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En el COPP (2012), la admisión de los hechos se concibe como

una alternativa para la prosecución del proceso, a través de la


cual se impone una condena al acusado con prescindencia del
juicio oral y público.

En tal sentido, cabe acotar que la admisión de los hechos es una


institución del proceso penal cuyos antecedentes dentro del
Derecho Comparado “podemos ubicar en el plea guilty
americano y en la conformidad española (…). En efecto, como
afirma Alcalá-Zamora la naturaleza jurídica de la conformidad
es la de un allanamiento, pues exige un acto de disposición de la
parte acusadora, un juicio de homologación del tribunal acerca
del cumplimiento de los requisitos legales y una sentencia
vinculada a la petición de condena hallada conforme, siempre
que el delito de que se trate no motive la imposición de una
pena superior a prisión menor (seis años). Por su parte, en el
plea guilty no tienen lugar esas limitaciones a los poderes del
tribunal, toda vez que la declaración de reconocerse guilty en el
proceso penal inglés da lugar a la inmediata imposición de la
pena. Tiene lugar la aplicación de este procedimiento cuando el
imputado consiente en ello y acepta los hechos; en estos casos
se puede prescindir del juicio, correspondiendo al tribunal de
control dictar inmediatamente la sentencia. Es éste el único
caso en que el juez de control asume funciones de sentenciador
y no se circunscribe a las funciones contralora y
garantizadora (…)” [Vid. Exposición de motivos del Código
Orgánico Procesal Penal, publicado en la Gaceta Oficial N° 5.208,
Extraordinario, del 23 de enero de 1998].

De igual modo, la admisión de los hechos es definida por la


doctrina como “(…) una de las formas consensuales de
tratamiento de las situaciones penales, así como una de las
formas de autocomposición procesal mediante la cual, el
legislador crea una especial manera de terminación anticipada
del proceso con prescindencia del juicio oral y con la condena
del imputado (…)” [Vecchionacce, Frank. Segundas Jornadas de
Derecho Procesal Penal. Universidad Católica Andrés Bello.
Caracas. 1999. Pág. 45].

Respecto a la institución de la admisión de los hechos establecida


en nuestro sistema procesal penal con la entrada en vigencia del
Código Orgánico Procesal Penal, esta Sala de Casación Penal en
sentencia N° 75, del 8 de febrero de 2001, señaló lo siguiente:

“(…) la ‘admisión de los hechos’, es un procedimiento especial


que procede cuando el imputado consiente en ello, reconoce su
participación en el hecho que se le atribuye, lo cual conlleva a la
imposición inmediata de la pena con una rebaja desde un tercio
de la mitad, atendidas todas las circunstancias y considerando
el bien jurídico afectado y el daño social causado. La admisión
de los hechos supone una renuncia voluntaria al derecho a un
juicio, principio garantizado no sólo por el Código Orgánico
Procesal Penal sino por instrumentos internacionales
ratificados por la República; y al mismo tiempo, tal admisión
evita al Estado el desarrollo de un proceso judicial que siempre
resultará costoso (…)”.

Por su parte, la Sala Constitucional de este Máximo Tribunal, en


decisión N° 565, del 22 de abril de 2005, sostuvo que:

“(…) el procedimiento por admisión de los hechos es una de las


formas de autocomposición procesal mediante la cual el
legislador creó una manera especial de terminación anticipada
del proceso, con prescindencia del juicio oral y público y con la
condena del imputado (…)”.

Atendiendo lo señalado en las decisiones precedentes, la


admisión de los hechos constituye una medida alternativa para la
terminación anticipada del proceso penal, que si bien no se
encuentra incluida dentro de las alternativas a la prosecución del
proceso contempladas en el Capítulo III, Titulo I del Libro Primero
del Código Orgánico Procesal Penal, como es el caso del principio
de oportunidad, la suspensión condicional del proceso y los
acuerdos reparatorios, sin embargo, se caracteriza por ser una
forma de autocomposición procesal que mediante un
procedimiento especial pone fin al proceso.

En tal sentido, el artículo 375 del Código Orgánico Procesal Penal


establece:

“Procedimiento
Artículo 375. El procedimiento por admisión de los hechos
tendrá lugar desde la audiencia preliminar una vez admitida la
acusación, hasta antes de la recepción de pruebas.

El Juez o Jueza deberá informar al acusado o acusada respecto


al procedimiento por admisión de los hechos, concediéndole la
palabra. El acusado o acusada podrá solicitar la aplicación del
presente procedimiento, para lo cual admitirá los hechos objeto
del proceso en su totalidad y solicitará al tribunal la imposición
inmediata de la pena respectiva.

