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LOS RÍOS PROFUNDOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD

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Por: Harley Mojica Lizarazo - 20152160061
Esperanza Umaña Pachón - 201521600
Gloria Gómez - 20151160028

La obra Uku Mayu o Los ríos profundos del peruano José María Arguedas
publicada en 1958 es un relato representativo de la literatura latinoamericana más
que por su técnica narrativa por constituirse un medio discursivo que pone de
manifiesto el interés por recuperar y perpetuar a través de la literatura escrita la
cosmovisión de los pueblos amerindios que se vio desdibujada por la imposición
perpetrada por conquistadores y colonos. A su vez Arguedas logra abrir un
proceso de reflexión sobre la identidad latinoamericana y una alerta frente los
procesos de hibridación cultural que se desarrollan de forma paulatina y casi
imperceptible, no como una oposición a la multiculturalidad sino como una
invitación a repensar la identidad de los sujetos y de los pueblos latinoamericanos.

Ahora bien a pesar que Carlos Fuentes en su obra “La gran novela
latinoamericana” en un principio deja claro que da prioridad al estudio de la
literatura en lengua española este no desconoce la importancia de la narrativa
latinoamericana en lenguas nativas y con gran interés por abanderar el entramado
socio-cultural de los pueblos amerindios. Es por ello que la narrativa
hispanoamericana no se debe desligar del proyecto de construcción de identidad
ya que todo producto cultural está inscrito en un contexto y realidad social, de
modo que los ríos profundos es un claro ejemplo de la narrativa que se inscribe
en este proyecto.

Como lectores de Los ríos profundos se corrobora la falta de “ignorancia” en


términos de Cantinflas ya que es evidente el desconocimiento del territorio
latinoamericano, de su riqueza hídrica, vegetal, animal, lingüística, étnica y cultural
que por el hecho de ser nativos de este debiese hacer parte de los saberes
cognitivos y estar presente en las prácticas discursivas, pero que ha sido excluido
de los círculos académicos y pervive en la cotidianidad de los pueblos y minorías
que poseen esa ignorancia que se torna sabiduría. Estos saberes son
desarrollados con gran habilidad en la prosa de Arguedas donde converge la
geografía del Perú: Huancayo, el Cuzco, Yauyos, Abancay, Huamanga,
Chalhuanca; su riqueza hídrica: Río Apurímac, Urabamba, Mantaro, Pachachaca;
su flora: El arrayán, el eucalipto, el sauce, el capulí, la tara, los lambras; su fauna:
Loros, jilgueros, cernícalos, gavilanes por mencionar algunos de la totalidad
presente en la obra; lo que permite afirmar que es una literatura telúrica donde el
reconocimiento del territorio, la tierra misma y lo que en ella vive es un elemento
esencial para la construcción de esta narrativa.

Además la cosmogonía inca, su lengua, la música de los pueblos originarios, sus


instrumentos, sus danzas, su estructura social y la configuración del poder; como
aspectos constitutivos para la construcción de identidad no únicamente peruana
sino latinoamericana también convergen en el relato con la imagen del territorio
construyendo toda una cartografía social. De modo que la narrativa de Arguedas a
nivel cronotópico y actancial da cuenta de la apropiación y sentido de pertenencia
por su territorio y cultura y hace de su obra un mediador discursivo que posibilita
preguntar: ¿Qué sabemos del territorio al que pertenecemos?, ¿qué
desconocemos de la cultura en la que estamos inmersos?, ¿hemos construido una
identidad socio-cultural? Y ¿por qué y para qué construir dicha identidad?

A su vez es a través de Ernesto que se ve permanentemente como fluctúan las


visiones de mundo de los pueblos originarios y los pueblos resultado de la
conquista y la colonia, las condiciones de esclavitud y explotación a las que están
sometidos unos por la represión y dominio de otros. El modelamiento a partir del
credo cristiano-católico sobre la cosmogonía de los indígenas donde se hace
evidente el sincretismo del sistema de creencias de estos pueblos que a pesar de
conservar el quechua como su lengua originaria se ven forzados a desplazar sus
rituales incaicos y sustituirlos por predicas occidentales haciendo cada vez más
confusa su identidad socio-cultural.

