Sei sulla pagina 1di 13

MASÓN

La palabra masón es de origen fráncico (la lengua germánica de los francos, antes de latinizarse y
convertirse en franceses).

Procede del germánico mattjon, que deriva en metze, en antiguo alemán, y en makyon en lengua
franca, para transformarse en mascun o machun, en francés antiguo.

Significaba «cortador» o «tallador». Steinmetzer era, en alemán, el cantero o labrador de piedras.


La palabra más próxima, en bajo latín medieval, sería massa, pero con el significado de «amasijo»,
«masa» o «mazo».

El Diccionario de la Real Academia Española recoge el término mazonero y la palabra mazonar,


aplicadas respectivamente al que hace la masa o mortero para unir las piedras de una construcción
y a la acción que realiza.

Así es que, en español, el que mazona podría recibir el nombre de mazón o mazonero. Con ello se
estaría aludiendo a alguien que trabaja en la construcción, pero no a un tallador de piedras.

El equivalente español del término germánico metzer y del fráncico mascun, aunque sin relación
etimológica con ellos, sería cantero, palabra probablemente céltica que aparece en castellano
hacia el siglo XIII.

Las canteras de las que se extrae la piedra se llamaban, en latín, latomiae o lautumiae y de ahí que
«Latomia» sea otra forma de denominar a la Masonería entre nosotros.

El prefijo franc, añadido al término «masón», parece consolidarse en Inglaterra, en el siglo XIV,
para subrayar la situación social de los masones dedicados a un tipo de construcción cualificada.

En relación con el origen de esta designación existen, al menos, dos criterios: el de los
historiadores que defienden la aparición de la palabra «free-mason» (masón libre o franquiciado),
relacionándola con el trabajo de la «free-stone» (piedra libre o caliza, de fácil cincelación), por
oposición al «roughmason» que realizaba trabajos más elementales (con piedra dura).

Y el de quienes consideran, sin duda apoyándose en datos históricos muy consistentes, que la
«franquicia» a la que aludía la palabra «francmasón» o «masón franco» era la gozada por aquellos
artesanos de la piedra que no se hallaban sujetos estrictamente a las reglamentaciones
municipales o reales obligatorias para los practicantes de oficios en la Edad Media.

En Escocia, quienes pasaban a ostentar el rango de «maestro» en las guildas en que se agrupaban
los obreros de cada oficio, eran «liberados» o hechos libres de ciertas obligaciones municipales.

En Francia, el «Libro de los Oficios», que escribió Esteban Boileau en 1286, recopilaba y detallaba
las normas estatutarias por las que se regían las diversas cofradías parisinas.

El término «masón» se introdujo en la lengua española, durante el siglo XVIII, para designar
específicamente a los miembros de la Orden «francmasónica» y carece en este idioma de cualquier
otro significado.

Por ello, resulta innecesario en nuestra lengua utilizar el prefijo «franc» (franco, libre), a diferencia
de lo que ocurre en francés o en inglés, en que los términos «maçon» y «mason» (sin prefijo)
designan a los albañiles u obreros de la construcción, recibiendo el nombre de francmaçon y
freemason sólo los constructores simbólicos, miembros de las Logias de nuestro tiempo.

Lo expuesto pone de relieve la estrecha vinculación de los masones antiguos con la talla de piedras
y con la construcción realizada con ellas.

Algunos de los hitos del proceso histórico que conecta la masonería de oficio (edificadora u
operativa) con la masonería constructora de pensamiento,son muy interesantes... dando origen a
la que hoy conocemos como Orden Masónica.

Conocerlos... Nos permitirá proponer, en su momento, una correcta definición, de lo que es…esta
Institución.

La orden masonica no es oculta, por lo tanto no es secreta, pero si discreta... Nuestra discreción
debe estar siempre por delante, para fluir armoniosamente en nuestros trabajos, debemos estar
en discreción. La primera etapa del aprendizaje masónico está signada por el silencio como medio
hábil de lograr una atmósfera de trabajo adecuada y una herramienta eficaz para el desarrollo
intelectual y cultivo de la mente. Es una herramienta hábil como un inductor hacia la calma interna
necesaria para contrarrestar la ansiedad, falsas ideas y la prisa impuesta desde las tentaciones del
mundo profano. Recordemos nuestros principios de "Ecce, Audite, Silentium".

