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CUENTOS

El niño y los clavos


Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con
clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, clavase un clavo en la cerca del
patio de la casa. El primer día, el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente, menos, y
así el resto de los días. Él pequeño se iba dando cuenta que era más fácil controlar
su genio y su mal carácter que tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente
llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y fue alegre a contárselo
a su padre. ¡Había conseguido, finalmente, controlar su mal temperamento! Su
padre, muy contento y satisfecho, le sugirió entonces que por cada día que
controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los días pasaron y cuando el
niño terminó de sacar todos los clavos fue a decírselo a su padre.
Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo: – “Has trabajo
duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros
que quedaron. Jamás será la misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o
haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter dejas una cicatriz, como estos
agujeros en la cerca. Ya no importa que pidas perdón. La herida siempre estará allí.
Y una herida física es igual que una herida verbal. Los amigos, así como los padres
y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y
te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre
tienen su corazón abierto para recibirte”. Las palabras de su padre, así como la
experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las
consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Uga, la tortuga
¡Caramba, todo me sale mal!, se lamentaba constantemente Uga, la tortuga. Y no
era para menos: siempre llegaba tarde, era la última en terminar sus tareas, casi
nunca ganaba premios por su rapidez y, para colmo era una dormilona. ¡Esto tiene
que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le
recriminaran por su poco esfuerzo. Y optó por no hacer nada, ni siquiera tareas tan
sencillas como amontonar las hojitas secas caídas de los árboles en otoño o quitar
las piedrecitas del camino a la charca. –“¿Para qué preocuparme en hacerlo si luego
mis compañeros lo terminarán más rápido? Mejor me dedico a jugar y a descansar”.
– “No es una gran idea”, dijo una hormiguita. “Lo que verdaderamente cuenta no es
hacer el trabajo en tiempo récord, lo importante es hacerlo lo mejor que sepas, pues
siempre te quedarás con la satisfacción de haberlo conseguido. No todos los
trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren más tiempo y
esfuerzo. Si no lo intentas, nunca sabrás lo que eres capaz de hacer y siempre te
quedarás con la duda de qué hubiera sucedido si lo hubieras intentado alguna vez.
Es mejor intentarlo y no conseguirlo, que no hacerlo y vivir siempre con la espina
clavada. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que
nos proponemos, por eso te aconsejo que lo intentes. Podrías sorprenderte de lo
que eres capaz”. – “¡Hormiguita, tienes razón! Esas palabras son lo que necesitaba:
alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo, prometo que lo
intentaré. Así, Uga, la tortuga, empezó a esforzarse en sus quehaceres. Se sentía
feliz consigo misma pues cada día lograba lo que se proponía, aunque fuera poco,
ya que era consciente de que había hecho todo lo posible por conseguirlo. – “He
encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse metas grandes e imposibles,
sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a objetivos mayores”.
Un conejo en la vía
Daniel se divertía dentro del coche con su hermano menor, Carlos. Iban de paseo
con sus padres al Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían
sus nuevas cometas. Sería un paseo inolvidable. De pronto el coche se detuvo con
un brusco frenazo. Daniel oyó a su padre exclamar con voz ronca: – “¡Oh, mi Dios,
lo he atropellado!” – “¿A quién, a quién?”, le preguntó Daniel. – “No se preocupen”,
respondió su padre-. “No es nada”. El auto inició su marcha de nuevo y la madre de
los chicos encendió la radio, empezó a sonar una canción de moda en los altavoces.
– “Cantemos esta canción”, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás.
La mamá comenzó a tararear una canción. Sin embargo, Daniel miró por la ventana
trasera y vio tendido sobre la carretera a un conejo. – “Para el coche papi”, gritó
Daniel. “Por favor, detente”. – “¿Para qué?”, respondió su padre. – “¡El conejo se ha
quedado tendido en la carretera!” – “Dejémoslo”, dijo la madre. “Es solo un animal”.
– “No, no, detente. Debemos recogerlo y llevarlo al hospital de animales”. Los dos
niños estaban muy preocupados y tristes. – “Bueno, está bien”- dijo el padre
dándose cuenta de su error. Y dando la vuelta recogieron al conejo herido. Sin
embargo, al reiniciar su viaje una patrulla de la policía les detuvo en el camino para
alertarles sobre que una gran roca había caído en el camino y que había cerrado el
paso. Entonces decidieron ayudar a los policías a retirar la roca. Gracias a la
solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a tiempo al veterinario,
donde curaron la pata al conejo. Los papás de Daniel y Carlos aceptaron a llevarlo
a su casa hasta que se curara. Y unas semanas más tarde toda la familia fue a dejar
al conejito de nuevo en el bosque. Carlos y Daniel le dijeron adiós con pena, pero
sabiendo que sería más feliz estando en libertad.
La sepultura del lobo
Hubo una vez un lobo muy rico pero muy avaro. Nunca dio ni un poco de lo mucho
que le sobraba. Sin embargo, cuando se hizo viejo, empezó a pensar en su propia
vida, sentado en la puerta de su casa. Un burrito que pasaba por allí le preguntó:
“¿Podrías prestarme cuatro medidas de trigo, vecino?”. “Te daré ocho, si prometes
velar por mi sepulcro en las tres noches siguientes a mi entierro”. “Está bien”, dijo el
burrito. A los pocos días el lobo murió y el burrito fue a velar su sepultura. Durante
la tercera noche se le unió el pato que no tenía casa. Y juntos estaban cuando, en
medio de una espantosa ráfaga de viento, llego el aguilucho y les dijo: “Si me dejáis
apoderarme del lobo os daré una bolsa de oro”. “Será suficiente si llenas una de mis
botas”, le dijo el pato, que era muy astuto.
El aguilucho se marchó para regresar enseguida con un gran saco de oro, que
empezó a volcar sobre la bota que el sagaz pato había colocado sobre una fosa.
Como no tenía suela y la fosa estaba vacía no acababa de llenarse. El aguilucho
decidió ir entonces en busca de todo el oro del mundo. Y cuando intentaba cruzar
un precipicio con cien bolsas colgando de su pico, cayó sin remedio. “Amigo burrito,
ya somos ricos”, dije el pato. “La maldad del aguilucho nos ha beneficiado. Y ahora
nosotros y todos los pobres de la ciudad con los que compartiremos el oro nunca
más pasaremos necesidades”, dijo el borrico. Así hicieron y las personas del pueblo
se convirtieron en las más ricas del mundo.
LEYENDAS
El hada del viejo pino (leyenda para niños)
Hubo una vez, en unas lejanas llanuras, un árbol antiquísimo al que todos
admiraban y que encerraba montones de historias. De una de aquellas historias
formaba parte un hada, que había vivido en su interior durante años. Pero aquella
hada se convirtió un día en una mujer que mendigaba y pedía limosna al pie del
mismo pino.
Muy cerca, vivía también un campesino (al que la gente consideraba tan rico como
egoísta), que tenía una criada. Aquella criada paseaba
cada mañana junto al viejo pino y compartía con la
mujer mendiga todo el alimento que llevaba consigo.
Pero cuando el campesino se enteró de que la criada le
daba el alimento a la señora que mendigaba, decidió no
darle ya nada para comer para no tener así que
regalárselo a nadie.
Tiempo después, el campesino avaro acudió a una
boda en la que tuvo la ocasión de comer y beber casi
hasta reventar cuando, regresando a casa, pasó cerca
del pino y de la mujer que mendigaba a sus pies. Pero
en lugar de un árbol, el campesino vio un palacio
precioso que brillaba a más no poder. Animado aún por la boda, el campesino
decidió entrar y unirse a lo que parecía otra fiesta. Una vez dentro del palacio, el
campesino vio a un hada rodeada por varios enanitos disfrutando de un festín.
Todos invitaron al campesino a compartir la mesa con ellos y no lo dudó dos veces,
a pesar de que había acabado muy lleno de la boda.
El campesino, ya sentado en la mesa, decidió meterse todo cuanto pudo en los
bolsillos, puesto que ya no le cabía nada en el estómago. Acabada la fiesta, el hada
y los enanitos se fueron a un salón de baile y el campesino decidió que era el
momento de volver a casa. Cuando llegó, quiso presumir de todo cuanto le había
pasado ante su familia y sus criados y, para demostrarlo, sacó todo cuando había
metido en sus bolsillos. Pero, oh, oh…de los bolsillos no salió nada.
El campesino, enfurecido por las risas de todos, ordenó a la criada que se fuera de
su casa y que comprobara si quisiera cuanto le había contado. La pobre joven salió
de la casa entristecida, y acudió hasta los pies del pino. Pero, de pronto, poco antes
de llegar, notó algo muy brillante en los bolsillos de su delantal. Eran monedas de
oro.
Tan contenta se puso la criada que decidió no regresar nunca más al hogar del
campesino egoísta, y fue a ver a la mujer que mendigaba en el pino para darle
algunas monedas.
Tome señora, unas pocas monedas que tengo, seguro que le ayudarán. – Dijo la
joven.
Y en aquel mismo momento la falsa mendiga retomó su forma de hada,
recompensando la actitud de la joven con un premio todavía mayor, su libertad y su
felicidad eternas.
La leyenda del conejo grabado en la Luna
Existe una leyenda misteriosa que nos habla del dios azteca Quetzalcóatl. Según esta
leyenda, en una tarde de verano, el dios azteca Quetzalcóatl pensó que podía ser muy
buena idea ir a dar un paseo. Pero se olvidaba de que su aspecto, en forma de serpiente
emplumada, podría atemorizar al mundo. De esta forma decidió que lo mejor sería bajar a
pasear a la Tierra tomando un nuevo aspecto humano y común.

