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El agua y el aire son 2 fluidos vitales que, además de ser necesarios para la vida, han sido a
lo largo de la historia compañeros inseparables del ser humano en su intento de
aprovecharlos para desarrollar sus actividades. De hecho, la civilización humana se ha
desarrollado en estrecha convivencia con los fluidos actuando desde un principio para
intentar controlarlos.
LA EDAD ANTIGUA
La civilización sumeria (la primera y más antigua del mundo) nació aproximadamente hace
7500 años en la región de Sumer, también conocida como Mesopotamia, que hoy en día
corresponde con la republica de Irak. Sus habitantes fueron los primeros en inventar la
escritura, idear los primeros contratos comerciales, establecer los primeros códigos
jurídicos, instituir las primeras escuelas, crear las primeras joyas y los primeros trazos de la
escultura. También fueron los primeros en escribir poemas de amor, idear la bóveda y la
columna y fabricar cerveza. Igualmente fue en Sumer donde por primera vez apareció por
primera vez la guerra, la esclavitud, los primeros campos de concentración, el despotismo y
la condena a muerte.
Fue también en la época de los sumerios cuando, por primera vez, el ser humano intenta
interaccionar con los fluidos, agua y aire, para su propio provecho. De esta época son las
primeras obras hidráulicas y fundamentalmente en la zona sur de Mesopotamia, el
complejo sistema hidráulico de canales, diques y presas supuso, junto a la riqueza del suelo,
el desarrollo de una floreciente agricultura.
En aquella época ya se conocía también rudimentarias ruedas hidráulicas. En esta zona del
planeta el conocimiento de la Ingeniería Hidráulica vino indisolublemente asociado con el
diseño proto-maquinas hidráulicas, fundamentalmente molinos y ruedas hidráulicas.
Los faraones de esta misma dinastía del Imperio Medio y mas tarde Seti I, de la XIX,
trataron de poner en practica el proyecto de unir el Nilo con el mar Rojo. En la época Baja
(332-664 a.C.) el faraón Necao II de la XXVI dinastía, retomo la idea e inicio la
construcción de una canal desde un brazo del Nilo hasta el mar Rojo, cuya obra quedaría
interrumpida sin finalizar. Tenia mas de 160km de longitud y una anchura de 30m lo cual
significaba que la anchura era suficiente para que dos trirremes pudieran navegar a la par y
con un tiempo estimado de cuatros días de navegación. Según Herotodo, la excavación no
fue terminada porque “un oráculo se opuso a ello, alegando que estaban trabajando en
provecho del bárbaro”, refiriéndose a Darío quien, efectivamente termino la obra cuando, al
finalizar la dinastía saíta, Egipto fue convertido en satrapía persa. El viento se encargo de
obstruir su cauce con arena y aunque fue dragado y reconstruido en diversas ocasiones
nunca quedo permanentemente abierto. Napoleón contemplo las reliquias de este canal
durante su campaña de Egipto y quedo de tal forma impresionado por su importancia como
posible atajo al Oriente, que encargo a su Cuerpo de Ingenieros la realización de un
detenido estudio e informe sobre él. Este informe y el interés que despertó fueron el origen
de la construcción de la construcción del Canal de Suez abierto al tráfico en 1869.
El desarrollo de la Ingeniería hidráulica vino acompañado en Egipto de distintos artilugios
y algunos de ellos pueden ser considerados como los precursores de las modernas bombas.
Se sabe que, en el Cairo, 17 siglos antes de Cristo funcionaban algunos de estos, que
impulsados por tracción animal o humana extraían agua desde pozos con profundidades que
llegaban a 91.5m por medio de una cadena y un sistema de poleas con recipientes
enganchados a la cadena. Este sistema sigue siendo empleado en distintos países recibiendo
distintos nombres.
