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LOS CONFLICTOS ENTRE EL DERECHO DE HUELGA Y

EL DERECHO DE

APRENDER

Universidad Nacional del Nordeste

Carrera: abogacía

Materia: Seminario de Derechos Humanos.

Profesor: Dr. Piaggio

Alumno: Osvaldo Facundo Benítez Meabe

Ciclo lectivo: 2009


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Introducción

Durante los últimos años, se ha venido dando en el país una gran cantidad de conflictos

docentes en nuestro país.

Dando lugar a las medidas de fuerzas implementadas por el sector, siendo estas de todo

tipo. Desde, desde la declaración del estado de alerta o el retiro de los docentes una o

dos horas antes de finalizar el correspondiente turno o la realización de asambleas en los

establecimientos, hasta la efectuación de marchas callejeras, con concentraciones y

clases públicas, llegando también -tras el desconocimiento a intimaciones del ministerio

de Trabajo y como parte de los planes de lucha- al paro total de actividades, durante

varios días y semanas, incluyendo exámenes en las universidades.

En cuanto a los motivos, empiezan por el agravio del personal ante la falta de respuesta

a los reclamos salariales y laborales (pago de los sueldos en término, su mejora y

equiparación) y se llega hasta la defensa de la escuela pública, en todos los niveles, ante

el estado de abandono que exhiben los edificios, la falta de pago de alquileres, la

supresión de comedores escolares y otros servicios asistenciales.

No cabe duda que el ejercicio del derecho a huelga por parte de los docentes y no

docentes es legítimo y no es sino, el ejercicio de un derecho que la constitución otorga

de manera colectiva a los gremios mediante el Art. 14. También es cierto que la huelga

constituye un derecho operativo, vale decir, no requiere inexorablemente una norma

reglamentaria para su efectivo ejercicio. Igualmente puede ser reglamentado dado que,

como todo derecho, no es absoluto e ilimitado, si bien admite ser invocado y ejercido

aunque carezca de reglamentación legal. Las normas reglamentarias de este derecho


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establecen modalidades para su ejercicio e imponen la intervención del ministerio de

Trabajo como instancia conciliatoria destinada a evitar la ruptura del orden constituido a

consecuencia de la acción directa

Pero también esta el derecho a aprender, entendido como el derecho a su pleno

desarrollo por medio de la educación; a la adquisición de todos los conocimientos

científicos que corresponden a la época en que se vive y al desarrollo de las aptitudes

vocacionales para lograr de cada individuo el máximo de rendimiento posible en

beneficio de la sociedad1. Este derecho, inherente al desenvolvimiento de la

personalidad, constituye, pues, una de las libertades fundamentales y corresponde a

todas las personas, con relación a todos los niveles de la enseñanza y a las múltiples

posibilidades de formación, sin discriminación alguna.

Este último derecho también se encuentra garantizado en la Constitución Nacional, en

los artículos 5, 14, 75 incisos 17, 18, 19 y 22.

Del conflicto de estos dos derechos es que me propongo encontrar un límite razonable

al derecho a huelga de manera tal que también se pueda cumplir con el derecho de los

demás ciudadanos a aprender.

1
C. Sánchez Viamonte, Manual de Derecho Constitucional
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El derecho de Huelga

El derecho de huelga forma parte de la categoría de los derechos colectivos o gremiales

y se hallándose reconocido tanto por la Constitución Nacional como por las

constituciones provinciales. También lo reconocen diversos tratados internacionales

como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en cuyo

artículo primero inciso D establece: “Los Estados Partes en el presente Pacto se

comprometen a garantizar… d) El derecho de huelga, ejercido de conformidad con las

leyes de cada país. “.

El derecho de huelga en nuestro país se incorpora a la Constitucional Nacional con la

reforma del año 1957, merced a la incorporación de un amplio texto de derechos

sociales que se agregan al artículo 14, dando nacimiento al artículo 14 bis. Al respecto

dicho texto establece:

“Queda garantizado a los gremios: ... el derecho de huelga”. En verdad, conforme al

artículo precedente (artículo 14), este derecho “al igual que sus análogos” admite un

ajuste “a las leyes que reglamenten su ejercicio”.

