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Berlin distingue entre libertad positiva y negativa, entendiendo que son dos maneras de
entender la libertad que empezaron siendo muy parecidas y se convirtieron en polos
opuestos.
Smith cree que esta distinción es errónea porque toda libertad es ambas.
Gerald MacCallum critica a Berlin diciendo que no existe diferencia entre la libertad para y
la libertad frente a. Lo expone según una relación triádica.
X = sujeto de la libertad;
Y = restricción u obstáculo
Z= fin u objetivo
Cualquier afirmación que se quiera hacer sobre la libertad tiene esta fórmula. Las
discrepancias son sobre qué es X/Y/Z.
Según MacCallum, sólo hay un concepto de libertad, que es el de la fórmula triádica. Las
diferencias no son sobre el concepto, sino sobre las concepciones. Especialmente sobre qué
es X/Y/Z. Según Smith esto es coherente con las dos concepciones de libertad, ya que si
hubiera dos formas de rellenar la ecuación entonces tendríamos dos concepciones de
libertad, y podríamos decir que Berlín llama concepto a lo que realmente es una
concepción. Pero dado que hay múltiples maneras de rellenar la fórmula, decir que solo hay
dos categorías puede llegar a ser excesivamente simplista.
Para analizar las diferentes concepciones de libertad hay que analizar en qué es agente (x),
cuáles son las restricciones del agente (y), y qué objetivos persigue (z). Una vez se ha
determinado eso, entonces se puede decir a favor de qué concepción estamos.
De esta forma, libertad positiva y negativa no es una forma útil de analizar las concepciones
de libertad, y él propone tres formas distintas de verlo para aclarar conceptos.
Sólo porque alguien no te impida hacer algo no significa que puedas hacerlo, y en estos
casos: ¿eres libre porque nadie te lo impide? ¿o careces de libertad porque no puedes
hacerlo? Es el debate más relevante para la política contemporánea.
2. No existe ninguna ley que impida a los británicos a ir a Bahamas. Los ciudadanos
tendrían esa libertad en cuestión.
No tiene sentido decir que son plenamente libres para irse de vacaciones, porque
hay impedimentos como la pobreza que hacen que carezcan de libertad efectiva.
Tendrían libertad formal (nadie les impide hacerlo) pero no tendrían libertad
efectiva.
La derecha afirma: libertad es no ser interferido por otros, por lo que la mejor forma de
gobernar es no interfiriendo. Laissez-faire. Quiere limitar al Estado a un guardián nocturno
de Nozick. La izquierda cree que estos perciben la libertad como algo negativo, simplista.
Entienden que sólo las interferencias deliberadas de otros (e.g. leyes) constituyen la Y. La
izquierda dice que esto es una versión extremadamente restringida.
La izquierda afirma que libertad es más que no ser interferido. La libertad efectiva se puede
alcanzar colocando a las personas en una posición de hacer cosas que de otro modo no
quieren hacer. El Estado tiene que ser intervencionista, redistributivo, facilitador. Así, la
izquierda ve la libertad como algo que requiere intervención, como algo positivo, que es lo
que Blair intentaba defender.
Entienden que la pobreza o la falta de recursos son Y. Por lo que creen que darle dinero a las
personas, educación, servicios de salud, constituye una forma de incrementar la libertad
efectiva, porque así pueden aprovechar oportunidades que de otra forma no estarían
realmente disponibles para ellos. Hasta entonces, tendrían libertad formal, pero para ciertas
personas se requiere una acción gubernamental para que llegue a ser efectiva.
Berlín: libertad positiva = libertad efectiva. Cree que no deberíamos confundir la libertad en
sí con las condiciones para su ejercicio.
Los británicos son libres para ir a las Bahamas, pero sólo algunos reúnen las
condiciones necesarias para ir.
