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La genealogía como momento crítico de la Aufklärung en la lectura foucaultiana de Nietzsche

Guillermo A. Vega
Universidad Nacional del Nordeste

El prólogo de La genealogía de la moral se inicia con una frase, si se quiere, enigmática. La misma dice
así: “Nosotros los que conocemos somos desconocidos para nosotros, nosotros mismos somos
desconocidos para nosotros mismos...”.1 Ahora bien, ¿qué significa que en plena “edad del conocimiento”,
los hombres que conocen no se conozcan a sí mismos? ¿Qué es lo que pretende marcar Nietzsche, frente
a su época, con esta afirmación?
Quizá dos elementos contribuyan a echar un poco de luz sobre el problema. El primero está definido
por el momento histórico en el cual es enunciada esta afirmación. La Europa de fines del siglo XIX es la
época del furor de la historia. No sólo de la historiografía científica, sino también de las grandes
concepciones filosóficas sobre la historia, como el hegelianismo, el positivismo y el marxismo. Tal es la
enfermedad de fin de siglo que Nietzsche había descrito y criticado en la Segunda Intempestiva.
El segundo elemento concierne a la obra en la que aparece la afirmación antes citada. La Genealogía
de la moral es, como el propio Nietzsche lo señala, un intento de destacar las condiciones y circunstancias,
bajas y abyectas, en las que se originaron los valores morales que rigen el presente. Se requiere para ello
un trabajo meticuloso, serio, fundado en documentos. 2 Es decir, un trabajo semejante al del historiador.
Dado que la genealogía no puede ser comparada con el modelo de la historiografía que Nietzsche
critica, el “nosotros” de la sentencia del prólogo designa, más bien, a la clase de los historiadores científicos.
Son ellos los que conocen y se desconocen al mismo tiempo. Este desconocimiento es producto de la falta
de espíritu histórico,3 de la carencia de deseos de conocer la verdad (incluso la más terrible y repugnante);
en suma, de cierta holgura alimentada por un conocimiento histórico que, más que dar cuenta de las
condiciones en las que se originaron los grandes valores del occidente cristiano, los oculta en pos de la
afirmación de una ficticia estabilidad y pureza.
De esta manera, la genealogía no sólo representa una radiografía de la época en la que Nietzsche
vive, sino también un análisis de la relación que los hombres mantienen con su modo de ser y una denuncia
de cómo han llegado a ser lo que son. La genealogía es, por esto, crítica de la situación histórica del
presente.

II.-
En un pequeño texto,4 Michel Foucault, haciendo una particular lectura de Was ist Aufklärung? de Kant,
sostiene que el modo de interrogación filosófica que inaugura esta obra se caracteriza por problematizar
“...la relación con el presente, el modo de ser histórico, y la constitución de sí mismo como sujeto
autónomo”.5 La semejanza con el programa nietzscheano parece ser muy clara, excepto, quizá, por el último
punto. Pero persistamos un poco más en lo que veníamos diciendo, evitando los típicos lugares filosóficos 6
que, seguramente, problematizarían la legitimidad de la lectura que Foucault hace de Kant. Aquí podemos
limitarnos tan solo a lo que se va componiendo a través de las palabras del pensador francés.
La Aufklärung, para Foucault, más que un período de nuestra historia occidental, es una actitud (un
éthos) que se caracteriza por “una crítica permanente de nuestro ser histórico”. 7 Esta crítica consiste en un
análisis de nosotros mismos, partiendo del hecho de que somos individuos determinados por condiciones
históricas.8 En este espacio, abierto por la lectura foucaultiana de Kant, puede anclarse perfectamente la
sentencia nietzscheana sobre el autodesconocimiento de quienes conocen, y comprenderse la operatividad
de la genealogía como desciframiento de lo que llegamos a ser -de lo que somos- a través de los
acontecimientos históricos.
La Aufklärung foucaultiana, en tanto actitud, es comparable con el espíritu histórico que Nietzsche
consideraba condición necesaria para el trabajo genealógico. En este orden de cosas, y como crítica
permanente de nosotros mismos, la Aufklärung, al igual que la genealogía nietzscheana, fuerza al
pensamiento filosófico a una redefinición de la noción de sujeto. Quien conoce y reflexiona sobre sí mismo
debe poner en entredicho, incluso, las condiciones que hacen posible tal conocimiento y reflexión. Dichas


