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EL MONSTRUO DE LA TIERRA: UNA REVISION

Alfonso ARELLANO HERNÁNDEZ


Coordinación de Humanidades UNAM

1. INTRODUCCIÓN

Es muy conocida la importancia de la fauna y la flora dentro de la cosmovi-


sión mesoamericana. Así, debo aclarar que el presente enfoque será sobre los la-
gartos en la cultura maya, al mismo tiempo que parto de la homonimia simbólica
entre caimán y cocodrilo. No es, sin embargo, un análisis exhaustivo, pero toma
en consideración varios problemas acerca de los caimanes, basado en distintas
fuentes (arqueología, etnografía, iconografía y epigrafía, y algunos textos colo-
niales). Estas fueron comparadas entre sí para ofrecer una versión lo más com-
pleta posible a través de los siguientes puntos:

1) Reunir representaciones de seres reptilinos.


2) Clasificarlos, tentativamente.
3) Compilar referencias tocantes a lagartos entre los mayas modernos.
4) Compararlas con las registradas en los documentos coloniales y con los
datos proporcionados por la epigrafía.

Con estos puntos en mente podemos revisar algunas características de los


dragones y de los cocodrilos, para después aproximarnos a su papel en la cultura
maya.

2. ORDE1V• DRACO SP.

En casi todas las Cosmogonías se habla de un dragón primordial, hermafro-


dita, que habita las Aguas Abismales del Caos desde antes de la Creación. Cuan-

El orden de reptiles que propongo, Draco, es de índole mítica y, por ende, ajeno a la tazono-
mía zoológica (que los agrupa en Rhynchocephalia, Testudines, Crocodylia y Squamata).

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do el monstruo copula consigo o lo desmembra otro ser divino, el Cosmos, la
Naturaleza entera, nacen. De tal forma, el dragón primordial representa • tanto las
aguas del mundo inferior como los cielos y, al mismo tiempo, la tierra y el aire.
Personifica, pues, al Cosmos.
En Mesoamérica, y en particular en la zona maya, existe un tipo de dragones
que se asocia a la Creación, las Aguas Increadas del Inframundo, la Tierra y el
Cielo. Sus representaciones fueron numerosas, pero la más comŭn simula un co-
codrilo, si bien con partes de otros animales, a veces de tiburón.
Pero ,cómo puede relacionarse el caimán con el dragón primigenio y la
Creación? Hagamos un paréntesis informativo acerca del reptil de la naturaleza.

3. ORDEIV: CROCODYLIA
La palabra «cocodrilo» deriva del griego krokódeilos, cuya traducción es «gu-
sano de piedra», debido a su físico y forma de vida; sin embargo, también se re-
fiere al pene y cierto tipo de piedras preciosas color azafrán —no identificadas
en la naturaleza— (Silvia Aquino, comunicación personal, 1992). Así pues, la
misma palabra conlleva apreciaciones mitológicas propias de los dragones, entre
ellas la fertilidad.
Para la zoología, los cocodrilos son grandes reptiles cuadr ŭpedos, con cola.
Habitan regiones tropicales, a la orilla de ríos y lagunas o pantanos. Realizan la
mayor parte de sus actividades durante la noche. Son omnívoros (Rodríguez,
1970: passim; Alvarez, 1972: passim).
Su piel está recubierta con escamas cuadrangulares que en la espalda se
vuelven crestas. Cabe agregar que las ceibas, cuando son jóvenes, tienen su cor-
teza recubierta de espinas gruesas y cortas, que simulan ser las escamas dorsales
de los cocodrilos.
La disposición anatómica de ojos, nariz y oídos les permite ver, oler y oír
mientras están prácticamente sumergidos en el agua.
Crecen durante toda su vida y suelen ser longevos, pues alcanzan sesenta o
más años de edad (idem). La época de apareamiento y puesta ocurre antes de la
temporada de lluvias, de manera que los huevos hacen eclosión casi al iniciarte
ésta (ídem).
Viven en oquedades, si bien a veces pasan etapas de aletargamiento hundi-
dos en los pantanos. Son animales gregarios y los machos dominantes controlan
áreas específicas tanto en la tierra como en el agua. En cada «harem» los coco-
drilos se agrupan por edad y tamaño, sin mezclarse más que ocasionalmente
(Rodríguez, 1970: passim).
En México sobreviven tres especies: dos de cocodrilos y una de caimanes.
Se trata del «cocodrilo de río o amarillo» (Crocodylus acutu,․), que es la más gran-
de y habita las costas del Golfo de México; otra es el «lagarto negro o de panta-
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no» (Crocodylus moreletii); la tercera es el caimán (Caiman crocodylus), que vive
en las costas del Pacífico (Alvarez, 1972: passim).
Así, las características físicas y conductuales de estos animales —es decir, es-
camosos, de hábitos nocturnos, vida anfibia y gegaria, cuyo ciclo de vida se aso-
cia con la temporada de lluvias y viven tanto o más que un humano— dieron lu-
gar a que fueran considerados seres divinos, al igual que otros especímenes de
los reinos animal y vegetal.
,Cuál es entonces su papel dentro de la mitología mesoamericana en general
y maya en particular?

