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cardiaca
Definición de insuficiencia cardiaca, importancia, frecuencia,
pronóstico, disponibilidad de medios terapéuticos e impacto
económico.
Según la definición de Braunwald, insuficiencia cardiaca es aquella situación fisiopatológica en la
que el corazón es incapaz de bombear sangre a un ritmo adecuado a los requerimientos
metabólicos tisulares, o en que sólo es capaz de hacerlo con una presión de llenado elevada.
Importancia de la insuficiencia cardiaca
En los últimos años hemos asistido a un progresivo interés por la insuficiencia cardiaca. Las causas
de este interés son múltiples:
Su frecuencia. La insuficiencia cardiaca es un problema de magnitud creciente. Esto
puede deberse, por una parte, al envejecimiento de la población, puesto que la prevalencia de
insuficiencia cardiaca es mayor en personas ancianas; pero también al hecho de que la
popularización de los nuevos y más efectivos tratamientos para ciertas enfermedades de corazón
(como es el caso de la angioplastia primaria en el infarto agudo de miocardio) conlleve que
enfermos que de otro modo morirían, sigan viviendo con una función cardiaca deteriorada.
Otro tanto podría decirse de la mayor supervivencia de los enfermos con insuficiencia cardiaca
debido a un mejor tratamiento; mejora la mortalidad, pero incrementa la prevalencia.
Su pronóstico. La supervivencia media de los pacientes con grados avanzados de
insuficiencia cardiaca es menor que la de muchos tipos de cáncer.
La disponibilidad de medios terapéuticos. Hoy disponemos de medios terapéuticos
múltiples que abarcan desde el trasplante cardiaco hasta fármacos nuevos y potentes que han
demostrado, en estudios objetivos y científicamente sólidos, que pueden mejorar la calidad de
vida y aumentar la supervivencia de los pacientes con insuficiencia cardiaca. Es evidente que
los médicos, entre cuyas motivaciones está la curiosidad científica, pero sobre todo el interés por
ayudar a sus pacientes, se sienten más atraídos por enfermedades en las que existe una posibilidad
real de aportar algo a los que las padecen. Pero también es evidente que la presión de la
industria sanitaria contribuye a llamar la atención sobre problemas para los que dispone de
soluciones.
Su impacto económico. La insuficiencia cardiaca es cara de tratar. Las hospitalizaciones
son frecuentes, caras y prolongadas.
SITUACIÓN EN ESPAÑA
Los datos más completos sobre la prevalencia de la IC en España son los del estudio PRICE
(Prevalencia de Insuficiencia Cardiaca en España) que en una muestra de casi 2000
individuos de más de 45 años encontró una prevalencia del 6,8%, sin diferencia entre géneros,
pero con porcentajes crecientes según estratos etarios (1,3 % entre 45 y 54, y 16 % por encima de
75 años)
La importancia relativa de estas etiologías varía con la población estudiada y la época. Por ejemplo,
en el estudio de Framingham la hipertensión como causa aislada de insuficiencia cardiaca
representaba un 70 % de los casos, lo que parece excesivo; quizá se deba a que, dado el carácter
no invasivo de los medios de diagnósticos empleados, se hayan dejado sin detectar numerosos
casos de cardiopatía isquémica. En todo caso, en ese estudio la importancia relativa de la
hipertensión y de la enfermedad valvular se ha reducido de forma marcada a partir de
los años 50, al mismo tiempo que aumentaban las enfermedades coronarias y
la diabetes mellitus.
Es posible que la menor representación de la hipertensión como causa de insuficiencia cardiaca se
deba a una mejor detección y a un mejor tratamiento. Por ejemplo, los estudios SHEP, Systolic
Hypertension in the Elderly Program , y STOP-Hypertension, Swedish Trial of Old Persons
With Hypertension, consiguieron reducciones de un 55 y 51 % respectivamente en la incidencia
de insuficiencia cardiaca entre los hipertensos tratados frente a los no tratados.
