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“AÑO DE LA CONSOLIDACIÓN DEL MAR DE GRAU”

AREA : Historia, Geografía y


Economía

TEMA : IMPACTO A NIVEL MUNDIAL DE LA


REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

DOCENTE :
Sharly Eduardo Roman Rojas

ALUMNA :
 Huaman Sobrino Daniela

GRADO : 3º

SECCIÓN : “A”

2016

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ÍNDICE
I. MARCO TEÓRICO ................................................................................................4
II. EL IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.........................................5
2.1. REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.........................................................................5
2.1.1. USOS DEL COBRE..................................................................................5
2.1.2. Trabajo industrial.......................................................................................5
2.1.3. Tecnología.................................................................................................6
2.2. PROGRESO........................................................................................................7
2.3. Trabajo manual...................................................................................................7
2.4. Armas..................................................................................................................8
2.5. Instrumentos y herramientas...............................................................................8
III. REVOLUCIÓN INDUSTRIAL................................................................................9
3.2. El antiguo régimen...............................................................................................10
3.2.1. Política y sociedad.........................................................................................10
3.2.2 La economía...................................................................................................11
3.2.3. Factores de la revolución industrial...............................................................13
3.3.4. Factores políticos...........................................................................................14
Factores sociales y económicos......................................................................14
3.3.5. Factores geográficos......................................................................................15
IV. EL MUNDO RURAL.........................................................................................16
4.1. Los sistemas tradicionales....................................................................................16
4.2. La reforma agraria y la revolución agrícola.........................................................18
4.4. Maquinismo y desarrollo industrial.....................................................................19
4.4.1. El sector algodonero......................................................................................19
4.4.2. Cambios Sociales...........................................................................................24
V. PROTESTAS OBRERAS.....................................................................................28
5.1. Ludismo................................................................................................................28
5.2. Cartismo...............................................................................................................28
5.3. Marxismo..............................................................................................................29
5.4. Leyes fabriles y obreras........................................................................................30
VI. LAS NUEVAS TEORÍAS ECONÓMICAS: EL LIBERALISMO..................33
6.1. Mercantilismo.......................................................................................................33
6.2. La riqueza de las naciones....................................................................................34
6.3. . Del capitalismo financiero al capitalismo industrial..........................................36
VII. CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.........................38
VIII. INFLUENCIA MUNDIAL DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL:..............39
7.1. Causas iniciales:...................................................................................................40
7.2. Impacto:................................................................................................................42
7.3. Impactos sociales:.................................................................................................44
7.4. Industrialización mundial:....................................................................................44
7.5. La expansión del proceso industrializador:..........................................................45
7.6. La experiencia británica:......................................................................................46
IX. CONCLUSIÓN..................................................................................................47
X. BIBLIOGRAFÍA.....................................................................................................47
ANEXOS.........................................................................................................................48

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INTRODUCCIÓN.

Como ya hemos visto, la Revolución Industrial es el


conjunto de transformaciones económicas, políticas y
técnicas que se inician en Inglaterra en el último cuarto del
siglo XVIII y que posteriormente se extienden a Europa y el
resto del mundo.

El período histórico donde se registró un proceso de honda


transformación en los métodos de producción,
comunicación y transporte. El invento y desarrollo del motor
a vapor reemplazó a la energía muscular proveniente del
hombre y las fuerzas del agua y el viento, con lo cual el
trabajo manual pasó a convertirse en mecánico.

Esta revolución en el modo de hacer y producir las cosas


fue producto de la maduración progresiva de muchos
factores ya latentes en el Renacimiento y abarcó no sólo a
la industria, sino también a la agricultura, comercio,
finanzas, estructura social, educación y al campo del
pensamiento vinculado al trabajo.

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I. MARCO TEÓRICO .

La Revolución Industrial hizo surgir dos clases sociales: el


proletariado o clase obrera y la burguesía industrial. El primer
grupo quedo integrado por los trabajadores de las fábricas; la
burguesía industrial se formó con los propietarios de las industrias.

Como consecuencia de las grandes transformaciones económicas


derivadas de la Revolución Industrial, se produjeron también
significativos cambios sociales, por ejemplo, la aparición de las
fábricas y el crecimiento de las ciudades.

La industria doméstica y los talleres artesanales desaparecieron por


la introducción de maquinaria y la instalación de numerosas
fábricas. Esto obedeció a que la industria tradicional no podía
competir contra las fábricas, pues éstas producían grandes
cantidades de mercancías con rapidez y a un bajo costo en
términos comparativos.

El desarrollo de la industria atrajo a miles de campesinos, los cuales


emigraron del medio rural a las ciudades en busca de trabajo. Los
centros urbanos crecieron con gran rapidez y, por tanto, de manera
desordenada. Debido a la escasez de viviendas, las familias
obreras, por lo general numerosas, vivían amontonadas en
reducidas e insalubres casuchas.

A medida que avanzó la urbanización se agudizó la separación


entre los grupos acomodados, que habitaban en barrios
confortables, y los obreros, condenados por la miseria a apretujarse
en hileras de casas malolientes. El aire impuro que se respiraba en
los barrios obreros y la carencia de servicios elementales, como
agua potable y drenaje, acortaba la vida de sus habitantes.

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II. EL IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Antes de la Revolución Industrial el ser humano utilizaba las
aleaciones de cobre y el hierro como materias primas para
la fabricación de máquinas simples y herramientas,
utilizando para ello métodos artesanales y trabajo manual.
La revolución industrial introdujo considerables cambios en
todos los ámbitos de desarrollo de las sociedades. El cobre
experimentó paulatinamente una creciente demanda e
importancia, dadas sus características como conductor de
la electricidad y su maleabilidad.

2.1. REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.


Se conoce como Revolución Industrial a una serie de
transformaciones sociales, económicas y políticas que
comenzaron a manifestarse en Inglaterra a mediados del
siglo XVIII. Posteriormente, estos cambios se extendieron a
otros países y regiones en el mundo, como Francia, Bélgica,
Países Bajos, el norte de Alemania, los Estados Unidos y
Japón, y finalmente cambió al mundo entero.

2.1.1. USOS DEL COBRE

El cobre es el metal que ha acompañado al ser humano en


su desarrollo desde que abandonó la edad de la piedra.
Este metal también sufrió transformaciones en su uso a
partir del siglo XVIII, especialmente, en la llamada
segunda revolución industrial con el invento del
generador eléctrico que abrió para este metal grandes
perspectivas de uso.

2.1.2. Trabajo industrial

La Revolución Industrial trajo la sustitución de las


actividades desarrolladas tradicionalmente en el taller

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artesanal, por un nuevo sistema de producción, basado en
la organización del trabajo en las fábricas. Se produjo un
conjunto de transformaciones y avances en la agricultura,
la población y la técnica, el transporte y el comercio, que
dio origen una nueva manera de trabajar, un cambio en
las relaciones laborales y un crecimiento extraordinario de
las ciudades.

2.1.3. Tecnología

Una de las principales bases del proceso de


industrialización es la invención de máquinas puestas en
movimiento sin la necesidad del uso de la energía
humana, siendo el carbón la esencial fuente de energía.

A mediados del siglo XVIII, en los inicios de la revolución


industrial, se inventa en Estados Unidos el pararrayos,
hecho íntegramente con alambre de cobre
Más tarde, el invento de la máquina a vapor revolucionó el
mundo industrial y el consumo de cobre, ya que se utilizó
en múltiples aplicaciones, como la armónica de latón
(Alemania), las hélices propulsoras de los barcos que eran
de bronce (Inglaterra), el primer cable telegráfico
submarino entre Dover y Calais, el dínamo eléctrico con
bobina de cobre (Alemania) y el teléfono en Estados
Unidos, que permitió la transmisión de voz por cables de
cobre.

A fines del siglo XIX, con la segunda revolución industrial,


comienza la masificación de las aplicaciones del cobre:
primero se inventó el generador eléctrico en el cual se
requería cables de cobre para la transmisión y luego, el
invento de la ampolleta eléctrica aumentó el consumo de

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cobre ya que la electricidad era conducida por cables de
este metal.

Luego, en las postrimerías del siglo XIX, con la invención


del automóvil, se suceden otros inventos como el
lavavajillas (1886) y la lavadora (1901) en Estados Unidos,
la radiofonía (1906) y el tostador eléctrico (1909).

Otro avance notorio en el uso del cobre se experimenta


con el televisor en el año 1931 y con el horno por
microondas en el año 1945.

En el último tercio del siglo XX, el mayor consumo de


cobre se explica por el desarrollo de la computación, ya
que el aumento de la velocidad de los procesadores
informáticos se debe a los chips que utilizan tienen
componentes de cobre.

2.2. PROGRESO

Los transportes, la industria textil y la industria siderúrgica


fueron los sectores en los que las innovaciones tecnológicas
tuvieron más repercusiones. En un comienzo, la introducción y
el perfeccionamiento de las nuevas máquinas produjeron
desconfianza y temor por la pérdida de los puestos de trabajo.
Las máquinas generaron un aumento de la producción y una
mejora en la productividad, pero supusieron también un ahorro
de mano de obra. Así se iniciaba la época del maquinismo.

2.3. Trabajo manual

El cobre es el metal que ha acompañado al ser humano en su


desarrollo desde que abandonó la edad de la piedra, descubrió el
fuego y pudo trabajar el metal con relativa facilidad.

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Hacia el año 2500 a.C. se inició la producción de armas,
herramientas y otros objetos de bronce, lo que se amplió hacia el año
1500, con el uso del bronce como fuente de sonido en los gongs del
lejano oriente asiático.
Con la aparición de la moneda en Lidia, aumenta la demanda de
cobre en los inicios del siglo VII a.C. Sin embargo, un gran avance se
experimenta en el siglo I a.C. con la utilización del latón en los
dominios del Imperio Romano.

2.4. Armas

En el siglo XV de nuestra era, Occidente da un salto importante en


materia de armamento, pues se inventa el cañón de bronce.

