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Para iniciar la explicación del proceso revolucionario, Lynch hace referencia al sistema
colonial, el cual descansaba en un equilibrio de grupos de poder en el cual la
administración concentraba el poder político, que se reforzaba con el poder
“pedagógico” de la iglesia; pero el poder económico, el de los propietarios rurales y
urbanos era liderado por una porción mayor de criollos.
Con una amplia mayoría de “clases bajas” surgió un rudimentario cuerpo de milicias
que, comandadas por Santiago Liniers, logro el armisticio británico para el 12 de agosto
de ese año.
Un año después, el 3 de febrero, otra expedición avanzó hacia el Rio de la Plata, pero
esta vez tomaron Montevideo, y desde allí avanzaron hacia Buenos Aires, comandado
por el general Whitelocke, pero debió de rendirse ante las fuerzas organizadas por
Martin de Álzaga, debiendo abandonar incluso Montevideo tras su derrota.
En estos episodios los criollos se dieron cuenta no solo de su poder y fuerza, si no que
adquirieron identidad y pudieron percibir la debilidad de la corona española.
Convirtiéndose la milicia criolla en un nuevo núcleo de poder.
En 1808 llegarían a la ribera del plata las noticias de los sucesos europeos, en los que
Fernando VII y su padre Carlos III se vieron obligados a dejar la corona al hermano de
Napoleón, José Bonaparte. Entre 1808 y 1810 se pasara del “juntísimo” en España al
“concejo de regencia”, oportunidad aprovechada por los patriotas porteños para
desconocer dicha institución, defendida por el entonces virrey llegado en 1809: Baltasar
Hidalgo de Cisneros, y volcarse al autogobierno. Con su capacidad militar, y sus ideas
“Ilustradas”, enfocadas en la liberalización económica, y favorables al comercio libre,
del cual ya habían sido beneficiarios por contrabando o bien en situaciones
excepcionales.
Los sucesos que van entre el 18-19 de mayo y el 25 en Buenos Aires son harto
conocidos. Atribuyéndose la “retroversión del poder a la ciudadanía” la junta de mayo
destituyo al virrey Cisneros y sus funcionarios exiliándolos hacia las islas Canarias.
Sin embargo, las provincias comenzaban a hacer camino propio; en 1815 Santa Fe y
Córdoba anunciaron su independencia de Buenos Aires; y en la Banda Oriental Artigas
gobernaba a sus anchas. Obviamente esta disputa de poder con la fracción porteña tenia
bases económicas, ya que la política económica de puerto único defendida por Buenos
Aires era incompatible con los intereses del interior e incluso el litoral, si bien este
beneficio de la apertura comercial.