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Estudio radiológico de la nariz y los senos paranasales en

edad pediátrica.

Poster No.: S-0798


Congress: SERAM 2012
Type: Presentación Electrónica Educativa
Authors: 1 1
E. Doménech Abellán , C. Serrano Garcia , I. Solis Muniz ,
2

1 1 1
A. Gilabert Úbeda , F. Valero García , J. Guardiola Martínez ;
1 2
Murcia/ES, Madrid/ES
Keywords: Pediatría, Oído / Nariz / Garganta
DOI: 10.1594/seram2012/S-0798

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Objetivo docente

Realizar una descripción de la anatomía radiológica de la nariz y los senos paranasales.

Establecer las ventajas e inconvenientes de las técnicas de imagen disponibles para el


estudio de la patología naso-sinusal.

Describir los hallazgos radiológicos de las variantes anatómicas y la patología que afecta
a la nariz y a los senos paranasales.

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Revisión del tema

1. ANATOMÍA RADIOLÓGICA Y VARIANTES ANATÓMICAS.

La nariz y los senos paranasales no se desarrollan completamente hasta la pubertad.


(1, 2).

. Nariz.

La pirámide nasal o nariz es un apéndice que sobresale de la cara y que se continúa


con ella. Su esqueleto está formado por un componente óseo y otro cartilaginoso. Es
frecuente que en este esqueleto se vean perforaciones para el paso de vasos y nervios.
Estas estructuras neurovasculares confluyen superiormente, patrón morfológico que nos
permite diferenciarlas de las fracturas, dado que estas últimas suelen seguir un trayecto
perpendicular al puente nasal (figura 1a).

. Fosas nasales.

Las fosas o cavidades nasales son los espacios aéreos situados por encima de la
cavidad oral y por debajo de la fosa craneal anterior, y están limitadas lateralmente por
las órbitas. Se continúan hacia delante con la nariz y existe una zona de transición entre
ellas que corresponde a las narinas o vestíbulo de las fosas nasales. En su cara posterior
comunican con la nasofaringe a través de las coanas. Las fosas nasales son estructuras
pares, separadas medialmente por el septo nasal.

Cada fosa nasal consta de una pared superior, una inferior, una pared medial y otra
lateral. La pared superior o fisura olfatoria se subdivide en una porción nasal anterior,
una región etmoidal media y una región esfenoidal posterior. La pared inferior está
constituida por el paladar duro, en el que se identifican los forámenes palatinos mayor
y menor en la porción posterior y el canal incisivo en la región anterior y medial. Es
importante reconocer la existencia de dichas estructuras porque representan lugares
por donde se puede observar diseminación perineural tumoral e inflamatoria. La pared
medial la constituye el septo nasal formado por la lámina perpendicular del etmoides,
el vómer y el cartílago cuadrangular. La pared lateral es la más compleja. En ella se
identifican dos o, menos frecuentemente, tres cornetes nasales, supremo/superior y
medio, originados del hueso etmoides y un cornete inferior que constituye un hueso
independiente. Estas estructuras delimitan con la pared nasal lateral tres espacios
aéreos (meatos) que comunican, a través de la porción inferior de los cornetes, con el
meato nasal común. En el meato inferior se encuentra el orificio inferior del conducto
nasolacrimal, en el meato medio desembocan las celdillas etmoidales anteriores y los
senos frontales y maxilares y en meato superior presenta los orificios de salida de

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las celdillas etmoidales posteriores. En el receso esfenoestmoidal desemboca el seno
esfenoidal. (figura 1b).

. Senos paranasales.

Los senos paranasales se originan de divertículos en la pared lateral de las fosas nasales
y se extienden en los huesos adyacentes de los que toman su nombre.

Existe mucha variación de tamaño de los senos de unos individuos a otros.

Todos los senos paranasales están presentes al nacer, pero no alcanzarán su forma y
tamaño definitivo hasta pasada la adolescencia. Por este motivo, durante los primeros
meses de vida, la radiología puede ser confusa, ya que muestra unos senos opacificados
de morfología normal. Con el desarrollo, existen asimetrías en el tamaño y la forma de
los senos, pudiendo persistir los engrosamientos mucosos e incluso la opacificación.
Por tanto, se debe ser muy cauto en la valoración de los senos en la infancia precoz,
concretamente hasta los 6 años de edad.

Los primeros que se desarrollan son los senos etmoidales y frontales. (3).

. Seno frontal. Es muy difícil identificarlos hasta que se extienden por encima de
los bordes orbitarios superiores, sobre los 8-10 años de edad. Algunos individuos no
desarrollan senos frontales lo suficientemente grandes como para ser distinguidos de
las celdas etmoidales. Su pared posterior o cerebral es la más delgada (apenas1 mm) y
separa el contenido sinusal del lóbulo frontal, permitiendo que una sinusitis frontal pueda
diseminarse y formar un absceso intracraneal (figura 1c).

. Seno maxilar. Las cavidades de los senos maxilares están presentes al nacimiento
pero no suelen verse radiológicamente hasta los dos o tres meses de edad. La pared
superior u orbitaria se relaciona con la órbita y contiene la rama sensitiva de la segunda
rama del nervio trigémino o nervio infraorbitario. La pared inferior o alveolar está en
relación con la raíz de los dos premolares o el primer molar, a veces dehiscentes, lo que
permite el desarrollo de sinusitis de origen odontogénico (figura 1d).

. Seno esfenoidal. Puede estar aireadoal año o los dos años de edad y alcanza el
tamaño del adulto hacia los 14 años. Es el seno de localización más posterior. La pared
inferior se relaciona con el canal del nervio vidiano, la pared superior con la vía óptica y
la pared lateral constituye el límite medial del seno cavernoso (figura 1e).

. Seno etmoidal. Las celdillas etmoidales también están presentes en el momento


del nacimiento y su crecimiento es paralelo al de los senos maxilares; sin embargo,
las celdillas etmoidales son mucho más pequeñas y no se visualizan hasta los tres a
seis meses de vida. Los senos maxilar y etmoidal alcanzan el tamaño del adulto hacia
los 10-12 años. Lateralmente se separan de las órbitas a través de la delgada lámina
papirácea. Las celdas etmoidales pueden neumatizar los huesos adyacentes. Si se

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extienden por el suelo de la órbita forman las celdas de Haller, cuya existencia disminuye
el calibre del infundíbulo etmoidal. Cuando neumatizan el hueso lacrimal forman las
celdas de agger nasi, que se relacionan con el conducto lacrimal. También pueden
neumatizar el esfenoides formando las celdas de Onodi (figura 1f).

Los senos pueden dividirse en dos grupos anatómicos y funcionales (4, 5, 6). Los
senos frontales, las celdas etmoidales anteriores y medias y los senos maxilares drenan
en el meato medio a través del complejo osteomeatal y se afectan, frecuentemente,
por procesos inflamatorios. El segundo grupo, formado por las celdillas etmoidales
posteriores y el seno esfenoidal, drenan en el receso esfenoetmoidal y el meato superior,
y se afectan con menos frecuencia.

2. TÉCNICAS DE IMAGEN.

Las técnicas de imagen actuales para el estudio de las cavidades nasosinusales son la
radiografía simple, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM),
cada una de ellas con una serie de ventajas e inconvenientes que las hacen aconsejables
para la valoración de las diferentes patologías. (7).

