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PROYECTO DESARROLLO PRODUCTIVO, ECONÓMICO Y SOCIAL DE MUJERES CAFETALERAS

Pablo Raul Aco Cavenago

Villa Rica, Febrero 2012


CONTENIDO

I. INTRODUCCIÓN

II. UBICACIÓN

III. PRIMERA ETAPA: PUEBLOS INDÍGENAS

3.1. PRIMEROS HABITANTES


3.2. LA EXTRACCIÓN DE SAL Y SU FUNCIÓN SOCIAL
3.3. LA SAL Y SU FUNCIÓN ECONÓMICA
3.4. VALOR RELIGIOSO ALREDEDOR DEL CERRO LA SAL

IV. SEGUNDA ETAPA: LAS MISIONES FRANCISCANAS

4.1. INGRESO ESPAÑOL A LA SELVA CENTRAL


4.2. PRIMERA CAMPAÑA MISIONAL S. XVII
4.3. SEGUNDA CAMPAÑA MISIONAL S. XVIII
4.4. REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA

V. TERCERA ETAPA: REPUBLICA Y COLONIZACIÓN DE LA SELVA CENTRAL

5.1. INGRESO REPUBLICANO Y RESISTENCIA INDÍGENA


5.2. AVANCE COLONIZADOR Y REPLIEGUE INDÍGENA
5.3. BREVE RESEÑA DE PUENTE PAUCARTAMBO
5.4. APROXIMACIÓN A NUESTROS DÍAS

VI. BIBLIOGRAFÍA
I. INTRODUCCIÓN

“Este cerro de la Sal es muy famoso por el grande concurso de los indios infieles,
que de las regiones más remotas de la montaña acuden a él por sal; porque como
dentro de la montaña hay pocas salinas les es forzoso venir a este cerro a buscarla,
los unos para su uso y consumo, y otros para comerciar con ella otras cosas que
necesitan de las otras naciones”
José AMICH1

Entre los lugares de mayor trascendencia histórica y cultural en la región de la Selva


Central podemos ubicar al Cerro la Sal como uno de los más importantes. El valor que
posee no es solo a causa de ser el más grande yacimiento de sal en toda la región, sino
porque a partir de ello se convierte en un punto no solo se extracción de productos, sino
un centro de reunión, socialización e intercambio entre diferentes poblaciones nativas de
habla Arahuac y Pano, configurando aspectos significativos en su desarrollo social,
económico y religioso. Tal hecho no fue desapercibido por los misioneros franciscanos,
que llegaron al lugar desde el siglo XVII; y posteriormente por colonos, al disputar su
ingreso a la Selva Central. Fue así que el Cerro la Sal se convirtió en escenario de
encuentros y desencuentros entre el mundo del indígena andino-amazónico y el mundo
viracocha, aquello que representa al hombre blanco occidental.

El Cerro la Sal es testigo de los muchos sucesos y transformaciones que en sus territorio
ocurrieron durante los últimos cinco siglos, donde los pueblos yáneshas y ashánincas
jugaron un papel protagónico. La historia del Cerro la Sal es su historia. Importante
también fue la labor franciscana, es a partir de los frailes que se posee una copiosa
documentación donde se describe gran cantidad de sucesos de los últimos cuatro siglos,
así como las primeras cartografías del área explorada. Actualmente, los escritos
franciscanos son la principal fuente para conocer la historia de toda la región.

Para la presente reseña ordenamos la historia del Cerro la Sal en tres etapas. La primera
etapa empieza la narración con la historia de las poblaciones originarias, aquellas que
establecieron una estrecha relación con el cerro y le impregnaron una fuerza simbólica, la
dinámica alrededor del cerro que ellos impostan será el punto inicial al
desencadenamiento de los futuros acontecimientos. La segunda, corresponde a la historia
de la labor evangelizadora emprendida por frailes franciscanos y sus esfuerzos en la
fundación de misiones en el Cerro la Sal, hasta la irrupción de la rebelión de Juan Santos
Atahualpa. La tercera etapa relata la historia de colonización a partir del s. XIX, con la
ambición republicana por ocupar la selva central, el establecimiento de las colonias, el
progresivo retiro indígena de sus territorios, hasta llegar a la situación actual.

1
AMICH, José. Historia de las Misiones del Convento de Santa Rosa de Ocopa. Iquitos: CETA, 1988 (1771),
p. 55
La reseña propuesta no tiene por intención ser un estudio minucioso de cada hecho
histórico, su propósito es servir de insumo para aproximarnos a la historia del Cerro la Sal,
exponerla y constatarla con el conocimiento local. Por ello, no se trata de una versión
final, sino de continua recomposición conforme los aportes se vallan adquiriendo.

II. UBICACIÓN

El Cerro de la Sal es una pequeña cadena montañosa cuya suave pendiente conduce al río
Quebrada de la Sal, afluente del río Paucartambo, ubicado antes de su encuentro con el río
Chanchamayo. Está a una distancia aproximada de tres kilómetros del actual centro
poblado de Puente Paucartambo, distrito de Villa Rica, provincia de Oxapampa. Lo cubre
una espesa vegetación y bajo su superficie yacen diferentes variedades de sal.
Antiguamente demarcaba zona límite entre los territorios yáneshas y ashánincas
ashenincas.