4. DRACO MESOAMERICANENSIS
En la plástica prehispánica es com ŭn mezclar elementos de diferentes ani-
males o plantas para formar un solo ente. Si bien pueden representarse de mane-
ra realista, el conjunto final es un «dragón». Entre éstos, el que nos atarie es, con
mucho, un cocodrilo, si bien diferentes autores lo han considerado como el pe-
jelagarto (Ochoa, en proceso; comunicación personal, 1992) o como un reptil
con rasgos de tiburón (Caso, 1974:71). Personifica a la tierra.
Entre los nahuas se llama Cipactli y se asocia al primer día del calendario de
doscientos sesenta días (fig. 1). Cipactli está regido por la pareja de dioses crea-
dores Ometecuhtli y Omectimad, también llamados Oxomoco y Cipactón4 quie-
nes viven en el Treceno Cielo (Caso, 1974; passim;Thompson, 1984: 250).
En varios relatos cosmogónicos se dice que un gran pez semejante a un la-
garto o caimán, Cipactli o Tlaltecuhtli, era la Tierra y caminaba sobre el agua ya
existente. Dos hijos de los Creadores decidieron desmembrarlo y crear entonces
el cielo y la tierra. Los dioses dispusieron que el cabello y piel de Cipactli se vol-
vieran plantas; sus ojos, pozos, fuentes y cuevas pequerias; su boca, cavernas de
donde surgen ríos; la nariz, valles y montarias (Castellón, 1989: 126 y ss.; Barre-
ra, 1976: n. 22, 202). En ocasiones se agrega que Tlaltecuhtli fue creada después
que Oxomoco y Cipactónal, a quienes se enseriaron sus actividades (labrar la tie-
rra, y tejer, y adivinar, respectivamente).
Dentro de la tradición mexicana, Tlaltecuhtli o Cipactli es, pues, el Monstnio
de la Tierra, quien flota sobre las Aguas Increadas del Inframunto y cuyo cuerpo
conforma tanto nuestro mundo como el Cielo.
El concepto no es exclusivo de grupos nahuas. También se conoce entre los
mixtecas, además de tener su representación en varios códices, entre ellos Bor-
gia, Nutall y Laus (Heyden, 1989: passim). Los huaxtecos, asimismo, creen que
la Tierra es una cocodrilo hembra fertilizada por seres celestiales (Thompson,
1984: 268-272). Inclusive, entre los habitantes de Pachiquitla, en la huaxteca hi-
dalguense, existe la idea de que ciertos días son propicios para recibir mordidas
de tales reptiles, amén de que estos animales se consideran «portadores» de fuer-
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FIG. 1.—Cipactli. Códice Nuttall, láminas 4 y 75.

za vital a través de su sangre y excremento (usados con fines terapeuticos) (Lu-


cía Aranda, comunicación personal, 1992).
De igual forma, lo encontramos en el pensamiento maya.

