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No ha pasado mucho tiempo del impacto global que provocó la caída de las torres
gemelas en New York, el cruento atentado a la Estación de Ferrocarriles de Atocha en
Madrid, las explosiones en los subterráneos de Londres y en un típico double-decker bus
rojo de dos pisos. Hoy ciento ochenta aeropuertos en el mundo quedaron paralizados en un
instante, afectando a varias miles de miles de personas reflejo de la mundianalización
contemporánea que involucra en forma conmovedora a toda la humanidad. Esto me hace
pensar en dos cosas centrales.
Por una parte las constantes guerras y la violencia incontrolable en distintos puntos
del planeta. En lugar de lluvia fertilizando la tierra caen desde el cielo bombas de racimo,
misiles truncando sueños, amputando esperanzas, multitud de civiles fallecen o ven morir
repentinamente seres queridos, otros quedan mutilados sufriendo la transformación
instantánea de su realidad y el futuro de sus vidas. Gritos desgarradores, gentes tomándose
la cabeza a dos manos o postrados de dolor en tierra registran permanentemente los
noticieros del mundo.
Estos últimos veinte años hemos viajado por motivos ministeriales a diferentes
lugares asistiendo a Congresos Internacionales, dictando Talleres, dando Conferencias o
traspasando Encuentro Matrimonial ALMA, recorriendo con mi esposa países y
continentes.
Le he seguido la pista a Afganistán por distintas razones desde que me percaté que
era uno de los países más pobres del planeta, Haití es de Latinoamérica y a nivel mundial
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Afganistán. Miles de miles de kilos de cereales, creo que son 52 mil toneladas diarias,
hacen falta para nutrir ese pueblo, la escasez de granos es de todo tipo.
Entonces quedamos perplejos al constatar que el país más pobre del planeta genera
cantidades siderales de millones de dólares por el narcotráfico y por otro lado entre sus
campos de adormideras se establece, incuba y planifica una violencia desquiciada,
absolutamente irracional como son los atentados terroristas que a pesar que han existido a
lo largo de la humanidad hoy han adquirido una intensidad y repercusión global.
Muchas personas cuestionan a Dios ¿Cómo es posible tanta violencia, tanta muerte,
tanta hambruna? ¿Qué culpa tienes esos niños, qué culpa cargan esas mujeres, esa gente
inocente que muere por millares en el mundo entero? Y altercan con Dios argumentando en
sus corazones.
En esta ocasión quiero compartir con Uds. otra pregunta peliaguda, que por lo
mismo durante estos días la he traído al Señor solicitando nos ayude en esta reflexión y
difícil cuestión: ¿Es posible hacer cambiar de opinión a Dios?
Dios es un Dios soberano, tiene sus planes, sus diseños, es omnisciente, todo lo
sabe, todo lo conoce, es perfecto, consciente de sus atributos nos planteamos la
interrogante: ¿Es posible hacer cambiar de opinión a Dios?
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta1
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Lo que dice que va a hacer, lo hace. Lo que promete lo cumple. Por otra parte Dios
concede autorización, determinados permisos, como sucedió cuando le dispensó licencia a
Satanás para que afectara la vida de su siervo Job, pero con ciertas limitaciones, primero a
través de la muerte de su familia, la pérdida de sus bienes, el quebrantamiento de su salud,
pero no le permitió tocar su vida.
Entonces el dilema es poder conciliar estas dos afirmaciones que parecen estar en
contradicción ¿es posible que Dios cambie de opinión cuando ha sentenciado o asegurado
algo? Y por otro lado lo que Dios asevera, lo que afirma que va a hacer, lo cumple, pues no
es hombre para desdecirse, ni hijo de hombre para que se arrepienta.
Las preguntas difíciles hay que responderlas cotejando con el contexto y todo el
pensamiento de la Palabra, es regla básica de la hermenéutica, por lo que indagando en las
Escrituras recordé muy bien un pasaje, leído hace más de treinta años cuando por primera
vez me maravillé en las páginas inaugurales de la Biblia con el relato del diluvio, recordé
este hilo, hebra útil para ayudar a desenmarañar este nudo.
