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PARROQUIA SAN BUENAVENTURA DE YAGUARÓN

FORMACIÓN ZONAL ZONA PASTORAL Nº 7

2- SEGUNDO PASO: LA PROCLAMACIÓN.


a) El catequista anuncia a Cristo.
“No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, la promesa, el Reino, el
misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios.” Evangelii Nuntiandi, Nº 22.
En la Evangelii Nuntiandi, Pablo VI señala que el segundo paso en la evangelización es el anuncio explícito de Cristo.
También para la catequesis el paso esencial es el anuncio de Cristo; por eso este segundo paso constituye la parte
fundamental de la catequesis. Cristo tiene que ser anunciado explícitamente y en toda su dimensión. Estas
dimensiones abarcan todo el Antiguo Testamento, toda su vida, desde su nacimiento hasta su resurrección, todas
sus obras y sus enseñanzas y toda la vida de la Iglesia en la que Él está presente. Abarca también toda la creación
que fue hecha por medio de Él y para Él (cf Col 1, 15-20).
Este Segundo paso del método catequístico constituye en el fondo la respuesta que Dios brinda al clamor y a la
búsqueda del hombre. En el Primero, era el hombre que buscaba a Dios; en el Segundo, es Dios quien busca al
hombre con toda la riqueza de su palabra. Tenemos que tener en cuenta que la Palabra de Dios no es a expresión
material de una palabra determinada, sea ésta escrita o hablada. La palabra de Dios “ocurre” dentro del corazón del
hombre. Dios le habla en la intimidad. Todas las palabras escritas o habladas, vividas o testimoniadas, celebradas o
enseñadas, no son más que mediaciones de la Palabra de Dios que hacen posible que el hombre la escuche en su
corazón.
La ciencia que brinda la Palabra de Dios es un conocimiento superior que no aporta soluciones inmediatas, sino que
nos refuerza en todo lo que atañe al último sentido de nuestra vida.
Debemos cuidarnos de no presentar el Mensaje que enseñamos en Catequesis como una ideología.
Toda ideología congrega un conjunto de ideas y conceptos que tratan de solucionar los problemas humanos con
medios humanos. Ninguna ideología, por más religiosa que sea, puede ser respuesta a nuestra búsqueda de Dios.
La Palabra de Dios es trascendente: rompe todos los esquemas, supera siempre nuestra expectativa. Dios, en Cristo,
nos ofrece una salvación que desborda todos los limites (cf EN Nº 27). Obispos de Sínodo de 1977 nos dice que no
cualquier enseñanza religiosa es catequesis; solo aquella que parta de la situación concreta e impulse a encaminarse
hacia Cristo es verdadera catequesis. La catequesis está enteramente centrada en una persona. No conduce hacia
una teoría ni hacia una doctrina sino hacia un encuentro con la Persona de Cristo. He ahí la gran diferencia entre
cualquier metodología catequística. Otras sistematizaciones de la metodología catequística llaman a este Segundo
paso “iluminación”, simplemente Palabra de Dios. También se lo llama juzgar. La expresión “iluminación” hace
entender con más claridad la relación entre la situación o el cuestionamiento y la Palabra de Dios, en efecto, nos
ilumina y hace resaltar el verdadero valor salvífico de la historia humana de Cristo.
Revisión
1. ¿Qué es la catequesis?
2. ¿Desde tu experiencia de catequista, tuviste con encuentro con la persona de Jesús?

b) El catequista invita a una actitud de fe.


