ser
declarados Santos y nos ayuden a establecer la comunión con
Cristo, que derrama su sangre y acerca a quienes en un tiempo
estaban alejados (cf. Ef 2,13).
54
numerosas hoy que en los primeros siglos y en el primer
milenio. El mayor homenaje que todas las Iglesias tributarán
a Cristo en el umbral del tercer milenio, decía, será la
demostración de la omnipotente presencia del Redentor
mediante frutos de fe, esperanza y caridad en hombres y
mujeres de diversas lenguas y razas, que han seguido a Cristo
en las distintas formas de la vocación cristiana”.16
55
el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común
de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes.”18
56
religiosos y las religiosas, los esposos y padres de familia como
“ejemplo de amor incansable y generoso”, y todos los fieles,
independientemente de las condiciones, tareas o circunstancias
de su estado.19 En este sentido el desafío es dar pasos, pasar
de una evangelización de mantenimiento a un proceso de
evangelización, asumiendo la llamada de Aparecida que habla
de la “Conversión pastoral”.
57
la vida, con los pies en la tierra, sin dejar de mira al cielo,
buscando ser personas mejores, libres del egoísmo y de
la “autoreferencialidad”, y abiertas a los hermanos y a sus
necesidades. Este camino no lo recorremos solos, sino juntos,
con valentía y constancia día a día20.
Como habrá quienes se pregunten, sobre los beneficios que
puede traer a los miembros de la Iglesia las beatificaciones
y canonizaciones, y sobre el valor que tiene su testimonio,
el mismo Papa nos da la respuesta: “La santidad no conoce
fronteras”, y el testimonio de los santos “suscita en cada fiel un
verdadero anhelo de santidad”.21
Si comprendemos esto, todo cambia y adquiere un significado
nuevo, a partir de las pequeñas cosas de cada día. Hay que atré-
vanse a dar el primer paso nos dijo el Papa en la visita a Colombia
en septiembre de 2017. Esta llamada se debe entender que es para
todos los aspectos de nuestra vida.
58
SEGUNDA PARTE
JUAN DE DIOS
UNA VIDA, UN CAMINO, UNA HISTORIA
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60
CAPÍTULO III
Contexto historico
61
historiadores y biógrafos del Santo deberán esclarecer. Siempre
se ha creído que nació en Portugal, pero nuevas investigaciones
concluyen que no es segura esa teoría. Mientras se despeja esa
incógnita se siguen usando los datos actuales.
Pues bien, en ese pequeño país ubicado en la zona occidental de
la península Ibérica, nace Juan Ciudad Duarte en Montemayor
el Nuevo, en 1495, en un hogar humilde pero honrado y
cristiano, como eran sus padres. A los ocho años fue llevado
a España y dejado al cuidado de una familia de Oropesa. En
su nuevo hogar, Juan recibe una educación cristiana y en su
adolescencia se desempeña como zagal y pastor. A los 28 años
de edad se alista como soldado en el ejército español para
luchar en Fuenterrabía contra Francisco I, de Francia. Terminada
la batalla regresa a Oropesa y cuatro años después de nuevo se
encuentra en pie de guerra al mando de del capitán Fernando
Álvarez de Toledo, para luchar contra el ejército de Solimán
I (1520-1566), en Viena. Habiendo dejado la vida militar,
Juan se dirige a su pueblo natal para visitar a sus padres; allí
solo encuentra un tío quien le informa sobre el final de sus
progenitores. Le informa que su madre había muerto al poco
tiempo de su partida para España y su padre había ingresado
a un convento capuchino donde acabó sus días santamente.
Dolido en su alma, deja su patria y por Gibraltar llega a Céuta,
Africa; allí trabajó como albañil, ocupándose a la vez de ayudar
a una familia portuguesa exiliada y que él encontró muy
empobrecida. Tras pocos meses en dicha ciudad, regresa a
España y se dedica a vender libros y estampas religiosas y por
Sevilla sigue su camino de peregrino en búsqueda de una meta
concreta, dirigiéndose a Granda hacia 1538. Una leyenda dice
que en este viaje, “… cierto día en una villa cercana al pueblo
Gaucín, después de una jornada extenuante, Juan Ciudad
siente sed y dejando el fardo de libros al borde del camino baja
al río a beber agua y allí algo extraordinario aconteció; el niño
que lo había acompañado durante un trecho de camino lo
llama, mostrándole una granada abierta que remataba en una
62
cruz, diciéndole: “Juan de Dios, Granada será tu cruz”. Y el niño
desapareció”22.
Su vocacion a la hospitalidad
Nuestro Juan ya tiene 43 años de edad y por las aventuras
recorridas ya se puede intuir que Dios lo iba preparando para
un gran proyecto.
Lo ocurrido de camino al río Gaucin ¿fue una inspiración o una
voz que lo orientó a continuar su andadura hacia dónde? No se
sabe con certeza. Lo que sí es cierto es que Juan, al fin encontró
la Granada y la cruz, cuyo valor simbólico marcaron su vida y la
vida de la Orden Hospitalaria para siempre.
Paso a paso nuestro Juan va recorriendo el camino “hacia la
cumbre”, hacia la meta que, entre luces y sombras anhelaba
alcanzar. Al llegar a Granada en un rincón cerca a de Puerta
Elvira se establece y continúa vendiendo libros, hasta aquel 20
de enero de 1539, cuando el Señor a través de la predicación
de san Juan de Ávila (1500 – 1569) le “quiebra el corazón” y
emprende el camino de su conversión.
Él se sintió “herido del amor de Cristo”23. Fuera de sí por la crisis
que sufrió, va por las calles de la ciudad pidiendo misericordia
por sus pecados, y a partir de ese momento comienza a
vivir la experiencia del “vacío, la llamada, la alteración y la
identificación”24. Siente “la inconsistencia de la vida” y decide
“no confiar en sí mismo… sino en solo Jesucristo”25. Llegando
al local donde tenía los libros y demás pertenencias, reparte
todo y queda en un total despojo pero lleno de confianza en la
misericordia de Dios.
63
Siendo considerado loco lo internan en el Hospital Real de
Granada donde sufre en su propia carne el trato inhumano
que se daba a los pacientes mentales. Allí reclamaba a quienes
cuidaban a los enfermos: “... ¿por qué tratáis tan mal y con tanta
crueldad a estos pobres hermanos míos... no sería mejor que
los trataran con más caridad y amor?”26 Dolido por la injusticia,
de su alma brotó una plegaria, casi una profecía, cuando dijo:
«Jesucristo me traiga a tiempo y me dé gracia para que yo tenga
un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y
faltos de juicio, y servirles como yo deseo»27 .
64
Así nace el primer hospital de la Orden y allí empezó Juan de
Dios a realizar la misión de caridad en favor de los enfermos y
de los pobres. Esta primera casa de Dios se convierte en “cuna
de la Orden” y nace “la flor que faltaba en el jardín de la Iglesia”,
como dijera San Pío V en el acto de aprobación del Instituto
religioso, en 1571.
Cambia de nombre y recibe el Hábito.
Colaboradores y Hermanos
65
• Viaja a Valladolid a visitar a Felipe II para pedirle ayuda
para su hospital;
• El miércoles 3 de julio de 1549 realiza un acto heroico
sacando a los enfermos en el incendio del Hospital Real
de Granada;
• A comienzos febrero de 1550, para salvar a un muchacho
que se estaba ahogando, se arrojó al río Genil y por este
acto de humanidad su salud se afectó más y su vida
parecía que tocaba a su fin.
Su glorificación.
31. Cf. Francisco de la Torre Rodríguez, Perfil biográfico de san Juan de Dios, 2010.
32. Cf. Juan Ciudad Gómez, o. c. pág. 78.
67
68
Capítulo IV
LA ORDEN HOSPITALARIA EN EL MUNDO
69
para seguir su estilo de vida ejerciendo la hospitalidad. Hacia
1546 ya se encuentran en la “Casa de Dios” con los primeros
hermanos de hábito, Antón Martín y Pedro Velasco. Al morir
el santo en 1550, eran tan solo cinco los componentes de la
naciente Familia, protegidos por el arzobispo de Granada D.
Pedro Guerrero.
Después de la muerte del Santo empiezan las fundaciones en
España: Madrid (1552), Lucena (1555), Córdoba (1570). Tres
Hermanos estarán presentes en la guerra de las Alpujarras
(1568) dirigida por D. Juan de Austria contra los moriscos y
su jefe Aben Humeya y que concluyó en 1571. En este mismo
año, con ocasión de la batalla de Lepanto el 7 de octubre
que salvó a la cristiandad de los turcos, ocho hospitalarios
atendían a los heridos de las tropas cristianas, al mando de
Juan de Austria (1547 - 1578).
San Pío V autorizó a los Hermanos vestir el escapulario sobre
la túnica o habito, como también la de tener un sacerdote
de la Orden en cada casa, y la de poder pedir limosna para
sus hospitales, como Orden mendicante, siempre bajo la
obediencia del obispo. Sixto V ratificó estas concesiones con
la Bula “Etsi pro debito” del 1º de octubre de 1586. Desde años
antes, 1º de enero de 1572 el papa Pío V con la Bula “Licet ex
debito” aprobó la Orden dándole la Regla de san Agustín.
Finalmente Paulo V (1605-1621) determinó que hicieran los
tres votos solemnes de pobreza, castidad y obediencia, y el
cuarto de hospitalidad.
70
que en adelante, hagan tan solo el voto de servir a los pobres
bajo la obediencia del Ordinario. Los Hospitalarios dejaron de
ser un cuerpo único, la Orden perdió su unidad y el carácter
de su vida como comunidad religiosa autónoma dentro de la
Iglesia. El Breve pontificio hizo que los hospitales de Italia se
separaran de los de España, formándose a partir de entonces
dos congregaciones: la italiana y la española. El mismo papa
Clemente VIII con Breve Romani Pontificis Providentia del 9 de
octubre de 1596, revocó en parte su anterior Breve Ex Ómnibus
permitiendo a los Hermanos recobrar su estado anterior en
beneficio de los hospitales de España e Italia. De igual manera
concedía la facultad para que los Hermanos Mayores de todos
los hospitales de Italia, se reunieran en Roma para elegir el
Superior General que gobernara dicha Congregación.
El papa Paulo V con el Breve Piorum Virorum del 12 de abril de
1611 concedió a los Hospitalarios de España las mismas gracias
que su predecesor Clemente VIII había concedido a los de Italia.
Pero además aprobó que los Hermanos pudieran emitir los tres
votos solemnes de obediencia, pobreza y castidad, añadiendo
el cuarto de servir a los enfermos, y que en la Iglesia los
hospitalarios fueran reconocidos como verdaderos religiosos
y que esta Congregación sea verdadera y propia Religión, y
como tal contada entre las Órdenes y Religiones de la Iglesia
Católica; también fue concedido que en cada hospital pudiera
haber dos sacerdotes de la Orden.33
71
Ya en 1620 la congregación hispana contaba con 52 hospitales:
30 en España y 22 en América. Era el siglo XVII llamado “el
siglo de oro de la Orden” por su expansión y desarrollo.
En la difusión de la Orden Hospitalaria contribuyó la ayuda
del Señor, el espíritu de caridad y sacrificio de los Hermanos,
la solidaridad e interés de los pueblos, la protección de los
reyes de la Casa de Austria, especialmente de Felipe III (1578–
1621) y su esposa Margarita, a quienes se debe, en gran parte,
la difusión de la Orden en España y América. Muy valioso
fue también el apoyo de personas bienhechoras de la obra
benéfica al servicio de los pobres, enfermos y necesitados. En
España se crearon dos Provincias: la de Nuestra Señora de la
Paz en Andalucía y las la de San Juan de Dios en Castilla. A
éstas se sumaron la de San Juan de Dios en Portugal, (1671)
y las comisarías generales de San Bernardo o Tierra Firme en
la Nueva Granada (1626?), San Rafael en Perú y Chile y del
Espíritu Santo en México y Filipinas.
En el mismo siglo XVII la Orden sufrió la decadencia causada
por: la oposición de los reyes borbones, la legislación
civil sobre los hospitales particularmente en América y a
legislación que exigía disminuir el número de religiosos para
el servicio en los hospitales y prohibía recibir novicios en cada
convento. En el primer tercio del siglo XIX casi desaparece
la Orden Hospitalaria, debido inicialmente, a la supresión
de las Órdenes Religiosas dictada por Napoleón el 18 de
agosto de 1809. Como acontecerá en América a la hora de la
independencia, muchos hospitalarios se vieron obligados a
dejar los hospitales y otros salieron a luchar contra el invasor.
Aunque Fernando VII a su regreso a España el 22 de marzo
de 1814 ordena la devolución de los bienes y conventos
a los religiosos, el alzamiento capitaneado por el coronel
Riego en 1820, obligó a Fernando VII a jurar la Constitución
de Cádiz, cuyo sistema liberal lo lleva nuevamente aplicar un
proceso de supresión de las Órdenes Religiosas en España y
Latinoamérica.
72
En 1834 con ocasión del cólera morbo en Madrid, masones
y anticatólicos culpan a los frailes de esta peste, y la plebe
asalta los conventos el 18 de julio y asesina a más de 100
religiosos. Al año siguiente un nuevo decreto suprimía todos
los conventos cuyos miembros no llegaran a doce profesos.
La Orden recurre contra el decreto y es exceptuada por su
finalidad eminentemente social y necesaria. Para realizar la
misión solamente había religiosos en los hospitales de Madrid
y de Sevilla, presencia que poco a poco se vino a menos hasta
la extinción total en España.
73
31 de mayo de 1881. Al mismo tiempo revitaliza la comunidad
de Sevilla y abre nuevas obras al servicio de la hospitalidad. En
1884 tiene lugar la erección canónica de la Provincia Española,
y en 1901 inicia la restauración en América, con la apertura de
un hospital psiquiátrico en Guadalajara (México).
Y como la hospitalidad no conoce fronteras, la Orden
continuó su misión de caridad con nuevas fundaciones en
Latinoamérica, Europa, Asia, África y Oceanía.
Hoy la Orden de San Juan de Dios se encuentra en 53 países
con cerca de 300 hospitales y abras apostólicas, atendidas por
cerca de 1.050 hermanos, 40.000 colaboradores (empleados),
Voluntariado y benefactores que se han sumado a la
hospitalidad, todos atraídos por el ejemplo del Fundador e
impulsados por la fuerza de la caridad.