Teólogos explican que al usar la Biblia el término arrepentirse referido a Dios, está
utilizando un antropomorfismo, que es atribuir a la divinidad cualidades humanas, de
manera de poder acceder a nuestra comprensión. Como fuese, sin embargo para esclarecer
este dilema, encontramos una pista en el verso ocho:
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Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.
Por causa de Noé, porque era un hombre recto, la humanidad no fue extirpada de la
faz de la tierra y sabemos que fue reconstituida a través de Noé y su familia, por medio de
sus tres hijos con su respectivas esposas, ocho personas fueron salvas y con ellos se
reformuló la humanidad sobre un nuevo acuerdo, un nuevo trato con la población humana,
reflejado en el pacto del arcoíris.
Tenemos otra ocasión bien conocida de muchos, el intento que hace Abraham,
padre de la fe, por hacer cambiar de opinión a Dios cuando había decidido destruir Sodoma
y Gomorra pues el pecado de ellos se ha agravado en extremo. Dios habiendo declarado ya
su sentencia dice: ¿encubriré a Abraham mi profeta estas cosas? Y le da a conocer su plan,
su castigo.
Cabe hacer notar que Dios nunca deja a su pueblo, a sus profetas en tinieblas. Hoy
en día profetiza por medio de su Iglesia, nunca la ha dejado ignorante de sus planes, al
contrario se los da a conocer y la dirige a cumplir su misión. El profeta de Dios, la Iglesia
de Cristo sabe antes que el diablo los designios que Dios tiene. Ya ese modo de proceder lo
manifestó hace cuatro mil años al no encubrir su propósito de destruir Sodoma
revelándoselo a Abraham.
Cuando el patriarca escucha esta sentencia, le argumenta: Señor ¿Cómo es posible?
Sin embargo escuchó sus argumentos, le dejó razonar, le permitió interceder por
medio de lo cual quedó en evidencia la justicia de Dios, pues sabía que en Sodoma solo
había un justo que era Lot, sin embargo tuvo esa delicadeza, ese amor paternal, esa perfecta
relación padre-hijo de seguir el curso de nuestra necesidad para captar nuestro
entendimiento y hacernos comprender que sus designios no son arbitrarios ni antojadizos,
sino certeros y justos, entonces al sexto intento se convenció y resignó, se fue y se llevó a
cabo la destrucción.
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Se salvó solamente su sobrino Lot con sus hijas. Sabemos la historia de su esposa
quién desobedeciendo miró hacia atrás, símbolo de anhelar y preferir la vida mundana,
quedando convertida en estatua de sal.
Argumentan los científicos que la falta de algas, peces y carencia de especies vivas
en sus aguas es debido a la concentración de sal producto del fuego y azufre que
destruyeron estas dos ciudades que los arqueólogos sitúan en sus orillas.
Dicho sea de paso no es en estricto rigor un mar sino un lago endorreico, es decir
que evapora en su superficie el agua que proviene del río Jordán, no desemboca en el mar,
incluso está bajo su nivel. Se le llama muerto por eso y porque no permite vida en sus
aguas.
Años atrás visitando Tierra Santa, fuimos a caminar por las calles empedradas de
Jope, hoy Jafa o Yafo, puerto situado al sur de Tel Aviv, donde san Pedro vio el lienzo que
bajaba del cielo con todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo incluso los
llamados inmundos diciéndole mata y come. En ese mismo fondeadero se debió embarcar
Jonás siglos atrás hacia la pagana ciudad de Nínive, preludio de la predicación del
evangelio a todos los gentiles simbolizado también en el lienzo que se extendió ante Pedro
en ese mismo lugar.
Sin embargo, nos cuenta la historia, que el porfiado Jonás se fletó para Tarsis,
probablemente hacia España, al otro extremo de la misión encomendada.