Ubicación de Cerro la Sal

III. PRIMERA ETAPA: PUEBLOS INDÍGENAS Y EXTRACCIÓN DE SAL

3.1. PRIMEROS HABITANTES

Definir con precisión la población nativa que habitaba la zona del Cerro la Sal antes de la
llegada de los españoles ha sido un tema difícil de aclarar en la historiografía de la selva
central. En un inicio se creía que el cerro se encontraba en territorio asháninca, deducción
realizada a partir de documentación temprana del siglo XVII. No obstante, las primeras
expediciones españolas no distinguían las distintas filiaciones étnicas, agrupando a todas
bajo el mismo nombre genérico de andes o campa (asháninca), recién a inicios del siglo
XVIII se diferencia a yáneshas de ashánincas. Gracias a una nomina de 1716 de Fray
Fernando de San Joseph, se demuestra que el Cerro de la Sal se encontraba en territorio
yánesha, mas no significa que eran los únicos que ocupaban el lugar. Gente de otros
pueblos de la región, de las familias lingüísticas Arahuac y Pano acudían periódicamente y
se asentaban por cortos lapsos de tiempo en el lugar.
La existencia de la familia Arahuac en la selva central se remonta a más de tres mil años de
antigüedad. Se ha identificado que hacia el año 1200 a. c. se había desarrollado una red
comercial que tenía como eje central al Cerro la Sal. La extracción de sal generaba un
intercambio socioeconómico y cultural entre las diversas etnias amazónicas, articulaba y
cohesionaba a pueblos distantes entre sí.

No se posee información que confirme la presencia inca en el lugar. Si bien se sabe que
bajo el reinado de los incas Pachacutec y Tupac Yupanqui se lograron conquistas hasta la
zona de Tarma, no se ha reportado hasta la fecha la existencia de ruinas incaicas que estén
ubicadas más al oriente. Si se puede afirmar, a partir de crónicas, tradiciones orales
nativas y patrones culturales similares; el contacto comercial entre pueblos amazónicos
del piedemonte y el imperio incaico.

3.2. LA EXTRACCIÓN DE SAL Y SU FUNCIÓN SOCIAL

“Todos los ashaninkas venían de Bermudez, del Gran Pajonal, del Tambo,
del Perene, pasaban por allí hacia el Cerro de la Sal, que nosotros
consideramos como patrimonio desde hace mucho tiempo. El Cerro de la
Sal es de donde sacamos sal para todos los ashaninkas que viven hacia
adentro. Pasaban por allí, por mi comunidad. Ahí dormían. Todo era un
camino céntrico, antiguo, de miles de años. Por allí pasaban ellos”
Miqueas Michari Motaf2.

La confluencia de gente en el cerro para la extracción y comercialización de sal generaban


una serie de dinámicas sociales, tanto dentro de la unidad familiar/comunal como en su
relación con otras familias/comunidades. Permitía estrechar vínculos entre etnias distintas
y propiciaba la cohesión cultural de la región.

Las familias se organizaban para la extracción de sal fortaleciendo los lazos internos, todos
sus miembros participaban. Jóvenes y mujeres cargaban los bloques más pequeños
mientras los hombres cargaban hasta dos de los bloques grandes. La extracción de sal
otorgaba prestigio e influencia a social a quienes lo realizaban. Para la elección de los jefes
se tomaba en consideración las habilidades para satisfacer necesidades de la comunidad,
la experiencia en expediciones por sal podían ser decisivas.

Las expediciones por sal tejían redes sociales, en el recorrido de las rutas se relacionaban
miembros de parcialidades distantes entre sí. Dependiendo del lugar de procedencia, las
expediciones podían demorar de entre un par de días hasta un mes de duración. El viaje
requería de víveres para el consumo durante el recorrido y, de ser larga la distancia,
puntos de alojamiento. Por ello en todas las rutas era importante contar con vínculos

2
VEBER, Hanne. Historias Para Nuestro Futuro. Yotansti Atsí Otsipanki. Grupo Internacional de Trabajo Sobre Asuntos Indígenas
IWGIA, 2009, p. 130. Testimonio de Miqueas Mishari Motaf, dirigente asháninca.
sociales, como familia extensa o ayumparis3, que facilitaran la satisfacción de necesidades
durante la expedición. El movimiento de gente en las expediciones propiciaba también la
comunicación entre diferentes puntos a lo largo de las rutas.

Las expediciones, cuando llegaban al Cerro de la Sal, solían acampar durante varios días. La
confluencia de gente lo convertía en punto de encuentro clave, se desarrollaban reuniones
importantes para tratar temas de interés colectivo, tal es el caso de la entrevista entre
lideres yáneshas y ashánincas con Juan Santos Atahualpa, de la que se hablara más
adelante. El testimonio de Agusto Capurro, ex dirigente asháninca, nos da algunas luces
sobre la continuidad de estas reuniones: “Tres puntos muy importantes que nos unían a
todos fueron la toma de masato en las lunas llenas, la pesca y lo último fue la recolección
de la sal de la mina. Así se practicaban las asambleas generales, que hoy en la actualidad
la mayor parte se practica bajo las costumbres occidentales”4.