Según Berlin, si apoyamos la concepción de libertad efectiva, estamos confundiendo la
libertad en sí (que en realidad debería ser una libertad de no interferencia) con otros valores
de igualdad o la justicia. No hay que confundir, porque incluso si la igualdad o la justicia
requieren redistribución, esto no significa que la redistribución promueva la libertad.
Hay que distinguir los conceptos, de manera que no se mezclen, pero Smith no está de
acuerdo en decir que los británicos pobres sean libres para ir a Bahamas y que no tengan las
condiciones necesarias.
Para que todo esto sea cierto, tenemos que partir de la premisa de que la distinción entre
libertad formal y efectiva es una distinción real. En el caso de los británicos, en Dictadura los
ciudadanos no pueden ir a Bahamas por una ley (ley = y), y en Gran Bretaña, los ciudadanos
no podrían ir si carecieran de recursos (recursos = y). Ergo, la diferencia reside sobre qué es
una restricción a la libertad.
En el caso en el que una persona pobre intente ir a Bahamas, será detenido por no tener
billete, y aun así lo que le estará limitando será la ley, puesto que establece que para volar
las personas han de tener un billete válido. De esta forma, aunque Dictadura tenga una ley
que explícitamente prohíbe ir a Bahamas, GB tiene una ley que impide que los ciudadanos
viajen sin billete. Por lo tanto, no es sólo una falta de recursos lo que impide a las personas
ir a Bahamas, sino la combinación de: (1) falta de recursos, (2) ley nacional, (3) policía que la
aplica y te detiene, y esto es una interferencia deliberada, de tal forma que si no tienes
dinero para comprar un billete, no puedes ir de viaje.
Esto no significa que se deba votar quién va de vacaciones, porque la ley que restringe esta
libertad puede estar justificada, y esta restricción también puede estar justificada. Es sólo
para demostrar que, al final del día, la restricción (y) a la libertad es la ley que el Estado
respalda.
Tener dinero te permite hacer cosas que si no lo tuvieras no podrías hacer, por lo que el
Estado protege la propiedad privada. Pero estas leyes son una limitación deliberada por
parte del Estado (por parte del pueblo en su conjunto) de las elecciones que la gente hace
sobre cómo vivir su vida.
Las leyes que limitan la forma de vivir son limitaciones formales a la libertad, aunque esto
no siempre tiene que ver con el derecho y el dinero (e.g. una persona enferma que no puede
estudiar la carrera que quiere sin tratamiento médico).
Se puede afirmar que el Estado puede promover la libertad efectiva de algunos de sus
ciudadanos, porque en el caso del enfermo la restricción (y) no es la falta de dinero, sino la
falta de salud.
Es completamente diferente que la libertad efectiva y formal, pero también se aplica a los
términos de Berlin de libertad positiva y negativa.
Autonomía: autogobierno, auto-legislación.
Se distingue entre autonomía y deseo, porque se cree que una persona puede estar
haciendo lo que quiera sin realmente controlarse a sí misma. Entonces se establece que
nadie interfiere con ella (libertad negativa) pero, ¿tiene el control de su propia vida?
(libertad positiva).
En el análisis de libertad efectiva y formal, nada dice que las ausencias de limitaciones para
hacer algo tengan que ver con los deseos. Es decir, en la libertad efectiva no se trata de
ninguna manera la autonomía, el control sobre la vida propia.
La libertad como autonomía es la libertad como poder o capacidad efectiva para actuar.
Entiende que las personas pueden estar haciendo lo que quieran hacer, pero como sus
deseos no tienen una condición extra (autonomía de sus deseos) no son realmente libres.
Berlin cree que esto es muy peligroso, porque esto es lo que llevó a los regímenes
totalitarios, y especialmente a que estos justificaran su gobierno en nombre de la libertad.
Ejemplo: el Estado proporciona educación a los que sin esto no la tendrían. Se puede decir
que una persona con educación es más libre que una que no la tiene, porque tendrá más
opciones (libertad para leer, sumar) que una que no. Si se educa a una persona se aumenta
su libertad efectiva (para poder hacer cosas), y así es como darle dinero.