Caminó sin parar durante todo el día el dios Quetzalcóatl disfrutando plenamente de todos
los maravillosos paisajes que le brindaba la preciosa Tierra. Y tras mucho caminar, cuando
ya parecía despedirse el Sol entre las luces rosadas y mágicas del atardecer, Quetzalcóatl
sintió un hambre terrible que le apretaba el estómago, además de un fuerte cansancio. Pero
a pesar de todo aquel malestar, Quetzalcóatl no se detuvo en su camino.
Finalmente cayó la noche, y junto a una hermosa y casi anaranjada Luna, brillaban miles
de estrellas que eclipsaban al mismísimo dios. Y en ese justo instante Quetzalcóatl pensó
que debía parar su paseo y descansar finalmente para reponer fuerzas. La belleza del
firmamento le había hecho darse cuenta de que el mundo merecía contemplarse con
detenimiento y verdadera atención.
Tomó asiento en aquel mismo instante sobre una piedra gruesa del camino, y al poco
tiempo se le aproximó un conejito que parecía observarle con mucha atención mientras
movía los finos bigotes.

¿Qué comes?- Dijo el dios al conejo.


Como una deliciosa zanahoria que encontré por el camino. ¿Deseas que la comparta
contigo?
No gracias, no puedo quitarle su sustento a un ser vivo. Tal vez mi verdadero destino sea
pasar hambre y desfallecer como consecuencia de ello y también de mi enorme sed.
¿Y por qué habría de pasar algo tan terrible si yo puedo
ayudarte? – Replicó el conejo.
Eres muy amable, conejito. Sigue tu camino y no te
preocupes por mí. – Exclamó apesadumbrado y agotado
el dios Quetzalcóatl.
Solo soy un pequeño e insignificante conejo. No dudes
en tomarme como tu alimento cuando creas que no
puedes más. En la Tierra, todos debemos encontrar la
manera de sobrevivir.
Quetzalcóatl se quedó completamente conmocionado
ante aquellas palabras del conejo y lo acarició con mucho
cariño y emoción. Después lo cogió entre sus manos y lo
alzó hacia el cielo, en dirección al brillo que despedían las estrellas en la noche. Tal alto lo
subió con sus propias manos, que su silueta quedó grabada en la gran Luna casi
anaranjada. Mientras Quetzalcóatl volvía a descender sus brazos con el conejo entre las
manos, observaba el magnífico grabado que había quedado en el cielo. La imagen del
conejito quedaría para siempre en el firmamento, para que fuese recordada siglos y siglos
por todos los hombres que habitaran la Tierra como premio por su bondad.
Después Quetzalcóatl se despidió del conejo, y agradeciéndole nuevamente su amabilidad,
continuó su camino. El pequeño conejito no podía creer lo que había visto. Aquel hombre
tenía aspecto de humano, pero se comportaba con una grandeza fuera de lo normal.