//---------------------------------------------------------------------------------------------------//

El silencio del Aprendiz

La primera etapa del aprendizaje masónico está signada por el silencio como medio hábil de
lograr una atmósfera de trabajo adecuada y una herramienta eficaz para el desarrollo intelectual y
cultivo de la mente. Es una herramienta hábil como un inductor hacia la calma interna necesaria
para contrarrestar la ansiedad y la prisa impuesta desde las tentaciones del mundo profano.

Los Hermanos Aprendices, dedicados a la talla y desbaste de la piedra bruta en silencio, somos
símbolo vivo y operante de quien trabaja en la construcción de su propia perfección, de quien
busca alcanzar los más altos principios intelectuales, morales y sociales que modelen nuestro
carácter plenamente, puesto que esta actitud implica una buena cuota de fuerza de voluntad para
contener nuestra necesidad natural de polemizar y expresar nuestros pareceres. El silencio nos
dará la paciencia necesaria para la resolución de problemas, nos dará la posibilidad de elección de
la palabra precisa cuando se nos habilite el uso del verbo, nos dará la posibilidad de brindar una
respuesta adecuada, inteligente, fraterna, libre de egoísmos, de falacias y ofensas pero sí cargada
de luz.
La dualidad del silencio

Por su funcionalidad, el silencio de los Aprendices debe verse desde la dualidad que tantas
veces se presenta a nuestros aún ignorantes ojos. Una primera acepción: como silencio para
escucharse a sí mismo, pues los ruidos del mundo profano nos dispersan y nos apegan a lo
superficial; sin que podamos lograr profundizar en los conocimientos ni en la observancia de la
naturaleza. Aprendiendo a escucharnos, los Hermanos Aprendices aprenderemos a darle a
nuestras palabras el sentido profundo y correcto que una persona cultivada ha de tener, cuando
adquiramos la facultad del verbo no parlotearemos, sino que diremos palabras con profundo
sentido.

Una segunda acepción: como silencio para escuchar al otro; porque al no participar, con
palabras en Logia, de los debates sobre las planchas buriladas y los temas propuestos, los
Hermanos Aprendices nos centraremos y nos concentraremos en la escucha reflexiva. De este
modo, las palabras de nuestros Hermanos no se perderán en nuestras cabezas, sino que serán
asimiladas, analizadas e incorporadas a nuestra “Tabla rasa”, como quien guarda en un baúl el
conocimiento que nos ha de dar luz y grandeza a nuestra alma: el insumo necesario al crecimiento
de nuestro intelecto y la virtud a nuestra persona. Podría decirse que, mientras nuestros Hermanos
hablan, los Hermanos Aprendices participamos en el diálogo del taller por medio de nuestro
silencio; pero no de un silencio por imposición, un silencio por ignorancia o un silencio por
desinterés… Todo lo contrario: se trata de un silencio fértil que nos ayuda a desarrollar nuestro
conocimiento, nuestro ser, nuestra conciencia y, en cierta manera, también es un silencio activo
porque toma nota, piensa, da fruto. Como vemos, el silencio se nos puede presentar dualmente
entre un silencio pasivo y un silencio activo.

A través del silencio activo y pasivo nos enseña a vencer nuestras pasiones, someter nuestra
voluntad y crear progresos por el conocimiento adquirido en el silencio, creando un silencio
virtuoso, logrando así el dominio de la materia, teniendo en cuenta que nuestro mandíl del
aprendiz, a medida que avanzamos en la vida masónica, baja la solapa hacia la materia, quedando
la unión entre la materia y el espíritu, adquiriendo así el grado de Compañero (Aumentando el
Salario por el desempeño del debastamiento de la piedra bruta).

Origen del silencio masónico

Históricamente, en la comunidad filosófico-educativa que significó la Escuela Pitagórica (sabido


era una escuela Iniciática), sus discípulos se distinguían en tres grados, siendo el primero el
acústico, así llamado para aprender a silenciar la mente, en el cual se imponía un período de
noviciado de tres años, en donde se les admitía como oyentes, observando un silencio absoluto,
como método de asimilación de conocimientos y adquisición de mesura, como instrumento para el
desarrollo de la razón y meditación. Posiblemente sea este el origen del periodo de aprendizaje
adoptado por los masones como método.

