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Título: Régimen constitucional de la expropiación


Autor: Bidart Campos, Germán J.
Publicado en: LA LEY144, 953 - Derecho Constitucional - Doctrinas Esenciales Tomo III, 01/01/2008, 785
Cita Online: AR/DOC/3518/2008
Sumario: I. Concepto y naturaleza. — II. Etapas del proceso expropiatorio. — III. Desposesión y transferencia
de la propiedad. — IV. Valuación del bien e indemnización. — V. Sujetos expropiantes. — V. Bienes
expropiables. — VII. Procedimiento expropiatorio. — VIII. Expropiación inversa. — IX. Retrocesión. — X.
Abandono de la expropiación.
I. — Concepto y naturaleza
Encuadre general
1. — La expropiación es una de las limitaciones al derecho de propiedad en el tiempo, ya que la perpetuidad
de ese derecho es susceptible de extinguirse cuando el estado procede a expropiarlo.
La expropiación es el acto por el cual el Estado priva de la propiedad de un bien al titular del derecho sobre
el mismo, con fines de utilidad pública, mediante calificación por ley e indemnización previa e integral del valor
de aquel bien. Etimológicamente, expropiar proviene del latín "ex", que significa "poner fuera", y "proprietas",
que significa propiedad; o sea, sacar un bien del dominio de su titular para cumplir el fin de utilidad pública a
que ese bien, se destina mediante el acto expropiatorio.
El fundamento de la expropiación no radica en un supuesto dominio eminente del Estado como atributo de
la soberanía, sino en: a) el bien común o la realización del valor justicia como bien del Estado; b) el carácter
relativo de la propiedad privada con función social. Positivamente, la expropiación tiene base inmediata y
expresa en la Constitución (art. 17).
La expropiación es, fundamentalmente, un instituto de derecho público, como que en él se muestra con toda
su fuerza la "potestas" del Estado, que a través de un acto compulsivo desapropia sin necesidad del
consentimiento del expropiado. Durante mucho tiempo, buena parte de nuestra doctrina admitió el carácter
mixto de la expropiación reconociendo su naturaleza publicística en la etapa en que el Estado califica la utilidad
pública, determina los bienes y procede a su transferencia; y su naturaleza de derecho privado en lo referente al
derecho indemnizatorio del expropiado. Hoy parece predominar la tesis que absorbe íntegramente la
expropiación en el derecho público, aun en lo que hace a la indemnización, a la que se niega absolutamente el
carácter de precio equiparable al de una compraventa.
2. — La norma constitucional del art. 17 es escueta: "la expropiación por causa de utilidad pública debe ser
calificada porla ley ypreviamente indemnizada"; a ella se suman, principalmente, las normas de la ley de
expropiación 13.264 (Adla, VIII, 145), que sustituyó a la vieja ley 189 (Adla, 1.352-1880, 457), y las que
derivan del derecho judicial, que ha enriquecido en mucho al instituto expropiatorio. En el ámbito provincial,
las expropiaciones locales se rigen por las constituciones y las leyes provinciales, interpretadas y aplicadas por
sus tribunales, sin perjuicio del ajuste indispensable a la constitución federal.
II. — Etapas del proceso expropiatorio
Calificación de utilidad pública
3. — El proceso expropiatorio consta de diversas etapas, que procuramos sintetizar del siguiente modo:
1) Calificación legislativa de la utilidad pública. La Constitución impone al efecto la ley del congreso al
efecto; se trata de ley formal como requisito indispensable. Es el Congreso quien en forma discrecional
—aunque no arbitraria— pondera la oportunidad, el alcance y la conveniencia de la expropiación, estableciendo
la utilidad pública de los bienes.
No es pacífica la doctrina en torno del concepto de utilidad pública. ¿Qué es y cuándo la hay? Para dilucidar
el punto, no es del caso ahora acudir al derecho comparado, donde a veces las constituciones emplean fórmulas
diferentes. Sólo cabe señalar que, en general, se da en la doctrina y en el derecho comparado una evolución
hacia la estimación amplia de la causa expropiatoria, sustituyendo el término "utilidad" por otros como
"interés", "bienestar general", "progreso", etc., llegándose a admitir la expropiación cuando la propiedad no
cumple una función social.
Nuestra constitución formal no endurece demasiado la causa expropiatoria al mentar la utilidad pública,
tanto que de un criterio estricto de necesidad se ha pasado a otro más elástico de conveniencia ¿Qué duda hay
cuando hace muchos años ya Joaquín V. González asignaba a la locución "utilidad pública" el sentido de tomar
la propiedad del particular para emplearla en provecho, comodidad o progreso de la comunidad?

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Sin embargo, el adjetivo "pública" calificando a la utilidad, ha dado pie para que a veces se interprete que la
constitución exige inexorablemente que el bien expropiado se transfiera al dominio público. Quizás sea muy
drástica y severa la interpretación. "Pública" como calificativo de la utilidad parece más bien equipararse a
"social" o "general" siempre que se mantenga la noción de que la utilidad social o general debe redundar en
beneficio del público, o sea, de la comunidad, aunque el bien no pase al dominio público. Por ende, si se
expropia un bien para darlo a un particular en provecho propio o de un grupo, falla la causa expropiatoria, pero
si —por ej.,— se expropia un bien para asignarlo a una entidad privada que va a instalar en él un
establecimiento hospitalario abierto al público, hay a nuestro juicio, suficiente utilidad pública, no obstante que
el bien no ingresa al dominio público.
4. — La utilidad pública es la causa y el fin de la expropiación, y quien califica dicha utilidad es el
Congreso. Que el juicio sobre la utilidad pública pertenece al Congreso no quiere decir que resulte desprovisto
de controles. Sólo el Congreso califica, pero como la calificación requiere ineludiblemente la realidad de la
utilidad pública, el acto no puede ser arbitrario. Si el Congreso encubre en una calificación de utilidad pública
una causa o un fin totalmente distinto, la calificación peca de inconstitucional. Y ante tamaña desviación, el
control de constitucionalidad recae en el poder judicial.
Nuestro derecho judicial ha acuñado la norma de que la calificación de utilidad pública efectuada por el
Congreso, por configurar un acto político, no es judiciable. Ello significa que la decisión congresional escapa a
la revisión judicial, y que objeto del juicio de expropiación consiste únicamente en la fijación de la
indemnización, al no ser discutible la causa de utilidad pública.
Sin embargo, tal principio de no judiciabilidad admite reservas en la propia jurisprudencia, ya que la Corte,
después de sentarlo, ha dejado a salvo la revisión excepcional para el caso en que la calificación de utilidad
pública sea manifiestamente arbitraria.