En estos casos; el Juez o Jueza podrá rebajar la pena aplicable al


delito desde un tercio a la mitad de la pena que haya debido
imponerse, pudiendo cambiar la calificación jurídica del delito,
atendidas todas las circunstancias, tomando en consideración el
bien jurídico afectado y el daño social causado y motivando
adecuadamente la pena impuesta .

Si se trata de delitos en los cuales haya habido violencia contra


las personas cuya pena exceda de ocho años en su límite
máximo, y en los casos de delitos de: homicidio intencional,
violación; delitos que atenten contra la libertad, integridad e
indemnidad sexual de niños, niñas y adolescentes; secuestro,
delito de corrupción, delitos que causen grave daño al
patrimonio público y la administración pública; tráfico de
drogas de mayor cuantía, legitimación de capitales, contra el
sistema financiero y delitos conexos, delitos con multiplicidad
de víctimas, delincuencia organizada, violaciones graves a los
derechos humanos, lesa humanidad, delitos graves contra la
independencia y seguridad de la nación y crímenes de guerra, el
Juez o Jueza sólo podrá rebajar hasta un tercio de la pena
aplicable (…) [Destacado de esta Sala de Casación Penal].

De acuerdo con la norma citada, en el procedimiento por


admisión de los hechos deben cumplirse los requisitos
siguientes:

1. a) En primer término, en cuanto a la oportunidad


procesal para que tenga lugar “desde la audiencia preliminar
una vez admitida la acusación”, ante el Juez de Control, o
“hasta antes de la recepción de pruebas” ,ante el Tribunal de
Juicio.
Al respecto, la Sala Constitucional de este Máximo Tribunal en las
sentencias números 5097 y 5099, ambas del 16 de diciembre de
2005, señaló que: “(…) si el legislador estableció dichas
oportunidades procesales a fin de que tuviere lugar la admisión
de los hechos que se imputan, no fue por un simple capricho
sino porque consideró que ese era el momento idóneo, no sólo
en razón de la celeridad procesal sino también como una forma
de ahorrar al Estado los gastos que implica la tramitación de un
procedimiento judicial -penal-. Asimismo, se evita que dicha
figura se transforme en una vía de escape judicial para el
imputado que en una fase posterior a las previstas en el artículo
376 ut supra citado (hoy 375), estando su culpabilidad casi
demostrada, pretenda utilizar la admisión de los hechos como
un medio de atenuación de la pena (…)”.
1. b) Seguidamente, la norma en comento establece que el
juez debe informar al acusado o acusada respecto del
procedimiento por admisión de los hechos, concediéndole la
palabra para que solicite la aplicación de dicho
procedimiento para lo cual manifestará su voluntad de
admitir la totalidad de los hechos objeto del proceso, con la
consecuente solicitud de imposición de la pena que
corresponda.
2. c) Por último, vista la solicitud en cuestión, el juez
deberá imponer la pena, la cual podrá rebajar desde un tercio
a la mitad atendiendo a las circunstancias, tomando en
consideración el bien jurídico afectado y el daño social
causado. Sin embargo, si se trata de delitos en los cuales
haya habido violencia contra las personas cuya pena exceda
de ocho años en su límite máximo, y en los casos de delitos
de homicidio intencional, violación; delitos que atenten
contra la libertad, integridad e indemnidad sexual de niños,
niñas y adolescentes; secuestro, delito de corrupción, delitos
que causen grave daño al patrimonio público y la
administración pública; tráfico de drogas de mayor cuantía,
legitimación de capitales, contra el sistema financiero y
delitos conexos, delitos con multiplicidad de víctimas,
delincuencia organizada, violaciones graves a los derechos
humanos, lesa humanidad, delitos graves contra la
independencia y seguridad de la nación y crímenes de guerra,
el Juez o Jueza sólo podrá rebajar hasta un tercio de la pena
aplicable.
De lo expuesto, se evidencia que lo que caracteriza
fundamentalmente este procedimiento especial es que en su
aplicación se prescinde del juicio oral, correspondiendo al
Tribunal de Control o al de Tribunal de Juicio (dependiendo de la
oportunidad en la cual tenga lugar la admisión de los hechos),
una vez que el imputado consiente en ello y acepta los hechos,
dictar inmediatamente la sentencia.
Es éste pues, el único caso en que el Juez de Control una vez
admitida la acusación fiscal, asume funciones de sentenciador
dictando un fallo condenatorio e imponiendo la pena que
corresponda al ilícito penal, en virtud del reconocimiento expreso
por parte del imputado de su participación en los hechos objeto
de la acusación. Pero es el caso, que igualmente dicha institución
tendrá lugar en la fase de juicio antes de la recepción de las
pruebas, correspondiendo esta vez al juez de juicio emitir el fallo
condenatorio pero con prescindencia del debate contradictorio
que caracteriza al juicio oral, revestido de los principios y normas
generales propias de esta fase del proceso, vale decir, oralidad,
publicidad, inmediación, concentración y contradicción.

