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A tal efecto, nos serviremos de estudios que han desarmado las nociones simples de
“narrador” y “audiencia”, demostrando la existencia de estructuras de participación mucho
más complejas en los eventos narrativos. Discutiremos también la noción de derechos de la
narración como central para la comprensión de las diferentes configuraciones de
participantes en contextos específicos de narración de historias. En la segunda parte del
capítulo, mostraremos cómo el encarar las historias narradas como un fenómeno
interaccional lleva necesariamente a reconocer una variabilidad de formatos. En efecto,
veremos diferentes tipos de historias que parten de la estructura de la narrativa prototípica y
revisaremos estudios de pequeñas narrativas como un intento de unificar esfuerzos y
ampliar el horizonte del análisis de narrativas. Como veremos, las cuestiones que
constituyen el foco de este capítulo han sido estudiadas mayormente dentro de los límites
de las narrativas conversacionales. Estudios académicos de narrativas elicitadas también
han reconocido la necesidad de tener en cuenta las características interaccionales de las
narrativas (por ejemplo, Baker y Johnson, 2000; Mishler, 1986; Riessman, 1991) y
problematizar la delgada línea entre historias conversacionales y elicitadas en entrevistas.
Los analistas de la conversación han documentado historias no como textos aislados sino
más bien como unidades de varios turnos incorporadas en la charla como consecuencia de
una interacción mayor. Han enfatizado también que las historias no son simplemente
“dichas”: necesitan ser introducidas, desarrolladas y concluidas. Jefferson (1978) notó dos
importantes características de las historias en interacción, su ocasionalidad local y su
implicatividad secuencial. El primer concepto capta el hecho de que las narrativas no
provienen de las profundidades sino que emergen relacionadas con lo que se está hablando
en una interacción particular, y de un modo que sea relevante con el contexto local. La
segunda idea refiere al hecho de que una vez que la historia es contada, afectará el sentido
subsiguiente de la charla. Como veremos en detalle más abajo, reacciones típicas a las
historias son los comentarios evaluativos sobre los personajes representados en la historia,
los eventos recapitulados, la moral de la historia, una segunda historia (por ejemplo, por
temática u otras causas relacionadas que replican y amplifican el punto instalado por la
historia anterior; ver Norrick, 1993; Ryave, 1978; Sacks,[1970] 1992b). También veremos
que si una narrativa es tratada como no secuencialmente implicativa, por ejemplo, es
ignorada por la audiencia, el narrador se enfrentará con un fracaso que demandará una
reparación.
Las aperturas y cierres de las narrativas están entre los temas más estudiados en la literatura
sobre las historias en la interacción ya que esas secciones prueban claramente el hecho de
que las narraciones involucran un trabajo interaccional. Las aperturas pueden adoptar
diversas formas y no necesariamente incluyen prefacios muy desarrollados. Jefferson
(1978:224) habla de diferentes modos de comenzar una historia, más o menos
convencionalizados que por sí solos economizan la elaboración del inicio de la narración.
Esta autora, analiza específicamente ejemplos en los que el narrador opta por “frases
prefijadas” como de hecho…, o a decir verdad…, o por un “marcador disyuntivo más
frase” (tal como ah, eso me recuerda…) para luego comenzar la historia en el mismo turno.
Pero hay otros casos en los que el narrador introduce la historia a lo largo de una serie de
turnos tanto para estar seguro de que el receptor está dispuesto a escucharlo como para
asegurarse la atención no lograda en un primer intento. Por ejemplo, Ochs y Capps (2001:
135) notan que los narradores tratan de llamar la atención de los oyentes a través de
“pequeñas revelaciones”, señalando con la entonación que tienen más por decir. Ilustran
esta estrategia en el siguiente ejemplo:
(4.1)
John: mmm
(pausa de 0.6)
(4.2)
De hecho, los trabajos sobre el control interaccional de las narrativas han mostrado que las
nociones indiferenciadas de narrador y audiencia son ingenuas y que en los eventos
narrativos los narradores y otros participantes se alinean entre sí de modos complejos,
generando diferentes tipos de estructuras de participación. En su revelador trabajo
“Diversidad de audiencia, participación e interpretación” Goodwin (1986) discute, por
ejemplo, cómo en un evento narrativo la estructura de la interacción da forma y al mismo
tiempo es formada por la audiencia. También señala la complejidad del concepto de
audiencia basado en el hecho de que un grupo de receptores se convierte en audiencia sólo
cuando ellos orientan la historia a través de señales de atención e involucramiento. Incluso
propone que la “estructura de atención” puede ser diferente, ya que cada miembro de una
audiencia puede involucrarse o concentrarse variadamente en diferentes puntos y el estatus
de cada uno puede cambiar y evolucionar a lo largo de la narrativa. Tomando de Goffman
la noción de estructuras participativas (1981), Goodwin remarca la necesidad de distinguir
entre diferentes clases de receptores. Por ejemplo, algunos miembros pueden estar en una
posición privilegiada porque conocen la historia (es lo que sucede a menudo en las
interacción familiar), o pueden haber sido protagonistas o personajes en el mundo de la
historia que está siendo contada y además, pueden ser convocados como co-narradores en
cualquier momento de la narración. De modo que la audiencia de una historia contada
puede estar compuesta por receptores conocedores vs. no conocedores, receptores
principales, ratificados, receptores que pueden promover el punto de vista del narrador o
receptores que pueden deslegitimarlo o socavar la actividad de narrar, ofreciendo
comentarios laterales, introduciendo otros tópicos, etc. Como vimos en el ejemplo de
arriba, la comprensión de la historia por parte de los miembros de la audiencia es también
un factor muy importante en el desarrollo de la historia, dado que si las audiencias tienen
poco interés o discuten el contenido de la historia, el narrador deberá detener la narración o
decidir alterarla para incorporar los comentarios de la audiencia.
