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I Anamnesis
II Examen físico
IV Procedimientos complementarios
V Evolución
VI Terminación
El análisis de ellas nos lleva, sin embargo, a encontrar diferenciada. Esas diferencias son
fundamentales en la anamnesis, parte principal de toda historia y especialmente importante
en este caso.
LA ANAMNESIS PSICOSOMÁTICA
Tenemos ante todo en cuenta lo que el interrogatorio es en sí. En todo contacto humano
existe una relación psicológica especial. La primera vez que nos encontramos con un
semejante decide generalmente el futuro de nuestra relación con él. Se trata de un
complicado procedimiento ideo-afectivo que ahora no podemos detenernos a analizar, pero
que ningún médico debe desconocer. En el caso del enfermo que va a ver al facultativo, la
importancia de la primera entrevista es aún mayor. No queremos entrar a estudiar ahora las
diferentes actitudes que el paciente adopta frente a esa primera entrevista, ni sus
características psicodinámicas. Debemos, si decir que el primer contacto depende, en la
mayoría de los casos, el futuro de la relación médico enfermo, que es, a su vez, decisiva
para el éxito del tratamiento. El paciente, sea que acuda por primera vez a buscar alivio a su
dolencia, o que fracasado antes, renueve sus intentos de curación una vez más, se enfrenta
al médico o a un especial de espíritu. La primera entrevista posee, pues, una fundamental
importancia, que no se toma en cuenta como es debido. El interrogatorio no tiene, desde ese
punto de vista, solamente el valor de una técnica para reunir datos, sino que es, al mismo
tiempo, un medio de establecer una relación humana, de obtener el “rapport” con el
enfermo, de provocar “transferencia”. Estos términos no son sino nombres técnicos puestos
a la relación a la que nos hemos referido. Si el paciente percibe en el médico desinterés,
prisa o simplemente la falta de calor humano, implícita en la consideración del
interrogatorio como una necesaria pero aburrida técnica, no solo no dará los datos que se le
pidan, o los dará con él mismo espíritu de “salir del paso”, sino que no establecerá con el
médico esa relación psicológica, rapport o transferencia, indispensable para el éxito futuro
del tratamiento.
El interrogatorio debe ser conducido de una manera cordial. Detalles como el dar la
mano sonriendo al comienzo y al final, son importantes. Debemos provocar confianza en el
paciente, la actitud “profesional”, no sólo es inhumana, sino contraproducente; constituye
una falta de técnica. Debemos tener y demostrar un auténtico interés por el enfermo como
persona humana (no nos cansaremos de repetirlo). Muchas veces unos minutos de
conversación ”extra médica” intercalada durante el interrogatorio, en conexión con el
trabajo del paciente, su lugar de nacimiento, su deporte favorito o los estudios de sus hijos;
hacen el milagro de cambiar a un ser desconfiado, reticente y casi hostil, en uno sonriente,
hablador y franco. Es fácil observar esas transformaciones y, cuando ellas ocurren,
podemos estar seguros de que hemos tenido un buen comienzo y de que hay muchas
probabilidades de éxito; la confianza, la sincera cooperación, la fe del paciente, hacen más
por el éxito; la confianza, la sincera cooperación, la fe del paciente, hacen más por el éxito
del tratamiento que una perfecta prescripción que no se cumple o se sigue negligentemente
y sin confianza.
En este artículo, dedicado a la anamnesis, no podemos más que referirnos a otro aspecto
realmente importante desde el punto de vista terapéutico. Si el médico ha sido capaz de
obtener el rapport del paciente, si éste ha sentido que tiene en frente no a un preguntón
impersonal, sino a un amigo, cederá a la necesidad experimentada por todo ser humano de
“franquearse” y dará salida a la presión que sus preocupaciones han estado manteniendo.