Silencio como virtud


Para aprender a callar, hay que ser consciente de nuestras flaquezas… ¡vaya que resulta a veces
difícil encontrar nuestro silencio interior! De esa dificultad deriva sin duda la mayoría de los vicios
del ser humano; pues la palabra resulta ser la consecuencia directa de nuestros pensamientos, la
expresión audible de nuestros sentimientos y pareceres. La mejor palabra es aquella que es breve
y concisa, la sabia, la que transmite la verdad, la que persigue el bien. Aprender a hablar poco, lo
justo y suficiente, significa en el masón en general, no sólo en el Aprendiz, la fuerza de voluntad, el
carácter templado, el dominio de sí mismo, la elevación de su espíritu.

Muchos podrán ver una contradicción entre el principio masónico de ser “libres pensadores” y
este silencio metódico. Sin embargo, nosotros los masones hemos de ver este silencio impuesto
como el medio idóneo para lograr precisamente esa libertad de pensamiento no infectada de
vicios profanos, no influida por el pequeño mundo exterior gobernado por el egoísmo, la falta de
profundidad en los conceptos, la vergonzante superficialidad con que se convive día a día y la falta
de comprensión para ver más allá de nuestras narices. Es por eso que buscar la luz interior, buscar
la luz del conocimiento es poder ver más allá del árbol que nos impide ver el bosque. El Silencio del
Aprendiz está lejos de constituir una medida limitante o autoritaria, tendiente a frustrar o
disminuir al recién iniciado; al contrario, es un instrumento educativo, de formación iniciática, que
por tanto debe asumirse con plena conciencia de sus beneficios.

La Masonería nos enseña a darle justo valor al silencio. Es por lo expresado que hay que
distinguir entre unos y otros silencios. No debemos jamás confundir el silencio elevado a virtud,
enseñado y practicado en la masonería, con aquel otro silencio que es impuesto por la fuerza y que
nace del temor; y que, valiéndose de la represión amordaza, no deja expresar libremente nuestros
pensamientos y le arrebata al hombre una de sus más preciadas conquistas: la libertad de
expresión. Tampoco es pertinente concebir en el espíritu masónico aquel silencio que puede
contribuir a encubrir malas acciones o pensamientos torcidos.

El silencio practicado con una actitud iniciática se eleva al rango de virtud, pues gracias a él es
posible aprender a ser prudente, diligente, moderado y discreto, observar constructivamente las
faltas y ser indulgente con las fallas y aprovechar los aciertos de los demás para bien propio y
colectivo.

El silencio en Logia

Obviamente que el silencio no es virtud propia del Hermano Aprendiz, es una virtud que ha de
adquirirse y guiar toda nuestra vida masónica. No en vano una de las primeras acciones solicitada
por nuestro Venerable Maestro al estar en Logia, cuando inicia los trabajos, es meditar en silencio,
solamente escuchando una tenue melodía…. ¿Por qué?… La respuesta es sencilla: el silencio nos
lleva a adentrarnos en un estado que nos transporta más allá de lo que perciben nuestros sentidos;
nos ayuda a abrir nuestro corazón y nuestro intelecto, para recibir los mejores frutos de la
espiritualidad y del conocimiento.

El silencio solicitado al inicio de toda tenida permite nuestra unión mística y la posibilidad de
enlazar las mejores energías que deben ser utilizadas en nuestros trabajos. El estar en silencio al
abrirse los trabajos, nos está aislando de preocupaciones externas y establece en nuestra mente
las condiciones del silencio interior, tan necesarias para absorber las enseñanzas de la Orden. El
silencio nos permitirá desarrollar con mayor claridad las ideas y los conceptos que exponemos en
las tenidas.

La palabra y el silencio, como en la música, deben ser usados con orden, ritmo y armonía.
Cuando un Hermano hace uso del verbo, los demás Hermanos deben escuchar en silencio, con
atención y actitud respetuosa, receptiva y fraternal; lo que ayuda también a preparar una
recreación ordenada y consciente.