El estudio de Framingham identificó diversos factores de riesgo para el desarrollo de
insuficiencia cardiaca. Entre los más importantes, la hipercolesterolemia, la hipertensión,
la intolerancia a la glucosa y, sobre todo, la hipertrofia ventricular izquierda detectada
mediante electrocardiografía
Mecanismos fisiopatológicos de la insuficiencia cardiaca
Mecanismos fisiopatológicos que inician del proceso de insuficiencia cardiaca,
esquema del proceso IC, evolución del proceso IC.
El proceso que conduce a la insuficiencia cardiaca se inicia con un acontecimiento que
supone una agresión para el miocardio. Este acontecimiento, que en numerosas ocasiones no
se puede definir con exactitud en el tiempo, puede ser de cuatro tipos:
o 1. Una sobrecarga de presión. Ejemplos tipo de esta situación son
la hipertensión arterialo la estenosis aórtica. En estos casos el miocardio inicialmente es
normal, esto es, no existe un problema intrínseco de contractilidad; pero este miocardio normal
debe enfrentarse a una carga superior a la habitual. Tras un periodo de tiempo variable esta
situación puede conducir a la insuficiencia cardiaca.
o 2. Una sobrecarga de volumen. Las regurgitaciones valvulares (insuficiencia
mitral o aórtica), así como los cortocircuitos izquierda-derecha, constituyen ejemplos de esta
situación en la que nuevamente el miocardio es normal al inicio.
o 3. Una pérdida localizada de miocitos. El infarto de miocardio, una de las
causas más frecuentes de insuficiencia cardiaca, constituye el ejemplo más claro de esta situación.
Aquí coexiste una parte del miocardio, la necrosada, cuya función se pierde por completo, con otra
parte, el miocardio sano, que debe someterse a una sobrecarga para intentar suplir la contribución
de la zona ausente. El resultado es que la función de las cámaras ventriculares se encuentra
deprimida en mayor o menor medida, dependiendo de la cuantía de ambas zonas.
o 4. Una disminución generalizada de la contractilidad. Esto es lo que sucede
en las miocardiopatías dilatadas de diverso origen. Aquí la función de la cámara es anormal como
consecuencia de una anormal contractilidad del miocardio que la forma, sin que existan zonas
normofuncionantes.
Dentro de estos cuatro grandes grupos pueden agruparse todas las causas que
desembocan en la insuficiencia cardiaca; el camino que conduce hacia el síndrome final no es
el mismo. La información disponible acerca del proceso evolutivo tampoco es la misma; en el caso
del infarto de miocardio el acontecimiento que pone en marcha toda la secuencia de eventos es
conocido y, por lo general, no pasa desapercibido. Este hecho ha permitido analizarlo con cierto
detalle e incluso poner en marcha actuaciones para intentar retrasarlo. Por el contrario, en
muchos casos de miocardiopatía dilatada el diagnóstico no se hace sino cuando
aparecen signos y síntomas clínicos de insuficiencia cardiaca, por lo que los
acontecimientos que tienen lugar antes de este momento son menos conocidos.
En todo caso, y de forma general, podemos esquematizar la situación de la siguiente manera:
o Una noxa inicial incide sobre el corazón en forma de depresión de
la contractilidad miocárdica, pérdida de miocardio útil o sobrecarga ventricular.
o Se produce una alteración de la perfusión de ciertos órganos.
o El organismo reacciona activando mecanismos compensadores
que tienden a mantener la función cardiaca global de forma que permita una
adecuada perfusión de estos órganos.
o Con el tiempo, por agotamiento de estos mecanismos
compensadores o por mantenimiento de la agresión miocárdica -a la que pueden
contribuir los mismos mecanismos que pretenden «ayudar» al corazón-, el
deterioro se acentúa y sobreviene la insuficiencia cardiaca.
Hipertrofia ventricular
Hipertrofia ventricular, aumento del componente fibroso, reducción
de la reserva coronaria, insuficiencia cardiaca diastólica, arritmias
ventriculares.
Dilatación ventricular
Mecanismo de Frank-Starling, volumen sistólico, dilatación
ventricular, fracción de eyección, morfología ventricular,
marcadores y pruebas, ecocardiograma bidimensional,
ventriculografía isotópica, resonancia magnética nuclear.