Dicho pronunciamiento bien del juzgador en funciones de control


o en funciones de juicio constituye per se un fallo sui generis,
puesto que no se trata de una sentencia en los términos exigidos
por el artículo 346 del Código Orgánico Procesal Penal, toda vez
que el mismo debe cumplir solo con el establecimiento de los
hechos constitutivos del delito por el cual se acusa, la precisión
de las circunstancias, el bien jurídico afectado y el daño social
causado a fin de aplicar la pena correspondiente, es decir,
constituye una resolución que al ser pronunciada con
prescindencia del debate propio del juicio no reúne las
características de una sentencia definitiva dictada al concluir el
proceso penal.

Ello es la razón por la cual, esta Sala de Casación Penal estima


propicia la oportunidad del presente fallo para deslindar la
naturaleza de los pronunciamientos que durante el desarrollo del
proceso penal pueden emitirse en el marco de la resolución de la
controversia planteada por las partes.

Así, entre dichas decisiones judiciales se encuentran los autos de


mero trámite, los autos interlocutorios (también denominados
sentencias o providencias interlocutorias, sean simples o con
fuerza de definitiva) y las sentencias definitivas.

En tal sentido, cabe acotar que las decisiones judiciales se


clasifican de acuerdo con lo establecido el artículo 157 del Código
Orgánico Procesal Penal, en autos y sentencias. Define el Código
Adjetivo Penal los autos como aquellos que “resuelven cualquier
incidente”; en tanto que sentencias, son las decisiones mediante
las cuales se condena, se absuelve o se sobresee, razón por la
cual dicha expresión está reservada a la decisión mediante la cual
se resuelve definitivamente la controversia penal. Finalmente, la
citada norma menciona a los autos de mera sustanciación como
decisiones judiciales que no requieren del órgano jurisdiccional
que sean fundados.

En este orden de ideas, se tiene que los autos de mera


sustanciación (también denominados en nuestro ordenamiento
jurídico indistintamente como autos de sustanciación del proceso
o autos de mero trámite), en su sentido doctrinal y propio, son
providencias interlocutorias dictadas por el juez en el curso del
proceso, en ejecución de normas procesales que se dirigen a este
funcionario para asegurar la marcha del procedimiento, pero que
no implican la decisión de una cuestión controvertida entre las
partes. Lo que caracteriza a estos autos, es que pertenecen al
trámite procedimental, no contienen decisión de algún punto,
bien de procedimiento o de fondo, son ejecución de facultades
otorgadas al juez para la dirección y control del proceso y, por no
producir gravamen alguno a las partes, son inapelables, pero
pueden ser revocados por contrario imperio, a solicitud de parte
o de oficio por el juez (Vid. Sentencia de la Sala Constitucional N°
3255, del 13 de diciembre de 2002).

Para Couture la “Providencia mere interlocutoria” es la


“(…) resolución dictada por el juez el curso de una instancia, y
que sin resolver incidentes ni pronunciarse sobre lo principal del
juicio, asegura su desenvolvimiento y prosecución (…)” (Vid. Abal
Oliú, Alejandro. Clasificación de las Resoluciones Judiciales.
Revista de la Facultad de Derecho N° 40, Universidad de la
República. Uruguay. 2006. Pág. 28).

Coincidiendo con Couture, el autor Enrique Véscovi indica que la


providencia de simple trámite o de mero impulso procesal, entre
otras denominaciones, son “(…) las que recaen en los trámites,
cuyo fin es dar impulso procesal a éstos, sin importar resolución
de incidencias (sean sustanciadas o no) ni, por ende, causar
gravámenes irreparables”; por lo que resulta evidente que tienen
por objeto proponer el impulso procesal y, por tanto, su
contenido guarda relación con la marcha del proceso. (Vid.
Véscovi, Enrique. Los Recursos Judiciales y Demás Medios
Impugnativos en Iberoamérica. Argentina. 1988. Pág. 127).
Dichos autos de trámite se diferencian del auto interlocutorio en
cuanto a su contenido decisorio, y de la sentencia definitiva en
virtud de que una resolución de trámite nunca puede resolver el
objeto principal del proceso.