Conmovidos oramos al recordar estos hechos admirando una vez más las
perfecciones y grandezas de nuestro Creador, la vigencia y aplicación de estos
acontecimientos para la vida espiritual contemporánea. Podemos con profunda tristeza
constatar hoy especialmente en esta sociedad occidental, otrora luminaria al mundo, a
tantos cristianos en rebeldía yendo como Jonás en la dirección contraria a la que Dios
indica.
En altamar se desata una tormenta de tal magnitud que están por naufragar mientras
el indiferente Jonás duerme. Confrontado por los tripulantes finalmente confiesa su delito al
huir de la presencia del Señor, desobedeciendo sus instrucciones y pide le echen al mar para
que sea salva la embarcación, pues reconoce que todo ese mal es consecuencia de su
incorrecto proceder.
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Dentro del pez que lo devora Jonás se arrepiente. Dios le perdona y conserva la vida
dándole una segunda oportunidad. Cumplió así Jonás su misión recorriendo por cuarenta
días anunciando la destrucción de Nínive. Gritando por calles, conventillos y plazas no
deja lugar de la extensa ciudad sin visitar hasta que llega la noticia del veredicto divino al
rey de Nínive quien se cubre de cilicio, se sienta en cenizas proclamando ayuno y oración
exhortando a todos que se conviertan de su mal camino para ver si Dios cambia de opinión,
revoca la sentencia y les preserva la vida.
Dios logró su objetivo al conseguir que los hombres reconocieran su falta y por
cierto cambió de opinión conservándoles la vida lo que generó el enojo y la depresión de
Jonás al punto de querer morir.
Le vuelvo a hacer la pregunta: ¿Hay aquí una contradicción? Por una parte se nos
afirma que Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta y
por otro lado vemos que se arrepintió de destruir Nínive, que modificó la decisión de lo que
iba a hacer con su pueblo a través de la intercesión de Moisés. Entonces ¿se puede o no se
puede hacer cambiar de opinión a Dios?
Una cosa es clara: estas sentencias normalmente van relacionadas al pecado, son
juicios divinos o instancias de disciplina para corregir un pueblo, una persona, una familia,
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una congregación. Si analizamos bien la predicación en Nínive causó el efecto que la
misión tenía, la sentencia era firme: la paga del pecado es muerte, la destrucción es
consecuencia del extravío, si el hombre cambia de actitud, la clemencia y misericordia de
Dios operan, si no lo hace de corazón la ira y el castigo serán inexorables.
Esto se ve muy claro en el caso del rey Saúl, leamos en I Samuel 15 cuando Saúl
desobedece a Dios por temor a los hombres
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Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de
Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos.
Perdona, pues, ahora mi pecado,
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y vuelve conmigo para que adore a Jehová.
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Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová,
y Jehová te ha desechado
Así ocurrió, el fallo de Dios, la sentencia del Señor, lo que él tiene definido es
posible modificarlo cuando hay arrepentimiento, cuando no hay obstinación, pertinacia,
testarudez al no querer cambiar de conducta, no querer mudar de hábitos, dejar lo que es
indebido antes los ojos del Señor, acatar su palabra, seguir su estrecha senda que lleva a la
vida, ajustarse a los parámetros divinos, es obstinación. Revelarse a la Palabra es revelarse
contra Dios. Si hay cambios, siempre encontramos un Dios de misericordia. Concepto que
se ratifica en Ezequiel 33 verso 10
no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.
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Pero este tema tiene también otras implicancias, que no tienen que ver con el
pecado. Hemos visto hasta ahora como generalmente los cambios de opinión de Dios están
relacionados con la trasgresión humana, hay otros casos donde la situación es usada como
ilustración o ejemplo para los demás, veamos dos o tres.