Y con aquella reflexión observó anonadado el brillo de su silueta en la Luna durante mucho,
mucho, tiempo.
La riqueza y la pobreza

Existió, hará un largo tiempo, un humilde hombre que vivía en la más absoluta pobreza.
Este hombre tenía un hijo muy egoísta, que cansado de no recibir de su pobre padre cuanto
le pedía, decidió que era hora de marcharse a iniciar su propia vida, llena de más caprichos
y lujos.

Transcurridos unos cuantos años desde la partida de su hijo, el padre habría logrado salir
adelante con muy buen pie, enriqueciéndose de tal forma gracias a sus negocios en el
mundo del comercio, que se había trasladado de casa y de ciudad, rodeado de mil y una
comodidades. Su hijo, por el contrario, no había conseguido salir de la pobreza, y caminaba
mendigando de pueblo en pueblo y viviendo gracias a la ayuda de las gentes.

Aquel padre, a pesar de haber abandonado su vida anterior y haberse convertido en un


hombre con tanta suerte, no conseguía olvidarse de su hijo, lamentándose día a día de su
marcha y soñando con su llegada:

¡Dónde estará mi hijo! Yo ya soy viejo, y ¡desearía tanto que pudiese acompañarme en mis
últimos días de vida, y heredara con mi despedida toda mi riqueza!
Y, cosas del destino, ocurrió que su hijo buscando limosna, llegara a la ciudad a la que se
había traslado el padre y que tocara a su misma puerta. Tan cansado de caminar de allá
para acá, el hijo ni siquiera reconoció a su padre, que se encontraba reposando
placenteramente sobre un sillón de buena mimbre en el porche ajardinado de su gran casa.

Pero el padre sí reconoció a su hijo, y muy emocionado se levantó de su sillón para darle
un gran abrazo, así como la bienvenida a su nuevo hogar. Sin embargo, aquello no tuvo
nunca lugar, porque el hijo, asustado ante tanta riqueza y temeroso de ser humillado, salió
corriendo de allí como alma que lleva el diablo.
EL ZAPATERO FELIZ
Todavía perdura el recuerdo, en una ciudad de Europa, de un alegre zapatero. Era,
probablemente, una de las personas más felices de la tierra a pesar de su gran humildad.
Un día el zapatero fue visitado por uno de sus vecinos, un banquero muy rico, que al
observar la gran alegría del zapatero entre tanta miseria, no pudo dejar de preguntar:
Señor zapatero, si no es molestia, ¿podría decirme cuánto gana usted con su humilde
trabajo?
Es tan poco dinero, señor, que hasta vergüenza me da decirlo, no se lo tome a mal. Pero
dicho dinero me da cada día el pan de mis hijos, y a mí me basta con terminar decentemente
el año, aunque tengamos que privarnos, lamentablemente, de muchas cosas. – Respondió
el zapatero orgulloso.
Aquella excelente y positiva actitud dejó muy sorprendido al banquero que, poco después,
dijo muy conmovido:
Señor zapatero, tome usted estas monedas de oro que le ofrezco desinteresadamente, y
guárdelas con esmero para cuando las necesite de verdad.
A partir de entonces la actitud del zapatero cambió, con motivo de sentirse poseedor de
una de las mayores riquezas del mundo. Aquella riqueza exigía mucho del zapatero, ya que
al haber escondido bajo el suelo de su casa las monedas de oro, era incapaz de descansar
y vivir con normalidad. El zapatero había enterrado sin saberlo al mismo tiempo el dinero y
su alegría y buen humor, siendo desde entonces huéspedes de su casa, el miedo, la
desconfianza, el insomnio y la inquietud. El menor ruido durante la noche, le hacía llenarse
de temor ante un posible robo y sus consecuencias.
Hasta que un día, cansado el zapatero de su nueva vida, fue a visitar a su vecino banquero:
Oiga, amable señor; quiero devolverle todo su dinero, pues mi mayor deseo es vivir como
lo hacía antes.
Y, de esta sencilla forma, el zapatero recuperó su alegría.
El pescador y la diosa : Leyenda infantil
Vivía en la isla griega de Lesbos, un muchacho llamado Faón, que se ganaba la vida
transportando viajeros y mercancías en su barca.
Estaba un día Faón junto al embarcadero de la isla, cansado de las faenas de la jornada,
cuando una pobre mendiga, desastrada y con evidentes muestras de no poder pagarle el
viaje, le pidió que la condujese hacia Asia Menor.
– Sube, mujer. Te llevaré de buen grado.
A Faón le había conmovido su aspecto y, olvidándose de su cansancio, hizo navegar su
barca con una ligereza asombrosa. De este modo, poco después llegaban a la costa de
Asia. Una vez allí Faón sacó de su bolsillo la mayor moneda que tenía y la entregó a la
mendiga para que pudiera continuar el viaje.
– Gracias, muchacho. Y para que veas mi agradecimiento, toma este obsequio.
Se trataba de un vaso del perfume más extraordinario que jamás había llegado a oler. Y
con aquel perfume misterioso en las manos, Faón quedó conmovido y atrapado por una
fuerza que parecía embriagarle el corazón. Y tras esto, el humilde pescador comprendió
que había llevado en su barca a la mismísima Venus, la diosa del amor.
MITOS
El hombre y la bruja
El mito corto del hombre y la bruja se originó en una comunidad alejada del mundo
exterior, en donde los mismos habitantes cultivaban sus propios productos para
alimentar a sus familias, los niños no tenían la oportunidad de asistir a la escuela y
las mujeres solo se dedicaban a las tareas del hogar. Este inhóspito tenia viviendas
en un mal estado, algunas casi cayéndose a pedazos y otras con un aspecto
aterrador que con solo mirarlas daban una sensación extraña.
Es un lugar, en donde se originaron muchas leyendas y mitos mexicanos de terror,
como el que les vamos a contar en seguida.
Cuenta la historia, que un joven se había enamorado por completo de una hermosa
mujer, a la que no se le conocía mucho en la comunidad.
Un día, mientras el joven y sus amigos salieron a dar una vuelta por los alrededores
y mientras estaban bebiendo a uno de los que ahí se encontraban, comenzó a decir
cosas extrañas sobre la mujer de la que se había enamorado su amigo, muchas de
estas interrogantes eran, ¿Por qué todas la mujer salía todas las noches?, ¿A donde
se dirigía?, en ese momento, alguien afirmo que ella era una bruja y que salía por
las noches para convertirse en una animal.
Nadie creyó esa historia. Sin embargo, el joven decidió despejar todas sus dudas y
comprobarlo el mismo, para eso, siguió a la mujer en una de sus escapadas al
bosque y sin percatarse de la presencia de otra persona, la bruja se convirtió en una
lechuza y voló muy a lo alto de un gran árbol.
Ese instante fue una horrible experiencia para el joven, quien salió corriendo del
lugar para refugiarse en su hogar.
El hombre y la bruja
Muchos dicen que desde ese día, aquel joven nunca volvió a salir y sobre la bruja,
desapareció inexplicablemente.
El conejo de la luna
El Conejo de la luna es uno de los mitos cortos que envuelven esta enorme estrella
que brilla para dar luz natural a nuestro planeta tierra. Algunos dicen que al ver
fijamente a la luna, se alcanza a notar la silueta de un conejo, la cabeza, el rabo, las
patas, pero especialmente sus grandes ojos que destacan junto con la luz de la
estrella. Sin embargo, hay un mito en particular que parece ser el más cercano al
origen del conejo en la luna y es el que les vamos a relatar el día de hoy.