5. SUBFAMILIA: DRACO MAYENSIS STUPEFACIENS

Los dragones mayas, por sus características, han sido calificados desde fines
del siglo xix como «bicéfalos», «celestes», «terrestres» o «del Inframundo» (cf.
Spinden, 1975: passim). No se separan tajantemente y comparten rasgos comu-
nes, que considero de caimán.

5.1. LAGARTOS Y DIOSES CREADORES MAYAS

En casi todos los idiomas mayas, el vocablo que designa al cocodrilo es ain
(Dienhart, 1989 vol. 2: pp. 163-164); en yucateco, además, se encuentran chi'wa'an

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e itzam (Barrera, et aL, 1980: 272). Este ŭltimo será nuestro hilo conductor, de-
bido a sus peculiaridades.
A través de la revisión de textos coloniales, Eric Thompson planteó que los
mayas consideraban al Universo (fig. 2):

en forma de dragón iguana celestial, a veces con dos cabezas, y otras veces con la
pezŭña hendida y los cuernos de un venado. Parece ser que había cuatro de esos
seres, llamados Itzam («Iguana»), que formaban las cuatro paredes y el techo de It-
zam Na («Casa de Iguanas»), dentro de la cual está nuestro mundo... (Thompson,
1984: 244).

Es decir, consideró al Cosmos personificado por una iguana, Itzam Na,


quien además fue: 1) el Dios Supremo, creador, incorpóreo; 2) dual (celeste y
terrestre); 3) antropomorfo o reptilino, en cuyo caso era bicéfalo; 4) también Ila-
mado Hun Itzam Na, Itzam Na K'awg Itzam Na Cab Ain o Hunab Kŭ, entre otras
advocaciones; 5) corresponde al Dios D y en ocasiones lo acomparia su contra-

I
i(

Flo. 2.—a:atzam Na? Escultura en madera. Cenote de Chichén Itzá.


b: Códice de Dresden, láminas 4b-5b. (Dibujos del autor).

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parte femenina, la Diosa 0, Chac Chel, y 6) es patrono de los jerarcas. Además,
Thompson se apoyó en la definición de itzam segŭn el Bocabulario de Maya
Than (o Diccionario de Viena), a saber: dagartos como iguanas de tierra y agua»
(cf. Thompson, 1984: 42).
Por su lado, Barrera Vázquez considera que itzam o Itzam Na era una espe-
cie de cocodrilo pero sin un correspondiente real, aunque sugiere un nexo con
Itzam Cab Ain o Chac Mumul Ain, el Gran Cocodrilo Lodoso de la Tierra, men-
cionado en los Chilames; asimismo, traduce itzam como «el mago [sabio] del
agua, el que tiene y ejercita poderes ocultos en el agua» (Barrera, et al, 1980: loc.
cit.).
Acuña (1991: passim) agrega que, en el mismo Bocabulario, Hun Itzam Na y
Yax Coc Ah Mut son pareja (como Cipactánal y Oxomoco), y propone que Hun
Itzam Na puede traducirse como «Madre (o Casa) 1 Lagarto».
Estoy de acuerdo con la traducción propuesta por Acuña, pues existen di-
versas referencias al respecto, entre ellas modernas y coloniales. Veamos.
Se sabe que en la actualidad Itzam o Itzanoh Ku es un cocodrilo hermafrodi-
ta, señor de los cuatro rumbos del mundo, las montarias, los lagos, las lluvias y
los cocodrilos (Thompson, 1984: passim).
A lo anterior cabe citar —entre muchas otras referencias— dos pasajes sobre
la Creación, uno de los Chilames y otro del Popol Vuh. En el Chilam Balam de
Chumayel se tiene lo siguiente:

Dentro del Once Ahau Katŭn fue cuando salió Ah Mucen Cab... a vendar los
ojos de... Oxlahun ti Ku... Era el momento en que acababa de despertar la tierra.
(Chilam Balam de Chumayel, 1985: 87).