Antes de clausurar los trabajos, el Venerable Maestro nos recuerda nuestra promesa de silencio
sobre lo percibido por nuestros sentidos a lo largo de la Tenida. Esto, desde luego no sólo debe
tomarse en sentido literal, sino también en sentido alegórico y simbólico.

El silencio en la Cadena de Unión crea una atmósfera cálida, de vinculación fraternal, que va
fortificando nuestros lazos, a medida que la practicamos juntos y en armonía.

El silencio en el rito de la iniciación

Retrotrayendo el tiempo a nuestra iniciación, es bueno recordar que el silencio resulta clave en
el rito; desde que somos vendados y llevados al cuarto de reflexión, se nos enseña que sólo a
través de la contemplación se puede acceder a las primeras verdades. Verdades que es necesario
desentrañar poco a poco y a través del crecimiento interior. La Ley Iniciática del Silencio comienza
cuando siendo profanos entramos a la Cámara de la Reflexión; donde permanecer solos, rodeados
de símbolos, frases y palabras, y se nos estimula a penetrar en nuestro interior.

De igual forma, cuando prestamos juramento, adquirimos la obligación de callar,


especialmente cuando se nos indica que no debemos revelar los secretos de la orden ni la palabra
enseñada al mundo profano. Allí, el silencio simboliza la discreción y la disciplina del Masón, así
como su lealtad frente a sí mismo y sus hermanos. Para ser más elocuente, transcribo un viejo
adagio que resulta claro sobre el punto: “los labios de la sabiduría están mudos fuera de los oídos
de la comprensión”; por ello, el buen masón prefiere que le corten la garganta antes que romper
su silencio.

El silencio como conducta

El alcance de nuestra palabra, producto de nuestros pensamientos, resulta clave en la


construcción del templo interior, a través del pulimento de la Piedra bruta. Lo mejor es callar si aun
no sabemos cómo y cuándo hablar. Es mejor callar, hasta que aprendamos la importancia de
utilizar la palabra de una forma consciente, mesurada y sabia. Es mejor callar cuando no estemos
seguros de poder dominar la pasión como detonante de nuestros pensamientos; y así no avasallar,
herir, dañar al otro y seguramente dañarnos a nosotros mismos. Es mejor callar cuando no
estemos preparados para aceptar nuestra misión. Es mejor callar cuando se empieza a caminar por
senderos desconocidos.
Aldo Lavagnini en su Manual del Aprendiz nos dice: “La disciplina del silencio es una de las
enseñanzas fundamentales de la Masonería. Quien habla mucho, piensa poco, ligera y
superficialmente. Generalmente, su visión de las cosas será estrecha e inflexible; y por
consiguiente, no tendrá elementos para valorar nuevas ideas u horizontes. Por eso, la Masonería
busca que sus adeptos se hagan mejores pensadores que oradores.“

El silencio como vía hacia los logros

Los más grandes logros del pensamiento humano han sido fruto, sin duda, de una investigación
nacida en el silencio interior de su creador. Como ejemplo, sólo citare dos casos significativos: el de
Miguel de Cervantes Saavedra, quien recluido en un calabozo, escribió las páginas de su inmortal
Don Quijote de la Mancha, aunque el mismo dijo que ésa no era su mejor obra. Otro ejemplo es
Beethoven, quien aislado en su mundo interior, en el silencio forzado de su sordera, concibió
maravillosas obras musicales, para algunos jamás igualadas.

Seguramente, el silencio tiene muchos otros significados en ritos especiales y en otros grados
masónicos, pero aún no estamos preparados los aprendices para develar estos nuevos “misterios”,
ya habrá tiempo de ir aprendiéndolos a lo largo de nuestro camino hacia la luz, en forma lenta
pero segura.

No quiero terminar este trabajo sin antes citar algunas frases célebres que ilustran el valor del
silencio.

“No es necesario decir todo lo que se piensa, lo que sí es necesario es pensar todo lo que se dice.”
(Quino)

“Más vale permanecer callado y que sospechen tu necedad, que hablar y quitarles toda duda de
ello.” (Abraham Lincoln)

“Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.” (Proverbio hindú)

“Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras.” (William Shakespeare)

//-----------------------------------------------------------------------------------------------------//

Egregor

Egregor es un concepto propio del ocultismo que viene a representar una “forma de pensamiento”
o “mente colectiva de grupo”, esto es, una entidad psíquica autónoma capaz de influir en los
pensamientos de un grupo de personas. La simbiótica relación entre un egregor y su grupo ha sido
comparada con los conceptos recientes no ocultistas de empresa o corporación (como entidad
jurídica) y el meme.