Profesor en Filosofía. Facultad de Humanidades. UNNE. Resistencia, Chaco, Argentina.
1
Nietzsche, F. La genealogía de la moral, trad. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2000, p. 21
2
Cfr., Ibid., p. 29.
3
Cfr., Ibid., p. 37.
4
Foucault, Michel. “¿Qué es la Ilustración?” en Estética, ética y hermenéutica, trad. Ángel Gabilondo, vol. III, Barcelona, Paidós, 1999.
5
Ibid., p. 345.
6
Me refiero a problemas tales como ¿leyó correctamente Foucault a Kant?, ¿es legímita su interpretación de esta obra?, etc. Este tipo
de planteos son ya clásicos en la manera de hacer filosofía y reducen la disciplina a una simple exégesis que se prolonga hasta el
infinito.
7
Cfr., Foucault, M. “¿Qué es la Ilustración?”, op. cit., p. 345.
8
Cfr., Ibid., p. 346.
condiciones, al ser históricas, exigen una revisión permanente, a efectos de conocernos a nosotros
mismos.9 Es el espíritu histórico de Nietzsche quien aquí habla.
La redefinición de la noción de sujeto, en relación con la reflexión sobre sí mismo, es un tópico
conocido en los trabajos de Foucault, y aquí también el filósofo francés sigue las huellas de Nietzsche. En
uno de los pocos escritos puntuales sobre el filósofo alemán, 10 Foucault sostiene, refiriéndose a la
genealogía, que la misma consiste en “...descubrir que en la raíz de lo que conocemos y de lo que somos
no hay ni el ser ni la verdad, sino la exterioridad del accidente”. 11
Las filosofías de la historia, especialmente durante el siglo XIX, reforzaron la identidad de un sujeto que
se reconocía a sí mismo al final del recorrido de un largo camino, luego de atravesar los sucesos de las
distintas épocas. El conocimiento histórico ha contribuido a consolidar la figura del hombre, omitiendo
cualquier tipo de problematización en el orden de los acontecimientos que forjan la identidad subjetiva y, por
ende, de las interpretaciones, en el orden del conocimiento, que son posibles desde determinadas
condiciones históricas de posibilidad. De ahí la aseveración de Nietzsche acerca del desconocimiento de sí
que portan quienes conocen. De ahí la necesidad de la genealogía. Y de ahí también la siguiente afirmación
de Foucault, sobre el espíritu histórico-genealógico del cual hablaba Nietzsche: “[la genealogía es una]
...especie de mirada disociante, capaz de disociarse ella misma, y de borrar la unidad de ese ser humano
capaz de llevarla soberanamente hacia su pasado”.12
La identidad del hombre es puesta en cuestión. La Aufklärung foucaultiana, en tanto actitud, diluye
cualquier posibilidad de reconocimiento a través del estudio de la historia. A la inversa, el espíritu histórico
muestra la contingencia de lo que somos, la imposibilidad de que el accidente se transforme en substancia.
En la introducción a La arqueología del saber13 Foucault pone en relieve estos últimos aspectos cuando
diferencia la “historia del pensamiento” y la “historia a secas”. 14 Los problemas que forman parte del campo
epistemológico de la historia, y que están relacionados con el valor del documento, se refieren, de manera
directa, a la cuestión del sujeto. La historiografía del siglo XX, basada en el modelo antropológico-humanista
de la memoria, se topó con la puesta en crisis y el descentramiento del lugar soberano y fundador que tenía
el sujeto de conocimiento. Por ello, sostiene Foucault, “...lo que se llora no es la desaparición de la historia,
sino de esa forma de historia que estaba referida en secreto a la actividad sintética del sujeto”. 15

III.-
El desfondamiento del modelo de una historia continua y el descentramiento del sujeto que veía
reafirmada su identidad en función del mismo, componen una pieza del éthos de la Aufklärung foucaultiana.
Ahora bien, tanto la arqueología como la genealogía forman parte del momento crítico de la
Aufklärung.16 La arqueología representa el método de la crítica. Dado que no se trata de una crítica
trascendental, lo que se pretende es tratar los discursos, que rigen lo que pensamos, hacemos y decimos,
como acontecimientos históricos,17 acontecimientos que se ven constantemente atravesados por situaciones
de conflicto y relaciones de poder.
La genealogía se ubica en tanto finalidad de la crítica. Como tal permite establecer la contingencia de
lo que somos y los claros límites que modelan lo que decimos, hacemos y pensamos. Pero, en tanto la
genealogía permite establecer cómo llegamos a ser lo que somos, no opera como un imperativo que
prohíba traspasar las fronteras de nuestra propia contingencia. Al contrario, funciona como una invitación a
atravesar esos límites, asumiendo, por ello, la necesidad de trabajar sobre nosotros mismos.
De esta manera, la lectura foucaultiana de Kant se entrelaza con la seriedad crítica de los textos
genealógicos de Nietzsche para revitalizar y relanzar la temática de libertad, en tanto aspecto inconcluso del
proyecto moderno de la Aufklärung. La práctica de la libertad, bajo la forma de un trabajo indefinido que
debe comenzarse constantemente,18 es la labor que hacemos sobre nosotros mismos, conociéndonos y
desconociéndonos interminablemente.19

9
Cfr., Ibid. p. 348 “La crítica se ejercerá no ya en la búsqueda de estructuras formales que tienen valor universal, sino como
investigación histórica a través de los acontecimientos que nos han conducido a constituirnos y a reconocernos como sujetos de lo que
hacemos, pensamos y decimos.”
10
Foucault, M. Nietzsche, la genealogía, la historia, trad. José Vázquez Pérez, Valencia, Pre-Textos, 1997.
11
Ibid., p. 27.
12
Ibid., p. 44.
13
Foucault, N. La arqueología del saber, trad. Aurelio del Camino, Bs. As., Siglo XXI, 2005.
14
Cfr., Ibid., p. 8.
15
Ibid., p. 23.
16
Cfr., Foucault, M. “¿Qué es la Ilustración?”, op. cit., p. 348.
17
Cfr., Ibid., p. 348.
18
Cfr., Ibid., p. 348.
19
Cfr., Ibid., p. 352 “No sé si hoy en día hace falta decir que el trabajo crítico implica aún la fe en la Ilustración; considero que siempre
necesita el trabajo sobre nuestros límites, es decir, una labor paciente que da forma a la impaciencia de la libertad”.

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