Goodwin (1986) ilustra los matices en los roles de participación en el análisis de una
narrativa incluida en una conversación acerca de carreras de autos. Muestra cómo los
participantes se ratifican como expertos a través de una conducta de audiencia selectiva
(por ejemplo, no prestando atención a ciertas intervenciones y sí a otras). Demuestra que el
tópico y la elección del lenguaje en el que la historia es contada pueden tener también un
efecto importante en la participación de la audiencia. En este caso, el narrador habla acerca
de los autos utilizando un lenguaje especializado, y esta elección revela que sus potenciales
receptores son hombres y no mujeres. Otro punto que Goodwin marca es que los
receptores son tratados diferencialmente por el narrador. En este caso, uno de los hombres
es designado como un receptor “focal” en virtud de sus conocimientos del mundo de las
carreras de autos que le habilitan un acceso especial a los eventos de la historia.
Finalmente, el análisis demuestra cómo la participación de la audiencia puede evolucionar
y cambiar en el curso de la narración. Aunque las mujeres no forman parte de los
receptores, una de ellas (la esposa del narrador) tiene un estatus especial otorgado por el
hecho de haber escuchado la historia anteriormente. Notoriamente, ella es uno de los que
empiezan la historia cuando invita a su esposo a contar la historia, pero luego se retira de la
interacción y se convierte en un participante no involucrado. Sin embargo, como el
narrador muestra la narrativa cerrada, ella se convierte en una participante activa
nuevamente al desafiar la interpretación de su marido sobre lo sucedido. Esto provoca un
cambio en la participación de la audiencia ya que los oyentes se alinean con su compresión
de la historia y se distancian de la del narrador. En este sentido, la intervención de un
miembro de la audiencia puede cambiar el marco de interpretación de una historia y afectar
al narrador. De hecho, aunque el narrador aún se rehúsa a adaptarse a las reacciones de su
audiencia y continúa con la historia, la mayoría de los oyentes se muestran desinteresados y
él tiene que enmendar la conversación para el único receptor que permanece atento. A
través de este análisis, Goodwin demuestra que:
-Marcadores que señalan o invitan a una ratificación, tales como ¿No es así?
-Aceptación explícita
-Pedido explícito de participación a quien conoce los eventos
-Ratificación mediante repetición
-Preguntas de reconocimiento como parte de historias abiertas de eventos conocidos
-Formulaciones metalingüísticas que dirigen o crean presuposiciones compartidas,
tales como vos sabés lo que quiero decir, etc.
Las narrativas han sido muchas veces relacionadas con la argumentación pero,
sorprendentemente, existen pocos estudios sobre sus usos concretos en el discurso
argumentativo. Los analistas que se han ocupado de este tema subrayan que existe
una diferencia notable entre la argumentación como un tipo formal de razonamiento
y la argumentación como es en realidad desarrollada en la interacción natural (ver
Antaki 1994 para este punto). De hecho, en los estudios tradicionales de lógica y
retórica el foco está en lo normativo, en la mirada académica sobre los principios
subyacentes de los argumentos bien formados. Es el caso, por ejemplo, de los
trabajos de lógica formal e informal que focalizan en cómo las conclusiones se
siguen de las premisas y todo lo relacionado con el valor de los argumentos (Fisher,
1988). Por otro lado, en los estudios basados en la retórica clásica, se prioriza la
clasificación de tipos de argumentos y la relación con conectores específicos.
Por esta razón, las herramientas desarrolladas dentro de las aproximaciones
formales al razonamiento son inadecuadas para estudiar los argumentos que tienen
lugar naturalmente. Como algunos retóricos reconocen (ver, por ejemplo, Perelman
y Olbrechts-Tyteca 1979; Toulmin, Rieke y Janik 1979), los argumentos cotidianos
son dialógicos; están diseñados para audiencias específicas y son crucialmente
dependientes de los contextos locales. Los razonamientos cotidianos son
comúnmente desordenados, carecen de rigurosidad lógica y se negocian entre las
partes interactuantes, de modo que el estudio de cómo la gente sostiene y desarrolla
argumentos necesita producir instrumentos analíticos específicos que sean
diferentes de aquellos utilizados en el análisis lógico, filosófico y retórico del tema.
En efecto, esta es la dirección tomada por investigaciones sobre el trabajo de las
narrativas dentro del discurso argumentativo. Los analistas han estudiado tanto
historias enteras usadas por los interactuantes para sostener argumentos como
funciones de secuencias narrativas específicas dentro de narrativas más amplias que
ayudan a los narradores a argumentar sobre un punto.