5. — Haciendo un lineamiento somero de la evolución jurisprudencial, descubrimos que:
a) Hasta 1888, prevalece la tesis de la no judiciabilidad.
b) En 1888, el caso "Municipalidad de la Capital c. Elortondo" (fallado el 14 de abril) puntualiza lo mejor de
la elaboración jurisprudencia) de la Corte en torno de la judiciabilidad, advirtiendo: b') que la atribución
congresional para calificar la utilidad pública no puede entenderse como derogatoria de los principios
constitucionales, de los que el Congreso no puede apartarse; b") que es elemental la atribución y el deber de los
jueces de examinar las leyes en los casos que se traen a su decisión rara averiguar si guardan o no conformidad
con la Constitución, y de abstenerse de aplicarlas sise hallan en oposición con ella; b''') que, por ende, aunque no
hay una línea precisa que deslinde y distinga lo que es utilidad pública de lo que no lo es, lo cual exige que se
acuerde siempre la mayor deferencia al juicio del Congreso, cuando ésteexcede claramente los límites de su
atribución constitucional, los jueces están en el deber de proteger el derecho de propiedad agredido y tomado
fuera de las formas autorizada por la Constitución.
c) A partir de 1888 hasta la actualidad, es uniforme la tesis de la no judiciabilidad, excepcionada solamente
para los casos en que la calificación resulta notoriamente arbitraria.
d) En el caso "Gobierno nacional c. Ferrari, Jorge", fallado el 10 de noviembre de 1961, la Corte Suprema
sostuvo que: a) ninguna expropiación debe practicarse si no responde a una causa de utilidad pública calificada
por ley; b) cualquiera sea la opinión sobre la facultad judicial de examinar si dicha causa concurre, es
indiscutible que tal facultad existe en casos de gravedad o arbitrariedad extrema; c) ello acontece cuando resulta
claro y manifiesto que, so color del poder expropiatorio, lo que el Estado realmente hace es quitar a una persona
la cosa de que es propietario para dársela a otra en su exclusivo provecho patrimonial, sin beneficio público
alguno; d) cuando ello ocurre, los jueces han de rechazar la acción expropiatoria.
6. — Pese al principio jurisprudencial de la no judiciabilidad, creemos que la ausencia de utilidad pública
encuentra algunos remedios para detener o reparar la expropiación inconstitucional que se camufla tras la
declaración del Congreso:
a) Si inicialmente la calificación de utilidad pública es manifiestamente arbitraria —por ej.: si se efectúa
para transferir el bien a otro particular— la revisión judicial procede excepcionalmente en el juicio de
expropiación.
b) Si inicialmente la calificación de utilidad pública es razonable, y por ello, judicialmente irrevocable, pero
a posteriori esa utilidad pública no se cumple —por ej.: por dársele al bien otro destino, o por no llevarse a cabo
la obra que se tuvo en vista, o retardársela sine die, etc.— el instituto de la retrocesión permite recuperar el bien
por parte del expropiado, lo cual significa verificar judicialmente que la Utilidad pública inicialmente declarada
no ha existido.

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c) Si inicialmente la calificación de utilidad pública es razonable, pero el sujeto expropiante no promueve el


juicio de expropiación, el instituto del abandono de la expropiación permite dar por cierto, al término de los
plazos previstos en el art. 29 de la ley 13.264, que hay desistimiento en la calificación de utilidad pública.
De todos modos, lo que deseamos dejar bien en claro es que el principio jurisprudencial de que la
calificación no es judiciable salvo arbitrariedad manifiesta, encierra una incongruencia notoria. El juez no puede
decir: como principio no reviso la calificación porque es privativo del Congreso, pero si esa calificación es a
todas luces irrazonable, entonces sí la reviso; y decirnos que la afirmación es incongruente porque para llegar a
descubrir que hay irrazonabilidad o arbitrariedad manifiestas, es menester previamente haber revisado la
calificación. Con ello, la fórmula se invierte, debiendo a nuestro criterio afirmarse que en todo juicio de
expropiación lacalificación es revisable, pero que sólo es revocable cuandoha incurrido enarbitrariedad: siempre
se controla, pero no siempre se revoca; la calificación semantiene como principio después de haberla revisado,
salvo que su arbitrariedad revele violación de la Constitución.
Determinación
7. — 2) Determinación de los bienes. La ley que califica la utilidad pública puede determinar directamente
el bien sujeto a expropiación, o hacer una enumeración genérica, o establecer la zona donde quedan
comprendidos los bienes sujetos a expropiación. Cuando el Congreso no determina individualmente el bien, le
corresponde hacerlo al Poder Ejecutivo entre los genéricamente enumerados o dentro de la zona señalada.
Ahora, bien, tal determinación consiste en una individualización, y esta individualización no puede quedar
totalmente librada al arbitrio del ejecutivo: es menester que se mueva dentro de un marco suficientemente
señalado por el Congreso al efectuar la calificación. Así, no podría el Congreso calificar de utilidad pública los
bienes necesarios para la apertura de aeródromos, sin delimitar aproximadamente las zonas, ni dejando al
ejecutivo la total individualización de los lugares; en cambio, puede calificar de utilidad pública los bienes
necesarios para la apertura de una vía ferroviaria o de una ruta, estando preestablecido el trazado aproximado de
las mismas, ya que la individualización que haga el ejecutivo recaerá dentro de aquella localización.
La ley 13.264 prescribe en su art. 2°, que la declaración de utilidad pública se hará en cada caso por ley, con
referencia a bienes determinados, pero que cuando la calificación sea de carácter genérico, el Poder Ejecutivo
individualizará los bienes requeridos con referencia a planos descriptivos, informes técnicos u otros elementos
suficientes para su determinación.
Indemnización
8. 3) Indemnización previa. Laexigencia de que antes de consumarse la expropiación debe satisfacerse el
pago de la indemnización se halla impuesta en la Constitución, por lo que la ley no puede desvirtuarla.
El tema de la indemnización obliga a especificar diversos aspectos.
a) La indemnización debe ser justa e integral. Ello no está dicho expresamente en la Constitución, pero
surge del carácter y sentido de la indemnización, que es un renacimiento. Indemnizar quiere decir dejar indemne
o sin daño, lo que equivale a dar al expropiado en dinero el mismo valor de la propiedad que se le expropia. La
expropiación no debeempobrecer ni enriquecer al expropiado: debe dejarlo en igual situación económica. De allí
que el valor de lo que se le expropia sea el objeto de la obligación resarcitoria que tiene el expropiante, y que
sibien eso valor se expresa o mide en dinero, la deuda nosea dineraria sino de valor.
El carácter justo de la indemnización, que surge implícitamente de la Constitución, está establecido en el art.
2511 del Cid. Civil. El derecho judicial ha consagrado el mismo principio en forma enfática; al fallar el casa
"Provincia de Santa Fe c. Nicchi", con fecha 26 de junio de 1967 (Rev. LA LEY. t. 127, p. 164, fallo 58.131),
nuestra Corte afirmó que "no es constitucional ni legal una indemnización que no sea justa", y la indemnización
es justa cuando restituye al propietario el mismovalor económico de que se le priva y cubre además los daños y
perjuicio; que son consecuencia directa e inmediata de la expropiación".
Puede ser que expropiante y expropiado se pongan de acuerdo sobre el monto de la indemnización, en cuyo
caso la fijación de dicho monto es objeto de un reparto autónomo. De lo contrario, lo establece el juez en la
sentencia que dicta en el juicio de expropiación.
9. — Para determinar judicialmente la indemnización, la ley 13.264 ha establecido los procedimientos de
valuación: a) Para bienes inmuebles, por el Tribunal de Tasaciones; b) para bienes que no son inmuebles,
mediante prueba pericial. La estimación del valor del bien expropiado que nace el Tribunal de Tasaciones (y,
por analogía, la que surge de la prueba pericial cuando no es un bien inmueble) debe ser tenida por el juez como
justa y razonable mientras no se den circunstancias fundadas que impongan el apartamiento de sus conclusiones.
Tal es el principio acuñado por la jurisprudencia de la Corte Suprema, conforme al cual el juez tampoco puede
incluir en el valor objetivo a indemnizar elemento alguno de hecho que no ha sido computado o valuado por el
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Tribunal de Tasaciones.
10. — La indemnización que el juez fija en la sentencia debe tomar en cuenta el valor del bien a la fecha de
lasentencia, suponiendo cine entonces se transfiere el dominio y que el pago se efectúa de inmediato. Esto
equivale a afirmar que la indemnización debe cubrir el valor actual del bien y que debe pagarse antes de la
transferencia de la propiedad expropiada.