Uso contemporáneo

Gaetan Delaforge, en la revista Gnosis de 1987, define un egregor como una especie de mente
colectiva creada cuando la gente se unen para un propósito común conscientemente. El concepto
ha gozado de renovada popularidad entre los practicantes de la magia del caos,[cita requerida]
siguiendo el "Metabolismo Corporativo" de la serie de artículos de Paco Xander Nathan,
publicados en 2001.

El resultado de una sinergia de pensamientos podría ser la descripción más concisa de este estado
de ánimo.

La noción de "egregor" también aparece en el libro Roza Mira del ruso Daniil Andreyev donde
representa el brillo en la nube como el espíritu asociado con la Iglesia. En Rusia es una creencia
común que la palabra "egregor" se originó de este libro espiritual.[cita requerida]

El movimiento ocultista ruso DEIR, dirigido por Dmitry Verischchagin, también emplea este
concepto.

Podemos identificar las características de diferentes egrégores en situaciones como por ejemplo:

encuentros deportivos

eventos musicales masivos

manifestaciones callejeras

actos políticos

congregaciones religiosas o cultos particulares

actividades empresariales

cine

teatro

televisión

publicidad

manifestaciones culturales diversas,

...entre muchas otros ejemplos notorios y no tan notorios.

La mayor parte de la gente no tiene idea de qué significa la palabra EGREGOR.

Es más, probablemente la mayor parte de los diccionarios no contengan esa palabra y mucho
menos su significado. El porqué podemos esbozarlo sencillamente.

Se trata de un término ESOTÉRICO. Pero no esotérico porque se trate de "cosas raras" o


"misteriosas" sino esotérico en un sentido estricto.
Es un término que se utiliza a la interna (en el círculo interno) de una Orden Iniciática, y por eso,
casi ni se conoce la palabra en sí, y mucho menos su significado.

Vayamos al significado del término. No vamos a exponer aquí su historia y origen etimológico pues
lo desconocemos a ese nivel.

Se llama EGREGOR a un conglomerado específico de energías (del plano astral) compartidas por un
colectivo humano. Todo egregor es una Entidad vigilante.

Un egregor surge siempre de un colectivo.

Consciente o inconscientemente, los colectivos humanos (dos o más personas) vierten su


ATENCIÓN y sus EMOCIONES sobre determinados intereses.

Las características de los objetivos del colectivo son lo que le dan sus cualidades específicas al
egregor, mientras que las emociones son las que le dan la fuerza.

Metafóricamente podríamos decir que la emoción es el "material" y la atención es la dirección y


"la forma".

Es perfectamente comprensible que el alcance y el poder de un egregor es directamente


proporcional a la cantidad de personas que lo crean y sostienen con sus emociones y su atención.

Todo egregor como entidad, se identifica con su creador, y siempre que se lo convoque (aún
inconscientemente) vendrá en apoyo o auxilio de quien le brinda "alimento" (su alimento son las
emociones, la atención, y la intención), por eso se le llama vigilante.

Es una entidad inteligente, pues aprende y se perfecciona, y combatirá contra aquello que
amenace su supervivencia y la de sus creadores. El grado de identificación que tenga una persona
o grupo con una causa, puede llegar a ser tal, que el egregor se manifieste con una intensidad de
POSESIÓN.

La posesión implica que esa energía de identificación impregna a uno o varios individuos tan
intensamente por un lapso de tiempo, que el egregor se manifiesta a través de ellos, y los
individuos se tornan INSTRUMENTOS de la causa compartida, pudiendo llegar a acciones que luego
no pueden justificar como emergidas de su propia voluntad individual consciente.

Pasamos a ejemplificar con un área particular, el fútbol.

EGREGOR y FÚTBOL

Todo equipo deportivo tiene sus características propias, tienen una historia, tienen un tipo de
personas que lo siguen, con una filosofía y conjunto de valores, entre otras características que los
diferencian de las demás.