Los movimientos argumentativos en el discurso incluyen proponer, disputar o
sostener a una posición pero las historias son más comúnmente utilizadas para
proveer evidencia a favor o en contra de una posición. Carranza (1998), De Fina
(2000), Günthner (1995), Schiffrin (1990), entre otros, han mostrado que las
historias argumentativas se cuentan para respaldar dichos que el hablante (o el
destinatario) propone como controversiales o discutibles. Tales posiciones están a
menudo representadas por opiniones, creencias, juicios y sentimientos (Schifrin
1994).
Existe un acuerdo general en que el poder de las historias como dispositivo
argumentativo proviene del hecho de que proveen evidencia basada en la
experiencia, una forma de evidencia altamente valorada en los argumentos
cotidianos, particularmente cuando se trata de participación “de primera mano”. En
efecto, la evidencia “experiencial” es mucho más difícil de refutar que la
argumentación racional.
Otro fuerte de las historias como argumentación es que “funcionan como
testimonios directos” (Müller y Di Luzio 1995). De hecho, contar anécdotas como
sostén de ciertos dichos permite a los hablantes transferir opiniones del contexto de
interacción presente y re-contextualizarlas conectándolas con la experiencia de
personajes específicos. Como consecuencia, ellos pueden defender tales opiniones
frente a desafíos, dado que los potenciales contendientes fueron colocados en el
lugar de una “audiencia que participa de manera sustitutiva de las experiencias del
narrador” (Schiffrin, 1990). Además, como el mundo de la historia es quitado del
presente y, en cierta medida, del control de la audiencia, los narradores pueden
construir sus narrativas de modo que sean el soporte de sus argumentos, por
ejemplo, mediante secuencias temporales o causales o a través de las voces de los
personajes.
Tal como Thornborrow (2007) observa, las historias (y los argumentos) son
“discursivamente distinguibles, esto es, se desarrollan con características
analíticamente identificables, tanto en términos de diseño de los turnos individuales
dentro de una secuencia, como a través de diferentes turnos en una secuencia”. Por
ejemplo, Schiffrin (1985) muestra que las posiciones cuyo soporte es provisto por
narrativas son usualmente propuestas al comienzo del turno en que la historia será
contada y son luego retomadas nuevamente en el cierre del argumento. Müller y Di
Luzio (1995) describen la estructura típica del discurso argumentativo en el que una
historia está incorporada según los siguientes tres niveles:
1. Aserción genérica
2. Historia (ejemplo)
3. Re-establecimiento de la aserción genérica como si se derivara de la historia.
Una historia funciona como un ejemplo cuando un evento es utilizado como evidencia de
una afirmación (Günthner, 1995). Los ejemplos son ofrecidos por los narradores
generalmente para iluminar temas morales y resaltar sus posturas morales. En un trabajo
anterior (ver De Fina 2000) analizamos, por ejemplo, el uso de historias ejemplares en la
construcción de posiciones morales acerca de la etnicidad. A título ilustrativo de cómo las
narrativas pueden ser usadas para dar soporte a posturas sobre la etnicidad, consideraremos
una historia contada por un joven inmigrante mexicano en una entrevista sociolingüística
tomada del mismo corpus de narrativas descripto en la sección 3.6. En la siguiente
transcripción, Leo presenta una historia para sostener una posición negativa sobre los
estadounidenses, a los que califica de racistas frente a otros grupos étnicos. Leo produjo
esta narrativa durante una entrevista focalizada en sus experiencias como inmigrante en
Estados Unidos, la que tuvo lugar en presencia y con la colaboración de su hermano (Sam)
y su esposa (Eve). La charla precedente a la historia había sido producida a partir de una
pregunta a Leo por parte del investigador (A) quien le había preguntado si él trabajaba con
mexicanos u otros extranjeros y cómo se las arreglaba con los estadounidenses. Leo había
dicho que no tenía trato con los estadounidenses en su lugar de trabajo porque ellos
parecían pensar que todos los inmigrantes son ignorantes y porque además, los tratan muy
mal. Su posición es que los estadounidenses tratan muy mal a todas las personas que no son
blancas. Leo luego agregó que él había tenido más amigos negros que norteamericanos
blancos. Este es el punto donde la transcripción comienza:
(4.3)
5. Nosotros también
6. E: =que nosotros
7. L: Entiendes?
9. patrón
10. A: uh
15. bus,
24. E: [@@]
25.L: =Ehi.
Antes del comienzo de la historia Leo fue armando el argumento de que los
estadounidenses son racistas. Dice que a causa de que algunos hispanos son maleducados o
fabrican drogas, los estadounidenses hacen extensivos sus juicios negativos a todos ellos.
