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EL CONGRESO INTERNACIONAL DE RELATIVIDAD DE DUBLÍN

Por José Álvarez López

Han transcurrido cien años desde la primera publicación de Einstein


en “Annalen der Physik” de 1905 “Sobre la Electrodinámica de los Cuerpos
en Movimiento” y todavía sigue la polémica y la incertidumbre sobre los
puntos fundamentales de la famosa teoría. La única solución que han
encontrado los científicos en cien años de discusiones interminables ha sido
la “solución” que intenta la mucama cuando esconde debajo de la alfombra el
polvo de la habitación.
Ya en la primera publicación de Einstein apareció una grave
(gravísima) contradicción y era que aun aceptando que el tiempo es relativo
y que, según la Teoría de la Relatividad el tiempo indicado por un reloj en
movimiento es menor que el tiempo indicado por un reloj en reposo o, en
otros términos, que un reloj en movimiento “adelantaba” con respecto al
reloj en reposo... Lógicamente, los entusiastas de la Teoría de la Relatividad
encontraron la correspondiente “solución” del problema, pero poco tiempo
después se descubrió que en la supuesta solución había un nuevo error.
Desechada la supuesta solución aparecía otro autor que descubría otra
solución... que nuevamente contenía un nuevo error y así hasta el día en que
en la Literatura Científica aparecen no menos de cien “soluciones” que
siguen conteniendo el inevitable error. El lector pensará que habría que
abandonar la Teoría de la Relatividad... pero los científicos no opinan así y
han resuelto el problema dándole un nombre, lo llaman “La Paradoja del
Reloj”.
Hoy día la Teoría de la Relatividad convive con su paradoja, de la cual
–por un motivo de higiene mental– ya se han olvidado los científicos... Debe
hacer cosa de veinte años que ya no aparecen en la literatura científica
análisis de la Paradoja del Reloj que, evidentemente, es un recuerdo
“reprimido”, al mejor estilo freudiano, en la mente de los científicos... Pero
yo creo que lo que correspondería sería una “anamnesis” –freudiana
también– y, sin desechar la Teoría de la Relatividad, aceptar la existencia
de la “contradicción” como parte importante e integrante de la Teoría.
Es lo que hizo el autor de estas líneas quien pudo así descubrir y
demostrar que la “Teoría de la Relatividad es permanentemente
contradictoria”, porque cuando hay una fórmula que dice que el reloj en
movimiento atrasa, hay otra fórmula igualmente válida que dice que un
reloj en movimiento adelanta. Hay, asimismo, una fórmula que dice que
“Una regla en movimiento se acorta con respecto a otra en reposo”, pero hay
otra fórmula igualmente válida que dice que una regla en movimiento se
alarga.
De la misma manera, una fórmula de la relatividad dice que la
“masa” de un cuerpo en movimiento aumenta pero hay otra fórmula
igualmente válida que dice que la masa de un cuerpo disminuye con el
movimiento. Existen, pues, cuatro paradojas, a las que llamaremos la
“Paradoja del Reloj”, la “Paradoja de la Regla”, la “Paradoja de la Balanza” y
la “Paradoja del Termómetro”. La conclusión, mal que les pese a los físicos,
es que la Teoría de la Relatividad de Einstein es permanentemente
contradictoria.
El lector, sea físico o no, estará sorprendido por esta contundente
afirmación que, sin embargo, es fácilmente demostrable. La demostración
apareció en mi publicación de la Universidad Nacional de Córdoba titulada
“Análisis Dimensional Relativístico” y además la expuse en el “Congreso
Internacional de Dublín” (en el que participaba un auditorio de lujo como
Langzsós, Dicke y Belifante) cuyo Presidente era el destacado físico irlandés
Prof. J.L. Synge, quien me presentó al congreso en los siguientes términos:

“El Profesor Álvarez López de Argentina tiene la teoría de que las


fórmulas de la Relatividad Especial son contradictorias y la va a
exponer ante Uds. para su crítica”.

Comencé desarrollando en el pizarrón las fórmulas de Einstein y


expuse las ecuaciones donde se observaban las diferentes “Paradojas”, de las
cuales de la única que tenían conocimiento era la “Paradoja del Reloj”. Al
terminar mi exposición subió Synge al estrado y dijo: “La demostración
hecha por el profesor Álvarez López es correcta, el acaba de demostrar que
las fórmulas de la Relatividad Especial son contradictorias, pero su
demostración por estar referida a la Relatividad Especial no ofrece una total
seguridad. Otra cosa sería si él demostrara que en la Teoría General de la
Relatividad subsiste la contradicción. Entonces habría que aceptar su tesis”.
Yo estuve de acuerdo con el planteo de Synge y comencé a escribir
sobre el pizarrón el “intervalo” de Minkowsky en el formalismo del Espacio
de Cuatro Dimensiones, con mi difícil caligrafía. Gentilmente Synge se
ofreció para hacerlo, cosa que concretó con la extraordinaria caligrafía de los
profesores europeos que yo siempre he admirado. Llegado casi al final del
desarrollo del formalismo cuatridimensional se imponía –para su análisis–
hacer la transcripción al espacio corriente de tres dimensiones. Entonces
Synge dijo: “Hacemos un “corte” con un X – 3 y tenemos...”
En ese momento fue interrumpido por su asistente quién le dijo:
“¡Profesor no siga!”... Evidentemente Synge se molestó con la interrupción y
preguntó con tono airado: “¿Por qué?”... Es importante destacar aquí que
Synge no era un flemático inglés sino un nervioso irlandés, y el tono violento
con que hizo la pregunta acobardó al joven asistente quien, tímidamente,
dijo: “Porque está mal”. Ya, rojo de ira, Synge revisó las fórmulas y
blandiendo la tiza le dijo: “Pase y muestre donde está el error...” A lo cual el
asustado asistente contestó: “Está mal porque le va a dar lo mismo que a
él...” Entonces, ya furioso del todo, Synge terminó el “corte” del
hipervolumen de cuatro dimensiones y dijo en tono airado:

“Por tanto, el Profesor Álvarez López tiene razón: La Relatividad es


contradictoria”.

No es necesario describir el azoramiento del auditorio del congreso.


Recuerdo al Prof. Langzsós –colaborador de Einstein– ya viejo con una
expresión depresiva. Al lado suyo tres relativistas japoneses de grandes
anteojos de miope. Y el resto de los congresistas como si se tratara de un
velorio: “La Relatividad había muerto...” Más tarde subimos las escaleras
hasta el despacho de Synge quien me puso el brazo sobre mi hombro,
diciéndome en tono coloquial: “¿Entonces, para Ud. La Relatividad está
mal?” Yo le contesté que no, que estaba bien... Entonces me dijo en tono
inquisitivo : “¿ Pero no dice usted que es contradictoria ?” Mi respuesta fue:

“Por eso está bien, porque la Naturaleza es contradictoria.”

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