Para poder hacer con fruto la proclamación de la Palabra de Dios debemos preparar necesariamente los corazones
de aquellos a quienes se dirige esta Palabra. La tienen que recibir con una disposición de fe, con una actitud de
apertura a Dios.
Pero, en el momento mismo del encuentro, el catequista deberá apelar a nuevos recursos para afianzar esa actitud
de fe.
Uno de los que actualmente está muy en uso es la llamada “iniciación al silencio”. Por medio de ella, los catequizados
ejercitan un silencio activo, que los dispone a escuchar a Dios y a responderle con prontitud. Se requiere en un clima
de oración, de encuentro con Dios en lo más íntimo del corazón. No sólo debe ser una actitud individual sino un clima
que se respira en todo el grupo.
En la actitud de fe resalta el hecho de que es Dios quien toma la iniciativa, y nosotros, como el joven Samuel,
decimos: “Habla, Señor, tu servidor escucha” (1 Sam 3,10).
La Iglesia tiene una gran estima por la razón y por toda la experiencia humana, pero la fe tiene por objeto propio lo
que sólo Dios puede relevar desde la intimidad inaccesible de su propio ser.
El silencio es una condición indispensable para esta actitud de fe; también lo son la admiración la disponibilidad. La
admiración es la capacidad de maravillarse y de asombrarse ante a novedad y la grandeza de lo que Dios hace y
dice. La disponibilidad se muestra en la prontitud por responder a la invitación de Dios y por obedecer sus mandatos.
Estas actitudes deben ser ejercitadas siempre en los encuentros catequísticos.
Revisión
1. ¿Practicas el silencio en tu oración personal, en la lectura de la Palabra de Dios?
2. ¿Ejercitas momentos de oración y de silencio con tus catequizandos?
c) El catequista presenta los documentos de lo fe.
La proclamación de la Palabra de Dios se hace por medio de la presentación de los documentos de la fe.
Estos documentos son varios y cumplen diversas funciones. Coinciden con las mediaciones de la Palabra de Dios
(Biblia, enseñanza, liturgia y vida de la Iglesia), pero se presentan en forma concreta en función de la Proclamación.
Pueden servir tanto para el cuestionamiento como para la proclamación o para la respuesta. Un texto bíblico o una
celebración litúrgica pueden suscitar el cuestionamiento; una enseñanza de la Iglesia o una iniciativa pastoral pueden
dar pie a la respuesta. Pero insistimos, el lugar propio de las mediaciones es el de la Proclamación.
En la actualidad, debido al renovado interés por la Biblia, la Sagrada Escritura es la más utilizada de entre las cuatro
mediaciones.
La Biblia, para ser bien presentada, tiene que ser proclamada litúrgicamente; no puede ser entendida sin la
enseñanza de la iglesia y sin su realización concreta en la vida de la Iglesia.
La Proclamación es anuncio de la Buena Noticia. Es, por lo tanto, la transmisión de un mensaje de alegría. El
catequista transmite la alegría más grande que pueda experimentar el hombre: el amor de Dios por nosotros. Antes,
durante y después del encuentro, el catequista debe preguntarse: «¿Qué Buena Noticia he de transmitir?» Los
catequistas deben distinguir claramente, para ellos mismos y también para sus catequizandos, cuál es el mensaje
que transmiten.
Revisión:
• ¿A qué llamamos “documentos de la fe”?
• ¿Qué documentos de la fe conoces y cuál has leído?
• ¿Qué mensaje estás transmitiendo?

d) Los catequizandos se apropian de la Palabra de Dios.


Si los catequizandos no se “apropian” del Mensaje proclamado, no lo comprenden ni lo asimilan, la tarea de la
catequesis está sin duda incompleta. El catequista debe ayudar a sus catequizandos a que entiendan el Mensaje
recibido. La comunicación entre Dios y el hombre se hace por medio de palabras y gestos humanos que debe ser
interiorizados. Una parte muy importante del encuentro catequístico consiste en la enseñanza del significado
concreto de lo que ha sido proclamado. Porque el carácter humano, histórico y concreto de las mediaciones obliga
a hacer un esfuerzo de comprensión.
La “apropiación”, además de buscar la comprensión de la propuesta en el contexto histórico, nos ayuda,
principalmente, a descubrir el Mensaje. De nada sirve leer toda la Biblia y comprenderla si no descubrimos el mensaje
que Dios nos dirige a nosotros. El catequizando tiene que apropiarse sobre todo del Mensaje que Dios le dirige. Esto
puede ser un trabajo arduo y paciente.
A lo largo de la catequesis, los catequizandos deben ir aprendiendo a buscar por sí mismos cuál es el Mensaje
contenido en los documentos de la fe. Hay que tener en cuenta que el Mensaje no es siempre el mismo para todos
los catequizandos ni para todos los grupos.
La situación en la se encuentran hace que descubran uno u otro aspecto del Mensaje. El Espíritu Santo obra en cada
uno y en la comunidad en la medida en que se abran a su acción.
El mensaje muchas veces nos descoloca y nos exige un cambio de mentalidad y una mayor disposición a la
comprensión.
Revisión:
• ¿Qué significa “apropiarse” el Mensaje?
• ¿De qué manera se deben apropiar la Biblia, la enseñanza, la liturgia y la vida de la Iglesia?

e) El catequista ayuda a vivir la Palabra de Dios.