3.3. LA SAL Y SU FUNCIÓN ECONÓMICA

“La sal de esos cerros que forman uno de los últimos contrafuertes
cordilleranos que penetran en la selva casi como una ofrenda andina a los
habitantes del bosque, ha sido siempre un importantísimo elemento de
cambio para los campa asháninca e inclusive para los otros grupos de la
montaña central”
Stefano VARESE5

Cerro la Sal fue centro de intercambio de bienes, así como foco principal de una red de
rutas de trueque. La sal era un producto sumamente preciado entre las naciones indígenas
debido al valor de su uso y la dificultad, respecto a distancias, para obtenerlo. Además de
ser usada la sal como condimento para la preparación de comidas, su importancia se debía
a la utilidad que se le daba como conservante de alimentos. La sal permitía acumular
reservas de alimentos para viajes o épocas donde no se podía depender de la caza.

El valor de uso de la sal y su fácil transporte hicieron que fuera usada como bien de
intercambio. Cumplía funciones similares al dinero, era una suerte de moneda de cambio
generalizada para transacciones comerciales. Las expediciones que iban al cerro extraían
un volumen de sal para el autoabastecimiento de sus comunidades por uno o dos años,
más un pequeño excedente destinado a ser intercambiado por otros productos locales y
regionales.

3
Ayumpari es la denominación asháninca para referirse al hombre con el que se está en una relación de comercio, posee atribuciones
sagradas.
4
VEBER, Hanne. Historias Para Nuestro Futuro. Yotansti Atsí Otsipanki. Grupo Internacional de Trabajo
Sobre Asuntos Indígenas IWGIA, 2009, p. 192. Testimonio de Agusto Capurro Mayor, dirigente asháninca.
5
VARESE, Estefano. La Sal de los Cerros. Resistencia y Utopía en la Amazonia Peruana. Lima: Cuarta
Edicion: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2006, p. 49
El acceso a la sal se daba comúnmente bajo dos modalidades: o bien se le podía extraer
directamente, cortando y empaquetando bloques de sal bruta en hojas de plátano; o de
forma indirecta a través de los salinistas, nombre que dieron los franciscanos a los
pobladores locales del cerro que se dedicaban a la extracción y comercialización de sal. Los
salinistas actuaban como intermediarios en amplias redes comerciales del piedemonte
andino y de los llanos amazónicos, suministrando sal a aquellos lugares donde su
extracción representa demasiado esfuerzo, como era el caso con el pueblo Piro, ubicados
en las mediaciones del río Ucayali.

Como bien de intercambio, la sal era bien retribuida con productos como el chamairo,
textiles, madejas de algodón hilado, estuche de achote, cañas de resina vegetal, carne
ahumada, pescado salado e incluso conchas de perla. En los últimos años la sal en su rol de
intercambio se fue sustituyendo por bienes occidentales como la escopeta, cartuchos,
cuchillos y otros similares.

3.4. VALOR RELIGIOSO ALREDEDOR DEL CERRO LA SAL

“El promontorio era concebido por los naturales como un espacio sagrado.
Un mito local atribuía al dios Pachakamáite, el hijo del sol, la posesión de
todos los bienes (…) El cerro participaba de la sacralidad de su dueño,
convirtiéndose en un templo natural levantado por la propia divinidad y,
por lo tanto, en una epifanía”
Arturo DE LA TORRE LÓPEZ6

Para las poblaciones nativas, el Cerro la Sal no era únicamente fuente del preciado
mineral, sino también constituía un lugar sagrado en sus cosmovisiones. La sal era un don
de los dioses para ser utilizada por todos, se le debía agradecimiento y respeto. La
importancia ritual del Cerro la Sal hacía de él un elemento unificador en la cultura de la
gente yánesha y asháninca (y probablemente también para otras poblaciones de la selva
central). Es así que en las tradiciones orales de estos pueblos encontramos mitos donde se
narran el origen de la sal del cerro.

Los yánesha se sienten vinculados a sus divinidades a través de lazos de consanguinidad,


es así que nombran Yato´ Queñtot a la divinidad de la sal, que en español se puede
traducir como “nuestro abuelo Queñtot”. Según el mito yánesha, en épocas míticas
Queñtot fue enviado por Yompor Ror –“nuestro padre el sol”- para que puedan hacer la
comida más sabrosa, la orden fue que el lugar donde fuese reconocido Queñtot sería el
lugar donde aparecería la sal. Como las abejas cubrían el cuerpo de Queñtot, no fue bien
recibido en ningún lugar hasta que cerca del rio Paucartambo un cornesha lo reconoció y
allí apareció la sal.

6
DE LA TORRE LÓPEZ, Arturo. Juan Santos Atahualpa. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 2004, p. 38
El mito asháninca cuenta que la diosa civilizadora Pareni realizo un viaje desde la periferia
del territorio arahuac hacia su centro, al área que correspondería al Cerro la Sal, donde se
convirtió en la veta de sal roja del cerro, mientras que su hija se convirtió en una veta de
sal blanca de uno de los cerros vecinos más pequeños.

IV. SEGUNDA ETAPA: LAS MISIONES FRANCISCANAS

4.1. INGRESO ESPAÑOL A LA SELVA CENTRAL

El interés de los españoles por ingresar y explorar la selva responde a dos motivaciones
diferentes. Una de ellas era para la búsqueda de riquezas, la creencia de tierras míticas
como el dorado despertó la codicia de muchos soldados españoles con sed de aventura,
todas las expediciones en búsqueda de oro tuvieran resultados decepcionantes. La otra
motivación responde a una causa más mística, el ansia evangelizadora de adoctrinar a los
pueblos infieles de las indias, siendo motor principal para las incursiones misionales
franciscanas y jesuitas.

