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una atmósfera constituida por hidrógeno y helio, similar a la de Júpiter y Saturno. Era
muy delgada y reductora debido a que casi no había presencia de oxígeno.
La temperatura era muy elevada, las tormentas eléctricas sucedían sin cesar y las
radiaciones solares penetraban con facilidad hasta llegar a la superficie terrestre ya
que no existía la capa de Ozono. La actividad volcánica (que era muy alta) expulsaba
gases que formaron la primera atmósfera que contenía mucho CO2, CO, metano,
amoníaco y vapor de agua. A medida que la tierra se fue enfriando el vapor de agua se
condesó y creó mares y océanos que contenían mucho amoniaco y sales minerales.
La existencia de agua facilitó la disolución de gases (como el dióxido de azufre, el
hidruro de cloro o el dióxido de carbono), la formación de ácidos y la consecuente
reacción de éstos con la litosfera, que dio lugar a una atmósfera de carácter reductor y
rica en gases como el metano y el amoniaco. Las condiciones para la vida estaban casi
establecidas, pero pasaron millones de años más para que la vida en sí fuera posible,
ya que no había oxígeno libre. Las formaciones de rocas que contienen cantidades
reducidas de elementos como el uranio y el hierro son evidencias de esa atmósfera
anaeróbica.
Para los organismos como nosotros el proceso atmosférico más importante fue la
formación del oxígeno. Se piensa que la formación de la hidrosfera, una atmósfera
estable y la energía del Sol fueron las condiciones para que dentro del mar se formaran
proteínas (proteus: lo primero en griego) y se llevara a cabo el proceso de
condensación de aminoácidos y la síntesis de los ácidos nucleicos portadores del
código genético, que después de 1500 millones de años, daría lugar a la aparición de
los organismos unicelulares anaeróbicos que vivirían dentro de los océanos.
Hace apenas mil millones de años, organismos acuáticos llamados algas verde-azules
empezaron a usar energía del Sol para dividir moléculas de agua y dióxido de carbono
para recombinarlas en compuestos orgánicos y oxígeno libre, es decir, cuando se
rompe el enlace químico que une el hidrógeno con el oxígeno, se libera este último
hacia el medio ambiente y otra parte del oxígeno fotosintéticamente creado se
combina con carbón orgánico para crear moléculas de dióxido de carbono. Esto
constituyó un desastre masivo para los organismos anaeróbicos, pues si el oxígeno de
la atmósfera se incrementa, el CO2 disminuye. En ese momento, algunas moléculas de
oxígeno de la atmósfera absorbieron energía de los rayos ultravioleta emitidos por el
Sol y se dividieron para formar átomos de oxígeno individuales. Estos átomos se
combinaron con el oxígeno restante para formar moléculas de ozono que absorben los
rayos ultravioleta provenientes del Sol. Durante 4 mil millones de años la cantidad de
ozono era insuficiente para impedir la entrada de la luz ultravioleta; esto no
posibilitaba la existencia de vida fuera de los océanos. Fue debido a la vida marina que
la atmósfera terrestre alcanzó, hace unos 600 millones de años, niveles de ozono
suficientes para absorber la dañina luz ultravioleta y esto dio lugar a la aparición de
organismos sobre los continentes. En este tiempo el nivel de oxígeno era
aproximadamente el 10% del valor actual.