Indemnización justa, actual y previa. He aquí la integralidad y oportunidad del resarcimiento expropiatorio
para qué sea constitucional y para que cumpla el objetivo de satisfacer al expropiado el mismo valor que Se le
quita; de lo contrario, el expropiado será un damnificado, y si indemnizar quiere decir —según ya lo hemos
adelantado— dejar sin daño, una indemnización que produce daño no es, en rigor, una indemnización
constitucionalmente válida, sino una confiscación o un despojo.
III. — Desposesión y transferencia de la propiedad
11. — Una vez que conocemos las tres etapas básicas de la expropiación —calificación de utilidad pública,
determinación del bien, indemnización— es menester analizar los distintos aspectos que, sustancial y
procesalmente, concurren durante el curso de aquellas etapas.
Para ello, conviene previamente distinguir dos circunstancias muy distintas, que son: a) la desposesión o
desapoderamiento del bien calificado de utilidad pública y determinado ya con una individualización precisa; b)
la transferencia de la propiedad.
Con la desposesión, el expropiante toma posesión del bien; diríamos que, materialmente, el expropiado ya
no dispone de él —por ej.: porque se lo demuele para comenzar la apertura de una calle—; pero sigue siendo
propietario. O sea, su título de dominio no se transfiere todavía. Solamente la transferencia de la propiedad
consuma definitivamente la expropiación al extinguir la propiedad del expropiado.
12. — La desposesión del bien expropiado aparece en la actual ley 13.264 como una situación normal y
corriente, cuando en rigor debe reservarse para casos de urgencia, tal como en forma excepcional la
contemplaba la anterior ley 189; hoy, conforme al art. 18 de la ley 13.264, una consignación judicial
"provisoria" a cuenta de la indemnización que fijará el juez en la sentencia definitiva, permite al expropiante
tomar inmediata posesión del bien expropiado, sin exigir que haya urgencia en la desposesión. Convertido lo
excepcional en habitual, el mecanismo de la ley vigente trastorna una justa economía del instituto expropiatorio.
El derecho judicial emergente de la jurisprudencia de la Corte admite el mecanismo actual de la
desposesión, conforme al art. 18 de la ley 13.264. En el caso "Municipalidad de la Capital c. Chukri Fernández
Engracia y otro" —fallado por la Corte en 1970 (Rev. LA LEY, t. 141, p. 12, fallo 66.138)— se dijo que si bien
el art. 17 de la Constitución consagra en términos absolutos que la indemnización debe ser previa, la ley puede
conciliar dicho principio con otras exigencias imperiosas de progreso y bienestar público. Además, la Corte
toma en cuenta que: a) La consignación mediante la cual el expropiante toma posesión del bien, refleja un
importe razonablemente fijado sobre la base de la valuación prevista en el art. 13 de la ley 13.264; b) ni la
consignación ni la desposesión impiden que en su momento se condene al expropiante a pagar la indemnización
justa sobre el valor real del bien.
13. — Una vez que el expropiante ha tomado posesión del bien, hallándose depositada judicialmente la
suma provisoria a cuenta de la indemnización definitiva, surge el interrogante de cuándo se opera la
transferencia de la propiedad con la que el expropiado pierde ya el título de su propiedad. Si la Constitución
dice que la indemnización debe ser previa, entendemos que la transferencia jamás puede producirse si antes no
se ha fijado y pagado la indemnización. El carácter de "previa" antepone necesariamente dicho pago a la
transferencia. Si para casos de urgencia admitimos la desposesión sin pago previo —y con sólo una
consignación judicial provisoria— jamás podemos tolerar la transferencia de la propiedad con esa mera
consignación provisoria, que no es indemnización definitiva y firme.
Mientras el art. 8° de la vieja ley 189 estipulaba que "terminado el juicio" el dueño quedaba obligado a
recibir la indemnización judicialmente fijada, y que hecha o verificada su consignación se declararía transferida
la propiedad, el art. 19 de la actual ley 13.264 invierte las etapas prescriptas por la Constitución y establece que
una vez efectuada la consignación provisoria que da lugar a la toma de posesión, el juez declarará transferida la
propiedad, sirviendo el acto y sus antecedentes de suficiente título traslativo, que deberá ser inscripto en el
Registro de la Propiedad. Tal sistema procedimental viola el art. 17 de la Constitución, porque opera la
transferencia de la propiedad —y no la mera desposesión— sin previa indemnización, la que sólo se fija
definitivamente y se paga al concluir el juicio con la sentencia firme.
En el citado caso "Municipalidad de la Capital c. Chukri Fernández" —de 1970— si bien la Corte admitió el
mecanismo legal de la desposesión anticipada que prevé el art. 18 de la ley 13.264, no tuvo ocasión de referirse

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a su inmediata secuela del art. 19 (transferencia automática de la propiedad) porque en la causa no se había
aplicado todavía dicha norma. De tal modo, la Corte aún no se ha pronunciado sobre la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de la transferencia prematura y anterior a la indemnización definitiva.
IV. — Valuación del bien e indemnización
14. — Dijimos que no habiendo acuerdo de partes acerca del monto de la indemnización, ésta ha de
determinarse por sentencia firme. Hemos explicado cómo se hace para valuar el bien, y qué importancia tiene
esa valuación para la fijación judicial del resarcimiento indemnizatorio. Pero debemos exponer otros puntos
vinculados con este mecanismo de valuación. Aclaramos que valuación es sinónimo de tasación.
a) En qué momento se hace el avalúo; b) cuál es la fecha a que el avalúo se remite; c) qué es lo que se
computa en el avalúo.
Momento en que se practica la valuación
15. — El ideal de justicia es que el avalúo se practique en el momento más próximo a la futura sentencia, a
fin de que ofrezca actualidad en el valor que estima. Ahora bien, la secuela procesal del juicio de expropiación
no siempre acerca el momento del avalúo y el de la sentencia, por lo cual veremos después qué correctivos han
de usarse para conservar la actualidad de aquel valor.
Fecha a que se remite la valuación
16. — Cualquiera sea el momento procesal en que el avalúo se lleva a cabo, hay una fecha que se toma en
cuenta para fijar el valor del bien —por ej.: puede tasarse en 1971, remitiéndose al valor del bien en esa misma
fecha, o retrocediendo al que tenía en 1965. ¿Cuándo y por qué la fecha que pondera el avalúo es anterior a la
del momento en que se practica?
Si ha habido desposesión anterior —cosa que es normal en el sistema vigente de la ley 13.264, y que
nosotros reservamos sólo para casos de urgencia— la tasación se retrotrae a la época en que ladesposesión
seprodujo. Una vieja y uniforme jurisprudencia de la Corte Suprema anterior al caso "Provincia de Santa Fe c.
Nicchi" —del año 1967— tenía señalado el principio de que el valor del bien debía fijarse a la fecha de
ladesposesión. Tal criterio respondía a razones que creernos descubrir en las siguientes circunstancias: a)
Cuando la Corte comenzó a utilizarlo, había estabilidad monetaria; y los valores de mercado no sufrían
modificaciones sustanciales con el transcurso del tiempo; b) supuesta esa permanencia del valor adquisitivo de
la moneda y de los valores de mercado, la fijación del valor del bien al momento en que la desposesión se había
operado tendía a impedir que, con la remisión a una fecha posterior, gravitara en el valor del bien la obra
pública o la utilidad pública facilitadas por la expropiación, con lo que el expropiado recibía una indemnización
inflada por la valorización del bien emergente de la expropiación; y como la expropiación no debe ser causa de
enriquecimiento —aunque tampoco de empobrecimiento— resultaba improcedente tomar en consideración una
fecha posterior a la desposesión, que tal vez aparejara una tasación superior; el, momento de la desposesión
fraccionaba temporalmente las circunstancias que incidían en el valor del bien expropiado; c) la desposesión a
cuya fecha seretrotraía el avalúo era una situación excepcional y no habitual.
