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De te fabula narratur!

Bien advertía Marx a los alemanes de no ignorar la situación inglesa ya que esta no hacía más
que mostrarles su propio futuro2. ¿Podemos los bolivianos entonces ignorar las experiencias de
los países latinoamericanos? Tomando esta advertencia, y si bien nos concentramos en el campo
político sin abordar todavía las condiciones económicas y sociales específicas de cada sociedad
a la que haremos referencia, se tratará de reflejar un contexto latinoamericano que presenta
aspectos generales y una valiosa lección para los bolivianos, los análisis detallados los dejaremos
para después.

Mientras el 51% de la población ecuatoriana celebra la victoria de Lenin Moreno otro 48% acusa
de fraude a los resultados de esta elección, al mismo estilo y composición del que se acusó de
intento de fraude al referéndum boliviano del 21 de febrero (el mismo que tiene una diferencia
del resultado de alrededor del 2%). No es diferente el resultado argentino, que posiciono al
“ajuste” de Macri con un resultado de 51,4% ante el 48,6% para el candidato oficialista Scioli.
Tampoco se puede ignorar que mientras en Venezuela discutan sobre cuando se realiza el
intento de golpe de Estado, si la Asamblea Nacional (al mismo estilo del Senado brasileño y el
impeachment contra Dilma Rousseff) en enero o con el traspaso de sus funciones al Tribunal
Supremo de Justicia; al mismo tiempo, en Paraguay arde la sede del Congreso para detener el
intento de reelección del empresario Cortez. Esto es, mientras unos gritan Macri gato en la calle,
otros lo hacen con Ecuazela en las redes sociales.

Lo descrito en el anterior párrafo nos dice dos cosas; por un lado, que nos encontramos en un
periodo de gran polarización, a primera vista casi igualmente dividido entre el proyecto político
prometido para superar la crisis social que genera el periodo neoliberal y un sentimiento de
fracaso de estos y que va virando cada vez más hacia un proyecto de retorno del sector privado.
Ante esta polarización no se pueden ignorar algunos hechos de los países que ya decidieron el
rumbo para estos años: que, en Argentina, a voz de las futuras generaciones y olvidando la
advertencia de Keynes3, se aplica un ajuste económico que lleva a las calles a la población en
protesta por las nuevas condiciones económicas que les toca vivir (se habla de una inflación del
41% durante el 2016 y los ajustes salariales por debajo de este aumento); si bien tampoco
podemos ignorar que la situación que se vive en Venezuela es, por mucho, más crítica y que
responde a diferentes causas. No se puede ignorar que se condona la deuda familiar del
presidente argentino mientras la personería gremial peligra de ser reconocida, y a pesar de la
marcha convocada en el primer día de abril para “#noaflojar”, no se trata sino de aquel tercio
del voto duro que lo respalda.

Esta polarización igualitaria no se divide de forma homogénea en un sentido de aquellos que


rechazan en su totalidad un proyecto socialista, si es posible afirmar lo contrario cuando se trata

1
¡A ti se refiere la historia!, referencia al prologo que escribe Marx a la primera edición alemana de “El
Capital”. Se puede consultar la referencia en la traducción que realiza la editorial Siglo XXI de “El Capital”
que es la edición que se considera más crítica en cuanto a las existentes en español.
2
No es correcta la interpretación de linealidad en las etapas históricas de esta referencia sino con la que
complementa Marx posteriormente haciendo referencia al “Método” en el epilogo a la segunda edición
alemana, donde afirma que “no es la idea sino el fenómeno externo (particular y concreto en este caso)
lo que sirve de punto de partida”. Reconoce que diferentes estructuras generan diferentes leyes de
movimiento social; podemos aplicar entonces el método materialista en el análisis de las convergencias,
y variación entorno a estas, de cada proceso nacional respecto al curso latinoamericano.
3
Se atribuye a Keynes el postulado de “en el largo plazo, estamos todos muertos”.
del “voto duro” que apoya las revoluciones latinoamericanas. No es casualidad y menos
dogmatismo el hecho de que el resultado por la continuidad de Evo Morales sea de un 48,7%.
Mientras el opuesto 51,3% se divide no solo entre las diferentes secciones de derecha que
aspiran llegar al poder (donde tomando en cuenta los resultados de la última elección nacional
llegan a representar al 30% de la población), sino principalmente de un sector que habiendo
apoyado el proceso de cambio se sienten frustrados, dada la situación actual, y que esperan
nada más y nada menos una transformación más profunda.

El segundo punto es que se comete el error, ya sea por tendencia o estrategia, de las clases
renegadas del periodo socialista de América Latina, de meter a todos los gobiernos progresistas
(no debemos caer en el error de clasificar a un sujeto por cómo se autodenomina si no por sus
acciones, pero esto también lo dejamos para un análisis posterior) en la misma bolsa. Esto lo
vemos cuando se ha acusado a todos los gobiernos por constituirse en focos de corrupción,
cuando este más bien ha sido un problema institucional que nos afectó desde la conformación
de los Estados mismos. Cuando ante la victoria de Lenin Moreno, se levanta la voz de que una
futura Venezuela los espera; pero tanto conscientes del peligro como uno debe serlo, se
responde acertadamente “Ecuador es otra historia”, tal como lo es Bolivia si se vuelve en dueño
de esta.

En conclusión, a Bolivia no le queda más que aprender de Ecuador, no solo en lo que se refiere
a una renovación de los liderazgos que sean conscientes de la necesidad histórica de su pueblo,
sino también en el manejo económico, que debe seguir fortaleciéndose. Ante las dificultades
coyunturales de una caída en los precios del petróleo, quedan a prueba 10 años de inversión
estructural. Plantearse no solo la continuidad de la revolución cultural sino su profundización es
un imperativo que no se logra sino retornando a la población que un Octubre paro la catástrofe
neoliberal, lo cual no se logra sino generando en estos la capacidad de analizar y proponer su
propio futuro.

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