Cuenta la historia, que un dios de los que existía en tiempos muy remotos decidió
viajar por todo el mundo para apreciar las maravillas del planeta tierra, para ello,
encarno en el cuerpo de un hombre y comenzó con el largo trayecto. Todo iba bien,
hasta que día tras día los alimentos estaban escaseando, no había agua y el lugar
más cercano para encontrar provisiones estaba tan lejos que era imposible llegar
rápidamente.

El agotamiento y el hambre venció al pobre hombre, quien desesperado por


descansar reposo bajo un frondoso árbol. Espero en ese lugar hasta el anochecer,
acompañado de las estrellas y la resplandeciente luna, siguió su camino.

Mientras estaba bajando por una empinada colina, se encontró con un lindo conejo
que estaba disfrutando de una deliciosa cena de zanahorias y pasto verde.

El hombre en ese instante le pregunto al conejo que si le podría compartir algo de


su comida, pero se dio cuenta que sobraba un poco de pasto. El conejo preocupado
por el estado físico del hombre, se ofrece como alimento para que el pueda
sobrevivir.

El hombre al ver esa valiente acción, acepta comer al conejo, no sin antes darle algo
a cambio para que todos lo recuerden al levantar la mirada hacia la luna.

El conejo de la luna, un bonito mito corto

Tomó al conejo, lo levanto muy alto hacia la luna y plasmo su silueta en la luna.
Desde ese día, aquel pequeño animalito que le salvo la vida a un pobre hombre
quedo recordado para siempre en la luna, en donde se dice vive felizmente.
El mito de pegaso
Pegaso es un animal mitológico con aspecto de un caballo pero con alas. Este ser,
podía volar a donde quiera con una gran velocidad, además, era valiente y tenía la
habilidad de hacer brotar agua del lugar que pisara.

Según una versión sobre su origen, el nacimiento de Pegaso se remonta a la batalla


del héroe griego Perseo y la gorgona Medusa. Cuando el Joven finalmente la
decapitó, pudo observar atónito como Pegaso surgía majestuosamente del cuello
de la Gorgona que murió en el mar. En perspectiva, su padre sería Poseidón y
Crisaor su hermano Gemelo (aunque otra versión casi similar dice que nació de la
sangre derramada de la Gorgona al ser decapitada en tierra).

Pegaso también aparece en otros mitos de la época, y un ejemplo de esto es aquel


donde éste golpea con su "casco" el monte Helicón para que dejase de crecer. De
ese golpe nació el manantial de las musas.

En una versión de su origen, se dice que Pegaso al momento de nacer, fue directo
al Olimpo donde se puso a las órdenes de Zeus al llevarle el Rayo.

El mito de Pegaso
El mito de Pegaso

En la mitología griega, Pegaso tuvo su papel más importante en el mito de


Belerofonte pero, con diferentes argumentos como por ejemplo, Pegaso había sido
regalado a Belerofonte por la diosa Atenea (Diosa de la Sabiduría), pero otros
relatos dicen que fue Poseidón quien lo dio. Otros dicen que el Belefónte había
encontrado a Pegaso mientras bebía en la fuente de Pirene. Gracias a Pegaso,
Belerofonte pudo liquidar a la Quimera y así, lograr por sí solo la victoria sobre las
Amazonas. Al perecer Belerofonte, Pegaso volvió a la morada de los dioses.

leyenda de pegaso

Mucho tiempo después, hubo un concurso de canto en que enfrentó las Musas
(Diosas de la poesía y el canto) con las hijas de Píero.
El Monte Helicón estaba muy complacido por la belleza
de las voces, por lo que empezó a crecer amenazando
con llegar hasta el cielo. Poseidón a ver dicho peligro,
ordenó a Pegaso que fuera y golpeara a la montaña
con uno de sus cascos, para que no crezca más y
vuelva a su tamaño original. Tras cumplir esta tarea, la
montaña obedeció dócilmente pero, donde golpeó
Pegaso, brotó la fuente llamada "Hipocrene" o "Fuente
del Caballo".