En cuanto a las resoluciones interlocutorias, también


denominadas en algunos sistemas como “sentencias
interlocutorias”, en otros como “autos interlocutorios” o
“interlocutorias” sin calificativo, o sólo autos, son aquellas que se
sitúan en un punto intermedio (tertium genus) entre las
sentencias definitivas y las providencias simples (de trámite), y en
general, se dictan durante el desarrollo del proceso y resuelven
una cuestión incidental. (Véscovi, Enrique. Op. cit. Pág. 120).

A su vez, desde el punto de vista de su naturaleza, los autos o


sentencias interlocutorias se dividen en interlocutorias simples e
interlocutorias con fuerza de definitiva. Las primeras, constituyen
el tipo de resolución que se dicta durante el desarrollo del
proceso y resuelve una cuestión incidental que en esencia no
comporta un mero trámite o impulso procesal, ya que implica
una decisión sobre un punto controvertido entre las partes.

Respecto de dichos autos interlocutorios simples, la Sala


Constitucional de este Máximo Tribunal se pronunció en el
sentido de que: “Entra[n] dentro de uno de los tipos de los
denominados autos interlocutorios, a los cuales se les ha dado
en llamar irregulares o encubiertos (doctrina y jurisprudencia
uruguaya), puesto que bajo la apariencia de una providencia
simple (una resolución de impulso procesal), en puridad tiene la
misma naturaleza que una interlocutoria propiamente
dicha (…)”. De igual modo, estableció que “(…) Aún cuando dicha
resolución que, si bien bajo la apariencia de una providencia de
trámite (…) comporta un pronunciamiento; sin embargo, la
misma no causa gravamen irreparable, por cuanto sus efectos
son susceptibles de subsanarse, enmendarse o repararse en el
curso ulterior del procedimiento (…)” [Vid. Sentencia N° 1661, del
19 de agosto de 2004].

Por su parte, se denominan decisiones interlocutorias con fuerza


de definitiva las resoluciones que sin pronunciarse sobre lo
principal ponen igualmente fin al proceso haciendo imposible su
continuación. Así, el citado autor Enrique Véscovi, señala que “se
llama interlocutorias con fuerza en definitiva, puesto que, pese
a que no deciden el fondo (mérito) del asunto, igualmente hacen
imposible la continuación del proceso”.

Por ello, los autos interlocutorios con fuerza de definitiva se


distinguen de las demás providencias interlocutorias simples en
razón de que se pronuncian sobre una cuestión conexa a la
principal y tienen la particularidad que ponen fin al proceso.

Finalmente, se entiende por sentencia definitiva aquella que se


pronuncia sobre el objeto principal del proceso al finalizar el
trámite normal de la instancia. De acuerdo al citado autor suele
definirse a la sentencia definitiva como “los actos conclusivos de
cualquier tipo de proceso mediante los cuales el órgano judicial
decide actuar o denegar la actuación procesal”. Por tanto, la
sentencia definitiva constituye el acto en virtud del cual concluye
normalmente todo tipo de proceso judicial. (Véscovi, Enrique. Op.
cit. Pág. 117).

En sintonía con lo anterior, la Sala Constitucional de este Máximo


Tribunal en cuanto a la sentencia definitiva ha señalado que:
“(…) constituye el punto culminante del proceso penal -y de todo
proceso-, siendo el acto judicial por excelencia, mediante el cual
el órgano jurisdiccional construye la solución jurídica al
conflicto social que originó la realización de tal proceso”
(Sentencia de la Sala Constitucional N° 1.661, del 31 de octubre
2008).

Sobre la base de las consideraciones precedentes, esta Sala de


Casación Penal advierte que los fallos judiciales dictados con
ocasión al procedimiento por admisión de los hechos, por ser
decisiones dictadas con prescindencia del juicio oral y
público constituyen resoluciones o autos interlocutorios con
fuerza de definitiva que causan gravamen irreparable, toda vez
que ponen fin al proceso y tienen su fundamento en la celeridad
que ha pretendido imprimirle el legislador al proceso penal así
como generar en el imputado un beneficio en la pena que ha de
imponer el Estado.

En efecto, la decisión emitida en el marco del procedimiento por


admisión de los hechos tiene la naturaleza de una resolución,
por demás condenatoria, que pone fin al proceso, sin embargo,
al ser pronunciada por un juez de control o de juicio
(dependiendo de la oportunidad en la cual tenga lugar la
admisión de los hechos), no se perfecciona el juzgamiento del
imputado (fase de juicio), de allí que es dictada en ausencia de
la etapa de desarrollo del proceso.