De esta época data también un digno antecesor de las actuales bombas reciprocantes que se
construyo en Alejandría de fundición de bronce. Los egipcios no parece que construyeran
maquinas capaces de aprovechar la energía del viento, más allá que para los usos propios de
la navegación. De Egipto data precisamente la primera constancia histórica en todo el
planeta del aprovechamiento de la fuerza del viento, con un grabado que se remonta a más
de 4500 años a.C. representando una embarcación a vela.
LA EDAD MEDIA
El viajero y geografo siciliano musulmán del siglo XII Al-Idrisi escribe que “los habitantes
de Malaya disponen de molinos que giran con el viento donde muelen arroz, trigo y otros
cereales”. Doscientos años mas tarde el sirio Ibn-al-Wardi escribe sobre la isla indonesia de
Halathi donde “hay molinos sobre embarcaciones y flotando sobre el agua”. La referencia
medieval mas importante a los molinos persas la proporciona con abundancia de detalles el
historiador Al-Dimasghi en el 1300 sobre los molinos.
La expansión de los musulmanes durante el reinado de los Omeyas supuso un solo imperio
que iba desde la Península Ibérica hasta China (siglo VIII). Ellos introdujeron el molino de
viento en Europa a través de la Península Ibérica así como la noria y la rueda hidráulica
dentada. En la Península Ibérica, estas maquinas no eran conocidas en el Norte cristiano
que solo empleaba sistemas de riego por gravedad, lo cual suponía graves limitaciones para
la producción de alimentos y en definitiva, para sostener una población importante y el
esfuerzo militar. Esto proporciono una ventaja importante al sur islámico hasta el siglo XI
cuando el flujo de mozárabes introduce estos y otros avances desde el pujante sur
musulmán al entonces débil norte cristiano. En la época del Califato de Córdoba (siglo X)
se sabe del empleo generalizado de los tres tipos de maquinas para bombeo y regadío.
Por lo que se refiere al bombeo eólico, las bombas llamadas Wipmolen fueron las primeras
usadas en Holanda (1408 en Alkmar) usando una rueda de cangilones para el bombeo.
Hacia 1600, este tipo de bombas era visible en las tierras bajas de Europa Occidental e
Inglaterra. A finales del siglo XVI, los molinos de viento se utilizan para las aplicaciones
mas diversas. En Francia e Inglaterra se emplean en la obtención de sal por medio del
bombeo y posterior evaporación del agua de mar. En 1582 se construye en Holanda el
primer molino de aceite y cuatro años más tarde el primero dedicado a moler pasta de
papel. En 1592, Cornelius Cornelisz construyo la primera serrería holandesa impulsada por
energía eólica. A partir del siglo XVII, el molino de viento se emplea a gran escala para el
bombeo de agua. Entre 1608 y 1620, los holandeses desecaron el polder Beemster mediante
26 molinos de 20kW cada uno. Años mas tarde, Leeghwater deseco el de Schermer con 44
molinos de dos etapas. En Inglaterra, el primer molino de drenaje se construyo en 1588
siendo muy comunes a partir de entonces. Los molinos utilizados en Holanda en el siglo
XVII respondía a un esquema preciso. La base se construía de ladrillo o piedra y sobre ella
se asentaba la torre de estructura de madera. En la cúpula se alojaban el eje principal y el
engranaje que transmitía el movimiento a la base. Los sistemas de bombeo mas corrientes
eran los basados en la rueda hidráulica y el tornillo de Arquímedes. En concreto, este
ultimo fue introducido en Holanda en 1634.
Como resultado de sus trabajos, escribió dos obras que constituyeron las obras teoricas mas
importantes durante los siglos XVIII Y XIX: On the construction and effects of the
windmills sails y An experimental enquiry concerning the natural Powers of wind and
wáter. En el primero de los tratados, se lleva a cabo un estudio exhaustivo sobre el
comportamiento y actuación de las palas, demostrando por primera vez, que los rotores con
un elevado numero de palas no proporcionan mayor potencia que los que solo disponen de
tres o cuatro con iguales características.