Aun aceptando que no todos los norteamericanos son racistas, Leo afirma que existen
razones para odiarlos. Su siguiente punto es que aunque él había tenido peleas con algunos
negros, estos eran más amigables con los hispanos que los blancos (línea 1). Su esposa
interviene para ofrecer soporte a tal posición explicando que los negros son más cercanos a
los hispanos porque también sufren el acoso de los blancos (línea 2). Leo alinea su posición
con la de su esposa repitiendo su afirmación (línea 4). Así, la explicación de la solidaridad
de negros hacia hispanos- el hecho de que sufren tanta discriminación como los hispanos-
se convierte ahora en una posición que necesita ser sostenida, y es en este punto donde la
historia es narrada.
Pero la narrativa desplegada entre las líneas 14 y 18 pone el foco en las acciones de Frank y
podría ser interpretada también como una instancia de comportamiento individual dado que
tanto los sentimientos negativos hacia los hispanos como la agresión contra el hombre
negro han sido atribuidos a Frank. Sin embargo, Leo crea otro paralelismo, más sutil, entre
ser estadounidense blanco y despreciar a los negros e hispanos. En las líneas 19-20, se dice
que Rig usa el incidente para distanciarse de su anterior compañero de trabajo, al decirle a
Leo que tiene suerte de haber llegado a ese trabajo cuando Frank ya no trabajaba allí.
Mediante esta consideración, Rig sugiere que no está alineado con Frank en su menosprecio
por los hispanos. Pero Leo rechaza cualquier distinción entre los dos hombres en las
siguientes cláusulas evaluativas (líneas 22-32), en las que usa el pronombre ellos para
acusar a Rig y a Frank (y posiblemente a todos los estadounidenses blancos ya que el
pronombre ellos puede indicar una referencia general) de la crueldad con que tratan a los no
blancos y de reírse de esos abusos. En la evaluación, Leo también resalta el paralelismo
entre negros e hispanos mencionando que él no aceptaría ningún maltrato de un “gabacho”
(línea 30) y que él reaccionaría porque “somos seres humanos” (línea 32). Con esta
conclusión, Leo reafirma su posición moral y se constituye como un defensor de los valores
humanos. Utiliza discurso referido y la sección de la evaluación para posicionarse a sí
mismo tanto como un personaje de la historia como una persona en el mundo de la
interacción. En el mundo de la historia él se presenta rechazando cualquier alineamiento
con su jefe e implicando que él podría luchar contra cualquier intento de discriminación. En
el mundo de la interacción él está tratando de aportar evidencia que sostenga el hecho de
que su aserción acerca de que no le gustan los norteamericanos blancos está motivada en la
experiencia. La historia se abre con la colaboración de su esposa. En efecto, Eva es quien
introduce el argumento de que los negros sufren tanto como los hispanos, un punto que Leo
retoma en las siguientes líneas. Tal argumento sirve como base para desplegar la narrativa
como un ejemplo (línea 8). Una vez que se ha asegurado el turno, él se adentra en la
historia hasta el final cuando lanza la línea 23, una aguda respuesta a su jefe que cierra la
recapitulación de eventos y que provoca la risa de su esposa. Como no hay más respuestas a
su historia, Leo agrega una serie de comentarios que cumplen la función de enfatizar su
interpretación de la historia y hacer más clara su posición moral. Utiliza la narrativa para
reforzar su imagen de persona que no acepta la discriminación comentando abiertamente lo
que él haría si alguien lo tratara como al hombre negro de su historia. El comentario
evaluativo del final “somos seres humanos” reafirma el paralelismo entre tratar mal a un
hombre negro y tratar mal a cualquier otro que se encuentre en una posición de
subordinación. La evaluación lo presenta como un personaje moral al mismo tiempo que
ofrece elementos de una ideología solidaria.
Parece surgir de este análisis que las narrativas adquieren la función de ejemplos a través de
un cuidadoso trabajo conversacional. Hemos visto cómo Leo gradualmente resume las
acciones y actitudes de un personaje en el mundo de una historia particular para
presentarlas como un tipo de actitudes que pueden generalizarse a los norteamericanos
blancos y a los negros. Al mismo tiempo, él esgrime la posición de que los negros y los
hispanos sufren por igual el maltrato de los blancos. Ante posibles críticas, recurre a su
experiencia personal. Como ya hemos argumentado, el desplazamiento del foco desde el
presente de la interacción hacia la evaluación de experiencias pasadas le permite colocar a
sus interlocutores como testigos de los eventos narrados y centrar la evaluación en esos
eventos más que en su propia posición.
Una característica de esta narrativa que ha sido descripta como típicamente argumentativa
es el rol reducido del componente accional en su estructura. En su análisis del racismo en el
discurso, van Dijk (1993) observa que en las narrativas contadas para respaldar
afirmaciones racistas, la Complicación de la acción, el despliegue propio de los eventos de
la historia, es mucho más reducido que la evaluación. Esta particular estructura está a la par
del hecho de que el foco de la narrativa no está en los eventos en sí mismos sino más bien
en su significancia como prueba de la corrección de lo afirmado previamente. Como
podemos ver, en la historia contada por Leo, la Complicación de la acción es breve (está
contenida en la líneas 13-17) mientras que la mayor parte de la charla está dedicada a la
evaluación. Debido a que las historias argumentativas son usadas para sostener argumentos,
sus focos no están usualmente en los eventos referidos y cómo se desarrollan sino en la
significancia de esos eventos respecto de los argumentos.
