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Índice ............................................................................................................................................. 2
Caos ............................................................................................................................................... 3
Retorno........................................................................................................................................ 11
Control......................................................................................................................................... 23
Locura .......................................................................................................................................... 30
Desenlace .................................................................................................................................... 37
Caos
Eso pensaba Marc mientras se dirigía al trabajo. Sus amigos pensaban que era bastante
pesimista, pero él se consideraba un realista que intentaba hacer ver a los demás que no
habían analizado todas las posibilidades.
Era investigador en un proyecto bastante innovador que podría llevar a la nación a ser
puntera en ciencia. Por desgracia los recortes en investigación había provocado la
obligación de aportar pruebas de manera inmediata de su viabilidad. Marc estaba
molesto pues aun no habían realizado suficientes pruebas para garantizar la seguridad de
la operación, pero no era el jefe del proyecto ni el que lo financiaba, por lo que su
opinión carecía de valor.
Había descubierto que la realidad se movía a través de una curva armónica y el proyecto
consistía en manipular dicha curva. En caso de éxito podrían modificar la realidad para
hacer que fuese como quisiesen. Serían dioses. Un proyecto así parecería que tendría
muchas subvenciones, pero por desgracia las probabilidades de éxito eran escasas.
Nadie quería arriesgar en él. Solo el estado les subvencionaba y quería resultados
inmediatos o les quitarían la subvención.
Pero era demasiado arriesgado. Un fallo podría ocasionar que ocurriese algo
desagradable, por decirlo levemente, pues en el peor de los casos podrían llegar a
deshacer la realidad. Esto se lo había intentado hacer ver a sus superiores, pero ninguno
le querían escuchar, y ahora se aproximada a su trabajo para hacer una prueba que
estaba avocada al fracaso. Solo esperaba poder controlar los problemas que pudiesen
surgir.
Marc se dirigió a su trabajo. Llegaba puntual, pero a pesar de ello era el último en llegar
y esto se debía al nerviosismo que imperaba por la prueba. Saludo a su jefe directo, un
chico bastante más joven y más atractivo que él nombrado Rubén. Frecuentemente
Rubén utilizaba sus conquistas amorosas como si fuese algo interesante. Por el contrario,
Marc siempre ha sido bastante tímido y serio, lo que no había facilitado una relación
con las mujeres. Él no se consideraba feo, con metro ochenta, moreno y sin sobrepeso,
podría pasar como una persona del montón, al contrarío que Rubén, de pelo castaño y
un poco musculado. A pesar de la situación los comentarios de Rubén no molestaban a
Marc, ya que hacía poco que se había casado y estaba completamente enamorado de su
esposa. Lo que sí que le molestaba era la costumbre que tenía Rubén para omitir
información relevante del proyecto necesaria para que pudiese realizar su trabajo, algo
que ocurría a menudo.
Marc se sentó en su sitio y comenzó a encender las maquinas. Junto a él se encontraban
Rubén y un joven chico al que habían contratado hace pocos meses. Si algo salía mal
sería culpa de ellos, pero era demasiado tarde para pensar en eso. El proyecto tenía más
integrantes, pero ellos se dedicaban a otros puntos del proceso. El responsable del
proyecto, un tipo bajito y regordete llamado Felipe, se encontraba muy bien reunido
junto al ministro de Fomento y a un Coronel del ejército. La apariencia y el sentido del
humor de Felipe habrían confundido a cualquiera pues parecería el de un pueblerino, sin
embargo era un tipo muy inteligente que se había ganado el respeto de Marc, aunque
este duraba que el sentimiento fuese mutuo.
Solo faltaban los dos últimos pasos. Modificaron la onda basándose en una de las
formas que ya habían probado y al lado del taburete y la manzana apareció otro taburete
con otra manzana. Alcanzado este punto solo tenían que volver al estado inicial.
Recuperaron la onda de la realidad y apagaron las maquinas, pero el nuevo taburete con
la nueva manzana permanecía en la sala. Había creado un par de objetos de la nada.
Marc comenzó a respirar tranquilo, pues la prueba había sido un éxito, y podía ver como
a Felipe le felicitaban sus ilustres acompañantes. Después de esto continuaron con su
trabajo de investigación, hasta una hora antes de la salida. En ese momento Felipe se
presentó ante ellos y les informó de las nuevas.
– Como que de milagro, esta prueba ha salido porque sois los mejores. Esto un
extranjero no sería capaz de hacerlo, pero vosotros sois españoles.
– Pero al aire libre tendremos unas condiciones que no podremos controlar. Esta
prueba ha salido porque hemos aislado la sala, pero no podemos aislar una zona del
exterior. – Contestó Marc, que estaba palidecido por las palabras de Felipe.
– Pues a trabajar que tiene que estar todo listo para entonces. – Terminó Felipe
retirándose y dejándolos con la palabra en la boca.
Nada más llegar, su cuñada, una rubia cuarentona pero que aún conservaba un buen tipo
se le acercó y antes de que Marc informase de lo sucedido le dijo.
Nuria siempre había creído que era vidente y en sus sueños podía vislumbrar el futuro.
Por suerte para Marc rara vez acertaba, salvo por casos de mera casualidad. Aún así le
extraño mucho esa predicción ya que nunca era tan catastrofista y había dado de lleno
en el día de la prueba. Esas casualidades y su desconfianza en el éxito de la prueba lo
volvían un poco suspicaz. Nuria era consejera del alcalde de Barcelona, pero a
diferencia de otros de su misma posición, para ella le había supuesto un gran esfuerzo
alcanzar el puesto.
Su cuñada no era la única que estaba presente. Junto a ella estaba su esposa Elena. Una
atractiva morenaza que aún no alcanzaba los cuarenta años. Cada vez que la miraba
Marc tenía la impresión de estar más enamorado de ella y estaba convencido que
casarse había sido la mejor decisión de su vida. Se conocieron en una convención
científica en la que él tenía conocimientos de física y un poco de informática y ella de
química. Ahora trabajaba en una famosa farmacéutica, aunque soñaba con poseer su
propio negocio y a escondidas estudiaba un nuevo fármaco contra el cáncer.
También estaba su hermano Kevin. Este era más joven que Marc pero aún así ya habría
acabado la carrera de Ingeniería si no fuese por su éxito con las mujeres. Kevin era muy
callado pero realmente atractivo. Actualmente trabajaba como ayudante diseñando
nuevos coches.
Los otros dos compañeros eran sus más cercanos amigos. Rafael, un frustrado deportista
que si no hubiera sido por una lesión de rodilla ya habría competido en los juegos
olímpicos como lanzador de pesas, pero que no le había impedido convertirse en
entrenador de la misma especialidad. Rafael ya comenzaba a dejarse y su personalidad
no era la mejor para agraciar con alguna mujer, lo que derivaba a estar solo. Tanía por
otro lado era una madre divorciada de dos hijas y una famosa empresaria. Ella aún se
conservaba en la flor de la vida y estaba en búsqueda de una pareja, pero no tenía en
mente ni a Kevin ni a Rafael, no eran su tipo.
La velada resultó ser bastante entretenida y corrió el alcohol y los chistes malos, ya que
a pesar de la noticia no por ello dejaba de ser una fiesta.
– ¿No os parece raro de que a una prueba tan delicada digan de venir parientes y
amigos? – Respondió Marc. En su rostro se mostraba bastante la preocupación.
La respuesta fue festejada y apoyada por casi todos con un brindis, salvo para Marc y
Nuria que no les acababa de convencer la situación.
A la mañana siguiente la resaca hizo mella en la cabeza de Elena y Marc. Todo lo que
parecía bonito la noche anterior, ahora se presentaban como terribles decisiones. Aún
así decidieron continuar con la invitación.
Cuando comenzó la semana su jefe le explico que el ministro quería hacer una
presentación del experimento, para demostrar tanto a los ciudadanos españoles como al
resto de países lo tecnológicamente bien avanzados que estábamos, y que a pesar de los
recortes la investigación no había perdido su potencial. Esa era la escusa que daba el
ministro, aunque estaba claro que la idea era colgarse la medalla ante sus compañeros
de partido y quizás también ante el que movía los hilos detrás del partido. El caso es que
los invitados realizarían la labor de figurantes para que pareciese que había más
investigadores en el proyecto. También habían llamado a periodistas de cadenas tanto
nacionales como internacionales para cubrir dicho evento.
El lugar era un terreno de tierra yerma, en el que no se divisaba ni el más leve indicio de
hierba ni de ningún otro tipo de planta. Había un centenar de instrumentos de medición
y alteración de la onda armónica dispuestos de tal forma que rodeaban un circulo de
aproximadamente un kilometro de diámetro.
En uno de los lados del círculo había colocado varias banquetas para los espectadores,
mientras que en otro lado se encontraban una pequeña tienda de campaña de tela y en
cuyo interior se hallaban los ordenadores para controlar el resto de equipos de la prueba.
La tienda apenas contaba con una lona y cuatro palos que protegía a los investigadores
del sol. Un poco más separado de la tienda se hallaban unos potentes generadores
eléctricos que alimentarían a todo el material.
Marc estaba molesto por no haber tenido la misma idea, pero no tenía tiempo para
refunfuñar. En seguida hizo una copia de lo que mostraba la onda y la imitó. Sería un
poco más difícil darle el cambiazo a Dios, pero tampoco demasiado, solo necesitaba que
la onda se repitiese y el sistema automáticamente lo sustituiría.