Las misiones eran organizaciones de la Iglesia Católica que tenían como tarea adoctrinar a
los indígenas dispersos por todo el virreinato. Las órdenes religiosas que ingresaron a la
selva fueron la Compañía de Jesús y la Orden de Frailes Menores Franciscanos. Para
desempeñar con la mayor amplitud posible su labor evangelizadora, la selva amazónica se
dividió en dos zonas de influencia: Los jesuitas por la región nororiental, abarcando los
afluentes del río Marañon, Amazonas, Napo, Ucayali y parte del Huallaga; y los
franciscanos en la región de selva central, logrando alcanzar presencia en los valles del
Huancabamba, Chorobamba, Paucartambo, Chanchamayo, Perené, hasta el Ucayali, y en
las provincias de Urubamba y Madre de Dios.

El primer contacto entre nativos y españoles en la selva central se dio a finales del siglo
XVI, en el año 1595, con la incursión del misionero jesuita Joan Font. La entrada misional
continuaría con los padres franciscanos a partir de 1635.

4.2. PRIMERA CAMPAÑA MISIONAL S. XVII

La primera entrada misional de la que se tiene conocimiento corresponde a la del


franciscano fray Jerónimo Jiménez en la región del río Perene en 1635. Buscando ruta para
ponerse con contacto con los indígenas amazónicos, Fray Jerónimo desde Huánuco
atravesó las montañas eje de Huancabamba y Chorobamba, avanzó hacia el sur por el valle
de Oxapampa, y, pasando el cauce del río Paucartambo, llega hasta el Cerro de la Sal.
Al observar la concurrencia indígena al lugar, fray Jerónimo advierte el valor estratégico
del enclave de sal para establecer contacto con todas las etnias de la alta amazonia.
Decide levantar en el cerro una capilla, con ello funda la misión de San Francisco de las
Salinas. El objetivo del misionero era utilizar la ubicación clave del cerro para sacar a los
nativos de sus escondites y obligarlos a formar reducciones donde evangelizarlos. La
capilla construida en el cerro era parte de un método evangelizador español, donde se
buscaba superponer el culto cristiano sobre el aborigen para facilitar la evangelización.
Contrario a lo deseado, la capilla despertó el recelo de los indígenas que veían vulnerado
un lugar sagrado. En 1637 fray Jerónimo Jiménez fue asesinado en una emboscada por el
cacique Zampati.

Tras la muerte de Fray Jerónimo Jiménez, la misión de San Francisco de las Salinas quedo
abandonada por un lapso de casi 50 años. Durante ese periodo se reporto la incursión al
cerro de españoles en busca de oro, tales fueron los casos de Don Alonso Sánchez
Bustamante, asesinado por indígenas a mitad de expedición; Don Francisco Bohorquez,
quien en 1645 se llega a asentar en el Cerro de la Sal, pero por altiveces y desordenes en
su conducta fue expulsado por orden del gobierno superior del virreinato; y don Andres
Salgado de Araujo, que en 1649 fundó un asentamiento en el cerro, al tiempo de tres años
recibe la orden de retirada del virrey Conde de Salvatierra.

Los padres franciscanos se rehusaban a perder la valiosa posición del Cerro la Sal, en 1687
se vuelve a instalar una misión, esta vez estableciendo un control burocrático sobre la
extracción de sal para así obtener el dominio de los indígenas. El malestar provocado a los
nativos con el nuevo sistema no se hizo esperar y el mismo año los padres responsables
fueron asesinados y expulsados.

Las agresiones contra misiones franciscanas no solo sucedieron en el Cerro la Sal, en 1691
los padres responsables de las misiones de Quimiri y Huancabamba, pese a que contaban
con la protección de una guardia, fueron asesinados en levantamientos indígenas. Tal
situación empujo al padre Comisario General, fray Gabriel Arregui, dar orden de retirada a
la labor misional.

4.3. SEGUNDA CAMPAÑA MISIONAL S. XVIII

”Estaba reservado al fundador del Convento de Ocopa… dar un nuevo y


grande impulso a las casi extinguidas misiones; restableciendo los pueblos
destruidos por los salvajes, descubriendo nuevos lugares y fundando otras
poblaciones hacia el interior”7
José AMICH

7
AMICH, José. Historia de las Misiones del Convento de Santa Rosa de Ocopa. Iquitos: CETA, 1988 (1771),
p. 133
Iniciado el siglo XVIII, se reinicia con mayor vitalidad la labor misional. Para ello entran en
juego dos elementos claves: la llegada de fray Francisco de San Joseph, padre formado en
el colegio de misiones de Guatemala de futuro prometedor, a quien se le otorga el titulo
como Primer Comisario de Misiones en el Reino del Perú, sus funciones serian
precisamente las de enrumbar el resurgimiento de la campaña misional; como segundo
elemtno, la fundación del convento de Santa Rosa de Ocopa, centro apostólico desde el
cual se administrarían las misiones de toda la región.

Uno de los primeros desafíos propuestos para esta nueva etapa fue la recuperación de la
misión del Cerro de la Sal. Fray Francisco de San Joseph se encargaría personalmente de
tal reto. En 1709, con el apoyo de una guardia armada, se consigue recuperar la misión del
enclave de sal, refundada con el nombre de Cristo Crucificado de Cerro la Sal. Otras
misiones que fray Francisco fundara los años siguientes en territorio yánesha son: Nuestra
Señora de Quimiri, San Antonio de Eneno, San Joaquín de Nijandaris y Purísima
Concepción de Metraro; extendiendo así el dominio franciscano sobre toda la región.