Este análisis muestra la complejidad de los argumentos cotidianos y qué tanto trabajo
discursivo implica atar las posiciones del discurso previo con la construcción de eventos
como relevantes respecto de los argumentos propuestos por los interactuantes.
En este sentido, ilustra el punto en que los argumentos no pueden ser vistos como un
producto de un cierto formato textual o secuencia, sino como construidos y negociados de
maneras que dependen crucialmente de los intercambios en los que están incluidos. Ryave
captura esta complejidad cuando dice que las historias están moldeadas de tal forma que
dirigen a ciertas conclusiones precisamente porque están contextualizadas por las
aserciones generales que preceden su narración. Agrega que a través de este mecanismo
“tenemos una descripción de historias de eventos que progresivamente son organizados y
realizados apropiada y razonablemente para culminar con la presentación de los enunciados
precedentes como una parte integral de la historia” (1978).
(4.4)
la mujer-el gerente nunca me habría dado ese cargo porque ella habría visto en mi
actitud que yo no era la persona adecuada para el trabajo
que no iba a tener la calma para manejarme con todo tipo de gente
Como puede observarse, esta narrativa hipotética funciona como una evaluación que
contribuye a una posición argumentativa: la de tener una actitud paciente hacia las otras
personas en ambientes laborales. En el mismo sentido, las secuencias de las narrativas
contra fácticas pueden ayudar a los hablantes a construir momentos argumentativos
enfatizando las posibles consecuencias de los eventos y acciones que presentan alternativas
a lo sucedido en el mundo de una historia particular. Carranza también encuentra narrativas
dentro de turnos acompañando lo que ella llama “trasfondo de reparación”, es decir
retroceder para proveer información relacionada con acciones discretas en el curso de la
historia. Las narrativas que analiza fueron producidas por inmigrantes salvadoreños en
Estados Unidos y sobre el tema de la guerra civil en su país durante la década de los
ochenta. El análisis ilustra cómo los narradores usan secuencias de narrativas habituales
para reforzar ciertos pasajes argumentativos acerca de la adecuación o corrección de sus
reacciones o de las otras personas frente a los eventos sociales. Las narrativas habituales
sirven argumentativamente para presentar eventos como repetidos todo el tiempo, los
cuales proponen una interpretación de los eventos que es más difícil de desafiar, ya que no
se basa en instancias individuales. Por ejemplo, presentar acciones tales como asesinatos
brutales y torturas de la milicia no como simples episodios sino como repetidos y usuales
permite a los inmigrantes dar a entender que ya no era posible vivir en El Salvador cuando
decidieron migrar y que la oposición al régimen no era una opción.
Aunque como hemos discutido, el uso de narrativas o de secuencias narrativas dentro del
discurso argumentativo no sigue las estrictas reglas de la lógica, esto no significa que los
narradores no utilicen operaciones lógicas para atar secuencias discursivas con otras. Por el
contrario, los análisis de narrativas argumentativas han mostrado que los narradores usan
operaciones lógicas tales como la ilustración, la analogía, la causalidad para relacionar sus
ejemplos y para ligar argumentos y voces de personajes (ver Carranza 1999 para este
punto). Por ejemplo, tal como vimos en la narrativa de Leo, la historia de la agresión de Rig
hacia el personaje afroamericano fue usada como ejemplo de cómo los blancos
norteamericanos son generalmente racistas. En este sentido, sería erróneo decir que la
lógica no tiene nada que ver en los argumentos cotidianos. Sin embargo, como vimos en el
análisis del ejemplo (4.3), los narradores también construyen argumentos a través de las
narrativas gracias a estrategias narrativas como el uso de diálogos reconstruidos como
herramienta de ejemplificación de razonamientos y a través cualidades de las narrativas
mismas, que permiten crear involucramiento en la audiencia. Sobre los dispositivos
utilizados por los narradores en narraciones argumentativas, Günthner (1995) menciona,
por ejemplo:
Una de las principales nociones que ha sido problematizada respecto del modelo
canónico fue la idea de que los eventos narrados eran sólo conocidos por el hablante, esto
es, la distinción entre el conocimiento del narrador y el desconocimiento de los
interlocutores así como también la propiedad de los derechos de la experiencia
(presupuestos) que vienen con este conocimiento. En otras palabras, el énfasis comenzó
cambiando de las narraciones de historias a repeticiones que reconocían que uno o más de
los receptores de hecho conocían ya los eventos contados y/o había escuchado de ellos
antes. Las historias repetidas fueron estudiadas, en un principio, desde una perspectiva
cognitiva (Chafe 1990; Ferrara 1988; Polanyi 1981). Los resultados ofrecieron un
descubrimiento consistente acerca de que las repeticiones eran generalmente versiones más
cortas que las historias que eran contadas por primera vez y que ciertos detalles no eran
incluidos, especialmente cuando no había cambios en la audiencia. Las investigaciones
luego focalizaron en la dinámica interaccional de las historias repetidas, esto es, cómo eran
introducidas y conjuntamente contadas por los participantes en contextos conversacionales.