Por otro lado Paris comenzaba a mostrar nerviosismo pues mientras se estaba sentando
en la zona indicada se dio cuenta que había perdido de vista a una de sus hijas, Zaira. La
pequeña era difícil separarla de la falda de su madre, pero en lo que respetaba a la
grande era bastante difícil de controlar.
Al escuchar la pregunta el grupo se puso a mirar a todos los lados para intentar
encontrarla sin mucho éxito. Finalmente Abril, una muchacha que aún no perteneciendo
al grupo mostraba mucha más iniciativa y sentido común que el resto decidió ir a
preguntárselo a un militar.
Abril era la hermana mayor de Sergio, quien sí que pertenecía al grupo, que había
venido por estar realmente interesada en el experimento, al contrarío del resto, que
simplemente se encontraban ahí para animar y pasar el día. Sergio en cambio era un
chico bastante extrovertido para algunas cosas y demasiado introvertido para otras. Rara
vez salía de casa, aunque cuando salía era capaz de animar cualquier ambiente sin
necesidad de drogas o alcohol. Sergio había coincidido con Marc en una investigación
pasada, trabajando este en el departamento de administración, aunque realmente sus
funciones tocaban todos los departamentos menos dirección. A nadie le hubiera
extrañado verlo un día ayudando a los investigadores y al día siguiente limpiando el
baño.
– Algo raro está pasando. No están respondiendo a los controles. Se está alterando
la onda sin que pueda hacer nada.– Gritó Marc asustado.
– ¿Cómo puede ocurrir algo así? En todos los puntos que podía fallar, este era el
único que era imposible tener un error. – Exclamó Rubén
– Sospecho que una tercera onda está modificando la que hemos creado nosotros.
Nos van a dar el cambiazo. – Afirmó Marc mirando a Rubén con cara de asombro.
Lo que estaba afirmando era en teoría imposible. Significaba que le estaban pirateando
la señal, pero el equipo no estaba conectando a ninguna red, solo se podía acceder desde
el mismo terminal que usaba Marc. Además, aunque lo consiguiesen piratearlo, tendría
que ser alguien que poseyese la tecnología para crear una tercera onda.
De pronto, una fuerte onda de choque se llevó la lona que cubría a los investigadores y
los derribó mientras estos, incrédulos, veían como todo el suelo comenzaba a ondularse
como si de un papel de tratase. Contrariamente nadie sentía ningún temblor en la tierra,
no podía tratarse de un terremoto.
Todos los presentes miraban asombrados, pero fueron Marc y Rubén los primeros en
levantarse y comenzarse a dirigir a la esfera. Al andar se dieron cuenta de que no
notaban las variaciones de terreno. Era como si aún fuese plano el suelo. Cuando Marc
miro a Rubén vio horrorizado como una de sus piernas se acortaba al pisar un montículo
y después la otra se alargaba al pisar un hoyo. No entendía lo que estaba ocurriendo,
pues el terreno que pisaban incumplía las leyes de la física, aunque no les sorprendió
demasiado ya que su experimento también las incumplía. Aún así no esperaban que se
pudiera alterar de dicha forma y se asustaron al imaginarse que daños irreparables
podrían haber ocasionado.
Este miedo sin embargo no era nada en comparación con el horror que sintieron pocos
segundos después. Mientras el resto de presentes se levantaban unos seres, que habían
pasado desapercibidos por todo lo sucedido, también comenzaron a levantarse.
Unos segundos más tardes el ser cayó al suelo muerto y, en ese momento, Marc se dio
cuenta de que había permanecido gritando lo que le parecía una eternidad. Su garganta
estaba resentida del esfuerzo y el susto había roto el hechizo hipnótico de la esfera, con
lo que se puso a observar a su alrededor.
Varios de esos seres, de diferentes formas y tamaños, se iban levantando y a los pocos
segundos caían muertos. El infierno habría sido un espectáculo más agradable que ver,
pensó Marc. Entonces, comenzó a buscar a sus dos compañeros y encontró otra
anomalía que había sido producida. Rubén, que se había acercado más a la esfera,
parecía un enano en comparación con él, y Karl, que había permanecido junto a los
instrumentos, parecía un gigante de más de diez metros.
Asustado, comprendiendo que todo estaba fuera de control, comenzó a gritar a sus
compañeros para que salieran del lugar.
Conforme huía se acordó de todos sus amigos que habrían llegado para ver la prueba, y
se preguntó cómo se encontrarían. Decidió que antes de alejarse del lugar, pasaría por la
zona de espectadores para ver como estaban. Dicha zona se encontraba más alejada del
centro de la prueba de donde se encontraban ellos, por lo que estaba convencido de que
estarían bien.
Al ver llegar a Marc, Elena se lanzó a sus brazos con un suspiro de alivio, pero nada
más tocarle su rostro mostro una seria preocupación.
La idea les pareció razonable, y solo permanecieron juntos hasta llegar al aparcamiento.
Marc desconocía si faltaba alguno de sus amigos, pero el resto del grupo no parecía
demasiado preocupado por el tema, por lo que lo dejó estar. Mañana tendría una reunión
en el trabajo para aclarar lo ocurrido.
– Espero que los militares sean capaces de arreglar este desastre. – Decía Marc sin
darse cuenta de que pronunciaba dichas palabras en voz alta.
Retorno
Elena insistió mucho en que su marido no fuese a trabajar, ya que presentaba una
hipotermia algo extraña, pero Marc quería aclarar las cosas lo antes posible por lo que la
tozudería de él acabo con la preocupación de ella.
– ¿Qué coño pasó ayer? Has puesto en peligro la seguridad de todos. ¿Dame una
razón para que no te despida? – Le saludo Felipe
– Esto me recuerda a la guerra de los mundos. Seguro que los virus de nuestro
mundo están haciendo estragos en sus organismos y por eso se mueren. – Esta vez quien
contestó fue Hilda. Una administrativa de unos treinta y tantos amante de la literatura y
del cine.
– Sea de una forma u otra es probable que solo sea cuestión de tiempo para que se
adapten. Tengo que recuperar mi ordenador y descubrir que pasó. – Dijo Marc mientras
se dirigía de regreso a la puerta para irse.
– ¿A dónde crees que vas? ¿Después de lo que has montado ahora te largas? Estas
despedido – Le continuó sermoneando Felipe, pero este lo último que vio fue la peineta
que le hizo Marc al salir por la puerta.
– Cariño. Tengo algo que hacer en la zona del experimento. ¿Puedes reunir a todos
los amigos que asistieron al evento?
– Pero a las seis es muy pronto. ¿No puede ser más tarde?
– Elena, esto es serio. Que sean puntuales.
Antes de dirigirse a su casa, pasó por una tienda a comprar materiales. Los necesitaría
para la investigación. Compró bolsas, cuerdas, un par de ordenadores, discos duros, más
de cien metros de cableado eléctrico y de red, y diversas cosas más. No estaba
preocupado por el dinero, ya que antes de la crisis había podido ahorrar suficiente y
había creado un fondo personal que utilizaba para caprichos que no quería que
conociese su esposa.
La compra le llevo más tiempo de lo que había supuesto, y llego a su casa a las seis y
media, media hora más tarde de lo que había planeado, y se encontró con muchas más
personas de las que había supuesto.
Allí presentes estaban todos los que habían asistido a la prueba en su nombre, inclusive
las niñas. Al ver esto, Marc cogió a su esposa por el brazo y la separo del grupo con
intención de entablar una conversación.
– ¿Pero qué has hecho? No nos vamos a ir de excursión. Vamos a la zona donde
aparecen esas criaturas. ¿Qué hacen aquí las crías de Tania?
Marc, a pesar de estar enfadado por la situación, no fue muy duro con Elena, pues le
daba la impresión de que había encogido, probablemente por la vergüenza del error
según el pensamiento de Marc.
– He tenido una visión muy fuerte. La más fuerte de mi vida. A decir verdad fue
tan fuerte y tan clara que no me di cuenta de que era una visión hasta que termino.
– ¿De coño qué me estás hablando? – Qué Marc hubiera perdonado a Elena no
significaba que no fuese a descargar su rabia contenida con otra persona, y su cuñada
con sus supuestas visiones era la candidata perfecta.
– Escúchame Marc. Escúchame por una puta vez en tu vida. He visto un demonio.
Tenía las facciones alargadas, como si de un depredador se tratase. Sus brazos y piernas
estaban cubiertas de pelo y acabadas en garras. De su cintura, también peluda, salía una
cola alargada y delgada que se movía como un látigo. El resto del cuerpo lo tenía
desnudo y sin bello. Y de su espalda, dos enormes alas de murciélago se agitaban. Tenía
hasta dos pequeños cuernos que le salían de la frente. Ese ser estaba despedazando a
Lluc. – Le gritaba desesperada Nuria a Marc.
Lluc era uno de los que se encontraban presentes. Hace muchos años Lluc y Marc eran
amigos, pero Lluc se tuvo que ir a la granja de su padre y desde entonces perdieron
bastante el contacto, salvo una visita que se producía una vez al año. Hijo de un
importante terrateniente, no tardaría mucho en heredar las tierras de su padre.
Dichas estas palabras Marc se fue con el resto del grupo y les comenzó a hablar.
Varios murmullos comenzaron a hacer pensar a Marc que sus amigos tenían miedo.
Hubo bastante revuelo al escuchar las palabras de Marc, pero al poco rato se calmó.