Zeus convirtió a Pegaso en una Constelación, para que fuera eterno. Cuando esto
sucedió, una pluma de sus alas cayó cerca de Tarso, y así la ciudad adoptó su
nombre.
El héroe de aquiles
Aquiles fue el gran héroe de la guerra de Troya. Su madre era Tetis, conocida por sus
muchas intervenciones en asuntos de dioses y mortales. Tetis eligió como esposo a Peleo,
porque según ella, era el mejor hombre de la tierra en aquel momento. La boda de Tetis
con Peleo sería la que finalmente daría lugar, de forma indirecta, a la guerra de Troya.
Una vez nacido, como Aquiles era mitad dios (por parte de Tetis) y mitad mortal (por parte
de Peleo), su madre deseaba hacerlo inmortal. Cuando era joven, lo sumergió en las aguas
del infernal río Estigia, que se encontraba en el llamado inframundo. A raíz de aquello se
volvió invencible, excepto en la zona del talón por la cual su madre le sujetaba al sumergirle.
Otra teoría asegura que su madre lo que quería era ponerle sobre el fuego y untarle
después con ambrosía para eliminarle sus partes mortales, pero no llegó a conseguirlo pues
Peleo la frenó arrebatándola al niño. Disgustada, Tetis decidiría dejar a Aquiles con su
padre, Peleo, e irse con las Nereidas, que eran como sus hermanas ninfas (pues Tetis era
una). Sin embargo, Tetis nunca dejó de preocuparse por su hijo y siempre estuvo pendiente
de su bienestar.
Con el tiempo, Peleo llevó al niño a ser criado por el centauro Quirón, quien fue un famoso
mentor y maestro de muchos héroes. En el monte Pelión, Aquiles fue alimentado con carne
de leones, jabalíes y hasta la médula de los osos para darle coraje; y también con panal de
miel, pensado para convertirle en un corredor veloz. Por su parte, el centauro le enseñó a
Aquiles las artes de montar, cazar y tirar con arco, y la musa Calíope le enseñó a cantar.
Aquiles fue el mejor luchador de los griegos que sitiaron Troya durante la guerra. Pero la
complejidad de aquel conflicto desanimó a Aquiles con el tiempo, que parecía cansado de
luchar. Sin embargo, la muerte de su mejor amigo Patroclo a manos del héroe de Troya
llamado Héctor, hizo que Aquiles volviese a la batalla derrotándole en un combate singular.
Pero tras aquella victoria el dios Apolo, que era partidario de Héctor, decidió guiar la mano
de Paris, su hermano, hasta el único punto vulnerable del cuerpo de Aquiles en venganza.
La flecha de Paris encontró su talón derecho y el gran héroe de la guerra de Troya murió
allí mismo en pleno combate. Otros dicen que fue el mismo Apolo, disfrazado de París,
quien lanzó el disparo fatal.
Para compensar a Tetis, Poseidón prometió otorgarle a Aquiles una isla donde sería
adorado y recibiría sacrificios divinos durante el resto de la eternidad.
El oro del rey midas
Midas era el rey de Macedonia. Fue la primera persona en plantar un jardín de rosas y le
encantaba pasar sus días festejando y escuchando música. Se dice que su madre era la
gran diosa Cibeles (también conocida como Rea) ,que era “la madre de los dioses”, pero
no podemos estar seguros.
Cuando era solo un bebé se vio una procesión de hormigas cargando granos de trigo por
el costado de su cuna, que colocaban entre sus labios mientras dormía. Cuando se les pidió
a los oráculos que explicasen este presagio, dijeron que Midas era un niño especial que
acumularía gran poder y riqueza.
Un día sucedió que Dioniso, el célebre dios del vino, condujo a su ejército de seguidores
(compuesto de seres mitad cabras, mitad humanos) hacia la India. Al que más quería
Dioniso era a Sileno, un viejo amigo al que se le había encomendado su educación. Un día,
celebrando una fiesta, Sileno se perdió y se alejó del resto de sus compañeros. Finalmente,
terminó llegando al palacio del rey Midas y se desmayó entre los preciados rosales del rey
quedándose dormido.
A la mañana siguiente Sileno fue descubierto entre las flores por los jardineros del rey, que
no sabían qué hacer con aquél anciano que roncaba tan fuerte. Sin embargo, estaban
seguros de que al rey Midas no iba a gustarle lo de las flores, por lo que decidieron
despertarle y llevarle ante él para que se explicase.

Cuando el rey Midas le preguntó quién era le dijo que estaba en la comitiva de Dioniso, y le
contó unos bonitos cuentos sobre la expedición a Asia, llenando la cabeza del rey de
historias maravillosas.
Durante diez días y diez noches, Sileno regaló tales historias al rey Midas que, cuando
estuvo listo para partir, el rey ordenó a un guía que le acompañara y cuidara durante su
viaje de vuelta. Tan agradecido quedó Dioniso ante aquel trato a su amigo, que le ofreció
al rey Midas cualquier cosa que deseara. Extrañado por su buena fortuna, Midas respondió
que deseaba que todo lo que tocara se convirtiera en oro.

Tras ello entró en su jardín y recogió una piedra que, de inmediato, se convirtió en oro; y lo
mismo ocurrió con sus preciosas rosas. Con lo que no contó Midas es que incluso la comida
que comía iba a convertirse en oro, lo que iba a provocarle una terrible sed que tampoco
podría calmar, pues hasta el agua se convertiría en oro.

Alarmada por su situación, su amada hija corrió a abrazarlo y consolarlo, pero cuando él la
abrazó se convirtió instantáneamente en una estatua dorada. Fue entonces cuando el rey
Midas se dio cuenta de la gravedad de su error y, hambriento, sediento y desconsolado, le
rogó a Dioniso que lo liberara de su carga.

El misericordioso dios del vino supo que el rey había


aprendido su lección, por lo que riendo le dijo a Midas que
viajara a la fuente del río Pactolo y se zambullera en sus
aguas, y que hiciera lo mismo con su hija para devolverla así
a su forma humana.

Se cree que, hasta el día de hoy, las arenas de ese río son brillantes como el oro en
homenaje al rey Midas. En cuanto al rey, algo más sabio, se dio cuenta de que hay mucho
más en la vida que la riqueza y el oro. Aunque, lejos de aprender la lección, volvería a caer
en grandes errores que serán ya motivo de otras nuevas historias.
PÁRABOLAS
Parábola de los talentos

Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que al emprender un viaje
largo, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro
dos, y a otro, uno. A cada uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos.
Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos se fue, negoció con ellos y
ganó otros cinco talentos. De la misma manera, el que había recibido dos ganó
también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió
el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos
y arregló cuentas con ellos. Cuando se presentó el que había recibido cinco talentos,
trajo otros cinco talentos y dijo: “Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he
ganado otros cinco talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco
has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Y cuando se
presentó el que había recibido dos talentos, dijo: “Señor, me entregaste dos
talentos; he aquí he ganado otros dos talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno
y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”
Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: “Señor, yo te
conozco que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges
donde no esparciste. Y como tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí
tienes lo que es tuyo.” Su señor respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso!
¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por lo tanto,
debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo
que es mío con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez
talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al
que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al siervo inútil echadlo en las tinieblas
de afuera.” Allí habrá llanto y crujir de dientes.