El aumento de la precarga, representada por un mayor llenado ventricular en diástole, es uno de
los mecanismos de incremento del gasto cardiaco en función del mecanismo de Frank-
Starling. En una curva de un corazón normal en reposo, el aumento del volumen
telediastólico se acompaña de un aumento de la eyección ventricular. Durante el
ejercicio, la activación simpática modifica la curva, de forma que la contractilidad
aumentada hace que se pueda conseguir una mayor eyección con la misma
precarga. Pero en ambas situaciones, con un corazón normal, el volumen telesistólico no se
incrementa (sí lo hace la fracción de eyección), por lo que no se puede hablar de dilatación
ventricular.
La verdadera dilatación ventricular se acompaña, por lo general, de hipertrofia
ventricular excéntrica y de cambios en la configuración del ventrículo, que adopta una
imagen más esférica. Este cambio de morfología, que puede cuantificarse mediante diversos
índices de esfericidad, constituye un factor predictivo de mala evolución, independiente de otros
parámetros de función ventricular. La mala alineación de los músculos papilares hace que la
esfericidad ventricular favorezca o incremente la insuficiencia mitral. En estos estadios,
en que la contractilidad miocárdica está deprimida, la curva de Starling se convierte en una curva
aplanada, por lo que la mayor precarga no se traduce en un mayor gasto cardiaco.
La dilatación ventricular en presencia de reducción de la fracción de eyección puede contribuir a
mantener el volumen de eyección sistólico, pero tiene importantes consecuencias
negativas(aumento de la tensión de pared, dificultad de flujo coronario
subendocárdico, insuficiencia mitral progresiva) que hacen que contribuya a la evolución hacia
etapas terminales de la insuficiencia cardiaca.
Entendemos por fracción de eyección el porcentaje de volumen telediastólico que es
expulsado por el ventrículo en la sístole siguiente. Se calcula mediante esta fórmula:
Vtd - Vts
FE = ——————
Vtd
Vtd es el volúmen telediastólico y Vts el volúmen telesistólico. En circunstancias normales, el valor
de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo se sitúa en torno a un 60 % (también se
expresa como fracción de la unidad, en cuyo caso sería 0,6). La depresión de la FE puede ser ligera
(0,5 - 0,4); por debajo del 35-30 % se considera una depresión severa de la función ventricular. La
caída de la fracción de eyección supone que se expulse menos sangre en cada sístole;
para compensar esta situación y mantener el volumen minuto existen dos alternativas:
aumentar la frecuencia cardiaca (respuesta a corto plazo) o aumentar el volumen
telediastólico (respuesta a medio plazo). Este último mecanismo de adaptación, la
dilatación cardiaca, es progresivo y puede por sí mismo conducir a la insuficiencia
cardiaca.
Sistema renina-angiotensina-aldosterona
Sistema renina-angiotensina-aldosterona, sistema nervioso
simpático, aumento del tono vascular en la insuficiencia
cardiaca, insuficiencia cardiaca de origen isquémico, resistencias
periféricas.
Los cambios estructurales que tienen lugar en el proceso de adaptación a la insuficiencia
cardiaca son mediados por la puesta en marcha de una serie de sistemas neurohormonales, entre
los que hay que destacar los sistemas renina-angiotensina-aldosterona y nervioso
simpático.
La angiotensina II tiene una acción inotrópica positiva. En la insuficiencia cardiaca de
origen isquémico el aumento de la contractilidad incrementa el consumo de O 2,
pudiendo agravar la isquemia subyacente. También tiene acción promotora del crecimiento
celular, que en parte es responsable de la producción de hipertrofia ventricular; al mismo tiempo,
la aldosterona induce la producción de fibrosis miocárdica y contribuye a la retención hidrosalina.
La A-II aumenta también el tono vascular. El aumento del tono vascular tiene su sentido en la
insuficiencia cardiaca, aunque también sus inconvenientes. El aumento del tono venoso ayuda a
desplazar el pool venoso hacia el territorio pulmonar, aumentando la precarga ventricular izquierda
que puede contribuir a mejorar el gasto cardiaco en función del mecanismo de Frank-Starling.
