Sei sulla pagina 1di 1

El mandato a la diversión (de Kant a Zizek).

Tradicionalmente se ha creído que siempre hay obstáculos sociales, prohibiciones paternas


(acaso internalizadas) que impiden el gozo, el disfrute libre. Uno sólo se siente libre cuando
rompe esas prohibiciones, cuando transgrede las normas. Por supuesto, esto a veces es visto
como una patología, y te hacen sentir culpa.
En 6º año quizás el problema no es cómo liberarse de esas prohibiciones, sino cómo
liberarse del mandato al goce, cómo dejar de disfrutar del modo en que se espera en que lo
haga.
El deber quizás no es tanto el deber hacer las tareas, o una obligación que implique un
esfuerzo por algo que tradicionalmente no era querido, sino que hoy la ideología dominante
aboga por un mandato a la diversión.
Y más aún cuando estamos transitando 6º año y, desde el mundo adulto, se aflojan las
responsabilidades por cumplir con la educación, la formación, el estudio, etc… El contexto
hace que vayamos internalizando un deber divertirse, y que por esa misma internalización
no notemos qué tan alienados estamos desarrollando esas prácticas de divertimento.
Pero entonces, ¿quién elige por mí cuando quiero divertirme? ¿debo divertirme? ¿de qué
modo debo hacerlo? ¿Me divierto como realmente quiero?
Por supuesto, siempre se puede escapar al mandato, aunque sea por momentos. Pero, sea a
uno u otro mandato, escapar tiene sus costos. Quedarse fuera.
E incluso cumplir con exceso con el deber también tiene sus costos: estar borracho como
una cuba implica estar inservible hoy y mañana. Trabajar y producir en exceso también
tiene sus consecuencias en la salud.

Potrebbero piacerti anche