Del abismo nació la tierra, cuando no había cielos ni tierra... Y sucedió que in-
contables gracias nacieron de una piedra de gracia. Y fue la inmensidad de las no-
ches, allí donde antiguamente no había Dios, porque no habían recibido a su Dios,
que sólo por sí mismo estaba dentro de la Gracia, dentro de las tinieblas, allí don-
de no había cielos ni tierra. (Chilam Balam de Chumayel, 1985: 97).

Dice el segundo:

No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible,
solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche. Sólo el
Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua ro-
deados de claridad. (Popol Vuh, 1947: 89 y nn. 10-11).

Es decir, «en el principio» los Creadores se encuentran en el Abismo Pri-


mordial acuoso. En apariencia, sus nombres sugieren relaciones con ese Mar
Original, en especial a traves del Popol Vuh, donde tambien se llama «Corazón
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de la Laguna, Corazón del Mar, Corazón del cielo» —este ŭltimo también en los
Chilames y asociado con Oxlahuntikŭ—. En ambos textos se indica que la palabra
de los Creadores da lugar al Cosmos (Chilam Balam, 1984: loc. cit.; Popol Vuh,
1947: 87-89) y, por medio de sus atributos, corresponden a Hun Itzam Na y Yax
Coc Ah Mut, a Oxomoco y Cipactónal (Popol Vuh, 1947: 87-89 y nn. 10-11).
Ahora bien, , qué ocurre al proyectar los anteriores datos al pasado lejano,
entre los siglos III y X d.C. o antes?, ,cómo apoyar la identificación de Hyn Itzam
Na, «Madre 1 Lagarto», con una divinidad cocodrilo previa?, i ,existe relación en-
tre algunos de los dioses conocidos para la época clásica con la pareja de los
Creadores, segŭn los informes revisados?
Para responder tomaré el primer punto referido al caimán, es decir, el ci-
pactli y su papel calendárico; pero en la cultura maya.

5.2. RETRATOS DIVINOS

El correspondiente maya del día náhuatl cipactli es imix. Entre los mayas
contemporáneos se asocia con el mundo o tierra y su dios patrono —Mos,
Mo'x—; es un día propicio para el maíz y también alude a la ceiba colocada en el
centro de los poblados, bajo la cual se elige a las autoridades y de cuyas raíces
provienen los linajes, además de servir de camino al Sol en su viaje al Inframun-
do (Thompson, 1978: loc. cit.).

Flo. 3.—Glifos imix/ba en variantes simbólica, de cabeza y de cuerpo entero. (Dibujos del autor).

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Lo anterior tiene eco en Landa (1982: 60), quien refiere que los muertos
holgaban a la sombra de una ceiba o yaxché. Un siglo después, N ŭriez de la Vega
(1988: 275) seriala el nexo entre imox, la ceiba, las autoridades y los linajes.
Por otra parte, en la escritura maya imix se relaciona con el dios viejo que pre-
side el nŭmero 5, uno de los Pahuatunob (dios N), divinidades del Inframundo o
Xibalbá que sostienen la Tierra sobre sus hombros (Thompson, 1978: 70 y ss.).
Además, imix deriva de la estilización de los nenŭfares o lirios acuáticos,
naab en yucateco (fig. 3). Se representa en varias formas; la más completa (de
«cuerpo entero») indica un ser reptilino y bicéfalo, relacionado con el numeral
13, el ciclo de trecientos sesenta dias y con Oxlahuntikŭ; decora su cuerpo con
lirios (Schele y Miller, 1986: 46).Aparece en contextos acuáticos o del Inframun-
do; personifica lagos, pantanos, rios o cenotes (Thompson, 1978; loc. cit.; cf.
Schele y Freidel, 1990: 418). Pero imix, en tanto es el nenŭfar o naab también
significa «la madre de alguien», «el mar o una gran extensión de agua (k'ak'naab)»
y, por ende, el Inframundo o Xibalbá. Esto ŭltimo se corrobora en diversas
obras plásticas (verbi gratia varias vasijas policromas), donde los personajes se
representaron como habitantes de Xibalbá.
En cuanto a los lazos entre imix con el cocodrilo y las plantas —por un
lado— y los linajes —por otro—, traigo a colación varios ejemplos. Algunos mues-
tran dicho reptil apoyado en su hocico o en sus patas delanteras, de cuyos cuar-
tos traseros, alzados, brota un vegetal (figs. 4 y 5); sobre éste se posa un ave. En