2.5. Instrumentos y herramientas

En el siglo XV, con los avances y descubrimientos renacentistas en


materia de astronomía, los científicos utilizaron el latón en la
elaboración de instrumentos. Con la aparición de la imprenta
inventada por Gutemberg el cobre se empezó a utilizar en el trabajo
tipográfico a través de las aleaciones bronce y latón.
En Alemania, en el año 1510, el cobre también comienza a hacerse
presente en la caja y engranajes de los relojes, los que eran hechos
de latón.
A mediados del siglo XVI en Europa, los tornillos y tuercas eran
elaborados principalmente de latón, cobre
y bronce.

Durante el transcurso del siglo XVII las aplicaciones tecnológicas del


cobre irán paulatinamente en aumento: el telescopio óptico elaborado
de latón en Holanda, el reloj de péndulo, con engranaje y péndulo de
latón, los cubiertos que inicialmente eran de latón, luego fueron de
bronce.

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III. REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
El cambio que se produce en la Historia Moderna de Europa por el
cual se desencadena el paso desde una economía agraria y artesana
a otra dominada por la industria y la mecanización es lo que
denominamos Revolución Industrial.
En la segunda mitad del siglo XVIII, en Inglaterra, se detecta una
transformación profunda en los sistemas de trabajo y de la estructura
de la sociedad. Es el resultado de un crecimiento y de unos cambios
que se han venido produciendo durante los últimos cien años; no es
una revolución repentina, sino lenta e imparable. Se pasa del viejo
mundo rural al de las ciudades, del trabajo manual al de la máquina.
Los campesinos abandonan los campos y se trasladan a las ciudades;
surge una nueva clase de profesionales.
Algunos de los rasgos que han considerado definitorios de la
revolución industrial se encuentra en el montaje de factorías, el uso
de la fuerza motriz... además de los cambios que trajo: se pasa de un
taller con varios operarios a grandes fábricas, de la pequeña villa de
varias docenas de vecinos a la metrópoli de centenas de miles de
habitantes.
Esta revolución viene a ser un proceso de cambio constante y
crecimiento continuo donde intervienen varios factores: las
invenciones técnicas ( tecnología) y descubrimientos teóricos,
capitales y transformaciones sociales ( economía), revolución de la
agricultura y al ascenso de la demografía. Estos factores se combinan
y potencian entre sí, no se puede decir que exista uno que sea
desencadenante.
Las enormes transformaciones económicas que conocerá Europa
(comenzando estos cambios Gran Bretaña) a partir del siglo XVIII
modificarán en gran medida un conjunto de instituciones políticas,
sociales y económicas vigentes en muchos países desde al menos el
siglo XVI que suelen denominarse como El Antiguo Régimen. El
nombre fue utilizado por primera vez por dirigentes de la Revolución
Francesa en un sentido crítico: los revolucionarios pretendían
terminar con todo lo que constituía ese Antiguo Régimen. Aquí nos
ocuparemos fundamentalmente de los aspectos económicos, aunque
dando también las claves básicas para comprender las instituciones
políticas y sociales de esta época.

3.2. El antiguo régimen


3.2.1. Política y sociedad
En cuanto a la política la forma del estado durante el Antiguo
Régimen es la Monarquía Absoluta.
http://www.cnice.mecd.es/recursos/bachillerato/historia/rev_ind
ustrial/textos.htm - AbsolutismoTexto. El rey considera que su
poder es de origen divino (Dios ha delegado en él) y, por tanto,
ilimitado (sólo responden ante Dios). Los monarcas absolutos
concentran en sus manos el poder legislativo, el ejecutivo y el
judicial, mandan sobre el ejército y todas las instituciones del
estado. El estado en su conjunto (incluyendo sus habitantes-
súbditos) no son sino una propiedad personal del Rey.
Las sociedades del Antiguo Régimen se caracterizan por tener
una población estancada, sometida periódicamente a las
llamadas crisis de subsistencia, Texto y que aún no han
conocido la revolución demográfica que hará crecer la
población europea a ritmos nunca antes conocidos. Se trata de
una sociedad formada por grupos muy cerrados: la sociedad
estamental.
La sociedad estamental se caracteriza por la desigualdad legal
entre los diferentes grupos sociales o estamentos. De un lado
distinguimos el grupo de los Privilegiados, constituidos por la
nobleza y el alto clero, que poseían enormes riquezas
provenientes de las rentas de la tierra y gozaba de exenciones
fiscales -estaban excluidos del pago de varios impuestos-, eran
juzgados según leyes distintas a las del pueblo, y se reservaban
los cargos más importantes del ejército, la iglesia y el estado.
De otro lado tendríamos al estamento no privilegiado (o tercer
estado), que no era un grupo nada homogéneo, pues cabían en
él, desde ricos comerciantes y banqueros (que nada envidiaban
a la nobleza en cuanto a riqueza) hasta el más humilde de los
campesinos, pero que tenían en común el hecho de ser quienes
sostenían económicamente el país con su trabajo, y el estado
con sus impuestos. El tercer estado constituía habitualmente
9/10 de la población, de ellos la mayoría campesinos pobres.

3.2.2 La economía
Las economías tienen una fortísima base agraria: dos tercios,
incluso tres cuartos de la población se ocupan de tareas
agropecuarias. Se trata de una agricultura en general
caracterizada por su bajísima productividad, por estar dirigida
al autoconsumo (el campesino piensa fundamental en
alimentarse directamente el mismo y sus familias con el
producto de sus tierras) y no a la comercialización, y por la
utilización de técnicas y herramientas que apenas han conocido
cambios en varios siglos: la utilización del arado romano sigue
siendo general en casi toda Europa y el mantenimiento del
barbecho (dejar sin cultivar cada año un tercio o la mitad de las
tierras para que esta recupere sus nutrientes) en la rotación de
cultivos como técnica de fertilización de las tierras.
Además en muchas zonas se conservan estructuras del llamado
régimen señorial típicas de la Edad Media: muchos campesinos
en teoría hombres libres, debían sin embargo pagar impuestos
a su señor (normalmente algún gran propietario de la zona con
un título de nobleza o algún cargo eclesiástico) en forma de
pagos en moneda, en especie (una parte de la cosecha) o
personal (trabajando gratis durante varias jornadas en las
tierras del señor). Además estos campesinos debían aceptar la
autoridad judicial del señor y estaban obligados a utilizar
(pagando) el molino o el lagar, e incluso a pedir su autorización
para casarse. Todavía en el siglo XVII en muchas zonas de
Europa esos campesinos tenían prohibido moverse de sus
tierras y buscar otro trabajo, obligación que heredaban sus
hijos. Sin embargo este sistema señorial se había debilitado con
la peste que diezmó la población europea desde fines del siglo
XIV : los señores debieron "aflojar" la presión sobre los
campesinos. En los siglos XV y XVI, con la mayor circulación
monetaria muchos campesinos cambiaron sus obligaciones por
pagos en dinero.
Además las monarquías absolutas recortaron el poder de los
señores, en especial su capacidad para ejercer justicia y cobrar
impuestos. De esta manera, mientras en algunos países del
este de Europa el régimen señorial sigue vigente de lleno, en
Gran Bretaña ya casi ha desaparecido, lo que es considerado
por muchos historiadores como favorable para la
modernización de la agricultura y de la economía en general
que se producirá en este país a partir el siglo XVIII.
Esta economía agraria atrasada convive en muchas zonas con
un importante desarrollo urbano y comercial dinamizado por los
grandes descubrimientos geográficos pues, desde mediados del
siglo XV, exploraciones portuguesas y castellanas revolucionan
el conocimiento geográfico y científico en general,
incorporando a la cultura europea nuevas tierras, mares, razas,
especies animales y vegetales... Primero serán las costas
africanas, luego el descubrimiento de América, posteriormente
las tierras del Pacífico, de forma que a finales del siglo XVIII
apenas quedaban por descubrir el interior de África y las zonas
polares. Pronto algunos países europeos construirán enormes
imperios coloniales basándose en su superioridad técnica
(armas de fuego) que servirán, inicialmente, para animar el
comercio europeo con inmensas cantidades de oro y plata
(monedas) y ya desde el siglo XVIII se incorporan enormes
plantaciones de tabaco y azúcar, que junto al comercio de
especias y a la trata de negros, servirán para enriquecer
enormemente a las burguesías mercantiles de algunos países
europeos.
Pero este panorama de cambios hay que matizarlo,
destacando, por ejemplo, la pervivencia de los gremios dentro
de las actividades artesanales: los trabajadores de cualquier
sector artesanal en una ciudad (zapateros, tejedores,
alfareros...) estaban obligados a formar parte de una
organización, el gremio, que controla toda la actividad que se
desarrolle en esa ciudad, de manera que las mercancías
fabricadas en otros lugares no puedan entrar en su ciudad. El
gremio fijaba de una forma rígida horarios, precios, salarios,
herramientas, número de trabajadores por taller..., e impedían
cualquier avance técnico u organizativo que pudiese dar
ventaja a unos talleres sobre otros. Por estas razones los
nuevos regímenes liberales prohibirán la existencia de gremios
como organismos incompatibles con economías basadas en el
progreso tecnológico continuo que deriva de la competencia y
el libre mercado.
El comercio encontraba numerosos obstáculos a su desarrollo
como eran la existencia de multitud de aduanas interiores o la
mala calidad de los transportes terrestres que sólo mejorarán
con la construcción de los primeros ferrocarriles.