Para aquellos casos, el término repetidas resultó insuficiente en relación con la variedad de
posibilidades de versiones más o menos cortas de historias contadas previamente y/o
historias de eventos conocidos. Norrick (1997, 2000) propuso el término historias
familiares como una alternativa para referir a la variedad de posibilidades y analizó las
funciones que puede cumplir la narración de dichos cuentos familiares. Prestó especial
interés a los modos en que la (re)memoración conjunta de eventos conocidos reafirma la
cercanía e intimidad entre amigos y miembros de la familia y ayuda a construir recuerdos
compartidos y un sentido de pertenencia.
Los estudios de Schiffrin (2006) sobre historias orales del Holocausto repetidas
durante un período de tiempo y dirigidas a audiencias diferentes que incluyen tanto al
entrevistador como a un público hipotético fue un paso más para sugerir que cada
repetición debería ser vista no sólo como una historia sino también como una meta-
narrativa; en otras palabras, no solo una narrativa sobre una experiencia sino también sobre
narraciones anteriores. Explica que, aunque haya muchas similaridades entre la narración y
las repeticiones, es muy difícil que un mismo texto conlleve los mismos significados
sociales en contextos diferentes y para distintas audiencias.
(4.5)
Participantes: F(otini), V(ivi)
1. F: Y digamos que está mirando para otro lado
2. cómo voy a llamar su atención?
3. V: vas a hablar con él en su idioma.
4. ((vas a decir)) habla con él ami:go (.. habla con él.
((dramatización del personaje del que se habla))
((Más abajo))
(4.7)
Fecha: Mier, 27 de sep 2000 16:55
De: Jannis
To: Klio
Asunto: Re: le di a Caherlie (y a su mujer!) una noticia!!
>Te lo cuento a la noche, muy divertido.
En serio? Va a volver – o es historia?
Jannis
P.D.: telepatía: le dimos a la gente una noticia al mismo tiempo.
Como vemos en este ejemplo, cuando el relato de la historia completa es pospuesto para un
futuro cercano, la iniciación de las historias a ser contadas se realiza normalmente con un
resumen de los eventos más importantes de la historia (“Les di a Charlie y a su mujer un
noticia”) y/o su opinión (“muy divertido”), parecido a lo que ocurre en el resumen de
Labov (1972). Esto suele aparecer en el asunto del mensaje.
Los desvíos o instancias incompletas de las narraciones no siempre constituyen
actuaciones fallidas; siempre deben ser conectadas con consideraciones sobre qué es
decible y narrable en cada contexto.
Otro aspecto que se aleja de la narrativa prototípica involucra al carácter único o no
de los eventos narrados. La historia prototípica está compuesta de eventos discretos,
singulares, que ocurrieron una vez en un punto específico del pasado. Sin embargo, algunos
investigadores notaron que, aun cuando se les pedía narrativas sobre sucesos únicos, los
hablantes solían contar sucesos que ocurrían una y otra vez en su pasado y que esas
historias habituales eran consideradas tan importantes, si no más, que las que ocurrían sólo
una vez.
En su estudio sobre historias de la vida de inmigrantes marroquíes en el oeste de
Londres, Baynham (2003, 2005) observó la importancia de un tipo específico de narrativa a
la que llamó “genérica”. En este tipo de historia, los eventos narrados eran presentados
como parte de una experiencia grupal, colectiva, desarrollada en un escenario típico, en el
que un héroe masculino huye, enfrenta adversidades durante la migración, las supera y
establece un hogar y un negocio para el resto de su familia en el país al que emigra.
Baynham demuestra que este tipo de narrativas genéricas “despierta cuestiones interesantes
sobre la autoridad, el permiso y los derechos para hablar” (2005:16) relacionados con el
hecho de quién tiene o reclama el derecho para hacer generalizaciones, dado que la historia
genérica sólo es contada por inmigrantes hombres y proyecta cierta clase de roles sociales.
De este modo, muestra cómo este tipo de narrativa funciona como una forma de
construcción hegemónica al silenciar, elidir u obviar las historias de mujeres inmigrantes,
así como también otras versiones posibles.
Por último, otro aspecto de la historia que puede tener un importante efecto en el tipo
de narrativa producida en contexto concierne al grado de espontaneidad de la narración y a
su grado de dependencia de la elicitación. Basándose en este parámetro, se puede establecer
una primera distinción entre historias espontáneas y elicitadas. Ambos tipos de historias son
muy diferentes, particularmente en términos de la dinámica interaccional.
Muchos términos y formulaciones han sido propuestos para describir los diferentes
tipos de narrativas que se alejan de la forma prototípica de experiencia personal. Fasulo y
Zucchermaglio (2008) estudian los intentos por encontrar una explicación para algo que ha
ocurrido, a partir de reconstruir y adivinar la secuencia de eventos que precedieron la
ocurrencia actual (“repasos”), y las versiones condensadas de experiencia que proveen
información sobre hechos inesperados o controversiales para historias a-típicas que no
obstante son comunes en situaciones de trabajo, mientras que Holmes (2006) ha hablado de
anécdotas para describir ciertos tipos de narrativas en lugares de trabajo. Estas
clasificaciones están usualmente basadas en la clase de eventos narrados o en las estrategias
adoptadas para su narración. Otras clasificaciones enfatizan en las funciones comunicativas
del acto de narrar una historia. Por ejemplo, “historias argumentativas” es un término
comúnmente empleado para referir a las historias que se alejan de la narrativa prototípica y
sirven al propósito de respaldar una opinión, desafiar el punto de vista del interlocutor, etc.