FIG. 4.—Estela 25. Izapa. Tomada de Norman, 1976: lámina 43

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6.—Altar T. Copán. Apud Schele y Miller, 1986: Passim.

otros, anexos al caimán-planta, se distribuyen personajes, algunos de ellos go-


bernantes que reciben el trono con la venia de sus antepasados (fig. 6).
En otro aspecto, los gobernantes mayas muertos bajaban a Xibalbá en una
canoa que, de vez en cuando, podía adoptar la forma esquemática de un coco-
drilo. El Inframundo los recibía en sus mandibulas y se incorporaban a este,
como lo ejemplifican algunas tumbas pintadas, donde se plasmó un ser cocodri-
lino junto con otros habitantes de Xibalbá. En apoyo a lo dicho, se sabe que el
Cenote Sagrado de Chichén Itzá era un acceso al Inframundo: se trata del hoci-
co del Cocodrilo de la Tierra, donde —además— habitaba un cocodrilo que reci-
bía y devoraba a los individuos ahí arrojados (Barrera, 1976: n. 12, 192).
Es decir, los ejemplos referidos indican —como es sabido— la división del
Cosmos en tres capas y su intercomunicación a través de las vías convenientes.
Pero, en particular, señalan el papel dado al caimán en la época clásica maya a
través de sus lazos con la ceiba —su cola transformada—, la entrada al Inframun-
do —sus fauces— y habitar en Xibalbá, al tiempo que lo conforma. En otras pala-
bras, el cocodrilo constituye los tres niveles cósmicos y su cuerpo funge como
camino entre ellos para los dioses y los muertos; corresponde, pues, a Itzam
e imix/naab segŭn vimos gracias a los informes coloniales y contemporáneos
mayas.

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Flo. 7.—a: Glifo cauac b: Monstruo witz c: Altar 41. Copán. (Dibujos del autor).

Por lo que toca a la asociación del lagarto con la tierra, en especifico las
montañas y cuevas, hay algunos puntos que sólo pueden sugerirse por medio de
la escritura y la plástica mayas. Antes del siglo parece haber un posible can-
didato que se identificaría con los montes (también sitios de comunicación entre
los estratos del Cosmos). Me refiero al dragón cuyo cuerpo está decorado con
signos cauac (fig. 7). Este es un dia del calendario de doscientos sesenta días,
que también se utiliza en mŭltiples contextos y con diverso significado; puede
ser tun, «piedra (preciosa), pene, huesos duros» de algunos frutos 2 ; se lee k'u,
«dios, divino, sagrado», y es witz, «montaña».
Dado que witz personifica las montarias, parece adecuado considerarlo una
variante del Cocodrilo Terrestre: recuérdese que tanto el monstruo imix/naab
como Itzam guardan vinculos con ese reptil, se asocian al tun y sus mandibulas
son oquedades o accesos al Inframundo (cuevas, cenotes). Sin embargo, este as-
pecto requiere un análisis que sobrepasa los objetivos del presente en función
de la riqueza simbólica y semántica del monstruo witz.
Los dragones mayas no se agotan aqui. Existen numerosas representaciones
de híbridos que, de una u otra forma, tienen conexiones entre sí y con distintos
reptiles, incluido el cocodrilo. No obstante, con los datos expuestos pueden es-
tablecerse algunas consideraciones generales.

6. COMENTARIOS FINALES

Los dragones representan al Caos, las Aguas Primordiales, y son seres que
dan origen al Cosmos. Su forma principal es reptilina, aunque aceptan de buen
2 Las piedras suelen ser «los huesos» de la Tierra.