¿Que es el derecho a huelga?, entendemos el mismo como: Es la suspensión transitoria

del trabajo, con la abstención de concurrir la lugar donde se lo presta y con la finalidad

de defender intereses vinculados a la actividad laboral. Esto quiere decir que debe ser

fundada en una causa laboral: otro factor fundamental que configura la esencia de la

huelga es la causa laboral de naturaleza colectiva que le da origen. La jurisprudencia ha

excluido las causas ajenas al marco laboral, o las causas genéricas o sin una clara

identificación, o las causas políticas o las huelgas por solidaridad.


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Este derecho se caracteriza por ser un derecho colectivo, porque se le acordó a los

gremios la facultad de declararla. La razón es aquella por la cual si es el medio que se

utiliza para gravitar en la solución de un conflicto colectivo, ese recurso debe ser

instalado, para su eficacia por el órgano que representa los intereses de los trabajadores.

Su ejercicio es de carácter facultativo del propio trabajador, es decir, la decisión del

gremio de ir a la huelga no obliga al trabajador a cumplirla. Dando libertad al trabajador

a actuar según sus convicciones.

Por no ser un derecho absoluto, corresponde reducir su amplitud cuando afecta los

servicios esenciales de una comunidad, cuya falta de prestación puede perturbar

seriamente derechos elementales y la dignidad de la población, sin que ella tenga

participación alguna en los conflictos laborales desencadenantes de la huelga. Tal es lo

que acontece cuando la huelga afecta la prestación de servicios públicos esenciales

como los relacionados con la salud y la higiene, la educación, los transportes públicos,

las fuerzas armadas y de seguridad, los servicios del Poder Judicial, los correos y

telecomunicaciones, la recolección y desecho de residuos.

En el mismo sentido se manifiesta la Acordada 30/90 de la Corte Suprema de Justicia en

la cual se expresó que “el ejercicio del derecho de huelga no puede afectar

sustancialmente la continuidad de los servicios públicos, ni el orden social, ni la paz

pública, valores cuya tutela se halla a cargo del Estado por imposición constitucional,

que supone reconocerle las facultades que fuesen necesarias para asegurarla, pues, al

cabo, sería contrario al entendimiento común asignarle al derecho constitucional de

huelga un rango superior a la serie de deberes y correlativas facultades del Estado,


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también de raíz constitucional, que se vinculan con la adecuada consecución de los fines

antes expresados”.

La huelga puede ser calificada de ilegal por el Ministerio de Trabajo (prácticamente

hace tiempo que no ejerce esta facultad) o por la justicia del trabajo. Generalmente ésta

es esta la que evalúa si la declaración y ejercicio de la huelga ha respetado lo dispuesto

en el Art. 14 bis de la Constitución Nacional, y las condiciones de legalidad necesarias.

Una huelga podría declararse ilegal en caso de que:

– No se agotaron los procedimientos de autocomposición establecidos en las leyes

vigentes (ley 14.786 conciliación), o en los convenios colectivos de aplicación.

– Su objeto no responde a una causa de carácter laboral.

– No ha sido decidida por una asociación sindical con personería gremial.

– En su ejercicio se ha producido la toma del establecimiento o acciones de violencia

sobre los bienes de la empresa.

La consecuencia esencial de declarar ilegal una huelga, es que cada trabajador que

participe de la huelga puede ser puesto en mora e intimado por quien lo emplea a dejar

sin efecto la medida y retornar al trabajo bajo apercibimiento -en caso de persistir en esa

disposición- de considerar su actitud grave injuria y despedirlo con justa causa.

En lo relativo a la producción de hechos de violencia dados durante una huelga, la C.N.

no justifica la comisión de delitos comunes. Ello toda vez que todos los ciudadanos

están sometidos a las leyes y que ninguno puede invocar en su favor derechos

supralegales.

La calificación de la huelga como ilegal en sede administrativa es un hecho excepcional.

En cambio, toda vez que una controversia originada en una huelga se plantea ante la
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justicia, el juez debe evaluar si la medida de fuerza se realizó dentro del marco del

derecho constitucional (es decir cumpliendo con las características que detallamos

anteriormente), o si se violaron las mismas, en cuyo caso la huelga será declarada ilegal.

Una vez superada esta circunstancia, corresponderá efectuar el análisis de los reclamos

del trabajador, analizando si son pertinentes o no.

Concepto de huelga en los servicios esenciales: “es la abstención colectiva y concertada

del deber de trabajar promovida por un sindicato con personería fundado en una causa

laboral colectiva o en un interés profesional del grupo o categoría, que debe a la vez

mantener guardias mínimas para que los servicios esenciales que atiende continúen

prestándose”2. La importancia que tiene en este trabajo la definición sobre servicios

esenciales la encontraremos mas adelante cuando veamos las soluciones al conflicto que

motiva este trabajo.