74
LA ORDEN HOSPITALARIA EN COLOMBIA
75
En 1808 la Comisaría General es elevada a Provincia, al reunir
los elementos suficientes, como era el número de hermanos
para atender los 17 conventos-hospitales de la Orden,
ubicados en Cartagena, Santafé (Bogotá), Tunja, Villa de Leyva,
Vélez, Mariquita, Honda, Panamá, Portobelo, Natá, Mompós,
Santa Marta, Cali, Medellín, Santafé de Antioquia, Pamplona y
Cúcuta. Como Provincial fue nombrado Fr. Juan José Merchán,
de notable actuación durante la primera República (1810 –
1815).
Se eligieron los respectivos priores y procuradores o ecónomos,
capellanes y maestros de novicios en Panamá, Cartagena y
Santafé de Bogotá; también fue nombrado Enfermero mayor
de Santafé de Bogotá el hermano Francisco Javier Romero.
Durante los finales tiempos coloniales y los de la primera
independencia, será famoso Fray Miguel de Isla OH, que
había ingresado en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios
en 1761; fue discípulo de Fr. Antonio de Guzmán llegando a
poseer profundos conocimientos de Medicina y Cirugía. Se
destacó como colaborador de Don José Celestino Mutis en la
Expedición Botánica, por sus aportes a las ciencias de la salud
y su desempeño en la cátedra docente. Fue el fundador de los
estudios de cirugía en la Universidad del Rosario.
Como todas las Órdenes religiosas, también la Familia de
san Juan de Dios sufrió mengua durante la independencia, a
pesar de sus finalidades sociales y caritativas. El proceso de
desaparición en Colombia se inició al ser suprimida en España,
hacia 1835, muriendo definitivamente hacia 1850.
Correspondió al P. Juan Jesús Adradas la gloria de restaurar su
Orden en la antigua Provincia de la Nueva Granada. En efecto,
el 20 de diciembre de 1920 diez hermanos de la Provincia
Española se hacen cargo del Manicomio de Nuestra Señora de
las Mercedes de Bogotá. Fueron recibidos por la directiva de la
Beneficencia y autoridades de la capital. La comitiva se dirigió
al Templo del Voto Nacional regentado por los PP. Claretianos,
76
donde, expuesto el Santísimo, se cantó el TE DEUM de acción
de gracias. En seguida los Hermanos tomaron posesión de
la Casa de la salud, situada en la calle 5ª No. 197. He aquí los
nombres de los nuevos fundadores:
P. Alfonso Galtés, Prior; P. Raimundo Moya, capellán; Hermanos
Diosdado Corominas, ropero; Gaspar Azqueta, ecónomo; Pío
Ma. Apezteguía, enfermero mayor; Manuel Azqueta, tranquilos
(sic); Diego de Cádiz García, pensionista (sic); Felipe Benicio
Nieves, cocinero; Fausto Campos, farmaceuta y el hoy beato
Oscar Jaime Valdés, encargado de los empleados (sic)”.
El hermano Galtés escribe, el 1º de junio al Provincial de la
provincia Bética, sobre los adelantos en la nueva fundación y
sobre el apoyo recibido de Gobierno Nacional y del Arzobispo
Mons. Herrera Restrepo, a quien el P Juan Ciudad llama “celoso
prelado, un padre y excelente protector”. Ya el 8 de enero de
1916 se había adelantado a aprobar la nueva presencia de la
Orden en la Arquidiócesis de Bogotá.
A la fundación bogotana seguirá la “Colonia de Mendigos de
Sibaté” en 1921; en 1923 se abrió el Noviciado de la ORDEN en
Bogotá. De 1925 a 1929 los Hospitalarios estuvieron al frente
de Hospital San José, en la Capital.
Luego seguirán otras fundaciones: El Hogar Clínica San Rafael
en 1929, Hospital san Rafael en Pasto, con el apoyo del Obispo
Pueyo del Val CMF; la obra se inaugura el 24 de octubre de
1932. La Clínica San Juan de Dios de Chía en 1935, el Instituto
San Juan de Dios en 1946. El 26 de abril de 1947 los cuatro
centros hospitalarios y las respectivas comunidades existentes
en Colombia constituyeron la Provincia de Nuestra Señora del
Buen Consejo.35, que a partir de entonces amplía su apostolado
Hospitalario con nuevas obras: Clínica San Juan de Dios de
Manizales en 1953, Clínica Nuestra Señora de la Paz, en Bogotá,
en 1956; Clínica San Juan de Dios en La Ceja (Antioquia) 1963;
Clínica San José de Cali-Yumbo en 1969; Escuelas para Auxiliares
78
fe y nuestras ganas de ser más hospitalidad, capaces de
construir la fraternidad, siguiendo los pasos y las huellas de
Jesús al estilo de Juan de Dios.
3. Proceso de Reconfiguración
Como una estrategia, no sólo para la provincia colombiana,
sino también para la Región de Latinoamérica y toda la
Orden, el Gobierno General en este último sexenio ha venido
promoviendo un movimiento de integración, o reorganización
o reconfiguración de las provincias, para fortalecer la vida de
las comunidades y de los centros hospitalarios.
79
En la Región de América Latina, hace ya cuatro años se viene
trabajando el proyecto de “Reconfiguración” o integración con
el fin de constituir una sola Provincia a partir del 2020, en la
que se integrarían la Delegación General de México, Cuba y
Honduras; la provincia de Colombia; la provincia de Venezuela,
Ecuador y Perú; la provincia de Argentina, Chile y Bolivia; y la
Delegación provincial de Brasil.
80
TERCERA PARTE
LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN
ESPAÑA
81
82
Capítulo V
87
las tres carmelitas de Guadalajara asesinadas el 24 de julio de
1936, y que han sido beatificadas37
El citado Volumen publicado en 1961 por Antonio Montero
Moreno, identificó un total de 6832 víctimas religiosas
asesinadas en el territorio republicano, de las cuales 13
eran obispos, 4184 sacerdotes y seminarista, 2365 religiosos
y 296 religiosas.
88
89
90
CAPITULO VI
MÁRTIRES CLOMBIANOS
DE LA ORDEN HOSPITALARIA
91
divina”38. Palabras ciertamente aleccionadoras y proféticas.
92
en enero de 1931 no se habla ya de la proyectada venta39.
A partir de 1932 comienzan los problemas sociales en el
Sanatorio por lo que a los empleados se refiere, pues algunos
salían al pueblo a informarse y formarse en las ideas socialistas
y extremistas. La situación en España se fue enrareciendo cada
día más, por lo que el Superior General de la Orden P. Narciso
Durchschein instruía así a los provinciales de España el 4 de
abril de 1936: “N.3. Mandar a las casas de América el máximo
de religiosos que en ellos puedan vivir, e incluso intentar
nuevas fundaciones en el Brasil.
El 14 de abril del mismo año el Provincial de Andalucía escribía
al P. Doroteo Garro delegado provincial suyo en Colombia:
“Como las cosas por ésta no andan bien, probablemente,
según las instrucciones de Roma, me veré obligado a mandarle
los hermanos colombianos. De vernos obligados a esto, tendré
que repartir en las demás provincias todos los demás; esto
supone gastos de consideración, por lo mismo, tendríamos
que pagar en esa los pasaportes de los referidos hermanos”.
El 13 de mayo siguiente le responde el P. Doroteo: “Lo malo es
que yo me voy a ver en la precisión de no poder atender lo que
me dice de pagar aquí el viaje de los 8 hermanos colombianos
que deberían venir en el caso de ser echados de España, por
la sencilla razón de carecer de dinero. Por lo tanto, le suplico
encarecidamente desde ahora para el caso de tener que abonar
tantos pasajes y tan costosos, me dé permiso para hipotecar
alguna de nuestra casas o fincas, a no ser que podamos vender
pronto la casa del Hospicio… No ahorramos para viajes! Ojalá
los dejara a todos por ahí. No sabe vuestra reverencia qué
mal nos viene que los envíen después de haber pasado una
temporada en España. Se pensaba que lo que se veía venir
no afectaría a los Hermanos hospitalarios por ser servidores
de los enfermos, pero como se vio desafortunadamente, no se
atacaría y asesinaría a los religiosos por lo que hacían sino por
39. J. Ciudad Gómez, obra citada, páginas 132, 140 y 594-596
93
lo que representaban. Así lo dejaron muy claro los 98 religiosos
mártires durante la revolución española.
Ante tantas dificultades se puede pensar que faltó visión del
futuro en las comunidades religiosas y demasiada confianza
ante las mentiras y engaños de los dirigentes republicanos; fue
una decisión positiva haber enviado el noviciado hospitalario
a Telhal (Portugal) junto con los hermanos ancianos, allí los
jóvenes formandos y el maestro estuvieron algún tiempo,
siendo de nuevo regresados a Ciempozuelos donde irían a
encontrar la muerte.
En el mes de mayo de 1936 se pide a las Autoridades civiles
protección para el Sanatorio cosa que logra, pero con la
llegada de la revolución la guardia fue retirada. El 31 de julio
el Ayuntamiento de Ciempozuelos y el gobierno de Madrid
se apoderan de él y los religiosos son obligados a retirar de
la vista todo objeto de culto, como también a suprimir la
celebración de Misa y demás funciones religiosas, que solo se
podían realizar en absoluto secreto. Para cumplir las órdenes
del superior general, P. Narciso Durchschein, el superior local,
Hermano Guillermo Llop llamó a los religiosos para informales
que podían marcharse a donde quisiesen y pudiesen, y para
darles algunos dineros. Todos los profesos decidieron seguir
en sus puestos, sirviendo a los enfermos, a sabiendas del
peligro que corrían sus vidas.
A comienzo de agosto la situación se tornaba desesperada, por
lo que el hermano Llop los preparó para lo peor. Un afectuoso
abrazo de despedida selló y culminó este acto memorable.
La calidad persecutoria de la revolución hispana se evidencia
desde el 18 de julio de alzamiento de General Franco. Su
sentido nacionalista y católico parece que hubiera influido
en ella, y ciertamente hubiera sido más larga y feroz a no ser
por la decisión Militar, porque, si en solo tres años sucedieron
tantas y tan abominables cosas, qué no hubiera acontecido en
un régimen comunista durante lustros al estilo de Cuba. Rusia
94
y países del telón de acero?
95
En el Capítulo General celebrado en Roma en abril de 1934, de la
Orden se formaron en España tres provincias religiosas: Nuestra
Señora de la Paz, en Andalucía, San Juan de Dios, en Castilla y
San Rafael Arcángel en Aragón. A la primera pertenecieron las
casas de Colombia.
La experiencia religiosa en España fue breve, a excepción del
Hermano Ayala que alcanzó a vivir allí en ella poco más de
cinco años. Los demás uno o dos años solamente. Pero corta
o larga permanencia y experiencia, iba a ser suficiente en los
planes divinos para prepararlos a la más gloriosa finalidad
del hombre en la tierra: ofrendar la sangre y la vida por la fe,
por los enfermos y los pobres y por Cristo que por todos la ha
ofrendado al Padre en el Calvario.
96
anticatólicas: he aquí algunas de las falacias ostentadas por
los autores intelectuales y materiales de los asesinatos de las
pobres víctimas.
El procurador o ecónomo del Sanatorio, Fr. Gaudencio
Iñiguez, será la primera víctima el 1º de agosto de 1936,
al día siguiente de la toma del Sanatorio por parte de las
autoridades comunistas. Habiendo salido a Madrid a realizar
algunas diligencias, es detenido, despojado del dinero que
llevaba, y a una con los sacerdotes Ginés Hidalgo Capellán de
las Madres Oblatas, y Juan Manuel Navarrete de las Hermanas
hospitalarias, y de don Rafael Díaz de Real, asesinado con ellos
esa misma noche.
La persecución no fue únicamente persecución religiosa
contra sacerdotes, religiosos y religiosas la de 1936, sino
contra la religión católica, contra todo lo que ella significaba
en la sociedad, y contra todos aquellos que no podían aceptar
ni acatar una legislación anticatólica injusta.
Innumerables fueron los laicos que dieron testimonio de su fe
y murieron asesinados. Es debe seguir insistiendo, y sobre todo
pidiendo a Dios que como los obispos, sacerdotes, religiosos
y religiosas, sean reconocidos y elevados también al honor
de los altares. Su muerte cruel y por la fidelidad de cristianos
convencidos, ellos son un vivo testimonio de amor a Cristo y a
la Iglesia.
97
de Fernán Caballero.
Con engaño fueron llevados a Madrid con el pretexto de
ponerlos a salvo, bajados del tren y asesinados en la misma
vía férrea. Sus pasajes o boletos llevaban una señal gracias a
la cual fueron fusilados. Algún compañero que viajaba con
su padre la eliminó por consejo de éste, y logró salvar la vida.
Los extranjeros religiosos en España durante la guerra civil y
religiosa, siempre alegaron personalmente y por medio de
sus superiores su nacionalidad extranjera como medio de
escapar de la cárcel y de la muerte. Y así ocurrió en la presente
oportunidad.
Ocupado el sanatorio por los milicianos como queda dicho, ya
el 6 de agosto lo requisan en busca de armas. Si las encontraban
-nunca las encontraron en ninguna casa cural o religiosa-
sería la mejor prueba contra sus habitantes, confirmatoria
de las calumnias contra ellos difundidas, y motivo suficiente
para fusilarlos como contra revolucionarios, enemigos de la
república, del pueblo, y amigo de Franco.
El 7 de agosto arriban a Ciempozuelos los que iban a reemplazar
a los Hermanos en la atención a los enfermos. Bien puede
adivinarse que de todo sabrían menos de medicina, psiquiatría
y caridad, pero sí, por desgracia mucho de irreligiosidad y
anticlericalismo. A las tres de la tarde fue asaltada y detenida
la comunidad y sus 54 Hermanos apresados y llevados por la
noche a la cárcel de San Antón en Madrid. El Prior, Hermano
Guillermo Llop se esforzó, no sabemos la manera, por
salvar a los colombianos y lo consigue finalmente. Acude
a la Legación colombiana en Madrid, y su representante
llama a las autoridades rojas madrileñas. Estas atienden la
llamada y ofrecen enviar una camioneta para recoger a los
religiosos colombianos para su seguro traslado a Madrid, y
posteriormente enviarlos a Colombia.
98
5. Carta del Superior General
99
100
CAPÍTULO VII
IDENTIFICACIÓN DE LOS MARTIRES
102
IDENTIFICACIÓN DE LOS MARTIRES
103
2. No hay duda: eran nuestros Hermanos.
104
a España en abril de 1935, en compañía del M.R.P: Bonifacio
Murillo.
