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En definitiva, Francisco instó a dar otro paso, o «así como los iconos de los
santos nos hacen tanto bien», se debería «mirar a los iconos de los
insensatos de hoy». Y, aseguró «hay» muchos. «Hay cristianos insensatos
y también pastores insensatos»: aquellos que, recordó el Papa «san
Agustín “apalea” bien, con fuerza. Porque la insensatez de los pastores
hace mal al rebaño: tanto la insensatez del pastor corrupto, como la
insensatez del pastor satisfecho de sí mismo, pagano, como la insensatez
del pastor ideólogo».
13 de Octubre de 2017
«Muchas veces Jesús en sus predicaciones nos advierte que debemos ser
vigilantes, velar, quedar en espera» hizo presente el Papa en la homilía. En
una ocasión, añadió, pidió vigilar «porque vosotros no conocéis la hora en
la que vendrá el hijo del hombre». De hecho, «la vigilancia debe ser
preparada en función de la venida del Señor». En otras ocasiones Jesús
hizo esta misma recomendación «subrayando el “prepararse”: es el caso
de las diez siervas, las prudentes y las que no eran prudentes, no estaban
preparadas». Las primeras «tenían todo preparado, también el aceite de
las lámparas»; las segundas «estaban allí a la buena, sin pensar estar
preparadas».
10 de Octubre de 2017
Al hombre le cuesta entrar en la lógica de Dios y a menudo aplica un
concepto de «justicia» que se ve afectado por su «rigidez» y «terquedad».
Limitado como está al pequeño horizonte de su corazón, no es capaz de
entender como «obra el Señor» , su infinita misericordia y voluntad de
perdón. Lo aclara la historia del profeta Jonás que el Papa Francisco tomó
como punto de partida para la reflexión durante la misa celebrada en
Santa Marta el martes, 10 de octubre.
Ante todo está Jonás, «un testarudo que quiere enseñar a Dios cómo se
deben hacer las cosas». De hecho, «cuando el Señor lo envió a predicar la
conversión a la ciudad de Nínive», él se fue «con un barco en la dirección
opuesta». Es decir, «escapaba de la misión que Dios le había confiado y le
había encargado». Los acontecimientos, sin embargo, pasan por alto su
voluntad, ocurre, de hecho, que a causa de una tempestad el «barco está
en peligro» y Jonás confiesa su culpa a los marineros que «rezan cada uno
a su dios» y les pide: «Tiradme al mar, yo soy el culpable». Así sucede,
pero, recordó Francisco, «el Señor, que es tan bueno, hizo que un pez se
tragara a Jonás y tres días después lo dejara en la playa».
De todos modos, Jesús responde «siempre más alto». Tanto que «incluso
cuando les condena, lo hace desde arriba». En el pasaje de San Lucas,
afirmó el Pontífice, «hay precisamente un doctor de la ley que quiere
ponerlo a prueba y ya que Jesús le hace decir el mandamiento y como él
no sabe salir de esta pequeña trampa que Jesús le había puesto, pregunta:
“¿Y quien es mi prójimo?”». En este punto del pasaje evangélico, Jesús
cuenta «esta historia, en la que hay seis actores: los bandidos, el pobre
hombre herido de muerte, el sacerdote, el levita, el samaritano -un
pagano, que no era del pueblo hebreo- y el posadero». Y « así esta historia
quiere explicar el misterio de Jesús, esta historia nos acerca al misterio de
Jesús».
Esto es, por lo tanto, «el misterio de Jesús: se bajó, después no dio un
rodeo, vino hacia nosotros, heridos de muerte, nos cuidó, pagó por
nosotros y continúa pagando». Las palabras reportadas por Lucas en el
evangelio son claras: «Lo que gastes de más, te lo pagaré cuando vuelva».
Jesús «pagará cuando venga por segunda vez: pagará por nosotros, como
ha pagado ya».