Pero en estadios avanzados de la insuficiencia cardiaca, cuando la curva se encuentra
aplanada, el aumento de la precarga se traduce en una mayor congestión pulmonar y no en una
mejoría del gasto. Por otra parte, el aumento de las resistencias periféricas pretende mantener la
presión de perfusión en órganos clave. Este mecanismo funcionaría bien en un corazón normal, de
función no deprimida, ya que el gasto no se modifica para una amplia gama de valores de
resistencia periférica. Sin embargo, en el corazón insuficiente el aumento de las resistencias
condiciona una reducción adicional del gasto cardiaco.
Figura izquierda: Ley de Starling. La eyección ventricular en sístole depende del llenado ventricular previo, que a su vez
condiciona el grado de estiramiento de las miofibrillas. En la insuficiencia cardiaca la curva se desplaza hacia abajo, de forma
que la eyección ventricular es menor para un mismo grado de precarga. Las distintas situaciones de contractilidad
ventricular condicionan una familia de curvas de Starling; las intervenciones inotrópicas (por ejemplo, la digital) pueden
hacer que el funcionamiento cardiaco cambie de curva de funcionamiento.
Figura derecha: Aunque el corazón normal es capaz de mantener el gasto cardiaco para un rango relativamente amplio de
niveles de impedancia, en la insuficiencia cardiaca los aumentos de impedancia hacen que el gasto se reduzca.
Sistema adrenérgico
Sistema nervioso simpático en la insuficiencia cardiaca, niveles
de catecolaminas, consecuencias de la activación adrenérgica,
mecanismos de compensación de gasto cardiaco insuficiente .
El sistema nervioso simpático se encuentra activado en la insuficiencia cardiaca y tanto
más cuanto más severa es la alteración hemodinámica. Los niveles de catecolaminas en
sangre tienen valor pronóstico, siendo este peor cuanto más elevados son aquellos.
Las consecuencias de la activación adrenérgica son varias:
o Aumento de la contractilidad miocárdica
o Aumento de la frecuencia cardiaca
o Aumento de las resistencias periféricas
Todos estos mecanismos intentan compensar la situación creada por un gasto cardiaco
insuficiente: aumentando la frecuencia cardiaca (estimulación simpática), el volumen
latido (dilatación ventricular) o mediante ambos. Este último mecanismo, junto con el
intento de aprovechar el mecanismo de Starling incrementando la precarga, conduce a una
elevación de las presiones de llenado ventriculares responsables de la disnea y congestión venosa.
Pero, además, ambos mecanismos conducen a un aumento progresivo del deterioro de la
eficiencia del miocardio, agravada por el aumento de las resistencias periféricas en un
intento de mantener la presión de perfusión a ciertos órganos.
Los mecanismos de compensación pueden considerarse armas de doble filo, pues
ayudan a perpetuar y empeorar la situación del corazón. En este modelo neurohumoral de
la insuficiencia cardiaca, que atribuye parte de su desarrollo a la activación de sistemas nerviosos
(simpático) y humorales, se basa el intento de tratamiento mediante la modificació o bloqueo de
alguno de estos sistemas.
Independientemente de las virtudes de esta clasificación -sobre todo hay que subrayar la
importancia de la prevención- parece poco razonable incluir entre los afectos de
insuficiencia cardiaca a un elevadísimo porcentaje de la población -estadios A y B- que
no padece (y que quizá nunca llegue a padecer) el síndrome clínico.
Disnea
Disnea, asma cardial, hipertensión pulmonar, edema intersticial,
edema agudo de pulmón.
En la insuficiencia cardiaca izquierda no tratada lo habitual es que el síntoma
predominante sea la disnea o dificultad respiratoria, que podríamos definir como una suerte
de conciencia anormalmente desagradable de la propia respiración. Este síntoma es el reflejo de la
dificultad que encuentra el oxígeno para pasar a través del espacio alveolo-capilar, lo que a su vez
tiene su origen en la presencia de líquido en este espacio (edema).
