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John Lynch – Las Revoluciones Hispanoamericanas - 1808-1826

Capítulo II – Revolución en el rio de la plata

Para iniciar la explicación del proceso revolucionario, Lynch hace referencia al sistema
colonial, el cual descansaba en un equilibrio de grupos de poder en el cual la
administración concentraba el poder político, que se reforzaba con el poder
“pedagógico” de la iglesia; pero el poder económico, el de los propietarios rurales y
urbanos era liderado por una porción mayor de criollos.

Iniciado lo que se conoce como despotismo ilustrado, reformas borbónicas de por


medio, ampliando el control estatal a expensas del sector privado y recortando el poder
a la iglesia minó las bases de su poder y genero entre los “nativos” un creciente
descontento.

Particularmente en el Rio de la Plata se dio, además, iniciado el siglo XIX,


particularmente en 1806, una invasión de una fuerza expedicionaria británica que el 27
de junio ocupó Buenos Aires. Mientras tanto el actual virrey, marqués de Sobremonte
escapaba al interior con el tesoro real.

Con una amplia mayoría de “clases bajas” surgió un rudimentario cuerpo de milicias
que, comandadas por Santiago Liniers, logro el armisticio británico para el 12 de agosto
de ese año.

Un año después, el 3 de febrero, otra expedición avanzó hacia el Rio de la Plata, pero
esta vez tomaron Montevideo, y desde allí avanzaron hacia Buenos Aires, comandado
por el general Whitelocke, pero debió de rendirse ante las fuerzas organizadas por
Martin de Álzaga, debiendo abandonar incluso Montevideo tras su derrota.

En estos episodios los criollos se dieron cuenta no solo de su poder y fuerza, si no que
adquirieron identidad y pudieron percibir la debilidad de la corona española.
Convirtiéndose la milicia criolla en un nuevo núcleo de poder.

En 1808 llegarían a la ribera del plata las noticias de los sucesos europeos, en los que
Fernando VII y su padre Carlos III se vieron obligados a dejar la corona al hermano de
Napoleón, José Bonaparte. Entre 1808 y 1810 se pasara del “juntísimo” en España al
“concejo de regencia”, oportunidad aprovechada por los patriotas porteños para
desconocer dicha institución, defendida por el entonces virrey llegado en 1809: Baltasar
Hidalgo de Cisneros, y volcarse al autogobierno. Con su capacidad militar, y sus ideas
“Ilustradas”, enfocadas en la liberalización económica, y favorables al comercio libre,
del cual ya habían sido beneficiarios por contrabando o bien en situaciones
excepcionales.
Los sucesos que van entre el 18-19 de mayo y el 25 en Buenos Aires son harto
conocidos. Atribuyéndose la “retroversión del poder a la ciudadanía” la junta de mayo
destituyo al virrey Cisneros y sus funcionarios exiliándolos hacia las islas Canarias.

Aplastada la “contrarrevolución” al mando de Liniers en Córdoba las expediciones


“porteñas” buscaron hacerse del total del territorio del recién desintegrado Virreinato
del Rio de la Plata, aunque dicha pretensión fue desconocida en el Paraguay, la Banda
Oriental y el Alto Perú, resistencia “española” o tradicional primero y separatista
después.

Los acontecimientos hicieron que se creara un nuevo ejecutivo conocido como


“Triunvirato”, en 1811, depuestos luego por los recién llegados: José de San Martin y
Carlos de Alvear en 1812, instalándose un segundo triunviro. Una vez que llego San
Martin a hacerse cargo del “derrotado” ejercito del norte, el ultimo triunvirato fue
depuesto y organizado otro poder ejecutivo conocido como “el Directorio”, tomando el
cargo Gervasio Antonio de Posadas en enero de 1814.

Sin embargo, las provincias comenzaban a hacer camino propio; en 1815 Santa Fe y
Córdoba anunciaron su independencia de Buenos Aires; y en la Banda Oriental Artigas
gobernaba a sus anchas. Obviamente esta disputa de poder con la fracción porteña tenia
bases económicas, ya que la política económica de puerto único defendida por Buenos
Aires era incompatible con los intereses del interior e incluso el litoral, si bien este
beneficio de la apertura comercial.

Celebrado el Congreso de Tucumán, declarada la independencia de España y cualquier


otra potencia en un contexto desfavorable se sanciona una constitución de corte unitario
en 1819 por ese congreso, con ausencia de las provincias bajo influencia de Artigas y
para el 1 de febrero del año siguiente el “Directorio”, por entonces a cargo de Rondeau
sufrió una aplastante derrota en Cepeda a manos de los caudillos del litoral López y
Ramírez generándose un vacío de poder en Buenos Aires e iniciándose un periodo
donde las provincias se lanzaran hacia el “autogobierno” y se iniciara un lapso de
“guerras civiles” que no culminaran del todo hasta 1852, cuando comienza a
organizarse formalmente el estado argentino.

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