La sinusitis es un diagnóstico clínico que no precisa la realización de ninguna técnica


para su confirmación en muchos casos. En los niños menores de 6 años, las pruebas de
imagen pueden confundir, dada la ausencia de un desarrollo sinusal completo en la etapa
anterior a la pubertad y la existencia frecuente de una mucosa redundante que ocupa
su espacio aéreo. Deberá realizarse una prueba de imagen en pacientes con sinusitis
persistente (más de 30 días de duración a pesar de tratamiento médico adecuado),
sinusitis complicada (asociada a cefalea, dolor retroorbitario o suboccipital, edema
facial, enfermedad orbitaria inflamatorio o exoftalmia) y previo a cirugía endoscópica
nasosinusal. (8, 9).

2.1. Radiografía simple.

La radiografía simple ha sido reemplazada, en gran parte porla TCde alta resolución y
la RM. En la actualidad el uso de la radiografía simple se limita a dos circunstancias.
Para pacientes que, por sus condiciones, presentan fiebre de origen desconocido y
síntomas de afección de la vía respiratoria superior y no pueden someterse a una TC
y para el médico general ante un paciente con sospecha de sinusitis que presenta
signos clínicos confusos. En estos casos, una radiografía simple positiva puede ser una
prueba confirmatoria de coste bajo. Sin embargo, no se debe olvidar que una radiografía
negativa no excluye sinusitis del diagnóstico diferencial, y la endoscopia ola TCdeberían
ser las siguientes pruebas si los síntomas persisten.

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Los traumatismos y las enfermedades inflamatorias son las indicaciones más frecuentes
de radiografías de órbitas, senos paranasales y huesos faciales (1, 10, 11, 12).
Las radiografías simples suelen incluir proyecciones AP o PA, lateral y Waters en
bipedestación, cuando es posible, lo que permite detectar niveles aire-líquido (figura
2a-b). Representan un papel importante en la valoración inicial de las anomalías
craneofaciales.

Como principal ventaja presenta un bajo coste y baja tasa de radiación en comparación
con la TC. Como desventajas nos encontramos su limitada sensibilidad en detectar los
cambios óseos y el engrosamiento mucoperióstico y no evalúa de forma adecuada las
celdas etmoidales anteriores, los dos tercios de las fosas nasales y el receso frontal. (13).

2.2. Ecografía.

La ecografía en tiempo real puede utilizarse para delimitar el tamaño, la localización y


las características de las partes blandas de la cabeza y el cuello. (14).

Los transductores de alta frecuencia (7,5 MHz o 10 MHz) permiten la diferenciación entre
masas sólidas y quísticas y pueden detectar calcificaciones.

La ecografía Doppler proporciona una importante información sobre el flujo sanguíneo,


sobre todo en las anomalías vasculares.

2.3. TC multicorte.

La TCes la técnica de elección en la valoración de los senos paranasales. (15). (figura


2c-d). La compleja área nasosinusal está definida fundamentalmente por estructuras
aéreas y óseas, lo que hace a la TC la técnica de elección para establecer el mapa
anatómico. (16).

El plano preferido es el coronal porque es el que mejor valora la unión osteomeatal, el


que se asemeja a la orientación quirúrgica y porque muestra muy bien la relación entre
el cerebro y el techo del etmoides. El plano axial es complementario al coronal. Debe
realizarse siempre que exista una opacificación sinusal completa, dado que las paredes
posteriores de los senos no se visualizan en el plano coronal, y cuando se quiera estudiar
la unión frontoetmoidal y el receso esfenoestmoidal.

La TCes la técnica de elección para la valoración de los traumatismos de los huesos de


la cara y las órbitas y de las malformaciones complejas craneofaciales, porque obtiene
imágenes tanto de las estructuras óseas como de las partes blandas, incluyendo las
intraorbitarias y las intracraneales. (17).

La TCtambién es el método más preciso en el estudio de la afectación neoplásica


e inflamatoria de los senos paranasales porque proporciona imágenes de calidad del
complejo osteomeatal, de la destrucción ósea y los cambios en las partes blandas, como

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un engrosamiento mucoso. Así mismo puede establecer un mapa prequirúrgico que
determine la existencia de variantes anatómicas que puedan conllevar riesgos y para
valorar las posibles complicaciones derivadas del procedimiento quirúrgico.

La principal ventaja de la TC es que permite diferenciar mejor entre hueso, aire y


partes blandas, que son los elementos estructurales más importantes en los senos
paranasales. Con frecuencia no es necesario el contraste intravenoso, excepto para
valorar complicaciones de sinusitis o proceso tumorales, sobre todo si se sospecha
extensión intracraneal.

El mayor inconveniente es que usa radiaciones ionizantes, y esto es importante, sobre


todo si se considera que muchos de los estudios se realizan a pacientes jóvenes.
Siempre debe adecuarse la técnica a la edad pediátrica y utilizar TC de baja dosis y
radioprotección (protectores de bismuto para el cristalino y la glándula tiroides). (18).

2.4. Resonancia Magnética.

No se utiliza habitualmente como primera técnica en el estudio de la patología


nasosinusal, sino que suele ser complementaria a la TC. La RM es la técnica de elección
en la valoración de los tejidos blandos y anomalías vasculares. (figura 2e-f).

La mayor ventaja de esta técnica es su capacidad discriminativa entre los diferentes


tejidos blandos, lo que permite diferenciar un tumor de unas secreciones retenidas en
la mayoría de los casos, determinar el grado de extensión tumoral o inflamatoria (sobre
todo la afección intracraneal y orbitaria), y la existencia de diseminación perineural.

El mayor inconveniente, sin considerar su alto coste y escasa disponibilidad, es que


es incapaz de discriminar de forma adecuada la interfase tejido-aire y, por lo tanto, es
inadecuada para realizar el mapa precirugía y para identificar engrosamientos sutiles de
la mucosa. Además, como afirma Som, puede dar una imagen de falsa aireación cuando
el contenido mucoso es altamente proteico. (16, 17).

2.5. Arteriografía.

La angiografía es la técnica definitiva para el diagnóstico y el tratamiento de anomalías


vasculares y algunos traumatismos vasculares. Es un componente esencial de la
radiología intervencionista endovascular. (15).

3. PATOLOGÍA CONGÉNITA.

3.1. Mucoceles lacrimonasales.

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Son las anomalías más frecuentes del aparato lacrimal en el niño y son, probablemente,
consecuencia de una incompleta canalización del conducto debido a la persistencia de
una membrana residual en el lugar de la desembocadura del conducto en las fosas
nasales. La obstrucción provoca una dilatación quística del conducto que puede ser
bilateral y resolverse espontáneamente en los primeros meses de vida. Si persiste, se
puede producir una obstrucción nasal de la vía aérea, se puede infectar el mucocele o
se puede producir dacriocistitis. (19, 20, 21). Las imágenes muestran una masa quística
uni o bilateral en el canto medial en contigüidad con un conducto y canal lacrimonasal
aumentados de tamaño y una masa quística intranasal submucosa, esta última permite
diferenciar esta entidad de otras masas quísticas del canto medial de la niñez temprana
como son la dacriocistitis, el coristoma, el dermoide, el epidermoide y el cefalocele. (22).
(figura 3a-b).