El Mensaje se tiene que aplicar a las circunstancias concretas del catequizando. La Palabra de Dios es una Palabra
Viviente, se dirige a hombres y mujeres situados concretamente en el tiempo y en el espacio. La Palabra de Dios un
Mensaje encarnado.
Orientados por el “sentido de la fe” e iluminados por el Espíritu Santo, ellos son capaces, la mayoría de las veces,
de aplicar el Mensaje a su propia vida. En todo caso, el catequista ha de ayudar a sus catequizandos a realizar esta
aplicación. El testimonio de la aplicación del Mensaje a su propia vida será siempre el mejor disparador de esta
adaptación. Se debe tener en cuenta que la aplicación no es lo mismo que “la moraleja”; sino que es la actualización
de la Palabra de Dios.
Sepa el catequista que los que mejor aplican la Palabra proclamada no son siempre los más inteligentes o los más
doctos, sino los que guardan la Palabra de Jesús en su corazón la practican. “¡Felices los pobres porque a ellos les
pertenece el Reino de los cielos!” (Mt 5,4).
En el caso de que los catequizandos, o alguno de ellos, no se sienten capaces de hacer aplicación, hay que ayudarlos
pacientemente. El catequista puede mostrar cómo hace él para aplicar la Palabra de dios a sr propia vida y a la del
mundo actual. Pero procurará dejarles a ellos suficiente espacio para hacerlo a su manera y con sus carismas.
También hay que dejar el camino abierto para la aplicación a la comunidad de creyentes y a la de los catequistas.
Revisión:
• ¿A qué apunta la aplicación en el método catequístico?
• ¿Quién tiene que hacer la aplicación?
• ¿Cómo catequista: aplicas la Palabra de Dios a tu propia vida?

f) El catequista aplica los mejores recursos del aprendizaje


La pedagogía catequística moderna presta mucha atención al aprendizaje y a la manera de ponerlo en práctica.
Si en la pedagogía clásica el aprendizaje se basa en la comprensión intelectual y a la memorización como sus únicos
recursos, en la, pedagogía moderna estos recursos se re-significan se ponen al servicio de una nueva concepción
del aprendizaje.
El ‘repaso”, que generalmente se hace al principio del encuentro, es un ejemplo claro de esta resignificación. Propio
de un método apriorístico clásico que no parte de la realidad histórica ni del cuestionamiento, se inserta en el nuevo
esquema para vincular lo que se ha visto en el encuentro anterior con la materia del siguiente, procurando desarrollar
puntualmente el orden del contenido consignado en el Libro de Catequesis.
Dentro de este modo de “progresar”, tal y como lo concibe la pedagogía moderna, el repaso forma parte del
aprendizaje. El Mensaje se va completando e integrando paso a paso. Cada elemento se va ubicando en el conjunto.
Este nuevo concepto de aprendizaje incluye también la retención de lo aprendido por medio de la memoria. Lo que
tiene que ser memorizado son, palabras de la Sagrada Escritura, luego fórmulas que permiten participar en la liturgia,
también oraciones comunes, formulas doctrinales. Todo lo que se aprende de memoria tiene que ser primero
explicado y entendido; las fórmulas no son punto de partida sino de llegada.
También hay que tener en cuenta que la memoria está íntimamente ligada a la afectividad. Todo lo que se aprende
de memoria va teñido de sentimientos y emociones.
Lo que se ha aprendido en un clima de alegría y amor mantiene a fuerza de este ambiente. Lo que se ha aprendido
en un clima de coerción y de castigo se percibe con esos mismos sentimientos odiosos. Se tiene que cuidar siempre
el clima afectivo en el que se proclama la Palabra de Dios. Los sentimientos de acogida o de rechazo son lo último
que se olvidan los alumnos.
Revisión:
• ¿Cuál es la función del repaso en la pedagogía moderna?
• ¿Qué es lo debe memorizar el catequizando en la nueva pedagogía catequística? ¿Por qué?
• ¿Por qué el repaso de los encuentros anteriores se hace después de la proclamación?

Glosario
Apriorístico: antes de la experiencia
Coerción: Del latín coercio, coerción es una presión que se ejerce sobre una persona para forzar una conducta o
un cambio en su voluntad.

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