En segundo lugar, la educación aporta libertad porque alguien que ha recibido información y
sabe procesarla, puede pensar por sí mismo por lo que es más autónomo y puede hacerse
cargo de su propia vida.
Este ejemplo muestra que la libertad como autonomía no necesariamente tiene que
asustarnos, porque parte de la libertad como autonomía es poder pensar con claridad y
hacer juicios informados sobre lo que uno desea. Para entender por qué a Berlin le rallaba
esta libertad hay que entender que cada persona es un sujeto dividido en varios tipos de
“yo” (Kant).
Autonomía = el yo ideal tiene el control del yo inferior. Es decir, cuando uno no actúa
guiado exclusivamente por el deseo, porque entonces no tenemos el control. (e.g. si cuando
deseas hacer algo, pero sabes que no lo debes hacer, no lo haces, estás en control).
Si estamos de acuerdo con esto, la libertad es más que hacer lo que uno quiere. Esto es
peligroso, porque para llegar al Yo ideal hay que saber qué es lo racional/superior para
nosotros; y entonces se puede plantar el Estado y decir:
Las personas están obligadas a ser libres (El contrato social, Rousseau).
Esta es la libertad positiva que más interesa a Berlin, y hoy en día, la idea de que los seres
humanos tienen cierto propósito superior o verdadero que justifica que el Estado los
obligue a vivir de una manera determinada es más de una religión (e.g. fundamentalismo
islámico en Afganistán). El principal enemigo de Berlin y Locke hoy en día sería la
“intolerante religión de Estado”.
Así, el Yo superior del individuo, es el que pone el interés colectivo por encima de los
intereses individuales. En estas teorías, el yo empírico (yo heterónomo, con deseos y
emociones) es algo diferente del individuo, y no es el verdadero sujeto de la libertad.
Cuando pensamos que la libertad sólo se alcanza cuando el colectivo (sea la nación, la raza
o el proletariado) alcanza su verdadero propósito (e.g. comunismo), entonces la libertad de
los individuos empíricos se puede denigrar. Esto es lo que afecta a Berlín.
Según Smith, la libertad positiva hay que limitarla al concepto de libertad como
autonomía. Además, sostiene que se puede estar de acuerdo con que libertad verdadera es
libertad efectiva (Tony Blair) y discrepar con que la libertad es vivir racionalmente según la
única fe verdadera (Kant).
“Un hombre libre es aquel que […] no se ve impedido en la realización de lo que tiene
voluntad de llevar a cabo” (Leviatán, Hobbes) es como decir que:
Libertad es que individuos empíricos (x) no sean interferidos por otros individuos empíricos
(y) para actuar según sus deseos (z).
Esto se puede interpretar de múltiples maneras, porque la libertad como autonomía es una
familia de concepciones: según Kant puede ser en actuar moralmente; según los románticos
en expresar al verdadero yo; vivir según la única fe verdadera.
Todas tienen en común que la libertad del sujeto (x) puede estar limitada por factores
internos (como los deseos) y no sólo por interferencia de otros sujetos externos).
LIBERTAD COMO PARTICIPACIÓN POLÍTICA VS LIBERTAD QUE EMPIEZA DONDE ACABA LA
POLÍTICA
Berlín también compara a los que creen que la libertad se alcanza con actividad política y a
los que creen que la libertad es esencialmente algo privado. Así, entendería que la libertad
positiva es algo vinculado a la participación política en el Estado, mediante el autogobierno
colectivo y la participación en la creación de las leyes. En el otro lado de la balanza estarían
los que entienden que las leyes son las reglas que determinan lo que el individuo es libre de
hacer y lo que no.
Esto sería compatible con la libertad como autonomía, porque si pensamos que la libertad
es la verdadera autorrealización y que ésta se alcanza mediante la actividad política,
entonces diremos que la libertad se alcanza mediante la actividad política.