Sabían que Marc tenía razón, aunque les costase admitirlo, pero en muchos casos no era
por miedo, sino por pereza. No les habría importado ir al mismo lado del portal si
hubiera sido para realizar una barbacoa, pero para buscar un disco duro ya no les parecía
tan emocionante.
Todos los presentes aceptaron ir, pero muchos de ellos tenían sus propios planes para la
excursión.
El grupo cogió los coches y se dirigieron a la zona. Conforme se acercaban podían ver
que los militares habían cercado toda la zona con un edificio circular. Dicho perímetro
estaba diseñado de tal forma que los militares podrían estar dentro de él, realizando
actividades administrativas, utilizándolo como barricada y además eliminando la visión
de lo que ocurría dentro del perímetro a civiles.
Rafael tuvo que aceptar la explicación de su amigo, pues había demasiada distancia
como para escuchar tiros ya que la zona apenas se perfilaba a bastante distancia.
Speed era otro de los viejos amigos de Marc, aunque a diferencia del resto, él se había
distanciado porqué así lo quiso. Marc siempre le guardo rencor por haber roto la
amistad por culpa de una chica, pero su amigo resultó ser un calzonazos que hacía todo
lo que su novia le decía. El dinero que ganaba era gracias a las carreras clandestinas
aunque, por desgracia para él, nunca había sobresalido demasiado.
Cuando salieron de los vehículos Tania se quejó del olor del aire.
- ¿A qué huele?
- ¿Nadie más tiene la sensación de que no deberíamos estar aquí? – Dijo Speed.
- Chicos, no me encuentro muy bien. ¿Qué son esas cosas? – Preguntó Rafael
mientras salía del coche.
- ¿A qué te refieres? Yo no veo nada. ¿Alguien ve algo? – Dijo otra vez Sergio.
Kevin y Speed también se unieron al grupo, dejando tras de sí a las mujeres, que
curarían de Rafael y proporcionarían distracción si la necesitaran. Los hombres se
dirigieron a la puerta, mientras Zaira comenzó a quejarse a su madre.
- ¿Pero estas locas? ¿No ves que es muy peligroso? – Contestó su madre.
En el acto Zaira saltó dos metros de alto y pasó por encima de ellas. Después comenzó a
correr en dirección a la puerta y cuando llegó al grupo de los chicos saltó por encima de
ellos dando una voltereta. Nada la podía detener.
Speed fue el único que reaccionó a tiempo, ya que el resto del grupo estaba confusos
por el hecho de que una niña pudiese dar semejantes saltos. Zaira desapareció tras la
puerta seguido por Speed, poco después los otros chicos los siguieron.
– ¿Me podéis vigilar a Maica? Ahora vuelvo. – Les dijo a sus amigas mientras ella
se encaminaba hacia la puerta donde había desaparecido su otra hija.
Sus amigas por otro lado no pudieron reaccionar a tiempo, y cuando cogieron a Maica,
Paris ya estaba a mitad de camino de la puerta.
El grupo de chicos al llegar a la puerta se encontraron con que habían perdido la pista de
Speed y Zaira. ¿Hacia dónde habían ido? ¿Habían cogido el camino de la izquierda o el
de la derecha? Por ninguno de los dos se veía rastro de ellos. Ante ellos dos pasillos de
plástico y llenos de puertas tanto a un lado como al otro. Sergio fue el primero en hablar.
– Tenemos que separarnos. Un grupo por un camino y el otro por el otro. Lluc
conmigo por la izquierda y los dos hermanitos por la derecha.
– Sabía que no debíamos haber traído a las niñas. Es que ni para hacer de señuelo
sirven. Espero que puedan distraer los soldados suficiente tiempo, aunque ya duro que
sea suficiente. – respondió Marc.
El grupo estaba preocupado. Ya era suficientemente raro que hubiesen podido entrar,
pero que no se encontrasen ningún soldado durante la búsqueda de Zaira y el disco duro
ya sería un milagro. Los cuatro cogieron sus respectivos caminos y se separaron
desconociendo lo que podían encontrarse.
Poco después Paris entro sola en la estructura y se encontró con los dos caminos vacios.
Estuvo tentada a gritar el nombre de su hija, pero se contuvo. Si un soldado la
encontrase le sería imposible buscar a Zaira.
Paris estuvo unos segundos decidiendo que camino a escoger. ¿Por donde habrían ido
sus amigos? Finalmente escogió el camino de la derecha. No anduvo mucho cuando se
encontró con Marc y su hermano que estaban saliendo de una habitación. Había estado
examinándola a conciencia en busca del disco duro, pero sin tener mucha suerte y aún
tenían muchas más habitaciones por examinar.
– No. La perdimos de vista nada más entrar en el recinto. Corre mucho para ser
tan pequeña y vaya salto que dio. – Contestó Marc.
Paris no estaba muy tranquila con la respuesta y permaneció con los dos hermanos a la
espera de ver a su hija.
Speed consiguió atrapar a la chiquilla. Era increíble lo que corría, se había tenido que
esmerar completamente y aún así tenía la impresión de que si Zaira no hubiese querido
nunca la habría atrapado. Estaba cansado, sudando y le faltaba el aliento, mientras que
por otro lado Zaira parecía estar completamente descansada. Habría achacado este
hecho a la resistencia de los jóvenes si no fuera porque recordaba los saltos que había
dado antes. Hasta un atleta olímpico habría tenido dificultades para realizarlos y ella los
había hecho sin esfuerzo.
La niña, al comprender que a pesar de sus habilidades físicas no sabía nada de aparatos
informáticos accedió a volver.
Marc tuvo bastante suerte en la tercera habitación y con la ayuda de sus compañeros
pudo encontrar el esperado disco duro. Ya estaban regresando por el pasillo cuando
escucharon a sus espaldas:
– ¡Quietos!
Uno de los soldados del recinto los había encontrado en pleno regreso y los apuntaba
con una ametralladora. Nada más escuchar la frase les dio a los tres un vuelco al
corazón. Levantaron las manos y no se atrevieron a realizar ningún otro movimiento.
Las manos de Kevin y Paris se mostraban desnudas ante el soldado, pero Marc mostraba
el recientemente hallado disco duro. Una gran preocupación embargaba a Marc y con
miedo de que el soldado le arrebatase aquello que había ido a buscar comenzó a
balbucear.
Los intrusos siguieron las ordenes del soldado y lentamente dieron la vuelta, pero
cuando vieron quien los amenazaba su preocupación aumento. Era un chico bastante
joven, de unos dieciocho años. Su piel blanca como la leche mostraba un alto nivel de
nerviosismo. Varias gotas de sudor recorrían sus facciones y los ojos, completamente
abiertos, no paraban de moverse sin parpadear. Era la cara de un hombre completamente
aterrado. A Marc ya no le preocupaba perder el disco duro, pues con lo alterado del
soldado en cualquier momento apretaría sin querer el gatillo y se le abría acabado todo
para ellos.
– Un disco duro. Solo quiero ver lo que contiene. Puedo cerrar el portal. Déjame
cerrarlo.
Durante el camino de regreso, Zaira no había dejado de molestar a Speed con preguntas
absurdas y en voz alta. Speed estaba preocupado por si algún soldado los encontraba, y
la niña no facilitaba mucho la labor. Cuando llegó a su límite se giró y le gritó a Zaira
bastante cabreado.
Por fin su mente había terminado de procesar toda la información, sabía lo que tenía que
hacer, si se tiraba al suelo las balas pasarían por encima de su cabeza sin tocarle. Por
alguna razón las balas detenido, pero en la situación que estaba no podía pensar en este
extraño suceso. Intentó tirarse al suelo para escapar de su muerte ya anunciada, pero
entonces se dio cuenta de que él tampoco podía moverse.
Se esforzó todo lo que pudo en tirarse al suelo. Puso todo el empeño y concentración de
la que era capaz, pero no se movía ni un milímetro. Se preguntaba si los otros también
percibían la congelación del tiempo. Quizás es que estaba a punto de morir y
presenciaba su propia muerte. Entonces comenzó a percibir horrorizado como las balas
lentamente empezaban a moverse, cada vez más rápido. Volvió a intentar tirarse al
suelo y comprobó que aunque lentamente, él ya se podía mover. Cada vez veía los
proyectiles más de cerca, pero conforme aceleraba para agacharse, las balas también
aceleraban su trayectoria. Finalmente pudo tirarse al suelo y comprobar cómo las balas
pasaba justo por encima de suyo, por el lugar que antes estaba su cabeza.
– ¡¿Qué cojones ha pasado?! – Preguntó Speed. – ¿Os habéis fijado que el tiempo
se ha detenido?
Los otros compañeros no contestaron, dado que estaban más pendientes de la proeza
que había realizado Zaira.
– Deberíamos salir ya. Nos deben estar esperando fuera y estarán preocupados. –
Dijo Kevin.
A todos los miembros les pareció una buena idea salir de ese sitio. Habían tenido mucha
suerte, pero no sabían cuando esta acabaría.
Maica se comenzaba a poner histérica por no estar con su madre. Aunque muchas veces
Nuria se había encargado de ella, la niña seguía estando muy enmadrada y
constantemente solicitaba la atención de su madre. Hoy estaba especialmente
insoportable y Nuria decidió que entrarían para ver si encontraban a Paris. Sabía que no
era buena idea, pero mejor eso que soportar a la niña en pleno berrinche.