Las "cosas" que unen al colectivo "hinchada" se retroalimentan y refuerzan constantemente. Surge
así el egregor particular de un equipo.
Las victorias y las hazañas van forjando la parte positiva de esa entidad colectiva. Es esa fuerza
inexplicable que hace que las cosas salgan bien en los partidos difíciles y los partidos se ganen a
pesar muchas dificultades.

Cuando eso sucede se le llama "la mística" de tal o cual equipo. Esa mística, no es otra cosa que la
fuerza y la confianza del colectivo, manifestada en el juego, sus actores y sus circunstancias.

Sin embargo hay colectivos que tienen emociones muy hostiles y así el egregor se va tornando
agresivo y reaccionario. Todo egregor se alimenta como dijimos, de la atención, de las emociones y
de las intenciones de sus creadores.

Como es un fenómeno de FEEDBACK (retroalimentación) el egregor se nutre de su gente, y a su


vez, influye a su gente, pues tiende naturalmente a la homogeneización de sus componentes.

Pasemos a un ejemplo concreto:

A. es un hombre muy fanático del equipo X.

No es una persona violenta en su vida cotidiana.

X. tiene un egregor XX compuesto de un grupo de gente poco tolerante a sus rivales, agresivos,
violentos y hostiles.

El fanatismo del individuo A lo hace comulgar con el egregor XX.

El egregor XX devuelve a A sus características, dentro de las cuales está una marcada hostilidad y
violencia hacia los rivales. Influido de tal manera por la energía colectiva hija de aquella
identificación primaria, A será un individuo hostil y hasta violento.

Fuera del entorno que hace manifestar al egregor XX, A seguirá siendo un individuo absolutamente
normal.

No hace mucho tiempo hubo un crimen bastante crudo en nuestro fútbol, el asesinato de Héctor
Da Cunha.

¿Quién mató a Da Cunha? ¿Uno, dos, tres individuos con nombre y apellido... o una energía
colectiva manifestada a través de ellos?

Es una interesante pregunta... que me apena profundamente... sea cual sea la respuesta. ¿Valió la
pena? ¿Enseñó algo? ¿Es el único "monstruito" que anda suelto pidiendo sangre?

No está demás, tenerlo en cuenta.

EGREGORES GENÉRICOS y MASAS CRÍTICAS

Para cerrar el tema, mencionaremos que no solo a un nivel de colectivos pequeños o medianos
existen "entidades" o energías que se alimentan de la ATENCIÓN o de las EMOCIONES que se les
presten...

A nivel mundial existen conceptos que la gente alimenta con su tiempo, su mente, sus emociones.

¿Ejemplos?: Nosotros aportamos, el concepto se alimenta y crece, para luego devolver al mundo
SU CUALIDAD, con la intensidad que LA MASA le haya prestado (cedido).

Desde diversas Escuelas y Libros se desliza la teoría de que el Ser Humano es Co-creador de su
realidad a través de sus Pensamientos y Creencias. Y ciertamente es así.

El hecho de NO PENSAR en "ALGO" no va a hacer que deje de existir... pero el hecho de prestarle
nuestras emociones y pensamientos (ambos son energías) a ciertos conceptos, hacen que estos
tengan más potencia, se reflejen (manifiesten) y se precipiten activamente sobre el mundo.

¿QUÉ ES EL “EGREGOR” DE UNA LOGIA?

Egregor” [Del griego Egregoroi] significa velar. Egrégora también proviene del mismo término y
designa la fuerza generada por la sumatoria de las energías físicas, emocionales y mentales de dos
o más personas cuando se reúnen con cualquier finalidad.

A los Egregores Eliphas Levi, el escritor ocultista francés, los denomina príncipes de las almas.
Rizardo da Camino en su Diccionario Masónico, dice que es un “Cuerpo Místico que se forma con
sus propias peculiaridades, después de la apertura del Libro Sagrado, cuando todos se unen con las
mentes para el acto de crear”. Al Egregor se le supone un centro de conciencia dévico,
entendiendo por dévico a las reacciones del Espacio por cualquiera de los estados de conciencia
humanos.

Se le conceptúa esotéricamente como un ente primordial formado por una agrupación de almas
en un todo de sustancia mental o psíquica.