Ahora bien, establecida la naturaleza de la resolución judicial


dictada con ocasión al procedimiento por admisión de los
hechos, corresponde a esta Sala de Casación Penal determinar si
la misma resulta impugnable mediante el recurso de apelación
de autos de conformidad con lo dispuesto en los artículos 439 al
442 del Código Orgánico Procesal Penal, o, por el contrario,
mediante el recurso de apelación de sentencia definitiva previsto
en los artículos 443 al 450 del referido texto adjetivo penal.

Así pues, de acuerdo al sistema acogido por el Código Orgánico


Procesal Penal, el recurso de apelación contempla dos
modalidades, a saber: contra los autos o resoluciones
interlocutorias –autos fundados-, y contra las sentencias
definitivas. En ambos casos, si bien se busca que el órgano
superior dicte una nueva decisión que sustituya la de la primera
instancia con un pronunciamiento más favorable para quien
recurre, existen entre ellas diferencias transcendentales en
cuanto al objeto del recurso, su trámite y decisión.

En tal sentido, esta Sala de Casación Penal en el caso de


la decisión dictada con ocasión del procedimiento por admisión
de los hechos, sostuvo el criterio de que la misma debía
impugnarse conforme al procedimiento del recurso de apelación
de la sentencia definitiva, de acuerdo con lo establecido en el
artículo 443 del Código Orgánico Procesal Penal; criterio que
expresó en los términos siguientes:

“(…) si bien es cierto, que el fallo no se produjo con ocasión de


un juicio oral y público, el mismo proviene de un proceso por
admisión de los hechos, el cual le pone fin al proceso y su
naturaleza jurídica es de una decisión condenatoria. Es por ello,
que el referido fallo, tiene carácter de sentencia definitiva y
debe regirse, en la fase recursiva conforme el procedimiento
para la interposición del recurso de apelación de acuerdo a lo
establecido en el artículo 453 (hoy 445) del Código Orgánico
Procesal Penal (…). Por tanto, de acuerdo al criterio
anteriormente referido, las abogadas…disponían de un lapso de
10 días hábiles para interponer el respectivo recurso (…).” [Vid.
Sentencias números 553 y 535 del 21 y 25 de octubre de 2008 y
2009].

Dicho criterio fue ratificado, entre otras, en las sentencias


números 106, del 24 de abril de 2010, y 93, del 5 de abril de 2013,
en el sentido siguiente:

“(…) la sentencia dictada con ocasión del procedimiento de


admisión de los hechos pone fin al proceso, siendo en su
naturaleza una decisión condenatoria, por tanto con carácter de
sentencia definitiva. Debiendo impugnarse conforme al
procedimiento para la interposición del recurso de apelación, de
acuerdo con lo previsto en el artículo 453 de la ley adjetiva
penal (hoy 445) (…)”.

Sin embargo, esta Sala de Casación Penal en decisión N° 529,


del 27 de julio de 2015, cambió de criterio con relación a
dicho trámite estableciendo al efecto que: (Haz clic para ir a la
Máxima)

“(…) esta Sala de Casación Penal estima necesario señalar que


ha sido criterio reiterado de la misma que estos fallos tienen
carácter de sentencia definitiva y que deben regirse, en la fase
recursiva, conforme al procedimiento para la interposición del
recurso de apelación contra sentencias definitivas, con arreglo
en lo establecido en el artículo 445 del Código Orgánico Procesal
Penal (…)

Por otra parte, cabe señalar que la Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia ha sostenido un criterio distinto a
éste; por ello, es oportuno citar el criterio contenido en la
sentencia N° 1085 del 8 de julio de 2008, (caso: Manuel Gregorio
Fernandes Pardau), que regula el trámite de las apelaciones
interpuestas contra las decisiones condenatorias dictadas en la
audiencia preliminar producto del procedimiento por admisión
de los hechos, en la cual se señaló lo siguiente:

‘(…) Respecto de la apelación contra las decisiones


condenatorias dictadas en la audiencia preliminar, producto de
la admisión de los hechos, la Sala, a partir de su sentencia N°
90/2005 del 1 de marzo, recaída en el caso Claudia Valencia, ha
fijado el siguiente criterio jurisprudencial:

Sin embargo, el tribunal de control condenó a la ciudadana


Claudia Valencia al cumplimiento de veinte (20) años de prisión
por la comisión de los delitos de homicidio calificado en grado
de cooperador inmediato y agavillamiento. Contra la referida
decisión la aquí demandante apeló para ante la Corte de
Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana
de Caracas y, el 22 de diciembre de 2003, la Sala n° 10 de la
referida Corte de Apelaciones expidió fallo mediante el cual
declaró inadmisible la apelación que fue interpuesta de
conformidad con lo que establece el artículo 437, letra c) (hoy
428 tercer aparte), del Código Orgánico Procesal Penal y porque,
además, la recurrente no fundamentó su escrito de conformidad
con las exigencias que establece el artículo 452 (hoy 444) del
Código Orgánico Procesal Penal y, en consecuencia, por auto del
9 de enero de 2004, ordenó la remisión del expediente al
Tribunal de Control, el cual lo envió, a su vez, al Juzgado de
Ejecución correspondiente antes del cumplimiento del lapso que
preceptúa el artículo 462 (hoy 454) del Código Orgánico Procesal
Penal.

El artículo 376 (hoy 375) del Código Orgánico Procesal Penal


dispone lo siguiente:

Solicitud. En la audiencia preliminar, una vez admitida la


acusación, o en el caso del procedimiento abreviado, una vez
presentada la acusación y antes del debate , el Juez en la
audiencia instruirá al imputado respecto al procedimiento por
admisión de los hechos, concediéndole la palabra. Este podrá
admitir los hechos objeto del proceso y solicitar al tribunal la
imposición inmediata de la pena. En estos casos, el Juez deberá
rebajar la pena aplicable al delito desde un tercio a la mitad de
la pena que haya debido imponerse, atendidas todas las
circunstancias, tomando en consideración el bien jurídico
afectado y el daño social causado, motivando adecuadamente la
pena impuesta. (…)’.

Por su parte, el artículo 451 (hoy 443) del texto normativo a que
se hizo referencia establece:

Admisibilidad. El recurso de apelación será admisible contra la


sentencia definitiva dictada en el juicio oral.

De los artículos que fueron transcritos se evidencia claramente


que la decisión que se emita en el procedimiento por admisión
de los hechos está sujeta a apelación, conforme a las
disposiciones del Libro Cuarto, Título III, Capítulo I ‘De la
apelación de autos’, del Código Orgánico Procesal Penal , y ello
es tan así que, de conformidad con lo que dispone el citado
artículo 376 (hoy 375), es una vez admitida la acusación en
audiencia preliminar y antes del debate oral que el juez instruye
al imputado respecto del procedimiento por admisión de los
hechos, en el cual éste podrá admitir los hechos que le son
imputados por el Ministerio Público –como sucedió en el
presente caso-. En consecuencia, es claro que no le era oponible
a la justiciable la inadmisibilidad del recurso de apelación que
interpuso, con base en el artículo 437, letra c) (hoy 428 tercer
aparte), y de conformidad con lo que dispone el artículo 452 (hoy
444) del Código Orgánico Procesal Penal, toda vez que la
recurrente no fundamentó la apelación en los motivos que
recoge el citado artículo, por cuanto no fue, se insiste, una
decisión definitiva dictada en juicio oral. Por el contrario, es un
auto con fuerza de definitiva que causa gravamen irreparable,
por lo que era impugnable de conformidad con lo que preceptúa
el cardinal 5 del artículo 447 (hoy 439 numeral 5) del Código
Orgánico Procesal Penal .

De lo antes transcrito se observa que el criterio de la Sala es


que la decisión que se emita en el procedimiento especial por
admisión de los hechos estará sujeta a apelación conforme a los
artículos 447 al 450 (hoy 439 al 442) del Código Orgánico
Procesal Penal, disposiciones estas contenidas en el Libro
Cuarto De los Recursos, Título III De la Apelación, Capítulo I, De
la apelación de autos (…)’

De lo antes transcrito, se observa que el criterio de la Sala


Constitucional es que la decisión que se emita en el
procedimiento especial por admisión de los hechos estará
sujeta a apelación conforme al artículo 440 del Código Orgánico
Procesal Penal (…)
En consecuencia, la Sala de Casación Penal, acogiendo el criterio
jurisprudencial de Sala la Constitucional del Máximo Tribunal de
la República, establece expresamente el cambio de criterio de
esta Sala con relación al trámite que debe dársele a dichos
recursos ante las Cortes de Apelaciones, por lo que el trámite
que se le dará en lo sucesivo será el establecido en el Código
Orgánico Procesal Penal para las sentencias
interlocutorias (…)” [Destacado de la cita].