Las fuerzas que intervienen en la salida o entrada de líquido en los capilares de acuerdo con
el mecanismo de Starling son las siguientes:
1. Presión hidrostática intracapilar
2. Presión coloidosmótica sanguínea
3. Presión hidrostática intersticial
4. Presión coloidosmótica intersticial
5. Indemnidad de la permeabilidad alveolo-capilar
Podría entenderse que el grado I corresponde a pacientes sin insuficiencia cardiaca; en general se
utiliza para aquellos enfermos que han estado en situación de insuficiencia cardiaca sintomática,
pero cuyos síntomas han desaparecido en virtud del tratamiento.
En los cuadros de larga evolución la sintomatología confesada por el enfermo puede ser
engañosa, ya que a lo largo de los años se ha ido acostumbrando a una reducción
paulatina de su actividad hasta que llega un momento en que lo que a él le parece normal se
encuentra por debajo de cualquier estándar comparativo. En estos casos puede ser conveniente
recurrir a pruebas objetivas para valorar la cuantía de su limitación funcional.
Una forma particular de disnea en el paciente cardiaco es la ortopnea, que es la disnea de
decúbito. Éste es un componente frecuente de la disnea de origen cardiaco, y obedece al aumento
del retorno venoso durante el decúbito, con un desplazamiento del pool venoso sistémico hacia el
pulmonar; a ello se añade la elevación diafragmática que reduce la movilidad y los volúmenes
pulmonares. El interrogatorio del paciente con insuficiencia cardiaca debe incluir, como
pregunta obligada, la de con cuántas almohadas duerme el paciente.
La disnea paroxística nocturna o asma cardial es un acceso brusco de disnea que despierta al
enfermo. Los factores que agravan la situación hemodinámica son los ya citados para la ortopnea,
a los que pueden añadirse causas desencadenantes (arritmias, etc.). El paciente que duerme
puede tolerar relativamente bien incrementos importantes de la presión capilar
pulmonar, de manera que sólo se despierta cuando ya existe edema pulmonar
y broncoespasmo.
Fiebre
Infección respiratoria
Tromboembolismo pulmonar agudo
Arritmias
Abandono de la medicación
Sobrecarga de líquidos
Anemia
Exceso de sal
Insuficiencia renal
Tirotoxicosis
Embarazo
Obesidad
Administración de indometacina u otros inhibidores de las prostaglandinas
Hipertensión
Fármacos inotrópicos negativos
Modificado de De Teresa E, Espinosa Caliani JS, Gómez Doblas JJ, Rodríguez Bailón I: Insuficiencia
Cardiaca. Ediciones Ergón, Madrid, 1994. Monografía Insuficiencia Cardiaca.
La auscultación cardiaca puede mostrar extratonos que confieren el sonido característico del
ritmo de galope. El tercer ruido se detecta al comienzo de la diástole, en la fase de llenado rápido;
puede ser fisiológico en niños y adolescentes, y aparece también en situaciones de sobrecarga
volumétrica del ventrículo izquierdo, pero en en estos casos no representa insuficiencia cardiaca.
Con estas excepciones, un tercer ruido refleja un llenado rápido en un ventrículo poco distensible o
ya dilatado en un intento de poner en marcha el mecanismo de Frank-Starling. Dado que éste
es un fenómeno acústico de baja frecuencia, se ausculta mejor con la campana del estetoscopio
aplicada suavemente sobre la piel del ápex.
El cuarto ruido es el representante acústico de una contracción vigorosa de la aurícula izquierda,
que puede ser fisiológica por encima de cierta edad, pero que por lo general habla de disminución
de la relajación ventricular.
En el paciente no tratado, la tensión arterial puede ser normal a no ser que la causa de la
insuficiencia cardiaca sea hipertensión arterial. En situaciones agudas no es infrecuente encontrar
cifras moderadamente elevadas (150/100) en pacientes no hipertensos como reflejo de la
liberación de catecolaminas y la vasoconstricción periférica. En pacientes con bajo gasto la
presión del pulso proporcional (TA sistólica – TA diastólica/TA sistólica) suele ser baja y las cifras
tensionales, justas.