3.2.3. Factores de la revolución industrial


La denominada Revolución Industrial tuvo su origen en Gran
Bretaña desde mediados del siglo XVIII. Uno de los aspectos
más discutidos del estudio de este proceso radica en la
explicación de por qué tuvo lugar primero en Gran Bretaña y no
en otros países. Se trata por tanto de pasar revista de una
forma sucinta a los principales rasgos de este país en los
momentos del "despegue" del proceso industrializador.
3.3.4. Factores políticos
Un régimen político estable, la monarquía liberal, que desde el
siglo XVII es el sistema político imperante (mientras en otros países
de Europa se refuerza la monarquía absoluta), y que se mantiene
libre de las revoluciones que aquejan a otros países europeos.
Las numerosas guerras en las que se vio envuelto el Reino Unido
durante los siglos XVIII y XIX no provocaron daños en territorio
británico. La insularidad actuó en este sentido como una barrera de
protección a la que se unía el desarrollo de una poderosa flota de
guerra que mantendrá su hegemonía mundial durante los siglos
XVIII y XIX.
La existencia de una moneda estable y un sistema bancario
organizado: el Banco de Inglaterra fue creado ya en 1694. Estas
condiciones no se darán en otros países europeos hasta finales del
siglo XVIII.
Factores sociales y económicos
Abundancia de capitales, procedentes, en parte, del dominio
comercial británico, pues desde el siglo XVII la marina mercante
británica en dura competencia con los holandeses se ha hecho con
el control de buena parte de los intercambios comerciales de otros
continentes con Europa. El comercio de productos como el te o el
tabaco, y el tráfico de esclavos, había permitido la creación de
enormes fortunas, en manos de comerciantes y banqueros. Este
comercio colonial proporcionaba a Gran Bretaña materias primas y
mercados donde vender sus productos manufacturados.
Incremento sostenido de la capacidad para producir alimentos por
parte de la agricultura británica que está conociendo un
importante desarrollo, la denominada revolución agraria, desde la
aprobación de leyes que permiten el cercamiento de las
propiedades.
Existencia de una abundante mano de obra. La población británica
crece a gran ritmo a causa fundamentalmente de los cambios en la
agricultura: el suministro constante y creciente de alimentos va
terminando con las crisis demográficas. Parte de esa población en
crecimiento emigrará a las ciudades y formará la masa de los
trabajadores industriales.
La mayor libertad económica a causa de la debilidad relativa con
respecto a otros países de organismos como los gremios que
suponían un freno a cualquier innovación en las actividades
industriales. No es casual que fuese un británico, el escocés Adam
Smith, autor de La Riqueza de las Naciones, quien hiciese la más
destacada e influyente defensa de la libertad económica: para
Adam Smith la mejor forma de emplear el capital para crear
riqueza es aquella en la cual la intervención de los gobiernos es lo
más reducida posible. La mano invisible del mercado asigna
siempre de la forma más eficiente los recursos económicos de un
país.
Abundancia de emprendedores entre los comerciantes y los
grandes propietarios de tierra.
Una aristocracia que permite y premia las innovaciones y la
creación de riqueza, en contraste con la nobleza de otros países,
más tradicional, apegada a la tierra y que desprecia cualquier
forma de trabajo productivo.
Menor peso de los impuestos al comercio en el mercado interno: en
Gran Bretaña el peso de los impuestos interiores era muy reducido
comparado con otros países europeos donde era muy común
encontrarse aduanas interiores cada pocos kilómetros lo que
convertía al comercio en una actividad poco productiva. Puede
decirse que en Gran Bretaña existía ya un mercado nacional que
en otros países sólo existirá cuando se eliminen las aduanas
interiores y se cree una importante red de ferrocarriles.

3.3.5. Factores geográficos


Abundancia de hierro y, sobre todo, de carbón. El hierro se
encontraba en los Montes Peninos, mientras que el carbón
abundaba tanto en Inglaterra como en Gales y Escocia. De hecho,
después de tres siglos de explotación, Gran Bretaña sigue
teniendo enormes reservas de carbón. En las proximidades de las
minas de carbón se concentrará gran parte del potencial
industrial británico en especial con el nacimiento de una fuerte
industria siderúrgica básica para proporcionar metales baratos
para la construcción de máquinas, ferrocarriles, infraestructuras.
Fácil y constante suministro de agua como fuente de energía,
pues el clima, lluvioso, superando de promedio los 1.000 mm
anuales y sin estación seca, proporciona corrientes de agua
numerosas y constantes. La energía hidráulica desempeñará un
importante papel en los años previos a la difusión de la máquina
de vapor.
El factor “insular”: abundancia de puertos que facilitan el
comercio nacional e internacional. Este factor unido a la
existencia de muchos ríos navegables (y canales que se
construirán) favoreció la creación muy temprana de un mercado
nacional con las ventajas que supone contar con un mercado de
gran tamaño a la hora de acometer inversiones.

IV. EL MUNDO RURAL

4.1. Los sistemas tradicionales


La formación de las aldeas fue especialmente activa en Europa
durante la Edad Media. El emplazamiento se elegía en función de la
cercanía a las vías de comunicación y, generalmente, a los cursos de
agua. Deforestado el bosque, las tierras cultivadas se extendían
alrededor de la aldea, formando un anillo, más o menor regular,
condicionado por el relieve del terreno. Divididas en parcelas, se
sembraba en ellas cereal y legumbres fundamentalmente, base de la
alimentación campesina. Más allá de los campos de cultivo, se
extendía un segundo cinturón formado por montes, donde pastaba el
ganado, y el bosque, fuente muy importante de recursos, del que se
obtenían leña y madera, miel y cera, frutos secos y la caza. Este
segundo anillo –montes y bosque- constituía las tierras comunales,
que eran explotadas colectivamente por toda la aldea, de modo que
el terreno no estaba parcelado.
En los cultivos predominaba la agricultura de temporal, puesto que la
de regadío, especialmente importante en los países del sur, se
reducía a las zonas inmediatas a los ríos. La explotación requería el
acuerdo de los vecinos y se hacía de la manera siguiente: se dividía
todo el terreno cultivable en grandes espacios llamados hojas y en
cada una de ellas cada vecino debía tener, al menos, una parcela. En
una de estas hojas se sembraba cereal en invierno (trigo o cebada),
en otra cereal en primavera (avena o centeno), quedando la tercera
sin cultivar, es decir en barbecho. Recogida la cosecha de trigo en
agosto, se introducía el ganado de la aldea en los campos.
Allí pastaba aprovechando los tallos secos del cereal cosechando
(rastrojos), y abonaba el terreno. En la hoja donde se había sembrado
en primavera (avena o centeno) se sembraba en invierno (trigo), ya
que la tierra no había sufrido tanto desgasto. Para completar el
circulo, en los campos que habían descansado se sembraba en
primavera. De este modo, trigo, barbecho y avena iba rotando,
alternándose en las tres hojas. Esto permitía por una parte, regenerar
el suelo y, por otra, complementar la dieta al añadir productos
ganaderos (leche y grasas, sobre todo).
Como consecuencia de este tipo de explotación (rotación trienal) las
parcelas estaban situadas de manera dispersa y eran de tamaño
reducido tras las sucesivas divisiones de generación en generación.
Además, el rendimiento de la tierra era bajo, puesto que cada parcela
daba sólo dos cosechas cada tres años.

4.2. La reforma agraria y la revolución agrícola


A partir del primer tercio del siglo XVIII, los sistemas de explotación
tradicional fueron modificándose como consecuencia de la aparición
paulatina de innovaciones técnicas y de cambios en la distribución
de la propiedad. Estas novedades se experimentaron por primera
vez en el este de Inglaterra (en el condado de Norfolk) y se
difundieron después a los países de mediterráneos, las innovaciones
fueron más tardías y consistieron, sobre todo, en una mejora,
diversificación y ampliación de los regadíos.
En la Europa septentrional, el barbecho fue sustituido por la rotación
de cultivo complementarios. Los tubérculos (nabos, papas) y los
forrajes (trébol), para alimentar el ganado, podían ser introducidos
en las rotaciones sin agotar la tierra, intercalándose con el cereal,
según el siguiente ciclo: trigo-nabos-cebada-trébol. De este modo, la
tierra se regeneraba sin necesidad de dejar de producir.
Junto con la papa, otros productos originarios de América, y ya
conocidos con
anterioridad, se difundieron en este periodo. Es el caso del maíz,
empleado como forraje, o los pimientos, cultivados en huertas.
La supresión del barbecho supuso la desaparición del sistema de
explotación colectiva, basada en la división de hojas, y también del
ganado que pastaba en los rastrojos. Éste fue sustituido por la
ganadería en establos, alimentada ahora con el forraje cosechado.
Simultáneamente, se produjo una reforma de la estructura de
propiedad de la tierra. En Gran Bretaña, el parlamento aprobó las
leyes de crecimiento (“Enclosure Acts”, por las que se legalizaron
múltiples apropiaciones realizadas por los grandes terratenientes
(“gentry”) en las tierras comunales – montes y bosques– para su
presunta mejora o puesta en cultivo. En Francia o España, las tierras
de la Iglesia fueron expropiadas, subastadas y adquiridas por la
nobleza y la burguesía (venta de bienes nacionales o
desamortizaciones). Se produjo así una concentración parcelaria,
que permitió ampliar el tamaño de las parcelas y hacer rentable de
este modo la mecanización de las explotaciones.
La sembradora de Jethro Tull (17301 permitía ahorrar semillas y
mano de obra. La segadora de Mackormirck (1830), tirada
inicialmente por caballos, realizaba el trabajo equivalente de un
elevado número de personas provistas de las tradicionales hoces y
guadañas. La trilladora de Turner (1831) quitaba el trabajo a
decenas de jornaleros, separando eficazmente la paja del grano. Su
introducción en los campos ingleses provocó en la década de los
treinta una serie de revueltas campesinas que, entre otras
ocasiones, llevaron a la destrucción de estas máquinas.
El conjunto de innovaciones perjudicó notablemente a los
campesinos, sobre todo a jornaleros y pequeños propietarios.
Suprimidas las zonas comunales de pastos, reducido el bosque,
incapaces de hacer frente a la competencia de las máquinas, sus
posibilidades de subsistencia eran mínimas. En muchos casos, la
única solución posible era la venta de propiedades a los
terratenientes y el éxodo rural hacia las ciudades, es decir, su
proletarización. Éste fue el precio de la modernización de las
explotaciones.

4.4. Maquinismo y desarrollo industrial


Uno de los elementos sustanciales de la mecanización y
modernización industrial fue la aplicación de un nuevo tipo de
energía: el vapor, cuya producción requería carbón. La máquina de
vapor del escocés James Watt (1782) se convirtió en el motor
incansable de la Revolución Industrial.