A partir del caso "Provincia de Santa Fe c. Nicchi" —del año 1967— la Corte Suprema considera que el
valor del bien que determina la fijación judicial de la indemnización ha de actualizarse a la fecha de la
sentencia, supuesto que a la misma fecha se transfiere el dominio y se paga la indemnización. Incluso, si el pago
se dilata con posterioridad a la sentencia, debería actualizarse el monto hasta el momento del pago.
17. — Ahora bien: ¿Qué vías pueden seguirse para obtener la actualización del avalúo?
a) Si ha habido desposesión —por ej.: en 1965— y el avalúo se realiza en 1971, quedan dos caminos
principales: a') retrotraer la tasación a la fecha de la desposesión y establecer cuánto valía el bien en 1965, pero
de inmediato dejar abierta la posibilidad de que a partir de 1965 se corrija esa valuación mediante el cómputo de
la depreciación monetaria hasta el momento de la sentencia y del pago; a") efectuar el avalúo conforme al valor
que tiene el bien en el momento de practicarlo —lo más próximo posible a la sentencia— computando la
valorización sufrida por el bien entre la desposesión y la tasación, más la depreciación de la moneda hasta el
momento de la sentencia y del pago, pero excluyendo la valorización que exclusivamente proviene de la
expropiación.
b) Si noha habido desposesión, el avalúo se lleva a cabo sobre el valor que el bien tiene a la fecha de
practicarse, actualizándolo hasta el momento de la sentencia y del pago.
18. — En dos breves gráficos resumimos el esquema del inc. a):
a') 1955
1971
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Desposesión
(Desvalorización monetaria)
Pago
a'') 1965
1970
1971
Desposesión
Sentencia
Pago
Valorización del bien (excluida la que proviene de la expropiación
+ (Desvalorización monetaria)
Desvalorización monetaria
El derecho judicial en materia de valuación y depreciación monetaria
19. — Hasta 1967, la jurisprudencia de la Corte Suprema sostuvo en forma invariable que, fijada el valor del
bien a la fecha de la desposesión, no podía computarse en la indemnización la pérdida del valor adquisitivo de la
moneda ocurrida entre la desposesión y la sentencia. Para ello consideró que el deterioro del signo monetario
producido por la inflación era de carácter general y no recaía solamente en el expropiado, no representando en
consecuencia un daño indemnizable Pero ya en el caso "Administración General de Obras Sanitarias de la
Nación c. Torquinst y Bernal" —del año 1958 (Rev. LA LEY, t. 92, p. 84, fallo 42.634)— el voto en disidencia
del juez doctor Alfredo Orgaz se apartaba de esa tesitura, inclinándose por tomar en cuenta la depreciación
dineraria. Igual criterio minoritario sostuvo el juez doctor Luis María Boffi Boggero en su disidencia al fallo de
la Corte en el caso "Gobierno Nacional c. Astilleros Tigre, S. R. L." —del año 1964—, e igualmente el juez
doctor Carlos J. Zavala Rodríguez en su voto disidente al fallo de la Corte en el caso "Banco Hipotecario
Nacional c. Cedro, Federico y otros" —del año 1965 (Rev. LA LEY, t. 118, p. 160, fallo 53.445; t. 121, p. 14,
fallo 54.889).
20. — La norma del derecho judicial que negaba ponderar la depreciación monetaria cae a partir del caso
"Provincia de Santa Fe c. Nicchi" —del año 1967—. La ejemplaridad de esta sentencia de la Corte Suprema y el
seguimiento obtenido nos permiten sostener que, desde entonces, la jurisprudencia del más alto tribunal federal
acoge el temperamento que —aparte de las disidencias habidas anteriormente en su seno— señalaba la
jurisprudencia de muchos otros tribunales federales inferiores y provinciales. Para dar cabida al reajuste del
avalúo sobre la base de la depreciación monetaria se ha usado el criterio de que la deuda del expropiante con el
expropiado no es una deuda dineraria o numeraria, sino una deuda devalor, ya que si bien la indemnización se
satisface en dinero, la moneda no es sino la forma de medir el valor del bien expropiado, valor debido en sí
como obligación por el expropiarte; según ya lo tenemos dicho.
En el caso "Provincia de Santa Fe c. Nicchi", la Corte no señala procedimientos ni vías para alcanzar aquel
reajuste del valor del bien, limitándose a rechazar la anterior jurisprudencia que vedaba corregir el valor fijado a
la fecha de desposesión, y a señalar que la indemnización justa e integral ha de fijarse al día de la sentencia
definitiva, con lo que presta acogimiento y atención al cómputo de la depreciación monetaria.
21. — No obstante, la Corte pone como requisito procesal indispensable para que la sentencia tome en
cuenta la pérdida del valor de la moneda, que el expropiado lo pida expresamente en tiempo procesalmente
oportuno. O sea, impide que el juez pondere de oficio la desvalorización dineraria.
Ante tal exigencia, la jurisprudencia de tribunales distinto de la Corte nos muestra orientaciones diversas.
Por un lado, el seguimiento al derecho judicial de la Corte; por otro, un criterio discrepante. Dos sentencias; a
título de ejemplo, señalan estas líneas: a) la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires. en fallo
del 16 de setiembre de 1969 (caso "Provincia de Buenos Aires c. Orlando Tránsito") depara seguimiento a la
jurisprudencia de la Corte Suprema y niega que la sentencia tome en cuenta la desvalorización monetaria siel
expropiado no la ha alegado al integrar la relación procesal, fundándose en la necesidad de adoptar un criterio
uniforme en la interpretación de la Constitución, que le cabe en forma definitiva a la Corte Suprema federal; b)
el fallo plenario de la Cámara Nac. de Apels. en lo Civil de la Capital, del 16 de julio de 1970 (caso
"Municipalidad de la Capital c. Díaz María E. y otro" [Rev. La Ley, t. 140, p. 239, fallo 65.878]), apartándose
de la jurisprudencia de la Corte, ha establecido que para fijar la indemnización en los juicios de expropiación no
es necesaria la expresa petición del expropiado para considerar la incidencia de la desvalorización monetaria.

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Desde nuestro punto de vista, la depreciación monetaria no necesita alegarse ni probarse por parte del
expropiado. En tanto el expropiado peticiona en juicio la indemnización justa, creemos que el rubro
"depreciación" integra la litis y la relación procesal aunque la parte afectada no haga referencia expresa al
mismo, y que por ende el juez debe, de oficio, tomarlo en cuenta. Solamente consideramos que el juez está
inhibido de computar la desvalorización si el petitorio del expropiado revela voluntad de fijar el valor del bien a
la fecha del avalúo y de reclamar exclusivamente ese monto. O sea que, como principio, nos parece que. debe
presumirse el pedido y la pretensión de obtener una indemnización integral y justa, no haciendo falta la mención
expresa de la desvalorización, y sólo por excepción interpretar que el expropiado detrae de su petitorio la
ponderación de la misma desvalorización.
En definitiva, el avance significado por el coso "Provincia de Santa Fe c. Nicchi" no logrará todo su curso
mientras la Corte siga exigiendo el petitorio expreso del expropiado. En ausencia de él, estimamos que él valor
nominal del bien prevalecerá sobre el valor real y actual, en detrimento de la justicia integral del resarcimiento
indemnizatorio.
