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Ante estos hechos Greenpeace propone un decálogo que convertiría nuestras actuales
ciudades en urbes verdes y sostenibles. Entre sus medidas contempla:
2.- Impulso a la energía solar: Los tejados de nuestras ciudades son excelentes lugares
para la ubicación a gran escala de centrales de energía solar fotovoltaica para producir
electricidad y captadores solares térmicos para producir agua caliente. Deben generalizarse
las ordenanzas solares que hagan obligatorios estos dispositivos.
3.- Construcción sostenible: El diseño de los barrios debe tener en cuenta el entorno.
Debe potenciarse la utilización de materiales en cuya extracción no se haya producido un
deterioro del medio ambiente, como la madera certificada FSC.
4.- Menos agua, ríos más limpios: El problema no es la sequía, es el aumento sin límites
del consumo de agua. Por ello debe detenerse la promoción de actividades muy intensivas en
el uso del agua y promoverse un uso mucho más racional de este recurso basándose en el
ahorro, la eficiencia y la reutilización.
6.- Menos basura: Casi tres cuartas partes de lo consumido por la sociedad industrial
tarda menos de un año en convertirse directamente en residuo. Hay que impulsar
definitivamente la recuperación de los materiales que hoy se convierten en basura a través
de medidas que impulsen las tres erres: reducción, reutilización y reciclaje.
7.- Compostaje: La materia orgánica debe volver a la tierra para evitar su progresivo
empobrecimiento y el uso de abonos artificiales. Por ello la parte orgánica de nuestras
basuras puede recuperarse a través de un impulso al compostaje.
8.- Transporte: Greenpeace propone una limitación del uso del coche en las ciudades y
que se promueva de manera preferente al peatón, el uso de la bicicleta y el transporte
público. En la actualidad la mitad de los desplazamientos en coche se realizan a menos de 3
kms. de distancia, y un 10% son para trayectos de menos de 500 metros.