Derecho a aprender

2
Julián Arturo de Diego, Manual de derecho del trabajo y la seguridad social, Lexis Nexis, 2002, Pág.
820
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El derecho de aprender o derecho a la educación es la facultad que tiene el hombre, por

el hecho de ser tal, de satisfacer el alto fin de su formación plena. A los efectos de dejar

claro el concepto volvemos a repetir la definición de Sánchez Viamonte antes citada: el

derecho a su pleno desarrollo por medio de la educación; a la adquisición de todos los

conocimientos científicos que corresponden a la época en que se vive y al desarrollo de

las aptitudes vocacionales para lograr de cada individuo el máximo de rendimiento

posible en beneficio de la sociedad.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (dada por la

Organización de los Estados Americanos –OEA– en 1948), establece: “Toda persona

tiene derecho a la educación, la que debe estar inspirada en los principios de libertad,

moralidad y solidaridad humanas. Asimismo, tiene el derecho de que, mediante esa

educación, se le capacite para lograr una digna subsistencia, el mejoramiento del nivel

de vida y para ser útil a la sociedad. El derecho a la educación comprende el de igualdad

de oportunidades en todos los casos, de acuerdo con las dotes naturales, los méritos y el

deseo de aprovechar los recursos que puedan proporcionar la comunidad y el Estado.

Toda persona tiene derecho a recibir gratuitamente la educación primaria, por lo menos”

(artículo XII).

También la Declaración Universal de los Derechos Humanos (dada por la Organización

de las Naciones Unidas ONU en 1948), considera el tema en un artículo que ha

alcanzado vasta resonancia. Refiriéndose al mismo establece que: “Toda persona tiene

derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la

instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La

instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios


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superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos” (artículo 26,

párrafo 1).

En tercer lugar encontramos al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales (dado por la ONU en 1966), con referencia el derecho a aprender el mismo

establece: “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda

persona a la educación” (artículo 13).

Luego encontramos a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (dada por la

OEA en 1969), también llamada Pacto de San José de Costa Rica, que al respecto

estipula: “Los Estados Partes se comprometen a adoptar providencias... para lograr... la

plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas... sobre educación,

ciencia y cultura contenidas en la carta de la Organización de los Estados

Americanos...” (Artículo 26).

Por último también encontramos a la Convención sobre los Derechos del Niño (dada en

Nueva York en 1989), la cual en su texto reconoce específicamente “el derecho del niño

a la educación” (artículo 28).

Citados todos estos textos de derechos humanos y de carácter internacional, no queda

duda que el derecho a aprender debe ser considerado un derecho inherente a la persona,

más concretamente un derecho de los llamados “humanos”.

En el ordenamiento interno encontramos la ley Nº24.195, del año 1993, denominada

Ley Federal de Educación, dispone: “El sistema educativo asegurará a todos los

habitantes del país el ejercicio efectivo de su derecho de aprender, mediante la igualdad

de oportunidades y posibilidades, sin discriminación alguna” (artículo 8).


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Con respecto a la legislación provincial (de Corrientes) encontramos en la Constitución

Provincial en su artículo 205 el siguiente enunciado: “El estado debe garantizar el pleno

ejercicio de los derechos a la cultura, a enseñar y aprender, al crecimiento espiritual e

intelectual de todos los habitantes en el marco de una cultura popular, abierta al mundo,

tolerante y comprensiva de las diferencias. Debe promover el desarrollo y el

fortalecimiento de la conciencia e identidad provincial y nacional con perspectiva

latinoamericana”. Mas adelante refuerza el compromiso en el artículo 206 donde

sostiene que: “La educación, como derecho humano y bien social, debe ser integral y

orientada a formar ciudadanos para la vida democrática y la convivencia humana. La

educación inicial. Primaria y secundaria obligatoria…. La educación pública es

gratuita”.

Posible solución al conflicto.

Como bien se desprende de lo dicho ut supra ambos derechos configuran derechos

humanos suma importancia para la sociedad. La solución es posible y sobre todo es


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necesaria, de no ser así, el derecho a aprender quedaría en letra muerta no cumpliéndose

con la obligación que tiene el estado de garantizar la educación pública y gratuita de la

que hablan los tratados internacionales y las constituciones.