-San Mateo, 25:14-30


Parábola de las diez vírgenes

Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas
y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Cuando las
insensatas tomaron sus lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron
aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y como tardaba el novio, todas
cabecearon y se quedaron dormidas. A la media noche se oyó gritar: “¡He aquí el novio!
¡Salid a recibirle!” Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y alistaron sus lámparas.
Y las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras
lámparas se apagan.” Pero las prudentes respondieron diciendo: “No, no sea que nos falte
a nosotras y a vosotras; id, más bien, a los vendedores y comprad para vosotras mismas.”
Mientras ellas iban para comprar, llegó el novio; y las preparadas entraron con él a la boda,
y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor,
ábrenos!” Pero él respondiendo dijo: “De cierto os digo que no os conozco.” Velad, pues,
porque no sabéis ni el día ni la hora.

-San Mateo, 25:1-13

Parábola de Jesús: "Los dos hijos"

Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ´Hijo, vete
hoy a trabajar en la viña.´Y él respondió: ´No quiero´, pero después se arrepintió y fue.
Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ´Voy, Señor´, y no fue. ¿Cuál de
los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os
digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque
vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos
y las rameras creyeron en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer
en Él.

-Mateo 21, 28-32


Parábola del sembrador

Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se reunió ante él una multitud muy grande; de
manera que él entró en una barca mar adentro y se sentó allí, y toda la multitud estaba en
la playa, frente al mar. Y les enseñaba muchas cosas en parábolas. Les decía en su
enseñanza: “¡Oíd! He aquí un sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, aconteció
que parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la devoraron. Otra parte
cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y en seguida brotó; porque la tierra no
era profunda. Y cuando salió el sol se quemó, y porque no tenía raíces se secó. Otra parte
cayó entre los espinos. Y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Y otras semillas
cayeron en buena tierra y creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta,
sesenta y ciento por uno.” Y decía: “El que tiene oído para oír, oiga.” Cuando estuvo solo,
los que estaban alrededor de él junto con los doce le preguntaban en cuanto a las
parábolas. Y él les decía: “A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; pero para
los que están fuera, todas las cosas están en parábolas, para que viendo vean y no
perciban, y oyendo oigan y no entiendan; de modo que no se conviertan y les sea
perdonado.” Luego les dijo: “¿No comprendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis
todas las parábolas? El sembrador siembra la palabra. Primero están estos que caen junto
al camino donde se siembra la palabra. Y cuando la oyen, en seguida viene Satanás y quita
la palabra que había sido sembrada en ellos. También los que son sembrados en
pedregales son aquellos que, cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con gozo; pero
no tienen raíz en sí, sino que son de poca duración. Entonces, cuando viene la tribulación
o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropiezan. Y otros son los que son
sembrados entre espinos. Ellos son los que oyen la palabra, pero las preocupaciones de
este mundo, el engaño de las riquezas y la codicia de otras cosas se entrometen y ahogan
la palabra, y queda sin fruto. Y aquellos que fueron sembrados en buena tierra son los que
oyen la palabra, la reciben y producen fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno.”

LA PARABOLA DE LA OVEJA PERDIDA

1 Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. 2 Por esto los fariseos
y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: «Este hombre da buena acogida a los
pecadores y come con ellos.» 3 Entonces Jesús les dijo esta parábola: 4 «Si alguno de
ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el
desierto y se va en busca de la que se le perdió hasta que la encuentra? 5 Y cuando la
encuentra, se la carga muy feliz sobre los hombros, 6 y al llegar a su casa reúne a los
amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me
había perdido.”
POEMAS
Los ratones, de Lope de Vega
Juntáronse los ratones para librarse del gato
y después de largo rato
de disputas y opiniones
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel
que andando el gato con él
librarse mejor podrían
Salió un ratón barbicano
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo
dijo al senado romano
después de hablar culto un rato
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?
El dentista de la selva
Por la mañana

El dentista de la selva

Trabajó intensamente

Con un feroche cliente.

Era el rey de la jungla,

Era un león imponente,

Con colmillos careados

Y que le faltaba un diente.

Por la tarde

Y dijo el doctor dentista

A su enfermera reciente:

-pon el cartel en la choza,

no recibo más pacientes,

ha venido un cocodrilo

que tiene más de cien dientes.


Migas de risa

Érase que se era


la historia de Elisa,
la pastelera.

Amasaba alegría
Elisa,
de trozo en trozo,
con montañas de harina,
huevo…
¡y migas llenas de risa!

Milhoja de salsa y fresa


para Señora Tristeza.
Bizcocho de risa y coco
para Don Paco
¡y poco!

[¡Que de la risa
se cae el moco!]

Érase que se era


en una asombrosa aldea,
la historia de Elisa,
la pastelera.
Mariposa del aire, de Federico García Lorca
¡Qué hermosa eres!
Mariposa del aire
dorada y verde
Luz de candil
Mariposa del aire
quédate ahí, ahí, ahí
No te quieres parar
pararte no quieres
Mariposa del aire
dorada y verde
Luz de candil
Mariposa del aire
quédate ahí, ahí, ahí
quédate ahí
Mariposa ¿estás ahí?

Poesías infantiles para los niños


El elefante lloraba
porque no quería dormir
Duerme elefantito mío
que la luna te va a oír
Papá elefante está cerca
se oye en el Manglar su mugir
Duerme elefantito mío
que la luna te va a oír
El elefante lloraba
y alzaba su trompa al viento
parecía que en la luna se limpiaba la nariz.
El lagarto está llorando
El lagarto está llorando
La lagarta está llorando
El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos
Han perdido sin querer su anillo de desposados
¡Ay! su anillito de plomo
¡ay! su anillito plomado
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros
El sol, capitán redondo
lleva un chaleco de raso
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay, ay, cómo están llorando!
CHISTES
- Papá, ¿qué se siente tener un hijo tan guapo?

- No sé hijo, pregúntale a tu abuelo...

Había una vez un hombre tan pequeño que se subió encima de una canica y dijo: ¡El mundo es mío!