De esta manera, los defensores del contrato social sostienen que tiene sentido que
las personas sacrifiquen la libertad de hacer lo que les dé la gana en defensa de la
libertad bajo la ley, que es más valiosa.
Esta teoría no entra a juzgar quién promulga dicha ley, por lo que según esta regla
de tres mi libertad de no ser asesinado puede estar protegida por la ley, aunque la
promulgue un dictador.
Por ejemplo, el esclavo de un amo liberal puede ver que él puede hacer cosas que el
esclavo de un amo autoritario no puede. Pero aun así sigue sin ser su propio amo,
por lo que independientemente de lo que se preocupe su amo por él sigue sin tener
libertad como no dominación.
Libertad de un ciudadano (x), frente a la dominación de otros (y) para adoptar las
reglas bajo las que vivirá (z).
Por lo tanto, los liberales y los republicanos discrepan en si (y en qué medida) una
ciudadanía activa, implicada, políticamente alerta es necesaria para asegurar la protección
de la libertad negativa (no interferencia).
Por lo tanto, el mejor sistema para alcanzar la libertad negativa más segura es una república
autogobernada, en la que todos los ciudadanos estén activos políticamente. Los ciudadanos
tienen que tener un fuerte sentimiento de deber cívico.
Esto nos lleva a la paradoja de Skinner: para la mejor protección de su propia libertad,
puede ser necesario que los ciudadanos acepten que tienen el deber de hacer cosas que de
otro modo no elegirían hacer. Si no lo aceptaran, podría estar justificado que el Estado
impusiera la obediencia a dichos deberes (e.g. votar, o defender el país de invasiones
externas). Esto se justifica porque este deber les anima a estar al tanto de la política y de
proteger su propia libertad negativa.
Esto es lo que defiende Dworkin y dice que quitarle la propiedad a aquellos cuyos derechos
no están justificados no es una restricción de libertad; puesto que qué es una restricción y
qué derechos de propiedad están justificados es una determinación previa.
Cohen defiende que la libertad se va a ver restringida siempre que alguien interfiera en mis
acciones, tenga yo derecho a llevarlas a cabo o no, o tenga derecho mi obstructor a
interferir o no.
Ejemplo: decidimos que la Reina no tiene derecho a poseer su propiedad en Balmoral y que
se tiene que dividir en parcelas que se entregan a los escoceses que no tienen propiedad. En
este caso, la reina ya no podría ir por donde quisiera, ni capaz de decidir quién cultiva o
pasea por ellos.
Así visto, tiene sentido decir como Cohen que este tipo de redistribución, incluso cuando
esté justificada, restringe la libertad de la reina. Es crucial que la reina tenga efectivamente
un derecho de propiedad sobre estas tierras, lo cual no es tratar de demostrar que la
propiedad privada no debería existir o que la redistribución esté justificada; sino que
simplemente es reconocer que al quitarle la propiedad a alguien estamos restringiendo su
libertad.
Tal y como dice Locke, si alguien nos coloca una valla para impedirnos caer por un precipicio
eso no significa que nos estén restringiendo la libertad (Locke). Es decir, la valla no sería una
Y, un obstáculo a la libertad.
En realidad, la valla sí que la estaría restringiendo, pero sería una restricción justificada.
Sobre todo si pensamos en la existencia de una valla, o la opción de que exista un cartel que
avisa a la gente del riesgo del precipicio pero que deja a la gente libertad para tirarse.
Esto está muy relacionado con la libertad positiva como autonomía, porque según Locke,
dado que nadie en su sano juicio querría tirarse por un precipicio, poner una valla no sería
realmente interferir con su libertad. Esto tiene sentido si pensamos que la la libertad es
hacer lo que haríamos en nuestro sano juicio.