4.196. Fr. Eugenio Ramírez Salazar (Alfonso Antonio), hijo
de José María y Ana Rosa, natural de La Ceja, departamento
de Antioquia (Colombia) nació el 2 de septiembre de 1913,
ingresó en la Orden el 6 de junio de 1932, profesó el 24 de
septiembre de 1933. Vino a España en septiembre de 1934.
4.198. Fr. Rubén de Jesús López Aguilar, hijo de Joaquín y
Eugenia, natural de Concepción, departamento de Antioquia
(Colombia); nació el 12 de abril de 1908, ingreso en la Orden el
2 de diciembre de 1930, profesó el 27 de marzo de 1932. Vino
a España en abril de 1934 con el M.R.P. Bonifacio Murillo.
4.199. Fr. Arturo Ayala Niño (Luis), hijo de Carlos y Ezequiela,
natural de Paipa, departamento de Boyacá (Colombia); nació
el 7 de abril de 1909, ingreso en la Orden el 11 de mayo de
1928, profesó el 8 de diciembre de 1929. Vino a España en el
mes de septiembre de 1930.
4.200. Fr. Gaspar Páez Perdomo (Luis Modesto), hijo de Félix
María y María natural de la Unión, hoy Tello, departamento dl
Huila (Colombia), nació el 15 de junio de 1913, ingresó en la
Orden el 22 de abril de 1933, profesó el 6 de enero de 1935.
Vino a España en abril de 1935 con el M.R.P. Bonifacio Murillo.
El asesinato de nuestros Hermanos colombianos, juntamente
con el dependiente de la Legación de Madrid, más un
religioso estudiante de Inmaculado Corazón de María, originó
un cambio de notas diplomáticas y protestas por parte del
Gobierno de Colombia al de Madrid, cuyo resultado fue
desembolsar el Gobierno de Madrid la suma de 250.000 pesos
oro, como indemnización a los familiares de los asesinados.
Cantidad que en Colombia recibirian las respectivas familias
de los Hermanos sacrificados.
La vida religiosa era el ideal de nuestros Hermanos, en su
dedicación a Dios en el servicio de los pobres enfermos, sin
105
otro móvil que el del amor de caridad para prestarles toda la
exigencia de abnegación y sacrificio que pide su asistencia, en
todas las fases de su enfermedad. Todos ellos ingresaron en la
edad comprendida de los diecinueve y veinticinco años, cuando
la ilusión de la vida ofrece tantos atractivos. En ellos el atractivo
es la desgracia de pobres enfermos en quienes Jesucristo
padece el dolor de la enfermedad. Así los contemplan en s
patria (Colombia), cuando visitan los Establecimientos de los
Hnos. de San Juan de Dios para enfermos mentales, mendigo,
inválidos, etc. Y con signos de admirable sencillez piden ser
admitidos en su servicio, besando de rodillas la mano del P.
Superior que los recibe”41.
106
CUARTA PARTE
107
108
CAPÍTULO VIII
110
hospitalidad ya estaba en su sazón, con fe esperan el glorioso
final.
¿Por qué fueron condenados los indefensos religiosos sin
causa, sin juicio y sin defensa? Esta pregunta acompañará
a lo largo del Vía crucis de quienes le apuestan a proteger
al débil y al inocente de la crueldad del malvado; el alma
sensible y fortalecida por la fidelidad a su vocación los llevó a
identificarse con la altura espiritual de heraldo de la caridad,
San Juan de Dios. Su muerte, podría decirse que fue por haber
afrontado el desafío de vivir con fidelidad el carisma de servir,
amar y promover la vida y en “defensa de la virtud contra la
inculpación injusta”.
111
Aníbal Gómez, Mons. Jesús Emilio Jaramillo y el mártir de
Armero, Pedro María Ramírez Ramos.
4. A mí me lo hicieron
112
“María ayude a plantar la cruz del servicio por los últimos”
(Papa Francisco, Ángelus, 23.09.18)
113
SEMBLANZA DE LOS BEATOS
MARTIRES
Beato
LUIS ARTURO AYALA NIÑO
Había nacido en Paipa (Boyacá), el 7 de abril de 1909, en el
hogar formado por Luis Carlos Ayala y Ezequiela Niño. De este
matrimonio nacieron Luis Arturo y María de Jesús. Huérfanos
de madre, fueron acogidos y educados en la casa de la tía
Angelita Ayala, quien con amor maternal los cuidó y formó en
los valores humanos y cristianos.
El siguiente es el texto de su partida bautismal:
“En Paipa, a treinta de abril de 1909, bauticé solemnemente
a Luis Arturo, nacido el siete, hijo legítimo de Carlos Ayala y
Ezequiela Niño. Abuelos paternos: Cayetana Ayala y Gabriel
Hurtado, maternos: Francisco Niño y Filomena Rodríguez.
Padrinos: Fruto L. Ayala a quien, advertí lo necesario. Doy fe,
Teodoro Naranjo (fdo.)”. Hay una nota al margen que dice:
Profesó en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios el cuatro
de junio de mil novecientos treinta y tres”. (Archivo parroquial,
libro 28 de bautismos, folio 115, No. 87.)
Estudió parte de la escuela elemental en su pueblo natal,
pero nada más se conoce de los sucesivos estudios. Todavía
niño y en su adolescencia se dedicó al cultivo de la tierra con
el empeño de alma campesina, hasta que su espíritu juvenil
114
lo llevó a Bogotá donde ya se encontraba su hermana María
de Jesús, casada y con cuatro hijos. En la capital se dedicó a
trabajar como mesero en el “Hotel del Puente”. Encontrándose
en esta actividad tiene un primer contacto con un Hermano
de San Juan de Dios, quien le dio información y lo motivó a que
pensara en la posible opción vocacional. Luis Arturo queda
inquieto y a medida que pasan los días él va reflexionando,
hasta que descubre que su vocación es servir a los enfermos,
según el ideal Hospitalario. Los Hermanos le facilitan que
estudie enfermería y ahí llega comprender que el Señor lo
llamaba a seguirlo en la Vida religiosa.
A los 19 años de edad ingresa a la comunidad como aspirante
el 11 de mayo de 1928, al “convento-hospital” ubicado en
la calle 5 con carrera 12; este centro de salud mental fue
trasladado a Sibaté, con el nombre de “Manicomio Nuestra
Señora de las Mercedes”. Su ingreso al noviciado tuvo lugar
el 23 de octubre siguiente. El 8 de diciembre de 1929 hizo
profesión de votos simples en manos del Superior General,
Hermano Faustino Calvo, que se hallaba de Visita Canónica en
Colombia. El 4 de Julio de 1933, en España, emite profesión
solemne.
Fue el primero en viajar a España en octubre de 1930.
Comienza sus labores hospitalarias en Ciempozuelos y
Málaga. En éste fue enfermero mayor. En 1934 es designado
para hacer estudios sacerdotales ya que tenía las cualidades
para tal ministerio “a título de hospitalidad”, sueño que fue
interrumpido por la revolución y el martirio.
Unos tres meses antes de emprender el viaje a la Península,
escribió a su padre la siguiente carta:
“Julio 29 de 1930
Señor Don
Luis Carlos Ayala
Paipa
115
Mi recordado padrecito,
43. P. Aristelio Monroy Huertas, ssp., Novena y biografía del Beato Luis Arturo
Ayala, Bogotá, 30 de julio de 2008, págs. 32-33.
44. Idem
pág. 7-8.
117
parroquia en Paipa, cuyo titular es el beato Luis Arturo Ayala y
como Patrona la Virgen de Rosario.
La fiesta o memoria litúrgica del Beato Luis Arturo Ayala y
Compañeros mártires se celebra el 25 de octubre de cada año.
Si las rúbricas no lo permiten ese día, se puede celebrar antes
o después a esa fecha.
118
Beato
ESTEBAN MAYA GUTIÉRREZ
119
septiembre de este año; hiso la profesión temporal de votos
simples de castidad, pobreza, obediencia y hospitalidad, el 24
de septiembre de 1933, recibiendo desde entonces el nombre
de Esteban. Su vida transcurrió en un ambiente de entrega
generosa y humilde que acompaña con la oración asidua,
la participación constante en los sacramentos, el estudio, el
trabajo diligente y el compartir la vida fraterna cotidiana.
El 8 de septiembre de 1934 es enviado a España. Después de
varios días surcando el océano atlántico, llega a Barcelona y de
esta ciudad sigue a Ciempozuelos, pasando antes por Madrid,
donde se pondrá a servir a los enfermos y pobres, en el hospital
Psiquiátrico de San José, donde va a perfeccionar su formación
religiosa y profesional.
El Hno. Rafael Galvis, condiscípulo suyo escribió de él: “Era
humilde, caritativo con los enfermos, piadoso y cumplidor
de sus deberes. A pesar de estar dotado de talento y buena
preparación intelectual, se sometía humildemente a otro
hermano que no tenia tales dotes ni preparación suficiente”.
En abril de 1935 es destinado al sanatorio de Ciempozuelos
(España) donde también se distinguió por su sencillez de
espíritu, paciencia y entrega generosa a los enfermos, como
queda dicho. El 28 de julio de 1936, a pesar de las amenazas y
peligros de la revolución española, pide al provincial, Hermano
Bonifacio Murillo, la gracia de ser admitido a la profesión
solemne. Como los acontecimientos se precipitaron no alcanzó
a realizar su propósito.
Proceso de beatificación
121
Como colofón de esta semblanza, dos pequeños
testimonios:
• Flor Alba Gutiérrez, prima del beato Esteban Maya, dice
que en Pácora, él ya es el santo de la devoción.
122
Beato
RUBEN DE JESÚS LÓPEZ AGUILAR
123
nobleza y piedad desde niño. No quería pelearse con ellos,
aunque lo maltrataran y su padre le animaba a defenderse.
124
con sus encomendados, a los que enseñaba el catecismo y con
quienes rezaba el Santo Rosario.
Viaje a España. Llega el 30 de marzo de 1935 a aquel país que
ya se encuentra en pié de guerra civil y sufre por los combates.
En ese ambiente de tensión y zozobra, como buen hospitalario
se dedica de nuevo a los enfermos. Desde allí escribe a la familia
contando su viaje en barco y la situación crítica de violencia
indiscriminada imperante en España. De igual manera desde
allá escribe una bella carta a los Hermanos de la comunidad
de Pasto en la que les pedía rogasen al Señor le concediese la
gracia del martirio, como así sucedió.
Como ya queda ampliamente narrado en las páginas anteriores,
el 9 de agosto de 1936, como sus compañeros, sufre el cruel
y glorioso martirio, no sin antes defender su fe y su vocación
con valentía, porque había oído la palabra del Señor: «Mira que
estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo» (Ap
3.20).
Sus restos reposan en una fosa común en el cementerio
que se encuentra en una ladera de la montaña de Montjuic
en Barcelona, donde la Provincia de la Orden en Aragón, ha
colocado una placa de mármol con el símbolo de la Granada y
una inscripción alusiva a los siete mártires con sus respectivos
nombres, para perpetua memoria.
El beato Rubén López Aguilar forma parte del grupo de 71
mártires hospitalarios beatificado por S.S. Juan Pablo II., en la
plaza de San Pedro, el 25 de octubre de 1992.
125
Beato
MELQUIADES RAMÍREZ ZULUAGA
126
Sus progenitores habían contraído matrimonio en
Santuario donde nació Ramón y la mayoría de sus
hermanos. Posteriormente se trasladaron a Sonsón donde
permanecieron al menos durante tres años y allí nació
el niño que llegaría a mártir y Beato. Su padre fue uno de
tantos agricultores antioqueños de su época que, dado el
carácter de la raza, andariegaba en busca de trabajo para el
mantenimiento del hogar y educación de los hijos.45
A los 24 años de edad, el 18 de junio de 1933 ingresa a la
Orden Hospitalaria en calidad de postulante, en el hospital
Nuestra Señora de las Mercedes de Bogotá, y el 24 de
diciembre de este año recibe el hábito religioso e inicia
su noviciado, que es la etapa de formación en la cual los
formandos viven una experiencia de encuentro consigo
mismos, con la comunidad, con la misión y con Dios.
Concluido este período profesa los consejos evangélicos
de pobreza, castidad, obediencia y hospitalidad, el 25 de
diciembre de 1934, y comienza la etapa del escolasticado.
45. cf. El Portón, periódico No. 68, Sonsón abril 1992, pág. 2
127
evangelio de la caridad. Muere aclamando a voz en grito:
“¡VIVA CRISTO REY!”. Y murieron manteniendo la fidelidad al
evangelio de la misericordia. Se sobrepuso la fuerza del amor
al odio y la injusticia.
El beato Melquiades no deseaba otra cosa que dedicar el
resto de su vida a ayudar para que los enfermos recobraran
su salud mental, física y espiritual, “dándolo todo por el todo
que es Jesucristo” (San Juan de Dios), siendo el final de su vida
el encuentro con la muerte para entrar en la vida nueva de
la resurrección, haciéndose realidad el hermoso poema que
canta el gozo de los repatriados de la cautividad babilónica y
el final del exilio:
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. (Sal 25, 5-6)
128
012 del 26 de abril de 2010, proclamó al beato Melquiades
Ramírez Zuluaga, patrono de la Corporación Educativa para
el Desarrollo integral (COREDI), que comprende los colegios
de la diócesis.
129
Beato
JUAN BAUTISTA VELÁSQUEZ PELÁEZ
130
Su interés por la educación lo indujo a prepararse para el
magisterio, dedicándose a la enseñanza de los niños y de los
jóvenes, especialmente pobres y abandonados, ejerciendo esta
misión hasta 1931. Juan José se distinguía por su carácter alegre,
jovial y piadoso. Como maestro fue descubriendo también su
especial vocación para el servicio de los enfermos y su vocación
a la vida religiosa. Él mismo habla de su experiencia cuando se si
sintió llamado a ser un digno hijo de San Juan de Dios:
“Con gran devoción seguí todas las partes de la Santa Misa.
Dios oyó mis preces pues mis ojos inquietos se elevaron a un
hermoso cuadro de San Juan de Dios que estaba frente a mí, un
poco alto. Era él quien me llamaba. No me cupo la menor duda
de que su voz era aquella la que me había despertado de mis
sueños, que me había conducido hasta allí en aquel templo casi
solo, en aquellos momentos, que me buscaba misteriosamente
para formar parte del escuadrón que en los hospitales, asilos y
ancianatos de la tierra, militan en cerrada falange curando las
heridas, consolando al triste y conduciendo de la mano a tantos
seres que en su soledad no tienen una mano amiga para apoyar
su débil naturaleza, ni un pañuelo que enjugue las lágrimas
de sus marchitos ojos, ni una voz cariñosa que les aliente en el
término de su jornada”.