Aunque parece que está claro cuándo se está ante un paciente con insuficiencia cardiaca, el hecho
de definir esta entidad basándose en criterios clínicos es más complicado. Una aproximación es la
empleada en el estudio de Framingham. Para la Sociedad Española de Cardiología, que adapta
las Guías de la Sociedad Europea de Cardiología, el diagnóstico queda recogido en la
tabla [Diagnóstico de la insuficiencia cardiaca].
Las propias Guías reconocen que el diagnóstico no siempre es fácil. Los síntomas
predominantes, en especial la disnea, pueden ser debidos a otras causas, como enfermedades
pulmonares, obesidad, falta de entrenamiento…Y los signos característicos, como el tercer ruido
cardiaco o la ingurgitación yugular, pueden ser difíciles de detectar en pacientes obesos,
ancianos o con otras patologías. En cuanto a los datos objetivos de disfunción cardiaca, hay
que recordar que puede existir depresión de la función sistólica del ventrículo sin insuficiencia
cardíaca e insuficiencia cardiaca con fracción de eyección normal.
En el caso particular de la insuficiencia cardiaca con función sistólica conservada, la
detección de alteraciones del llenado ventricular mediante eco-Doppler no es muy específica,
pues alteraciones similares pueden aparecer en pacientes con hipertensión arterial e hipertrofia del
ventrículo izquierdo en ausencia del cuadro clínico de fallo cardíaco. Por otra parte, el BNP es muy
útil por su valor predictivo negativo para descartar insuficiencia cardiaca, pero su
elevación no garantiza que no nos encontremos frente a un falso positivo. El problema se
complica aún más cuando nos encontramos con pacientes, por lo general ancianos, que presentan
múltiples comorbilidades responsables de los síntomas. En estos pacientes, con patología pulmonar
obstructiva o restrictiva, obesidad, hipertensión, anemia etc. se emplea a veces el término no muy
correcto, pero sí muy descriptivo, de disnea multifactorial. Una forma práctica de comprobar la
contribución cardíaca a los síntomas, en particular la disnea, es observar la respuesta a
diuréticos.
Valoración clínica del perfil hemodinámico
La clínica de la insuficiencia cardiaca puede ser dominada por los síntomas de congestión venosa,
pulmonar y sistémica; en otras ocasiones, menos frecuentes, son las manifestaciones de bajo gasto
cardiaco las que predominan. Precisamente estas dos variables condicionan cuatro tipos de
perfil hemodinámico, fáciles de evaluar en clínica y que responden a diferencias
fisiopatológicas, pronósticas y de abordaje terapéutico:
1. Ausencia de congestión, no bajo gasto. Habitualmente pacientes oligo o
asintomáticos; a menudo no son diagnosticados. Los signos pueden limitarse a la exploración
cardiaca. El tratamiento debe dirigirse a la causa y a prevenir la progresión hacia insuficiencia
cardiaca franca (los IECA y quizá betabloqueantes).
Diagnóstico de la insuficiencia cardiaca
Síntomas típicos de insuficiencia cardiaca
Disnea de esfuerzo o reposo, fatigabilidad, edema maleolar
Signos típicos de insuficiencia cardiaca
Taquicardia, taquipnea, estertores, edema periférico, hepatomegalia,
aumento de la presión venosa yugular, derrame pleural
Tomado de The Task Force for the diagnosis and treatment of acute and chronic heart failure of the European
Society of Cardiology (ESC) 2016 ESC Guidelines for the diagnosis and treatment of acute and chronic heart
failure 2008. (2016) 37, 2129–2200 doi:10.1093/eurheartj/ehw128
La hipopotasemia puede ser consecuencia del tratamiento diurético y debe vigilarse por su
potencial arritmogénico; cuando se administran concomitantemente inhibidores de la enzima
conversora de angiotensina y antialdosterónicos puede aparecer hiperpotasemia inducida.