Nos dirá, muchas veces en medio de lágrimas, su “secreto” y, al hacerlo, si encuentra en su
interlocutor la actitud justa, se sentirá enormemente tranquilizado “como si se hubiera
quitado un peso de encima”. Sentimientos de culpa, tendencias agresivas contenidas,
temores sobrevalorados, al ser expuestos y “vividos” frente a un observador humano y
comprensivo, perderá su fuerza y el paciente se sentirá realmente liberado. Es la conocida
“catarsis” de tan decisivo afecto favorable. Si se produce, basta muchas veces para que un
ser que viniera a vernos deprimido y angustiado, abandone la entrevista “cambiado” por la
descarga de presiones emocionales hasta entonces contenidas. La sensación de tranquilidad
que ello produce actúa sobre la “totalidad” el enfermo- hombre produciendo incluso
cambios en el equilibrio neurovegetativo que, al traducirse en regulaciones metabólicas y
endocrinas, realizan un verdadero milagro de mejoría psicosomática.
Al acercarnos al enfermo debemos saber claramente qué es lo que vamos a preguntar y para
ello necesitamos un plan perfectamente definido. Establezcamos ante todo lo que por medio
del interrogatorio queremos obtener. Ello es, por supuesto, un conjunto de datos que nos
permitan orientarnos en el diagnóstico de la “enfermedad actual”. Algunos de esos datos se
refieren a los “antecedentes patológicos” pero, al lado de ellos, hay muchos otros que se
refieren al enfermo en sí, el paciente como una totalidad.
2. Obtener todos los datos necesarios para una buena anamnesis médica.
Los temas básicos alrededor de los que girará nuestro interrogatorio serán:
1. ENFERMEDAD ACTUAL
2. HISTORIA FAMILIAR
3. HISTORIA PERSONAL
4. NIÑEZ
5. EDUCACIÓN
6. TRABAJO
7. CAMBIOS DE RESIDENCIA
8. ENFERMEDADES Y ACCIDENTES
9. VIDA SEXUAL
13. SUEÑOS
Y ello nos lleva a una tercera consideración. ¿Cómo se obtiene que los
pacientes hablen de sus problemas más íntimos? Creemos que ello es fácil si se
sabe manejar el interrogatorio. Contribuye al buen éxito; una actitud
benevolente y comprensiva aún frente las confesiones más graves, una firme
insistencia cuando es necesario, una explicación amistosa en el momento justo.
Explicación necesaria frente a enfermos que desde el primer momento se
muestran desconfiados, acostumbrados aclarar la situación al comienzo: “voy a
hacerle muchas preguntas, algunas de las cuales le parecerán no tener relación
con su enfermedad. Todas ellas son necesarias y Ud. debe contestarlas.
¿Estamos de acuerdo? De esa manera se elimina, muchas veces, de una vez por
todas, los obstáculos. Cuando notamos resistencias al hablar de ciertos temas,
insistimos “Discúlpeme que le haga estas preguntas pero son indispensables”. A
lo que sigue una somera explicación de cómo las “preocupaciones” influyen
sobre la salud.
A veces notamos que el enfermo nos miente. Ello es fácil de advertir cuando
se ha interrogado a muchos. Generalmente hay algunos signos delatores: el
sujeto duda, mira la cara del interlocutor, se ruboriza. Entonces decimos
firmemente: " Debe ser Ud. franco conmigo Ud. comprende que si le pregunto
todo esto es por que es necesario. Si Ud. Trata de engañarme no hace sino
engañarse a sí mismo porque, al hacerme equivocar por medio de una mentira,
yo no pierdo nada pero usted sí, ya que no puedo darle el tratamiento justo”.
I. ENFERMEDAD ACTUAL
a) ¿Qué le pasa?
g) ¿Cómo siguió?
Que debe completarse siempre con uno o dos: ¿nada más? Ello es
importante. El paciente se queja la primera intención de los síntomas que
más le molestan, lo que no quiere decir que sean los más importantes.
Al terminar esta parte del interrogatorio debemos tener una ida clara
de todo el desarrollo de la enfermedad, los tratamientos seguidos y la
actitud del enfermo durante ella.
b) ¿ Vive su padre?
c) ¿Vive su madre?
Iguales preguntas.
Iguales averiguaciones.
¿Tíos, primos, etc.? ¿Personas “raras”? hay una gran tendencia a negar
esos antecedentes. Si existen, tratar de conocer detalles.
Como resultado de este interrogatorio, el médico debe tener una idea que
se completará con las preguntas siguientes, destinadas a estudiar esa
familia “dinámicamente”.
h) ¿Por qué?