La primer solución sería la de declarar a la educación como servicio esencial, de esta

manera en las huelgas que se produzcan en el sector, los gremios deberán garantizar un

servicio de emergencia. Así, se podrán ejercer ambos derechos sin que el agravio al

derecho a estudiar no pueda ser contemplado mientras dure la medida de fuerza.

Pero los problemas para esta solución se plantean toda vez que: El decreto 843/00

dictado en el marco de la ley 25250, en el Art. 2, al describir taxativamente los servicios

esenciales a los efectos de la huelga, no incluye a la educación, en coherencia con la

pauta interpretativa del Comité de Libertad Sindical del Consejo de Administración de

la OIT (Organización Internacional de Trabajadores).

En agosto de 2001 se dictó la Resolución 480/01 del Ministerio de Trabajo por la cual

se calificó como servicio esencial a la educación en el período de escolaridad

obligatoria, y encuadraba además las medidas de fuerza que pudieran efectuarse en el

marco del decreto 843/00. Así se establecía que los servicios mínimos que debían

garantizarse durante el conflicto son: a) funcionamiento de los comedores escolares; b)

dictado de la cantidad de días de clase en el año, determinado por el calendario escolar;

y c) mantener abiertas las escuelas con una guardia mínima que garantice la seguridad

de los escolares. Pero, de acuerdo con el criterio que establece el párrafo 6° del art. 33

de la ley 25250, las facultades del órgano administrativo laboral deben sujetarse a las

normas y resoluciones de la OIT, cuyo Consejo de Administración a través del CLS ha


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establecido que “el sector de educación no constituye servicio esencial en el sentido

estricto del término”3.

Existen varios fallos judiciales que avalan esta postura de la imposibilidad de declarar

como servicio esencial a la educación si no se ajustan a las normas y resoluciones de la

OIT.

Una solución más elevada nos lleva a analizar el Pacto la Convención Americana sobre

Derechos Humanos. En su art. 16.1 está implícitamente reconocido el derecho de huelga

al hacer referencia expresa al derecho de asociarse libremente con fines laborales. A su

vez, los derechos del niño, están contemplados en el art. 19. En caso de producirse un

conflicto entre ambos derechos, la Convención le atribuye preferencia a los derechos del

niño pues, en la hipótesis de suspensión de las garantía (art. 27), establece que se

pueden suspender los derechos del art. 16 pero no los del art. 19.

El legítimo ejercicio del derecho de huelga por los docentes lesiona el interés superior

del niño a recibir una educación en tiempo y contenidos adecuados, conforme lo

establece la Convención sobre los Derechos del Niño en sus arts. 3º, 28, 29 y 30.

El art.3 dice: “

1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones

públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas

o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el

interés superior del niño.

2. Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el

cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y

3
CNAT Sala I Expte n° 19679/01 sent. 79170 28/2/02 “Unión Docentes Argentinos c/ Estado Nacional y
otro s/ amparo” (VV.- V.-)
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deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese

fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas.

3. Los Estados Partes se asegurarán de que las instituciones, servicios y

establecimientos encargados del cuidado o la protección de los niños cumplan las

normas establecidas por las autoridades competentes, especialmente en materia de

seguridad, sanidad, número y competencia de su personal, así como en relación con la

existencia de una supervisión adecuada.

Queda claro que es primordial el interés del niño. En igual sentido se manifiesta el art.

28:

1. Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la educación y, a fin de que se

pueda ejercer progresivamente y en condiciones de igualdad de oportunidades ese

derecho, deberán en particular:

a) Implantar la enseñanza primaria obligatoria y gratuita para todos;

b) Fomentar el desarrollo, en sus distintas formas, de la enseñanza secundaria,

incluida la enseñanza general y profesional, hacer que todos los niños dispongan de

ella y tengan acceso a ella y adoptar medidas apropiadas tales como la implantación

de la enseñanza gratuita y la concesión de asistencia financiera en caso de necesidad;

c) Hacer la enseñanza superior accesible a todos, sobre la base de la capacidad, por

cuantos medios sean apropiados;


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d) Hacer que todos los niños dispongan de información y orientación en cuestiones

educacionales y profesionales y tengan acceso a ellas;

e) Adoptar medidas para fomentar la asistencia regular a las escuelas y reducir las

tasas de deserción escolar.