La maestra:

- Jaimito, si en esta mano tengo 8 naranjas y en esta otra 6 naranjas ¿Qué tengo?

- Unas manos enormes, señorita.

Esto son dos mosquitos que van en una moto y el de atrás le dice al de delante:

-¡Oye, para, que se me ha metido una mosca en el ojo...!

-¿Sabes que mi hermano anda en bicicleta desde los cuatro años?

-Mmm, ya debe estar lejos.

- Luisito, ¿qué es la A?, pregunta la profesora

- Una vocal, profesora

- ¿Y la K?

- Una consonante que no se puede repetir

- Pedrito, ¿qué planeta va después de Marte?

- Miércoles
ANECDOTAS
Una honesta niña de siete años admitió calmadamente a sus papás que un niño de su
clase la había besado.
– ¿Cómo sucedió eso? preguntó asombrada su mamá.
-‘No fue fácil – admitió la pequeña señorita -pero tres niñas me ayudaron a agarrarlo.

—————————————
Una niñita le estaba hablando de las ballenas a su maestra. La profesora dijo que era
físicamente imposible que una ballena se tragara a un ser humano porque aunque era
un mamífero muy grande su garganta era muy pequeña. La niña afirmó que Jonás
había sido tragado por una ballena. Irritada, la profesora le repitió que una ballena no
podía tragarse ningún humano porque físicamente era imposible. La niñita dijo :
-Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás. La maestra le preguntó:
-¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno? La niña le contestó,:
-Entonces le tocará a usted preguntarle.
—————————————-
Una maestra de Jardín estaba observando a los niños de su clase mientras dibujaban.
Ocasionalmente se paseaba por el salón para ver los trabajos de cada niño. Cuando
llegó a donde una niñita trabajaba diligentemente, le preguntó qué estaba dibujando.
La niña replicó:
-Estoy dibujando a Dios. La maestra se detuvo y dijo:
-Pero nadie sabe cómo es Dios. Sin pestañear, y sin levantar la vista de su dibujo, la
niña contestó:
-Lo sabrán dentro de un minuto.

——————————————
Una profesora de catecismo estaba discutiendo los Diez Mandamientos con sus
pupilos de 5 y 6 años. Después de explicar el mandamiento de ‘Honrar a tu Padre y
Madre, les preguntó:
– ¿Hay algún mandamiento que nos enseñe cómo tratar a nuestros hermanos y
hermanas? Un muchachito contestó,
-No matarás.
——————————————-
Un día una niñita estaba sentada observando a su mamá lavar los platos en la cocina.
De pronto notó que su mamá tenía varios cabellos blancos que sobresalían entre su
cabellera oscura. Miró a su mamá y le preguntó inquisitivamente,
¿Mami, por qué tienes algunos cabellos blancos? Su mamá le contestó:
– Bueno, cada vez que haces algo malo y me haces llorar o me pones triste, uno de
mis cabellos se pone blanco’. La niñita se quedó pensativa por un rato y luego dijo:
– Mami, ¿por qué todos los cabellos de mi abuelita están blancos?
FABULAS
El deseo del pastor
Érase una vez un pastor que se encargaba de cuidar una manada de bueyes. Un
día se extravió un ternero y él desesperado salió en su búsqueda recorriendo los
alrededores, pero nada, no pudo hallarlo. Tanta era la angustia por la pérdida de
este ternerito que le prometió a Zeus que si le decía quién era el responsable
sacrificaría un cabrito en su nombre.

El pastor continuó buscando y encontró a un león comiéndose a su ternerito.


Cuando vio quien era el responsable de esto se asustó muchísimo y levantó las
manos exclamando:

– ¡Gran Zeus, sé que antes te he pedido que me muestres al ladrón a cambio de un


ternerito; pero ahora te pido que me ayudes a escapar de este león y te prometo
sacrificar un toro!

Moraleja: Los problemas tienen soluciones pero siempre ten presente que al
encontrarle, puedes estar encontrando el siguiente problema.
EL LOBO AMBRIENTO
Esta historia ocurrió una mañana cuando el labrador había terminado de trabajar
en sus campos y llevo a los bueyes a que se refrescaran en el estanque. Después
de beber agua se dispusieron a descansar un poco pues estaban muy agotados por
el peso de los arados cuando de repente apareció un hambriento lobo en busca de
alimento.

Este se fue acercando poco a poco al arado, y una vez allí empezó a saborear los
bordes del yugo para sentir al menos el gusto del sudor de los bueyes y así engañar
a su estómago. Comenzó suavemente pero era tanta el hambre que tenía que no
se percató que su iba metiendo su cabeza dentro del yugo. El hambriento lobo al
percatarse de que había quedado atrapado por el yugo comenzó a desesperarse
porque no podía salir así que empezó a correr en todas las direcciones. Mientras
corría arrastraba el arado por todo el surco que habían hecho los bueyes.

Un rato más tarde llego el labrador acompañado de sus bueyes y al ver lo que
estaba ocurriendo le gritó al lobo:

– ¡Maldito lobo! Que distinto sería todo si no tuvieses esas malas ideas de acosar a
los animales que nos ayudan en el campo a trabajar. Yo sería un hombre muy
dichoso si araras mis campos con la misma fuerza y rapidez con la que corres ahora
desesperado para liberarte de ese yugo tan pesado.

Moraleja: Cuando eres malo y tus intenciones no son buenas, aunque parezca que
actúas bien al final tu naturaleza te pone al descubierto.
JUPITER Y LOS DEFECTOS
Esta historia ocurrió hace mucho tiempo cuando el dios Júpiter envió un mensaje a
todos los animales del mundo a reunirse con el objetivo de que le pidieran que
corrigieran sus defectos.

El primer animal citado fue el mono y a este le pregunto que si estaba de acuerdo
con su cuerpo

– ¿Tengo algún motivo para no estar de acuerdo con él? Mi cuerpo es igual que el
de otro animal, esto no lo puede decir el oso pues su cuerpo parece estar a medio
hacer.

Después llegó el oso y todo el mundo pensó que empezaría a quejarse. En vez de
quejarse este comenzó a resaltar las cualidades de su figura y diciéndole
posteriormente que el elefante podría estar mejor si cola fuera mas largo y si sus
orejas fueran mas pequeñas su cuerpo luciría mucho mas bello.