4.4.1. El sector algodonero


La introducción de máquinas automáticas, movidas por la fuerza
expansiva del va por, para la fabricación industrial se produjo
por primera vez en Inglaterra, en el sector textil del algodón En
los años anteriores a la Revolución Francesa, ya se ha habían
puesto a punto las principales innovaciones que afectaron a las
dos operaciones básicas del sector: hilado y tejido.
El hilado de lana o algodón se había realizado hasta entonces
con la rueca. En 1764 la “Jenny”, de Heargraves, desarrollaba un
mecanismo aprovechando el movimiento de una rueca,
accionada mediante una manivela, para obtener
simultáneamente varias bobinas de hilo, con lo que se
multiplicaba la producción. La “waterframe” de Arkwnght (1769),
sustituía la energía humana por la hidráulica. La rueda que
accionaba la máquina se movía como una hélice, impulsada por
un chorro de agua.
El desarrollo de la hilatura del algodón estimuló la modernización
del telar.
El telar manual tradicional constaba de un entramado de hilos
por el que se hacía circular un lado a otro. La bobina se pasaba
de mano a mano por lo que la anchura de la tela quedaba
limitada a la envergadura del tejedor. En 1733, J. Kay ideó un
procedimiento automático para lanzar la bobina, la “lanzadera
automática”, lo que permitía fabricar piezas más anchas, y se
ahorraba la mitad tiempo. Por fin, en 1781, Cartwright aplicó el
movimiento de vaivén de la máquina de vapor a vanos telares,
con lo cual nació el “telar mecánico”.
Hacia 1815, los telares mecánicos, aún en frase experimental,
eran minoría frente a los telares manuales. Sólo había 2400 en
toda Inglaterra. Durante la década de 1820, la cifra se multiplicó
por diez. En 1850 había unos 250 000 telares, y, de ellos, unos
200 000 eran mecanizados.
El hecho de que las novedades señaladas correspondiesen a la
industria de algodón, y no a la de la lana, que era la más
difundida hasta entonces, pudo deberse a la mayor resistencia y
elasticidad de la fibra vegetal. Además existía algodón
abundante y barato en las colonias de Norteamérica debido al
trabajo esclavo y, más tarde, en India.
Desde de 1701 quedó prohibida en Inglaterra la importación de
tejidos estampados de algodón en India. Hasta 1750 la
supremacía de las telas de este origen era incuestionable, pero
se vendían como productos de lujo para gente rica. En esa
época, del total de exportaciones inglesas, el 46% era de lana y
el 26% de cereales. En 1800 el 28.5% era de lana y el 24% era
de algodón. En 1810, los tejidos de algodón habían superado a
los de lana. Por fin, a principios de la década de 1830, las
exportaciones de algodón no sólo superaban cuatro veces a las
de lana, sino que además constituían la mitad del total de las
exportaciones británicas.
Los talleres artesanales no reunían las condiciones necesarias
para albergar las máquinas. Éstas se concentraron en grandes
naves destinadas exclusivamente a la producción: las fábricas.
La industria algodonera fue el primer sector en el que se
invirtieron los capitales obtenidos en el comercio y la agricultura.
Además, dio lugar a la mecanización industrial, cuyos efectos
positivos y negativos se dejaron sentir rápidamente.
Las exposiciones universales (desde la de Londres de 1851) se
convirtieron en e1 escaparate de todas las novedades, lo que
agilizó la difusión de las nuevas máquinas. La multiplicación de
la producción redujo considerablemente los costos: en 1812, los
costos de producción de hilo de algodón eran una décima parte
de los de 30 años después. La consecuencia inevitable fue el
abaratamiento de los precios y la extensión de las ventas.
Sin embargo la supervisión de los telares automáticos, para lo
que no se requería fuerza, pasó a ser realizada por niñas, cuyas
pequeñas manos podían desenvolverse bien para limpiar y
engrasar entre los engranajes de las máquinas. Los salarios que
se les pagaba eran mucho más reducidos y las jornadas más
largas, a la vez que el ritmo de trabajo era marcado por las
pausas obligatorias de la máquina. El sonido de la sirena fue otra
de las aplicaciones de la máquina de vapor.
La Revolución de los transportes: el ferrocarril, el barco de vapor
y el desarrollo siderúrgico
El ferrocarril, es decir, los vagones que circulaban sobre unas
vías de hierro, eran utilizados ya en el siglo XVIII para la
extracción minera.
En 1825 Stephenson aplicó la maquina de vapor capaz de
desplazarse (locomotora) como fuerza de tracción para arrastrar
estos vagones. que antes eran tirados por caballos y personas.
La idea de desplazarse así por vía terrestre supuso la aparición
del ferrocarril moderno, como medio de transporte para
mercancía personas.
El ferrocarril permitía transportar materias pesadas con una
rapidez antes impensable de 32 a 40 Km. (debemos tener en
cuenta que 40 Km. era la distancia que solía recorrer un caballo
en una jornada). La revolución de la velocidad acorto
extraordinariamente el tiempo de los desplazamientos y permitió
vertebrar el comercio interior, escasamente desarrollado hasta
entonces. El volumen de los intercambios se multiplicó.
Hacia l870 ya habían construido dos tercios de la red ferroviaria
británica, la más extensa y densa de Europa. En el continente,
los más desarrollados eran los ferrocarriles de Bélgica y Holanda,
favorecidos por su condiciones orográficas: no existía en sus
trazados un solo túnel. El caso opuesto era el de Suiza, cuyos
túneles alpinos dificultaban la construcción. El resto, Alemania e
Italia en sus albores como naciones, Francia o España,
alianzaban sólo un tercio de la extensión de la red que tendrían
en vísperas de la Primera Guerra Mundial. En Estados Unidos, el
final de la Guerra de Secesión, en 1865, marco el punto de gran
expansión ferroviaria, que le llevaría a destacarse como la red
más extensa del mundo.
La fuerza del vapor se empleó también en la navegación. Los
experimentos transoceánicos iniciados hacia 1840 sufrieron
algunos percances. Las hélices tenían dificultades para
adaptarse al oleaje. Como consecuencia, los vapores de rueda
trasera se desarrollaron para la navegación fluvial, mientras que
para el tráfico marítimo se empleaban buques mixtos, dotados
de dos grandes ruedas laterales movidas a vapor, pero
conservaban la estructura de mástiles y velas que les permitía,
además, desplazarse impulsados por el viento.
Simultáneamente, y a pesar de los contratiempos, se van
acorazando con hierro o, incluso, se fabrican totalmente de
hierro, lo que permite aumentar el tonelaje y la velocidad. No
obstante, durante todo el siglo los nuevos barcos a vapor
coexistían con los grandes veleros (“clippers”).
La aparición del ferrocarril y del barco de vapor estimuló
extraordinariamente la demanda de hierro. La fabricación de
vías, locomotoras, vagones y barcos disparó definitivamente la
industria siderúrgica. Además, la siderurgia y la aplicación del
vapor a la industria incrementaron las necesidades de carbón.
Su explotación masiva abarató el precio, con lo que se fue
extendiendo para el uso doméstico (cocinas y calefacción). Las
innovaciones
introducidas a lo largo del siglo XVIII se realizaron en dos
campos: la mejora de la combustión en el carbón y la mayor
calidad del producto final en el hierro. En cuanto al primero, se
consagró como combustible un tipo de carbón, “coque” (hulla
refinada), capaz de producir elevadas temperaturas. La
combustión se avivaba con la inyección de aire caliente. En
cuanto al segundo, se ideó la técnica del “pudelado” (1784),
consistente en batir la masa de metal incandescente, con lo que
se obtenía un hierro más maleable. Mediante el “laminado”
(1783), la masa de hierro fundido se transforma en barras al
pasar por unos rodillos, lo que facilita su utilización industrial.

4.4.2. Cambios Sociales


Aunque la industrialización va a producir enormes
transformaciones en la sociedad británica como el crecimiento
de la llamada clase burguesa, o el éxodo rural producto de la
revolución agraria, sin embargo quizá los dos fenómenos
sociales más dignos de estudio sean el espectacular
crecimiento demográfico y el nacimiento de una nueva y
masiva clase trabajadora formada por los obreros de las nuevas
industrias.
La industrialización va a provocar un crecimiento de la
población sin precedentes en la historia de la humanidad
conocido como la Revolución Demográfica. Los cambios en la
industria, la agricultura y los transportes produjeron un
aumento espectacular de la riqueza (que se traduce
fundamentalmente en una mejor alimentación) que se reflejó
en un crecimiento notable de la población que servirá para
multiplicar los habitantes de Europa en muy pocos años e
incluso para poblar con emigrantes otros continentes.
La disminución de algunas de las más temibles epidemias que
habían azotado Europa durante siglos, ciertas mejoras
sanitarias e higiénicas ( como el descubrimiento de la primera
vacuna por el doctor Edward Jenner en 1796 que protegía
contra la viruela) y, sobre todo, una mejor alimentación con el
fin de las crisis de subsistencia, están entre las causas de ese
crecimiento demográfico. Este aumento de la población fuerte y
sostenido explica el enorme crecimiento de las ciudades
británicas a lo largo de los siglos XVIII y XIX.