El deterioro de la función renal debe evaluarse mediante el aclaramiento renal, calculado
mediante las fórmulas de Cockcroft-Gault o MDRD, y no simplemente midiendo la urea o la
creatinina. Su empeoramiento es un signo de mal pronóstico, aunque puede deberse a mala
perfusión renal por exceso de tratamiento diurético. La función hepática puede estar alterada
si existe hepatomegalia de estasis, con elevaciones de ASAT y ALAT y, más raramente,
prolongación del tiempo de protrombina e ictericia.
El péptido natriurético cerebral (BNP) se ha considerado recientemente como un añadido útil
en el diagnóstico de la insuficiencia cardiaca. La elevación del BNP (o su fragmento inactivo, NT-pro
BNP) traduce un aumento de estrés intraventricular y se ha relacionado con el pronóstico y la
respuesta al tratamiento. El BNP aumenta con la edad y las mujeres presentan valores más
elevados, mientras que estos valores pueden ser artificialmente bajos en los individuos
obesos. El valor predictivo negativo del BNP es muy elevado en la insuficiencia cardiaca, por lo que
puede servir para excluir causas no cardiacas de disnea, mientras que su valor predictivo positivo
es menor por la existencia de una serie de causas de falsos positivos.
El aumento de presión auricular hace que pueda detectarse crecimiento de aurícula izquierda, y
no es infrecuente la fibrilación auricular. En casos avanzados de insuficiencia cardiaca puede
verse bloqueo de rama izquierda (hasta en un 30 % de los pacientes con función sistólica
deprimida, lo que tiene importancia a la hora de planear el abordaje terapéutico) y, en ocasiones,
alternancia eléctrica del voltaje del QRS. La taquicardia sinusal suele ser la norma, y no es
infrecuente encontrar arritmias ventriculares. Es posible detectar alteraciones de la
repolarización secundarias a trastornos electrolíticos debidos al tratamiento (hipopotasemia).
El ECG normal es excepcional en la insuficiencia cardiaca. La radiografía de tórax
constituye uno de los instrumentos diagnósticos más útiles en el diagnóstico y la
valoración de la insuficiencia cardiaca.
Radiológicamente la HTVC da lugar a una serie de cambios progresivos que ayudan no sólo a
detectarla, sino incluso a cuantificarla. En una primera fase, difícil de registrar, se produce
un aumento generalizado del calibre de las venas pulmonares. Cuando la presión venosa
pulmonar alcanza valores más elevados se produce una redistribución venosa, de modo que las
venas de los campos pulmonares superiores, en contra de lo que sucede
normalmente, presentan mayor calibre que las de los campos inferiores. Ello confiere un
aspecto peculiar a la radiografía posteroanterior de tórax, con un aspecto que ha sido comparado a
unas astas de ciervo o a los cuernos de un casco vikingo [RX de tórax - Hipertensión venosa].
Este signo puede faltar cuando el aumento de presión intravascular se produce de forma aguda; es
entonces cuando aparecen directamente los signos radiológicos de edema intersticial.
Además del aumento de presión intravascular, hay que ser consciente de que el paso de líquido al
alveolo puede deberse a una gran variedad de causas que aumentan la permeabilidad alveolo-
capilar.
Derrame pleural
Derrame pleural, derrame encapsulado en cisuras, diagnóstico
diferencial IC.
El derrame pleural puede acompañar tanto a la insuficiencia cardiaca derecha como izquierda. Es
típico que este derrame sea más marcado o exclusivo en el lado derecho, de forma que un
derrame pleural izquierdo aislado debe hacernos dudar de que su causa sea la
insuficiencia cardiaca.