2. Los Estados Partes adoptarán cuantas medidas sean adecuadas para velar por que

la disciplina escolar se administre de modo compatible con la dignidad humana del

niño y de conformidad con la presente Convención.

3. Los Estados Partes fomentarán y alentarán la cooperación internacional en

cuestiones de educación, en particular a fin de contribuir a eliminar la ignorancia y el

analfabetismo en todo el mundo y de facilitar el acceso a los conocimientos técnicos y a

los métodos modernos de enseñanza. A este respecto, se tendrán especialmente en

cuenta las necesidades de los países en desarrollo

Seguidamente y completando la idea que nos ocupa, el artículo 29 dice:

1. Los Estados Partes convienen en que la educación del niño deberá estar

encaminada a:

a) Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño

hasta el máximo de sus posibilidades;

b) Inculcar al niño el respeto de los derechos humanos y las libertades

fundamentales y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas;


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c) Inculcar al niño el respeto de sus padres, de su propia identidad cultural, de su

idioma y sus valores, de los valores nacionales del país en que vive, del país de que sea

originario y de las civilizaciones distintas de la suya;

d) Preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con

espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos

los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena;

e) Inculcar al niño el respeto del medio ambiente natural.

2. Nada de lo dispuesto en el presente artículo o en el artículo 28 se interpretará

como una restricción de la libertad de los particulares y de las entidades para

establecer y dirigir instituciones de enseñanza, a condición de que se respeten los

principios enunciados en el párrafo 1 del presente artículo y de que la educación

impartida en tales instituciones se ajuste a las normas mínimas que prescriba el

Estado.

Nótese que el inciso 2 habla de que no restringirá las libertades de los particulares ni de

las entidades educativas pero seguidamente aclara que ello será así mientras se respeten

los enunciados del párrafo primero y de las normas mínimas que prescriba el Estado. El

párrafo primero habla de “Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad

mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades” y al hablar de mínimas
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que prescriba el Estado, deja lugar para la regulación de la actividad de manera tal que

se garantice el cumplimiento de este tratado.

Con esto entendemos que, bien podría el estado garantizar la educación reglamentando

presupuestos básicos que deben darse en el servicio de educación aún cuando este se

encuentre ejerciendo su legítimo derecho a la huelga. Ello, toda vez que, de otra manera

el estado estaría incumpliendo un tratado que específicamente establece ante un

conflicto de derechos, siempre debemos anteponer el interés superior del niño del que

habla el art. 3 de la Convención sobre los derechos del niño.

Conclusión
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Con lo expuesto y descripto en el trabajo, entiendo que se trata de un problema grave

que debe encontrar la solución lo antes posible. La intención no es la de encontrar la

única solución la conflicto, sino la de sumar ideas y ayudar a entender y a encontrar el

camino de salida de este escenario problemático en el que nos encontramos.

Entiendo que el interés del menor en aprender debe ser preponderante a la hora de decir

el camino a seguir y también al a hora de regular el derecho a huelga. Esto no quiere

decir que los docentes no pueden ejercer este derecho, sino que simplemente lo deben

hacer garantizando un mínimo de servicio para que el interés superior del menor pueda

cumplirse y así lograr el cumplimiento de lo garantizado en la Convención Sobre los

Derechos del Niño.

De igual manera, la obligación de garantizar los derechos tanto del menor como del

docente recae sobre el estado. Es este el que tiene que encontrar solución, tanto la

requerimiento de los docentes, como el de los niños. Es el estado el que debe tomar las

medidas de manera que se puedan ejercer ambos derechos. Y el modo no es el de desoír

a los docentes en su legítimo reclamo, usando la legislación para presionar a los

mismos. Sino el de usar la legislación para que los docentes y alumnos puedan alcanzar

sus derechos armónicamente.

Este protagonismo necesario del estado, también surge de los tratados internacionales y

convenciones que vimos en el trabajo. Siendo nuestro deber como ciudadanos exigir

activamente el cumplimiento por parte del estado de su papel activo en este asunto.

Bibliografía
18

• Julián Arturo de Diego, Manual de derecho del trabajo y la seguridad social,

Lexis Nexis, 2002.

• Dr. Daniel Nasroulah , Artículo: Extralimitación del derecho a huelga y despido

• Félix Bravo, Estudio Sobre la huelga y el derecho a aprender.

• Gregorio Badeni, “Los conflictos entre el derecho a huelga y el derecho de

aprender”.

• C. Sánchez Viamonte, Manual de Derecho Constitucional.

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