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años
Dice que para lograr este nivel ha sido necesaria la capacitación continua,
a la que se ha dedicado por completo.
Trayectoria
Desarrollo profesional
Destacó que parte de ese equipo estaba integrado por Radhamés Mejía,
José Ramón Toribio, Ramón Flores, Gustavo Taveras, Arelis Rodríguez,
Ramón Morrison y Lorenzo Guadamuz.
Pero ¿cuáles son los motivos que llevan a Pimentel a querer formar parte
del Comité Central?
Pimentel resalta que el maestro tiene un contacto cotidiano con los niños,
conoce sus necesidades y aspiraciones y entiende los problemas de las
comunidades. “El maestro es un líder, es un ejemplo. El PLD está lleno de
maestros”.
La educadora valora la comprensión pedagógica y política de la sociedad
que tiene el maestro. Considera que la política es una herramienta con un
alto potencial para lograr la transformación de la sociedad.
Fecunda trayectoria
Melanio Paredes
Nació el 22 de octubre de 1951 en República Dominicana. Realizó estudios
de Licenciatura en Física en la Universidad Autónoma de Santo
Domingo y posteriormente de Economía en el Instituto Tecnológico de
Santo Domingo, donde se graduó Magna Cum Laude Fue profesor de
diversas universidades como UNIBE y liceos como el «Mauricio Báez»,
además ocupó otras posiciones públicas como: diputado (1990), director
de Autoridad Portuaria (1999), director del INFOTEP (2004), ministro de
Industria y Comercio (2007) y ministro de Educación (2008).
Fue secretario general de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP)
en el período 1995-1999, logrando varias reivindicaciones para el sector
magisterial dominicano.
Es miembro del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana
(PLD) y presidente de FUNPEN, organización que lanzó el primer
Ranking de escuelas y colegios en la República Dominicana.
Estuvo al frente del Minerd desde el 16 de agosto de 2008 hasta el 1 de
marzo de 2011 e integra las filas del PLD.
Ligia Amada Melo
Ligia Amada Melo es catalogada como la maestra de maestros porque en
los 56 años que lleva en el área educativa no se ha quedado con ningún
conocimiento que haya aprendido, sino que lo ha trasmitido de
generación en generación, pues tiene muy claro que mientras más damos
más recibimos.
Quería estudiar medicina para explorar el cuerpo humano lidiando con
cada uno de sus circuitos hasta encontrar las causas y consecuencias de
las enfermedades y curar a los enfermos, pero encontró otra forma de
ayudar a la gente a tener una vida más saludable: Motivando el
conocimiento.
Esta tarea era mucho más fácil porque no tenía que pasar toda la noche
estudiando cadáveres y analizando investigaciones que revelaran el
porqué de las enfermedades y cómo evitarlas. Leer libros en todo
momento, cada vez que podía, comentarlos y luego plasmar lo aprendido
en una pizarra fue la fórmula perfecta para que haya más personas sanas
de cuerpo y de mente. Fue debido a que su padre, viviendo en Santo
Domingo fue pensionado y tuvo que regresar a su pueblo natal, Higu¨ey,
que no pudo ingresar a la universidad a estudiar medicina, pero es
justamente a lo que hoy da gracias porque dice haber encontrado en la
educación el mejor camino para la satisfacción personal que no da el
dinero, la fama y los lujos y comodidades que se puedan adquirir con
riquezas materiales.
Estricta
Por tener la personalidad regia que se requería para ser maestro, un buen
dominio de la comunicación y ser una ejemplar estudiante del
bachillerato es que al término de ese período fue escogida en Higüey para
sustituir a las maestras que tenían licencias por maternidad, en 1957, y al
concluir el ciclo de un año fue nombrada inmediatamente como profesora
titular.
