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“Dadme una palanca y moveré el mundo”

El universo en su conjunto está constituido integralmente por infinidad de partes,


cumpliendo cada una de ellas un papel específico dentro del todo; al igual que
ello, todo lo que existe hace parte del universo y como tal también está constituido
integralmente por un número de partes, aunque no de una manera tan compleja
como éste. La anterior afirmación nos conduce a considerar que los problemas del
mundo no deben analizarse de manera fragmentada sino integral para descubrir la
verdadera esencia de los mismos y plantear las soluciones debidas.

Se necesita un cambio de mentalidad que nos haga abandonar preceptos errados


y arraigados en nuestra mente, que nos libere de dichas ataduras produciendo un
cambio personal en el pensamiento, el cual al plasmarse en el trabajo en equipo
se integre de tal manera que contribuya de manera significativa en el rendimiento
general del mismo. Esto se logra desarrollando el dominio personal, con lo cual se
da un amplio despliegue a la habilidad, que hacen del individuo un ser más
visionario de la realidad y que le permiten la renovación de los modelos mentales,
premisa sumamente importante para el avance de resultados satisfactorios de los
trabajos en equipo, debido a que la renovación de los modelos mentales significan
un cambio en la consideración de la realidad que circunda a los individuos,
significa detectar los factores que realmente afectan el comportamiento de un
fenómeno, significa aceptar que las realidades evolucionan, y como tal, también
deben evolucionar las ideas y los mecanismos a implementar por el hombre para
contrarrestar dichos cambios.

El objetivo trascendental de toda empresa moderna que quiera mantenerse a la


vanguardia de la competencia en un mundo tan exigente y de lucha intensa de
mercados como lo es el momento histórico en que nos encontramos inmersos en
la actualidad, es sin duda alguna el máximo aprovechamiento de las capacidades
individuales de cada parte integrante de los equipos de trabajo, pero no
considerados como partes individuales sino como un todo, como grupo integral.
Esto conduce necesariamente a la construcción de una visión compartida, donde
los objetivos dejan de ser personales para convertirse en objetivos compartidos.
La grandeza o lo positivo de la construcción de una visión compartida, radica en
que en el desarrollo de ésta los individuos que trabajan en equipo aprenden
permanentemente el uno del otro, porque se abandona el egoísmo particular y se
arraigan las metas compartidas donde cada uno entiende que debe dar lo mejor
de sí y aprender del compañero de equipo para avanzar en sus ideas y
evolucionar sus modelos mentales en pro del bien de la empresa, lo cual en
definitiva significa contribuir en su propio bienestar.

El aprendizaje en equipo se constituye hoy por hoy en uno de los objetivos


prioritarios de las empresas modernas, que han aprendido que el camino correcto
no está en el fraccionamiento de las potencialidades individuales de los
empleados sino en el aprovechamiento conjunto de todo un grupo compacto con
una visión compartida, y que han brindado la importancia que se merece, dentro
del trabajo de equipo, a la disciplina del diálogo, el cual ha contribuido para el
ingreso a un auténtico “pensamiento conjunto”1

En conclusión, todas las anteriores disciplinas analizadas como parte de la


tendencia empresarial moderna, deben necesariamente ser fusionadas para que
se conviertan en un cuerpo coherente de teoría y práctica que se denomina
pensamiento sistémico, el cual se enfatiza en sacar a relucir que el todo, o sea el
trabajo en equipo, supera la suma de las partes.2

1
SENGE, Peter. “La Quinta Disciplina”. (Texto leído). p. 6.
2
Op. Cit. p.7.

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