Los antiguos consideraban a la Egrégora un ser vivo con fuerza y voluntad propias generadas a
partir de sus creadores o alimentadores pero independiente de las de cada uno de ellos.

En el plano racional a los Egregores se les entiende como formas psíquicas que tienen que ver con
estados de conciencia humanos. Es un ‘ser psíquico’ de carácter colectivo; un campo de influencia
común, es un fluir sutil, invisible y elástico que ocupa espacios y que transmite energías creadas
por un modo de pensar, de sentir o de actuar de los seres humanos. Es un “ente” real, sensible y
actuante, aunque imponderable, que permite tener a los corazones sintonizados.

Es un alma grupal, un arquetipo que dirige el destino de la comunidad. Es innegable su poder por
la consolidación de lazos entre el individuo y el grupo integrando al primero a un registro del
inconciente colectivo. Si algunas personas se reúnen y emiten vibraciones fuertes e idénticas por
pensamientos de la misma naturaleza, formarán uno por energía positiva o negativa, según sea el
genero de los pensamientos emitidos, el Egregor creado con nuestros pensamientos, sentimientos
y emociones y de acuerdo a ellos, reaccionará sobre nosotros. Es decir; todo impulso vital o
substancial que surge de individuos o de comunidades produce una reacción en el espacio que
provoca la forma psíquica de un Egregor, que se establece alrededor de las personas, de los
hogares, de templos, de instituciones, etc, y por el que se puede percibir las condiciones y carácter
de los mismos.

La Egrégora se realimenta de las mismas emociones que la crearon, y a quienes la engendraron, se


les induce a producir repetidamente las mismas emociones. Los hay efímeros y permanentes. Los
primeros obedecen a impulsos psíquicos o estados de conciencia esporádicos y sin fuerza
aglutinante; los segundos son el resultado de la acumulación de materia psíquica realizada de
manera constante y permanente por efecto de los estados de conciencia habituales, ya sea de los
individuos o de los grupos. Por ejemplo: Una persona pesimista producirá un tipo de energía que
por ley de afinidad se fijará a su alrededor y se ligará con personas y sitios que tengan su misma
vibración.

Vibración que puede ser uno de los siete principios herméticos, el que dice: “Nada está inmóvil,
todo se mueve, todo vibra”

Si consideramos que hay tres planos de existencia: el plano físico o material, el plano mental o
metafísico y el plano espiritual, también existen tres tipos de vibraciones, la más baja la del plano
material y la más alta que corresponde al plano espiritual. Obviamente así como en el plano físico
no todo lo que existe posee la misma vibración, en los demás planos también hay diferencia
vibracional. En el Universo entero no hay nada que esté inmóvil y quieto sino que en realidad está
todo continuamente vibrando y en movimiento. Cualquier pensamiento (positivo o negativo) es
energía que sale de nosotros hacia el mundo exterior para dar forma a lo que hemos pensado.

En su camino se une con pensamientos similares de otras personas y se fortifica, una vez que es lo
suficientemente fuerte, regresa a quien lo creó. Una perfecta comprensión de este principio
habilita al estudiante hermético a controlar sus propias vibraciones mentales, así como las de los
demás.

Tres axiomas herméticos:

«Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración.»

«Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y


concéntrese a la atención en el polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se elimina
cambiando su polaridad.»

«La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de
condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.»

El Egregor formado por el poder de los ritos, de las ceremonias litúrgicas y de meditaciones
llevadas a cabo regularmente por las distintas religiones, sociedades y escuelas esotéricas de
entrenamiento espiritual del mundo determinan estados psíquicos con gran influencia que afectan
el ambiente particular de tales comunidades y también sobre otras conciencias generando un
fenómeno psicológico vivenciado como un despertar espiritual.
Así, se aprecia una elevación o dignificación de la conciencia. Estos Egregores son deseables,
necesarios, y es lícito pretenderlos como cohesión iluminada. Por el contrario, existen otros
negativos que son generados por actos de egoísmo, por la incapacidad de aceptación del bien y de
rechazar al mal.

Estos Egregores son los más numerosos y los que frecuentemente nos encontraremos cruzados en
el camino hacia la máxima elevación espiritual en donde se busca la paz, la serenidad y la
comprensión.