4.4.2.1. Las transformaciones sociales: la sociedad en clases


Hasta el siglo XVIII, la sociedad estaba dividida en estamentos,
grupos prácticamente cerrados a los que se accedía por
nacimiento. A cada uno le correspondía desempeñar un papel
distinto en la sociedad: la defensa militar correspondía a la
aristocracia, la función espiritual, que incluía la cultura y la
enseñanza, era desempeñada por el clero, y la función de
proporcionar la manutención, derivada del trabajo, era atribuida
al denominado tercer estado.
Las sucesivas oleadas revolucionarias y los cambios
económicos provocarán intensas transformaciones. Las leyes
particulares de cada estamento desaparecerán y, con ellas, los
estamentos, pues todos los individuos serán considerados
iguales ante la ley. Incluso ante la muerte: la Revolución
Francesa difundió el sistema de decapitación mediante la
guillotina, que igualaba en el cadalso a reyes y miserables, a
aristócratas y plebeyos. Sin embargo, las diferencias de riqueza
se hicieron cada vez más acusadas. La sociedad quedó dividida
en clases, y mientras los grupos superiores se enriquecían
considerablemente y llevaban una vida de lujo, la mayoría de la
población vivía en condiciones deplorables, en el límite de la
subsistencia. Entre ambos, un grupo, la clase media, atendía
negocios familiares en las ciudades o explotaciones propias en
los campos. Así, la nueva sociedad quedaba dividida en tres
grandes grupos: clases superiores, medias y bajas.
*Clases superiores. Estaban formadas por dos grupos de
distinto origen: la aristocracia y la alta burguesía. La nobleza,
aun perdiendo privilegios y derechos señoriales, se había visto
beneficiada por la consolidación y ampliación de sus
propiedades tras las desamortizaciones v cercamientos.
Aristocracia y alta burguesía eran los únicos grupos que
ejercían sus derechos de participación política, exceptuando los
cuadros militares superiores y las profesiones liberales
(catedráticos, médicos, abogados). Todos ellos componían el
bloque con el que se formaban los gobiernos y los restringidos
parlamentos del liberalismo moderado.
*Clases medias. En ellas se incluyen los grupos de la llamada
pequeña burguesía, formada por tenderos y comerciantes, de
telas y ultramarinos principalmente. Estos últimos se
sustituyeron al comercio artesanal de los talleres y la venta
ambulante. En las décadas finales de siglo aparecieron, en
algunas grandes ciudades como París, los primeros grandes
almacenes, que pondrán en peligro la continuidad de los
pequeños tenderos. También se incluían en este grupo los
propietarios de negocios de tipo familiar, con un reducido
número de trabajadores, dedicados sobre todo a objetos de
consumo, como pequeñas empresas textiles, de calzado,
confección, mueble o alimentarias.
Por su nivel de renta, también deberían incluirse aquí las
profesiones liberales y los cargos militares de alto rango, salvo
por la peculiaridad ya señalada: gozan de derechos políticos en
un sistema de sufragio restringido. En las zonas rurales,
corresponderían también a las clases medias los trabajadores
que labran sus propias tierras y que, ocasionalmente, emplean
trabajadores agrícolas. A menudo se trata de herederos que se
hacen cargo de las tierras familiares mientras que el resto de
los hermanos busca trabajo en las ciudades.
*Clases bajas. Los trabajadores constituían la mayor parte de la
población, como había sucedido siempre. La novedad fue, sin
embargo, la aparición del proletariado, constituido por los
emigrantes rurales convertidos en obreros de las fábricas, las
minas o la construcción, y cuyo único sustento proviene de su
fuerza de trabajo, alquilada a cambio de un salario. La única
seguridad para su futuro es su prole, es decir, el número de
hijos, muchos de los cuales trabajaban desde cortas edades.
Ante la precaria situación laboral, un accidente, un despido, el
cierre de la fábrica o la vejez, podían significar la ruina de las
familias.

4.4.1.2. Las condiciones de vida de los obreros


Precisamente en algunas de estas ciudades el crecimiento
rápido, desordenado y sin criterios surgirán enormes suburbios
superpoblados, sucios y conflictivos donde las epidemias de
tifus o cólera se convierten en algo habitual. Estos suburbios
surgían muchas veces en torno a una fábrica: estaban
formados por los barracones donde vivían los operarios de esa
fábrica.
Sin entrar en el conocido debate de si la industrialización
mejoró o empeoró las condiciones de vida de los trabajadores,
si que puede intentarse describir las situación en la que vivían
estos obreros, que puede calificarse en general como muy
mala, así como sus condiciones laborales habría que
describirlas como espantosas: fábricas sucias, húmedas,
oscuras, poco ventiladas y ruidosas
http://www.cnice.mecd.es/recursos/bachillerato/historia/rev_ind
ustrial/textos.htm - Salud(condiciones causadas por la
presencia en ellas de las máquinas de vapor y por la nula
preocupación de los patrones por las condiciones laborales de
sus empleados). En estas fábricas poco sanas y peligrosas era
habitual que sus obreros pasasen de doce a catorce horas
diarias, trabajándose incluso sábados en jornada completa, y
domingos hasta mediodía. La concentración de obreros en las
fábricas es la que hace posible que estos trabajadores tomen
conciencia de su situación y vean que mediante acciones
colectivas podrían tratar de mejorar sus condiciones de vida. El
sistema de fábricas se encuentra por tanto en el origen del
movimiento obrero.
De hecho, apenas se detectan preocupaciones sociales durante
la segunda mitad del siglo XVIII pues estas condiciones se
aceptan como normales. Ya en el siglo XIX investigaciones
parlamentarias, protestas sindicales o conocidos relatos como
los de Dickens en “Tiempos Difíciles”, pusieron de manifiesto la
dureza de la vida de los obreros industriales.

V. PROTESTAS OBRERAS

5.1. Ludismo
Aunque desde los inicios de la industrialización se registra una
notable oposición de los obreros artesanos a la introducción de
máquinas, las primeras formas de protesta obrera se detectan en
Gran Bretaña en la segunda década del siglo XIX cuando surge el
conocido Movimiento Ludita (o Ludismo), nombre que deriva de un
personaje real o inventado, un obrero, Ned Ludd, cabecilla de este
movimiento de protesta que se canalizaba hacia la destrucción de la
maquinaria, y que pronto se extenderá por varios condados de
Inglaterra donde la industria textil se había convertido en la
principal manufactura. Las Guerras Napoleónicas de años
posteriores hicieron saltar en varias ocasiones nuevas protestas
luditas.

5.2. Cartismo
El llamado Movimiento Cartista supone una versión más organizada
del Movimiento Obrero y que se desarrolla entre 1837 y mediados
del siglo XIX. Debe su nombre a la denominada Carta del Pueblo,
documento que llegó a conseguir la firma de cientos de miles de
obreros y que era una petición elevada al Parlamento en la que se
pedía el Sufragio Universal, el voto secreto, la igualdad en el valor
de los votos... En definitiva, revelaba el deseo de democratización
del sistema político británico: el movimiento obrero desea participar
en el juego político y desde ahí mediante la presentación de leyes
en el Parlamento, mejorar las condiciones de vidas de los obreros
industriales. Desde mediados de siglo el movimiento irá perdiendo
fuerza progresivamente, aunque paradójicamente, en años
posteriores, el Parlamento Británico adoptará la mayor parte de las
peticiones recogidas en la Carta del Pueblo.
Hay que recordar que la legislación británica (leyes aprobadas en
1799 y 1800) prohibía de una forma terminante la formación de
asociaciones obreras, pues se consideraba que estas asociaciones
chocaban con el espíritu del liberalismo económico: debía ser el
mercado quien fijase los salarios y no la presión de los sindicatos.
Pero a pesar de estos obstáculos legales surgieron diversas formas
de asociacionismo obrero sostenidas por las cuotas que pagaban los
trabajadores y que pretendían, ante todo, ofrecer protección para
los asociados en caso de accidente o enfermedad. A partir de 1.824
las leyes británicas autorizan el asociacionismo obrero que darán
origen a lo que podemos considerar los primeros sindicatos de
obreros, las llamadas Trade Unions en las que, en principio se unían
los trabajadores con un mismo oficio en una localidad. En los años
treinta esas asociaciones profesionales y locales se irán uniendo
entre sí hasta formar enormes asociaciones que a mediados de siglo
agrupaban a cientos de miles de obreros británicos de todos los
oficios. La huelga, la negociación colectiva pacífica y, cuando lo
permitan las leyes electorales, la participación en política, serán los
instrumentos de los que se valdrá el sindicalismo británico para
mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

5.3. Marxismo
Este temprano desarrollo del sindicalismo en Gran Bretaña es el
causante probablemente del escaso éxito que tendrán las nuevas
ideologías obreras revolucionarias (el marxismo y el anarquismo)
que están naciendo a mediados del siglo XIX. Cuando Marx (líder del
socialismo) y Bakunin (líder anarquista) funden la Asociación
Internacional de Trabajadores (A.I.T.) en Londres, ésta tendrá un
éxito importante en países como Francia y Alemania, mientras que
en Gran Bretaña (país donde se fundó) nunca pudo competir con las
Trade Unions.