Rubros que se incluyen y computan en la valuación
22. — Parecería que el mismo concepto de indemnización integral como compensación de todo el daño
sufrido por el expropiado debe quedar "indemne", ya nos diera la tónica de los rubros que necesariamente
integran el valor del bien. Tal concepto está expresamente formulado en el caso "Provincia de Santa Fe c.
Nicchi" —de 1957— en el que la Corte define que indemnizar es "eximir de todo daño y perjuicio mediante un
cabal resarcimiento", y eso cabal resarcimiento no se logra siel daño y el perjuicio subsisten en cualquier
medida". "El valor objetivo del bien —añade el tribunal— no debe sufrir disminución o desmedro alguno, ni
debe el propietario experimentar lesión en su patrimonio que no sea objeto de cumplida y oportuna reparación".
La ley 13.264, al referirse a los valores indemnizables, consigna que la indemnización sólo comprenderá el
valorobjetivo del bien y los daños que son consecuencia directa o inmediata de la expropiación. El valor daba
estimarse por el que el bien hubiere tenido si la obra no hubiese sido ejecutada ni aun autorizada.
23. — No obstante el criterio fijado por la ley y el que, en consecuencia, surge del derecho judicial, resulta
complicado arribar mediante el avalúo al valor objetivo y a su medida en dinero. La Corte, en el mismo caso
"Provincia de Santa Fe c. Nicchi", ha ciado una pauta aproximada: la compensación debida al expropiado ha de
ofrecerle un equivalente económico que le permita, de ser posible, adquirir otro bien similar al que pierde en
virtud de la expropiación.
Aplicando este temperamento, nos damos cuenta que elvalor objetivo del bien no puede ser el valor de
origen o valor histórico, sino el valor actual, que responde al de la plaza o del mercado, y es el valor que
cualquier persona que quiere comprar en plaza debe pagar en ella. Pero aun este valor corriente exige tomar en
consideración diversas circunstancias, según la índole del bien expropiado, ya que no es lo mismo expropiar un
campo improductivo que otro destinado a cultivo o pastoreo, ni es igual expropia mercaderías que expropiar una
empresa en marcha.
Así —por ej.:— se discute si el valor "llave" es computable en el valor del bien; por valor llave en un
negocio o una empresa se entiende la realidad económica vinculada a su capacidad y seguridad productiva, o
sea, la posibilidad futura de rendimiento en mérito a la clientela, a la firma conocida, a la fama, al crédito, a las
marcas de fábrica, etc. Pues bien, según que el valor "llave" se repute un daño emergente o un lucro cesante,
podrá variar la conclusión: si es lo primero, debe indemnizárselo; si es lo segundo, lo excluirán quienes se
apeguen a la letra de la ley que impide resarcir el lucro cesante. Adhiriendo a la primera solución, creemos que
el valor "llave" debe indemnizarse, y para ello nos apoyamos en un concepto de la propia Corte en el caso "FF.
CC. de Entre Ríos c. Nación": un bien vale, principalmente, por lo que produce o es capaz de producir en épocas
normales.
24. — En suma, si sintetizamos los rubros computables en el avalúo, encontramos: a) el valor objetivo; b)
los daños que la expropiación provoca en forma directa.
A la inversa, se excluye de acuerdo a la ley 13.264: a) el lucro cesante; b) las ganancias hipotéticas; c) las
circunstancias personales, los valores afectivos y, en materia de inmuebles: el valor panorámico y el derivado de
hechos de carácter histórico; d) las mejoras eme se han realizado en el bien después de habérselo declarado
afectado a expropiación, salvo las necesarias; e) el valor añadido por la ejecución o autorización de la obra
pública a cargo del expropiante. Para fijar el valor indemnizable en casos de encontrarse el inmueble ocupado
por inquilinos, la Corte Suprema no admite que se deduzca un coeficiente por esa ocupación, que se denomina
coeficiente de disponibilidad. En cuanto a lo que debe pagarse a terceros por efectos de la expropiación —por
ej.: indemnizaciones por despido a los empleados que trabajan en el inmueble expropiado, indemnizaciones a
inquilinos, etc.— debe tenerse en cuenta: a) que ninguna acción de terceros podrá impedir la expropiación ni sus
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efectos (art. 26, ley 13.264), razón por la cual el derecho de los terceros sólo versa, eventualmente, sobre la
indemnización a que se consideran acreedores en virtud de la expropiación indiscutible para ellos; b) que el
tercero damnificado por la expropiación merece tutela en sus derechos afectados, y reparación en los daños que
tienen por causa necesaria a la expropiación; c) que esos derechos de terceros se transfieren a la indemnización
que se otorga al expropiado; ch) que procesalmente parece conveniente arbitrar un sistema procesal que, por
razones de economía también procesal, unifique en el juicio de expropiación la intervención de los terceros
afectados por ella; d) que, sin embargo, prevalece en nuestro régimen el criterio de que el juicio de expropiación
sólo admite como parte al expropiante y al expropiado, y de que las acciones emergentes de perjuicios que la
expropiación irroga a terceros por contratos que tienen celebrados con el expropiado deben ventilarse en juicio
ordinario por separado (art. 23, ley 13.264); e) no obstante y excepcionalmente se ha admitido la intervención
excepcional de terceros en el juicio de expropiación para fijar el daño que la expropiación les origina
directamente.
25. — El valor del bien que se indemniza mediante el pago de una suma de dinero debe, para ser actual,
computar la depreciación monetaria. Para su inclusión como rubro integrante, remitimos a lo ya dicho. No
obstante, ahora cabe formular la presente aclaración: mediando en el juicio de expropiación consignación de una
suma de dinero a cuenta de la indemnización que fijará la sentencia, el rubro desvalorización de la moneda sólo
puede jugar sobre la diferencia entre el valor total de la indemnización y aquella suma, ya que la suma
consignada ha estado a disposición inmediata del expropiado. Tal, es el criterio que surge del derecho judicial
emanado de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia.
26. — La suma de dinero en que se expresa el valor indemnizable devenga intereses, en forma tal que su
aplicación seconsidera parte de la misma indemnización. La Corte Suprema tiene decidido que los intereses
integran el justo resarcimiento y cubren el perjuicio derivado de la privación del bien expropiado,
correspondiendo liquidarlos desde la desposesión hasta el pago.
Según la misma Corte, los intereses se han de calcular sobre la diferencia entre la suma consignada
judicialmente y la acordada en la indemnización por la sentencia definitiva. Proceden aunque la indemnización
se actualice con la depreciación monetaria, pero la condena al pago de intereses re quiere petición expresa del
interesado.
27. — Nos queda examinar cuáles son las deducciones que pueden o no hacerse sobre el monto de la
indemnización.
Ya sabemos que la indemnización ha de satisfacerse en dinero efectivo, no porque la obligación del
expropiante sea una deuda dineraria, sino porque el valor del bien se traduce y mide en unidades del signo
monetario. Si esa suma de dinero equivale al valor integral del bien expropiado, y si la expropiación no debe
empobrecer ni enriquecer al expropiado, el monto que se le paga no es nada más que el resarcimiento de lo que
se le quita: no gana ni pierde, queda indemne, o sea, sin daño.
Reiterado tal concepto, parece descartable a priori toda deducción que se pretende efectuar sobre el monto
que en dinero cobra el expropiado porque si ese monto es la cifra exacta del daño que se repara, toda
disminución del mismo monto ya significa pagarle menos del valor debido, con lo que el retaceo de la
indemnización no lo dejaría indemne, ni el quantum satisfaría el requisito constitucional del resarcimiento
integral y pleno. Como principio, pues, no cabe gravar con impuesto alguno el monto de la indemnización, ya
que hacerlo importaría convertir a la expropiación en un hecho imponible en desmedro del expropiado.