Los distintos tipos de Egregores cualifican la vida de individuos y de los grupos que los produjeron
por efecto de sus ordinarios y habituales trabajos y estados de conciencia.

Los hay que provenientes del pasado aun pululan en ritos y ceremonias y continúan proyectando
energías. Otros, de carácter reciente generan un poder muy notorio en la vida actual
determinando los aspectos sociales, políticos, culturales, de las distintas naciones.

Ente mágico y etéreo, fruto de sinergismo de personas reunidas en la práctica de un ritual, como
energía psíquica se dota de una forma objetiva en el plano donde se manifiesta.

Esta forma se adapta a las expresiones de la personalidad cuando se experimentan estados de


conciencia como el odio, la envidia, el miedo o la desesperación o, por el contrario, la
benevolencia, el afecto, la compasión, la decisión o el valor.

La acumulación de las energías psíquicas exigiendo una forma haya en los distintos espacios
cualificados la respuesta adecuada. La actividad en distintos niveles de expresión psíquica, produce
y determina aquellas formas y una vez creadas se introducen en las mismas constituyendo lo que
podríamos denominar esotéricamente un centro de conciencia grupal.

El Egregor, siendo básicamente una creación mental -ya sea en un sentido positivo o negativo-
ofrece la particularidad de estar dotado de una conciencia embrionaria con capacidades de acción
y de reacción, así como de un alto espíritu de supervivencia.

Tiene capacidad de absorción de las energías y también de expansión de las mismas, oponiendo
resistencia a las fuerzas que tratan de destruirle. Los Egregores influyen muy directamente en la
historia humana estructurando ambientes psíquicos que determinan el grado de civilización y
cultura. Jesús formó el Egregor del cristianismo Hitler el del nazismo.

El masónico aparece en las logias durante el trabajo, por ello, sería aconsejable que el lugar esté
exclusivamente dedicado para el oficio masónico y que la tenida se lleve a cabo tanto en el
desarrollo del Ritual como en las intervenciones personales en completa armonía.

La Egrégora masónica atribuye a los trabajos un carácter místico, diferenciándolos de otros tipos
de reuniones, por tanto, al ingresar en el Templo, los miembros deberían dejar todo pensamiento y
actitud profana fuera.

Los Aprendices, Compañeros y Maestros, superando el papel de simples espectadores, deberían


estar dispuestos a realizar aportes de actitud y opinión constructiva que producirán una especie de
vibración involucrada que constituirá un Egregor particular al que nos conectaremos mental o
emocionalmente, alimentándolo, al mismo tiempo que nos alimenta a nosotros en un constante
equilibrio.

Si nuestro trabajo en el Taller se limita al simple ejercicio mímico del Rito, si evidenciamos una
actitud desapegada y sin sentido ceremonioso, si nuestra intervención es una simple exposición de
palabras vacuas, una logomaquia sin sentido, si nuestro pensamiento se enroca perezosamente en
la rutina y desprecia aspiraciones elevadas; entonces estaremos contribuyendo a la formación de
un Egregor que sumado a otros con igual actitud aumentará su fuerza y provocará el fracaso de los
trabajos.

Cuando un hermano realiza su honesto aporte masónico puede generar una vibración poderosa
que se propagará libremente por el silencio de algún alma opacada estimulando su reflexión.
Imaginemos a la totalidad de hermanos trabajando con similar disposición y será fácil augurar un
futuro provechoso para ése templo.

Hay logias en las que sus características peculiares perduran a pesar de los individuos que entran y
salen de ella, el taller tiene su alma, su Egregor, formado por todos los que participaron en las
Tenidas, también por su embellecimiento y cuidado, que deben ser permanentes.

Así, el Templo puede ser sencillo pero debe estar escrupulosamente limpio, decorado con buen
gusto para estimular la emoción artística, porque el arte y la belleza son fundamentales para la
evolución del Egregor de la Logia.

Deberían evitarse la murmuración, los gestos poco fraternales. Sería deseable por parte de todos
los hermanos que sus trabajos estén regidos por los pensamientos más elevados y con las palabras
más respetuosas y afectuosas. Convendría que las tenidas fueran constantes y regulares con
asistentes sinceros y entusiastas con los trabajos de la Logia.

//--------------------------------------------------------------------------------------------------------//

Potrebbero piacerti anche