Los cuatro adultos estaban paralizados viendo al demonio y agradecieron que este no les
hubiera visto. Decidieron con pequeños gestos de ojos y cabeza retroceder lentamente
sin realizar ningún ruido y buscar una salida por otro camino. La muerte de Lluc era
algo que lamentar y estaban horrorizados al pensar en el sufrimiento que este debió
pasar. Aún así ninguno quería correr la misma suerte que su amigo y preferían actuar
como cobardes antes de enfrentarse a ese ser surgido del infierno.
Por desgracia la Zaira era más impresionable y no pudo soportar la presencia del ser ni
el resultado de su obra en Lluc. Un grito resonó en todo el edificio y el demonio
percibió sus presencias. Speed fue el más rápido en reaccionar y saco una pistola que
había robado al soldado. Descargó todo el cargador sobre el demonio pero este no
pareció inmutarse. Entonces el ser se dirigió hacia ellos, los cuales querían retroceder,
salir corriendo hacia un futuro que no les aguardase una muerte tan horrible, pero
resultó que el ser se movía a una velocidad imposible de asumir por un ser humano. En
unos segundos recorrió la distancia que los separaba, pero el destino decidió dar una
vuelta de tuerca a la situación.
Un inmenso tentáculo atravesó la pared justo entre ellos y el demonio, y cuando este
último intento pasar lo cogió fuertemente. Ellos tenía la oportunidad de escapar, pero
otro enorme tentáculo les cerró el paso condenándolos. Ahora no tenían ningún sitio
donde ir, si intentaban escapar el otro tentáculo les atraparía. El demonio y el primer
tentáculo se enfrentaban mutuamente. El primero quería escaparse de su cautiverio, y el
segundo quería arrastrarlo a su origen, donde alguna boca monstruosa aguardaría
hambrienta.
Su destino no podía empeorar. Si ganaba el demonio acabaría con ellos como acabó con
su amigo, pero si por el contrarío ganaba el tentáculo era probable que terminasen
conociendo el interior de su dueño.
El combate duró unos minutos, entre los cuales el grupo se esforzó por qué no le
capturase el segundo tentáculo, dando la victoria al demonio. Este mutiló cruelmente el
tentáculo hasta un punto en el que no habría sido capaz de coger nada. Al finalizar la
batalla el demonio se giró hacia donde se hallaban sus próximas víctimas y estos
pudieron ver horrorizados el ser como se preparaba para atacar, mientras que unos
metros más atrás vieron aparecer a Nuria con Maica. La pequeña, sollozando, vio a su
madre y lanzó un grito para que ella fuese en su auxilio.
– ¡¡¡MAMAAAAAAAAA!!!!
Ninguno sabía cómo reaccionar. El pasillo había sido arrasado y el demonio se había
convertido en su amigo. La primera que reaccionó fue la pequeña Maica, que ajena a
todo lo que había sucedido se fue corriendo a los brazos de su madre.
– Parece que la niña es capaz de crear una explosión sónica. Aunque lo del muro
invisible no tengo explicación. Parecía una especie de campo de fuerza que seguramente
alguno de nosotros hemos creado, pero en vez de impedir su avance, solo lo retrasaba
un poco. – Contestó Marc asombrado.
No se pudieron quedar mucho tiempo a debatir, pues el segundo tentáculo aún les
intentaba atrapar. Aún confusos se dirigieron a la salida lo más rápido que pudieron. El
segundo tentáculo aún intentaba capturarlos, pero al no estar acorralados por el demonio
les fue muy sencillo escaparse de él.
Corrían ya hacia la salida, esperando escapar de ese mundo de pesadilla, cuando detrás
de él escucharon un ruido que les heló la sangre.
El grupo estaban paralizados al ver ese espectáculo de pesadilla. Pero aunque era un
horror indescriptible, aún lo era más para las niñas. Zaira perdió el conocimiento y
Maica se comportaba como si lo que estaba ocurriendo fuese lo más normal del mundo,
probablemente su cerebro se encargaría de borrar lo ocurrido y no recordaría nada,
quizás un trauma de adulta o quizás no. Frente a la completa consternación del grupo no
recordaron como fue el proceso, pero Speed salió con una gran bolsa que contenía todos
los pedazos de Lluc. Inmediatamente lo guardó en el maletero sin decir nada a nadie.
Cuando preguntaron qué había pasado nadie dijo nada. Habían creado sin saberlo un
pacto de silencio, ya que nadie quería hablar del tema, pero por desgracia sus problemas
aún no habían finalizado.
Del tejado del edificio se acercaba volando una especie de insecto gigante. Su torso y
cabeza eran humanos, pero el resto del cuerpo era de una inmensa abeja de dos metros
de largo. Sus ojos, completamente negros, daban la impresión de carecer de alma.
El emplazamiento donde habían aparcado era un camino de tierra a unos pocos metros
de un camino asfaltado, que este a su vez conducía, pasados unos kilómetros, a una
carretera nacional.
La salida fue lenta, mientras intentaban sacar los coches del aparcamiento y llevarlos al
camino asfaltado. Speed era el más experimentado conduciendo, pero el vehículo que
llevaba no estaba pensado para andar por tierra y le estaba costando sacar el coche. Esta
tardanza la aprovecho la extraña abeja para recorrer los metros que les separaba de los
vehículos y al llegar al camino asfaltado ya la tenían Kevin y compañía encima del
coche.
Los tres conductores aceleraron hasta alcanzarlos los 50-60 kilómetros hora, pero no
podían escaparse del insecto que comenzó a clavar su terrible aguijón en el tercer
vehículo. Este aguijón asomaba tres palmos por debajo del capó. Todos los ocupantes
del vehículo se asombraron mucho y Kevin comenzó a dar volantazos pues de la
sorpresa había perdido el control del automóvil.
El aguijón volvió a atravesar el capó por segunda vez, esta vez clavándose en el cuello
de Nuria. Ya la herida habría sido de importancia debido al tamaño del aguijón, pero su
cuello comenzó a hincharse formando pequeños granos de un centímetro de grosor y
que a su vez estallaban liberando una pequeña araña de cada uno de esos granos. Elena
gritaba horrorizada de lo que veía, y Nuria seguía gritando pero de dolor y terror al ver a
todas esas arañas saliendo de su cuello. El aguijón de esa extraña abeja, en vez de llevar
veneno llevaba pequeñas huevas de araña.
– ¡Hacer algo! – Gritó Kevin intentando por todos los medios mantener el coche
en la carretera.
– Comer
Minutos más tarde llegaron los tres vehículos al hospital y condujeron a Sergio y a
Nuria hacía el departamento de urgencias. Speed y Rafael se quedaron junto a los
coches esperando y pensando que hacer con el cuerpo de Lluc, hasta que escucharon un
sonido que les volvió a helar la sangre. De uno de los maleteros se escuchaba unos
golpes, como si alguien estuviese intentando salir.
Los dos amigos permanecieron inmóviles contemplando horrorizados como aquello que
había sido su amigo salía con dificultad del maletero. El trabajo le llevó varios minutos
que a todos los presentes les parecieron eternos, mientras que se escuchaba decir.
– ¿Por qué no me ayudáis?. ¿No veis que estoy sufriendo? Por favor, llevarme a un
hospital, me duele mucho.
Cuando por fin consiguió salir del coche, cayó al suelo convirtiéndose en un grupo de
carne amorfa aplastada contra el arcén. Con dificultad logró incorporarse y agradeció la
visión.
– Oh, gracias. Me habéis traído a un hospital. Pero ¿Por qué no me ayudáis a entrar?
Lluc no se dio cuenta de que sus amigos estaban completamente pálidos del horror, y si
hubiera tenido un espejo a mano abría comenzado a gritar como un loco. Una de sus
piernas mostraba el hueso por fuera de la carne mientras que la otra tenía una postura
imposible que indicaba que habían serias fracturas en ella. De sus brazos, a uno le
faltaba una mano, mientras al otro le colgaba a la altura del codo sujetada por un
pequeño pellejo de piel. Varias costillas asomaban por fuera, al igual que su columna
vertebras que estaba partida por fuera en dos sitios. La mejor parte era su cara que a
pesar de faltar le un ojo y de varios rasguños estaba en un estado aceptable. Su aspecto
en global era el de un Zombie y es lo primero que les vino a la cabeza a los muchachos.
Si no hubiera sido por su capacidad de hablar se podría haber confundido con uno de
ellos.
Un rato más tarde salió Marc bastante alterado y se sorprendió mucho al ver a Lluc. Su
aspecto había mejorado bastante, sus piernas estaban rectas y firmes y sus brazos
estaban casi recuperados completamente. Las únicas marcas que recordaban haber sido
herido eran una venda que le tapaba parte de la cabeza, incluido el ojo, y otra que dejaba
intuir la presencia de un muñón en el brazo.
Al verle salir, Speed se acercó a Lluc y, sin importarle el sufrimiento de este, le clavó un
cuchillo en el pecho.
– Mira esto. – Le dijo Speed justo antes del grito agónico de Lluc.
La camisa que cubría el pecho de Lluc se le empapó de sangre mientras Lluc se
tambaleaba, entonces Speed retiró el cuchillo y de la misma forma que la camisa se
había cubierto de sangre, esta comenzó a desaparecer. Cuando la camisa volvió a quedar
limpia Speed levantó la camisa mostrando un pecho inmaculado y sin ningún corte. La
única prueba de lo que había ocurrido era el corte que el cuchillo había provocado en la
camisa.