En aplicación de este principio, la Corte Suprema tiene resuelto que la indemnización expropiatoria no se
computa para el pago del impuesto a los réditos ni a la ganancias eventuales. En cambio, ha admitido: a) que
una ley provincial grave la indemnización; b) que una ley provincial torne deducible de la indemnización un
impuesto al mayor valor; c) que sobre los intereses se sufrague el impuesto a los réditos. Estamos en desacuerdo
con todas estas deducciones.
Oportunidad del pago
28. — La indemnización debe pagarse en dinero efectivo ysin deducción alguna, antes deque la propiedadse
transfiera. Si, entodo caso, y para situaciones de urgencia —que no se debe presumir, pese a ser el sistema
ordinario de la ley vigente— queda legitimado el expropiante a tomar posesión del bien sin previo pago y con la
sola consignación judicial provisoria de una suma a cuenta de la indemnización definitiva, jamás puede
consentirse que la ley invierta el orden fijado en la Constitución y transfiera la propiedad sin previo pago de la
indemnización. Por eso, el art. 19 de la ley 13.264 es inconstitucional.
V. — Sujetos expropiantes
29. — La exégesis hasta acá efectuada nos permitirá en adelante comprender los restantes tópicos a abordar.

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Si la exorbitancia de la expropiación nos muestra un típico acto "iure imperii" del Estado recayendo sobre la
propiedad privada, y si la indemnización viene a equilibrar el interés público con el derecho individual afectado,
menester resulta averiguar cuál es el sujeto a quien constitucionalmente se reconoce título ylegitimidad de
expropiante. No basta decir, lato sensu, que es el Estado.
Hay un sujeto activo directo yoriginario, que esel Estado federal y cada una de las provincias en sus
respectivas jurisdicciones. Nadie duda que las provincias tienen competencia para las expropiaciones locales
con base en utilidad pública también local. Tales expropiaciones a cargo de las provincias se rigen por el
derecho público provincial (Constitución provincial, ley provincial de expropiación), pero han de conformarse a
los principios contenidos en la Constitución federal en materia expropiatoria, o sea: a) calificación de utilidad
pública por la legislatura; b) indemnización justa e integral pagada antes de la transferencia de la propiedad.
Cuando un bien situado en territorio de provincia es requerido para satisfacer una utilidad pública no local
sino federal —por ej.: abrir rutas o vías férreas interprovindiales— la expropiación incumbe al Estado federal y
no a la provincia. Nadie duda que el Estado federal puede expropiar bienes situados en territorios provinciales;
la duda, en cambio, se suscita cuando esa expropiación federal va a recaer en bienes del dominio público de la
provincia, encuyo caso nos parece que hace falta el consentimiento de la provincia o la desafectación del bien
para convertirlo en privado, si ello es posible. A la inversa —pero con carácter de excepción— Marienhoff
admite que las provincias puedan expropiar bienes del dominio público del Estado federal ubicado en territorio
de aquéllas, cuando se trata de satisfacer un interés local vital que prevalece sobre los fines del Estado federal.
La Corte Suprema tiene resuelto que la acción expropiatoria del Estado federal no está supeditada al
consentimiento de las provincias, ni siquiera cuando los bienes afectados están destinados a fines de utilidad
pública local.
Expropiación indirecta
30. — Fuera del Estado federal y cada una de las provincias, no hay otros sujetos directos y originarios de
expropiación. Pero existe una expropiación a la que denominamos indirecta —que nada tiene que ver con la
expropiación inversa— y que se consuma en forma derivada pordelegación. Ello quiere decir que hay algunos
sujetos activos de expropiación, distintos del Estado federal y de las provincias, que expropian pordelegación de
los sujetos directos y originarios. Nos explicamos: para que un sujeto activo expropie por delegación, hace falta
que previamente el Estado federal o la provincia dicte una ley declarativa de la utilidad pública en mérito a la
cual el sujeto activo derivado o indirecto lleve después a cabo la expropiación.
Son sujetos activos de esta expropiación indirecta: a) los municipios; b) los concesionarios de obras o
servicios públicos que conforme al art. 3° de la ley 13.264 sustituyen al expropiante en sus derechos y
obligaciones para la realización de las obras o servicios públicos; c) según opinión de Gordillo, también las
entidades autárquicas "institucionales".
Muchas constituciones provinciales incluyen entre las facultades de los municipios la de expropiar con
autorización de la respectiva legislatura.
VI. — Bienes expropiables
31. — Los bienes susceptibles de expropiación son de índole muy variada y amplia; el art. 4° de la ley
13.264 los hace objeto de la acción expropiatoria bajo la mención de "todos" los que son convenientes o
necesarios para la satisfacción de la utilidad pública, cualquiera sea su naturaleza jurídica, estén o no en el
comercio, sean cosas o no. Refiriéndose a los titulares o propietarios de esos bienes, el art. 5° torna expropiables
por el Estado federal los bienes del dominio provincial, municipal o de particulares. Con respecto a los bienes
del dominio público provincial, reiteramos la reserva del consentimiento o la desafectación.
La referencia a bienes "necesarios" o "convenientes" para satisfacer la utilidad pública nos vuelve a la ya
apuntada noción de que el Congreso pondera tal necesidad o conveniencia al calificar la utilidad pública y, en
todo caso, si la calificación reviste carácter genérico, la necesidad o conveniencia caen bajo el arbitrio del Poder
Ejecutivo al hacer la determinación concreta de los bienes. Ahora bien: no se trata de una facultad arbitraria. Por
un lado, la ley suministra algunas pautas que más bien parecen inclinarse a un criterio amplio; así, repitiendo lo
prescripto en el art. 4°, el 6° dice que la expropiación podrá comprender no sólo los bienes necesarios, sino
también aquéllos cuya, ocupación convenga al fin principal de la expropiación; y el 7° establece que la
expropiación podrá alcanzar a bienes adyacentes o no a una obra pública, vinculados o no a ésta, con el objeto
de llevar a cabo planes de mejoramiento social establecidos por la ley. Por otro lado, la jurisprudencia se ha
encargado de moderar un poco tan amplio criterio; así: a) la excepcional competencia judicial para revisar la
calificación de utilidad pública únicamente en hipótesis de arbitrariedad manifiesta significa en alguna medida
la posibilidad de limitar la dimensión de la expropiación en cuanto a los bienes si, pese a la utilidad pública, se

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expropian total o parcialmente bienes que de ninguna manera tienen relación con la satisfacción de la misma
utilidad; b) el criterio seguido en 1888, en el caso "Municipalidad de la Capital c. Elortondo Isabel A. de", en el
sentido de que la expropiación no se extiende "nada más que a autorizar la ocupación de aquella parte de la
propiedad privada que sea indispensable a la ejecución de la obra o propósito público de que se trate, no
pudiendo ir nunca más allá, ni cumplirse en consecuencia respecto de bienes que no sean necesarios a aquellos
fines", mantiene pese a la antigüedad del fallo y a la evolución posterior de la jurisprudencia el valor de un
principio señero, que aun ampliando el criterio estricto de "necesidad" a la pauta más elástica de la
"conveniencia", impide extender la expropiación a bienes que, no son necesarios ni convenientes para la utilidad
pública declarada por el Congreso.
Cuando la expropiación sólo recae parcialmente sobre un bien inmueble, y la parte que queda sin expropiar
resulta inadecuada para uso o explotación racional, el art. 8° de la ley concede al expropiado el derecho a exigir
la expropiación total del bien. El sobrante inútil sigue, entonces, la suerte de lo principal como un accesorio.