Del fallo citado se deduce que el cambio de criterio respecto al


trámite que debía dársele a los recursos de apelación
interpuestos contra las decisiones condenatorias dictadas -bien
en la audiencia preliminar una vez admitida la acusación fiscal o
antes de la recepción de pruebas ante el tribunal de juicio- con
ocasión del procedimiento por admisión de los hechos,
se produjo en el marco de la interpretación que hizo la Sala
Constitucional de este Máximo Tribunal de la naturaleza de tales
decisiones, y en la cual expresamente indicó que
constituyen autos con fuerza de definitiva que causan gravamen
irreparable, por lo que se subsumen en aquellas decisiones
recurribles de acuerdo con el numeral 5 del artículo 439 del
Código Orgánico Procesal Penal, impugnables mediante el
recurso de apelación de autos dispuesto en el artículo
442 eiusdem.

Ello es así, toda vez que el recurso de apelación de autos


previsto en los artículos 439 al 442 del Código Orgánico
Procesal Penal, tiene por objeto la revisión por parte del
Tribunal de Alzada del quebrantamiento de una norma
procesal o garantía procesal en la decisión, por lo que no hay
examen del fondo del asunto, toda vez que el órgano
jurisdiccional no dicta una resolución que reúna las
características propias de la sentencia definitiva.

Mientras que la apelación de sentencia de acuerdo a lo


establecido en el artículo 443 del Código Orgánico Procesal
Penal es admisible solo contra la sentencia definitiva dictada
en el juicio oral, en razón de lo cual constituye un recurso de
fondo cuya finalidad es la impugnación de la sentencia que
se dicta una vez concluido el debate oral, vale decir, de la
sentencia de mérito con fundamento en los motivos
expresamente señalados en el artículo 444 eiusdem de la
manera siguiente:

“(…) Artículo 444. El recurso sólo podrá fundarse en:

1. Violación de normas relativas a la oralidad, inmediación,


concentración y publicidad del juicio.
2. Falta, contradicción o ilogicidad manifiesta en la
motivación de la sentencia.
3. Quebrantamiento u omisión de formas no esenciales o
sustanciales de los actos que cause indefensión.
4. Cuando ésta se funde en prueba obtenida ilegalmente o
incorporada con violación a los principios del juicio oral.
5. Violación de la ley por inobservancia o errónea
aplicación de una norma jurídica(…)”.
Dichos motivos dan lugar al recurso de apelación contra la
sentencia definitiva por cuanto el juzgador ha incurrido en vicios
que tienen lugar solo cuando la cuestión principal controvertida
ha sido decidida cumpliéndose con las fases propias del proceso
penal (preparatoria, preliminar y de juicio oral). Tales vicios de la
sentencia definitiva se han clasificado en errores de
procedimiento –in procedendo– que surgen por infracción de
normas procesales durante el proceso y la formación de la
sentencia, y en errores de juzgamiento –in iudicando– que se
relacionan con errores en el juicio para decidir, que pueden ser
de hecho o de derecho.

De manera que, a criterio de la Sala de Casación Penal, una


resolución o auto interlocutorio con fuerza de definitiva no puede
ser impugnado mediante el recurso de apelación de sentencia
definitiva, ya que si bien pone fin al proceso no comporta, y ello
se reitera, una sentencia en los términos exigidos por el artículo
346 del Código Orgánico Procesal Penal, de manera particular, en
cuanto lo relativo con “La enunciación de los hechos y
circunstancias que hayan sido objeto del juicio”, toda vez que, tal
como se explicó precedentemente en el presente fallo, el auto
interlocutorio con fuerza de definitiva constituye una resolución
que no decide el fondo o mérito del asunto, aun
cuando igualmente hace imposible la continuación del proceso.

Por ello, la Sala de Casación Penal atendiendo las


consideraciones que anteceden, ratificó su criterio respecto al
procedimiento que debe seguirse para impugnar las decisiones
interlocutorias con fuerza de definitiva dictadas en el marco del
procedimiento por admisión de los hechos establecido en el
artículo 375 del Código Orgánico Procesal Penal, el cual no es
otro que el trámite establecido para el recurso de apelación de
autos previsto en los artículos 439 al 442, del Código Orgánico
Procesal Penal.