Rafael corrió dentro del hospital buscando a su primo, y Marc cogió el disco duro que
tanto les había costado recuperar y mientras cogía su coche les dijo a Speed y Lluc.
– Ya se los he dicho a los otros. Voy a ir a analizar el disco duro. Espero no tardar
más de unos pocos días y que no pase nada mientras tanto. Respecto a los superpoderes,
todos tienen un defecto, en tu caso es que el tiempo también se detiene para ti.
Uriel era un joven empresario que había ganado su fortuna con juegos de cartas.
Actualmente era adicto a los juegos de azar, especialmente al poker, aunque de
momento la suerte le seguía acompañando.
Rafael había estado preocupado por él todo el día, ya que también presenció
personalmente la apertura del portal, pero sin embargo no se había presentado a la
expedición ni había podido ser localizado por teléfono. Ahora lo encontraba en una
habitación del hospital en estado de coma. Rafael se preguntaba, después de lo que
había visto ese día, si el hecho de estar hospitalizado podría tener algo que ver con su
poder.
Mientras observaba a su primo tumbado en la cama del hospital y con una maquina
controlando sus constantes vitales pudo observar al otro lado de un cristal insonoro
como un doctor estaba discutiendo con un chico de mantenimiento, protegidos con la
seguridad de que nadie les podía escuchar. Algo le decía que estaban hablando del caso
y se preguntó si podría utilizar su poder para saber de que hablaban. Intentó respirar
relajadamente y comenzó a mirar fijamente a los dos hombres. Inmediatamente su vista
se volvió borrosa y finalmente la perdió completamente, pero durante el proceso
escuchaba más claramente la conversación.
Rafael había quedado más confuso y decidió investigar qué había pasado. Decidió salir
y preguntar al médico que donde lo habían encontrado, a lo que él amablemente le
indicó que lo encontraron en las afueras del casino de Barcelona.
Rafael ya sabía la afición que tenía Uriel por dicho casino, por lo que no se extrañó,
pero siempre había salido de ahí por su propio pie y en muchas ocasiones, un poco más
rico. Cuando llegó comprobó como un grupo de policías estaba investigando en el local
el incidente de su primo. Volvió a proceder con el mismo método que había utilizado en
el hospital. Volvió a notar como perdía la vista mientras escuchaba una conversación de
un policía por teléfono.
– Estoy viendo el video del suceso y hay algo que no cuadra. – Decía la voz del
auricular. – Efectivamente el corcho de la botella rebotó contra el techo y le golpeó a él
derribándolo al suelo. Lo extraño es que cuando eso ocurría todos los miembros del
casino estaban mirando a otro sitio.
– Pues ganar pasta, y mucha. Por lo que he sacado de las conversaciones estaba
teniendo mucha suerte. El chico entró con cien euros y ya llevaba cien millones. Juego
al que jugaba, juego que ganaba, pero al final al pobre se le acabó la suerte.
Cuando acabó la conversación, Rafael volvió al hospital convencido que lo que había
ocurrido se debía al poder que había adquirido Uriel.
Los siguientes días la mayoría los pasaron investigando acerca de sus poderes. Rafael ya
estaba convencido que el poder de su primo había sido una maldición para él, y tenía
miedo de que en su caso fuese lo mismo. Marc estaba convencido que todos los poderes
adquiridos tenían un lado oscuro, como si para equilibrar la adquisición de dicho poder
habían de adquirir su contra.
A partir de entonces comenzó a estar espantado de él mismo. Pensar que ese ser estaba
en su interior y qué podría salir en cualquier momento acabando con los que estuvieran
cerca de él. Sus familiares y amigos corrían peligro únicamente por permanecer a su
lado. Él terror le corroía y poco a poco se fue ausentando del mundo exterior,
quedándose solo en su propia casa. Y a partir de este punto empezó a adquirir
agorafobia, ya que no se atrevía a salir de su piso. Finalmente decidió dejar su empleo.
Se comunicaba con el resto del mundo a través de internet y encargaba la compra
utilizando dicha herramienta y dicha tecnología le permitía no tener que aislarse
completamente. Su único contacto humano era su hermana, que insistía en entrar en su
casa, aunque sin conseguir pasar de la puerta.
El único problema que tenía su plan era que tarde o temprano se le acabaría el dinero,
pero esperaba que cuando eso ocurriese Marc hubiera encontrado una solución al
problema y pudiese volver a su vida normal.
Notaba que se estaba volviendo loca. No quería entrar en su casa porque su mascota le
estaba pidiendo realizar actos terribles con tal de satisfacer su hambre. Quería hablar
con su hermano para hablar del tema, pero este no quería hablar con nadie.
– Tengo hambre. ¿qué haces que no me traes nada de comer? Tráeme un sabroso ratón.
Las moscas no me llenan. Tengo mucha hambre. – Le decía su mascota.
Pero aún empeoraba las cosas al comprobar que no solo su mascota le hablaba.
Cualquier araña, por muy pequeña que fuese, no dejaba de quejarse del hambre que
sentía. Y si había puesto huevos su ansia por comer era muy superior.
Le reclamaban día y noche comida, y daba igual si les echaba moscas para comer,
seguían teniendo hambre, siempre tenían hambre.
El horror llegó a su punto álgido cuando se dio cuenta de la espantosa realidad. Las
arañas no solo le hablaban, sino que se sentían atraída por ella. A los pocos días se fijo
de que el número de arañas en su domicilio comenzaba a crecer. En los dormitorios, el
comedor, la cocina, el lavabo, haya donde fuese encontraba cientos de arañas, y por más
que destruyese sus telarañas al día siguiente volvían a estar ahí.
Speed tenía una carrera esa misma noche y quería probar su poder en el circuito. Estaba
convencido de que le ayudaría en la carrera. Desde que comenzó había sido un corredor
mediocre, que aunque podía ganar dinero para vivir de las carreras, no podía conseguir
suficiente como para ser rico. Ese era su sueño, había oído hablar de ciertos corredores
que vivían en mansiones y que tenían yates y aviones gracias a las carreras. Las mujeres
iban detrás de ellos. Ese era su sueño, aunque las carreras nunca se lo habían podido
proporcionar, pero ahora poseía la habilidad de congelar el tiempo. Estaba convencido,
ahora sí que triunfaría.
Marc le había atosigado con que los poderes tienen defectos, que no son tan hermosos
como él creía, que seguro que habría alguna contra, pero él conocía esa contra y no le
supondría un problema. Demostraría a Marc que se podía dominar el poder junto con la
maldición que arrastraba.
Llegó la hora, todos los coches tenían los motores en marcha mientras que una jovencita
con menos ropa que años se encargaría de dar la salida. Lo había apostado todo a esa
carrera, y si ganaba comenzaría una nueva vida. La joven muchacha soltó el pañuelo y
los coches rugieron por el asfalto. La carrera había comenzado.
Speed no tardó en ponerse en cabeza. Aunque su coche no era el más potente, Speed
podía apurar al máximo en cada curva, veía cuando accidente del terreno y lo analizaba
con la precisión de una máquina perfecta, o incluso mejor aún. Para Speed era como si
la carrera se realizase a cámara lenta.
El resultado fue el esperado. No solo había ganado, sino que la diferencia había sido
abismal, y así fue en la siguiente carrera, y el otra, y en la que vino después. Speed
estaba jugando en otra liga y no tardó en ser aceptado en carreras de más trascendencia.
Por fin Speed cumpliría su sueño.
Tania estaba estresada. Era una madre soltera con dos hijas, con lo que por sí ya debía
ser una causa de estrés bastante elevada, pero resultaba que sus hijas tenían poderes. A
una niña normal, si se portaba mal la podía reñir e incluso la podía castigar, pero que
hacías cuando tu hija tiene más agilidad y fuerza que tu o si se pone a llorar su grito es
como una explosión.
La agilidad que había adquirido su hija mayor era impresionante. Si ella no quería, para
su madre le era imposible cogerla. Entraba en sitios sin escuchar a su madre y nunca
hacía lo que ella le pedía. Era absolutamente incontrolable. Pero con la hija menor el
problema era peor. Aún era muy pequeña y por cualquier cosa se ponía a llorar, y
cuando lo hacía todo el piso retumbaba como si se fuese a caer. Daba la impresión de
que hubiese pasado un fuerte terremoto y no tardó en tener quejas de sus vecinos.
También tenía problemas cuando la sacaba a pasear, pues no podía acercarse a ninguna
tienda de juguetes ni de chucherías pues siempre quería lo que veía. Una madre normal
en esta situación la habría reñido, o incluso azotado, pero realizar la acción con ella
sería un suicidio. Su barrera la protegía de los gritos, pero no era completamente inmune
y comprobó que utilizarla la dejaba agotada.
Todo esto resulto en un desgaste físico y mental extremo. Sus familiares estaban
preocupados, pues parecía más muerta que viva. El color de su pelo se había vuelto
completamente blanco y se le caía con facilidad. Había perdido más de diez kilos.
Cualquier desconocido la habría confundido con una señora cuarenta años más vieja.
Por si fuese poco, la habían llamado del colegio. Se imaginó que podía ser, ya que si
ella tenía problemas, las profesoras de sus hijas también los tendrían, y ellas no tenían
ninguna razón para permanecer con ellas.