Según Dworkin, dado que el 1% no tienen derecho a toda su primera propiedad en una
primera instancia, quitarles parte de esta propiedad no es interferir con su libertad; por lo
que Dworkin entiende la libertad como hacer lo que tenemos derecho a hacer, lo que está
moralmente justificado hacer.
Así, tanto Dworkin como Locke tendrían concepciones moralizantes de la libertad, puesto
que estarían vinculando las concepciones de libertad a concepciones sobre qué deberían
poder hacer las personas libremente.
Cohen, por lo tanto entendería que la libertad para hacer algo es diferente a la
determinación de qué deberían ser libres de hacer las personas. Es decir:
1. Primero eliges qué pueden hacer libremente las personas,
2. Sólo entonces vemos si está justificado y si no qué lo estaría.
De esta manera, la derecha apoya la propiedad privada y una redistribución mínima de los
recursos según los resultados del mercado. Porque creen que si la redistribución estuviera
justificada, debería estarlo sobre algo que no sea la libertad.
Es cierto que si tienes propiedad privada eres libre para hacer cosas que no podrías hacer si
no la tuvieras (e.g. si eres 1% puedes coger tu jet privado e irte a Bahamas, o la reina que
puede plantar cerezos en Balmoral). Pero si no tienes propiedad, el sólo hecho de que la
reina posea esas tierras es una restricción a tu libertad de caminar por esas colinas.
Así, los libertarianos no se centran en la restricción de libertad que implican los derechos de
propiedad privada. Esto es porque según Smith los libertarianos utilizan una concepción
moralizante de la libertad. Sostienen que la propiedad privada no limita la libertad de
quienes no tienen propiedad tanto en cuanto la propiedad privada lo justifica. Es decir, no
deberíamos pensar que no poder pasear por Balmoral es una restricción de libertad, porque
el derecho de la reina a su propiedad privada imperturbable lo justifica. Si se le quitara a la
reina su propiedad se estaría interfiriendo en su libertad porque creen que la propiedad es
legítimamente suya.
Así, la libertad según los libertarianos es una cuestión sobre la legitimidad de los derechos
de propiedad. Cuando apelan a la libertad se están refiriendo a una concepción que hace
que los juicios sobre qué constituye una limitación a la libertad dependan de los juicios
sobre la legitimidad de derechos de propiedad individual.
Por lo tanto, cualquier persona que apoye una concepción no moralizante de la libertad
advertirá una ausencia de libertad en las sociedades libertarianas, ya que sólo porque la
propiedad privada se posee de esta forma, el resto estaría sufriendo una restricción.
Ejemplo: legislación que obliga a utilizar el cinturón de seguridad. Uno podría pensar: (1) es
una buena legislación, (2) reduce la libertad, (3) no promueve a su vez la libertad.
Si seguimos la teoría de Locke, como los cinturones nos protegen de males mayores,
podríamos decir que no son realmente restricciones a la libertad. Los cinturones de
seguridad promueven la libertad de quienes están obligados a usarlos, porque un Yo
racional elegiría utilizarlos, y según ciertas teorías la libertad es hacer lo que un Yo
completamente racional haría. Así, como las personas saben que están mejor utilizando un
cinturón de seguridad, está justificado obligar a las personas a utilizarlo, y deberían apoyar
esa ley.
También se puede decir que la legislación está justificada porque coloca a las personas en
una mejor situación de la que estarían sin ella, aunque esto suponga una reducción de su
libertad. Así, se estaría afirmando que las personas no siempre eligen libremente, y la ley
sería paternalista: la ley sabe mejor que tú lo que realmente es bueno para ti.
Podríamos decir que los impuestos redistributivos incrementan la libertad efectiva total
porque si le quitamos a un rico 10.000 y se lo damos a veinte personas, entonces estaríamos
viendo un incremento de libertad efectiva de 19 personas. Es decir, se basaría en decir que
los impuestos mejoran la situación de más gente en términos de libertad efectiva.