Y prosigue: “San Juan de Dios me llamaba para sí y no quise
desatender su voz. Formé mi propósito y nada ni nadie en
el mundo me detendrá en ese camino que espiritualmente
empecé desde aquel día”.47
Ingresa como postulante en la casa hospital Nuestra Señora de
las Mercedes en la ciudad de Bogotá, el 29 de febrero de 1932;
toma el hábito religioso e inicia su noviciado el 16 de julio de
este mismo año. En esta etapa de formación se prepara para su
consagración al Señor como hermano de San Juan de Dios, en
la que los novicios viven una experiencia de “encuentro consigo
47 . Luis Fredy Correa Uribe, Pbro., Novena en honor al Beato Juan Bautista
131
mismos, con la comunidad, con la misión y con Dios”48 . Emite
la profesión temporal de los consejos evangélicos asumiendo
vivir en pobreza, castidad, obediencia y hospitalidad, el 24 de
septiembre de 1933. A partir de este día cambió su nombre de
Juan José por el de Fray Juan Bautista.
Destinado al año siguiente, 8 de septiembre de 1934, viajó
a España sin tiquete de regreso; como religioso ejemplar y
abnegado, trabajó en los sanatorios de Córdoba, Granada y
Ciempozuelos.
El 7 de julio de 1936, y en la crudeza de la revolución, pide
al hermano Provincial ser admitido a los votos solemnes.
Después de recordarle que el día 24 de septiembre concluye
el tiempo de sus votos simples escribe: “no queriendo verme
desligado de tan suave yugo, sintiéndome animado y con
vivos deseos de seguir militando en las huestes del Padre de
los pobres, honrándome con llevar hasta morir la preciosa
librea Hospitalaria; queriendo, en fin, entregarme de una vez,
por toda la eternidad al servicio de mi Dios y Señor, suplico
humildemente a V. P. se digne concederme la profesión
solemne.”
El martirio se anticipó a sus fervorosos deseos y sus ansias de
consagrarse al Señor perpetuamente en la Orden Hospitalaria
las rubricó con su propia sangre, logrando así la mística
consagración.
Habiendo nacido en Jardín, trabajó en Bogotá y Ciempozuelos
y llegando a morir en Barcelona, donde reposan sus reliquias
en una fosa común en el cementerio de Montjuic.
El 14 de Mayo de 1991 se promulga el decreto de Beatificación
aprobado por el papa San Juan Pablo II, llevándose a cabo la
solemne celebración el 25 de Octubre 1992 en la Plaza de San
Pedro en Roma. La fiesta o memoria litúrgica del Beato Juan
132
Bautista y Compañeros mártires se celebra el 25 de octubre
de cada año. Pero si las rúbricas no lo permiten ese día, se
puede celebrar antes o después de dicha fecha.
133
Beato
134
el noviciado, la etapa de formación que se extendía por un
año, cuya finalidad era y es preparar a los formandos para
su consagración. El 6 de enero de 1935 se consagra al Señor
con la profesión de los votos simples de castidad, pobreza,
obediencia y hospitalidad.
135
Octubre de 1992. La fiesta o memoria litúrgica del Beato Gaspar
Páez y Compañeros mártires se celebra el 25 de octubre de
cada año. Pero si las rúbricas no lo permiten ese día, se puede
celebrar antes o después de dicha fecha.
136
Beato
EUGENIO RAMÍREZ SALAZAR
Partida de bautismo
“En la Iglesia Parroquial de La Ceja, a cuatro de septiembre de
mil novecientos trece, el Pbro. Jesús Ma. Piedrahita coadjutor
del Cura Párroco que suscribe, bautizó solemnemente a un
niño nacido el dos, a quien nombró ALFONSO ANTONIO,
hijo legítimo de José Ma. Ramírez y Ana Salazar, vecinos de
esta Parroquia. Abuelos paternos: José Antonio Ramírez y
Joaquina Pineda; maternos: Ulpiano Salazar y Ceferina Pineda;
fue madrina Ceferina Pineda. Se advirtió el parentesco y
obligaciones contraídas. Doy fe (fdo); Guillermo Gómez. Cura”
(Archivo Parroquial de la Parroquia de N. Señora del Carmen,
137
libro 21 de bautismos, folio 132, No. 198).
A principios de 1916 la familia se trasladó a Rionegro,
estableciéndose en el Tablazo, situado en un hermoso lugar
a dos horas de camino para llegar a la cabecera municipal.
Allí bajo el cuidado de su madre continuó recibiendo una
esmerada formación humana y cristiana, como valores que
le ayudarán en su juventud y durante toda la vida a ser una
buena persona y un fiel cristiano.
138
y la vida del campo, fueron los medios para el hallazgo de su
vocación, siendo de modo especial la gracia de Dios que obró
en él. Estaría convencido de una cosa: “Si el Señor no edifica la
casa, en vano se esfuerzan los constructores” (Sal 127, 1).
Sintiéndose llamado por Dios, a los 19 años de edad decide
dejarlo todo y seguir a Jesucristo, yendo tras las huellas de
San Juan de Dios. Habiendo pedido la admisión en la Orden
Hospitalaria, y obtenido la respuesta positiva, comunica su
mamá y a sus hermanos la decisión que ha tomado, quienes
se alegran y dan gracias al Señor. Teniendo claras las cosas y
dispuesto lo necesario para el viaje, con un ligero equipaje, el
5 de junio de 1932, parte de El Tablazo para Bogotá, la tierra
que Dios le mostrará. Allí comienza una nueva forma de vida
en la comunidad y hospital Mental Nuestra Señora de las
Mercedes. Aquel cinco de junio el joven pasa por Envigado
y se hospeda aquella noche en casa de su hermana Carmen,
quien al día siguiente lo acompaña a la estación del tren que
lo llevará a la Capital.
El 6 de junio de aquel 1932 ingresa a la Orden de San Juan de
Dios, donde después de unos meses de preparación, recibe el
hábito religioso y comienza el noviciado, el 23 de septiembre
de este mismo año; en este día cambió su nombre de pila por
el de Hno. Eugenio, como signo de haberse despojado del
hombre viejo y, renovado en el espíritu, se reviste del hombre
nuevo (Ef 4, 22-24), para dedicarse al servicio del “evangelio
de la caridad”. Al cabo de un año, el 24 de septiembre de 1933
emite la profesión temporal de votos simples de castidad,
pobreza, obediencia y hospitalidad.
Es destinado a España. El superior Provincial le comunica
que ha sido designado para ir a continuar su formación y a
trabajar en España. Aquí se puede recordar a Abraham que
escucha de Yahveh Dios: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y
de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré” (Gen 12,
1). El 8 de septiembre de 1935 parte a su nuevo destino, y va
muy contento, “porque en España debe ser fácil santificarse,
139
cuando hay tantos y tan grandes santos”, fue su expresión.
Pronto se integra a la comunidad de Ciempozuelos y allí
prosigue su formación y la experiencia hospitalaria; con mucha
solicitud se desempeña en la vela nocturna, que consistía en
cuidar a los enfermos con otros religiosos y uno que otro laico
en turnos de seis a seis.
141
Aquí se concluye el relato de la semblanza de los mártires
hospitalarios colombianos víctimas de la revolución española
de 1936, y continúa como conclusión de esta parte el siguiente
texto, que escribiera el Padre Roberto Tisnés, CMF. en la primera
edición publicada en 1992.
142
Hermano
MARCOS VERGARA MARÍN
143
milagrosamente”. De regreso a su Patria desempeñó los
cargos de Vicesuperior en la “Casa de Reposo” en Chía, hasta
el 21 de julio de 1947, cuando fue elegido cuarto consejero
Provincial. El 23 de febrero de l948 fue elegido Superior-
administrador del Hogar Clínica “San Rafael” en Bogotá, cargos
que desempeñó hasta el mes de agosto de 1950. En el primer
Capítulo provincial celebrado en el mes de agosto de este año
fue reelegido Superior Metropolitano del Hogar Clínica San
Rafael, cesando en el servicio de cuarto Consejero Provincial.
Quien escribe estas páginas, personalmente le escuché de viva
voz que se había liberado de morir por un sencillo detalle: “el
jefe del escuadrón de la muerte con grito estridente preguntó:
“¿quién tiente un bolígrafo? Tras un breve silencio, y como
nadie respondió, yo alcé la mano y le mostré el lapicero, me
acerqué y se lo entregué diciéndole: se lo regalo. Y regresé al
grupo. Luego me dijo que me podía retirar. Antes de partir me
despedí de mis hermanos con una mirada de dolor y angustia,
y no los volví a ver. Los siete hermanos de manera brusca y a
empujones fueron obligados a subir un camión y se los llevaron
al lugar del fusilamiento. Aquella noche fueron abatidos por
las balas asesinas”.
El padre Benjamín Agudelo escribió un resumen sobre el
hermano Marquitos, una figura que para la Provincia es un
símbolo especial por su humildad, sencillez, hospitalidad y
amor a la Orden, y que en parte queda consignado en este
libro para feliz memoria. El relato siguiente no es textual.
Ciempozuelos y Valencia serán los iniciales lugares de su
acción hospitalaria. En 1931, estando en Valencia, defiende
ante un grupo de revoltosos la casa de niños inválidos. Regresa
a Ciempozuelos y en 1933 es destinado a Málaga donde
será testigo de los horrores de la guerra civil y allí comenzó
su calvario. El 15 de agosto los milicianos invaden el Centro
hospitalario y la casa de la comunidad, viéndose obligado a
guiarlos, en busca de las armas que supuestamente creían
144
encontrar, para poder proceder más abiertamente contra los
religiosos.
“Dos días más tarde, escribe el padre Benjamín Agudelo,
como a las 7 de la noche, los milicianos regresan de nuevo y
encuentran a nuestro hermano sirviendo la cena a los enfermos.
Le arrebataron los platos de las manos siendo conducido a
la portería; con sorpresa y temor allí encuentra al grupo de
hermanos españoles a quienes les ordenan abordar el carro de
la muerte. Ellos obedecieron el mandato, no así el colombiano,
que comprendió lo que le esperaba. Como sus compañeros lo
invitaron a subir al coche, respondió imperturbable: “Me han
de asesinar más adelante, que lo hagan aquí: da lo mismo”,
fueron las palabras del valiente Marquitos.
Uno de aquellos verdugos volvió por el extranjero abogando
a su favor: “Camaradas, les dijo, dejemos a este joven para que
los enfermos no queden solos; además, tengamos en cuenta
que él no español”. Ante nueva orden de marchar con todos
y nueva repulsa, se fueron, y antes de media hora se oyeron
detonaciones: nuestros religiosos, puestos en fila frente a
una fosa cavada en el cementerio, caían a golpe de metralla.
Tremendamente impresionado el Hermano Marcos regresó a
acostar a los pacientes, y luego se retiró a su habitación sin
esperanza de ver el sol en la alborada del día siguiente. Poco
después regresaron los esbirros en busca de un fraile que se
les había escapado, ya que en la lista tenían un nombre más
que no había comparecido. Lo encontraron y, en la portería
porque les hizo resistencia, le sacaron los ojos y lo subieron
a empellones al camión. Esa noche o al día siguiente, con 60
personas más, apareció el cadáver en el sitio denominado
Martiricos”. (2400).
Podemos adivinar los minutos, las horas y las noches del
Hermano Marcos a raíz de estos sucesos, pues bien adivinaba
que su condición de extranjero poco le serviría. Llama al
cónsul colombiano, y logra que sus carceleros, tras repetidas
peticiones, lo conduzcan al consulado. Inicia las diligencias
145
de expatriación, pero las autoridades rojas se oponían a ello.
Interviene el cónsul pero se le amenaza con el arresto…
Finalmente, la Providencia de Dios y la insistencia, constancia
y valor del Hermano logra el permiso para viajar a Barcelona.
Así lo empieza a verificar el 23 de agosto de 1936 a las 3 p.m.
En Málaga toma un barco de carga hasta Barcelona, en el que
viaja sin alimentación ni camarote. Será una odisea por los
puertos de Motril, Armería y Cartagena. Con especial instinto
y la protección divina logra arribar a Valencia: “Llegado a
Valencia, continua el P. Agudelo, el comité comunista lo
condenó a muerte a altas horas de la noche, y preparado
estaba el vehículo y quienes inmediatamente cumplirían la
inicial sentencia: pero como no había llegado su última hora,
se atravesó un miliciano menos perverso que sus conmilitones,
el cual ordenó esperar hasta que se estableciera la verdad de
los crímenes que le imputaban al condenado.
Siguió con el alma en el cuerpo entre aquellos chacales
durante dos meses, despachando vales para el suministro de
víveres a las familias pobres: presenciaba escenas macabras
y bacanales indescriptibles. Fue después enviado a nuestro
sanatorio infantil convertido en hospital de guerra. No parece
que hubieran llegado a saber que pertenecía a la misma
comunidad religiosa de los que allí prestaban servicios a los
heridos, sin apariencia alguna de religiosos. Que indecible
emoción encontrarse allí con sus Hermanos, pero había de
cuidarse mucho de que lo supieran los malvados. La jornada
de 18 horas era agotadora, pero la esperanza de una mañana
mejor y la ayuda de Dios le daba la fuerza necesaria para resistir.
Hacia la media noche del 5 de octubre, mientras descansaba
en su habitación, fue despertado sorpresivamente, para
comunicarle que debía morir dentro de breves instantes en
compañía de sus compañeros. La escena descorazonadora
del sanatorio malagueño iba a repetirse. Alega su condición
de extranjero, y se resiste a subir al carruaje porque sabe que
es un viaje sin retorno. Al fin lo regresan a su cuarto y desde la
146
ventana observa que sus 12 hermanos, en la portería, estaban
disponiéndose a partir sin poner resistencia, y uno que se
resistía a subir recibe culatazos en la cabeza y luego lo tiran
aquellos inhumanos al carro. Un cuarto de hora más tarde
llegaba a sus oídos el eco de una descarga cerrada: los había
asesinado.
La mañana del día siguiente se encontraron en la playa, los
cadáveres de quienes habían sido inmolados por odio a la
fe cristiana, logrando de esta manera la corona del martirio.
Había que cerrar los ojos ante aquel cuadro desconcertante,
y apuntalarse el corazón para que pudiera seguir latiendo.