Todos los relacionados con la tragedia habían adquirido poderes, salvo Kevin. Estaba
preocupado por el hecho de ser el único que no tenía poderes. Por un lado tenía envidia
de sus compañeros y le habría gustado poseer uno de ellos. Se sentía discriminado por
la situación. Por otro estaba preocupado por la maldición que acompañaba al poder. ¿Y
si tenía un poder pero no lo sabía? Eso significaba que también tendría la
correspondiente maldición. Este pensamiento le quitaba el sueño, incluso llegando a
pensar que podría tener la maldición sin el consiguiente poder. Necesitaba averiguar
cuál era su poder y su maldición lo antes posible y por esta razón decidió irse a la
montaña y buscar un sitio aislado donde meditar y practicar.
Por lo que tenía comprobado, todos los poderes estaban relacionados con la
personalidad de la persona, y la maldición estaba relacionada con el poder adquirido.
Marc era un tipo frio, por lo que adquirió el poder del frio. A Speed le gustaba la
velocidad, con lo que adquirió un poder relacionado con ella. Rafael era un cotilla
redomado, con lo que su poder afectó claramente a sus sentidos. Todos los poderes
estaban relacionados con la personalidad, pero entonces tendría que ver que
personalidad era la suya. Lo que primero percibió es que era más fácil conocer la
personalidad de sus compañeros que la suya propia. A él le gustaba la geología,
¿entonces tendría algún poder sobre la tierra? Intentó mover una roca sin ningún éxito,
por lo que después probó a destruirla con el mismo resultado.
Por más horas que pasó en la montaña no conseguía avanzar. Estaba convencido que su
poder estaba relacionado con la tierra. Le encantaba la tierra, tanto que todo el tiempo
libre que disponía, si no estaba con sus amigos estaba analizando piedras.
Finalmente desechó la idea. Él no poseía ningún poder.
El caso de Lluc era bastante especial, pues aunque había asumido que su poder era la
inmortalidad, estaba convencido a no utilizarlo. La razón era obvia, aunque no pudiese
morir independientemente de las heridas que le causasen, el dolor sí que existe.
También se dio cuenta de que el ojo no se le había regenerado, ni había recuperado la
mano, y tenía una fea marca en el costado que cada vez que se lo tocaba le dolía.
Le costó explicar a su familia el verse en este estado, ya que con lo preocupada que
estaban exigían llevarlo a un hospital con urgencia. Al final no pudo mantenerse callado
y tuvo que explicarles lo ocurrido durante los últimos días, mientras estos intentaban
comprender de lo que estaba hablando. Por suerte las criaturas habían comenzado a
escapar de su cautiverio y las noticias no paraban de bombardear con insistencia
mostrándolas. Eso y una pequeña prueba con un cuchillo de cocina fueron suficientes
para que le creyesen.
Los siguientes días los pasó intentando evitar cualquier objeto afilado que pudiese
encontrarse. Nunca había estado tan preocupado por los accidentes cuando era mortal y
ahora que era inmortal se estaba volviendo paranoico.
Por si fuera poco, cada vez que cerraba el ojo se veía dentro de aquel pasillo, y al dormir
revivía su propia muerte una y otra vez. Comenzó a impacientarse por la situación y
decidió hacer una visita a Marc y comprobar cuanto había avanzado en sus
investigaciones.
Cuando llevo al piso de la pareja se encontró con que la puerta estaba abierta y había un
frio anormal, como si hubieran puesto el aire acondicionado a toda potencia. Además
encontró varios objetos desparramados por el suelo y pequeñas manchas de sangre. Los
habían secuestrado. Tenía que reunir al resto del grupo para rescatarlos de sus captores.
Locura
Tanto Marc como Elena se encontraban encadenados de pies y manos en una celda en
un almacén abandonado. Junto a ellos se encontraba también encadenado Kevin.
Estaban muy asustados, pues no conocían a sus captores ni sus intenciones.
Justo al finalizar estas palabras, un enjambre de arañas comenzó surgir de todos los
pequeños agujeros que había en la pared y comenzó a cubrir el cuerpo de Kevin, que al
presenciar tal visión comenzó a gritar loco de terror. Sus amigos apenas podían
presenciar como una especie de sombra iba cubriendo todo el cuerpo de Kevin,
engulléndolo hasta no poder verlo dentro de dicha sombra.
– Creo que puedo salir de aquí. – Dijo Elena cuando creyó estar a solas.
– ¿Cómo? Los grilletes son muy sólidos. ¿Qué pretendes hacer?
– Siempre estas concentrado en tus investigaciones y por eso no te has dado cuenta,
pero mi poder consiste en disminuir de tamaño. Voy a intentar hacerme tan pequeña que
los grilletes me vengan grandes, y después iré a buscar ayuda.
Marc no sabía que decir. Por un lado no le gustaba la idea de que su mujer utilizase
algún poder, pues ya había comprobado que eran peligrosos, pero la situación era
bastante crítica y sin ayuda no conseguirían rescatar a Kevin.
Algo le decía a Marc que se iba a arrepentir de esas palabras y aunque no era creyente,
deseó que nada malo le ocurriese a Elena. Después pensó que en el peor de los casos
ella conseguiría escapar, y eso le tranquilizó.
Cuando se dio cuenta, Elena ya medía poco más de un metro de altura y se había
quitado los grilletes. Marc la vio alejarse hacia los barrotes de la celda y volver a ver a
Elena encogerse, pues no podía pasar a través de ellos. Cuando consiguió sobrepasarlos,
solo medía medio metro y toda la ropa le venía extremadamente grande. Continuó su
fuga solo vistiendo la camisa, que ahora le llegaba por debajo de las rodillas y que se
asemejaba a un vestido. Al encoger también se dio cuenta de que se movía más lento
que antes. Era como una niña pequeña, recorriendo un tramo que un adulto recorrería en
un par de zancadas.
La misma sombra que había capturado a Kevin se acercaba a ella, la iba rodeando e
intentaba cortarle el paso. Elena se apresuró a llegar a la puerta cuando vio que la
sombra tomaba la forma de una legión de arañas y presa del terror comenzó a correr
desesperada hacia la puerta. Las arañas la iban arrinconando y su terror aumentó al
imaginarse completamente rodeado de ellas y que se le subiesen por el cuerpo como
habían hecho con su cuñado.
Se le ocurrió la idea de parar un taxi y, haciéndose pasar por una niña, pedir que le
llevasen a su casa con la promesa de que su padre le pagaría el trayecto.
Desgraciadamente no vio a ningún taxista y luego pensó que aunque lo hubiese
encontrado le costaría convencerle para llevarle. Decidió finalmente colarse en un
autobús y dirigirse a su casa utilizando el transporte público. Por suerte para ella, no
habían salido de la ciudad, por lo que no le costó demasiado llevar su plan a cabo.
Una hora más tarde consiguió llegar a casa. La encontró abierta y completamente
destrozada, y dentro de ella vio a sus amigos, que preocupados estaban buscando alguna
pista de su paradero junto a un grupo de policías.
Sus amigos estaban bastante extrañados dada su apariencia, y el hecho de que estuviese
tan alterada por lo ocurrido hizo que en un principio ellos la confundiesen con una niña.
Cuando por fin se tranquilizó y los policías se fueron les explicó todo lo ocurrido ante la
mirada su atónita dado que no acababan de entenderlo. Al finalizar la explicación
decidieron reunir a los que quedaban de ellos e ir a rescatar a Kevin y Marc del almacén
abandonado.
Un par de horas más tarde se encontraban enfrente del almacén. El sol se comenzaba a
ocultar y unos gritos agónicos de dolor que provenían del interior les intranquilizaban.
Reunieron el valor necesario para entrar y con ayuda de unas linternas comenzaron a
investigar.
Por las indicaciones de Elena pudieron encontrar enseguida a Marc. Toda la celda
estaba congelada y hasta los barrotes estaban cubiertos de escarcha. Parecía que le
hubiesen dado una paliza, ya que aún encadenado estaba cubierto en su sangre con
múltiples cortes y moratones en su cuerpo. Los chicos gritaron su nombre, pero él no
reaccionaba ante ningún estimulo.
Paris miraba extrañada a Marc. ¿Cómo podía pedirle que pusiera en peligro a sus hijas?
¿Era consciente de lo que le estaba pidiendo? Después de dudar un poco decidió hacerle
caso y se fue rápido a buscar a sus hijas.
– Mientras esperamos dejar que os explique sus poderes. – Dijo Marc mientras se
incorporaba contra una pared. Parecía que poco a poco se iba recuperando, pero no iba a
estar demasiado bien para ser de ayuda en el rescate. Los amigos se dieron cuenta de
que la habitación cada vez estaba más fría. – Como sabéis, Sergio tiene el poder de
convertirse en demonio. En esa forma es mucho más rápido y fuerte que cualquier
humano, pero pierde el control de sus acciones y se convierte en una maquina asesina.
De momento lo único que hemos podido comprobar que era efectivo contra él ha sido el
grito Maica. Estoy convencido de que Tania utilizará su poder, por eso necesitamos a la
niña.
El grupo no estaba muy convencido, pero tenían que admitir que el razonamiento de
Marc era acertado. Así que decidieron esperar a Paris.
Por desgracia para ellos, Tania ya había supuesto esta posibilidad y había enviado una
de sus mascotas a atacar a la hija pequeña de Paris. A causa de su tamaño, a la pequeña
viuda negra le había costado bastante llegar al piso de las niñas. Si hubiera querido un
grupo de arañas podría haber acorralado a las niñas, pero la agilidad de la mayor le
habría permitido escapar con facilidad, y un grito de la pequeña podría causar muchos
estragos. Tania pensó que la mejor forma de tratar el asunto era con una sutil picada
venenosa. La araña ya había escogido un sitio en el techo, justo al lado de la puerta de
salida, y solo tenía que esperar que la pequeña pasase por debajo suyo para caer sobre la
inocente niña y matarla.