El mismo Labov subraya el punto de que estas historias pueden alejarse de la narrativa de
experiencia personal, de hechos pasados y pueden ameritar un acercamiento diferente para
su análisis. Ochs y Capps (2001) han articulado la necesidad de desarrollar un acercamiento
diferente y han ido más allá de la narrativa convencional escolar, la cual, de acuerdo con
estos autores, consiste en:
- Una progresión temporal coherente de eventos que pueden ser reordenados por cuestiones
retóricas y que están típicamente localizadas en un tiempo pasado y en un lugar.
Estos autores discuten la idea de que entender las narrativas obliga a alejarse de las formas
más prototípicas para prestar atención a otras menos coherentes o pulidas pero que son
parte de las interacciones sociales cotidianas y de la condición humana.
Las historias breves pueden ser sobre eventos recientes o que aún se están
desarrollando. En este sentido, su relato reconstruye inmediatamente partes de la
experiencia y despierta una necesidad por anunciar y compartir lo que acaba de ocurrir.
Pueden ser sobre pequeños incidentes que pueden (o no) haber ocurrido realmente,
mencionados para respaldar o elaborar un punto de vista en una conversación en desarrollo.
Estas historias pueden ser sobre “nada” y, así, reflejan indirectamente algo acerca del
compromiso interaccional entre los participantes, mientras que para los de afuera la
interacción es literalmente “sobre nada”.
Como ejemplo de lo que puede ser categorizado como “historias breves” podemos ver
narrativas contadas por adolescentes en interacciones. Georgakopolou (2007) descubrió que
el intercambio de historias breves era una práctica común entre chicas adolescentes.
Propuso los siguientes tipos de historias breves como las más salientes:
1. noticias súbitas: involucran eventos muy recientes, que consisten en encuentros con
personas que interesan a los participantes o intercambios mediados (por mensaje de texto,
llamadas telefónicas, chats) con pares.
(4.9)
1. N: Igual Shenice
2. sí oh m-
3. ((excitada)) ay dios mío dios mío
4. ((sonrojada)) ay dios mío
5. Stefan sí? Salió en web cam para mí
6. ((levanta el tono de voz)) estaba tan sexy
7. ( ) la piel de mi novio a la luz sí?
8. se sacó la remera y todo
9. ESTÁ ((risa excitada)) caliente!
10. salió en web cam para mí ayer sí?
11. se veía buenísimo
12. >y yo estaba como< sangre
13. estaba muy sexy
14. >yo estaba< > cu cu
15. ?: riendo
16. N: y sus ojos se veìan azules sabes
17. porque vestía un azul oscuro
18. y mm: plateado
19. y su piel morocha
20. lindo color de piel >espera>
21. no hay nadie en el aula
22. es un poco más oscuro que Madeleine
23. y (.) linda piel bronceada
24. nada de //acné (ni cosas por el estilo)
25. L: // alt-más alto que vos?
26. N: No
27. L: más bajo?
28. sí// más bajo
29. L: //Más alto que yo?
30. N: es cinco-siete centímetros
31. L: más alto que yo ok (.) // ()
32. N: // escuchá y es es
33. voy con él y me pongo –um=
34.L: =si le das mi dirección de mail
35.?: No=
36.N: =No
37.L: Por::
38.N: Tiene la de Madeleine sabés
39.L: Por qué la de Madeleine?
40.N: porque Madeleine no es
41. no le gusta
42.L: Y yo por qué no?
43.N: Porque sos muy linda
44. me lo vas a sacar
45.L: NO:!
46. porque nunca estoy conectada ((riendo))
47.N: ((riendo)) es cierto
48. porque tu hermana está siempre
49.L: NO:!
50.N: bueno está cuando vos querés conectarte
51. y te molesta y así
52.L: ay por di:os! Estos zapatos de cuero-
53.N: si bueno (.) y // um ((riendo))
54.S: Sha//::yo=
55.N: ((riendo)) =no terminé
56. y después va
57. y va (.) qué color de ojos tenés? sí
58. porque sus- porque estaba vestido de azul
59. sus ojos parecían azules
60. >y yo estaba< de qué color son tus ojos?