Años más adelante, entre los años 1742 y 1760, los esfuerzos de las misiones franciscanas
tendrán un drástico retroceso con el surgimiento de las rebelión de Juan Santos
Atahualpa. Los padres franciscanos continuarían su trabajo de evangelización a finales del
siglo XIX por Oxapampa en dirección a los ríos Chanchamyo y Paucartambo.

4.4. REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA

La rebelión de Juan Santos Atahualpa fue uno de los hechos más impactantes registrados
en el periodo colonial, marca un hito en la historia de la alta amazonia. Durante el
desarrollo de la rebelión, el Cerro de la Sal fue continuamente punto estratégico en el
diseño de los planes tanto de españoles como rebeldes. Si bien no fue escenario
protagónico, los alcances de la rebelión permiten comprender los sucesos siguientes que
en el cerro acontecen.

De procedencia andina y educación jesuita, Juan Santos Atahualpa enarbola un discurso


mesiánico y anticolonial que logra canalizar la creciente y violenta disconformidad de las
naciones indígenas amazónicas por la intromisión española en sus territorios y formas de
vida. Reúne a su causa a los pueblos hermanos de habla Arawak: ashánincas, yáneshas,
piros, matsiguengas, nomatsiguengas, ashenincas, amahucas y yaminahuas; y pueblos
más lejanos de habla Pano, como conibos shipibos.

Años previos a la insurrección, Juan Santos Atahualpa realizo largas campañas de


convocatoria. En la primera campaña recorrió el Apurímac y los valles del Mantaro,
Tulumayo y Chanchamayo, hasta donde se encuentra el Cerro de la Sal. Según cuenta la
tradición oral asháninca, Juan Santos Atahualpa se reúne en Cerro de la Sal con ashánincas
y yáneshas para discutir sobre su participación en el levantamiento contra los españoles,
ahí se confrontan la temeraria posición asháninca con la posición mas cauta de los
yáneshas, ambos afirman su participación. Después de aquella reunión, Juan Santos
Atahualpa continúo su viaje estableciendo otras alianzas (Macera 2009: 43).

En 1742 estalla la rebelión en el Gran Pajonal, apuntaba a recuperar el territorio ocupado


por las misiones en el alto Perene. Advertidas las autoridades virreinales, deciden primero
actuar de forma conservadora para controlar la revuelta y reconocer su real magnitud. Con
conocimiento de la extensión de la amenaza se inicia una fase de carácter más ofensivo. El
plan español consistía en enviar por vía Quimiri al corregidor Milla y por vía Sonomoro al
corregidor Troncoso, desde sus ubicaciones se desplegaría un movimiento tenaza para
atacar y capturar a Juan Santos Atahualpa, presuntamente ubicado en Cerro de la Sal. El
ejército de Troncoso fue interceptado por los rebeldes en su recorrido. Milla llego con
retraso y el número de su ejército reducido. Troncoso reemprendió su marcha informado
que los rebeldes se trasladaron a Eneno, en el trayecto fue atacado y diezmado por los
rebeldes. Juan Santos Atahualpa estableció su cuartel en Eneno y luego en Metraro, desde
ahí fue forzando a los españoles salir de la selva central.

Temiendo que la rebelión se extienda hacia los andes, las autoridades virreinales
cambiaron de una estrategia ofensiva a una defensiva, en 1756 replegaron todas sus
fuerzas de la amazonia a resguardar las entradas a la sierra, dejando así aislada la zona
andina de la selva central. La rebelión de Juan Santos Atahualpa dio termino a la presencia
española en Cerro la Sal y el resto de la región por alrededor de cien años. Si bien los
padres franciscanos aun conservarían algunas vías de comunicación con el Ucayali, no es
hasta 1847 que la población indígena vuelve a sufrir la intromisión en sus territorios.

V. TERCERA ETAPA: REPUBLICA Y COLONIZACIÓN DE LA SELVA CENTRAL

5.1. INGRESO REPUBLICANO Y RESISTENCIA INDÍGENA

A partir de 1830, tras las guerras independentistas, la actividad en las minas de Cerro de
Pasco se reinician con nuevo vigor. El crecimiento de los centros mineros necesita de
mercado de alimentos y otros productos donde abastecerse, razón que despertó el interés
de la oligarquía de la ciudad de Tarma por la búsqueda de nuevas tierras para la
producción agrícola y ganadera. Con tal motivo se persuade al presidente Ramón Castilla a
reabrir el ingreso a la selva central. En 1847 inicia la reconquista de la región con el
establecimiento del fuerte de San Ramón, donde se ubico un contingente militar para el
resguardo de las haciendas de los colonos ingresantes y la exploración selva adentro en
búsqueda de nuevas tierras y rutas de viaje a los ríos navegables.

El nuevo proceso de colonización no reparo en la presencia de asentamientos ashánincas y


yáneshas en toda el área. Ante la resistencia indígena de ser despojados de sus territorios,
se da una respuesta agresiva que genera una nueva etapa de conflicto entre indígenas y
soldados. Desde su fundación, el fuerte de San Ramón fue blanco de ataque de guerreros
ashánincas que buscaban expulsar a los invasores, la misma suerte corrían las haciendas
fundadas en el Chanchamayo. Por otro lado, las excursiones de exploración republicana
desplegaban violencia contra los indígenas que encontraban a su paso, secuestraban
jóvenes, incendiaban casas y herrerías, además de otros destrozos.