- ¡Zaira!, ¡Maica! – Gritó su madre con fuerza nada más entrar en casa.
Tenía el taxi esperando abajo y comprendía que la vida de sus amigos dependía de lo
rápido que pudiese llevar a sus hijas.
Al entrar se encontró con su hermana, que se estaba haciendo cargo de las niñas.
La hermana comenzó a preparar a la pequeña Maica mientras Paris hacía lo mismo con
Zaira. Finalmente estuvieron preparadas para salir, el momento que esperaba la araña.
Sus hermanas habían fracasado, pero era normal, sus hermanas no eran venenosas y lo
máximo que podrían haber conseguido eran unas molestas picaduras, más aparatosas
que realmente dañinas. Cuando la madre intentase salir con sus hijas, descendería y
picaría a la pequeña, librándole de todos los problemas a Tania, quien podría preparar el
terreno para un festín alimenticio para ella y sus hermanas. Nunca más pasarían hambre.
En ese momento vio como salían por la puerta y comenzó a descender. La madre no
había echado la llave, con lo que no disponía de mucho tiempo, pero ella era rápida y
ese problema no le preocupaba.
Cuando se encontraba a mitad del camino se encontró con un muro invisible que le
impedía acercarse a la pequeña. No lo entendía, por más que se esforzase no conseguía
acercarse a su objetivo. Al final tuvo que aceptar verlas a las tres alejarse de ella, pues
también había fracasado.
La habitación donde se encontraban estaba realmente fría, pero ninguno de los amigos
se quejó, pues de no ser así estarían rodeados de arañas. En este improvisado santuario,
Marc iba comentando a sus amigos el plan que había ideado. Una vez finalizada la
explicación, y dado que Paris aún no había regresado, decidieron armarse con los
objetos que podían encontrar en ese almacén abandonado. Una tubería no demasiado
sujeta, los trozos de cristal de una ventana rota o las cadenas con las que habían
capturado a sus amigos podían resultar ser unas improvisadas armas.
Cuando Paris llegó con sus hijas comenzó la marcha. Rafael, quien era el mejor amigo
de Marc, ayudaba a este a caminar. A cada paso que daba le dolía y la mala forma que
tenía la pierna indicaba que podía tener un hueso roto. La progresión continuó hasta que
Rafael se detuvo en seco y dijo.
– Están detrás de esa puerta. – Señalando a una enorme puerta de hierro, que las
bisagras no había podía aguantar.
Si no hubiese sino porque la puerta ya estaba medio abierta no habrían podido entrar en
la sala, pues no se podía mover fácilmente.
Cuando entraron descubrieron a Tania sentada en una butaca como si fuera un trono. A
su lado estaba su hermano Sergio, claramente asustado con lo que ocurría. Daba la
impresión de que intentaba convencerla para que no siguiese. A sus pies estaba Kevin,
ensangrentado y con peor aspecto que Marc.
Al ver entrar al grupo no pareció sorprenderse, pero cuando comprobó que Maica estaba
con ellos una furia incontrolable le embargo.
Un grupo de arañas los rodeo rápidamente y comenzó a estrechar el cerco, pero Marc,
antes de que el grupo se acercase, comenzó a enfriarse rápidamente impidiendo que las
arañas se acercasen demasiado.
Tania hace que se coja de la mano Sergio y Kevin, e inmediatamente después un grupo
de arañas comienzan a subir por el cuerpo de Sergio. Este asustado, nota como su
corazón no deja de latir cada vez más rápido, y comienza su transformación en un
demonio, pero a diferencia del anterior este mide más de diez metros de altura.
El grupo, al ver asustado como el ser demoniaco atravesaba con la cabeza el techo,
comenzó a gritar histérico, pero la visión era tan aterradora que no podían apartar la
vista de ese ser, sin poderse mover.
– Despierta Tania. Tú eres un ser humano, no eres una araña. – Dijo Elena,
probablemente inmune al temor del ser gigantesco pues ya se había acostumbrado al
cambio de tamaño.
– Pero ellas me han revelado a la gran araña. ¿Cómo puedo ignorarlo? – Tania al
ver la expresión confusa de sus antiguos compañeros prosiguió.- La gran araña es una
araña gigantesca que vive dentro de una gran bola hecha con piel y huesos humanos.
Dentro esta ella viviendo en una telaraña hecha también de huesos humanos y se
alimenta de los espíritus de los muertos. Eso es lo que os espera cuando muráis.
Vuestras almas también serán devoradas.
La gigantesca mano del demonio se acercaba al grupo mientras la risa histérica de Tania
prometía ser el himno fúnebre de sus muertes. Zaira rápidamente se separó del grupo
dirigiéndose hacia Kevin y llevando a Maica con ella sin que Tania lo percibiese, pues
estaban demasiada concentrada con su inminente victoria para poder ver como se
comenzaba a desbaratar su plan.
El terror que les embargaba era tal que no percibían lo que ocurría a su alrededor, solo
podían ver esa inmensa mano acercarse. En ese momento un grito estridente los aturdió
por completo. Su visión se volvió borrosa y las orejas comenzaron a sangrar. Todo el
mundo estaba dando vueltas. Sentían como si se fueran a desmayar, pero antes de eso
pudieron ver al inmenso demonio caer.
Tardaron un rato en poderse recuperar del potente grito, pero por suerte Tania también
estaba aturdirá y Sergio había vuelto a su forma humana y permanecía en el suelo
inmóvil.
Lo primero que pudieron ver es que todo había sido arrasado. Solo quedaba del almacén
una pequeña pared a las espaldas de Kevin, Zaira y Maica. Las dos niñas pequeñas
habían perdido el conocimiento, por lo que Kevin las llevo cargando a cuestas, con paso
tambaleante, hacia la madre.
– Debemos salir de aquí rápido. Creo que se propone a hacer otra locura.
Todos comenzaron a irse con paso vacilante salgo Marc y Sergio, que permanecían
quietos. Si alguno se hubiese dado la vuelva habría visto a los dos hermanos
completamente aterrados, observando como la parte inferior de Tania se transformaba
en la de una gigantesca araña. Una vez acabada su transformación, volvió a invocar a su
espantoso ejercito de arañas que poco a poco parecían aumentar en tamaño mientras se
acercaban a los dos chicos, quienes, habían previsto el ataque y entendiendo la situación,
decidieron quedarse atrás para el golpe final.
El grupo principal consiguió salir de lo que quedaba del almacén, cuando un frio
extremo les alcanzó. Miraron hacia atrás y vieron todo el almacén que había sido
congelado. Marc llevaba a su hermano también congelado en brazos, mientras detrás
suyo se erguía una enorme estatua de hielo de una mujer araña.
– Debemos llevarlo pronto al hospital. – Dijo Marc. – Su pulso es muy débil por
culpa de la hipotermia.
Desenlace
– Está a punto de ocurrir algo muy malo. – Dijo tiritando y no por culpa de Marc.
– Del portal va a salir algo horrible. Algo monstruoso que acabará con todos. Lo
presiento.
Los chicos habían aprendido a creer en las profecías de Nuria, ya que resultó ser su
poder, y eso les hizo que realmente se preocupasen de esas palabras como si pudiesen
ver el mismísimo camino al infierno.
– Estábamos al lado del portal. Este había crecido mucho y de él salía un ser
gigantesco, con apariencia humana. En ese momento solo había cruzado el portal su
cabeza y uno de sus brazos, que utilizaba para agarrarse con firmeza a este lado.
Nosotros estábamos a su alrededor gravemente heridos, y ese ser comenzó a hablarnos.
No sé lo que dijo, no puedo escuchar en mis visiones, pero sus palabras nos provocaban
un terror mucho mayor que la presencia de ese ser, un terror que fue capaz de traspasar
incluso la visión. – Al ver la cara confundida de sus amigos intentó aclarar las ideas. –
Lo siento. No he sido de mucha ayuda, pero tengo la sensación de que con la llegada de
ese ser algo muy malo va a pasar.
– ¿Puedes describirnos al ser? – Preguntó Marc.
– Si. Como he dicho era muy grande y parecía humano. Era como un gigante. Solo
su cabeza ya debía medir unos veinte metros, y su brazo sobresalía de todas las
instalaciones de lo grande que era. A parte de su increíble tamaño no había ninguna
característica especial, como las otras criaturas que entraron por el portal.
Todo el grupo guardó silencio y se quedaron pensativos, hasta que Rafael indicó a Marc
que quería hablar con él fuera de la sala. Una vez que estuvieron fuera, Rafael señalo un
televisor que había en la sala de espera. Marc comprendió muy bien lo que quería decir.
En el televisor estaban transmitiendo el telenoticias. Continuaban hablando del portal,
pero ahora la noticia era la de cinco gigantescos dedos que poco a poco estaban
atravesándolo. El gigante de la visión de Nuria había comenzado a traspasar el portal.
Cuando finalizó la notica Marc miró a sus amigos y dijo justo antes de irse.
– Descansaremos durante tres días. Que se recuperen el resto. Después cerraré ese
maldito portal.