El caso del profeta Ezequiel, cuando repentinamente de un día para otro muere su
esposa:
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Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
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Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos;
no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas, (Ezequiel 24)
Que preciosa enseñanza el temple de este profeta que hizo como Dios le dijo,
reprimió sus lágrimas no por falta de sentimientos, sino permitiendo que Dios ilustrase por
medio de la reacción del profeta lo que había de acontecer a su pueblo, que por la dureza de
su corazón no se percataba de lo que perdía en desobediencia.
De estos casos hay montones en la Escritura.
Qué alentador ejemplo con el que quiso Dios ilustrar la infidelidad de su pueblo a su
pacto, pero también es de profunda aplicación al común pecado de adulterio en estos
tiempos.
En nuestra experiencia pastoral a no pocos varones que han sido abandonados por
su esposa les he citado este ejemplo y varios de ellos, creyendo en el poder y amor
misericordioso, han sabido perdonar y restaurar su matrimonio y su familia.
Jeremías tiene que ir al pozo, ser echado en una cisterna, sufrir la soledad y cárcel.
Así Dios usa a sus siervos, a su pueblo. Hoy en día nosotros tenemos este ministerio
profético de ser adalides a este mundo y no podemos ser portavoces a este siglo
permaneciendo ignorantes o rebeldes a las realidades que Dios nos permite vivir para ser
instrumentos de su gloria.
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¿Se capta la profundidad de este tema? Generalmente cuando hay juicio de Dios,
castigo, ira o disciplina tienen que ver con el pecado, pero no siempre las cosas que nos
ocurren en la vida están relacionadas con el pecado personal, como estos casos ya citados.
A veces el Señor nos adiestra para servir de ejemplo.
Me faltó citar Romanos 8:26 donde se nos enseña que el Espíritu intercede por
nosotros pues muchas veces no sabemos cómo hemos de pedir. Aquí hay un misterio que
tiene que ver con la voluntad absoluta y la voluntad permisiva de Dios. Hay veces que
insistimos con clamor para que se nos alivie de alguna tribulación que tal vez Dios está
permitiendo para que seamos ejemplo y por nuestros reclamos debe acortar el plazo.
El caso de Balaam fue un caso clásico de voluntad permisiva ya que Dios le dijo:
Balaam no vayas donde Balac rey de Moab porque te ha llamado para maldecir al pueblo y
yo quiero bendecirlo. Balaam no fue a la primera ni a la segunda pero a la tercera accedió.
Por su insistencia Dios le permitió que fuese pero con la condición que hiciese lo que él le
mandara hacer. Y no pudo maldecir, trato de hacerlo dos, tres, cuatro veces y a la cuarta
bendición al pueblo argumentó la frase que hemos venido analizando:
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta
Desconozco cuál es su situación personal pero cada día, cada semana, cada domingo
me conmuevo porque aquí en estas cuatro paredes, este santuario de Dios cobija almas muy
necesitadas, cada cual tiene profundos anhelos de distinta naturaleza y como la vida es
dinámica van cambiando las condiciones. He visto entrar a muchos acompañados, ahora
solitarios, otrora con sus cónyuges ahora cruzando el umbral en estado de viudez, a otros
los he visto ingresar caminando ahora en silla de ruedas o cojeando, jóvenes de pelo negro
ahora canosos, antes con un niño en brazos, ahora con un joven a su lado, antes tomado de
la mano de su padre, ahora llevando de la mano a su hijo, cada cual con distintas alegrías o
problemáticas.
Todos estamos de tránsito, llegará un día que otro pastor predicará en este púlpito,
nosotros quizás donde estaremos, no sabemos tampoco donde estará Ud. pero si algo he
querido dejar en su corazón y en su mente es la verdad de la palabra luminosa, profunda,
que nunca falla. Se lo certificamos como testimonio familiar con más de treinta años
caminando con el Señor y hasta aquí siempre nos ha ayudado, así será también con su vida,
si obedece a Cristo.
Recuerde que somos peregrinos, que estamos de paso, de viaje y que en esta larga
travesía el Señor no nos falta ni fallará nunca pues somos sus hijos.
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