“Ver a los estudiantes aprender lo que yo les enseñaba y entusiasmados
con mi clase era mi mayor satisfacción. Yo disfrutaba eso. Cuando me
contestaban una pregunta correctamente o respondían a los estímulos de
la lectura yo me emocionaba mucho más que ellos y era feliz. Así descubrí
mi vocación por el magisterio”, recuerda con añoranza. No obstante,
reconoce que era una maestra muy estricta porque primero se exigía
calidad a ella misma y luego se la imponía a los demás. Nos cuenta que en
el aula los estudiantes la respetaban con cierto temor, pero al cabo del
tiempo agradecían sus enseñanzas basadas en el respeto a las normas, a
las personas mayores y al aprendizaje real sin trampas ni artimañas.
Como técnica formadora de maestros ha trasmitido lo aprendido a miles
de profesores y como ministra hizo temblar a muchos que no tenían la
capacidad de estar en las aulas, pero hoy son los primeros que le
agradecen haberlos sacado de la mediocridad y subido al tren del
conocimiento para poder manejar a esa población joven que va a millón
en la sabiduría.
UN DATO
Estudiantes por aula
En todas las transformaciones curriculares se discute la calidad de la
educación desde diferentes ángulos, y la cantidad de estudiantes por aula
es una de las fundamentales, ya que se cree que debido al gran cúmulo de
alumnos se reducen enormemente las posibilidades de aprendizaje y de
concentración del maestro para educar dignamente. Doña Ligia Amada
recuerda que cuando daba clases en los niveles básico y medio podía
manejar los cursos a pesar de que tenían 40 y 50 estudiantes porque eran
de las mismas edades y estratos sociales, pero que en la UASD se le hacía
casi imposible dar lo máximo de su capacidad porque se reunían 80
estudiantes de diferentes edades.
SU PENSAR
Mensaje a la sociedad
“En sentido general, creo que todos los sectores deben empeñarse en
combatir la pobreza, desarrollar técnicas para que esta sociedad vaya
avanzando. Aquí se habla mucho de lo negativo y eso está generando un
problema grande a la juventud porque se está quedando sin referencia de
lo bueno. Nosotros debemos levantarnos el ánimo y ser proactivos porque
si seguimos transmitiendo lo negativo a los que vienen subiendo se va a
perder el tiempo que se pudiera utilizar para resolverlos. Aquí todo el
mundo está deprimido ¡Nooo!, por qué. Hay muchos valores, mucha
gente buena, jóvenes valiosos, pero les vamos a tumbar el entusiasmo si
seguimos actuando con pesimismo.
EN DOBLE VÍA
¿Qué está pasando con los jóvenes que parecen estar educándose para
viajar a la luna, aprendiendo de todo lo que quieren aprender por sí
solos?
¡Oh…! los tiempos han cambiado. Ya no es sólo el maestro y los padres
quienes los instruyen con criterios muy definidos, como en épocas
anteriores, sino que ahora se valen de todos los recursos que están a su
alcance; dominan la tecnología, los idiomas y tienen la opción de elegir lo
que quieren aprender. Es cierto que se nutren muchísimo de
informaciones de toda índole, pero qué pasa, no hay supervisión, no hay
control, aprenden de todo y tal vez no lo de su nivel de desarrollo, a lo que
hay que prestarle atención porque a veces “se pasan de la raya”.
Observamos que a los estudiantes no parece interesarles la educación que
reciben en las aulas, sino la que ellos buscan. ¿Qué pasa ahí?
Ciertamente hay un problema que se da en las escuelas sobre cómo éstas
funcionan y cómo los alumnos quieren aprender. Los muchachos se dan
cuenta de que con la tecnología aprenden más rápido y fácil que con el
pizarrón, los libros y el profesor. Como requieren de menos esfuerzo
buscando informaciones en la Internet, viendo películas, vídeos y leyendo
noticias a través del chat, y de menos exigencia de atención, ponen mayor
entusiasmo y aprenden más. Ante esta realidad la escuela no le resulta
atrayente y por eso es urgente que se produzca una revolución en el
sistema educativo tradicional, de eso estamos conscientes.
