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EMPRESA ACTIVA
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alcanzar el éxito; cree firmemente en la filosofía «yo gano-tú ganas». En
consecuencia, no se siente nunca adversario del cliente y su orientación es siempre
la de «nosotros»; cuida constantemente de sus clientes sin pensar ni un solo
momento en manipularlos. Por todo ello, el proceso de venta no está orientado sólo
hacia la toma de pedidos, como si fuese una carrera de sprint, ya que su gestión
más profesional persigue resultados a largo plazo que sólo la confianza del cliente
fidelizado le podrá garantizar.
—Así que debo conseguir ganarme su confianza cuanto antes...
—Exactamente. Creo que la razón principal que llevará a tu cliente a seguir
comprándote se basará en buena medida en lo que realmente piensa de ti como
profesional. Cuanto más te vea como consultor, consejero, ayudante, amigo, más te
comprará y más contribuirá a tu éxito. Así que preocúpate constantemente por
solucionar todos sus problemas como un verdadero profesional. Para que te sea
más fácil recordar todo lo anterior, aplica la primera regla de oro de la venta: dale
siempre a tu cliente más de lo que espera recibir por el precio que ha pagado.
—No te entiendo. ¿Qué significa darle siempre más? ¿Más de qué?
—Sorpréndele, cuídale, sé accesible, hazle favores extra-profesionales, hazle
sentir toda la importancia que tiene para ti. Todo esto se llama cultura cliente o
cultura servicio, no servilismo. Busca qué puede ser ese algo más. Seguramente tu
inteligencia creativa te lo hará comprender muy rápidamente, así que ¡manos a la
obra!
Fin de la sesión, ya era hora de volver a casa, así que Pedro cogió su pequeña
mochila, se despidió con un abrazo de Enrique y se fue. Ahora sí se encontraba
realmente cansado y agotado por el calor... así que se quitó los zapatos y se tumbó
en el sofá a mirar un poco la televisión. Abrió un paquete de rosquillas que le había
dado su madre y mientras se las iba comiendo abrió su libreta y leyó en diagonal lo
visto esa mañana con Enrique. Reescribió las cinco nuevas normas para tratar de
aprendérselas:
Y, en una hoja aparte, y dejando espacio para las siguientes reglas, encuadró la
primera regla de oro vista ese día:
«Dale siempre a tu cliente más de lo que espera recibir por el precio que ha pagado.»