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Gilberto Lozano: Mandantes y mandatarios

● Opinión Invitada
13 Ene. 13

Mi estancia en Canadá, con motivo de estudios en ciencias sociales, ha sido un "choque y


vergüenza", cuando explico a mis compañeros que soy regiomontano.

Las noticias de criminalidad rebasan cualquier película de mafias, la difusión de un


Gobierno corrupto, del endeudamiento de "borrachera", hace que me golpeen la cara con
preguntas:

¿Qué no hay universidades en tu provincia? ¿Existen empresarios o son dictadura? ¿Qué


hacen los medios de comunicación? ¿Por qué la gente no se defiende de esos gobernantes?
¿Hay liderazgos? ¿Cómo hacen para mantener aletargados a los ciudadanos?

Es lógico. Es un país en donde por haber firmado un gasto de representación de 125 dólares
no justificado los ciudadanos tiraron al Alcalde de Montreal; donde el Alcalde de Laval (en
Quebec) perdió su carrera y fue retirado a causa de un contrato directo de obra pública; y
donde una señora de 90 años lleva siete periodos como Alcaldesa, sin deuda, sin incremento
de impuestos y paseándose por las calles en bicicleta.

Regresé a mi ciudad por fin de año y me encontré con un malestar generalizado: el


Congreso local, "representante de la ciudadanía", abofetea al pueblo de Nuevo León
incrementando impuestos, un predial hasta del 40 por ciento y el salario mínimo que sube
apenas 3.9 por ciento.

Cómplices del Ejecutivo estatal, los legisladores locales autorizan una reestructuración de
deuda que no terminarán de pagar nuestros bisnietos, avalan mantener la tenencia vehicular
e incrementar el 50 por ciento el Impuesto Sobre Nómina.

En el grupo ciudadano La Evolución Mexicana, cuya meta es promover en el ciudadano el


papel de mandante que otorga el Artículo 39 de la Constitución, hicimos una encuesta
telefónica con una muestra estadística confiable.

Las conclusiones son contundentes: el 94 por ciento de los ciudadanos (excluidos


empleados públicos) no se sienten representados por el Congreso de Nuevo León.

De esa forma, este miércoles 9 de enero pasado "clausuramos el Congreso" y despedimos a


sus integrantes por traicionar el juramento que recién hicieron.
Luego de esta serie de sucesos, cabe detenerse un poco y preguntarnos: ¿qué está pasando?
Aquí van unas cuantas ideas.

1. Los mandatarios (servidores públicos, desde el Presidente de la República,


Gobernadores, Alcaldes, Jueces, legisladores), a quienes pagamos un sueldo para servirnos,
han creado un sistema vicioso. Se han puesto por encima de la ciudadanía que es realmente
el mandante. Por apatía, cobardía o comodidad hemos dejado manos libres a estos
empleados.

2. La República considera al Poder Legislativo un contrapeso del Ejecutivo. Hoy en Nuevo


León tenemos una monarquía en la que, ya sea porque deben el puesto al gobernante o al
partido, o por favores entre partidos mismos, los legisladores conforman un teatro guiñol de
levantadedos unos y abstencionistas otros. ¡Sería mejor enviarles el sueldo a su casa a los
Diputados, así causarían menos daños!

3. Organizaciones ciudadanas son cooptadas o compradas. Sobran los casos de supuestos


líderes que terminan como mandaderos de políticos o aceptando chamba, sacrificando con
ello la construcción de ciudadanía.

4. Los mandatarios evitan decir mandante-mandatario, prefieren posicionar gobernante-


gobernados, son astutos al manipular a ciudadanos haciéndoles creer que en lugar de exigir,
deben hacer algo. Imagine que usted tiene un empleado y le paga por hacer su trabajo, pero
éste, más astuto, le responde que es usted quien debe hacer el trabajo ¡para el cual usted lo
contrató!

Sin duda, al "clausurar" el Congreso de Nuevo León no esperamos que quienes son
producto de un sistema nos vayan a escuchar.

En su soberbia seguramente se justifican pensando que endeudar más al Estado, y aumentar


impuestos, es "por un bien superior".

México es un país inmensamente rico -en recursos naturales, diversidad de clima,


geografía, orografía, posición estratégica-, pero la corrupción y la impunidad han minado
su potencial de dar bienestar y riqueza a los mexicanos.

Adaptarnos a un sistema enfermo es aceptarnos enfermos. Si todos seguimos haciendo lo


mismo no hay por qué esperar obtener cosas diferentes.

Va a tomar tiempo, el camino de mil millas empieza con un primer paso. Sin embargo, la
transformación es de fondo, sin ilusionarnos con alternancias que ocurren en el mismo
chiquero de siempre.
Nuestra aspiración de triunfo es construir ciudadanía, despertar a los ciudadanos, promover
que, en forma pacífica y organizada, asuman el papel de jefes. Y cada vez se suman más
leones a este poder ciudadano.

El autor es fundador del Movimiento Evolución Mexicana y maestro invitado de Estudios


de Latinoamérica en Quebec.

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