Ernesto como representación de cada habitante del territorio latinoamericano se


ve forzado a dejar la comunidad indígena en que se dio su crianza y dejar el
peregrinaje con su padre por el vasto territorio peruano para asentarse en un
colegio religioso en el que es evidente la presencia de lo que Fuentes denomina
comunidad policultural y multirracial situación que no lo es lejana a los
latinoamericanos en la época actual. El internado como espacio simbólico de una
sociedad en el que entran en conflicto la cosmovisión del mundo andino y el
mundo occidental donde el oficialismo del español como lengua, de acuerdo con
Fuentes es quien hace posible el reconocimiento de lo que no es español y
permite establecer un constante dialogo análogo al constante movimiento de los
ríos entre las diferentes culturas que allí confluyen configurando el relato como un
río en sí mismo por el permanente movimiento físico y simbólico que allí se
desarrolla.

De forma constante Arguedas propone una serie de situaciones en las que


convergen toda una mezcla de razas y clases sociales que son caracterizadas
minuciosamente por Ernesto a lo largo de la novela. Así pues, los blancos son
caracterizados como individuos avaros y crueles con los indios, a quienes se les
atribuye una actitud sumisa y resignada ante la adversidad.

"¡Vendrán en avalancha los colonos de enfrente -reflexione a solas- o se morirán


tranquilos en sus chozas de malahoja! Ellos no tienen espanto a la muerte. La
reciben entre himnos fúnebres... pero los colonos ya ni eso saben... lloran como
criaturas; como cristianos reciben órdenes de los mayordomos, que representan a
Dios, que es el patrón, hijo de Dios, inalcanzable como El. Si un patrón de estos
dijera: Alimenta a mi perro con tu lengua, el colono abriría la boca y le ofrecería la
lengua al perro” (p.206).

Sin embargo, aunque el panorama se precisa pesimista, Ernesto encuentra


optimismo en los mestizos a quien se le atribuye un rol de acción, ya que son
personajes que tienen deseos y luchan por conseguirlos, así mismo tienen una
mentalidad colectivista ya que piensan en los grupos oprimidos, tienen una idea de
lo justo y de lo injusto aun por encima de las jerarquías sociales y religiosas.

“cuando desembocamos a la plaza, una gran multitud de mujeres vociferaba…


gritaban todas en quechua -¡sal, sal! ¡Los ladrones, los pillos de la Recaudadora!...
La violencia de las mujeres me exaltaba. Sentía deseos de pelear, de avanzar
contra alguien… ¡solo hasta hoy robaron la sal!...-Griten ¡avanzo!- nos decían las
mujeres. Gritábamos a todo pulmón” (p.88).

Se puede entonces visualizar que tanto blancos como indios a pesar de


pertenecer a extremos diferentes tienen una ideología similar en cuanto a la
aceptación de las desigualdades sociales y su marcada religiosidad. Por su parte,
el mestizaje presenta una ideología de cambio social que recoge las bondades de
dos razas.

Así mismo, José Martí expresa en su ensayo Nuestra América un cambio social
que solo puede ser posible gracias al mestizaje “nuestra América mestiza…de
pierna desnuda y casaca de París, pueblos nutridos de savia gobernante en la
práctica continua de la razón y de la libertad”. Martí busca romper el esquema
clásico de la América impuesta por países extranjeros. Martí (1981) afirma:

“América padece de la fatiga de acomodación entre los elementos discordantes y


hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas
importadas que han venido retardando, por su falta de realidad local el gobierno
lógico… Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la
alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en
hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la
vincha y la toga" (p.35).

La concepción americana de Martí apunta pues a comprender y a equilibrar los


diversos componentes de nuestra realidad, los distintos grupos sociales y
culturales que coexisten entre nosotros. Se trata, en definitiva, de ser o no ser
auténticos, de optar por una América postiza o por otra real. Se propone entonces,
esta Nuestra América como el lugar del mestizo, del criollo, del indio, del negro y
del mulato americano, como la tierra que convida a la diversidad de razas.