5.4. Leyes fabriles y obreras


Durante mucho tiempo, mientras el capitalismo estuvo en su mayor
auge, las leyes fueron opuestas a toda sindicalización y a toda
protección efectiva de la clase trabajadora. Se pensaba que
cualquiera intervención gubernamental o legal era opuesta a la libre
empresa y a la libre contratación, que eran las bases
socioeconómicas que entonces admitían los Estados capitalistas.
En Francia, durante la época de la Revolución, la “Ley de Chapelier”
disolvió los antiguos gremios de artesanos y prohibió las
asociaciones profesionales.
En Inglaterra, las asociaciones de dicho tipo también fueron
disueltas en el siglo XVIII, y aún más, los excesos ocurridos durante
la Revolución Francesa hicieron que en Inglaterra se dictaran, en
1799 y 1800, las “Combination Laws” (Leyes sobre Asociaciones)
que prácticamente consideraban criminal todo sindicalismo. A
cualquier trabajador que participara en una huelga o que ingresara
a un sindicato, se le juzgaba por dos magistrados, y de
encontrársele culpable, se le sentenciaba a tres meses de prisión.
Las leyes contra conspiradores, por otra parte, podían ser
esgrimidas contra las agrupaciones de trabajadores, y en tal caso
las penas a los que se considera como violadores del orden, eran
mayores.
Pese a todo, la relativa impopularidad de tales leyes y la falta de un
sistema policiaco adecuado, permitieron que algunos sindicatos
continuaron existiendo dentro de un ambiente más o menos secreto.
En 1824 se logro que el Parlamento dictara una ley según la cual no
era criminal ser miembro de un sindicato, aunque este último
todavía no era reconocido legalmente. La ola de huelgas que se
produjo más tarde hizo, sin embargo, que los grandes intereses
económicos, especialmente a los de los armadores de barcos,
provocaran una reacción, que dio por resultado el debilitamiento del
sindicalismo, aunque no su extinción. En 1834 se estableció el “Gran
Sindicato Nacional Consolidado” que pretendió abarcar a
trabajadores industriales y agrícolas, teniendo a Roberto Owen por
principal sostenedor. Con ciertas ideas socialistas, pretendía que los
sindicatos tomaran posesión de las grandes industria, bajo
amenazas de huelga; pero el “Gran Sindicato” desapareció poco
tiempo después, sin alcanzar sus metas. El sindicalismo británico
progresó lentamente, y entre 1871 y 1875 las leyes inglesas
concedieron reconocimiento a los sindicatos, con plena
personalidad jurídica. En 1906 se dictó la “Ley sobre Conflictos
Industriales”, en virtud de la cual los sindicatos no podían ser
sujetados a proceso judicial.
Las huelgas de tipo general en Inglaterra ocurrieron en algunas
ocasiones, y tuvieron variada suerte; algunas de ellas alcanzaron,
no obstante, efectos considerables, y quizá por ello en 1927 se dictó
la “Ley Sindical” que declaró ilícitas las huelgas generales.
En la historia económico-social de la Gran Bretaña, las leyes de
protección a los trabajadores no siempre tuvieron la misma
amplitud. Al principiar el siglo IX, en 1802, apareció una de las
primeras dichas leyes. Su objeto era limitar la jornada de trabajo e
los niños a 12 horas, quienes debían contar además con medios
educativos, y con dormitorios cómodos y limpios. Esto se refería
sobre todo a los niños de los hospicios ingleses del sur, que eran
enviados a trabajar a las fábricas del norte, casi dentro d una
situación práctica de esclavitud.
Después de 1830, Inglaterra fue escenario de una gran agitación. Se
proclamó públicamente que los trabajadores explotados en forma
inicua, y el gobierno decidió investigar. Frutos de tal investigación
fueron varios documentos que corroboraban la situación de miseria
y de sujeción en que se tenía a todos los obreros ingleses. Con tal
base, el Parlamento aprobó en 1833 una ley que prohibía a los niños
de 9 años el trabajo en las fábricas de tejidos; los menores de 13
años tendrían una jornada no mayor de 12 horas; y se prohibía en
general el trabajo nocturno. La ley no provocó entusiasmo entre los
obreros, que siguieron insistiendo en que el trabajo no debía ser
demasiado prolongado. Un paso más se dio en 1844, al prescribirse
que las mujeres y los jóvenes no podían trabajar jornadas mayores
de 12 horas, y al señalarse medidas de protección para el uso de
maquinaria peligrosa. Posteriormente, el 8 de junio de 1847 aprobó
el Parlamento una nueva norma en virtud de la cual la jornada
máxima de trabajo, para mujeres y niños, no podría ir más allá de
10 horas diarias. Sin embargo, muchos dueños de fábricas
frustraron los términos de la ley, de modo que los niños y las
mujeres de hecho siguieron trabajando 12 horas. Poco más tarde, la
jornada de 10 horas se hizo efectiva para todo mundo, incluso
hombres.

VI. LAS NUEVAS TEORÍAS ECONÓMICAS: EL

LIBERALISMO

6.1. Mercantilismo
El mercantilismo era una doctrina de pensamiento económico que
prevaleció en Europa durante los siglos XVI, XVII y XVIII y que
promulgaba que el Estado debe ejercer un férreo control sobre la
industria y el comercio para aumentar el poder de la nación al lograr
que las exportaciones superen en valor a las importaciones. El
mercantilismo no era en realidad una doctrina formal y consistente,
sino un conjunto de firmes creencias, entre las que cabe destacar la
idea de que era preferible exportar a terceros que importar bienes o
comerciar dentro del propio país; la convicción de que la riqueza de
una nación depende sobre todo de la acumulación de oro y plata; y el
supuesto de que la intervención pública de la economía es justificada
si está dirigida a lograr los objetivos anteriores. Los planteamientos
mercantilistas sobre política económica se fueron desarrollando con
la aparición de las modernas naciones Estado; se había intentado
suprimir las barreras internas al comercio establecidas en la edad
media, que permitían cobrar tributo a los bienes con la imposición de
aranceles o tarifas en cada ciudad o cada río que atravesaban. Se
fomentó el crecimiento de las industrias porque permitían a los
gobiernos obtener ingresos mediante el cobro de impuestos que a su
vez les permitían costear los gastos militares. Así mismo la
explotación de las colonias era un método considerado legítimo para
obtener metales preciosos y materias primas para sus industrias.
El mercantilismo tuvo gran éxito al estimular el crecimiento de la
industria, pero también provocó fuertes reacciones en contra de sus
postulados. La utilización de las colonias como proveedoras de
recursos y su exclusión de los circuitos comerciales dieron lugar,
entre otras razones, a acontecimientos como la guerra de la
Independencia estadounidense, porque los colonos pretendían
obtener con libertad su propio bienestar económico. Al mismo
tiempo, las industrias europeas que se habían desarrollado con el
sistema mercantilista crecieron lo suficiente como para poder
funcionar sin la protección del Estado.

6.2. La riqueza de las naciones


El mismo año en que las 13 colonias americanas proclamaban su
independencia de Gran Bretaña, el escocés Adam Smith establecía
las bases del liberalismo económico con la publicación del libro
“Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las
naciones” (1776). En síntesis, esta obra postulaba:
Crítica de las posiciones económicas vigentes la riqueza de un país
no residía, como se pensaba, en la acumulación y atesoramiento de
metales preciosos (mercantilismo), ni tan sólo en la producción
agraria (fisiocracia). La riqueza de las naciones dependía de la
capacidad productiva total de cada país entendida como la suma de
los trabajos y esfuerzos individuales de los habitantes en todas las
parcelas productivas: agricultura, industria y comercio. La riqueza
generada por la producción nacional generaría el bienestar de sus
habitantes. La formación de capital procedía del ahorro y de los
beneficios obtenidos de la diferencia entre el precio de costo (materia
prima, trabajo, energía...) y el precio de venta.
El mercado fluye según el acuerdo individual del productor y el
consumidor (“ley de la oferta y la demanda”). Tanto estas relaciones
como las de producción entre capital y trabajo debían ser libres y
basadas en el mutuo acuerdo, resultado de la búsqueda del propio
interés de cada parte. El Estado no debía intervenir en la economía,
sino que su función estaría dirigida a garantizar el orden jurídico y los
derechos individuales, la defensa del país y e1 mantenimiento de las
estructuras básicas de transporte y comunicaciones mediante la
realización de obras publicas.
El funcionamiento espontáneo de la actividad económica implicaba la
supresión de todas las normas que regulaban y dificultaban el
intercambio en el Antiguo Régimen: barreras aduaneras y peajes
interiores, derechos preferentes de venta de los grupos privilegiados,
monopolios, propiedad amortizada. Incluso debía permitirse el
librecambio entre las naciones.
Las ideas de Adam Smith fueron divulgadas por sus discípulos y
seguidores. Entre éstos se destaca David Ricardo (1792-1823), quien
en 1817 formuló sus “Principios de economía política”. En este
estudio, su aportación más original sería la teoría del salario, según la
cual los salarios debían permanecer bajos, ya que están regulados
por las reyes naturales del mercado. Un aumento de los salarios por
encima del nivel de subsistencia desencadenaría una mejora del nivel
de vida y, consecuentemente, un aumento de la población
trabajadora. Esto provocaría una mayor competencia entre la mano
de obra, de lo que generaría una baja salarial, ya que en un sistema
económico liberal, la abundancia siempre supone un descenso, bien
de precios, bien de salarios.
Las coincidencias entre liberalismo económico y liberalismo político
eran totales. Ambas concepciones imaginaban el Estado o las
naciones como una suma de individuos (sin tener en cuenta las
clases). Basaban sus formulaciones en la defensa de las libertades
individuales y de derechos e intereses particulares que, en un
sistema de desigualdad manifiesta, favorecen siempre a los
poderosos. El derecho al voto, por poner un ejemplo, pronto quedo
reducido exclusivamente a 1os más ricos, de tal modo que el nivel de
renta acabo determinando el acceso y la participación en la política.
Dueños de los medios de producción y representados en las
instituciones públicas, los burgueses dominaron la vida social
imponiendo sus valores (orden, libertad, progreso).
A finales de siglo, los teóricos del movimiento obrero señalaban
lúcidamente que el Estado liberal no representaba a la nación, sino
tan sólo a la burguesía.