Para llenar los puestos de trabajo dejados vacantes con la
muerte de los hospitalarios, llegaron enfermeras y nuestro
Hermano Marcos fue nombrado su director. Con frecuencia los
milicianos lo invitaban por la noche a espectáculos públicos
en la ciudad pero el “director”, adivinando su aviesa intención,
se excusaba cauteloso. Durante dos semanas ejerció aquel
cargo inmerecido que lo ponía constantemente en aprietos
de orden moral; solamente la especialísima gracia de Dios
que lo sostenía, pudo sacarlo indemne de tantísimos peligros.
Cumplido el tiempo dicho, se presentó en el hospital un
vehículo, y decía su conductor que estaban en disposición
para conducirlo al consulado colombiano. Pero el Hermano
Marcos con su finísimo instinto de conservación, sospechó que
el traslado era a otra parte, y le agradeció su buena voluntad
pero no lo siguió. En cambio, un par de horas más tarde, llegó
otro carro con el mismo recado y su sagacidad innata leyó algo
muy distinto en el rostro de los desconocidos visitantes, y, de
inmediato, se fue con ellos. Llegó a la casa del representante
del gobierno colombiano y, como estaba suficientemente
provisto, aquella misma noche viajó a Barcelona por vía
férrea”51. Ya en esta ciudad Condal el cónsul colombiano lo
recibe con reservas, muy del caso en aquellas azarosas y
difíciles circunstancias, cuanto más que vestía de paisano,
51. AGUDELO B., OH, o.c. 2401-2402.
147
y a pesar de los documentos que exhibía. Gracias a unas
preguntas sobre geografía colombiana, pudo asegurarse de
la verdad y sinceridad del Hermano Vergara.
Caso único, sin duda, el del Hermano Vergara en la historia de
las persecuciones y de los mártires. Es único, el haber estado
tres veces frente a la muerte y poder salir liberado.
Lo reservaba la Providencia, como en algunos casos más, no
tan trágico como el suyo, para posteriores testimonios sobre
los mártires. Habiendo regresado a Colombia, su vida tan
sufrida y amenazada le fue alargada y el buen hermano pudo
seguir aportando mucho a la Provincia con su testimonio y
dedicación hospitalaria en las responsabilidades en que la
obediencia lo colocaba.
Finalmente obtuvo la visa para salir de España hacia Francia
por Hendaya, con lo que terminaban cuatro angustiosos y
mortales meses. Por París y el Havre, en un barco holandés,
llega finalmente a Barranquilla el 12 de noviembre de 1936,
se presenta al gobernador del Atlántico para implorar su
ayuda y poder arribar a Concepción (Antioquia) donde vivía
su familia; allí con la alegría de todos, permanece varios días,
para luego continuar el viaje a su casa religiosa de Bogotá, a
donde llega el 3 de diciembre de dicho año.
Alguno de los Hermanos ha referido que el hermano Marcos,
una noche llegó a la Clínica San Rafael, Bogotá, llamó a la
puerta y el hermano que estaba de guardia, al verlo tuvo un
gran susto, pues la noticia que tenía era que él también había
muerto, pero al darse cuenta que no era un espanto, sino
Marquitos en carne y hueso, con grande gozo lo hizo entrar y,
al repique de campana se levantaron los religiosos, y aquella
noche más de uno siguió en vela por la sorpresiva y alegre
llegada de Fray Marcos.
Ningún mejor elogio sobre el Hermano Vergara, que el
expresado por el director médico del Sanatorio de Málaga
en 1953, oído por el P. Benjamín Agudelo: “Fray Marcos es el
148
mejor Hermano de San Juan de Dios que yo he conocido”52.
Hemos creído de justicia dedicar las anteriores líneas al
Hermano Marcos, tres veces candidato al martirio durante la
revolución marxista española. Tras varios y abnegados servicios
a la Orden en Colombia, caracterizados por su sencillez, espíritu
juandediano y bondadoso hospitalario, muere lleno de años y
méritos en la Clínica San Rafael, en Santafé de Bogotá, el 30 de
enero de 1989, a los 86 años de edad. A su regreso a Colombia
fue que se enteró de que a sus siete compañeros los habían
fusilado en odio a Cristo y a la Iglesia.
FOTO
Hermano Marcos Vergara Marín
149
150
¿PREVIERON LOS HERMANOS COLOMBIANOS
SU MARTIRIO?
De Madrid a Barcelona
Los hechos que presenciaron días antes en Ciempozuelos
debieron ser para ellos aviso y alerta de cuanto iba a suceder.
Aunque su condición de colombianos era un consuelo y quizá
una protección, bien pronto pudieron darse cuenta cuando
viajaban a Barcelona, que eran espiados y vigilados por
personas desconocidas para ellos pero no para las autoridades
madrileñas. Todo se hizo claro y evidente al llegar a Barcelona
y ser entregados a los milicianos y conducidos a la prisión.
Seguramente en este crucial momento cayeron en cuenta de
que habían sido engañados y que serían llevados al sacrificio
a pesar de su condición de extranjeros. Posiblemente desde
días y meses a tras alcanzaron a pensar en el martirio, y hasta
desearlo y pedirlo al Señor, como lo verificará Fr. Rubén de
Jesús en carta a sus hermanos de la comunidad de Pasto antes
citada.
Nos damos a pensar en los pensares y sentimientos de los
futuros mártires una vez en la prisión en la calle Balmes. ¡Qué
pensarían y sentirían? Seguramente una serie de fuertes y
encontrados sentimientos y emociones entre los que no
podrían faltar el pensamiento de su próxima muerte, lejos de
su tierra y familiares, eso sí, por Dios y por la fe, por su calidad
cristiana y religiosa hospitalaria. Afortunadamente para ellos,
fue un rápido penar, unas cuantas horas de natural temor y de
presentimientos crueles.
151
Sentimientos y actitudes ante su muerte
A muchos de sus compañeros en el sacrificio y el martirio, habían
correspondido, estaban correspondiendo en esos mismos días,
como a los mártires claretianos de Barbastro, quince, veinte, y
más días de verdaderas torturas si no corporales, si espirituales,
dolores y sufrimientos físicos y morales, incluso simulación
de fusilamiento. Cuánta fe y cuánto valor, cuánta presencia
de ánimo y perseverancia, cuánta gracia celestial necesitaron
para no flaquear, para no hacer caso a las engañosas ofertas de
los sin Dios, que les pedían despojarse del hábito religioso y
marchar al frente de batalla para salvar la vida. Así, repetimos,
sucedió con los mártires barbastenses encarcelados el 20 de
julio, que en grupos van al martirio los días 12, 13 y 15 de
agosto. Solamente se salvaron dos claretianos argentinos.
Las actas y testimonios personales y de personas que los
conocieron, recuerdan las de los antiguos mártires cristianos.
Serán más de 50 los así sacrificados por odio a la fe, y a ellos
se unirán en el mes de agosto, mes martirial para claretianos y
hospitalarios.
De todos los hospitalarios colombianos se conservó el mejor
recuerdo entre sus cohermanos españoles, como religiosos
observantes, devotos de la Eucaristía y de la Madre de Dios,
humildes servidores de los enfermos a los que se habían
dedicado a través de su profesión religiosa por el cuarto voto
de hospitalidad. Bien pudo por tanto escribirse en la revista La
Caridad de agosto de 1942: “El sacrificio de nuestros Hermanos
colombianos nos une más estrechamente, con lazos de amor y
cariño, a aquella cristiana y españolisísima nación americana,
tan fecunda en fundaciones y vocaciones religiosas, acrecidas
con el riego de la sangre de sus mártires. Ellos interceden
desde el Cielo, y el Señor haga que un día sean glorificados
con los esplendores de los altares, para honor del nobilísimo
pueblo colombiano”.
Que sea así, ciertamente, y que su sangre sea semilla de nuevos
religiosos y laicos comprometidos y fieles a la fe cristiana.
152
Preciosa es a los ojos del Señor la muerte de sus fieles
Más pudiéramos extendernos sobre el tema de estas páginas,
pero juzgamos suficiente lo anterior, para dar a conocer
el martirio y circunstancias de nuestros compatriotas
hospitalarios, en este trágico mes de agosto para España y
Colombia.
Trágica y gloriosa a un tiempo, porque siempre será gloriosa e
imperecedera la sangre de los mártires que como la de Cristo
y la de justo Abel, será siempre signo de fidelidad, perdón y
redención para todos, aún para sus mismos verdugos. La
liturgia los llama “príncipes de las iglesias, jefes triunfales de la
guerra, soldados de la casa celestial y lumbreras de la tierra”.
Y sobre ellos pudo escribir San Agustín, en su sermón 329 del
natalicio de los mártires, “con las que resplandece en todo
lugar la Iglesia, comprobamos con nuestro propio ojo cuán
verdadero es lo que cantamos en el salmo, a saber, que es cosa
preciosa a los ojos del Señor la muerte de sus fieles ya que es
preciosa a nuestros ojos, y a los ojos de aquel por cuyo nombre
han sido realizadas”.
153
154
PROCESOS DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN
155
“Para que alguien sea oficialmente declarado mártir, se requiere
que haya muerto verdaderamente por su adhesión a la fe, lo
cual excluye los motivos políticos y las enemistades personales.
Por otra parte, es preciso que haya podido optar consciente y
libremente entre la muerte y la apostasía”.53
156
a la fe. Corresponderá obviamente a la Santa Sede a través
del riguroso y largo proceso calificar y verificar las anteriores
condiciones.
Para los mártires hospitalarios de Ciempozuelos se instruyeron
en los años 1953-1956 los procesos correspondientes.
Concluidos en 1961 no se pudieron presentar las copias
respectivas por haberse diferido en Roma las causas de
los mártires de la persecución española, ‘en el pontificado
de Pablo VI´. Cinco lustros durará este silencio. Pero llegan
días más favorables en 1983 con la promulgación del nuevo
procedimiento por medio de la Constitución Apostólica Divinus
Perfectionis Magister (El Maestro de la divina perfección), de
enero de dicho año. Dos años más tarde si no nos equivocamos,
en el Sínodo de los Obispos en Roma en 1985, Mons. Carlos
María Ariz CMF., Vicario Apostólico del Darién en Panamá,
suscita dicha reunión el caso de los mártires hispanos y sus
causas, y pide que sean reabiertas para gloria de Señor y de los
mártires. El proceso de los hospitalarios mártires colombianos
ha llegado ya un primer final glorioso: el de su beatificación
para bien de la fe, gloria del señor y de sus testigos en la tierra.
Ha sido el primer paso hacia la definitiva glorificación de
nuestros compatriotas, cuando la autoridad de la iglesia los
declare Santos y aparezcan en la gloria de Bernini. Días de
inusitada e inmensa alegría será para Colombia, tan poco
afortunada hasta el presente en el reconocimiento público
y oficial de la santidad de sus hijos, no por ausencia de ella
ciertamente, sino quizá por descuido de quienes en los
humano deben promoverla y colaborar a que los designios de
Dios se realicen en la tierra.
Para lograr este paso final e importante el pueblo cristiano
debe pedir con fe y esperanza ese don al Dios tres veces
santo, con la oración coral, perseverante y confiada. Debemos
promover más el conocimiento de los Beatos colombianos
y sus compañeros mártires, invocándolos así: “te pedimos
por la intercesión del… se nombra uno o dos, agregando, y
compañeros…
157
3. Semillas para nuevas siembras de Evangelio
158
NOVENTA Y OCHO HOSPITALARIOS
AL HONOR DE LOS ALTARES
159
efecto, asiste a esta solemne beatificación un
nutrido grupo de parientes cercanos y numerosos
paisanos. No falta tampoco un pequeño grupo de
religiosos compañeros de los mismos mártires,
de los cuales recibieron un ejemplo inolvidable.
Todos estos Hermanos, -perseverando en su
consagración a Dios en el abnegado servicio a los
enfermos y en fidelidad a los valores del carisma
y misión hospitalaria que practicaban- dieron su
vida por la fe y como prueba suprema de amor. Su
martirio sigue los pasos de Cristo, misericordioso
y buen samaritano, tan cercano al hombre que
sufre al entregar la vida por la salvación del género
humano. No hay duda de que tenían muy presente
una exhortación de su fundador, San Juan de Dios:
“Si mirásemos cuán grande es la misericordia de
Dios, nuncadejaríamos de hacer bien mientras
pudiésemos”. Estos mártires son ejemplo y
estímulo para todos, pero particularmente para
vosotros, Religiosos de la Orden Hospitalaria, y
también para cuantos dedicáis vuestra vida al
cuidado y servicio de los enfermos, especialmente
los más pobres y marginados. En vuestro
apostolado tratad de ser siempre instrumentos del
Señor, que “está cerca de los atribulados y salva a
los abatidos”, como hemos cantado en el salmo
renponsorial.“Especial mención merecen los
siete hermanos hospitalarios de Colombia, por
ser los primeros hijos de esa querida nación que
llegan al honor de los altares. Ellos se encontraban
en España completando su formación religiosa
y técnica cuando el Señor los llamó a dar ese
testimonio de la fe. Hoy, en coincidencia con el
V Centenario de la evangelización de América,
reconocemos públicamente su martirio y lo
presentamos como una primicia de la Iglesia
colombiana”.
160
2. Mensaje del Cardenal Pedro Rubiano
161
También en la misión de la hospitalidad hermanos y
colaboradores avanzamos cada día, a pesar de las pruebas y
los riesgos, porque tenemos una sola meta: la que los Beatos
mártires ya han alcanzado; tenemos una sola esperanza y en
nuestro camino hospitalario debemos estar prontos para dar
razón de la esperanza.
162
BEATIFICACIÓN DE 24 HERMANOS
EN TARRAGONA
3. Mártires de la hospitalidad
El 13 de octubre de 2013 en Tarragona (España), fueron
beatificados 24 Hermanos de San Juan de Dios mártires de
la hospitalidad, 23 españoles y un cubano. La ceremonia de
beatificación estuvo presidida por el cardenal Ángelo Amato,
prefecto de la Congregación para la causa de los Santos. Este
grupo de nuevos beatos se une a los 71 hospitalarios que
habían sido beatificados por san Juan Pablo II el 25 de octubre
de 1992 en la Plaza de San Pedro, junto con otros 51 religiosos
de diversos Institutos religiosos y la beata ecuatoriana Narsisa
de Jesús Martillo Morán.