Debido a como se estaba desarrollando la reunión era de esperar que el elefante


se comenzara a quejar de alguien mas; y así lo hizo pues empezó hablar de la
ballena, la hormiga y del resto de los presentes.

Esta reunión se desarrolló de un modo inusual y Júpiter al ver que todos lo que
hacían era relevar los defectos de los demás suspendió la reunión y les dijo que se
marcharan. El gran Dios se quedó pensando un rato y después de un gran análisis
arribó a una gran conclusión, y es que de todos los animales el hombre es el peor.
A este le dieron unas alforjas con el objetivo de echar delante los defectos de los
otros y olvidar los propios.

Moraleja: Primero trata de corregir tus propios defectos y después destaca las faltas
de los demás.
LOS SUEÑOS DE UNA LECHERA
Había una vez una joven, hija de un granjero que iba al pueblo a vender leche, y
mientras trasladaba la vasija llena de leche, planificaba su futuro.

– Cuando termine de vender toda la leche, invertiré el dinero en trescientos huevos.


De estos una parte no va a nacer, pero de seguro que al menos 200 pollo tendré.
Cada pollo podrá ser vendido a precios altos ya que para la época para la que estén
listos los precios en el mercado habrán subido. Si logro esto tendré el dinero
necesario para comprarme un vestido de fiesta muy bello con el que podré asistir
causando sensación. Al asistir a los bailes tan hermosa lograré que todos los
jóvenes me pretendan, pudiendo yo valorar a cada uno de los presentes.

De repente tropezó con una piedra y cayó al suelo junto con el recipiente de leche
el cual se derramó completamente, destruyéndose también cada uno de los planes
que había hecho.

Moraleja: No debes desear tener una fortuna mayor pues nada de lo que tengas te
parecerá suficiente. No pienses en el futuro sin antes haber asegurado tu presente
pues solo así tu futuro tendrá resultados.
LA GRAN IDEA DEL PESCADOR EGOISTA
Este era un hombre que ya estaba harto de no poder conseguir pescado para poder
vivir un poco más cómodo que antes, y es por esto que decidió poner en práctica
un nuevo sistema que hace solo algunos días había inventado.

Lo que pretendía era emplear redes que al ubicarlas en el rio se impidiera que el
agua las atravesara y de este modo el rio se quedaría sin corriente que les facilitaba
el escape a los peces. Además el toque final del invento consistía en una cuerda de
cáñamo que estaba sujeta a uno de los extremos y de la que colgaba una piedra
con la que se iba golpeando el agua. Mientras esto sucedía aquel hombre pensaba:

– Con esta idea lograré que los peces tengan tantas ganas de escapar que acudan
directamente a mi trampa.

Un pescador que pasaba por el lugar, al ver lo que estaba haciendo, muy molesto
le dijo:

– ¿No te das cuenta que con esto el agua que recibimos en el pueblo está llena de
fango porque no dejas de ensuciar el agua del río?

– Mil disculpas, me apena mucho saber que esto los molestara, pero es que esta
es la única forma que tengo de alimentarme y salir de una vez de esta pobreza –
dijo el pescador desesperado.

Moraleja: Tus objetivos en la vida son importantes pero nunca lo hagas perjudicando
a los demás.
ANECDOTAS
Sorpresa en el baño de campo
A mis padres siempre les ha gustado vivir en el campo y crecí allí.

Un día después del almuerzo salí al baño y mis padres me dejaron solo. De repente,
cuando ya estaba sentado haciendo la "caquita", volteé la mirada hacia mi lado
derecho y la sorpresa fue que había una serpiente que estaba cruzando por debajo
de mí. Lo único que hice fue correr como loco a llamar a mi padre y él del susto
corrió hacia mí pensando que me había pasado algo.

En ese entonces le conté a mi papá que había una serpiente en el baño. Mi padre
agarró un palo y fue a matarla pero no pudo, se escapó.

Ese día me espanté mucho.

Flotando en el mar se estaba muy bien


Tenía la costumbre de sentarme en un flotador circular y remar de espaldas mar
adentro a pesar de no saber nadar. Siempre le tocaba a mi hermano mayor nadar
hasta mí para decirme que saliera, pues era hora de irnos.

En una ocasión estaba como siempre sentado en mi flotador muy alejado de la


playa, cuando veo a un tipo nadando hacia mí, de repente le da por volcarme y una
ola alejó unos metros de mí el flotador. El tipo siguió su curso y ahí me quedé yo,
aterrorizado y tragando mucha agua.

No sé como lo conseguí, pero llegué hasta mi flotador, me puse a remar como loco
y esa vez mi hermano no tuvo que ir a buscarme. Me puse a llorar a escondidas y
jamás le conté a mi familia lo que me acababa de pasar.

Tardé unos días en volver a meterme en el mar, pero cuando por fin me decidí, ¡ya
sabía nadar!
Alegría con las zapatillas y el gato
Cuando llegó la Navidad me regalaron unas zapatillas muy lindas de color rosa y
fue tan grande mi alegría que tan solo la pasaba con mis zapatillas.

Al cumplir 6 años de edad ya no me quedaban mis zapatillas, tuve que dejarlas y


lloré mucho con ellas. Mis tías se rieron de mí al verme así.

Pero en fin, dejé de sufrir porque me regalaron un lindo gato al que llamé “Calzado”
por mis zapatillas.

Confundido al ver doble a su padre


Cuando apenas tenía 2 años, estaba sentado en el jardín de mi casa y de repente
se acercó mi padre. ¡Le abracé con tantas ganas!

Pero de repente apareció por segunda vez mi padre, no sabía lo que estaba
pasando y ante eso me puse a llorar.

Pero al final, resulta que era el gemelo de mi padre.


Menudo susto con el perro
Les contaré algo muy gracioso: una tarde estábamos divirtiéndonos en el parque
con mi amigo Alexander, cuando de pronto Alex pateó la pelota con tal fuerza que
terminó atrapada. Entonces trepó al árbol para bajar la pelota.

Mientras tanto vi con temor como un perro se me acercaba e inmediatamente


empecé a gritar con tanta fuerza que hasta el mismo animal se asustó y huyó
despavorido. Fue divertido.

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