¿Ha sido castigado? ¿Mucho? ¿Por quién? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cómo
reaccionaba a los castigos? .
III. NIÑEZ
b) Datos de la evolución
d) Síntomas neuróticos
¿Ha tenido pesadillas? Terrores nocturnos y reacción de los padres ante ellos.
¿Hasta qué edad se chupó el dedo? ¿Se comió las uñas? ¿Ha tenido pataletas?
¿Con que motivo? ¿Masturbación infantil? ¿Fantasías sexuales? ¿Otras
particularidades?.
IV. EDUCACIÓN
¿A qué jugaba? ¿Tenía tendencia a ser el líder o a seguir a los otros? Investíguese
las características de la reacción social.
¿A qué edad? Si no lo hizo ¿Por qué? Sígase paso a paso la historia educacional
(Instrucción media, Universal), precisando fechas. He aquí algunas preguntas
complementarias: ¿Qué materiales prefería? ¿Por qué? ¿Qué hubiera querido ser?
¿Por qué?.
V. TRABAJO
En esta forma hemos hecho, en realidad, una pequeña biografía del paciente.
Lo hemos seguido paso a paso desde su infancia hasta el momento en que lo
vemos por primera vez ya que la vida familiar, la educación y el trabajo son las
etapas fundamentales de la evolución individua. Hay algo, sin embargo, que
debemos tener presente y que muchas veces se desliza entre los otros datos, si no
estamos preparados a tomarlos en cuenta: los cambios de residencia del enfermo.
Esta es, por supuesto, la parte más difícil del interrogatorio. Y es difícil, en
realidad – la experiencia de enseñar nos ha probado- más que por la resistencia
que el paciente pueda tener para hablar de ella, por la resistencia consciente o
inconsciente que el médico mismo presenta. Si el médico tiene frente a los
problemas de sexo una actitud sana y comprensiva ( lo que naturalmente implica
la misma actitud frente a sus propios problemas en esa esfera), el interrogatorio
no es difícil. Ante un benevolente interés, que no se modifica durante toda la
entrevista; ante una naturalidad dada, que permite tratar el tema como cualquiera
de los otros, no sólo el enfermo o la enferma no se resisten, sino de que tanto
hombres como mujeres tengan oportunidad de hablar seriamente de este tema
con alguien. En la mayor parte de los casos sufren la angustia de la ignorancia y
desearían un consejo sano y autorizado. Por otra parte, el sólo hablar de sus
problemas o sus preocupaciones brinda tranquilidad y desahogo. Es corriente
ver que pacientes de ambos sexos, una vez roto el hielo, se explayan
ampliamente, “abren su corazón” y digan agradecidos al final: “Nunca hablé de
esas cosas, Doctor, con nadie y me ha hecho mucho bien al decírselas”.
Lo que no sólo nos dará la respuesta justa, sino que nos informará sobre
la actitud actual del paciente frente a esa práctica. En caso de una
respuesta afirmativa investiguemos detalles.
k) ¿Otros amores?
Iguales preguntas, que nos darán una idea clara de la manera cómo el
enfermo encarara este aspecto de su vida, así como los traumatismos
emocionales que pudieran haber ocurrido y la reacción a ellos.
l) Matrimonio
B. Las dificultades de esta parte del interrogatorio frente a las mujeres no son
mayores si él es bien conducido. Generalmente, para “romper el hielo”,
comenzaremos con una pregunta leve:
Siempre lo ha tenido.
Si la enferma es soltera:
Terminamos con:
e) ¿Fuma mucho?
f) ¿Otras drogas?
h) ¿Concepciones filosóficas?
Este grupo de interrogantes deben dejarnos con una clara idea sobre
la vida actual del enfermo en todo el valor psicosocial.
He aquí un tópico que el médico olvida casi siempre y que nos parece
fundamental importancia. La actitud del paciente ante su dolencia es
decisiva, no sólo para el conocimiento de su personalidad y para el
diagnostico, sino para la conducta y el éxito de tratamiento.
Preguntemos:
XII. SUEÑOS
Preguntemos:
c) ¿Sueña Ud.?