El Hno. Félix Lizaso, vice postulador de la causa de los
163
Hermanos de San Juan de Dios, escribe que los 24 Hermanos se
encontraban en varios centros de la Orden: en Valencia 11; en
Málaga 8 y en Cataluña y Madrid, 5. Mientras trabajaban en los
hospitales dedicados a los más desfavorecidos, vieron cómo se
adueñaban de los hospitales, profanaban capillas y los llevaban
a la muerte. En Málaga, por ejemplo, les sacaron del centro
cuando servían la cena a los enfermos. “Fueron mártires por
la fe, pero también por la hospitalidad”. También el hermano
Cecilio Eseverri escribe: “El día 19 de julio de 1936, muy de
mañana, el superior de la Comunidad de Málaga, informó a
los hermanos que se vistieran de seglar, les hace entrega de
una pequeña cantidad de dinero y los invitó a que, si querían,
volvieran con sus familiares, porque se avecinaban situaciones
difíciles e, incluso, peligrosas. Con sorpresa para el superior,
uno a uno todos le manifestaron con ánimo heroico: Padre,
me quedo junto a los enfermos, pase lo que pase, y quiero
correr la misma suerte que pueda correr usted y los pobres
enfermos El superior al ver tanto el heroísmo en los hermanos
y la decisión unánime de seguir con fidelidad en el ejercicio de
la hospitalidad, conmovido no pudo contener las lágrimas.” 55
164
vida. No odiaban a nadie, amaban a todos, hacían el bien a
todos. Su apostolado era (…) el cuidado de los enfermos,
la caridad con los pobres, la asistencia a los ancianos y a los
marginados.
165
la que un gran número de Pastores, personas
consagradas y fieles laicos son proclamados
Beatos mártires.
¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados
por Cristo, discípulos que han aprendido bien el
sentido de aquel “amar hasta el extremo” que llevó
a Jesús a la Cruz. No existe el amor por entregas,
el amor en porciones. El amor total: y cuando se
ama, se ama hasta el extremo. En la Cruz, Jesús
ha sentido el peso de la muerte, el peso del
pecado, pero se confió enteramente al Padre, y
ha perdonado. Apenas pronunció palabras, pero
entregó la vida. Cristo nos “primerea” en el amor;
los mártires lo han imitado en el amor hasta el
final.
Dicen los Santos Padres: ¡’Imitemos a los
mártires’!. Siempre hay que morir un poco para
salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo,
de nuestro bienestar, de nuestra pereza, de
nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás,
especialmente a los que más necesitan.
Imploremos la intercesión de los mártires para
ser cristianos concretos, cristianos con obras y
no de palabras; para no ser cristianos mediocres,
cristianos barnizados de cristianismo pero sin
sustancia, ellos no eran barnizados, eran cristianos
hasta el final, pidámosle su ayuda para mantener
firme la fe, aunque haya dificultades, y seamos así
fermento de esperanza y artífices de hermandad
y solidaridad.
Y les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga
y la Virgen Santa los cuide”.
166
6. Testimonio valiente y generoso
Un testimonio valiente y generoso lo dio el hermano español
Gumersindo Sanz, que mientras era llevado para el fusilamiento
dijo a los milicianos: “Vosotros me mataréis, pero yo rogaré
por vosotros”. En lugar de odiar a sus enemigos fue capaz
de amarlos como hermanos, de orar y perdonar mientras él
y sus compañeros eran sacrificados. Ellos “Vivieron amado y
murieron personando”.
Su entrega generosa los hizo “testigos de la misericordia hasta el
martirio”. Estos heraldos de la paz llevan en sus manos “palmas
rojas” como roja era su sangre derramada por Cristo y por los
enfermos. Celebrar este año su memoria histórica nos lleva a dar
gracias a Dios por su vida y testimonio. El reconocimiento de su
heroico sacrificio, hecho con la beatificación es un reto para los
jóvenes y adultos, en particular, para la Familia de San Juan de
Dios: Hermanos, Colaboradores, benefactores, Voluntariados y
enfermos. Su vida es una invitación a reproducir con valor la
audacia, creatividad y santidad (VC 37), siguiendo las huellas
de san Juan de Dios.
Los que dieron testimonio de su fe al precio de su sangre y
de su vida, son proclamados Mártires y Beatos de la Iglesia
de Cristo. Desde la más remota antigüedad la Iglesia Católica
venera en los altares a quienes ofrendaron su vida al Señor
para testimoniar la fe verdadera. También en nuestros días
la Iglesia sigue reconociendo, mediante largo proceso, la
autenticidad del martirio de sus hijos para, declararlos “beatos”
o bienaventurados, y después de un comprobado milagro,
“Santos”.
El periodista y escritor italiano, Angelo Montonati en un
fascículo sobre los mártires de la Orden hospitalaria escribe:
“Fueron religiosos admirables por su constancia en atender a
quien sufre y en vivir día y noche la hospitalidad sirviendo a los
enfermos del cuerpo o de la mente: niños jóvenes y adultos.
De esta manera conformaron su vida al Cristo misericordioso
167
del Evangelio, según el ejemplo de San Juan de Dios, con un
estilo de vida sencilla y austera. (…) Su ejemplo tiene mucho
que decir a los jóvenes de hoy, que buscan ideales que den un
sentido a la propia existencia”.56
No es un secreto para nadie afirmar, que nuestra época se
caracteriza por la pérdida de valores fundamentales; dejémonos
interrogar y conducir por el ejemplo de estos mártires que han
creído en el “Amor más grande”.
168
LA SANTIDAD E COLOMBIA
169
del Castillo, Clarisa, el Venerable Fr. Juan de la Palma OFM., el
Pbro. Francisco Margallo, el Ilmo. Mosquera, par no mencionar
sino los más conocidos, no eran casi seguros candidatos a
la proclamación de su santidad por parte de la Iglesia? a los
anteriores nombres, podemos también añadir el del hermano
hospitalarios Miguel Romero que murió, como san Sebastián
mártir, alanceado por los indios en la selva chocoana, cuando
en el siglo XVII, con unos franciscanos, animados por el espíritu
misionero, fueron a llevarles el bálsamo de la caridad y el
evangelio para sanar las dolencias del cuerpo y del espíritu.57
57. cf. Juan Ciudad Gómez, o.c. pág. 194, No. 211.
170
Como puede observarse, esperan días de gloria a la patria
colombiana por lo que se refiere a la santidad de sus hijos.
Que todo sea para honor y gloria de Dios, bien de Colombia,
e intercesión en favor de sus conciudadanos y de las
comunidades religiosas a las que pertenecen y ennoblecen.
171
INDEMNIZACIÓN A LOS FAMILIARES
DE LOS MÁRTIRES COLOMBIANOS
172
y las conversaciones mantenidas vuecencia, tengo honor
manifestar gobierno república profundamente contristado
suceso dio lugar muerte varios ciudadanos colombianos,
Barcelona, ha resuelto dar curso petición formulada esa
legación indemnización familia aquellos con arreglo términos
proceda justicia.
Privado gobierno desgraciadamente todo otro medio reparar
inmenso daño sufrido víctimas, desea aprovechar, medida sus
fuerzas, única forma relativa compensación que para triste
caso puede ofrecerse.
En tal sentido se honra comunicar vuecencia está dispuesto
a recibir peticiones, legaciones proceda, discutir modo
más amistoso cifras indemnización hayan ser entregados
por estado español de mencionadas víctimas. En espera
vuecencia, se sirva transmitir este departamento reclamación
anunciada esa delegación y aceptada gobierno república,
ofrezco vuecencia, etc.”
El 16 de octubre el Canciller colombianos informa al
Encargado de Negocios en Madrid, que el Consejo de
Ministros ha rebajado la indemnización a solos 337.000 pesos,
y en contrapropuesta, el gobierno español ofrece a través del
Ministro R. de Ureña y desde Valencia, la suma de 250.000. El
6 de junio de 1937 el Dr. Melguizo informa que el gobierno
español pagaría solamente 200.000. Se le informa que insista
en el pago inmediato de los 250.000. “El 3 de enero de 1938,
escribe el P. Agudelo, el presidente de la República, Alfonso
López Pumarejo, llamó al Encargado de Negocios de España,
Juan Climent, y le manifestó que desde hacía más de un
año el gobierno colombiano venía llenando los requisitos
impuestos y seguían los plazos que se tomaba el gobierno
español para el pago de la indemnización convenida, sin que
las protestas de Negrín y Giral tuvieran cumplimiento, siendo
que desde el 4 de diciembre de 1936, el ministro de estado
se había comprometido a indemnizar. Nuestro mandatario le
dijo, además, que si no se obtenía el dinero, habría un cambio
173
total de la política amistosa mantenida por Colombia con la
península.
El 13 del mismo mes respondió Giral diciendo que pensaban
pagar pronto. Nuestro gobierno insistió el siguiente 25 de
dicho mes de enero, y dijo que interpretaba como intento de
sustraerse al cumplimiento de un deber, “lo que afectaría las
relaciones entre los dos países”. A la vez exigió respuesta para
poder informar al congreso de la República”.
2. Principio de acuerdo
El 29 de enero siguiente (1938), el encargado de negocios
informó que en último consejo de ministros tenido en
Barcelona, se aprobó el “crédito extraordinario”, y que en
breve la gaceta de la República española publicaría el decreto
pertinente. Dos días más tarde anunció Climent que el
ministerio de hacienda iba a girar, en esa misma fecha 250.000
pesos colombianos a embajador de España en París.
El siguiente 4 de febrero, el consulado de Colombia en la
capital de Francia, comunicaba que el Banco Luzard pedía
instrucciones acerca de si ponían a disposición del tesoro del
Banco de la República el dinero de la indemnización. El 12
de febrero del 38, nuestra legación en Madrid anunciaba el
recibo de aquella cantidad de dinero.
Después de tantas idas y venidas, el 3 de febrero de 1938, se
reunieron en París el Dr. Benito Fernández Bustos, ministro
plenipotenciario de Colombia, y Ángel Osorio Gallardo,
embajador de España, para ultimar la negociación pendiente.
Osorio era embajador en París. Este, a nombre de su gobierno,
entregó a Hernández Bustos una carta del banco comercial
para Europa del Norte, en la que acreditaba que había
transferido al Banco Luzard Fréres et Compagnie, de París,
la cantidad de $200.000 pesos colombianos, a la orden del
cónsul general de Colombia en París. Osorio por orden de su
174
gobierno, hizo constar que se trataba de una compensación
que otorgaba a las familias de las víctimas, de exteriorización
de amistad al gobierno colombiano por los sucesos que había
deplorado, pero que esto no quería significar que el gobierno
se sintiera responsable de lo acaecido”, (2397).
175
176
CUARTA PARTE
177
178
CAPITULO X
1. Relatos Martiriales
179
el Diplomático Uribe Echeverri. Nuevamente el brazalete
con el tricolor colombiano indicaría a todos, su calidad de
extranjeros, y el consiguiente respeto y atención que por ello
merecían de parte de las autoridades españolas.
180
se presentarían al consulado. Nadie apareció por la oficina, lo
que me preocupó. En las horas de la tarde, daba yo una vuelta
por la ciudad, cuando un miliciano me dijo al pasar:
¿Usted no es el cónsul de Colombia? Pues aquí tiene siete
compatriotas presos.
No me explicaba el suceso. Me dirigí prontamente a la casa de
la calle Balmes, en donde estaban recluidos y solicité por ellos.
Si están, se me respondió. Quise verlos para conversar y tratar
de resolverles las dificultades en que pudieran encontrarse, y
no se me permitió.
Yo soy el cónsul de Colombia, y ellos son colombianos, les dije
a los oficiales.
Toda solicitud era rechazada, porque “sí”… Y ¿sabe usted toda la
trama de este crimen? Óigala, porque se tramó desde Madrid.
Los Religiosos no lo supieron, pero llevaban vigilantes. Al llegar
a Barcelona fueron entregados a unos milicianos -todo estaba
convenido-, y de la estación de los ferrocarriles pasaron a la
prisión. ¡Esto es inaudito! Bueno, regresé a la calle de Balmes
y solicité el favor de ver por unos minutos a mis compatriotas
encarcelados.
Ahora es imposible – se me contestó. Mañana si los puede ver.
Estaba en la oficina de comisariato y uno de los jefes, con un
papel abierto, me dice en un tono altanero y soberbio - ¿sabe
usted leer?
A veces, le dije.
Pues lea eso.
182
Los siete cadáveres. En el sótano, dice don Ignacio, encontré
algo así como 120 cadáveres, unos sobre otros, en el estado
más impresionante que pueda suponerse. Rostros trágicos,
manos crispadas, vestidos deshechos. Muchos se encontraban
totalmente desnudos. Era la macabra y dramática realidad de
la muerte, cosecha lograda aquel fatídico día.
Me acerqué, a pesar de la fetidez insoportable, y me dediqué,
con ayuda de uno de los empleados de la dirección, a rescatar
los siete cadáveres. Usted no se imagina lo que fue aquella
búsqueda. Mi compañero, con un gancho agarraba los
cadáveres.
“¿Es este?, me decía. Y como no los conocía, buscaba en
cada cadáver ver papeles para identificarlos. “No, éste no es”,
contestaba yo. El feroz miliciano daba unas patadas al cadáver,
y yo continuaba buscando. Al fin, por los documentos que
llegaban, los identifique a todos; pero aun conociéndolos, no
les habría podido identificar.
No puedo decir la impresión de dolor, de pavor y de indignación
que experimenté en presencia de ese espectáculo. Los ojos
estaban fuera, los rostros sangrantes, todos oprobiosamente
mutilados, desfigurados, inconocibles, horribles. No tuve
palabras para expresar la cólera, y resolví contemplarlos en
silencio. Al cabo de un rato me interrumpió mi compañero y
me dijo en un lenguaje seco y duro:
¿Qué piensa hacer? Protestar, afirmé en voz alta.
Haga lo que le dé la gana, me contestó aquel miserable.
Olvidaba decirle que con los siete Hermanitos viajaba también
un señor, Ruíz Álvarez, natural de Cali. Yo no pude dar con él;
pero la madre bañada en llanto, reconoció un anillo de oro que
siempre llevó su hijo.
Era tanta mi indignación por el hecho consumado, que sin
medir las consecuencias, redacté una protesta indignada y la
envié al comisario de Gobernación. Si el ministro da permiso
la publicaré.
183
La concentración. Cuando adiviné el peligro en que nos
encontrábamos todos al iniciarse la revolución, usé una noche
la radio para pedir a los colombianos residentes en España que
trataran de concentrarse en los mejores sitios. Y fui atendido.
