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Este texto es un resumen del capitulo III del libro de Levine, Robert.

Una geografía
del tiempo: o cómo cada cultura percibe el tiempo de manera un poquito diferente.
México: Siglo Veintiuno Editores, 2006.
Capítulo III Breve historia del tiempo del reloj
«El tiempo es un gran dictador» es así como inicia el capítulo tercero del libro de
Levine. El reloj nos dice es el gran mecanismo que sirve para medirlo. «El tiempo
del reloj ha revolucionado la cadencia de la vida diaria. Exige una regularidad
inflexible en el paso de los acontecimientos» (p.84).
El autor cita a Lightman para referirse al invento del reloj: «se trataba de un invento
humano que cuantificaba el paso del tiempo, que imponía reglas y límites a la
extensión del deseo, que medía con precisión los momentos de una vida. Era
mágico; era insoportable; quedaba fuera de la ley natural» (p.84)
- Breve historia del reloj
Según el autor, el primer reloj fue el solar que data de hace cinco mil años. Era un
palo parado al que le llamaban gnomon que en griego quiere decir «conocimiento»
(p.85)
Al anterior le siguieron relojes similares, como el egipcio que era en forma de «T».
Otro reloj que intentó medir no sólo el día sino también la noche, fue el reloj de agua,
el cual media el tiempo por la cantidad de gotas que caían en un recipiente. Tuvo
un gran uso que se extendió hasta el inventó del reloj de péndulo en el siglo XVI
(inventado por Galileo) (p.87). (otros dispositivos derivados del mismo
funcionamiento del reloj de agua, fueron los relojes de aceite, de arena y de
incienso).
El reloj de pesas (que funcionaban más o menos como los relojes de péndulo o
modernos de cuerda) fue inventado en el siglo XIV para ayudar a los monjes a
programar sus horas de rezo, aunque como dice el autor, no eran mucho más
precisos que los de agua (p.88).
El autor nos dice a propósito de la invención del reloj: «antes de la invención de los
primeros relojes mecánicos, la idea de coordinar las actividades de las personas era
casi imposible. Las citas que hubiera que realizar por lo general tenían lugar al
amanecer. No es ninguna coincidencia que, a lo largo de la historia, tantos sucesos
importantes ocurrieran a la salida del sol: duelos, batallas, reuniones» (p.92).
«Antes de la industrialización, el cálculo del tiempo dependía en gran parte de las
exigencias del medio ambiente. La naturaleza dictaba los tiempos para sembrar,
cosechar o para quedarse sentado sin hacer nada» (p.92).
- El movimiento de la estandarización
Después de que los relojes inventados por el hombre, fueran poco a poco
reemplazando a los relojes o calendarios naturales, hubo otro problema: la
sincronización de todos los dispositivos. Esto fue un problema que no tuvo solución
hasta finales del siglo XIX, gran parte de la coordinación de lo horarios y relojes fue
la expansión del transporte y los servicios ferroviarios para mover personas, pero
para agilizar el traslado de mercancías de la industria capitalista.
- Venta de las virtudes del tiempo del reloj
Con el paso del tiempo se expandió la venta de servicios de rejos con hora maestra
que servía para calibrar el resto de relojes (p.99).
«Los guardianes de la moral de la nueva sociedad industrial también se
convencieron de las virtudes del tiempo del reloj y estuvieron más que dispuestos a
unir sus voces a las promociones comerciales. El que llega tarde era considerado
un ser social inferior y, en algunos casos, un incompetente moral» [...] El rasgo de
puntualidad llegó a ser asociado con éxito y logro. Vivir según la hora del reloj se
convirtió en una característica definitoria de una pujante nueva clase de personas
(pp. 100-101)
- La desaparición del hombre del tictac
El autor nos dice que el mecanismo de los relojes fue usado por el control del tiempo
de las masas en provecho del sistema industrial capitalista. Sin embargo, él nos
dice que pese a ello las personas siempre encuentran la manera llevar su propio
ritmo en la vida, un ritmo «más natural».

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