3.2. Estenosis nasal congénita y atresia.

La obstrucción de las fosas nasales puede causar distrés respiratorio y constituir una
amenaza para la vida del lactante. Son necesarios un diagnóstico y un tratamiento
precoces. La obstrucción se hace evidente al intentar pasar una sonda nasogástrica. En
TC se realizan cortes en el plano axial con una angulación caudal de 10-15º con respecto
al paladar duro, que proporcionan imágenes óptimas de las coanas nasales posteriores
y de la nasofaringe.

La estenosis completa de las fosas nasales suele ser ósea y se puede asociar a la falta
de desarrollo maxilar del prematuro o a la hipoplasia maxilar del síndrome de Apert.

La atresia, uni o bilateral, de toda la cavidad nasal es muy rara. La atresia o estenosis
segmentaria puede ocurrir en la abertura nasal anterior (abertura piriforme). Puede
ser consecuencia de una fusión de los incisivos centrales o una hipoplasia maxilar o
hiperplasia de cornetes. La desviación del tabique nasal es otra causa de estenosis de
fosas nasales y puede coexistir con otras obstrucciones.

La estenosis y la atresia coanal se caracterizan, respectivamente, por el


estrechamiento de la porción posterior de las fosas nasales y su obstrucción (23, 24, 25).
La lámina que causa la obstrucción puede ser ósea (la más frecuente), membranosa o
tener ambos componentes. La persistencia anómala de la membrana oronasal ocurre
hacia la séptima semana de gestación y la forma bilateral, la más frecuente, causa distrés
respiratorio en el neonato. La forma unilateral puede no descubrirse hasta una edad
superior.

En la atresia ósea, se observa abombamiento medial y engrosamiento de la pared lateral


de las fosas nasales, aumento de tamaño del vómer y fusión de los elementos óseos.

En los pacientes con atresia membranosa, el paso del aire entre la pared lateral de la
cavidad nasal y el vómer es, también, pequeño.

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En la atresia combinada, el componente membranoso puede estar a la altura de las
apófisis pteriogoides o por debajo de ellas. (figura 3c-f).

3.3. Masas nasales congénitas (masas en la raíz nasal: diagnóstico diferencial).

El diagnóstico diferencial de una masa en la raíz nasal en la infancia incluye glioma nasal,
cefalocele, quiste dermoide-epidermoide, hemangioma-linfangioma y más raramente
hamartoma.La TCy RM son técnicas complementarias en la evaluación de estas masas.
Los cefaloceles frontoetmoidales, los gliomas nasales y los dermoides-epidermoides
nasales tienen manifestaciones clínicas similares, que incluyen una raíz nasal ancha,
edema glabelar e hipertelorismo. (26).

Los cefaloceles frontoetmoidales suponen sólo el 10% de todos los cefaloceles, y son
el resultado de la herniación de tejido intracraneal a través de un defecto óseo y dural. Los
cefaloceles pueden asociarse a un ensanchamiento del puente nasal, a hipertelorismo
o a defectos intracraneales de la línea media, como la agenesia, disgenesia y lipoma del
cuerpo calloso. (27, 28, 29). (figura 4a-c).

El glioma nasal representa la porción distal de un cefalocele que ha perdido la conexión


con el sistema nervioso central. Es extranasal en el 60% de pacientes, intranasal en el
30% y ambos (extranasal e intranasal) en el 10%.

Los quistes dermoides y epidermoides se originan de restos de inclusión dérmica a


lo largo del trayecto de un seno dérmico, cuyo orificio se origina en la nariz y se puede
extender hasta la cavidad endocraneal a través de un defecto óseo. (30). (figura 4d-f).
La masa suele presentar baja densidad enla TC, y en ocasiones puede estar calcificada.
Enla RM, puede verse una hiperintensidad parecida a la grasa. Existe comunicación
intracraneal en la mitad de los casos, y puede producirse meningitis de repetición,
absceso o empiema.

Algunos quistes pueden originarse en la bolsa faríngea de Tornwaldt, situada en la línea


media nasofaríngea.

3.4. Anomalías faciales.

El labio y el paladar hendidos son las anomalías más frecuentes de la cabeza y el cuello.
Estas hendiduras pueden ser parciales o completas y unilaterales o bilaterales. Las
formas más graves son las hendiduras, uni o bilaterales, completas (como hendiduras
que afectas al labio, el alveolo y el paladar). La hipoplasia maxilar y el prognatismo suelen
acompañar a las hendiduras bilaterales. (1, 23). (figura 5a-c).

3.5. Variantes del desarrollo y anomalías de los senos paranasales.

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Los senos paranasales pueden presentar un tamaño muy variable y no hay medidas que
definan cuando un seno es anormalmente grande o pequeño.

El neumatocele es una entidad en la que existe un aumento focal o generalizado de


una cavidad sinusal con adelgazamiento de sus paredes óseas. Este quiste aéreo puede
continuar creciendo y ocasionar compromiso de las estructuras adyacentes o deformidad
facial.

Los senos pequeños o hipoplásicos pueden producirse como consecuencia de una


alteración en el desarrollo, bien por ausencia del mismo o asociado a síndromes como las
displasias craneofaciales. También pueden ser secundarios a enfermedades adquiridas
como las enfermedades hematológicas y las distrofias óseas (enfermedad de Paget y
displasia fibrosa).

La aplasia o hipoplasia del seno maxilar es casi siempre unilateral. (31). El seno pequeño
está opacificado en las radiografías yla TC. Ladivisión nasomaxilar se sitúa lateralmente,
lo que da lugar a un aumento de tamaño de la cavidad nasal. El suelo de la órbita está
deprimido y redondeado, la órbita parece más grande y su techo puede estar, también,
deprimido.

La desviación del tabique es muy frecuente y se asocia, frecuentemente, a asimetría


o deformidad de estructuras adyacentes.

Otras variantes anatómicas son la neumatización de los cornetes o la tabicación de


los senos paranasales (figura 5d-f).

4. PATOLOGÍA ADQUIRIDA.

4.1. SINUSITIS AGUDA Y COMPLICACIONES.

La rinosinusitis consiste en una inflamación de la mucosa de la nariz y de los senos


paranasales. Es un problema médico común y se calcula que cada año alrededor del
32% de los niños tiene algún episodio de afección inflamatoria nasosinusal. (32). Hay
determinados factores de riesgo obstructivos y clínicos que predisponen al desarrollo
de procesos inflamatorios nasosinusales. Entre los obstructivos se encuentran las
variantes anatómicas, pólipos o tumores que comprometen la unión osteomeatal. Entre
los factores clínicos se incluyen aquellos que alteran la producción de moco o la
función mucociliar como las infecciones, asma, alergia, fibrosis quística, contaminantes
ambientales o reflujo gastroesofágico.

El diagnóstico de sinusitis aguda se realiza en la mayoría de los casos por la clínica y


el examen físico. Como se ha mencionado anteriormente, los estudios radiológicos no
suelen ser necesarios en un contexto agudo de sinusitis, salvo en sospecha clínica de

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la existencia de complicaciones, sinusitis aguda sobreimpuesta sobre sinusitis crónica
y sinusitis recurrente.

La sinusitis puede ser sobrediagnosticada o infradiagnosticada con radiografías simples


en lactantes y niños. (33). La TC de senos paranasales suele mostrar engrosamiento
mucoso en niños sin signos ni síntomas de sinusitis o infección del tracto respiratorio
superior. Además, niños con antecedentes recientes de infección del tracto respiratorio
superior sin clínica de sinusitis pueden presentar engrosamiento mucoso enla TC y la
RM. (34). Por ello, en los niños, un engrosamiento mucoso visualizado en radiografías
simples, TC o RM no debe diagnosticarse como sinusitis a menos que exista clínica
compatible.

En la sinusitis aguda la presencia de niveles aire-líquido y la opacificación sinusal son


los hallazgos radiológicos que, según Linbaeck y cols, tiene un valor predictivo positivo
de casi el 90%. (35, 36).

El seno maxilar es el más frecuentemente afectado.

Los lavados sinusales, la posición en decúbito prolongada más de 24 horas, la existencia


de un traumatismo contuso que desgarre la mucosa sinusal (no necesariamente
asociado a fractura), el barotrauma y los trastornos de la coagulación pueden asociarse a
la presencia de niveles hidroaéreos. Por tanto, es necesario tener en cuenta la situación
del paciente para considerar los hallazgos radiológicos como diagnósticos de sinusitis
aguda. (figura 6a-b).

En pacientes con sinusitis crónica que vayan a ser estudiados mediante TC, se debe
realizar un tratamiento previo con antibióticos, antihistamínicos y corticoides inhalados
durante dos semanas antes de su realización para eliminar el potencial edema mucoso
secundario a un proceso inflamatorio agudo y evitar sobreestimar la inflamación mucosa
secundaria al proceso crónico.

Los hallazgos radiográficos de la sinusitis crónica incluyen el engrosamiento mucoso,


a veces irregular por los pólipos o quistes de retención, la presencia de secreciones
desecadas y densas asociadas o no con calcificaciones, una opacificación total del
seno por líquido, una pérdida de los bordes nítidos mucoperiósticos, una obliteración
de las estructuras osteomeatales y osteopenia parcheada o esclerosis del hueso
afecto secundario a la inflamación perióstica. (35). El papel de la TC en la sinusitis
crónica consiste en apoyar el diagnóstico clínico, valorar la extensión de la enfermedad,
determinar si el proceso es unilateral o bilateral, y valorar la anatomía para el tratamiento
quirúrgico.

La sinusitis crónica o persistente unilateral puede ser un signo que sugiere la existencia
de una lesión obstructiva subyacente y por tanto requiere la realización de exploración
endoscópica para descartar un proceso tumoral.

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La afectación difusa bilateral es sugestiva de un proceso benigno, generalmente en
relación con alergia, asma o poliposis. (35). En estas entidades los cornetes suelen estar
engrosados y edematosos y los niveles hidroaéreos son poco frecuentes.

La TC de la afectación de los senos muestra masas de partes blandas en el interior de los


senos que representan engrosamiento mucoso o edema, secreciones mucosas o una
combinación de ambas (figura 6c-d). Al espesarse, las secreciones pueden convertirse
en acúmulos en la mucosa o pólipos con una elevada densidad en la TC.

Enla RM, estas secreciones son de baja intensidad en T1 y de alta intensidad de señal
en T2 (35, 36, 37). La hiperintensidad en T2 permite diferenciar la inflamación mucosa
de la señal intermedia de un tumor. La fibrosis es hipointensa en todas las secuencias
(figura 6e-f).

El engrosamiento mucoso debido a un proceso inflamatorio activo suele captar contraste


en TC y RM (35, 36, 37). El engrosamiento mucoso crónico, no inflamatorio, o fibrótico
no capta contraste.

Entre las secuelas locales de la inflamación nasal y de senos paranasales se


encuentran los quistes de retención, los pólipos, el mucocele o piocele, la celulitis y la
osteomielitis (figura 7).

- Los quistes de retención se observan en el 35% de los estudios de imagen como


lesiones en forma de cúpula que se localizan en la cara inferior del antro maxilar.

- Los pólipos son las masas expansivas más frecuentes del área nasosinusal. Se
forman por la hipertrofia de la mucosa y la acumulación submucosa de líquido. Pueden
originarse en las fosas nasales o en los senos paranasales (35). Pueden ser únicos
o múltiples y son más frecuentes en el seno maxilar. Cuando son únicos pueden no
diferenciarse ni clínica ni radiológicamente de los quistes de retención. Los dos suelen
ser asintomáticos. Cuando son múltiples pueden ocupar por completo la cavidad nasal
en el proceso denominado poliposis nasosinusal.

En TC y RM, los quistes de retención y los pólipos se presentan como masas


redondeadas de partes blandas, homogéneas, con bordes lisos, parcialmente
delimitados por aire. Cuando los pólipos y los quistes no ocupan la totalidad del seno,
la delimitación por aire los distingue de los mucoceles. Son hallazgos sugestivos de
poliposis una o más masas redondeadas en las fosas nasales, aumento del tamaño del
ostium, dilatación sinusal o de la cavidad nasal y cambios erosivos óseos. Puede ser
difícil distinguir pólipos de procesos neoplásicos. Los pólipos suelen ser hiperintensos
en T2 y pueden realzarse periférica o totalmente.

En TC, lo más característico es que sean de alta densidad centralmente y que estén
separados de las paredes óseas por una capa delgada de material mucoide. Esta
apariencia debe plantear el diagnóstico diferencial con las bolas fúngicas (que suelen

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asociar calcificaciones irregulares) y con la hemorragia sinusal (donde la situación clínica
asociada o la realización de RM complementaria ayudan a establecer la diferencia). Por
otro lado, se acompañan de alteraciones en las paredes óseas sinusales. Habitualmente
existe desmineralización, con conservación de los tabiques óseos, amputación de la
punta del cornete medio y ensanchamiento infundibular, pero pueden existir formas
más agresivas con claro carácter expansivo e incluso erosión del hueso. Para ayudar a
establecer la diferencia con procesos tumorales, se puede realizar una TC con contraste
en la que la poliposis comúnmente presentará un realce periférico, que corresponde
al realce de la mucosa sinusal, mientras que en los tumores el realce, aunque de
manera variable, será más difuso. En la RM la intensidad de señal de estas lesiones
es heterogénea tanto en secuencias T1 como T2 y depende del contenido en agua
y proteínas. Cuando la concentración de material proteico es alta pueden llegar a ser
hipointensas en ambas secuencias, lo que simularía un seno normalmente neumatizado.
(38).

- El pólipo antrocoanal es una lesión que crece desde el seno maxilar hasta alcanzar
su opacificación completa. Posteriormente expande el ostium, se extiende a la cavidad
nasal y, si continúa creciendo, puede alcanzar la nasofaringe a través de las coanas.

- Los mucoceles son lesiones expansivas y quísticas, delimitadas por una membrana
mucosa, resultado de la acumulación de secreciones y descamación. El seno frontal es
el que se afecta con más frecuencia (65%), seguido del etmoidal (25%). La TC muestra
una masa expansiva en el interior del seno, de baja atenuación y que no realza con
el contraste, ya que no suelen presentar inflamación. Pueden diferenciarse del quiste
de retención porque éste ocupa parcialmente el seno mientras que los mucoceles lo
rellenan completamente y lo expanden, pudiendo producir incluso una dehiscencia de
sus paredes óseas.

Un mucocele se desarrolla en el interior de un seno por una obstrucción del ostium


o dentro de un compartimento de un seno tabicado, y está tapizado por mucosa (35,
39). En TC y RM el aspecto del mucocele varía en función de su contenido en agua y
proteínas. (40).

El aspecto en TC de una estructura de alta densidad en el centro del seno rodeada de


una zona de densidad mucoide puede verse en la retención crónica de secreciones,
micetoma (habitualmente por aspergilosis) y hemorragia. En RM, puede tener baja
intensidad o vacío de señal como ocurren en los sinolitos o en los dientes en el interior
de un seno.

- La osteomielitis postsinusitis infecciosa es rara y suele ser postraumática o


iatrogénica. Puede afectar a la pared de cualquier seno pero es más habitual en el seno
frontal. Se produce cuando la inflamación del seno ha estado presente durante meses
o años, condicionando un engrosamiento óseo reactivo irregular, esclerosis, secuestro
y en algunos casos osteopenia y destrucción ósea. Ocasiona una apariencia moteada
irregular de la pared del seno, aspecto similar al de la osteítis por radiación.

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Las complicaciones intracraneales son meningitis, absceso cerebral, empiema
subdural, absceso epidural y tromboflebitis o trombosis del seno carvernoso (35). Son
poco frecuentes pero muy graves clínicamente. Generalmente son el resultado de un
tratamiento antibiótico inadecuado, la presencia de organismos resistentes o un estado
inmune comprometido. (figura 8).

Los abscesos epidurales son más frecuentes en la fosa craneal anterior, por extensión
directa de sinusitis frontal.

Es posible la tromboflebitis en una sinusitis pero es más habitual en la otomastoiditis.


La trombosis del seno cavernoso puede asociarse a sinusitis esfenoidal y la del seno
longitudinal superior a una sinusitis frontal.

Las complicaciones orbitarias de las sinusitis son la complicación más frecuente de la


sinusitis aguda y ocurre en el 3% de los casos, habitualmente secundaria a una sinusitis
etmoidal, con o sin previa erosión de la lámina papirácea. La infección orbitaria puede
ocasionar edema, celulitis o absceso. (41, 42). (figura 9).

En los pacientes con celulitis orbitaria se considera de obligado cumplimiento la


realización de una TC de senos paranasales y órbitas en las primeras 24 horas del
ingreso.La TCpermite la clasificación en diferentes grados de gravedad, particularmente
en celulitis preseptal y postseptal (u orbitaria propiamente dicha), con los distintos
grados de flemón-absceso subperióstico, celulitis intraconal o la tan temida tromboflebitis
del seno cavernoso, afortunadamente excepcional en la era postantibiótica. (43).
Dependiendo del grado de gravedad, o si no hay mejoría clínica en las 48 horas
siguientes, se decide un tratamiento conservador con antibioterapia más o menos
prolongada o la derivación del paciente a cirugía con drenaje quirúrgico del foco
infeccioso, en este caso del seno etmoidal a través de la vía endonasal. Algunos autores
(44) establecen un algoritmo de actuación para la infección periorbitaria, reservando
únicamentela TCpara la enfermedad postseptal; ello es especialmente bueno para evitar
la irradiación de las órbitas en estos pacientes, con frecuencia de muy corta edad.

En las infecciones preseptales, los hallazgos radiográficos tienden a ser localizados


y relativamente discretos. La localización preseptal afecta sólo al párpado y en ella
la inflamación se atribuye a la congestión venosa pasiva. No es realmente una
complicación orbitaria, no requiere estudio de imagen y el tratamiento consiste en
antibióticos orales.

La celulitis orbitaria generalmente se produce por diseminación de procesos


infecciosos locales (sinusitis etmoidal en el 86% de los casos), en el niño pequeño o, de
una sinusitis frontal o maxilar, en el niño mayor y el adolescente.

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La inflamación postseptal se puede presentar de varias formas evolutivas, como un
absceso subperióstico o colección de pus en la pared medial de la órbita, como celulitis
orbitaria o inflamación de la grasa intraconal y retrobulbar que se manifiesta como
un aumento de densidad irregular y difuso, o como un absceso orbitario o colección
hipodensa de pus en la grasa retroconal.

La evolución a un absceso subperióstico es frecuente en la etmoiditis complicada. La


sinusitis frontal puede producir abscesos en la región anterosuperior de la órbita o
intracraneales. Los abscesos presentan aire o líquido central y realce periférico.

La mucormicosis y la aspergilosis sinusal (figura 10) son infecciones agresivas


y fulminantes con tendencia a invadir la órbita, el seno cavernoso y las estructuras
neurovasculares (35, 45). Pueden dar lugar a trombosis, infarto, hemorragia o
absceso. Tienden a ser más agresivas todavía en los pacientes inmunodeprimidos. Las
infecciones fúngicas extramucosas (intraluminales) pueden causar lesiones polipoideas
o bolas de hongos en pacientes con atopia. Se visualiza una relativa hiperdensidad enla
TC y una hipointensidad en RM potenciada en T2, así como un marcado realce.

4.2. PATOLOGÍA TUMORAL.

La cavidad nasal y los senos paranasales son el lugar de origen de un grupo complejo
y variado de neoplasias dados los diferentes tejidos localizados en esta región, que
incluyen los derivados del epitelio mucoso, las glándulas seromucinosas, el tejido neural/
neuroectodérmico, el hueso y el cartílago, las partes blandas y los tejidos hematolinfoide
y odontogénico.

Entre los tumores de la región paranasal más frecuentes en la infancia se encuentran


el angiofibroma juvenil, el rabdomiosarcoma, el neuroblastoma, la leucemia, el linfoma
y la displasia fibrosa. (46, 47).

4.2.1. El angiofibroma juvenil es la neoplasia benigna nasofaríngea más frecuente


en la infancia y se presenta, sobre todo, en varones adolescentes. (1). Es un tumor
fibrovascular histológicamente benigno pero localmente agresivo que suele originarse
en la porción posterior de las fosas nasales, cerca de la fosa pterigopalatina y del
agujero esfenopalatino. Sus manifestaciones más frecuentes son la obstrucción nasal
y la epistaxis de repetición.

El diagnóstico, en la mayoría de los casos, se establece por los hallazgos endoscópicos


y radiológicos. La endoscopia muestra una lesión expansiva, de aspecto rojo vinoso,
en relación con una masa muy vascularizada posterior al cornete medio. Enla TC, son
masas isodensas o hipodensas que captan intensamente contraste. (10). Son frecuentes
la expansión y la erosión ósea. En la mayoría de los casos la fosa pterigopalatina está

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ensanchada y se produce un desplazamiento anterior de la pared posterolateral del
seno maxilar. Es frecuente la extensión hacia los senos esfenoidal, maxilar y etmoidal
y hacia la órbita, la fosa craneal media y la región paraselar. Las características en
RM dependen de la proporción de elementos vasculares (vacío de señal), componentes
fibrosos (hipointensidad) y edema (hipointensidad en T1 e hiperintensidad en DP y T2).
(10, 48). Pueden desarrollarse quistes, cavitación y hemorragia. Se suele producir un
marcado realce con gadolinio. La afectación vascular y neural así como la extensión
intracraneal se evalúan mejor con RM. La angiografía y la embolización prequirúrgica
son esenciales para la resección quirúrgica.

4.2.2. El rabdomiosarcoma es la neoplasia maligna de partes blandas más frecuente


de la cabeza y el cuello en la infancia (1, 10, 47, 48). La órbita y los senos paranasales
son las localizaciones más habituales del rabdomiosarcoma. Suele presentarse como
masa de partes blandas grande infiltrante que destruye hueso. Puede haber metástasis
regionales y sistémicas. Enla TC puede ser isodensa, hiperdensa y, ocasionalmente,
hipodensa y suele mostrar realce con contraste. En RM, es isointensa o hipointensa en
T1 y T2, aunque a veces presenta hiperintensidad en T2; su realce con contraste es
variable (figura 11a-c).

4.2.3. Otras neoplasias malignas de partes blandas frecuentes en la infancia son el


linfoma, la leucemia, el sarcoma de Ewing, la histiocitosis y el neuroblastoma. (10, 48).

La histiocitosis de células de Langerhans (figura 11d-f) se trata de una enfermedad


rara, que ocurre particularmente en edad pediátrica. La afectación esquelética es la
más frecuente, aunque puede manifestarse como una enfermedad multisistémica con
extensión a otros órganos como pulmones, timo, hígado, bazo, aparato gastrointestinal,
encéfalo, piel o tejidos blandos de la cabeza y el cuello. Se produce por una proliferación
descontrolada de histiocitos (reacción inmune), acompañada por una inflamación crónica
y la formación de granulomas. El diagnóstico se basa en el hallazgo por biopsia de estos
histiocitos característicos que constituyen las células de Langerhans. Las lesiones de la
cabeza y el cuello han sido reportadas en el 60-82% de pacientes, en forma de lesiones
óseas, linfadenopatías o erupción. Las lesiones óseas craneofaciales son, por tanto,
comunes y pueden afectar a las órbitas, el hueso temporal, el clivus…, y se acompañan
de una característica masa asociada que presenta intenso y homogéneo realce tras
contraste en las etapas de actividad de la enfermedad. Aunque el pronóstico de la
afección de la cabeza y el cuello es en general bueno tras quimioterapia, hay una alta
tasa de recidivas, especialmente en niños con enfermedad multisistémica. Una técnica
muy útil a la hora de evaluar esta enfermedad esla RM de cuerpo entero, pues evita la
irradiación del niño, especialmente en los seguimientos prolongados. (49).

La enfermedad de Hodgkin se suele presentar con adenopatías cervicales y disemina


por contigüidad. El linfoma no Hodgkin, más frecuente, suele estar diseminado en el

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momento del diagnóstico y afecta a grupos ganglionares no contiguos. Los linfomas
no Hodgkin extranodales pueden ocurrir en niños en la nasofaringe, senos, región
adenoidea y glándulas salivales.

La leucemia rara vez afecta a las fosas nasales y los senos paranasales. (10,
48). Con mayor frecuencia, las anomalías nasales o paranasales de la leucemia se
deben a infección o hemorragia. En ocasiones, se ve un cloroma leucémico (sarcoma
granulocítico) como una lesión ósea o de partes blandas en las fosas nasales, los senos
paranasales, la nasofaringe u otras localizaciones nasosinusales. (50). En TC y RM,
se presentan como masas de partes blandas abollonadas con contraste moderado o
intenso, isodensas o hiperdensas en TC e isointensas o hipointensas en DP y T2. En
ocasiones son muy hiperintensas en T2. Pueden expandir, remodelar o erosionar hueso.
(51).

El neuroblastoma es el tumor más frecuente de los tumores neurales. Puede afectar


a la base del cráneo, la nariz, los senos paranasales o la órbita, normalmente como
enfermedad metastásica. En TC y RM se comportan como masas de partes blandas,
con efecto de masa, destrucción permeativa de hueso y calcificaciones (10, 48). La
hipercelularidad tumoral se presenta como isodensidad o hiperdensidad enla TC y como
isointensidad o hipointensidad en T2 enla RM. La captación de contraste es importante.
(figura 12).

4.2.4. Los tumores osteocondrales de la cavidad nasal, los senos paranasales y la cara
suelen originarse en la base del cráneo y secundariamente afectar a las fosas nasales,
los senos y la nasofaringe (10, 48). Ocasionalmente, pueden ser tumores primarios de
los huesos de la cara o los senos paranasales.

- El osteocondroma (exostosis osteocartilaginosa benigna) contiene elementos


maduros de esponjosa, cortical y cartilaginosos en continuidad con los elementos
maduros del hueso de origen. Aunque es raro en los huesos de la cara en la infancia,
puede originarse en la mandíbula, el maxilar, el esfenoides, el malar o el tabique nasal.
Su crecimiento es lento y la malignización es rara. Su aspecto en TC y RM es el de
una metáfisis, placa de crecimiento y cubierta cartilaginosa en miniatura, con elementos
corticales y de médula ósea en contigüidad con el hueso de origen (10, 48).

- La displasia fibrosa, una alteración osteofibrosa benigna idiopática, puede ser


monostótica, poliostótica o formar parte del síndrome de McCune-Albright (displasia
fibrosa poliostótica, manchas café con leche y precocidad sexual en la mujer). La forma
monostótica es seis veces más frecuente que la poliostótica. La afectación de los huesos
faciales y del cráneo es más frecuente en la forma poliostótica y puede ser uni o bilateral.
La forma monostótica afecta, en el 25% de los casos, a la región de la cabeza y el
cuello, y de ésta, el maxilar superior, sobre todo, y la mandíbula, son los huesos más
frecuentemente afectados. Puede haber invasión de los agujeros neurovasculares, de

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la órbita, las estructuras nasales y paranasales. La obstrucción osteomeatal puede
dar lugar a un mucocele. El crecimiento de la lesión continuará aún después de la
maduración esquelética, aunque en la mayoría de las ocasiones, se estabilizan. La
transformación en osteosarcoma, fibrosarcoma o condrosarcoma es rara, por lo que sólo
son tratados quirúrgicamente aquellos casos que ocasionan alteraciones funcionales o
deformidad estética.

Radiológicamente se distinguen tres patrones: quístico, esclerótico y mixto o pagetoide.


La forma pagetoide es la más común y radiológicamente resulta en un patrón en vidrio
deslustrado debido a la mezcla de tejido fibroso y hueso denso. La forma esclerosa es la
segunda en frecuencia y se observa cuando en la lesión hay un predominio de elementos
esclerosos. En la forma quística el tejido fibroso es el que domina. Enla RMla displasia
fibrosa muestra una señal intermedia en T1 e hipointensa en T2. Tras la administración
de contraste se observa un realce de moderado a marcado. (10, 48). En RM puede haber
intensidades de partes blandas, hueso o combinadas, que suelen captar lo suficiente
como para sugerir una neoplasia. (52). (figura 13).

4.3. PATOLOGÍA TRAUMÁTICA.

Cuerpo extraño nasal:

La inserción de cuerpos extraños en la nariz es frecuente en los niños pequeños. (1, 53).
El vómito o la tos secundarios a la ingestión o aspiración de un cuerpo extraño puede
ocasionar la entrada posterior del cuerpo extraño a través de las coanas. Los objetos más
frecuentes son judías, semillas, objetos plásticos o metálicos, fragmentos de juguetes,
botones, cuentas de collar, etc. En algunos casos las secreciones mucosas espesas, los
secuestros óseos y los rinolitos pueden actuar de cuerpos extraños intrínsecos. (53). La
infección superpuesta en alguno de estos objetos da lugar a sinusitis o rinitis purulenta.
No suelen requerir imágenes radiográficas pero pueden ser necesarias placas simples
o TC para identificar el objeto radioopaco o para delimitar la extensión y la naturaleza de
la infección. En algunas ocasiones se asocian a un importante componente inflamatorio,
con áreas de erosión y destrucción ósea. La ingestión y la aspiración son complicaciones
de los cuerpos extraños nasales y del intento de extraerlos. (figura 14).

Lesiones de los senos paranasales y la cara:

Las fracturas faciales son infrecuentes en niños menores de 12 años. (1, 53, 54). La
mayoría están relacionadas con accidentes de tráfico y caídas; otras causas posibles
son juegos, peleas y malos tratos. El niño pequeño tiene una bóveda craneal y una
región frontal prominentes en relación con la cara y la mandíbula. Por ello, las fracturas
craneales y las lesiones craneales e intracraneales son mucho más frecuentes que
las fracturas de la cara o de la mandíbula. Las fracturas faciales en el niño pequeño

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suelen ser en tallo verde. Con la maduración esquelética se produce la neumatización
de los huesos faciales y los patrones de fractura del adulto (fracturas conminutas y
desplazamiento de fragmentos) son más frecuentes.

Casi la mitad de las fracturas faciales pediátricas afectan a los huesos nasales, el 30%
a la mandíbula y el 20% a estructuras orbitarias y cigomático-maxilares.

Las fracturas del techo de la órbita y el reborde orbitario son infrecuentes hasta que se
haya producido una importante neumatización de los senos maxilares. (1, 54, 55). Un
traumatismo no penetrante en la órbita puede dar lugar a una fractura por estallido del
suelo de la órbita con comunicación con el seno maxilar cerca del canal infraorbitario.
La herniación de la grasa orbitaria o el desplazamiento del recto inferior o del oblicuo
inferior en, o a través de la fractura se puede demostrar con una TC coronal.

Las fracturas del techo orbitario pueden asociarse a fístula de LCR o a herniación del
tejido encefálico o meninges hacia el interior de la órbita. (10). El enfisema orbitario no
es habitual en las fracturas del suelo o del techo de la órbita, siendo más frecuente en
las fracturas de la pared medial de la órbita en los senos etmoidales.

Las fracturas maxilares son infrecuentes y sugieren lesión grave. Aunque las radiografías
simples pueden utilizarse inicialmente, la TC con imágenes axiales, coronales o con
reconstrucciones, es la técnica de imagen definitiva. (figura 15a-c).

Las fracturas frontales son más frecuentes en los niños menores de seis años. (1, 54,
55) y son frecuentes las lesiones intracraneales asociadas. Cuando las fracturas afectan
a la pared posterior del seno frontal, se pueden producir fístula de LCR, neumoencéfalo
o infección del sistema nervioso central. (10).

Las fracturas de las celdillas etmoidales son extremadamente raras en la infancia y


se asocian a traumatismos severos y fracturas de la base del cráneo. (1, 54, 55). Las
imágenes demuestran una opacificación del seno afectado o un nivel hidroaéreo y
puede haber neumoencéfalo. (10). Puede producirse afectación de la carótida o del seno
cavernoso y fístulas carótido-cavernosas.

Fracturas nasales:

Dado que la pirámide nasal es cartilaginosa en la infancia y la sutura internasal no está


fusionada, las fracturas en tallo verde son frecuentes tras impactos frontales. (1, 10).
Como resultado, se produce un aplastamiento traumático de los huesos nasales sobre
la apófisis frontal del maxilar, intacta. En la adolescencia, el impacto frontal suele dar
lugar a fracturas bilaterales de los tercios distales de los huesos nasales. El tabique
nasal cartilaginoso suele estar fracturado y desplazado. Con traumatismos más graves,
toda la pirámide nasal y la apófisis frontal del maxilar están fracturados, hay fracturas
del lacrimal y del etmoides y lesiones severas del tabique nasal que se extienden hacia
la lámina cribiforme y el techo orbitario. (1, 10). (figura 15d-f).

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Puede haber hemorragia importante o licuorrea. El hematoma del tabique se pude
sospechar ante un engrosamiento local del mismo. Si no se diagnostica precozmente y
se drena, pueden producirse necrosis isquémica, absceso o perforación del tabique que
dan lugar a una deformidad permanente de la nariz en silla de montar.

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Images for this section:

Fig. 1: Anatomía radiológica normal de nariz, fosas nasales y senos paranasales. Figura
1.a. TC axial que muestra una imagen de la nariz y fosas nasales normales. Figura 1.b.
TC coronal de fosas nasales donde se visualizan los cornetes y meatos, así como los
senos maxilares. Figura 1.c. TC axial donde se visualizan los senos frontales. Figura
1.d. TC axial que muestra los senos maxilares. Figura 1.e. TC axial donde se visualiza el
seno esfenoidal y las celdillas etmoidales. Figura 1.f. TC axial que muestra las celdillas
etmoidales.

© Sección de radiología pediátrica, Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca - Murcia/


ES

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Fig. 2: Técnicas de imagen en el estudio naso-sinusal. Figura 2.a-b. Radiografía simple
(proyección de Waters), que muestra un engrosamiento sinusal maxilar bilateral (a) por
sinupatía crónica y ocupación de seno maxilar derecho (b) por sinupatía aguda. Figura
2.c-d. TC axial (c) y coronal (d), centrado en senos maxilares. En la figura c se aprecia
una sinupatía inflamatoria aguda maxilar bilateral con niveles hidroáereos y en la figura d
se aprecia una tabicación parcial del seno maxilar izquierdo. Figura 2.e-f. RM axial T2 (e)
y T1 supresión grasa con contraste (f) que muestra una sinupatía maxilar aguda bilateral
con niveles hidroaéreos y engrosamiento mucoso, con realce del engrosamiento de la
mucosa sinusal.

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Fig. 3: Figura 3.a-b. Mucocele lacrimonasal. TC axial con contraste intravenoso que
muestra una masa quística en canto medial de órbita derecha, en contigüidad con el
conducto y canal lacrimonasal. Así mismo se evidencia celulitis preseptal derecha. Figura
3.c. Estenosis de la apertura piriforme. Figura 3.d-f. Atresia coanal ósea y membranosa.
Se aprecia una hipertrofia del hueso vómer con una obstrucción de la región posterior
de las fosas nasales y retención de material mucoso en fosas nasales.

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Fig. 4: Figura 4.a-c. Meningocele nasoetmoidal. TC axial (a) que muestra una masa
situada en el tercio anterior de la fosa nasal derecha, con densidad similar a la del
líquido cefalorraquídeo y sin captación de contraste. RM axial T2 (b) donde se aprecia
una ocupación de la fosa nasal derecha por líquido, confirmándose en la RM sagital y
coronal T2 (c), una herniación de las meninges hacia la porción anterior de la fosa nasal
derecha, en cuyo interior se aprecia LCR y bandas lineales, en probable relación con
septos y/o "pliegues" del mismo divertículo meníngeo, con desplazamiento del tabique
nasal, compatible con meningocele nasoetmoidal. Figura 4.d-e. Quiste dermoide fronto-
nasal. TC axial (d) y sagital (e) que muestra una lesión hipodensa en región fronto-nasal
(línea media), compatible con quiste dermoide. Figura 4.f. Quiste dermoide en raíz nasal.
TC axial y sagital donde se aprecia una lesión de bordes bien definidos que remodela
levemente hueso.

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Fig. 5: Figura 5.a-c. Labio leporino y fisura palatina. TC axial de senos (a) y
reconstrucciones VR (b-c) que muestra ausencia de fusión de paladar óseo con labio
leporino. Figura 5.d. Desviación del tabique nasal. Figura 5.e-f. Tabicación de seno
maxilar izquierdo.

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Fig. 6: Figura 6.a-b. Sinusitis aguda maxilar bilateral y esfenoidal. TC axial que muestra
una ocupación parcial de ambos senos maxilares y seno frontal derecho por material
de densidad de partes blandas conformando niveles hidroaéreos. Figura 6.c-d. Sinusitis
crónica maxilar bilateral. TC axial (c) y RX simple de senos (d) que muestra un
engrosamiento mucoso de ambos senos maxilares. Figura 6.e-f. Sinusitis aguda maxilar
bilateral y esfenoidal. RM axial T2 (e) y T1 SG con contraste intravenoso (f) que muestra
niveles hidroaéreos en los senos paranasales con ocupación por material inflamatorio
hiperintenso en secuencias T2 de RM e hipointenso en T1, con realce de la hipertrofia
mucosa.

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Fig. 7: Figura 7.a-c. Poliposis nasosinusal. TC axial (a) y coronal (b y c) que muestra
una ocupación de seno maxilar derecho y fosa nasal derecha por material de densidad
de partes blandas, con ocupación y ensanchamiento del infundíbulo maxilar derecho.
Figura 7.d-e. Pólipo antrocoanal de Killian. TC axial (d) y coronal (e) donde se aprecia
una lesión que crece desde el seno maxilar izquierdo que se encuentra completamente
opacificado, con expansión del ostium y extensión hacia la cavidad nasal y nasofaringe
a través de las coanas.

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Fig. 8: Complicaciones intracraneales de las sinusitis. Figura 8.a-b. Empiema epidural.
TC de cráneo con contraste intravenoso (cortes axiales) donde se visualiza una sinusitis
frontal aguda con absceso subperióstico de partes blandas y empiema epidural frontal
derecho. Figura 8.c-d. Empiema subdural. TC de cráneo simple (c) y con contraste
intravenoso (d), cortes axiales, que muestra una colección subdural temporal izquierda
con realce de su pared, compatible con empiema subdural en paciente con sinupatía
maxilar izquierda y esfenoidal.

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Fig. 9: Complicaciones orbitarias. Figura 9.a-d. TC de senos y órbitas con contraste
intravenoso en corte axial (a-b) y coronal (c-d) de paciente con sinusitis maxilar y etmoidal
derecha. Se aprecia una ocupación completa del seno maxilar y celdillas etmoidales
derechas, celulitis preseptal del mismo lado y absceso adyacente a pared anterior del
seno maxilar, espacio orbitario extraconal interno y fosa nasal derecha. Figura 9.e-f. TC
de senos y órbitas en planos axiales con sinusitis etmoidal izquierda y pequeño absceso
con nivel hidroáereo en interior de órbita (espacio extraconal interno), que condiciona un
desplazamiento medial del músculo recto interno. Figura 9.g-h. TC de senos y órbitas
en planos axiales con sinutitis etmoidal y maxilar derecha, erosión ósea de pared medial
de órbita, absceso extraconal interno y afectación de músculo recto interno.

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Fig. 10: Aspergilosis sinusal. Figura 10.a. TC de tórax axial donde se aprecia una lesión
nodular con imagen de media luna hipodensa sugestiva de aspergiloma. Figura 10.b-c.
TC axial de senos que muestra una sinupatía maxilar y frontal derecha. Figura 10.d-e.
TC coronal de senos donde se confirma la ocupación de seno maxilar derecho.

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Fig. 11: Figura 11.a-c. Rabdomiosarcoma de fosas nasales. RM sagital T1 (a), axial
T2 (b) y coronal T2 y T1 SG con contraste (c), que muestra una gran masa de partes
blandas centrada en seno maxilar izquierdo con un realce intenso y heterogéneo tras la
administración de gadolinio intravenoso. Condiciona una importante destrucción ósea,
que afecta a la órbita y lámina papirácea, con masa infraorbitaria que desplaza el globo
ocular supero-lateralmente, rompe las celdillas etmoidales izquierdas, invade la raíz
nasal contactando y desplazando el tabique hacia la derecha, invade el maxilar superior,
englobando las raíces dentarias, rompe la pared posterior del seno maxilar e invade la
fosa infratemporal y la pared anterior del seno maxilar con importante masa de partes
blandas en región malar. Figura 11.d-f. Histiocitosis de células de Langerhans maxilo-
facial. TC axial y sagital (d) donde se aprecia lesión osteolítica de bordes irregulares en
cuerpo esfenoidal, que se confirma en RM sagital T1 (e) y axial T1 (f).

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Fig. 12: Neuroblastoma metastásico. TC axial (a-b), sagital (c-d) y coronal (e-f) centrado
en órbita y senos paranasales de paciente con neuroblastoma suprarrenal derecho.
Se evidencian múltiples metástasis óseas en órbita derecha, mandíbula y seno maxilar
derecho, con importante destrucción ósea y masa de partes blandas asociada.

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Fig. 13: Displasia fibrosa. Figura 13.a-d. Displasia fibrosa de predominio esfenoidal
y etmoidal. Radiografía simple lateral de cráneo (a) que muestra una expansión e
hiperdensidad en región esfenoidal, que se confirma en RM axial T1 (b), coronal T2 (c) y
sagital T1 SG con contraste (d). Se visualiza extensa lesión ósea insuflante centrada en
el esfenoides, isointensa en T1 e hipointensa en T2, con un intenso realce heterogéneo
con el contraste. La lesión se extiende hacia las celdillas etmoidales, cornete medio
e inferior derecho, porción esfenoidal del clivus, región selar, seno frontal derecho y
calota, con afectación orbitaria. Figura 13.e-h. Displasia fibrosa de predominio maxilar
derecho y frontal. Radiografía simple lateral de cráneo (e) que muestra una expansión
e hiperdensidad en región frontal y maxilar derecha, que se confirma en TC (f y g) y
RM (h). Reconstrucción VR de TC (f) y MIP (g) que muestran una lesión ósea insuflante
que afecta a seno maxilar y frontal derechos. En RM coronal T2 (h) se confirma la
lesión expansiva ósea, con afectación orbitaria y engrosamiento mucoso de seno maxilar
izquierdo.

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Fig. 14: Cuerpo extraño nasal. TC axial (a), reconstrucciones VR (b-c), TC coronal (d)
y sagital (e-f), donde se visualiza una ocupación parcial de ambos senos maxilares por
sinupatía y un cuerpo extraño hiperdenso en interior de fosa nasal izquierda.

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Fig. 15: Figura 15.a-c. Fractura de seno maxilar y frontal izquierdo. TC axial que muestra
una fractura de la pared anterior del seno maxilar y frontal izquierdo, con enfisema
preseptal orbitario. Figura 15.d-f. Fractura compleja conminuta de porción anterior de
maxilar superior y pirámide nasal, con alteración de la alineación de incisivos superiores.
TC axial (d), sagital (e) y coronal (f) que muestra una fractura conminuta de la porción
anterior del hueso maxilar superior y pirámide nasal, con una alteración de la alineación
de incisivos superiores en paciente con traumatismo facial.

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Conclusiones

La patología naso-sinusal es frecuente en pacientes en edad pediátrica, siendo


fundamental conocer por parte del radiólogo, las pruebas de imagen más adecuadas
para cada patología, así como su diagnóstico diferencial, para ayudar al clínico a realizar
un diagnóstico y tratamiento precoz.

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