Poco después fueron llegando al consulado los primeros. Y
me pasé a vivir a la casa de un excelente amigo y compatriota,
para dejar a los colombianos el edificio del consulado. Mis
habitaciones particulares, mi alcoba, cuanto yo tenía lo
puse a la disposición de los colombianos; allí comieron más
de sesenta personas diariamente, y allí durmieron todos.
La dama distinguida y el proletario sin recursos. A todos los
atendí y los despaché para Colombia por grupos.
Las amenazas. Después vino para mí el periodo de la
inseguridad. Alguien me refirió que mi retrato se pasaba
de mano en mano, con el fin de darme a conocer lo mejor
posible. En un periódico anarquista se pedía mi expulsión.
¿La razón de esto? La protesta que presenté por el villano
crimen de que fueron víctimas mis compatriotas; y, sin duda,
porque había salvado a algunos caballeros barceloneses. Yo
no hubiera querido salir de Barcelona mientras hubiese un
colombiano allí, pero el mismo consejero de Gobernación,
señor España, me manifestó que mi vida corría peligro, y
me pidió, me exigió que partiera. Era tan vivo el temor del
señor España, que me hizo acompañar de una docena de
guardias de confianza hasta que me dejó en un avión de la
línea francesa. Se me aseguró que en todos los puestos de la
frontera había instrucciones de que no se me dejara escapar
con vida.
¿Y la situación en Barcelona?
Me haría interminable si le relatara detalle por detalle la vida
que se pasa en esa ciudad. Con esto tiene para darse una idea
clara: Allá existe el llamado “Club de los siete”. Sus miembros
tienen la obligación de “despachar” siete personas, noche
por noche, para el otro mundo. Nadie puede acostarse sin
haber cumplido esa tremenda consigna. Y por el estilo es la
184
“Patrulla del Alba”. Anotan el nombre de un simpatizante de la
revolución, mientras más encumbrado mejor, y al caer el día
lo llevan a las afueras y allí lo fusilan.
185
de ciudadanos colombianos, cuyos pasaportes habían sido
expedidos por la Legación de Colombia en Madrid, los cuales
han sido decomisados, ocultados o destruidos por los verdugos.
A mí se me entregó por ellos mismos, me refiero a los verdugos
la correspondencia y dinero que el señor Ministro de Colombia
me había enviado desde Madrid por estos infelices para su
repatriación y la de otros compatriotas. Tengo noticias de
que también me traían hasta 7.000 pesetas y 500 dólares, que
hasta la fecha no he recibido ni he hallado en los cadáveres,
los cuales fueron identificados por mí en el Hospital Clínico…”
(Libro Oficial de Comunicaciones, del Consulado de Colombia
en Sevilla).
186
En el mes de mayo pasado, al tener conocimiento el Gobierno
de Colombia de que el Ministro y el Cónsul del Perú en Madrid
habían sido víctimas de atropellos por parte de las autoridades
españolas, impartió instrucciones cablegráficas al encargado
de Negocios para que, como signo de solidaridad continental
y en defensa de los principios del Derecho Internacional,
apoyara la protesta del Perú, lo cual cumplió el señor Melguizo
colectivamente con el cuerpo diplomático, e individualmente
en uno de sus viajes a Valencia”.58
Puede observarse que las garantías ofrecidas por el gobierno
republicano eran vanas y sin sentido, pues como él mismo
reconocía, no podía controlar a los milicianos que hacían y
deshacían, encarcelaban y mataban a su antojo, como ocurrió
no sólo con sacerdotes y religiosos, sino también con segleres,
y hasta con diplomáticos. Tales garantías parecen ofrecidas
después del asesinato de los hospitalarios, pues fueron dadas
a conocer y confirmadas por la Legación de España en Bogotá
el 11 de agosto. A lo mejor tuvo mucho que ver con ellas las
protestas del Cónsul colombiano Dr. Ortiz Lozano.
187
se verán en el caso de probarla de manera legal y clara para
sostenerla.
Otra cosa es que haya sido abierta y violada, contra el
derecho de gentes, mi correspondencia privada, familiar, en
la cual, trato en términos duros a determinadas entidades.
Mi opinión personal es de mi fuero interno y reclamo
también enérgicamente, de paso, contra esta violación de
la correspondencia de un ciudadano extranjero que ostenta,
además, la representación consular de una nación amiga. Pero
de ninguna manera esa correspondencia íntima, que aún está
en su poder, a pesar de mis requerimientos, puede servir de
pretexto para decir que se expiden pasaportes falsos. Y ya que
están en su poder esas cartas, a su lectura me permito para
confirmar su innocuidad y su carencia de base para lanzar
acusaciones como la que se me ha hecho.
Manifiesto a usted que han sido vilmente asesinados en
esta ciudad, por las llamadas milicias, siete ciudadanos
colombianos; a su tiempo advertí, a quien correspondía,
que no se cometiera una imprudencia, ni una precipitación
con esos infelices, victimas del odio y de la insania de ciertas
secciones armadas y prohijadas por el gobierno de Cataluña.
No se me oyó. Se me desconoció toda autoridad para
defenderlos y para tomarlos a mi cuidado. Se me alegó del
Internacionalismo, la guerra y otras disculpas revolucionarias
para impedirme verlos. Se les fusiló por el solo delito de ser
sacerdotes de la religión católica y con pueril pretexto de que
sus cédulas personales aparentaban estar falsificadas. No me
aparto de que tales cédulas, que tuve a la vista, y tal como lo
manifesté ante los señores de las milicias, estuvieran borrosas,
tal vez hechas de prisa por un funcionario poco cuidadoso,
pero también es cierto que advertí a los milicianos de Cataluña
que era procedente, necesario, justo, obligatorio y humano,
proceder a comprobar se exactitud por el sencillo medio de un
telefonema o telegrama al Ayuntamiento de Ciempozuelos,
donde habían sido expedidas. Nada de esto se hizo, y a las
188
seis de la mañana se pasó por las armas, de manera cobarde
y arbitraria, a este grupo de ciudadanos colombianos cuyos
pasaportes venían expedidos por la Legación de Colombia
en Madrid, los cuales han sido decomisados, ocultados o
destruidos por los verdugos. A mí se me entregó por ellos
mismos –me refiero a los verdugos- la correspondencia y el
dinero que el señor Ministro de Colombia me había enviado
de Madrid con estos infelices para su repatriación y la de
otros compatriotas. Tengo noticias de que también me traían
siete mil pesetas y quinientos dólares que hasta la fecha no
he recibido ni encontré en sus cadáveres, los cuales fueron
identificados por mí en el Hospital Clínico de Barcelona.
A continuación quiero concretar los puntos de mi protesta:
1. Por el fusilamiento arbitrario, sin consejo previo ni
formalidad alguna, o sea por el asesinato de siete
colombianos, perpetrado por elementos armados del
Gobierno de Cataluña;
2. Violación y retención de correspondencia oficial y
privada de un funcionario consular colombiano;
3. Negación de seguridad personal y garantías al mismo en
el ejercicio de sus funciones;
4. Negación y trabas para la salida de ciudadanos
colombianos del territorio español, faltando a
los principios de igualdad con otras naciones de
reciprocidad, y de los tratados vigentes entre las dos
Naciones;
5. Imputación falsa e improbada al Cónsul, de prevaricación
o incumplimiento de sus beber y abuso de sus
prerrogativas;
6. Por haber sido arrancado y rasgado de mi automóvil,
públicamente, el pabellón nacional.
Hago constar, así mismo, que abandono el país a ruego
189
y requerimientos reiterados del señor España, Consejero
de Gobernación del Gobiernos de Cataluña, haciéndome
la advertencia de mi sentencia de muerte por elementos
incontrolables, si permanezco en el país, y por su declaración
categórica de que mi presencia es perjudicial para los
empleados del Despacho, de cuyas vidas responde si
abandono el país. De acuerdo con elementales preceptos
de Derecho Internacionales, del de Gentes, y de los tratados
ya mencionados, elevo, de la manera, más enérgica y
categórica, esta protesta por su conducto, ante las autoridades
correspondientes, y libro copias certificadas a Su Excelencia el
señor Ministro de relaciones Exteriores de Colombia, al señor
Ministro de la República de Colombia ante el Gobierno de
Madrid, haciendo constar que por exequátur de fecha 26 de
septiembre de 1933, estoy acreditado y aceptado como Cónsul
General de Colombia para España y posesiones.
Al honorable señor Consejero de Gobernación, actualmente,
190
Ramírez, Gabriel Maya, Rubén López Aguilar, Ramón Ramírez
Zuluaga y Luis Modesto Páez.
Tanto los religiosos como el chofer Ruiz Alvarado, iban provistos
de pasaportes y de completa documentación, además de los
colores de la bandera colombiana en el brazo, sellados por
la Legación. Al llegar a Barcelona, los siete Hermanos de San
Juan de Dios fueron bárbaramente asesinados el 8 de agosto,
y las mismas milicias en que formaban los autores de tan
monstruoso crimen, lo comunicaron a nuestro Cónsul General
en Barcelona. El obrero mecánico fue también asesinado en la
madrugada del día nueve, en un solar abandonado de la calle
de Lope de Vega, en el barrio de Pueblo Nuevo de Barcelona.
Tales acontecimientos fueron dolorosamente agravados por la
noticia del asesinato de otros colombiano, Aníbal Jesús Gómez,
estudiante de Teología en el Colegio Mayor de Zafra, Provincia
de Bajadoz, de la Comunidad de Hijos de Corazón de María,
quien fue ultimado, también con caracteres de ferocidad y
sevicia por milicianos españoles, en Fernán Caballero, el 28 de
julio, a pesar de que llevaba salvoconductos del Gobernador
de Ciudad Real y de las fuerzas auxiliares del Gobierno Español.
Al tener conocimiento de estos hechos, el Gobierno de
Colombia interpretando el sentimiento público del país, ordenó
a su presentación en Madrid que presentara al Ministerio de
Estado, enérgica y terminante protesta por la muerte de los
nueve colombianos, ultimados inhumana y bárbaramente,
y que reclama el digno castigo de los responsables y la
indemnización pecuniaria correspondiente para las familias de
las víctimas.
El texto de la nota que presentó el Ministro Uribe Echeverry,
dice así:
Madrid, agosto 13 de 1936
191
Excelentísimo Señor Ministro de Estado:
Siguiendo instrucciones de mi Gobierno, dirijo esta nota a
Vuestra Excelencia para ratificar de manera formal la enérgica
y dolorida protesta que personalmente presente el lunes 10 a
Vuestra Excelencia, por el asesinato horrendo el sábado 8 en
Barcelona, y del que fueron víctimas siete colombianos.
Esta Legación, confiada en las reiteradas seguridades ofrecidas
de manera solemne por el Gobierno de España al Cuerpo
Diplomático para la salida de los extranjeros por Valencia y
Barcelona, en el tren que va a esas capitales, embarcó, en la
noche del viernes pasado, a ocho compatriotas, de los cuales
siete encontró nuestro Cónsul ya cadáveres, bárbaramente
asesinados, en la morgue de Barcelona, y del otro no tiene
esta Legación ninguna noticia.
Los infortunados colombianos hacían parte de la Comunidad
de Hermanos de San Juan de Dios, que atiende o atendía al
Manicomio de Ciempozuelos, donde más de 1000 enfermos
eran objeto de los cuidados solícitos de mis compatriotas. Los
nombres de los muertos eran:
Luis Arturo Ayala
Juan José Velásquez
Alfonso Ramírez
Gabriel Maya
Rubén López Aguilar
Ramón Ramírez Zuluaga
Luis Modesto Páez
192
que no dejaron los referidos conductores.
193
nombres cita, asesinados en Barcelona, a su paso por aquella
ciudad, cuando se dirigían hacia el extranjero, por virtud de lo
convenido entre el Cuerpo Diplomático acreditado en Madrid,
para la evacuación de las colonias extranjeras de esta capital.
Augusto Barcia.
195
sean las averiguaciones que sin duda estarán realizándose y
habrán de realizarse, se determine la forma concreta y en su
caso cifrada, de esta reclamación.
196
Excelencia, las reparaciones usuales, a las que deben preceder
las más detalladas y completas averiguaciones con la debida y
posible intervención de esta Representación, por más que a la
verdad, lo único que falta es determinar individualmente las
responsabilidades procedentes.
197
Oportunamente tuvo conocimiento este Ministerio del
desdichadísimo suceso en el que perdieron la vida siete
ciudadanos colombianos en la ciudad de Barcelona, y que esa
Legación le hizo saber, por su nota de 13 de agosto último. Y
a esa tan dolorosa noticia viene a sumarse la que hoy se sirve
transmitir Vuestra Señoría, por la de 24 de septiembre, que
contesto, al participarme la muerte violenta del señor Carlos
Ruiz Alvarado, octavo de los que constituían la totalidad del
grupo de ciudadanos colombianos que partieron el sábado 7,
del ya citado mes, para la capital catalana.
198
Tomo nota de los restantes pormenores que el documento a
que me refiero contiene, y aprovecho la triste ocasión que me
proporciona para ofrecerle las seguridades de mi distinguida
consideración.
199
Huelga, por consiguiente, que diga a Vuestra Señoría cuán
sinceramente deploraría este triste acontecimiento, si la
información llegase a ser comprobada, lo que espero que
se esclarezca, muy pronto, pues me dirijo en el acto al señor
Ministro de Gobernación encareciéndole la necesidad de
una investigación tan rápida como eficaz acerca del caso
denunciado, del que naturalmente, no he tenido la más leve
noticia hasta este instante.
200
a la hora de la verdad, y que tendían a minimizar los graves
sucesos ocurridos.
201
agosto, el mencionado funcionario daba ya detalles acerca del
crimen.
202
PROTESTA DE LA PRENSA Y DE PARTICULARES
“EL TIEMPO”
Es apenas comprensible que la sociedad bogotana y la prensa
de la capital de manera especial, protestara enérgicamente
contra los asesinatos de que habían sido víctimas los
Hermanos Hospitalarios.
Ya desde agosto al saberse la noticia, la prensa encabezada
por El Tiempo inicia una serie de protestas a las que se
unirán entidades o personas, máxime españolas. El citado
periódico en su edición del 11 de agosto pág. 9, traía la
noticia de una protesta del Papa pío XI por los sacrilegios y
crímenes cometidos en España en las personas de sacerdotes
y religiosos. La nota de protesta fue enviada al gobierno de
Madrid.