También se puede decir que el Estado puede gastar el dinero que recauda en bienes que
están disponibles para todos los ciudadanos al mismo tiempo. Es decir, no le da a la gente
los 500 si no que les da salud pública.
Otro argumento es decir que aunque le quites 500 a un rico y se lo des a un solo pobre se
estaría incrementando por mucho su libertad efectiva, porque para el pobre los 500 le
permiten hacer mucho más de lo que le quita al rico. Pero no es una cuestión de que los
pobres valoren más los 500, sino de que esos 500 le dan una mayor libertad efectiva, eso es
lo valioso. (e.g. ser libre para comer sano es más importante que ser libre para comprar otra
botella de champán). Aun así hay que reconocer que privar a alguien de poder comprarse
otra botella de champán es una reducción de su libertad.
Tampoco hay que comparar cantidades de libertad, lo que importa no es cuánta libertad
tienen las personas sino qué es lo que son libres de hacer y si las restricciones que se les
impone están justificadas o no.
Charles Taylor compara Gran Bretaña con Afganistán y dice que en Gran Bretaña hay
libertad religiosa pero que hay muchos semáforos, mientras que en Afganistán hay pocos
semáforos pero mucha restricción religiosa. Si la libertad se interpretara en términos
cuantitativos se podría decir que hay una mayor restricción de libertad en Gran Bretaña
porque los semáforos restringen la libertad constantemente, mientras que en Afganistán
sólo hay una cosa que no puedes hacer: practicar tu religión.
La conclusión de Taylor es que esto es absurdo, porque obviamente Gran Bretaña es más
libre que Afganistán, porque cuando comparamos libertades no podemos evitar hacer
juicios sobre el valor de lo que las personas son libres o no de hacer. Pero esto sólo tiene
sentido si se comparan sociedades o individuos según su libertad general, y que aun así se
estarían haciendo valoraciones cuantitativas y no solo cualitativas.
La libertad general es un concepto engañoso, porque hay cosas que los británicos pueden
hacer que los afganos no, y lo que importa es qué acciones están restringidas en cada país
y si esta restricción está justificada.
Hay marxistas que entienden que la existencia de una economía basada en la propiedad
privada y en el mercado conduce al fomento de que las personas se vean a sí mismas como
individualistas posesivos o consumidores materialistas, alejándose de la verdadera esencia
del ser humano, que no es sólo adquirir propiedad mediante el intercambio con otros. La
verdadera esencia humana, su autorrealización es la actividad cooperativa o comunal con
otros seres humanos, es producir para algo más que el uso o el intercambio; es distribuir
según las necesidades más que según la contribución productiva.
Si esta es la verdadera libertad, si la libertad es este tipo de autorrealización, entonces el
capitalismo conduce a la limitación de la libertad. Por lo que según esta teoría, el humano
habría de rechazar esta distorsión aboliendo la propiedad privada y el mercado, porque
encarnan una concepción alienada y distorsionada de lo que es el ser humano.
Es una variante de la libertad como autonomía, sólo que aquí no entiende que la libertad
verdadera sea autorrealización, sino que establece que una persona verdaderamente libre
(autónoma) es aquella que actúa de manera racional y moral. Si esto es así, si se establece
que lo moral es que los ricos den dinero a los pobres, entonces los propios ricos serían más
libres dando su dinero a los pobres.
Si suponemos que sólo hay una forma moralmente correcta de actuar, entonces tenemos la
paradoja de que la libertad consiste en hacer exactamente esa cosa y nada más.
Si suponemos que la propiedad de las colinas de la Reina no está justificada, y que una
distribución justificada de la propiedad implicaría que ella cediera dichas colinas para uso
público, estaríamos diciendo que la misma Reina estaría alcanzando auténtica libertad si
acepta y actúa a partir de esta idea moral.