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grado partes de otros seres. Simbolizan la tierra, el agua y el aire; creación y des-
trucción, vida y muerte.
En Mesoamérica, los cocodrilos se cuentan entre los mejores animales que
podrían representar al dragón. Su vida es anfibia, lenta y larga como la de la Tie-
rra misma; sus hijos nacen próximos a la temporada de lluvias, como cualquier
vegetal, sus escamas se parecen a las espinas de las ceibas jóvenes. Habitan en la
cercanía del agua, donde desarrollan casi todas sus actividades, caracterizadas
por ser nocturnas. Por todo ello se relacionan con el Inframundo y la Tierra. Se
vuelven, pues, excelentes candidatos para deificarlos.
No es extraño que en Mesoamérica, y en particular en la cultura maya, los
caimanes se asociaran con mŭltiples conceptos religiosos y los concretaran en
un dragón visible en la naturaleza. Por ello, hemos revisado algunas nociones so-
bre este animal, con especial énfasis sobre los mayas.
Así, como divinidad, Itzam Na —en varios grupos mayas actuales— es un co-
codrilo hembra y macho a la vez, bicéfalo, deidad creadora. Hablar de ella im-
plica referise a la tierra que pisamos, al agua tanto del Inframundo como celeste,
fluvial y lacustre, y a la vegetación, en particular los nen ŭfares y la ceiba; tam-
bién incorpora a los antepasados deificados y, en consecuencia, a los linajes. Es
la «Madre 1 Lagarto», de acuerdo con la traducción propuesta por Acuria.
Al proyectar los datos modernos al pasado prehispánico, gracias a los apor-
tes de diversas disciplinas pueden observarse varias concordancias, a saber:
1) Itzam, Hun Itzam Na o Itzam Cab Ain es un cocodrilo hermafrodita, que
encarna la Tierra y su relieve.
2) Segŭn los Chilames y el Popol Vuh (aunque con otros nombres) existe
en el Abismo acuoso desde antes de la Creación, de aquí que se relacione direc-
tamente con el Xibalbá o Inframundo acuoso, una vez formado el Cosmos.
3) Itzam es patrono de lds rombos cósmicos y se asocia con los numerales
5 y 13; de ello se confirma su nexo con el Inframundo y el Cielo, a través de un
Pahuatŭn («Dios N») y Oxlahuntikŭ (Trece Dios), respectivamente, así como con
el glifo imix.
4) Imix (cuyo equivalente es cipacth) es el primer día del calendario de
doscientos sesenta días y está presidido por los Creadores; imix/naab simboliza
la tierra y la vegetación (la ceiba y el lirio) e implica —de igual modo— «agua, In-
framundo y madre»; también incluye a los linajes.
5) Itzam se liga estrechamente con imix/naab en función de su seriorío so-
bre las aguas, los cocodrilos, la Tierra y las montañas (formadas por su lomo, so-
bre el cual crece la vegetación); se asocia a los muertos, a los antepasados y a los
linajes.
Con base en los puntos anteriores es posible afirmar que para los pueblos
mesoamericanos, entre ellos los mayas, debido a cierta homogeneidad religiosa
a lo largo de milenios el dragón-caimán ha simbolizado y representado la Tierra,
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el agua, el Inframundo, la vegetación y los seres vivos. Uno de sus nombres ma-
yas, al menos a partir del siglo xvi, es Hun Itzam Na, «Madre 1 Cocodrilo» y
—por extensión— «Linaje del 1 Cocodrilo». Como todo dios, tiene una contra-
parte, que es Yax Coc Ah Mut.
Hemos visto, así, algunos aspectos acerca del dragón-cocodrilo-Tierra, obte-
nidos de diversos estudios. Por otro lado, intentamos entrar —aunque parcial y
brevemente— en el panteón maya clásico. Las ideas expuestas forman, pues, un
punto de partida para tratar de conocer el papel de este reptil dentro de la mito-
logía maya: su importancia radica en ser La Madre de quien descendemos,
aquella de cuyo linaje somos parte.

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