6.3. . Del capitalismo financiero al capitalismo industrial


Con el desarrollo del maquinismo asistimos a la implantación de un
nuevo sistema económico: el capitalismo, que se caracteriza por la
propiedad privada de los medios de producción, lo que supone que el
que posee el capital (no sólo dinero, sino también locales, máquinas y
materias primas) organiza y controla toda la producción. Se trata de
una nueva organización de la vida económica, que se extiende al
ámbito de lo social y político.
En la Edad Moderna ya habían existido prácticas capitalistas de tipo
financiero mercantil: sociedad anónima, bolsa y banca, que habían
crecido con el desarrollo comercial asociado a los grandes
descubrimientos geográficos y a la afluencia de metales preciosos a
Europa provenientes de América y África.
En el seno de la fabricación artesanal manufacturera había aparecido
el antecedente del primer empresario capitalista, el denominado
sistema doméstico o trabajo a domicilio. Los comerciantes, que
estaban en contacto con los mercados, fueron extendiendo su
actividad en las zonas rurales fuera del control de los gremios. La
materia prima (lana) era repartida en diversos hogares campesinos,
la operación de cardado e hilado era realizada por las mujeres, que
añadían, de este modo, un complemento a sus ingresos. Los pagos se
hacían a destajo y en especie. También se confiaban otras
operaciones (tejido, tintado) a artesanos especializados. Durante
todo el entramado de operaciones, el comerciante permanecía como
propietario de la pieza, que luego almacenaba y, finalmente, vendía.
Este sistema de producción era común también en otros sectores,
como el metal y la madera. Su evolución durante el siglo XVIII
originaría la primera acumulación de capital procedente de la
manufactura.
Si bien en los primeros momentos de la Revolución Industrial los
cambios técnicos se realizaron con muy bajos costos para mantener y
aumentar el ritmo de crecimiento y beneficio, pronto fue necesario
incrementar la cuantía de las inversiones, pero éstas resultaban
difíciles de asumir por una persona, por lo que se hizo necesaria la
creación de grandes compañías en las que pudiera afluir dinero de
varios inversores.
Ya desde el Renacimiento existían sociedades mercantiles de tipo
familiar. La sociedad estaba formada por los miembros de una familia
que aportaban diferentes sumas de dinero para emprender negocios,
por lo que solía llevar el nombre del apellido familiar (Medici,
Fugger...). Los beneficios se repartían en proporción a la cantidad
aportada inicialmente. Los vínculos familiares favorecían la
estabilidad de estas sociedades, que se mantenían, incluso
hereditariamente, durante generaciones. Desde el siglo XVII, la
creación de colonias europeas en América, Asia o África y el aumento
de volumen del comercio internacional favorecieron la creación de
grandes compañías mercantiles (como la Compañía Inglesa de las
Indias Orientales) que se ocupaban de acondicionar puertos, armar
navíos, compraventa de mercancías, almacenaje, e incluso llegaron a
propiciar la intervención militar para defender sus intereses.
Las sociedades anónimas, sin embargo, no se generalizarán hasta la
segunda mitad del siglo XIX. Hasta entonces, el modelo de sociedad
más generalizado fue la “partnershrp”, de responsabilidad ilimitada,
en la que el inversor respondía con sus bienes particulares. En Gran
Bretaña. hasta 1825, estuvo vigente la “Bubble Act”, promulgada en
1721 a raíz de una operación especulativa de la Compañía de los
Mares del Sur, por la que se impedía la creación de este tipo de
compañías. En Francia no se aprobaron hasta 1863.
Otra vía de financiación para las empresas apareció con la emisión de
obligaciones, en este caso, el inversor compraba obligaciones con
carácter de préstamo y la compañía se comprometía a devolver su
importe en un tiempo y con un interés fijados previamente. Esta
nueva fórmula se ideó para atraer a pequeños inversores, más
temerosos ante operaciones de riesgo. Este tipo de financiación será
muy importante en la expansión del ferrocarril.
Por último, la banca, de origen medieval, que actuaba como lugar
seguro de depósito de dinero, evoluciona ahora hacia la banca de
negocio, contribuyendo al financiamiento de las empresas mediante
la concesión de créditos, compra de acciones a empresas, e
intermediarios en la colocación de acciones a sus depositarios. Se
destacan “Société Générale de Belgique” (Bruselas, 1822), “Société
Générale du Crédit” (París, 1852), “Darmstädter Bank” (Darmstadt,
1853).

VII. CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN


INDUSTRIAL

Los progresos técnicos que introdujo la Revolución Industrial, en el


siglo XIX transformaron todos los aspectos relacionados con la vida
europea.
Surge así, una nueva historia de la civilización occidental.
Económicas: Se imponen la industrialización y el capitalismo
Sociales: Predomina la burguesía y surge el proletariado
Políticas: Se consolida el liberalismo político bajo la forma de
monarquía constitucional.
Ideológicas: Prevalecen el racionalismo y el sentido crítico.
Industrialización : Se difundió por los países europeos y los Estados
Unidos
Explosión Demográfica: Se produce en los países industrializados una
inesperada explosión demográfica a su vez, resultado adelantos
higiénicos y médicos.
El crecimiento de la población benefició a la industria y favoreció la
inmigración hacia otros países.
Revolución Agrícola: Inglaterra realizó notables progresos; introdujo la
siembra de plantas de origen americano(maíz, papa), estableció las
faenas agrícolas, aplicó abonos y fertilizantes.
Desarrollo Comercial: el comercio se intensificó, tuvieron los países
industrializados de vender mercancías y adquirir materias primas, se
incrementaron el comercio, las comunicaciones y los transportes.
De forma más general la revolución industrial provocó:
a) La industria progreso.
b) La producción se hizo en serie.
c) Los precios de los productos bajaron.
d) Se formaron 2 clases sociales: Burguesía: Compuesta por
los dueños de fábricas y grandes comerciantes y los
Proletariados: Compuesta por obreros.
e) Hubo desempleo, porque con las máquinas no eran
necesarios tantos trabajadores.
f) Aumento la delincuencia.
g) Algunos obreros culparon a las máquinas de ser la causa
de se desempleo y las destruyeron. Esto se llamó “Ludismo”
porque el jefe de éste movimiento fue Ned Ludd.
h) La burguesía explotó a los proletariados.
i) Los proletariados formaron organizaciones llamadas “Trade
Unions” (sindicatos, para defender sus derechos”
j) Fueron logrando que la jornada de trabajo diario se fuera
reduciendo, que se le pagara un salario adecuado y que se le
diera derecho a huelga.
k) En la economía hubo un gran auge porque surgen los
grandes capitales, las operaciones financieras y los cambios.

VIII. INFLUENCIA MUNDIAL DE LA REVOLUCIÓN


INDUSTRIAL:

El fenómeno económico conocido como Revolución Industrial es una


de las dos transformaciones fundamentales del ámbito económico de
la civilización (la otra fue la introducción de la agricultura). La
industrialización tomó forma inicialmente a finales del siglo XVIII en el
occidente de Europa, en particular en Gran Bretaña. Durante las
primeras décadas del siglo XIX, sus rasgos distintivos se extendieron
rápidamente a lugares como Francia, Alemania, Bélgica y Estados
Unidos. En los primeros años del siglo XX, llega a lugares fuera de
Europa y Norteamérica, especialmente a Japón. A finales del siglo XX,
la industrialización o sus efectos habían alcanzado prácticamente a
todos los rincones del globo. La industrialización ha acarreado
consecuencias abrumadoras. No sólo cambió radicalmente la vida
laboral, sino también la vida familiar y el ocio personal. De alguna
manera, redefinió los motivos por los que se tenían hijos. Incrementó
claramente el poder del estado, especialmente en lo que se refiere a la
producción militar. El proceso alteró incluso a sociedades que no
estaban directamente inmersas en la industrialización. Las economías
industriales adquirieron ventaja sobre las sociedades que seguían
basándose en la agricultura, un desequilibrio que todavía afecta a las
relaciones económicas mundiales. Cualquier proceso tan arrebatador
como la Revolución Industrial obliga inevitablemente a los
historiadores a hacerse un montón de preguntas. El término en sí
mismo ha estado siempre en discusión: ¿Es revolución una palabra
adecuada para designar un proceso que dura varias décadas y que en
su fase inicial no transforma la economía como un todo? (Dado el
ulterior impacto del proceso, la mayoría de los historiadores dirían que
sí). Por otra parte, ¿qué significa ser una sociedad industrial no sólo en
términos tecnológicos sino también de valores culturales e
individuales? ¿Cuáles son las dimensiones globales de la Revolución
Industrial? Pero por encima de todo ¿qué lo puso en marcha, y dónde
nos ha llevado?

7.1. Causas iniciales:

Para empezar, es necesario definir la industrialización. La


industrialización implica la mecanización de los procesos de
manufacturación y una mayor importancia de las manufacturas en la
economía en su totalidad. Normalmente, suele suceder en economías
que han sido previamente agrícolas y a menudo incluye también
importantes cambios en la producción alimentaria. Antes de la
Revolución Industrial, los bienes eran mayoritariamente fabricados de
forma manual, lo que a menudo requería destrezas específicas de los
trabajadores. La producción de bienes estaba descentralizada, lo que
otorgaba a pequeños grupos de trabajadores participación activa y
control sobre su propio trabajo. Los costes sin embargo eran elevados,
y el volumen de la producción relativamente bajo. La industrialización
los elevó notablemente e hizo más accesibles los bienes de consumo.
Sin embargo, la industrialización no sucedió de forma instantánea.
Mientras la Revolución Industrial progresaba, innovadores métodos de
producción convivían con los tradicionales, creando a menudo una
tensión importante entre los tradicionalistas y los defensores de la
mecanización. No obstante, al final del proceso de industrialización, los
nuevos métodos de trabajo y las nuevas máquinas habían triunfado
plenamente. Partiendo de los centros industriales iniciales, los nuevos
métodos se extendieron a otras ramas de la producción, así como al
transporte (expansión de los ferrocarriles), la comunicación (invención
del telégrafo) y el comercio (el nacimiento de los grandes almacenes).
Antes de examinar el impacto de la industrialización y sus dimensiones
globales, debemos examinar sus causas. Comprender por qué sucedió
un fenómeno histórico concreto ayuda a los historiadores a
comprender la naturaleza del fenómeno y sus consecuencias
posteriores. Pero ni las causas ni las consecuencias son generalmente
fáciles de entender. Los historiadores deben buscar indicios
razonables. El papel que Europa desempeñaba en la economía
mundial con anterioridad proporciona los primeros indicios de por qué
fue allí donde primero tuvo lugar. Alrededor del año 1700, países como
Gran Bretaña lograban beneficios del comercio por todo el mundo.
Estos beneficios podían convertirse en capital para inversiones
industriales. El comercio mundial creó también la conciencia de que
los mercados mundiales eran capaces de absorber bienes
manufacturados más baratos, además de aumentar los beneficios
domésticos todavía más. En Europa, los cambios en la demanda del
mercado interior y en la población, fueron vitales para precipitar la
Revolución Industrial. En el siglo XVIII, el consumismo crecía. La gente
buscaba nuevos tipos de ropa y enseres domésticos. Este nuevo
mercado estimuló a los primeros fabricantes que pronto encontraron
formas de estimular aún más los gustos del público. Al mismo tiempo,
el crecimiento de la producción alimentaria en Europa en el primer
estadio de su transformación agrícola (especialmente el creciente
cultivo de la patata, importada de América en el siglo XVI) generó un
masivo crecimiento de la población. La creencia en que la naturaleza y
la sociedad se podían comprender y manipular racionalmente, crearon
un contexto totalmente nuevo para la producción y la tecnología. Los
gobiernos, que perseguían el beneficio económico para mantener su
posición diplomática y militar, promovieron también cambios que
facilitaran la innovación. Animaban a que se construyeran carreteras,
canales y vías de ferrocarril. Limitaron o abolieron los oficios gremiales
que protegían los métodos de trabajo tradicionales. Atacaban las
protestas de los trabajadores que podrían estorbar a las nuevas
fábricas. Se puede realizar un análisis más preciso de las causas y
efectos en relación a la pregunta de por qué Gran Bretaña fue la
pionera del nuevo crecimiento industrial. Razones importantes fueron
los recursos de acero y carbón y la aceptación general de la
innovación técnica en Gran Bretaña. Una vez establecida, el poder de
la industria británica (la primera demostración de ello fue durante las
Guerras Napoleónicas) inspiró la imitación en otras partes.