61. eran como (.) azules
62. estoy jodiendo ((riendo))
63. la cámara hace que parezcan azules
64. >y yo estaba< oh sí
65. L: (claro) de qué color son sus ojos?
66. N: son marrones
67. pero es tan lindi(.) yo estaba
68. ?: (Él::)
69. N: y yo estaba (.) y él es para mí (.) y él es para mí
70. hermoso cuando me conecté
71. y yo estaba (levantando la voz) ahh:::::
72. no me gusta cuando dice
73. estás caliente o cachonda
74. (.) cuando dicen estás hermosa
75. o estás preciosa
76. o estás despampanante
77. o algo así
78. me gusta más
Las historias breves ocurren en el aula simultáneamente con otras actividades, y en ese
sentido es esperable que la gente atienda a varias cosas a la vez. Están, sin embargo,
claramente marcadas por el “dispositivo genérico del marco” (Bauman 2004: 6),
mayormente aperturas y tienden a constituir tópicos que se retoman, cuando son dejadas de
lado momentáneamente (ej. cuando los alumnos tienen que prestar atención a las cuestiones
escolares), con mínimas marcas. Podemos ver en la narración anterior cómo la historia
comienza con un marcador que señala la clausura del tópico anterior (“igual” línea 1), un
vocativo señalando el destinatario (Shenice), una frase exclamativa que crea suspenso,
emitida y repetida en un tono de excitación (“ay dios mío” líneas 3-4) y una forma mínima
de reconocimiento del nombre propio del personaje (“Estafan sí” línea 5). “Salió en web
cam para mí” (línea 5) recuerda el resumen de Labov. Luego, la historia se desarrolla como
una noticia súbita. Presenta una descripción cuidadosa del evento más narrable y del
personaje (Stefan saliendo en la web cam), como si fuera en cámara lenta, con una intensa
focalización en la parte del narrador (Mills y White 1997: 235). Parece haber cierto “toque
femenino” que evalúa la postura del hombre, su vestimenta, sus movimientos y apariencia
física. Estas escenas detalladas, contadas en pretérito imperfecto de modo de marcar la
duración (“porque vestía un azul oscuro” línea 17; “. estaba muy sexy” línea 13) en lugar
de ser meramente “descriptivas”, son una parte integral de la eventividad en las noticias
súbitas. Más allá de eso, no pasa mucho. Es, sin embargo, en las afirmaciones (sobre todo
en términos de buena apariencia) sobre el personaje del que se habla y en las
contraexpectativas que genera que se construye la reportabilidad de la historia en contextos
locales.
Si bien se alejan de las narrativas canónicas, las historias breves tienen una gran
importancia en la conexión de eventos y personajes de la vida cotidiana y (re)actualizan
interpretaciones sobre ellos, a través de su impacto emocional. También son actos
fundamentales de compartir que, de esa manera, reafirman la cercanía de posturas y puntos
de vista, cuestionándolos o revisándolos.
Los ejemplos anteriores muestran cómo los relatos que producimos diariamente en
nuestra vida cotidiana están influenciados -tanto en el nivel de la trama como en el de la
narración- por nuestra relación con los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.
Es el caso de Nadia, quien usó su teléfono celular como fuente de evidencia para la historia
que les estaba contando a sus amigas. Por otro lado, existe un grupo de historias online,
especialmente historias personales, que se han multiplicado en las redes sociales, que han
comenzado a despertar el interés de los analistas. Si bien los estudios son muy recientes,
vale la pena notar que estas historias online se alejan de lo que hemos llamado historias
“canónicas” o “largas” y, en ese sentido, se acercan a las “historias breves”.
Otro aspecto importante y recurrente de las historias personales online parece ser el
achicamiento de la distancia entre la narración y el mundo narrado, que encaja con la
definición de las noticias súbitas. Este último tipo de historias predomina en un corpus de
mensajes privados de e-mails entre amigos (Georgakopoulou 2004b). El medio fomenta la
posibilidad de los narradores de compartir con sus amigos eventos a medida que se van
desarrollando y de recibir la respuesta de sus amigos muy pronto.
4.7 Conclusiones
En este capítulo, nos hemos centrado en las interacciones verbales con el objeto de
proveer herramientas para analizar la participación y la diversidad de audiencia, así como
también hacer justicia al amplio rango de historias que son contadas en contextos
cotidianos. Específicamente, ilustramos la importancia y complejidad de los roles de
participación en la interacción al mostrar cómo la diversidad de audiencia y los cambios en
las posiciones de los participantes en cuanto a narradores, co-narradores, destinatarios
conocidos, etc., puede moldear el evento de la narración. Estos diversos roles implican un
amplio abanico de respuestas y modos de participación, tanto durante la narración como
después de producido el acto de narrar. También analizamos el rol de las narrativas en las
argumentaciones, ya sea como dispositivos para respaldar una postura, ya sea para desafiar
otros puntos de vista. Además, mostramos cómo los derechos de la narración pueden ser
pre-asignados o negociados durante la narración y cómo la distribución de dichos derechos
puede tener importantes consecuencias para el desarrollo del relato y para la relación que se
establece entre los participantes de la interacción.
Finalmente, discutimos cómo la investigación de las dinámicas interaccionales de
historias ha sido productiva para el estudio del amplio rango de historias que se alejan de
los relatos canónicos de entrevistas, así como también cómo los diferentes contextos
generan diferentes tipos de historias.
Los descubrimientos presentados en este capítulo demuestran la necesidad para
cualquier análisis de narraciones de determinar quién produce qué tipos particulares de
narrativas, en qué clases de contextos, bajo qué circunstancias y qué clase de contextos
alienta, inhibe o prohíbe determinadas historias.