Así, no es sólo que los ciudadanos que pueden pasear por las colinas ahora son libres de
hacer cosas que antes no podían, sino de decir que la Reina ahora es libre en el sentido real,
porque está cediendo sus propias libertades en aras de la moral.
Pero si suponemos que la Reina no quiere actuar así, y que ella cree que su derecho a la
propiedad está justificado, y aun así el pueblo le quita las colinas, entonces no se puede
decir que estamos promoviendo su libertad. Según este argumento, estaríamos quitándole
la propiedad a la reina porque es algo que ella haría si su Yo superior pudiera ver cuáles son
sus verdaderos deberes morales.
Así, los que no pueden ver claramente la voluntad general no deberían pensar que la
coerción que les fuerza a obedecer la voluntad general es algo contrario a su libertad, sino
que estarían siendo obligados a ser libres. Esto es lo que no le gustaba a Berlín.
La posibilidad del totalitarismo lleva a Berlin a defender la libertad negativa como el mejor
concepto de libertad. Smith quiere analizar si la libertad positiva es realmente tan peligrosa
como mantiene Berlin, porque dice que aunque estemos en contra del totalitarismo eso no
significa que tengamos que rechazar de pleno toda concepción de libertad como autonomía.
De esta forma, alguien que quiere ser médico sólo porque piensa que da dinero frente a
alguien que quiere ser médico porque ha sopesado todo, sabe qué supone realmente ser
médico etc. Sería menos libre. Es decir, el segundo es más libre que el primero, porque el
segundo es más autónomo y más responsable de su vida, puesto que su deseo es el
resultado de una deliberación racional basada en información de calidad.
La autonomía aquí no está controvertida, porque las personas que tienen más información y
pueden pensar de una forma apropiada son más autónomas que las que no. Si pensamos
que la segunda persona es más libre es porque pensamos que es más racional, mientras que
la primera está a la merced de sus deseos irracionales y eso lo hace menos suyo que el de la
segunda.
Así, la libertad es actuar de acuerdo con los deseos que tendría si fuera más racional y si
estuviera mejor informada. Su ignorancia y su falta de capacidad para deliberar en forma
racional y efectiva parecen obstáculos internos a su libertad.
La concepción tradicional de libertad negativa sostiene que sólo eres libre si nadie te impide
hacer algo cuando quisieras hacerlo. Por lo tanto, según esta teoría no podría haber
obstáculo interno a la libertad. Charles Taylor sostiene que es imposible no tener esos
obstáculos.
Ejemplo: alguien puede querer ser político pero tener pavor a hablar en público,
entonces nadie le estaría impidiendo ser político pero tiene tanto miedo a hablar en
público que no podría alcanzar su objetivo.
Así, esto debería ser suficiente para que el Estado no pudiera justificar su coacción apelando
a que les está obligando a ser libres, aunque las personas sean realmente quienes mejor
saben qué quieren.
Si bien, aunque seas quien mejor evalúa una situación esto no significa que siempre tengas
razón, porque no siempre vas a ser tú mismo el que identifique lo que realmente quieres,
porque te puedes convencer a ti mismo de que quieres algo y luego ver que estabas
autoengañándote. Aun así, aunque te equivoques, tú sigues siendo el que está en una mejor
posición para hacer una correcta evaluación sobre ti mismo.
Se suele decir que hay obstáculos internos a la libertad cuando se dice que el Yo superior es
el racional, como dice Kant. Kant sostiene que el Yo autónomo es el Yo racional y moral, que
está libre de impulsos y deseos empíricos. Es decir, al sostener que una persona elige la
respuesta correcta se está diciendo que autonomía es lo mismo que la racionalidad.
Una vez se asume que la libertad es determinar lo racional, entonces se tendría que decidir
qué es lo realmente racional para las personas, y ahí el individuo podría perder.
En los casos anteriores era plausible reconocer obstáculos internos a la libertad, pero no
impedían el ejercicio de la racionalidad de la persona. El pavo que quería ser político puede
decir que tiene una fobia irracional que lo limita, pero no sabemos si ser político es un
deseo racional o no.