Es importante ahondar en la existencia de herrerías ashánincas y yáneshas, encontradas


durante las excursiones del siglo XIX. La relación que los misioneros franciscanos pudieron
sostener con las poblaciones nativas durante los siglos XVII y XVIII se dieron gracias al
control de recursos que resultaban de sumo interés indígena, tales como herramientas de
hierro, armas, ganado y algunos cultivos alternativos. Si bien el ganado y los nuevos
cultivos los pudieron apropiar con facilidad, el acceso a herramientas de hierro provocaba
la dependencia de los nativos respecto los religiosos españoles. Con la rebelión de Juan
Santos Atahualpa surgió la promesa de romper con aquella dependencia y apropiarse de la
producción del hierro. Expulsados los españoles, ashánincas y yáneshas se apoderan de las
antiguas herrerías y desarrollaron técnicas propias con abastecimiento de materia prima
local. Las herrerías para los yáneshas también cumplían funciones religiosas, eran lugares
asociados a la oración, como un templo. Las exploraciones de fines del siglo XIX
documentan la existencia de al menos doce herrerías indígenas, entre ellas dos ubicadas
en el Cerro de la Sal, dato que revela la continuidad de la importancia del promontorio. Al
respecto, una carta del padre franciscano Gabriel Sala nos cuenta sobre la herrería: “En la
misma cumbre del cerro la sal (…) se encuentra la fundición de hierro. Esta tiene 10 metros
de ancho y 12 de largo por otro tanto de alto. Me ha gustado muchísimo esa fundición:
además del horno recién renovado de lindísimos adobes, se encuentra una fragua, un
yunque, cuatro fuelles grandes, martillos, tenazas y otras curiosidades”8.

Las expediciones militares saquearon muchas herrerías. Los indígenas prefirieron destruir
sus propias herrerías ante el avance de soldados y colonos. Con la fundación de La
Merced, en 1869, la administración de la colonización de la selva central pasa
progresivamente de mano de militares a civiles, y con ello el cese a la violencia.

5.2. AVANCE COLONIZADOR Y REPLIEGUE INDÍGENA

Dentro del esfuerzo de las autoridades republicanas para la colonización de la selva central
se promulgaron una serie de leyes que facilitaran el ingreso de inmigrantes extranjeros.
Para hacer atractiva la región, se establecieron otras leyes que permitían el libre acceso a
la tierra, pasajes gratuitos y asistencia financiera para iniciar la producción agrícola. Se

8
ORTIZ, Dionisio. Oxapampa, Estudio de una Provincia de la Selva del Perú. San Ramón: Editorial
Imprenta San Antonio, 1967, p. 394
promulgo una ley especial para beneficio de inmigrantes europeos, pues era deseo de la
época incrementar la población blanca por ser símbolo de modernidad. La copiosa
legislación logra el ingreso de varios inmigrantes europeos, así, por ejemplo, en 1859 se
asientan en Pozuzo inmigrantes tiroleses y alemanes, quienes posteriormente se
extienden hacia Oxapampa en 1891 y Villa Rica en 1925.

Las misiones franciscanas no fueron ajenas al nuevo proceso de colonización. En 1881 los
franciscanos reinician su labor misional en la región con la fundación de la misión de
Quillazú, en el valle de Chorobamba. Considerando el valor estratégico del Cerro de la Sal,
el padre Gabriel Sala solicita tierra en el río Paucartambo, próxima a la antigua misión de la
Sal, donde funda en 1886 la misión de San Luis de Shuaro. En 1891, el mismo padre Sala,
con un propósito similar, funda la misión de San José de Sogormo cerca del río
Paucartambo. Años más adelante, el padre Sala se dedicaría a la exploración de los ríos
Puñizas, San Miguel de Eneñas, Entáz, Cacazú y Azupizú. La apertura de las misiones
influye a un acelerado avance de las colonias, forzando a la población indígena a
desplazarse valles más adentro. Con la retirada de los asentamientos yáneshas de la
cuenca del Paucartambo, las misiones de San Luis de Shuaro y Sogormo pierden
convocatoria y fracasan.

La presencia de Peruvian Corporation Company a lo largo del Perene fue otro factor
decisivo en el repliegue de las poblaciones nativas. El estado peruano se había endeudado
financiando costosos proyectos, como la construcción del ferrocarril Lima - La Oroya. En
1889, pese a la entrega de bonos, la presión ejercida por los acreedores ingleses y
norteamericanos empuja al gobierno peruano a firmar un contrato por el cual confiere a
sus prestamistas los ferrocarriles durante 66 años y además pone en concesión dos
millones de hectáreas para los inversionistas británicos, cuya ubicación debía ser definida
en un próximo acuerdo. Para administrar la concesión peruana, los inversionistas
británicos tenedores de bonos fundan la Peruvian Corporation Company. Tras un estudio
de rentabilidad, la Peruvian Corporation reclama medio millón de hectáreas
correspondientes a la cuenca del río Perene, el área comprendía 20 kilómetros de ancho a
ambos lados del río. En 1891 establecen su central en Pampa Whaley e impulsan la
producción agrícola, principalmente de café, a través de una serie de haciendas.