VII. — Procedimiento expropiatorio
32. — El procedimiento expropiatorio ofrece dos vías posibles. Una es la del acuerdo entre expropiantes y
expropiado; otra es la judicial. No siempre se llega a la última, ni es indispensable su uso. En efecto, si el titular
del bien a expropiar consiente la expropiación y el monto de la indemnización que ofrece el expropiante, se
lleva a cabo un repartoautónomo. El art. 13 de la ley lo prevé claramente al consignar que el expropiante puede
adquirir el bien directamente del propietario dentro del valor máximo que en concepto total de indemnización
estiman sus oficinas técnicas competentes. En cambio, cuando nohayavenimiento, el Estado debe promover
juicio de expropiación contra el propietario que ha rechazado el arreglo. El rechazo puede versar sobre tres
aspectos: a) el expropiado discute o niega la causa de utilidad pública del bien afectado a expropiación; b) el
expropiado discute, aun aceptando genéricamente la utilidad pública, que no hay necesidad ni conveniencia en
la expropiación total o parcial de determinados bienes; o sea, la medida o dimensión de la expropiación; c) el
expropiado discute el montode la indemnización. Normalmente, siendo mínima y excepcional la competencia
que el derecho judicial vigente reconoce a los tribunales para revisar la calificación de utilidad pública y para
revisar el criterio con que se valora la necesidad o conveniencia de expropiar tal o cual bien en tal o cual
medida, el objeto habitual y principal del juicio expropiatorio se reduce a la fijación de laindemnización.
33. — El juicio de expropiación debe ser sumario. La sentencia firme que determina el monto de la
indemnización obliga al expropiante a su pago, y conforme al orden que para las etapas expropiatorias señala la
Constitución (primero el pago de la indemnización, porque debe ser "previa", y luego la transferencia de la
propiedad), la sentencia y el pago hacen viable la transferencia; no obstante, ya sabemos que por el art. 19 de la
ley actual —que es inconstitucional— aquel orden está subvertido, y antes de la sentencia y del pago se declara
transferida la propiedad y se libra oficio al Registro respectivo, con sólo una consignación provisoria a cuenta
del monto total de la indemnización.
34. — Si entre la sentencia firme y el pago de la indemnización se produce demora con deterioro del valor
adquisitivo de la moneda, es menester reajustar la cantidad antes de procederse al pago, a fin de compensar
integralmente el valor actual del bien expropiado.
VIII. — Expropiación inversa
35. — Existe una forma especial de expropiación, a la que nosotros deparamos el título de expropiación
inversa, y a la que parte de la doctrina y de la jurisprudencia llaman también, indistintamente, expropiación
indirecta o irregular. Negamos la identidad de denominación entre expropiación inversa e indirecta; la
expropiación indirecta es otra cosa, a la que ya nos hemos referido: se trata de la expropiación llevada a cabo
por un sujeto que no es directo y originario, sino derivado o indirecto, y que actúa por delegación del directo y
originario que ha calificado la utilidad pública.
La expropiación inversa, sustancialmente diferente, se llama así porque el procedimiento se opera al revés:
es el expropiado quien demanda al expropiante. Cómo, por qué y cuándo, eslo que ahora debemos explicar.
36. — En su esquema-tipo, esta expropiación inversa se torna procedente cuando concurren las siguientes
condiciones: a) vigencia de la leydeclarativa de utilidad pública afectando el bien cuestionado; b) noiniciación
de la acción por parte del expropiante; c) conducta del expropiante que implican desposeer al expropiado,
ocupar el bien, o meramente impedir el libre ejercicio y la disponibilidad plena de la propiedad afectada.
La jurisprudencia se ha encargado de precisar en qué casos se consuma el requisito del inc. c); por ej.:
cuando hay ocupación material del bien; cuando hay restricciones tales como modificación de la línea de
edificación con negativa del permiso para construir en la línea anterior, etc. Debe quedar bien en claro que si
falta el recaudo del inc. c) la expropiación inversa no procede; o sea, no basta que un bien se haya declarado

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afectado a expropiación por utilidad pública, y que el expropiante todavía no haya accionado, porque si esos dos
requisitos ya dieran pie para que el expropiado iniciara juicio de expropiación, la iniciativa de la realización de
la obra pública quedaría a merced del expropiado. Es pues, imperioso que a raíz de los dos recaudas de los incs.
a) y b), el propietario padezca cierta indisponibilidad en el goce de su derecho a través de actos que lo turban o
lo restringen.
Cabe resaltar, asimismo, que la expropiación inversa exige la previa calificación de utilidad pública. Si
faltando ella el Estado ocupa o desapodera el bien, o turba la propiedad, el afectado no puede demandarlo por
expropiación inversa. Tendrá derecho a resarcimiento en el juicio que promueva, pero eso no podrá hacerse
sobre la base de la expropiación, porque no cabe hablar de expropiación cuando no hay calificación legal de la
utilidad pública de un bien.
37. — La expropiación inversa tiene por objeto obligar al expropiante a consumar la expropiación y a pagar
la indemnización al expropiado que, de alguna manera, padece una situación total o parcial de indisponibilidad
en el goce de su propiedad afectada a la expropiación que se demora. Comprendemos, entonces, que el adjetivo
"inversa" no alude al sujeto expropiante —que no cambia— sino a la parte que promueve el juicio
expropiatorio: en vez de iniciar la demanda el expropiante, la deduce el expropiado.
El derecho judicial sobre expropiación inversa
38. — La expropiación inversa no está regulada por la ley. Surge de la jurisprudencia, que ha trabajado
minuciosamente sus supuestos en la forma analizada anteriormente. Esa jurisprudencia cuenta con el aval de la
Corte Suprema de Justicia, cuya doctrina tiene establecido que si bien la circunstancia de que exista una
expropiación declarada por ley no es suficiente para que el propietario pueda, sin más, obligar al Estado a
efectivizarla mediante una acción de expropiación inversa, tal acción es procedente si además el bien objeto de
expropiación ha sido ocupado por el expropiante, o ha mediado alguna restricción o perturbación que cercena el
derecho de propiedad del titular. Ha dicho también la Corte que la sola falta de promoción del juicio
expropiatorio por el expropiante —constitutiva del requisito para el "abandono" que prevé la ley 13.264—
tampoco basta para que ese abandono se consume si, además, ha existido una restricción o perturbación esencial
al derecho de propiedad del expropiado (caso "Villona de Herrera María c. Consejo de Reconstrucción de San
Juan", fallado el 14 de octubre de 1966 [Rev. La Ley, t. 124, p. 415, fallo 56.703]).
Valuación del bien en la expropiación inversa
39. — Durante la época en que se sostuvo que la tasación del bien debía tomar en cuenta el valor a la fecha
de la desposesión, se hizo excepción al principio cuando se trataba de una expropiación inversa en la que no se
había producido desposesión. Entonces se dijo que el valor había de establecerse a la fecha del informe pericial,
por ser la más cercana a la sentencia. Tal era la norma surgida de la jurisprudencia. En la actualidad, pensamos
que el criterio emergente desde el caso "Provincia de Santa Fe c. Nicchi" es aplicable también a la expropiación
inversa: el valor del bien expropiado ha de fijarse al día de la sentencia definitiva.
IX. — Retrocesión
40. — Hemos dicho que para la validez constitucional de la expropiación ha de existir una causa real de
utilidad pública, declarada por ley del Congreso; si esa causa real no existe cuando se dicta la ley, sabemos que
se hace difícil discutirla en el juicio expropiatorio, porque la jurisprudencia retrae el control, salvo caso extremo
de arbitrariedad manifiesta; si la causa ha existido en el momento de dictarse la ley, pero posteriormente no se
cumple —o sea, desaparece—, la expropiación pierde su base constitucional, y de consumarse es
inconstitucional. Para impedir esto último, se reconoce el instituto de la retrocesión.