Harry Frankfurt sostiene que hay deseos de primer orden y de segundo orden.
1. Deseos de primer orden: deseos de cosas como una cama cómoda o tener buenos
resultados en un examen. Pueden entrar en conflicto.
2. Deseos de segundo orden: deseos sobre nuestros deseos de primer orden, es decir,
deseos de tener o no tener otros deseos.
Para que una persona determine qué es lo que realmente quiere en un conflicto de deseos
de primer orden tiene que acudir a los deseos de segundo orden, que le indicarán si un
deseo que no quiere realmente le está impidiendo o no hacer lo que quiere.
Según Charles Taylor también se puede hacer una evaluación fuerte, es decir, las personas
no tenemos simplemente deseos brutos sin más sino que somos capaces de evaluarlos y
juzgarlos, identificarlos y repudiarlos. No es sólo que tengamos deseos más intensos que
otros, sino que podemos reflexionar sobre ellos y esta capacidad nos permite considerar
que algunos deseos son limitaciones a la libertad, por lo que alcanzaríamos la libertad
cuando actuáramos según nuestros deseos auténticos.
Si los deseos pueden ser obstáculos a la libertad no hay que decir que la libertad es
racionalidad, sólo hay que decir que los deseos menos importantes pueden entorpecer la
realización de los importantes.
Así, determinar quién es el que mejor juzgará nuestros deseos se hace en función de quién
es capaz de establecer cuáles son los deseos más importantes.
Berlin establece que el monismo es la visión según la cual hay un único sistema de valores
armonioso y correcto que nos indica cómo vivir, y que esta es la visión de las doctrinas de la
libertad positiva. Él personalmente cree que hay numerosos valores en conflicto entre sí,
por lo que hay que rechazar el monismo, porque hay muchas formas de vivir, y tienen que
poder elegirlo.
El Estado podría obligarnos a hacer o no hacer dichas cosas en nombre de nuestra propia
libertad, pero no tienen por qué tender hacia el monismo que se relaciona con el
totalitarismo, sino que deberían tender a un Estado pluralista, liberal que deja que los
individuos decidan qué es lo racional para ellos.
No hay por qué decir que sólo hay un modo de vida racional para todo el mundo, ni que sólo
haya un modo de vida racional para cada persona. Podemos vivir nuestra vida de formas
plenamente racionales. Quizá formas de vida no son comparables en términos de una
métrica que nos permita elegir entre ellas de forma racional.
Si esto es correcto, el Estado aún puede afirmar que existen ciertas formas de vida que
serían irracionales para cualquiera, y podría impedir estas formas de vida: vacuas, nocivas o
carentes de valor. Es decir, nadie tiene ninguna razón para tratar de alcanzar ciertas formas
de vida y por ello el Estado está promoviendo la libertad de sus ciudadanos cuando las
prohíbe.
Así, la idea de un Estado que deja a los ciudadanos la libertad para elegir cómo vivir, y el
Estado elige una opción de entre estas como la mejor no significa que el Estado totalitario
sea la consecuencia directa de la libertad positiva de Berlín.
Dado que lo racional varía según las personas, incluso cuando un Estado cree que está
justificado ayudar a las personas a vivir racionalmente (porque eso es la libertad) podría ser
pluralista.
Es una cuestión de respeto, porque para que la vida sea valiosa tiene que haber sido una
vida que cada uno haya elegido vivir (Carta sobre la tolerancia, Locke). Además, Rawls
establece que la capacidad de una persona para formar, perseguir y revisar una concepción
del bien es su capacidad moralmente más importante.
Hay legislaciones que restringen la libertad y que podrían estar justificadas en términos que
no tienen nada que ver con la libertad. La libertad es un valor entre muchos y lo que
importa es considerarlo todo en su conjunto para ver si así la acción del Estado está
justificada.