Según Martí (1981), “El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en
forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la
oposición y el odio de las razas"(p.39). El modo de ser particular que Martí
descubre en Nuestra América tiene que determinar para ella un destino también
particular. Es preciso desechar las soluciones importadas que no concuerdan con
nosotros, para buscar el camino que corresponde a nuestro ser específico.

Otro pensador latinoamericano que ha llegado a hablar de la importancia de la


narrativa en la construcción de identidad es el colombiano William Ospina.
Puntualmente en uno de los apartados de su obra “los nuevos centros de la
esfera”; Ospina habla de que así como Europa y todos los procesos de conquista,
colonia y ahora globalización, han influido en la identidad del latinoamericano,
América, también causó toda una metamorfosis en el pensamiento del mundo
europeo y en general del mundo.

Todos los procesos de mestizaje, y también económicos, que se dieron a raíz de la


interacción entre estos –principalmente- dos continentes, causaron un cambio muy
de la episteme dominante en occidente; no por nada se dice que uno de los
hechos que marcó el final de una época –como la edad media- y dio paso a la
modernidad fue el descubrimiento de América. Cabios de paradigmas científicos,
que consigo trajeron también cambios culturales; como la relación que hay entre la
redondez de la tierra y el desplazamiento de Dios como fundamente de la
existencia y que dio paso al racionalismo ilustrado.

También sabemos que el contacto con las culturas americanas, a pesar de la


barbarie con que fueron destruidas, […] inspiró las reflexiones de Montaigne, uno
de los pilares de la modernidad; estimuló la elaboración de la Utopía de Tomás
Moro […] alimentó finalmente en Rousseau la leyenda del buen salvaje y el culto
de la naturaleza que inspiraría los sueños y los paisajes del romanticismo […] (p.
101-102)

Haciendo una relación entre lo que dice W.Ospina y J. M. Arguedas en su novela,


se puede ver

Los ríos profundos narra la vida de un joven, que por las circunstancias de su
nacimiento y de su vida, se ve inmerso, y es partícipe de –como diría Canclini- una
hibridación cultural, que aunque una, quiera opacar a la otra, ya hemos visto que
ambas influenciaron a la otra. Lo enriquecedor de este relato, es que muestra lo
que dicen los autores anteriormente nombrados, pero no desde un punto de vista
historicista, ni antropológico o sociológico, sino desde la cotidianidad. O sea, se
aleja un poco de la historia fría y en muchos casos estadística, que cuenta en
números muertos la influencia en distintos aspectos; y da una cara concreta,
representa, da nombres, crea personalidades; lo cual hace que sea una
experiencia más sensitiva y que a pesar del tiempo, cobre valor aún hoy.

Para finalizar me parece sumamente importante resaltar las palabras de que cita
W. Ospina sobre García Márquez en respuesta a la pregunta cobre ¿cómo
defender la cultura latinoamericana de la cultura globalizadora del momento? A lo
que Márquez le contesta que los que han estado invadiendo culturalmente al
mundo somos los latinos. Y es que es que es absurdo querer ocultar los aportes
que culturalmente hoy en día tiene Latinoamérica en el mundo; su música, ritmos,
literatura, economía, gastronomía, etc.

Y algo curioso es que esa influencia se dio muy fuertemente con la migración. Los
latinos, huyendo de su tierra por distintos motivos, llevaron consigo su cultura;
cómo dice W. Ospina “migraron consigo sus nostalgias”. Ahora Estados Unidos y
Europa resultaron llenos de mexicanos, colombianos, cubanos, uruguayos,
argentinos, que quiéranlo o no, han modificado su cultura.

Referencias bibliográficas

- FUENTES, C. (2011) La gran novela latinoamericana. Edición digital: ultraregistro


ePub base r.1.0

- Martí, J. (1985). Nuestra América. Venezuela: Fundación Biblioteca Ayacucho.

- Ospina, W (2001) Los nuevos centros de la esfera. Editor digital: mandius


ePub base r1.2

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