Retrocesión significa retroversión o reintegro del bien expropiado al patrimonio de su propietario, en razón
de no haberse cumplido la causa de utilidad pública a la que estaba afectado.
41. — La ley vigente no contempla el instituto de la retrocesión. No obstante, se lo admite con fundamento
implícito y directo en la propia Constitución, ya que según su art. 17 no puede haber expropiación sin causa de
utilidad pública. Es así como el derecho judicial ha acogido plenamente la retrocesión, haciendo caso omiso del
silencio de la ley sobre el punto. En cambio, la retrocesión se hallaba prevista en la vieja ley 189 en estos
términos: "si la cosa expropiada no se destinase al objeto que motivó la expropiación, el dueño anterior puede
retraerla en el estado en que se enajenó, consignando el precio o la indemnización que recibió".
El derecho judicial derivado de la Corte Suprema ha dado vigencia a la retrocesión a partir del caso "Ortega
Juan de Dios y otros c. Dirección Gral. de Fabricaciones Militares", del 12 de junio de 1968 (Rev. LA LEY, t.
131, p. 153, fallo 60.338). El principio claramente señalado es el siguiente: "el derecho de retrocesión nace
cuando el expropiante no da al bien expropiado la afectación dispuesta por el legislador o le da una distinta,
pues en tales supuestos se ha dejado de cumplir la finalidad que determinó la calificación de utilidad pública que

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requiere el art. 17 de la Constitución Nacional. Ese derecho trae aparejado, como consecuencia, la facultad de
reclamar la devolución del bien, previo pago del importe recibido por la expropiación, ya que en esencia la
retrocesión importa volver las cosas al estado anterior al acto que originó el desapoderamiento".
Requisitos de procedencia
42. — Veamos las características de la retrocesión.
a) En primer lugar, se requiere que el fin de utilidad pública no se cumpla; ello puede acaecer de dos
maneras: a') porque el bien no se destina al objeto para el cual se lo afectó al declararse la utilidad pública; a")
porque se destina a otro objeto diferente, aunque también este objeto sea de utilidad pública, ya que esta
segunda utilidad pública carece de ley que la haya declarado. En cambio, si el bien expropiado se destinó al fin
de utilidad pública invocado, pero posteriormente el expropiante se ha visto obligado a desprenderse de él
después de un uso real y efectivo, la retrocesión no procede (caso "Colombo de Colombo, Rosa y otras c.
Transportes de Buenos Aires en liquidación", fallado por la Corte Suprema el 25 de noviembre de 1966 [Rev.
La Ley, t. 125, p. 358, fallo 57.366]).
b) En segundo lugar, el expropiado que demanda por retrocesión debe reintegrar el monto de la
indemnización percibida, a tenor de los siguientes principios: b') si el bien no ha sufrido modificaciones que
aumenten o disminuyan su valor económico, basta devolver la misma suma; b'') si esas modificaciones han
sobrevenido, ellas han de tomarse en cuenta para la restitución, a efectos de que el aumento no signifique un
enriquecimiento sin causa para el expropiado, ni la disminución un enriquecimiento para el expropiante; b"')
conforme a la jurisprudencia de la Corte Suprema, el importe a devolver por el expropiado no debe reajustarse
por depreciación monetaria; b"") no corresponde reintegrar los intereses que el expropiado recibió entre la
desposesión y el pago de la indemnización, porque son un resarcimiento debido durante la indisponibilidad del
bien; b"''') la suma a reintegrar debe consignarse judicialmente al promoverse la acción por retrocesión.
c) La retrocesión puede promoverse sólo después de consumada la expropiación, requiriéndose por ende
sentencia firme que ha transferido la propiedad del bien, pero nos parece que el principio merece excepción
cuando ya antes de ese momento se ha cambiado el destino de utilidad pública declarado por ley.
d) La retrocesión ha de promoverse, como principio, en el mismo juicio expropiatorio.
e) A nuestro criterio, la acción por retrocesión es imprescriptible.
f) También a nuestro criterio, la retrocesión debe dirigirse contra el expropiante, sin perjuicio de la
intervención de terceros que hayan recibido el bien expropiado en violación de la utilidad pública
originariamente declarada.
X. — Abandono de la expropiación
43. — Al omitir regular el instituto de la retrocesión, la ley vigente 13.264 incorporó el del abandono. Se
configura cuando el expropiante no ha llegado a un acuerdo con el expropiado ni tampoco ha iniciado el juicio
expropiatorio. El art. 29 contempla los plazos, transcurridos los cuales sin promoverse la acción por el sujeto
expropiante, se reputa abandonada la expropiación; tales plazos son: a) de dos años si se trata de bienes
individualmente determinados; b) de cinco años si se trata de bienes comprendidos dentro de una zona
determinada; c) de diez años sise trata de bienes comprendidos en una enumeración genérica, cuya adquisición
por el expropiante pueda postergarse hasta que el propietario modifique —o intente modificar— las condiciones
físicas del bien. Tales plazos se cuentan desde la sanción de la ley declarativa de utilidad pública.
En alguna medida, el abandono se relaciona con la retrocesión, desde que en ambas figuras puede decirse
que ha desaparecido la causa real de utilidad pública. Pero difieren porque el abandono se produce
automáticamente por el transcurso del tiempo, en tanto la retrocesión requiere que la expropiación se haya
consumado, que esté producida la alteración en el destino del bien, y que el expropiado inicie la acción
correspondiente.
45. — Tampoco podemos confundir el abandono con la expropiación inversa. Cuando se ha dictado la ley
que califica un bien de utilidad pública y el expropiante no inicia la acción expropiatoria, no puede el
expropiado demandar al expropiante por expropiación inversa, mientras no se operen actos que impliquen
desposesión, ocupación o restricción sustancial en su derecho. Pero una vez que la perturbación en la propiedad
se produce, el expropiado puede promover la expropiación inversa. En el caso ya citado "Villona de Herrera c.
Consejo de Reconstrucción de San Juan", del 14 de octubre de 1966, la Corte dejó bien establecido que el
abandono y la expropiación inversa se excluyen: a) si el bien afectado a expropiación ha sido ocupado por el
expropiante, o sehan producido actos que turban el derecho del expropiado, el expropiante no puede invocar el
plazo legal para tener por consumado el abandono; b) sise ha producido la situación de abandono, queda
excluida toda posible acción de expropiación inversa.
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46. — Si es cierto que el abandono exterioriza una dejación de voluntad por parte del expropiante, que
desiste de la causal expropiatoria, el abandono tampoco equivale al desistimiento procesal de la expropiación.
El desistimiento se produce en el juicio expropiatorio, o sea, presupone que hay juicio, y que en él el
expropiante desiste expresamente renunciando a la acción expropiatoria. El desistimiento debe ser anterior a la
sentencia firme y al pago o consignación de la indemnización definitiva, y requiere que se indemnice todo
perjuicio sufrido por el expropiado hasta ese momento. Posteriormente, creemos que el desistimiento no puede
operarse sin el consentimiento del expropiado.

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Voces:
EXPROPIACION ~ LEY DE EXPROPIACION ~ CONSTITUCION NACIONAL ~ UTILIDAD
PUBLICA ~ BIEN EXPROPIADO ~ INDEMNIZACION ~ INDEMNIZACION POR
EXPROPIACION ~ DESPOSESION ~ VALUACION ~ DEPRECIACION MONETARIA ~ PAGO ~
EXPROPIANTE ~ EXPROPIACION INVERSA ~ RETROCESION ~ ABANDONO DE LA
EXPROPIACION

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