Al día siguiente, en la pág. 4, se recuerda la palabra “adiós”
había sido prohibida en la zona rojas española, por
mencionarse en ella al Ser Supremo! Debía ser reemplazada
por: “Salud, camarada!”. Así lo informaban el corresponsal del
Times de Londres.
En la edición del 13 de agosto, en su primera página, se leen
los siguientes titulares: “Siete colombianos asesinados
en España. El Gobierno adopta las medidas que exige el
Honor de la República. Asesinados entre Madrid y Barcelona.
Comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores”. Se
detiene el informante en dar a conocer las circunstancias
del asesinato, trae los nombres de las víctimas y se refiere a
los demás colombianos residentes en España, algunos de
los cuales han logrado viajar a Francia. No transcribimos las
noticias, confusas todavía, porque nada añaden a lo que ya
sabemos de tan trágico y glorioso suceso.
E la página 4, a aparece un vibrante y enérgico editorial de
protesta titulado: Ante el abominable atentado, cuyo texto es
el siguiente:
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“El horrendo crimen de que fueron víctimas el lunes, en
España, 7 ciudadanos colombianos, no tiene, no puede tener
ni justificación ni excusa. Sólo la pavorosa ola de barbarie que
se ha desencadenado sobre un país sumido hoy en la peor de
las desventuras, puede explicar ese asesinato cobarde, inútil,
absurdo, y que no tiene precedentes quizá en la historia.
Si, como parece, han sido víctimas de anarquistas, de
extremistas rojos que no reconocen autoridad ni están sujetos
a ley alguna, el crimen es, a más de salvaje, estúpido. Los
asesinados eran precisamente gentes pobres, humildes, que
según parece dentro del concepto de clases, pertenecían a la
de sus asesinos. Nada demuestra mejor la insensatez de estos
inicuos arrebatos, que la suerte de nuestros compatriotas,
inocentes hasta de la sombra de una falta, culpables sólo
de haberse encontrado, en una hora fatal, en medio de la
locura sangrienta que hoy destruye a España. El verdadero
manicomio no era aquel donde ellos trataban de servir a seres
enfermos: el manicomio real estaba fuera y los que habían
vivido tranquilos entre alienados y dementes, perecieron a
manos de turbas acometidas por una locura furiosa.
El gobierno puso ayer en conocimiento de las cámaras,
en sesiones secretas, los hechos de que ya ha tenido
conocimiento, y está obligado a proceder con gran prudencia
porque así lo exige la situación de nuestros compatriotas
que aún se encuentran en España. Toda prudencia es poca
cuando están de por medio las vidas de los ciudadanos
colombianos que se encuentra en un volcán de pasiones y
en lugares donde ha desaparecido toda normalidad. El país
entero comprende bien las razones que determinan la actitud
discreta y cuidadosa del Gobierno y confiará en él, como
confiaron plenamente las cámaras para que este incidente,
tenga los desarrollo exigidos por la dignidad de Colombia y
por los intereses y derechos de los ciudadanos colombianos
residentes en el exterior.
Queremos imitar esa prudencia del gobierno y secundarlo en
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la tarea, bastante difícil, de proteger a los colombianos que
aún no han podido salir de España. Si pudieran hablar los
compatriotas caídos en forma tan horripilante, seguramente
nos aconsejarían esta actitud de discreción en beneficio de los
que aún puede salvarse.
Y nadie puede dudar de cuán intensa es nuestra protesta,
de cuán honda es nuestra indignación ante este crimen, sin
precedentes…
Quince días antes de estallar en España la revolución el
presidente de las Cortes don Diego Martínez Barrio, que fue
también presidente de la República al caer Alcalá Zamora
y que fue uno de los jefes de la campaña que dio la victoria
al Frente Popular, en un gran discurso pronunciado en la
convención del partido de la Unión Republicana, del cual es
jefe, confesaba su angustia por lo que estaba sucediendo en
España y decía:
“Un pueblo puede vivir sin libertad, -ello es duro, significa el
dominio de una casta sobre la gran masa social que constituye
el pueblo- pero en la noche sombría de su esclavitud, siente
cómo le recrece íntimamente el deseo de procurarse un mayor
bien, y después de esa noche de dictadura, hay siempre,
indefectiblemente, un amanecer radiante, esplendoroso
que compensa a los pueblos las horas de esclavitud. Un
pueblo puede vivir, -suele vivir, por desgracia- en condiciones
económicas de franca inferioridad, pueblos que se
encuentran en esa situación, recorren el largo calvario de su
vida procurando mejorar dentro de la parvedad misérrima de
sus posibilidades, la misión que les ha deparado el destino,
pero la soporta si no con resignación, con fe, tiene puesta la
esperanza en otro día mejor. Como no puede vivir un pueblo
en estado de constante insurrección e inquietud. Sin libertad
transitoriamente, sí: en constante situación de insurrección,
de desmandamiento, donde cada cosa abandonó su asiento
natural para que lo ocupe fraudulentamente el más audaz, el
más desaprensivo, el más osado, así no se vive.”
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Inútil agregar que el crimen abominable cometido en España
contra nuestros compatriotas, no tiene por qué afectar, en
lo más mínimo, el ambiente de respeto, de estimación y de
simpatía que rodea a los españoles residentes en Colombia,
por nuestro sentido de la hospitalidad y por los merecidos
indiscutibles de esa colonia.
Ella está formada, en su totalidad, por hombres de trabajo, por
gentes honorables, leales amigos de Colombia, vinculados a
nuestra sociedad y a nuestra vida por mil lazos y a quienes
no cabe ni la sombre de una responsabilidad en lo que ha
sucedido. Al contrario, son tan víctimas, como nosotros,
de esa iniquidad y quizá más. No creemos que de labios de
ningún colombiano digno de serlo, pueda salir hoy un palabra
en contra de los españoles residentes en Colombia, que no
han perdido, sino todo lo contrario, el derecho de nuestra
consideración y a nuestra amistad leal y sincera”.
En el diario del día 14, pág. 15, aparecen unas declaraciones
del P. Doroteo María Garro, Prior de los hospitalarios en Bogotá
sobre los religiosos asesinados, cuyas fotos, bastante nítidas
por cierto, ilustran el texto periodístico. Estas noticias y las
protestas de la colonia española y de D. José Carulla, fundador
de los Mercados Carulla, ocupan casi toda la página. A ellas
nos referimos más adelante.
“LA RAZÓN”
Dirigida el diario liberal La Razón, el Dr. Juan Lozano y
Lozano, insigne escritor y poeta. También en su diario y
con su autoría, aparecen sendos editoriales los días 28 y 29
de septiembre en los que protesta por los asesinatos de los
religiosos colombianos, parece que a raíz de las declaraciones
de Soto del Corral, según las cuales no había tenido tiempo de
ocuparse de un conflicto de policía que son los que ocupan
a la prensa insustancial. Llevan como títulos: “7 colombianos
descuartizados”, y “Mas sobre el caso de los descuartizados”.
206
El segundo editorial, comenta el P. B. Agudelo OH, es el
comentario a las declaraciones de Canciller colombiano. La
Revista Javeriana de noviembre de 1936, pp. 377-378, traía
los siguientes comentarios: “estas palabras de tanta pasividad,
merecieron de Juan Lozano y Lozano estas cláusulas
acres y patrióticas: “Pero hay, por encima de todas estas
consideraciones, una obligación sentimental, una obligación
patriótica, una obligación humana qué cumplir; hay obligación
de conmoverse, de no mostrar esta fisonomía importante
de estadística, en frente de un crimen que conmueve hasta
lo más profundo el sentimiento nacional, cuya voz, por
organización de la ley, debería ser hoy nuestra cancillería.
Esta imperturbabilidad sapiente de señor Soto, causará
indignación entre los colombianos. No puede ser Colombia el
único país a cual se pueda ultrajar impune y consentidamente.
En este camino, dejaría en breve de ser una nacionalidad”.
El mismo bruñido y noble editorialista, continúa, el
comentarista de la Vida Nacional de la revista citada, decía
en LA RAZÓN del 9 de octubre, indignado por no ver qué
gestiones hacia el gobierno para vengar el descuartizamiento
de nuestros compatriotas: “Cuando hermanos nuestros, hijos
de estas breñas en donde hemos nacido, seres a nosotros
unidos por todos los vínculos que forman la trama de la
nacionalidad, son asesinados por extraños, hay que esperar
del gobierno que representa a la patria siquiera el amago de
una reacción colérica. Pensar en vías protocolarias cuando
esto acontece es signo de una desviación moral… Lo que el
país quiere en un momento dado es sentir en sus mandatarios
esa vibración, ese cabrilleo, ese sentido que cruza por su
espíritu tremendo”.
La reacción del gobierno ante las protestas de la prensa,
instituciones y personas, fueron unos pequeños carteles,
casi vergonzantes, con letra pequeña, como para que no se
alcanzar a leer…
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PROTESTAS DE PARTICULARES
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sus mártires Hospitalarios y de un mártir claretiano.
El 22 de octubre tuvo lugar solemne funeral en la catedral por
los colombianos asesinados. Pero vengamos a las protestas de
los particulares por el asesinato de nuestros Hospitalarios.
D. José Carulla, catalán español, a quien alcanzamos a conocer
muchos años antes en la Hacienda Las MERCEDES, de Sasaima,
felicitaba en comunicación del 13 de agosto al director de EL
TIEMPO por su enérgico editorial de protesta. Dice así su misiva
publicada en ese diario el día 14, en la pág. 15: “Con honda
gratitud he leído su editorial de hoy referente a la desgraciada
situación de España. Como ha hecho hoy con toda nuestra
colonia en forma colectiva, ante el señor Ministro de Relaciones
Exteriores, hemos visto con verdadera pena la masacre de
inocentes colombianos que consideramos hermanos nuestros,
por gentes irresponsables, pena que acrecienta nuestro natural
desasosiego al pensar en la suerte que puedan correr nuestros
familiares y amigos en la que hasta hace poco fue placentera
España.
Cumplo gustoso un deber que considero al dar a usted mis
más expresivas gracias por sus sentidas frases al referirse a los
españoles que residimos en este hospitalario país; mi larga
permanencia en Colombia con vinculaciones familiares en ella
y con amigos sinceros que en las presentes circunstancias han
demostrado sus sentimientos por nuestras desgracias, acaban
de ligarme con fuerte reconocimiento a este bello país que
considero mi segunda patria, y al que deseo de todo corazón
una mejor suerte que a mi desgraciada tierra.
Reiterando a usted mis sentimientos de agradecimiento,
me suscribo suyo atento, y seguro servidor y amigo, JOSÉ
CARULLA”.
La protesta de la colonia española dice así: “Excelentísimo
señor: La colonia española residente en Bogotá, República
de Colombia, al saber por la prensa que una turba afiliada,
según se dice, a las milicias rojas, ha asesinado a varios
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ciudadanos colombianos que pacíficamente trataban de salir
de la península, eleva a vuestra excelencia la expresión de su
indignada protesta por este hecho abominable que deshonra
a cuantos sentimos el orgullo de ser españoles.
Abrigamos la confianza de que el gobierno de nuestra
patria lejos de hacerse solidario de este hecho tan repulsivo,
lo condenará, como nosotros, en consideración a que las
víctimas eran gene sencilla y pacífica, pertenecientes a un
país que brinda a los españoles amplia y cordial hospitalidad,
y que viajaban bajo la salvaguardia del estado español.
Le rogamos con vehemente ahínco que ordene la investigación
que deploramos, se castigue implacablemente a sus autores y
se indemnice a las familias de las víctimas.
Del excelentísimo señor presidente, atentos, seguros
servidores y compatriotas…”
Siguen las firmas de 17 personas, entre ellas José Carulla y José
Carulla Soler. Como se puede adivinar, la anterior protesta va
dirigida al Presidente de la República española.
La dirigida al Ministro de Relaciones Colombianas, Soto del
Corral, reza así: “Excelentísimo Señor: la colonia española
residente en Bogotá, informada por la prensa del repugnante
crimen cometido en la península el lunes pasado, del cual
resultan víctimas algunos ciudadanos colombianos, ofrece al
gobierno de esta república, por el digno conducto de vuestra
excelencia, la expresión más sentida de pesar, asociándose
cordialmente al dolor que experimenta el pueblo colombiano
por el hecho abominable por el cual protestamos indignados.
Nosotros, que hemos recibido en este país una hospitalidad
tan amplia y tan sincera, que estamos ligados a esta república
por vínculos indestructibles de sangre y de efecto y que
vivimos horas de congoja por la suerte que hayan corrido
nuestros familiares en la península, nos sentimos hoy más que
nunca heridos de que las pasiones desencadenadas en España
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con motivo de la lucha civil que allí se libra, hayan borrado
del espíritu de algunos de nuestros compatriotas las nociones
de hidalguía y respeto al derecho de gentes que siempre han
sido norma de orgullo del pueblo español.
En esta fecha nos dirigimos al gobierno español exigiéndole
inmediata investigación de los hechos, castigo de los culpables
e indemnización para las familias de las víctimas que eran, al
parecer, gente humilde y sencilla.
Estamos seguros de que el pueblo español lamenta, como
nosotros, los hechos acaecidos, y acompaña a Colombia en
esta hora infortunada”. Siguen las firmas de 36 firmantes entre
ellos José Carulla y José Carulla Soler.
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EL EJÉRCITO DE LOS MÁRTIRES
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las huellas de Jesús al estilo de Juan de Dios.
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La gloria de todos los mártires, su pregón y elogio, no cesa a
lo largo y ancho de la tierra, lo mismo que a la innumerable
pléyade de los mártires hispanos de los años 1936 a 1939.
60. Cf. Paul Claudel, Aux Martyrs espagnols. A los mártires españoles,
traducción de Leopoldo Marechal. Gaudium, Buenos Aires, 1937, pág. 9, 15, 17,
19, 23 y 25.
214
BIBLIOGRAFIA
215
13. AGUDELO Benjamín OH, Los Hijos de San Juan de Dios en
la Nueva Granada, Tomo V, págs. 2369-2370, Editorial Carvajal,
Bogotá, 1983.
17. Luis Alfredo correa Uribe Pbro. Novena del beato Juan Bau-
tista Velásquez, Matices Producciones, Medellín, 2004
19. Juan Pablo II, Viaje apostólico a extremo oriente, BAC, Ma-
drid 1981.
21. Juan Pablo II, Tertio millennio adveniente, nn. 32, 33.
216
26. San Agustín, sermón 329.
217
218
219
Hermanos de San Juan de Dios
Comunidad del Hospital Nuestra Señoras de las Mercedes
Bogotá, Calle 5 con Avenida Caracas - 1932
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