7.2. Impacto:
La industrialización cambió muchos aspectos de la vida. El primer cambio
claro afectó a la naturaleza de la fabricación. Como se explicaba más arriba,
la Revolución Industrial se basaba en la aplicación del poder mecánico para
la fabricación. Al principio este poder venía de las norias, pero la
introducción de la moderna máquina de vapor en 1770 en Gran Bretaña,
generó un poder mecánico mayor. Mediante bombas más potentes, las
máquinas de vapor permitían excavar minas más profundas, además de
incrementar de forma importante la cantidad de hulla que se podía extraer.
Las máquinas de vapor pronto y pusieron en funcionamiento martillos y
rodillos en el proceso de formación de metales. La productividad en la
metalurgia creció mucho debido a la sustitución del tradicional carbón
vegetal utilizado para fundir y refinar por la hulla y el coque más baratos.
Mediante la combinación de estas mejoras técnicas la producción de acero
se incrementó considerablemente. Paradójicamente, el uso generalizado de
máquinas de vapor provocó una necesidad creciente de hulla y acero para
construirlos e impulsarlos. La temprana Revolución Industrial no sólo cambió
la fabricación en su parte técnica, sino que introdujo una nueva organización
de la industria. Estas innovaciones derivadas de la nueva maquinaria
tuvieron ventajas por sí mismas. Juntos, estos cambios constituyen su
impacto económico. Primero, los trabajadores se concentraron en una
fábrica. El uso del agua o la máquina de vapor precisaba que los
trabajadores se agruparan en torno a una noria o una máquina. Como
estaban juntos, era posible una mayor supervisión que cuando los
trabajadores estaban en pequeñas tiendas o en sus casas. Además
especializar a un trabajador en una pequeña tarea del proceso productivo
podía hacer crecer sustancialmente la productividad. El sistema fabril
también concentraba el capital al igual que a los trabajadores en unidades
de un tamaño sin precedentes. Cuando el proceso productivo se producía en
casa de los trabajadores, los propios trabajadores normalmente compraban
el equipamiento y las viviendas, el fabricante suplió solamente el
movimiento de capital para comprar los materiales en bruto y pagar los
salarios iniciales. Con las nuevas máquinas y fábricas, sin embargo, era
necesaria una inversión mucho mayor. En la metalurgia y la minería, por
ejemplo, donde las máquinas eran especialmente costosas, se pusieron en
marcha nuevas firmas mediante la participación de un cierto número de
personas ricas mediante una sociedad por acciones. La combinación de la
nueva tecnología y la nueva organización tuvo inevitablemente un gran
impacto sobre los antiguos métodos productivos.

7.3. Impactos sociales:


Incluso más allá de los cambios en los oficios y las tradiciones
rurales, la industrialización modificó gradualmente la naturaleza de la
vida. Durante la primera época, más de la mitad de la población del
país vivía en las ciudades. En Gran Bretaña alcanzaron este hito en
1850. Otro cambio clave afectaba a las familias. Con un trabajo que
se realizaba fuera de casa, se requerían nuevas especializaciones
entre los miembros de la familia. En muchas sociedades industriales,
las mujeres casadas eran retiradas a menudo del mercado laboral
para ocuparse del trabajo doméstico. Los niños eran utilizados en
ocasiones en la industria primaria, pero con la introducción de
maquinaria moderna, su trabajo ya no era necesario. Al mismo
tiempo, los nuevos niveles educativos parecían útiles para crear
trabajadores adultos expertos. Desde este momento, la educación,
más que el trabajo, definía la infancia en las sociedades industriales.
Fuera de casa, la industrialización creó nuevas, y a menudo agudizó
las divisiones sociales.
7.4. Industrialización mundial:

La industrialización cambió el mundo. Pocos lugares escaparon a su


impacto. Sin embargo, la naturaleza del impacto varía de unos lugares
a otros. La siguiente gran oleada de nueva industrialización, que
comenzó en torno a 1880, llegó también a Rusia y Japón. Una última
ronda (hasta hoy día) incluyó la rápida industrialización del resto del
borde del Pacífico (concretamente Corea del Sur y Taiwan) en torno a
1960. Varios factores configuraron la naturaleza de la industrialización
en cada sitio. En Gran Bretaña, por ejemplo, la industrialización triunfó
cuando dependía de inventores individuales y de compañías
relativamente pequeñas. Sin embargo, comenzó a rezagarse en el
clima corporativo de finales del siglo XIX. Por el contrario en Alemania
avanzó cuando la industrialización provocó la creación de
organizaciones mayores, estructuras organizativas más impersonales,
e investigación colectiva más que artesanos hojalateros. En Alemania,
el Estado estaba también más implicado en la industrialización que en
Gran Bretaña. La industrialización francesa puso el énfasis en la
modernización de los productos artesanales. Esto no solamente
reflejaba unas especialidades nacionales más tempranas, sino también
menos adecuación de recursos en el carbón, un factor que mantuvo
muy retrasada la industria pesada. Francia también tenía que
presionar a los trabajadores especializados para que trabajaran según
las nuevas formas, generando algunas tensiones. Los carpinteros, por
ejemplo, utilizaban diseños prefabricados para hacer la carpintería
rápidamente, pero como se sentían ofendidos por las adulteraciones
de sus destrezas artísticas, conservaron algunos métodos manuales.
La industrialización en Estados Unidos dependía de la mano de obra
inmigrante. Esto explica en parte por qué los Estados Unidos, pese a
su régimen político democrático, fue el pionero en una organización
particularmente despiadada de los trabajadores, que culminó en la
cadena de montaje. La historia proporciona un medio para llegar a
comprenderlo. Comprendiendo las causas, las variaciones y las
consecuencias históricas de la Revolución Industrial, podemos
entender mejor nuestras circunstancias actuales y, con optimismo,
diseñar mejor las industrializaciones futuras. (Peter N. Stearns)
7.5. La expansión del proceso industrializador:

Gran Bretaña no fue el único país que experimentó una Revolución


Industrial. Los intentos de fechar ese desarrollo industrial en otros
países están sujetos a fuertes controversias. No obstante, los
estudiosos parecen estar de acuerdo en que Francia, Bélgica, Alemania
y Estados Unidos experimentaron procesos parecidos a mediados del
siglo XIX; en Suecia y Japón se produjo a finales del siglo; en Rusia y
en Canadá a principios del siglo XX; en algunos países de
Latinoamérica, Oriente Próximo, Asia central y meridional y parte de
África a mediados del siglo XX. Cada proceso de industrialización tiene
características distintas en función del país y la época. Al principio, la
industria británica no tenía competidores. Cuando se empezaron a
industrializar otros países tuvieron que enfrentarse a la ventaja
acumulada por Gran Bretaña, pero también pudieron aprovecharse de
su experiencia. En cada caso, el éxito del proceso industrializador
dependía del desarrollo de nuevos métodos de producción, pero
también de la modificación de las técnicas utilizadas para adaptarlas a
las condiciones imperantes en cada país y de la propia legislación
vigente, que favoreciera la implantación de maquinaria barata gracias
a una disminución de los aranceles, lo que, en ocasiones, podría
perjudicar a otros sectores sociales, como los campesinos, que veían
cómo sus productos debían competir con otros más baratos..
7.6. La experiencia británica:
La primera Revolución Industrial tuvo lugar en Reino Unido a finales
del siglo XVIII; supuso una profunda transformación en la economía y
sociedad británicas. Los cambios más inmediatos se produjeron en los
procesos de producción: qué, cómo y dónde se producía. El trabajo se
trasladó de la fabricación de productos primarios a la de bienes
manufacturados y servicios. El número de productos manufacturados
creció de forma espectacular gracias al aumento de la eficacia técnica.
En parte, el crecimiento de la productividad se produjo por la
aplicación sistemática de nuevos conocimientos tecnológicos y gracias
a una mayor experiencia productiva, que también favoreció la creación
de grandes empresas en unas áreas geográficas reducidas. Así, la
Revolución Industrial tuvo como consecuencia una mayor urbanización
y, por tanto, procesos migratorios desde las zonas rurales a las zonas
urbanas. Se puede afirmar que los cambios más importantes afectaron
a la organización del proceso productivo.

IX. CONCLUSIÓN.

La Revolución Industrial dio paso a un nuevo tipo de


sociedad. Esta es la causa de su importancia. Hay que tener
en cuenta que, junto con la Revolución Francesa, originó el
mundo en que vivimos. Es, en cierta medida, el final de un
proceso que se había iniciado mucho tiempo antes, pero
también el comienzo de otro que todavía no ha terminado.

Por ello, el punto de vista que se tenga respecto a esta


nueva sociedad hace que las consecuencias de la
Revolución Industrial se vean de forma distinta: de forma
que para unos produjo una gran desigualdad social,
mientras que para otros un gran crecimiento económico.

En realidad todos tienen parte de razón, pues la Revolución


Industrial es un cambio económico y social que dio lugar a la
sociedad capitalista industrial en la que estamos viviendo.

X. BIBLIOGRAFÍA

El mundo Contemporáneo; Alvear Acevedo; Editorial Jus; Págs. 42 a 44


Historia del Mundo Contemporáneo; Fernández, Gómez; Editorial Mc Graw
Hill; Págs. 20 a 31
www.cnice.mecd.es/recursos/bachillerato/historia/rev_industrial/index.htm
CORBELLA, José. Historia, Ciencias Sociales. Primera edición en español. Ed.
McGraw-Hill/Interamericana de España S.A. España 1995.
SPIELVOGEL, Jackson. Civilizaciones de Occidente. International Thompson
Editores, 1999.
www. codelco.com/colección
http://www.historialuniversal.com/2010/09/revolucion-

industrial.html

ANEXOS

Inglaterra, la pionero en la revolución industrial

El surgimiento del capitalismo financiero La expansión francesa

Las primeras fábricas en Inglaterra

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