Dentro de la concesión otorgada a la Peruvian Corporation se encontraba el Cerro de la


Sal. Los colonos administradores de las haciendas del Perene esperaban contar con los
indígenas como mano de obra para sus plantaciones, para ello buscaron forzarlos
ejerciendo control sobre el acceso a la sal del cerro en el año de 1897. Por aquel entonces
la extracción de sal se daba con regularidad entre yáneshas y ashánincas, los colonos ya
habían advertido su importancia. El control colono sobre la sal provoco el levantamiento
de los nativos, quienes arremetieron contra las chacras de los colonos del Perene. Pasado
el incidente, un agente del gobierno visito el Cerro de la Sal para realizar un
reconocimiento del lugar, después de ello se declaro la sal como propiedad del Estado.
Stefano Varese comenta al respecto: “Con esta intervención estatal los campas tiene que
capitular. Poco a poco los blancos ocupan siempre más firmemente la zona del cerro de la
sal, instalan allí chacras, abren caminos invadiendo el territorio indio, empujando a sus
pobladores al interior”9. Yáneshas y ashánincas, desposeídos de sus territorios y recursos,
tuvieron que adaptarse al nuevo escenario empezando a entablar intercambios
comerciales y relaciones de trabajo con los colonos.

5.3. BREVE RESEÑA DE PUENTE PAUCARTAMBO

El proceso de colonización se expandió por todos los valles del piedemonte andino
amazónico. La región adquirido un carácter cosmopolita, poseía colonias de italianos,
alemanes, ingleses, yugoslavos, chinos, japoneses, entre otros. Una de las colonias se
estableció cercana al área del Cerro de la Sal, fijando una nueva etapa en su historia con
nuevos actores y dinámicas, pero sin perderse la importancia del mineral. Se trata de la
colonia japonesa en Puente Paucartambo, acá un esbozo de su historia.

Pese a ser una estipulación dentro del contrato de concesión la colonización de “raza
blanca” en las hectáreas otorgadas, la Peruvian Corporation Company no logro ocupar
todas su tierras. La poca capacidad de gestión sobre toda el área motivó a vender tierras
del extremo norte de la concesión a partir de 1920, no distinguiendo raza del comprador.
Años más adelante, ante la cantidad de tierras disponibles, se iniciaron incursiones
invasoras a las que la Peruvian Corporation tuvo que ceder. En 1965, mediante Resolución
Suprema, el gobierno de Belaunde pone fin a la concesión de la Peruvian Corporation.

Ya desde 1893 se tiene noticias del interés de agricultores japoneses por ingresar a la
región de la selva central. Ikutaro Aoyagi es el encargado de iniciar las negociaciones. Pese
a las negativas iniciales, en 1912 se logra fundar una primera colonia japonesa en el Entaz.
En 1931, con conocimiento de la venta de tierras por parte de la Peruvian Corporation,
otro grupo de colonos japoneses compra mil hectáreas y se instala en Punizas. Las colonias
de Entaz y Punizas constituyen la Sociedad Cooperativa Colonizadora Peru Takushoku
Kumiai. En 1935, la cooperativa facilita la formación de una nueva colonia japonesa en
Puente Paucartambo.

La nueva colonia japonesa se funda con las familias Takahashi, Matsumoto, Yoshimoto,
Okawa, Morisaki, Tsukazan, Yino, Doy y Kuriyama. En la distribución de tierras, al señor
Carlos Yino le correspondió la parte ubicada al margen derecho del río Quebrada de la Sal,
frente al Cerro de la Sal; el cerro no fue posesionado por ningún colono japonés. Las
haciendas japonesas se dedicaron a la producción de café y frutos cítricos, la necesidad de
mano de obra propició el arribo de migrantes andinos procedentes de diferentes lugares.

9
VARESE, Estefano. La Sal de los Cerros. Resistencia y Utopía en la Amazonia Peruana. Lima: Cuarta
Edicion: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2006, p. 155
Para la década del 40 se tiene información de la ocupación de los primeros colonos en el
Cerro la Sal. Vecinos del lugar coinciden en señalar a los señores Alejando Galarza, Walter
Cárdenas y Francisco Paredes como los primeros. No se tiene conocimiento exacto si su
asentamiento fue mediante la compra de tierras a un propietario más antiguo, o mediante
la invasión y denuncia de tierras al estado. Las familias japonesas, con motivo de dar
educación superior a sus mayores hijos, empiezan un proceso de migración hacia distintos
puntos del país a partir de la década del 50. Las tierras de las antiguas haciendas eran
vendidas a los peones, colonos andinos. Este no fue el caso del señor Carlos Yino, cuya
propiedad paso a manos de Alejando Tsukazan, esposo de su hija Victoria, donde vivió
hasta su muerte a finales de la década del 80.

Puente Paucartambo fue un importante foco productor de frutas. Junto con San Ramón y
la Merced, sería uno de los principales abastecedores del mercado de frutas de Lima,
logrando niveles más altos de producción y venta con la apertura de la carretera de Lima a
la Merced y Puente Paucartambo, entre los años 1948 y 1956. Otro sustento económico
importante para Puente Paucartambo fue el aserradero Balarín, que funciono desde 1962
hasta la aparición de los grupos terroristas en la década del 80.

Los grupos terroristas de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru


(MRTA) se situaron en la región de la selva central como ubicación estratégica de refugio y
abastecimiento. Puente Paucartambo, al ser punto de entrada a las ciudades de Villa Rica y
Oxapampa, fue escenario de numerosas incursiones y ataques. Tal situación provoco la
migración de muchas familias, vendiendo a bajo costo sus propiedades o abandonándolas.
Superado el periodo de violencia, se dieron nuevas migraciones andinas que continúan
hasta el día de hoy.