Doppler. El patrón normal de flujo transmitral determinado por Doppler pulsado consta de una onda E, que representa la
velocidad del llenado precoz, y de una onda A, que representa la velocidad del flujo asociado a la contracción auricular
(Doppler A). En circunstancias normales el valor de la onda E es superior al de la onda A. Los valores de velocidad de cada
una de estas ondas dependen de gradientes de presión instantáneos entre aurícula y ventrículo. Al comienzo de la diástole
la presión intraventricular izquierda cae por debajo de la auricular, y se abre la válvula mitral; la diferencia de presión entre
la presión auricular decreciente durante el llenado precoz y la presión intraventricular que se reduce más rapidamente
determina el valor de E. Durante el periodo de diástasis se igualan ambas presiones. En la contracción auricular, el aumento
de presión intraauricular determina el gradiente de presión responsable de la onda A. En la hipertrofia ventricular suele
existir una relajación ventricular enlentecida. Esto conduce a una disminución de la velocidad de caída de la presión
intraventricular, con lo que el gradiente aurículo-ventricular es menor y, en consecuencia, la altura de la onda E, que refleja
un menor llenado precoz (Doppler B). La contracción auricular subsiguiente es más potente, debido al mayor volumen
residual de sangre en la aurícula, que hace que la onda A sea mayor. Este patrón de anomalía de la relajación ventricular es
probablemente el hallazgo precoz más frecuente en enfermos propensos a padecer insuficiencia cardiaca diastólica. Con el
paso del tiempo, al aumentar la presión media en la aurícula izquierda, el patrón puede «pseudonormalizarse», ya que este
aumento vuelve a elevar el gradiente aurículo-ventricular al comienzo de la diástole y, con él, la altura de la onda E;
además, la contracción auricular es menos poderosa por la mayor cuantía del llenado rápido y por la dilatación auricular
crónica (Doppler C). Este hecho, junto con la cantidad de factores que pueden influir sobre el cociente de velocidad E/A,
obliga a ser cautos a la hora de concederle valor absoluto a este método de cuantificar la función diastólica ventricular
izquierda. Se han propuesto una serie de índices derivados del ECO-Doppler para valorar la función diastólica ventricular,
pero quizá el más utilizado sea el tiempo de relajación isovolumétrica; es decir, el tiempo entre el cierre de la válvula aórtica
y la apertura de la mitral. Este tiempo puede medirse combinando fono y ecocardiograma, o mejor, obteniendo en el mismo
trazado la señal de Doppler del flujo aórtico y mitral. Este tiempo se prolonga cuando existe enlentecimiento de la relajación
ventricular, pero se acorta cuando la presión auricular izquierda está elevada.
Pulse aquí para ampliar la figura [Doppler]
Métodos isotópicos. A partir de la ventriculografía isotópica mediante técnica de equilibrio puede obtenerse una gráfica
que relaciona el número de cuentas (y por tanto, el volumen intraventricular) con el tiempo. De esta curva pueden derivarse
diversos índices, aunque el más frecuentemente empleado es la velocidad de llenado máximo, que se obtiene a partir de la
segunda derivada de la curva correspondiente.
Evaluación de la capacidad física
Evalución capacidad física en la insuficiencia cardiaca, ergometría, isquemia
miocárdica.
En ocasiones es conveniente realizar una evaluación objetiva de la limitación física del
paciente con respecto al ejercicio, bien para comprobar si los síntomas que refiere el enfermo son
reales, bien para establecer comparaciones evolutivas.
El medio más objetivo para evaluar la capacidad física del paciente con insuficiencia cardiaca es
realizar una ergometría cuantificando al mismo tiempo el consumo de O 2; sin embargo, no todos
los centros disponen de esta posibilidad, ni todos los pacientes con insuficiencia cardiaca tienen
acceso a su realización.
Una alternativa es realizar ergometría simple, empleando protocolos graduales, distintos de los
utilizados para la detección de isquemia miocárdica.
Otra prueba sencilla es la distancia máxima que el paciente es capaz de recorrer en seis
minutos.
El control periódico del tratamiento debe basarse en la historia y la exploración física. Debe
realizarse una radiografia de tórax y una analítica si se sospechan complicaciones adicionales o
cambios evolutivos.
La frecuencia de los controles periódicos y los motivos de consulta al especialista varían
según la gravedad de la insuficiencia cardiaca y de los problemas que plantee.
Si persisten los síntomas, debe revisarse el plan de tratamiento y su cumplimiento por el paciente.
No está justificada la repetición periódica del estudio ecocardiográfico
salvo en estos casos: