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edad pediátrica.
1 1 1
A. Gilabert Úbeda , F. Valero García , J. Guardiola Martínez ;
1 2
Murcia/ES, Madrid/ES
Keywords: Pediatría, Oído / Nariz / Garganta
DOI: 10.1594/seram2012/S-0798
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Objetivo docente
Describir los hallazgos radiológicos de las variantes anatómicas y la patología que afecta
a la nariz y a los senos paranasales.
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Revisión del tema
. Nariz.
. Fosas nasales.
Las fosas o cavidades nasales son los espacios aéreos situados por encima de la
cavidad oral y por debajo de la fosa craneal anterior, y están limitadas lateralmente por
las órbitas. Se continúan hacia delante con la nariz y existe una zona de transición entre
ellas que corresponde a las narinas o vestíbulo de las fosas nasales. En su cara posterior
comunican con la nasofaringe a través de las coanas. Las fosas nasales son estructuras
pares, separadas medialmente por el septo nasal.
Cada fosa nasal consta de una pared superior, una inferior, una pared medial y otra
lateral. La pared superior o fisura olfatoria se subdivide en una porción nasal anterior,
una región etmoidal media y una región esfenoidal posterior. La pared inferior está
constituida por el paladar duro, en el que se identifican los forámenes palatinos mayor
y menor en la porción posterior y el canal incisivo en la región anterior y medial. Es
importante reconocer la existencia de dichas estructuras porque representan lugares
por donde se puede observar diseminación perineural tumoral e inflamatoria. La pared
medial la constituye el septo nasal formado por la lámina perpendicular del etmoides,
el vómer y el cartílago cuadrangular. La pared lateral es la más compleja. En ella se
identifican dos o, menos frecuentemente, tres cornetes nasales, supremo/superior y
medio, originados del hueso etmoides y un cornete inferior que constituye un hueso
independiente. Estas estructuras delimitan con la pared nasal lateral tres espacios
aéreos (meatos) que comunican, a través de la porción inferior de los cornetes, con el
meato nasal común. En el meato inferior se encuentra el orificio inferior del conducto
nasolacrimal, en el meato medio desembocan las celdillas etmoidales anteriores y los
senos frontales y maxilares y en meato superior presenta los orificios de salida de
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las celdillas etmoidales posteriores. En el receso esfenoestmoidal desemboca el seno
esfenoidal. (figura 1b).
. Senos paranasales.
Los senos paranasales se originan de divertículos en la pared lateral de las fosas nasales
y se extienden en los huesos adyacentes de los que toman su nombre.
Todos los senos paranasales están presentes al nacer, pero no alcanzarán su forma y
tamaño definitivo hasta pasada la adolescencia. Por este motivo, durante los primeros
meses de vida, la radiología puede ser confusa, ya que muestra unos senos opacificados
de morfología normal. Con el desarrollo, existen asimetrías en el tamaño y la forma de
los senos, pudiendo persistir los engrosamientos mucosos e incluso la opacificación.
Por tanto, se debe ser muy cauto en la valoración de los senos en la infancia precoz,
concretamente hasta los 6 años de edad.
Los primeros que se desarrollan son los senos etmoidales y frontales. (3).
. Seno frontal. Es muy difícil identificarlos hasta que se extienden por encima de
los bordes orbitarios superiores, sobre los 8-10 años de edad. Algunos individuos no
desarrollan senos frontales lo suficientemente grandes como para ser distinguidos de
las celdas etmoidales. Su pared posterior o cerebral es la más delgada (apenas1 mm) y
separa el contenido sinusal del lóbulo frontal, permitiendo que una sinusitis frontal pueda
diseminarse y formar un absceso intracraneal (figura 1c).
. Seno maxilar. Las cavidades de los senos maxilares están presentes al nacimiento
pero no suelen verse radiológicamente hasta los dos o tres meses de edad. La pared
superior u orbitaria se relaciona con la órbita y contiene la rama sensitiva de la segunda
rama del nervio trigémino o nervio infraorbitario. La pared inferior o alveolar está en
relación con la raíz de los dos premolares o el primer molar, a veces dehiscentes, lo que
permite el desarrollo de sinusitis de origen odontogénico (figura 1d).
. Seno esfenoidal. Puede estar aireadoal año o los dos años de edad y alcanza el
tamaño del adulto hacia los 14 años. Es el seno de localización más posterior. La pared
inferior se relaciona con el canal del nervio vidiano, la pared superior con la vía óptica y
la pared lateral constituye el límite medial del seno cavernoso (figura 1e).
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extienden por el suelo de la órbita forman las celdas de Haller, cuya existencia disminuye
el calibre del infundíbulo etmoidal. Cuando neumatizan el hueso lacrimal forman las
celdas de agger nasi, que se relacionan con el conducto lacrimal. También pueden
neumatizar el esfenoides formando las celdas de Onodi (figura 1f).
Los senos pueden dividirse en dos grupos anatómicos y funcionales (4, 5, 6). Los
senos frontales, las celdas etmoidales anteriores y medias y los senos maxilares drenan
en el meato medio a través del complejo osteomeatal y se afectan, frecuentemente,
por procesos inflamatorios. El segundo grupo, formado por las celdillas etmoidales
posteriores y el seno esfenoidal, drenan en el receso esfenoetmoidal y el meato superior,
y se afectan con menos frecuencia.
2. TÉCNICAS DE IMAGEN.
Las técnicas de imagen actuales para el estudio de las cavidades nasosinusales son la
radiografía simple, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM),
cada una de ellas con una serie de ventajas e inconvenientes que las hacen aconsejables
para la valoración de las diferentes patologías. (7).
La radiografía simple ha sido reemplazada, en gran parte porla TCde alta resolución y
la RM. En la actualidad el uso de la radiografía simple se limita a dos circunstancias.
Para pacientes que, por sus condiciones, presentan fiebre de origen desconocido y
síntomas de afección de la vía respiratoria superior y no pueden someterse a una TC
y para el médico general ante un paciente con sospecha de sinusitis que presenta
signos clínicos confusos. En estos casos, una radiografía simple positiva puede ser una
prueba confirmatoria de coste bajo. Sin embargo, no se debe olvidar que una radiografía
negativa no excluye sinusitis del diagnóstico diferencial, y la endoscopia ola TCdeberían
ser las siguientes pruebas si los síntomas persisten.
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Los traumatismos y las enfermedades inflamatorias son las indicaciones más frecuentes
de radiografías de órbitas, senos paranasales y huesos faciales (1, 10, 11, 12).
Las radiografías simples suelen incluir proyecciones AP o PA, lateral y Waters en
bipedestación, cuando es posible, lo que permite detectar niveles aire-líquido (figura
2a-b). Representan un papel importante en la valoración inicial de las anomalías
craneofaciales.
Como principal ventaja presenta un bajo coste y baja tasa de radiación en comparación
con la TC. Como desventajas nos encontramos su limitada sensibilidad en detectar los
cambios óseos y el engrosamiento mucoperióstico y no evalúa de forma adecuada las
celdas etmoidales anteriores, los dos tercios de las fosas nasales y el receso frontal. (13).
2.2. Ecografía.
Los transductores de alta frecuencia (7,5 MHz o 10 MHz) permiten la diferenciación entre
masas sólidas y quísticas y pueden detectar calcificaciones.
2.3. TC multicorte.
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un engrosamiento mucoso. Así mismo puede establecer un mapa prequirúrgico que
determine la existencia de variantes anatómicas que puedan conllevar riesgos y para
valorar las posibles complicaciones derivadas del procedimiento quirúrgico.
2.5. Arteriografía.
3. PATOLOGÍA CONGÉNITA.
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Son las anomalías más frecuentes del aparato lacrimal en el niño y son, probablemente,
consecuencia de una incompleta canalización del conducto debido a la persistencia de
una membrana residual en el lugar de la desembocadura del conducto en las fosas
nasales. La obstrucción provoca una dilatación quística del conducto que puede ser
bilateral y resolverse espontáneamente en los primeros meses de vida. Si persiste, se
puede producir una obstrucción nasal de la vía aérea, se puede infectar el mucocele o
se puede producir dacriocistitis. (19, 20, 21). Las imágenes muestran una masa quística
uni o bilateral en el canto medial en contigüidad con un conducto y canal lacrimonasal
aumentados de tamaño y una masa quística intranasal submucosa, esta última permite
diferenciar esta entidad de otras masas quísticas del canto medial de la niñez temprana
como son la dacriocistitis, el coristoma, el dermoide, el epidermoide y el cefalocele. (22).
(figura 3a-b).
La obstrucción de las fosas nasales puede causar distrés respiratorio y constituir una
amenaza para la vida del lactante. Son necesarios un diagnóstico y un tratamiento
precoces. La obstrucción se hace evidente al intentar pasar una sonda nasogástrica. En
TC se realizan cortes en el plano axial con una angulación caudal de 10-15º con respecto
al paladar duro, que proporcionan imágenes óptimas de las coanas nasales posteriores
y de la nasofaringe.
La estenosis completa de las fosas nasales suele ser ósea y se puede asociar a la falta
de desarrollo maxilar del prematuro o a la hipoplasia maxilar del síndrome de Apert.
La atresia, uni o bilateral, de toda la cavidad nasal es muy rara. La atresia o estenosis
segmentaria puede ocurrir en la abertura nasal anterior (abertura piriforme). Puede
ser consecuencia de una fusión de los incisivos centrales o una hipoplasia maxilar o
hiperplasia de cornetes. La desviación del tabique nasal es otra causa de estenosis de
fosas nasales y puede coexistir con otras obstrucciones.
En los pacientes con atresia membranosa, el paso del aire entre la pared lateral de la
cavidad nasal y el vómer es, también, pequeño.
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En la atresia combinada, el componente membranoso puede estar a la altura de las
apófisis pteriogoides o por debajo de ellas. (figura 3c-f).
El diagnóstico diferencial de una masa en la raíz nasal en la infancia incluye glioma nasal,
cefalocele, quiste dermoide-epidermoide, hemangioma-linfangioma y más raramente
hamartoma.La TCy RM son técnicas complementarias en la evaluación de estas masas.
Los cefaloceles frontoetmoidales, los gliomas nasales y los dermoides-epidermoides
nasales tienen manifestaciones clínicas similares, que incluyen una raíz nasal ancha,
edema glabelar e hipertelorismo. (26).
Los cefaloceles frontoetmoidales suponen sólo el 10% de todos los cefaloceles, y son
el resultado de la herniación de tejido intracraneal a través de un defecto óseo y dural. Los
cefaloceles pueden asociarse a un ensanchamiento del puente nasal, a hipertelorismo
o a defectos intracraneales de la línea media, como la agenesia, disgenesia y lipoma del
cuerpo calloso. (27, 28, 29). (figura 4a-c).
El labio y el paladar hendidos son las anomalías más frecuentes de la cabeza y el cuello.
Estas hendiduras pueden ser parciales o completas y unilaterales o bilaterales. Las
formas más graves son las hendiduras, uni o bilaterales, completas (como hendiduras
que afectas al labio, el alveolo y el paladar). La hipoplasia maxilar y el prognatismo suelen
acompañar a las hendiduras bilaterales. (1, 23). (figura 5a-c).
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Los senos paranasales pueden presentar un tamaño muy variable y no hay medidas que
definan cuando un seno es anormalmente grande o pequeño.
La aplasia o hipoplasia del seno maxilar es casi siempre unilateral. (31). El seno pequeño
está opacificado en las radiografías yla TC. Ladivisión nasomaxilar se sitúa lateralmente,
lo que da lugar a un aumento de tamaño de la cavidad nasal. El suelo de la órbita está
deprimido y redondeado, la órbita parece más grande y su techo puede estar, también,
deprimido.
4. PATOLOGÍA ADQUIRIDA.
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la existencia de complicaciones, sinusitis aguda sobreimpuesta sobre sinusitis crónica
y sinusitis recurrente.
En pacientes con sinusitis crónica que vayan a ser estudiados mediante TC, se debe
realizar un tratamiento previo con antibióticos, antihistamínicos y corticoides inhalados
durante dos semanas antes de su realización para eliminar el potencial edema mucoso
secundario a un proceso inflamatorio agudo y evitar sobreestimar la inflamación mucosa
secundaria al proceso crónico.
La sinusitis crónica o persistente unilateral puede ser un signo que sugiere la existencia
de una lesión obstructiva subyacente y por tanto requiere la realización de exploración
endoscópica para descartar un proceso tumoral.
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La afectación difusa bilateral es sugestiva de un proceso benigno, generalmente en
relación con alergia, asma o poliposis. (35). En estas entidades los cornetes suelen estar
engrosados y edematosos y los niveles hidroaéreos son poco frecuentes.
Enla RM, estas secreciones son de baja intensidad en T1 y de alta intensidad de señal
en T2 (35, 36, 37). La hiperintensidad en T2 permite diferenciar la inflamación mucosa
de la señal intermedia de un tumor. La fibrosis es hipointensa en todas las secuencias
(figura 6e-f).
- Los pólipos son las masas expansivas más frecuentes del área nasosinusal. Se
forman por la hipertrofia de la mucosa y la acumulación submucosa de líquido. Pueden
originarse en las fosas nasales o en los senos paranasales (35). Pueden ser únicos
o múltiples y son más frecuentes en el seno maxilar. Cuando son únicos pueden no
diferenciarse ni clínica ni radiológicamente de los quistes de retención. Los dos suelen
ser asintomáticos. Cuando son múltiples pueden ocupar por completo la cavidad nasal
en el proceso denominado poliposis nasosinusal.
En TC, lo más característico es que sean de alta densidad centralmente y que estén
separados de las paredes óseas por una capa delgada de material mucoide. Esta
apariencia debe plantear el diagnóstico diferencial con las bolas fúngicas (que suelen
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asociar calcificaciones irregulares) y con la hemorragia sinusal (donde la situación clínica
asociada o la realización de RM complementaria ayudan a establecer la diferencia). Por
otro lado, se acompañan de alteraciones en las paredes óseas sinusales. Habitualmente
existe desmineralización, con conservación de los tabiques óseos, amputación de la
punta del cornete medio y ensanchamiento infundibular, pero pueden existir formas
más agresivas con claro carácter expansivo e incluso erosión del hueso. Para ayudar a
establecer la diferencia con procesos tumorales, se puede realizar una TC con contraste
en la que la poliposis comúnmente presentará un realce periférico, que corresponde
al realce de la mucosa sinusal, mientras que en los tumores el realce, aunque de
manera variable, será más difuso. En la RM la intensidad de señal de estas lesiones
es heterogénea tanto en secuencias T1 como T2 y depende del contenido en agua
y proteínas. Cuando la concentración de material proteico es alta pueden llegar a ser
hipointensas en ambas secuencias, lo que simularía un seno normalmente neumatizado.
(38).
- El pólipo antrocoanal es una lesión que crece desde el seno maxilar hasta alcanzar
su opacificación completa. Posteriormente expande el ostium, se extiende a la cavidad
nasal y, si continúa creciendo, puede alcanzar la nasofaringe a través de las coanas.
- Los mucoceles son lesiones expansivas y quísticas, delimitadas por una membrana
mucosa, resultado de la acumulación de secreciones y descamación. El seno frontal es
el que se afecta con más frecuencia (65%), seguido del etmoidal (25%). La TC muestra
una masa expansiva en el interior del seno, de baja atenuación y que no realza con
el contraste, ya que no suelen presentar inflamación. Pueden diferenciarse del quiste
de retención porque éste ocupa parcialmente el seno mientras que los mucoceles lo
rellenan completamente y lo expanden, pudiendo producir incluso una dehiscencia de
sus paredes óseas.
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Las complicaciones intracraneales son meningitis, absceso cerebral, empiema
subdural, absceso epidural y tromboflebitis o trombosis del seno carvernoso (35). Son
poco frecuentes pero muy graves clínicamente. Generalmente son el resultado de un
tratamiento antibiótico inadecuado, la presencia de organismos resistentes o un estado
inmune comprometido. (figura 8).
Los abscesos epidurales son más frecuentes en la fosa craneal anterior, por extensión
directa de sinusitis frontal.
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La inflamación postseptal se puede presentar de varias formas evolutivas, como un
absceso subperióstico o colección de pus en la pared medial de la órbita, como celulitis
orbitaria o inflamación de la grasa intraconal y retrobulbar que se manifiesta como
un aumento de densidad irregular y difuso, o como un absceso orbitario o colección
hipodensa de pus en la grasa retroconal.
La cavidad nasal y los senos paranasales son el lugar de origen de un grupo complejo
y variado de neoplasias dados los diferentes tejidos localizados en esta región, que
incluyen los derivados del epitelio mucoso, las glándulas seromucinosas, el tejido neural/
neuroectodérmico, el hueso y el cartílago, las partes blandas y los tejidos hematolinfoide
y odontogénico.
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ensanchada y se produce un desplazamiento anterior de la pared posterolateral del
seno maxilar. Es frecuente la extensión hacia los senos esfenoidal, maxilar y etmoidal
y hacia la órbita, la fosa craneal media y la región paraselar. Las características en
RM dependen de la proporción de elementos vasculares (vacío de señal), componentes
fibrosos (hipointensidad) y edema (hipointensidad en T1 e hiperintensidad en DP y T2).
(10, 48). Pueden desarrollarse quistes, cavitación y hemorragia. Se suele producir un
marcado realce con gadolinio. La afectación vascular y neural así como la extensión
intracraneal se evalúan mejor con RM. La angiografía y la embolización prequirúrgica
son esenciales para la resección quirúrgica.
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momento del diagnóstico y afecta a grupos ganglionares no contiguos. Los linfomas
no Hodgkin extranodales pueden ocurrir en niños en la nasofaringe, senos, región
adenoidea y glándulas salivales.
La leucemia rara vez afecta a las fosas nasales y los senos paranasales. (10,
48). Con mayor frecuencia, las anomalías nasales o paranasales de la leucemia se
deben a infección o hemorragia. En ocasiones, se ve un cloroma leucémico (sarcoma
granulocítico) como una lesión ósea o de partes blandas en las fosas nasales, los senos
paranasales, la nasofaringe u otras localizaciones nasosinusales. (50). En TC y RM,
se presentan como masas de partes blandas abollonadas con contraste moderado o
intenso, isodensas o hiperdensas en TC e isointensas o hipointensas en DP y T2. En
ocasiones son muy hiperintensas en T2. Pueden expandir, remodelar o erosionar hueso.
(51).
4.2.4. Los tumores osteocondrales de la cavidad nasal, los senos paranasales y la cara
suelen originarse en la base del cráneo y secundariamente afectar a las fosas nasales,
los senos y la nasofaringe (10, 48). Ocasionalmente, pueden ser tumores primarios de
los huesos de la cara o los senos paranasales.
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la órbita, las estructuras nasales y paranasales. La obstrucción osteomeatal puede
dar lugar a un mucocele. El crecimiento de la lesión continuará aún después de la
maduración esquelética, aunque en la mayoría de las ocasiones, se estabilizan. La
transformación en osteosarcoma, fibrosarcoma o condrosarcoma es rara, por lo que sólo
son tratados quirúrgicamente aquellos casos que ocasionan alteraciones funcionales o
deformidad estética.
La inserción de cuerpos extraños en la nariz es frecuente en los niños pequeños. (1, 53).
El vómito o la tos secundarios a la ingestión o aspiración de un cuerpo extraño puede
ocasionar la entrada posterior del cuerpo extraño a través de las coanas. Los objetos más
frecuentes son judías, semillas, objetos plásticos o metálicos, fragmentos de juguetes,
botones, cuentas de collar, etc. En algunos casos las secreciones mucosas espesas, los
secuestros óseos y los rinolitos pueden actuar de cuerpos extraños intrínsecos. (53). La
infección superpuesta en alguno de estos objetos da lugar a sinusitis o rinitis purulenta.
No suelen requerir imágenes radiográficas pero pueden ser necesarias placas simples
o TC para identificar el objeto radioopaco o para delimitar la extensión y la naturaleza de
la infección. En algunas ocasiones se asocian a un importante componente inflamatorio,
con áreas de erosión y destrucción ósea. La ingestión y la aspiración son complicaciones
de los cuerpos extraños nasales y del intento de extraerlos. (figura 14).
Las fracturas faciales son infrecuentes en niños menores de 12 años. (1, 53, 54). La
mayoría están relacionadas con accidentes de tráfico y caídas; otras causas posibles
son juegos, peleas y malos tratos. El niño pequeño tiene una bóveda craneal y una
región frontal prominentes en relación con la cara y la mandíbula. Por ello, las fracturas
craneales y las lesiones craneales e intracraneales son mucho más frecuentes que
las fracturas de la cara o de la mandíbula. Las fracturas faciales en el niño pequeño
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suelen ser en tallo verde. Con la maduración esquelética se produce la neumatización
de los huesos faciales y los patrones de fractura del adulto (fracturas conminutas y
desplazamiento de fragmentos) son más frecuentes.
Casi la mitad de las fracturas faciales pediátricas afectan a los huesos nasales, el 30%
a la mandíbula y el 20% a estructuras orbitarias y cigomático-maxilares.
Las fracturas del techo de la órbita y el reborde orbitario son infrecuentes hasta que se
haya producido una importante neumatización de los senos maxilares. (1, 54, 55). Un
traumatismo no penetrante en la órbita puede dar lugar a una fractura por estallido del
suelo de la órbita con comunicación con el seno maxilar cerca del canal infraorbitario.
La herniación de la grasa orbitaria o el desplazamiento del recto inferior o del oblicuo
inferior en, o a través de la fractura se puede demostrar con una TC coronal.
Las fracturas del techo orbitario pueden asociarse a fístula de LCR o a herniación del
tejido encefálico o meninges hacia el interior de la órbita. (10). El enfisema orbitario no
es habitual en las fracturas del suelo o del techo de la órbita, siendo más frecuente en
las fracturas de la pared medial de la órbita en los senos etmoidales.
Las fracturas maxilares son infrecuentes y sugieren lesión grave. Aunque las radiografías
simples pueden utilizarse inicialmente, la TC con imágenes axiales, coronales o con
reconstrucciones, es la técnica de imagen definitiva. (figura 15a-c).
Las fracturas frontales son más frecuentes en los niños menores de seis años. (1, 54,
55) y son frecuentes las lesiones intracraneales asociadas. Cuando las fracturas afectan
a la pared posterior del seno frontal, se pueden producir fístula de LCR, neumoencéfalo
o infección del sistema nervioso central. (10).
Fracturas nasales:
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Puede haber hemorragia importante o licuorrea. El hematoma del tabique se pude
sospechar ante un engrosamiento local del mismo. Si no se diagnostica precozmente y
se drena, pueden producirse necrosis isquémica, absceso o perforación del tabique que
dan lugar a una deformidad permanente de la nariz en silla de montar.
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Images for this section:
Fig. 1: Anatomía radiológica normal de nariz, fosas nasales y senos paranasales. Figura
1.a. TC axial que muestra una imagen de la nariz y fosas nasales normales. Figura 1.b.
TC coronal de fosas nasales donde se visualizan los cornetes y meatos, así como los
senos maxilares. Figura 1.c. TC axial donde se visualizan los senos frontales. Figura
1.d. TC axial que muestra los senos maxilares. Figura 1.e. TC axial donde se visualiza el
seno esfenoidal y las celdillas etmoidales. Figura 1.f. TC axial que muestra las celdillas
etmoidales.
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Fig. 2: Técnicas de imagen en el estudio naso-sinusal. Figura 2.a-b. Radiografía simple
(proyección de Waters), que muestra un engrosamiento sinusal maxilar bilateral (a) por
sinupatía crónica y ocupación de seno maxilar derecho (b) por sinupatía aguda. Figura
2.c-d. TC axial (c) y coronal (d), centrado en senos maxilares. En la figura c se aprecia
una sinupatía inflamatoria aguda maxilar bilateral con niveles hidroáereos y en la figura d
se aprecia una tabicación parcial del seno maxilar izquierdo. Figura 2.e-f. RM axial T2 (e)
y T1 supresión grasa con contraste (f) que muestra una sinupatía maxilar aguda bilateral
con niveles hidroaéreos y engrosamiento mucoso, con realce del engrosamiento de la
mucosa sinusal.
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Fig. 3: Figura 3.a-b. Mucocele lacrimonasal. TC axial con contraste intravenoso que
muestra una masa quística en canto medial de órbita derecha, en contigüidad con el
conducto y canal lacrimonasal. Así mismo se evidencia celulitis preseptal derecha. Figura
3.c. Estenosis de la apertura piriforme. Figura 3.d-f. Atresia coanal ósea y membranosa.
Se aprecia una hipertrofia del hueso vómer con una obstrucción de la región posterior
de las fosas nasales y retención de material mucoso en fosas nasales.
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Fig. 4: Figura 4.a-c. Meningocele nasoetmoidal. TC axial (a) que muestra una masa
situada en el tercio anterior de la fosa nasal derecha, con densidad similar a la del
líquido cefalorraquídeo y sin captación de contraste. RM axial T2 (b) donde se aprecia
una ocupación de la fosa nasal derecha por líquido, confirmándose en la RM sagital y
coronal T2 (c), una herniación de las meninges hacia la porción anterior de la fosa nasal
derecha, en cuyo interior se aprecia LCR y bandas lineales, en probable relación con
septos y/o "pliegues" del mismo divertículo meníngeo, con desplazamiento del tabique
nasal, compatible con meningocele nasoetmoidal. Figura 4.d-e. Quiste dermoide fronto-
nasal. TC axial (d) y sagital (e) que muestra una lesión hipodensa en región fronto-nasal
(línea media), compatible con quiste dermoide. Figura 4.f. Quiste dermoide en raíz nasal.
TC axial y sagital donde se aprecia una lesión de bordes bien definidos que remodela
levemente hueso.
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Fig. 5: Figura 5.a-c. Labio leporino y fisura palatina. TC axial de senos (a) y
reconstrucciones VR (b-c) que muestra ausencia de fusión de paladar óseo con labio
leporino. Figura 5.d. Desviación del tabique nasal. Figura 5.e-f. Tabicación de seno
maxilar izquierdo.
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Fig. 6: Figura 6.a-b. Sinusitis aguda maxilar bilateral y esfenoidal. TC axial que muestra
una ocupación parcial de ambos senos maxilares y seno frontal derecho por material
de densidad de partes blandas conformando niveles hidroaéreos. Figura 6.c-d. Sinusitis
crónica maxilar bilateral. TC axial (c) y RX simple de senos (d) que muestra un
engrosamiento mucoso de ambos senos maxilares. Figura 6.e-f. Sinusitis aguda maxilar
bilateral y esfenoidal. RM axial T2 (e) y T1 SG con contraste intravenoso (f) que muestra
niveles hidroaéreos en los senos paranasales con ocupación por material inflamatorio
hiperintenso en secuencias T2 de RM e hipointenso en T1, con realce de la hipertrofia
mucosa.
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Fig. 7: Figura 7.a-c. Poliposis nasosinusal. TC axial (a) y coronal (b y c) que muestra
una ocupación de seno maxilar derecho y fosa nasal derecha por material de densidad
de partes blandas, con ocupación y ensanchamiento del infundíbulo maxilar derecho.
Figura 7.d-e. Pólipo antrocoanal de Killian. TC axial (d) y coronal (e) donde se aprecia
una lesión que crece desde el seno maxilar izquierdo que se encuentra completamente
opacificado, con expansión del ostium y extensión hacia la cavidad nasal y nasofaringe
a través de las coanas.
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Fig. 8: Complicaciones intracraneales de las sinusitis. Figura 8.a-b. Empiema epidural.
TC de cráneo con contraste intravenoso (cortes axiales) donde se visualiza una sinusitis
frontal aguda con absceso subperióstico de partes blandas y empiema epidural frontal
derecho. Figura 8.c-d. Empiema subdural. TC de cráneo simple (c) y con contraste
intravenoso (d), cortes axiales, que muestra una colección subdural temporal izquierda
con realce de su pared, compatible con empiema subdural en paciente con sinupatía
maxilar izquierda y esfenoidal.
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Fig. 9: Complicaciones orbitarias. Figura 9.a-d. TC de senos y órbitas con contraste
intravenoso en corte axial (a-b) y coronal (c-d) de paciente con sinusitis maxilar y etmoidal
derecha. Se aprecia una ocupación completa del seno maxilar y celdillas etmoidales
derechas, celulitis preseptal del mismo lado y absceso adyacente a pared anterior del
seno maxilar, espacio orbitario extraconal interno y fosa nasal derecha. Figura 9.e-f. TC
de senos y órbitas en planos axiales con sinusitis etmoidal izquierda y pequeño absceso
con nivel hidroáereo en interior de órbita (espacio extraconal interno), que condiciona un
desplazamiento medial del músculo recto interno. Figura 9.g-h. TC de senos y órbitas
en planos axiales con sinutitis etmoidal y maxilar derecha, erosión ósea de pared medial
de órbita, absceso extraconal interno y afectación de músculo recto interno.
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Fig. 10: Aspergilosis sinusal. Figura 10.a. TC de tórax axial donde se aprecia una lesión
nodular con imagen de media luna hipodensa sugestiva de aspergiloma. Figura 10.b-c.
TC axial de senos que muestra una sinupatía maxilar y frontal derecha. Figura 10.d-e.
TC coronal de senos donde se confirma la ocupación de seno maxilar derecho.
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Fig. 11: Figura 11.a-c. Rabdomiosarcoma de fosas nasales. RM sagital T1 (a), axial
T2 (b) y coronal T2 y T1 SG con contraste (c), que muestra una gran masa de partes
blandas centrada en seno maxilar izquierdo con un realce intenso y heterogéneo tras la
administración de gadolinio intravenoso. Condiciona una importante destrucción ósea,
que afecta a la órbita y lámina papirácea, con masa infraorbitaria que desplaza el globo
ocular supero-lateralmente, rompe las celdillas etmoidales izquierdas, invade la raíz
nasal contactando y desplazando el tabique hacia la derecha, invade el maxilar superior,
englobando las raíces dentarias, rompe la pared posterior del seno maxilar e invade la
fosa infratemporal y la pared anterior del seno maxilar con importante masa de partes
blandas en región malar. Figura 11.d-f. Histiocitosis de células de Langerhans maxilo-
facial. TC axial y sagital (d) donde se aprecia lesión osteolítica de bordes irregulares en
cuerpo esfenoidal, que se confirma en RM sagital T1 (e) y axial T1 (f).
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Fig. 12: Neuroblastoma metastásico. TC axial (a-b), sagital (c-d) y coronal (e-f) centrado
en órbita y senos paranasales de paciente con neuroblastoma suprarrenal derecho.
Se evidencian múltiples metástasis óseas en órbita derecha, mandíbula y seno maxilar
derecho, con importante destrucción ósea y masa de partes blandas asociada.
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Fig. 13: Displasia fibrosa. Figura 13.a-d. Displasia fibrosa de predominio esfenoidal
y etmoidal. Radiografía simple lateral de cráneo (a) que muestra una expansión e
hiperdensidad en región esfenoidal, que se confirma en RM axial T1 (b), coronal T2 (c) y
sagital T1 SG con contraste (d). Se visualiza extensa lesión ósea insuflante centrada en
el esfenoides, isointensa en T1 e hipointensa en T2, con un intenso realce heterogéneo
con el contraste. La lesión se extiende hacia las celdillas etmoidales, cornete medio
e inferior derecho, porción esfenoidal del clivus, región selar, seno frontal derecho y
calota, con afectación orbitaria. Figura 13.e-h. Displasia fibrosa de predominio maxilar
derecho y frontal. Radiografía simple lateral de cráneo (e) que muestra una expansión
e hiperdensidad en región frontal y maxilar derecha, que se confirma en TC (f y g) y
RM (h). Reconstrucción VR de TC (f) y MIP (g) que muestran una lesión ósea insuflante
que afecta a seno maxilar y frontal derechos. En RM coronal T2 (h) se confirma la
lesión expansiva ósea, con afectación orbitaria y engrosamiento mucoso de seno maxilar
izquierdo.
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Fig. 14: Cuerpo extraño nasal. TC axial (a), reconstrucciones VR (b-c), TC coronal (d)
y sagital (e-f), donde se visualiza una ocupación parcial de ambos senos maxilares por
sinupatía y un cuerpo extraño hiperdenso en interior de fosa nasal izquierda.
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Fig. 15: Figura 15.a-c. Fractura de seno maxilar y frontal izquierdo. TC axial que muestra
una fractura de la pared anterior del seno maxilar y frontal izquierdo, con enfisema
preseptal orbitario. Figura 15.d-f. Fractura compleja conminuta de porción anterior de
maxilar superior y pirámide nasal, con alteración de la alineación de incisivos superiores.
TC axial (d), sagital (e) y coronal (f) que muestra una fractura conminuta de la porción
anterior del hueso maxilar superior y pirámide nasal, con una alteración de la alineación
de incisivos superiores en paciente con traumatismo facial.
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Conclusiones
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