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Visión histórica del proceso de urbanización

El ecosistema urbano es el más reciente de los que existen sobre la Tierra. En efecto, el
ser humano pasó de ser cazador, pescador y recolector, a convertirse en ganadero y
agricultor, y los excedentes alimentarios, así obtenidos, permitieron abastecer a una
población que ya no tenía que procurarse su propio alimento y que podía residir, de forma
permanente, en enclaves destinados a otras funciones. Durante la Edad Media la
proporción de población urbana incluso descendió. Sin embargo, a partir del
Renacimiento, y más aún con el advenimiento de la revolución industrial, las ciudades se
convirtieron en núcleos de atracción de inmigrantes rurales.
Esa tendencia se consolidó definitivamente durante la segunda mitad del siglo XX como
consecuencia del abandono del campo, debido al excedente de mano de obra provocado
por la tecnificación de la agricultura.
Efectos de los espacios urbanos sobre la fauna autóctona
La urbanización del territorio se está acelerando, además, en todo el mundo, y
particularmente en los centros de alta biodiversidad, lo que hace necesario considerar
sus efectos sobre los seres vivos y reducir sus impactos sobre la naturaleza.

Características generales de los hábitats urbanizados


La característica estructural que mejor define a las ciudades es la presencia de grupos
de edificios separados entre sí por estructuras lineales asfaltadas, como son las calles y
vías de comunicación. Los parques y jardines constituyen islas de vegetación intercaladas
entre las construcciones y cinturones periurbanos y presentan, a veces, una complejidad
ecológica importante.
Cabe distinguir hasta seis zonas representativas:
1.- El centro urbano.
2.- Los barrios comerciales.
3.- Los barrios residenciales.
4.- Las zonas verdes.
5.- Los ríos.
6.- La línea de costa.

Principales descriptores de la fauna urbana


A pesar de la alteración del hábitat natural que produce, la ciudad moderna no es un
desierto de fauna, sino que una gran variedad de especies de animales hace uso, en
mayor o menor grado, del espacio urbano. La actividad humana ha producido modelos
ecológicos afines en ciudades situadas en diferentes áreas geográficas, hasta el punto
de que existen grandes similitudes entre ellas. Otra característica muy destacada de las
comunidades urbanas es la mezcla de especies autóctonas y alóctonas que forman parte
de su entramado biológico.
Aunque la mayoría de los animales urbanos que suelen venir a la memoria son
vertebrados, ya que son los animales más grandes y visibles, existe también una amplia
fauna de invertebrados que se ve afectada por los ambientes urbanos.
El cambio evolutivo. Dado que la composición genética de la mayoría de las poblaciones
tiende a cambiar con el tiempo, el objetivo de la Biología de la Conservación no es detener
el cambio genético.
La ecología dinámica. El mundo ecológico es un mundo dinámico, fuera del equilibrio. La
regulación de la estructura y función ecológica a menudo no está generada internamente,
sino que procesos externos, en forma de perturbaciones naturales.
La presencia humana. Los seres humanos forman y seguirán formando parte de los
sistemas ecológicos, tanto naturales como degradados, de forma que su presencia debe
ser contemplada en el concepto mismo de naturaleza.

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