Al respecto, el citado artículo 439 del texto adjetivo penal


establece que:

“(…) Artículo 439. Son recurribles ante la corte de apelaciones las


siguientes decisiones:

1. Las que pongan fin al proceso o hagan imposible su


continuación.
2. Las que resuelvan una excepción, salvo las declaradas
sin lugar por el Juez o Jueza de Control en la audiencia
preliminar, sin perjuicio de que pueda ser opuesta
nuevamente en la fase de juicio.
3. Las que rechacen la querella o la acusación privada.
4. Las que declaren la procedencia de una medida cautelar
privativa de libertad o sustitutiva.
5. 5. Las que causen un gravamen irreparable, salvo que
sean declaradas inimpugnables por este Código.
6. Las que concedan o rechacen la libertad condicional o
denieguen la extinción, conmutación o suspensión de la
pena.
7. Las señaladas expresamente por la ley (…)” [Destacado
de esta Sala de Casación Penal].
En este orden de ideas, la condenatoria dictada en la audiencia
preliminar en aplicación del procedimiento por admisión de los
hechos, constituye un auto con fuerza de definitiva que causa
gravamen irreparable, por lo que se subsume en aquellas
decisiones que son recurribles a tenor de lo establecido en el
numeral 5 del artículo 439 del Código Orgánico Procesal Penal. Y,
así se establece.

Del mismo modo, una vez interpuesto el recurso de apelación de


autos y emplazada las otras partes para que lo contesten y, en su
caso, promuevan prueba, todo ello dentro de los plazos
determinados en los artículos 440 y 441 del Código Orgánico
Procesal Penal, el procedimiento a seguir para su resolución de
acuerdo con el artículo 442 eiusdem, es el siguiente:

“(…) Artículo 442. Procedimiento. Recibidas las actuaciones, la


corte de apelaciones, dentro de los tres días siguientes a la
fecha del recibo de las actuaciones, decidirá sobre su
admisibilidad.

Admitido el recurso resolverá sobre la procedencia de la


cuestión plateada dentro de los diez días siguientes.

Si alguna de las partes ha promovido pruebas y la corte de


apelaciones la estima necesaria y útil, fijará una audiencia oral
dentro de los diez días siguientes a la recepción de las
actuaciones y resolverá al concluir la audiencia.

Cuando la decisión recurrida sea la prevista en el numeral 4 del


artículo 439 de este Código, los plazos se reducirán a la mitad.

El que haya promovido prueba tendrá la carga de su


presentación en la audiencia.
El secretario o secretaria, a solicitud del o la promovente,
expedirá las citaciones u órdenes que sean necesarias, las
cuales serán diligenciadas por éste o ésta.

La corte de apelaciones resolverá, motivadamente, con la


prueba que se incorpore y los testigos que se hallen
presentes (…)”.

Como se aprecia, la disposición normativa transcrita


precedentemente establece el trámite a seguir en el recurso de
apelación de autos, señalando en primer lugar, que la Corte de
Apelaciones deberá decidir sobre la admisión del recurso dentro
de un plazo de tres días contado a partir de la fecha de recibo;
con ello se advierte que corresponderá al Tribunal de Alzada
examinar las causales de inadmisibilidad que se estipulaban en el
artículo 428 del Código Orgánico Procesal Penal; seguidamente,
resolverá la cuestión planteada dentro de los diez días siguientes.
Pero, si alguna de las partes ha promovido prueba y la Corte de
Apelaciones la considera necesaria y útil, fijará una audiencia oral
dentro de los diez días siguientes a la recepción de las
actuaciones y resolverá al concluir la audiencia.

Finalmente, acorde con el aparte in fine del citado artículo 442


del Código Orgánico Procesal Penal, al concluir la audiencia oral
la Corte de Apelaciones deberá resolver la cuestión planteada
con base en las pruebas presentadas debidamente incorporadas
y los testigos que se hallen presentes. Dicha decisión debe
contener una parte dispositiva en la que se debe declarar la
forma como se resuelve el recurso y los efectos de la decisión.

Corolario, las Cortes de Apelaciones no pueden incurrir en


violación de la ley por falta de aplicación del artículo 447 del
Código Orgánico Procesal Penal, por cuanto tal normativa refiere
al trámite del recurso de apelación contra la sentencia definitiva
dictada en el juicio oral, específicamente, a la celebración de una
audiencia oral que deberá realizarse dentro de un plazo no
menor de cinco días ni mayor de diez días contados a partir de la
fecha del auto de admisión del recurso de apelación, ya que, la
apelación se interpone en contra de una resolución interlocutoria
con fuerza de definitiva que puso fin al proceso haciendo
imposible su continuación, por ende, impugnable mediante el
recurso de apelación de autos, de conformidad con lo dispuesto
en los artículos 439 al 442, del referido texto adjetivo penal. Por
lo que al resolver este tipo de recursos, no se exige audiencia
pública.

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