5.4. APROXIMACIÓN A NUESTROS DÍAS

Como se menciona líneas atrás, desde la década del 40 el Cerro la Sal empieza a ser
ocupado por colonos andinos, muchos de ellos antiguos peones de las haciendas de los
japoneses. En un inicio tres eran los asentados en el cerro: Aleandro Galarza, Walter
Cárdenas y Francisco Paredes. Galarza y Cárdenas vendieron sus propiedades
progresivamente entre las décadas del 60 y 90, el primero se mudo a Pucallpa y el segundo
a Cacazu. Paredes todavía permanece en el cerro, aunque con parte de su terreno original
vendido. Actualmente el cerro está habitado por cerca de una decena de familias:
Francisco Paredes, Leónidas Galindo, Alejandro Aipo, Esther Chique, Dominga Chique, Juan
Malpartida, la señora María y el señor Willy. Probablemente haya una cantidad parecida al
otro extremo de la pequeña cadena montañosa que comprende el Cerro la sal. Además,
alrededor de 40 familias poseen pequeñas parcelas de cultivo a lo largo del cerro.

Durante varios años, los colonos de Puente Paucartambo y el resto de centros poblados
cercanos extraían sal del cerro para el autoconsumo y para el ganado de vacas. A
diferencia de los indígenas que usaban picos, los colonos usaban dinamita para extraer
grandes cantidades de sal. En el presente se encuentran pocas vetas de sal al descubierto,
un par de ellas cercanas a la ribera de la Quebrada la Sal, entre Puente Paucartambo y
Pampa Encantada. Las vetas de sal más próximas se encontraban en la propiedad de
Francisco Paredes, quien aprovechaba para comercializarla desconociendo de las
formalidades legales para su extracción. El proceso formal es mediante la denuncia al
Ministerio de Energía y Minas para recibir una autorización de minería artesanal.
Actualmente la denuncia de sal la posee Luis Huamán, esposo de Esther Chique.

Desde hacer alrededor de diez años los pobladores locales ya no recogen sal por dos
razones. La primera, porque en su composición carece de yodo, lo que provoca bocio a
quien la consume. La segunda, porque las vetas de sal están muy cerca a la carretera de
entrada al cerro, al ser extraída la sal por dinamita, su recolección provocaría serios daños
a la carretera. Si bien algunos pobladores indican que la sal del cerro posee un sabor
particular y agradable, está ha sido sustituida totalmente por la sal comercial.

Las expediciones indígenas para la extracción de sal continuaron en el siglo XX, mas es
difícil precisar una fecha de cuando culminaron. Fuentes escritas (Granero 2004; Varese
2006; Veber 2009) señalan las décadas del 50 y 60 como el fin de las expediciones
ashánincas y yáneshas al Cerro de la Sal. Sin embargo, pobladores locales de Puente
Paucartambo sostienen haber visto expediciones ashánincas periódicas durante la
estación seca hasta iniciada la década del 80; cuentan que llegaban en grupos de hasta 50
personas, andaban ordenados en una sola fila y acampaban a lo largo de la Quebrada la
Sal. También, contrario a lo que sostiene los autores mencionados, los lugareños no
recuerdan ningún tipo de hostilidad por parte de los “nuevos propietarios de la sal” hacia
los indígenas. Más allá de precisar fechas, yáneshas y ashánincas abandonaron la
extracción de sal del cerro, tanto por la ocupación de colonos en el territorio, como por el
progresivo cambio de sus costumbres y hábitos, teniendo acercamiento directo con
centros poblados y mercados donde acceden a la sal comercial.

La historia del Cerro la Sal hoy continua, bajo nuevos contextos y con nuevos actores. Pese
a que fue perdiendo importancia económica, social y religiosa para las poblaciones nativas,
su historia y cultura han quedado impregnadas en él. La historia del cerro no es solo la
suma de acontecimientos dispersos, sino el relato de una épica gesta de resistencia que
atravesaron yáneshas y ashánincas; es una muestra que nos dibuja buena parte de la
historia de la región de la selva central. Importante es no dejar que su historia pase al
olvido, sino mantenerla viva en la memoria colectiva de quienes sus antepasados fueron
participes, compartirla con sus habitantes presentes y no dejar de difundirla.
VI. BIBLIOGRAFÍA

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Ocopa. Iquitos: CETA.
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Pontificia Universidad Católica del Perú.
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la Selva Central del Perú. En: GARCÍA, Pilar & SALA, Núria - La Nacionalización de la
Amazonía. Barcelona: Publicaciones Universidad de Barcelona.
 MACERA, Pablo & Casanto, Enrique. 2009 - El Poder Libre Asháninca. Juan Santos
Atahualpa y su Hijo Josecito. Lima: Fondo Editorial de la Universidad San Martín de
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 SANTOS, Fernando & BARCLAY, Frederica. 2004 - Guía Etnográfica de la Alta
Amazonia. Volumen IV. Lima: Instituto Francés de Estudios Peruanos.
 VARESE, Estefano. 2006 - La Sal de los Cerros. Resistencia y Utopía en la Amazonia
Peruana. Lima: Cuarta Edicion: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
 VEBER, Hanne. 2009 - Historias Para Nuestro Futuro. Yotansti Atsí Otsipanki.
Narraciones Autobiográficas de Lideres Asháninka y Ashéninca de la Selva Central del
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