¿Qué piensan hacer, entonces, los garantes de la educación dominicana?
Sabemos que es urgente que se combine el uso de la tecnología con la
educación formal, porque de ningún modo una debe sustituir a la otra,
sino que la mejor fórmula es la combinación de ambas, de modo que el
estudiante pueda aprovechar las explicaciones del profesor ya formado y
con toda la experiencia que le da la vida, y al mismo nutrirse de
informaciones generales a través de la tecnología y la comunicación y
combinarlas con las dinámicas de grupo. Así el estudiante podría tener un
mayor entusiasmo por la escuela, aprovechar ese tiempo y no ir a cumplir
con un horario y una obligación que le imponen sus padres y la sociedad.
¿Qué diferencia hay en la educación del antes y el después?
Bueno, ahora estamos en la “sociedad del conocimiento”. Todo el mundo
sabe de todo, se entera de todo, hasta los pequeñitos saben lo que está
pasando en el mundo porque se cacarea por todos lados, en el seno de la
familia, en los grupos de amigos reales y virtuales, en fin, ¡una maravilla!.
Antes había más disciplina, mayor rigor en el sistema de enseñanza y
ahora se es más permisivo.
Es indudable que se ha avanzado, pero todavía el sistema educativo recibe
duras críticas que lo califican de ineficiente para estos tiempos modernos.
Se han logrado muchas cosas y se seguirán logrando. En el 1996, cuando
yo entré al Ministerio de Educación como Secretaria, solo un 13 por
ciento de los niños iban a nivel preescolar y todos eran del sector privado,
no existía la formación preescolar a nivel público. Hoy la educación
indudablemente llega a diferentes sectores y hay una mayor formación de
los profesores. También en el desarrollo de la educación ha contribuido el
esfuerzo particular de gente que estudia con beca y mantiene buenas
calificaciones. En el programa de becas ya son 12 mil 200 los jóvenes que
han ido a estudiar fuera y están aquí bien preparados.
Pero se cuestiona mucho la calidad de los maestros. ¿Han avanzado ellos
también con el nuevo ritmo que lleva la sociedad?
Claro que sí, muchísimo, aunque todavía se debe avanzar más. Fíjate, en
el año 1970 solo un 35% de los profesores tenían titulación en educación;
en el 1996 un 65%, hoy más del 90% tiene titulación del nivel básico o
medio; y a nivel superior la mayor parte tiene maestría y un 2.4% tiene
doctorado. Este último es un porcentaje muy bajo, pues casi todos
deberían tener doctorado, pero hacia allá vamos. Por lo pronto, un 60%
cuenta con maestría, muy pocos tienen solo licenciatura y tenemos a
muchos profesores con postgrado. Sin embargo, las 46 universidades que
tenemos en el país no han formado a los estudiantes para una sociedad del
conocimiento, para un siglo 2021, sino para ser más de lo mismo y ahí está
el retraso en la educación hoy.
Muchos colegios van a millón, igual que los estudiantes, y entre los útiles
escolares requieren laptop o iPad en vez de cuadernos. ¿Favorece usted
eso?
Claro. Ojalá que los 2 millones 400 mil estudiantes que hay inscritos en el
país pudieran estudiar con laptop, pero todavía nos falta mucho para
llegar ahí. Lamentablemente los que tienen mayor acceso a la educación
con técnicas modernas se forman con mayor calidad. El país necesita una
masa bien formada, crítica, de gente instruida, bien formada en todos los
sentidos: en desarrollo de valores, conocimientos amplios de la ciudadanía
y dominio de los contenidos y las competencias profesionales para la
sociedad tecnológica donde van a aplicar sus conocimientos. La educación
ampliada sólo la tiene un grupito que puede pagar los colegios avanzados,
pero el Estado tiene el compromiso de llevar ese conocimiento a la
mayoría. Ahora con el 4% se puede mejorar bastante.