No parecían muy contentos por esta decisión, pero se daban cuenta de que Marc parecía
ser el único que entendía la situación y tenía una idea para manejarla, por lo que
decidieron que le seguirían y le apoyarían. Cada uno de ellos pasó los tres días de
diferente forma. Algunos descansaron, otros entrenaron más, pero Marc estuvo
estudiando una forma de cerrar el portal.
Al finalizar los tres días todos se reunieron, pero había más gente con ellos. El antiguo
jefe de Marc junto con sus ex compañeros y el general que había presenciado el evento
y tres de sus soldados, incluso Sergio estaba presente. La única persona que faltaba era
Tania. Marc presentó a los nuevos y dejó claro que tenían también poderes por la
exposición, después explicó el plan.
– Bien, para los que no lo sabéis, antes de realizar ninguna creación, guardo el
estado de esa zona en concreto, por si pasa algo raro, como esto. La idea es volverle a
darle el cambiazo a Dios, pero esta vez le trasmitiremos la información que había
originalmente y el resultado será como si el portal nunca hubiese existido.
Mientras Marc iba hablando el grupo intentaba inútilmente entender que estaba diciendo,
pero al menos comprendía que existía la posibilidad de cerrar el portal y eso les
alegraba.
Después del discurso del general, que casi provoca que alguno se pusiera en pie para
escuchar las órdenes, todos se fueron a sus respectivas casas a prepararse. Una hora más
tarde había un jeep del ejército esperándoles debajo de cada una de sus casas.
Salvo los soldados, el resto del grupo estaba muy nervioso. Daba la sensación de que
iban preparados para la guerra, pero sabían dentro de ellos que los que les esperaba era
mucho peor que participar en una de ellas.
Pasaron unos minutos en los que todos guardaron silencio, esperando un milagro. De
pronto, un grupo de helicópteros aparecieron disparando todo lo que llevaban encima.
Los jeeps comenzaron a seguir una estela de fuego provocado por los misiles de los
helicópteros. La estela se detuvo justo antes de llegar a los habitáculos, y el general
indico al grupo que se refugiase en una trinchera que había antes de entrar. Una vez
dentro, mientras estaban preocupados porque las criaturas llegasen a donde estaban,
ahora que no tenían la protección de los helicópteros, el general no paraba de mirar su
reloj. De repente gritó.
– Cuerpo a tierra.
Solo reaccionaron los soldados y Gabriel, tirándose al suelo, y un gran estruendo los
sobrecogió. Aún con el corazón en el puño, debido a la terrible explosión, el general
salto de la trinchera y se adentró en el habitáculo seguido de sus soldados. El resto del
grupo decidió seguirles, comprendiendo que estaban más seguros si permanecían cerca
de ellos.
El general levantó uno de sus brazos y un gran estruendo se produjo. De sus dedos
salían multitud de proyectiles y daba la sensación de que estaba utilizando una potente
ametralladora. Las criaturas caían por doquier y uno de los soldados abatía con un rifle a
cualquiera que se le escapase al general. El segundo soldado llevo al grupo a una de las
habitaciones.
Mientras fanfarroneaba, Lluc se encontró con otra criatura que salía también de detrás
del escritorio. La mayor parte de su cuerpo parecía estar formada por un líquido rojizo,
aunque se podía incorporar. Además contenía un ojo y una mano humanas. Era sin duda
la criatura más horrenda que habían visto, y Lluc no pudo evitar gritar cuando ese ser se
le abalanzó.
– Creo que ese ser era la parte mía que perdí cuando nos fuimos la última vez. Ya
sabéis, la de la batalla contra el demonio de nuestro compañero. Al igual que yo, que
soy inmortal, los trozos que se han desprendido también lo eran.
Los presentes no sabían que decir. Aunque la explicación que habían escuchado era
coherente, no por ello dejaba de ser increíble lo sucedido. Estaban tan sorprendidos que
no percibieron cuando los disparos dejaron de realizarse y sobresaltaron cuando los dos
soldados entraron por la puerta.
Les costaba avanzar, pues no paraban de salir criaturas, y solo gracias a la potencia de
fuego del general y a la puntería del soldado podían avanzar poco a poco. El soldado
invulnerable cubría la retaguardia y el que faltaba había desaparecido. Cuando alguien
se le ocurrió preguntar por él, escucharon.
– Es que me puedo hacer invisible a voluntad. Vosotros continuad, yo estoy
registrando las habitaciones por si encuentro algo de interés.
A pesar de haber llegado al patio interior, un gran foso lo rodeaba por completo y la
única forma de atravesarlo era un puente que se encontraba justo en el otro lado del
patio. Sin embargo, las criaturas que ahí se encontraban eran tan grandes que
perfectamente podían ignorar el foso y del portal ya se mostraba la cabeza y un brazo de
un humanoide gigantesco. Contaron una docena de seres de unos cinco metros de altura,
más cuatro en concreto que eran bastante más grandes y alcanzaban los diez metros
fácilmente. El primero de los gigantes se arrastraba por el suelo, y estaba formado
exclusivamente de tentáculos, probablemente fue el que los atacó la última vez que
estuvieron, pensó Marc. El segundo parecía un primate gigantesco hecho
completamente de rocas. El tercero se mostraba como un árbol en llamas, parecido a
una vid gigantesca, pero en vez de uvas mostraba huevos preparándose para eclosionar.
El cuarto y último parecía una gigantesca serpiente con seis alas que sobrevolaba la
zona. Solo la cabeza del que estaba atravesando el portal ya medía los diez metros, y
dada la deformidad del espacio que se aplicaba en ese lugar, debía de ser decenas de
veces más grande. La buena noticia era este último parecía estar atorado en el portal,
impidiendo la entrada de otros seres.
Una lluvia de fuego cayó sobre las criaturas, que inmediatamente comenzaron a
dirigirse hacia el grupo. Todos, salvo el general, corrieron asustados hacia el puente,
mientras podían ver como esos seres continuaban aproximándose hacia el general. La
criatura que estaba más cerca, era el extraño ser de tentáculos. Este intentaba atraparlo,
pero conforme los tentáculos se acercaban a él, el general los destrozaba utilizando toda
su artillería. El combate duró un par de minutos, hasta que la serpiente alada se unió al
combate devorando de un bocado al general.
El resto del grupo no vio el trágico destino que le había aguardado a su compañero, pero
al dejar de escuchar los disparos intuyeron que el general había muerto. Por suerte ya se
encontraban cerca del puente, y salvo el árbol, el resto de criaturas se encontraban en la
otra punta de la sala.
Hemos llegado al primer punto. – Dijo un soldado al llegar al puente y, mirando a las
criaturas las cuales no se habían movido del sitio y se comportaban como si estuvieran
disfrutando de un delicioso banquete, continuó. – Continuad vosotros. Nosotros os
cubrimos.
La única respuesta que hubo fue que los civiles cruzasen corriendo el puente. El camino
que habían escogido los llevaba cerca del árbol, y el calor que este desprendía se volvía
cada vez más insoportable. Aún así, el calor no era nada al contemplar horrorizados
como comenzaban a caer los huevos del árbol. Una vez en el suelo, y con cierta
dificultad, los huevos comenzaban a eclosionar saliendo de ellos unas extrañas criaturas
hibridas entre humano e insecto.
Los antiguos compañeros de trabajo de Marc comenzaron a mostrar sus poderes. El jefe
comenzó a hablar en un extraño idioma, y las criaturas neonatas comenzaron a pelear
entre ellas. Uno de los compañeros se dedicaba a lanzar rayos a los huevos que aún no
habían caído. De las dos compañeras que quedaban, una se movía a gran velocidad y
apenas se podía apreciar su silueta, mientras que la otra saco una libreta y comenzó a
escribir como si estuviera poseída.
Marc, entendiendo que la situación la tenían controlada, dirigió a sus amigos al centro
de la plaza. El chillido había provocado que las otras criaturas se fijasen en ellos y
habían comenzado a dirigirse hacia ellos. Rápidamente consiguieron llegar al lado de
esa gigantesca cabeza y los tres escogidos empezaron a prepararlo todo mientras el resto
se preparaban para enfrentarse a lo que se acercaba, o al menos, a darles algo de tiempo.
Nuria se quedó congelada de terror, pero no por ver acercarse a las tres gigantescas
criaturas, sino porque la situación cada vez se parecía más a la de su visión. El resto de
los soldados habían conseguido abatir a las criaturas pequeñas, y los miembros de la
misión aún estaban suficientemente en buenas condiciones para hacer frente a la
amenaza, pero sabía que lo peor estaba por llegar. El gigantesco ser comenzó a hablar.
- Ayudadme a salir. – Ordenó con una voz tan potente que retumbó no solo por el
recinto, sino incluso fuera de él.
Todos se quedados completamente petrificados, pues era la primera criatura que veían
que podía hablar.
El ruido producido por las criaturas acercándose les sacó del ensimismamiento, pues el
ser con tentáculos estaba muy dañado, pero aún quedaban dos criaturas gigantescas y
unas cuantas grandes acercándose con intenciones de devorarlos. Los amigos de Marc
se preparando para hacerles frente, poniéndose a la cabeza Maica con su potente voz y
Sergio, cuando Marc decidió salirse del plan previsto y, por culpa de su curiosidad, en
vez de cerrar el portal le preguntó.
- ¿Vuestro universo? Jajajaja. Supongo que debo de darte las gracias, pues gracias
a ti existimos.
Marc se quedó congelado al escuchar esas palabras. ¿El los había creado? Eso era
imposible. Mientras tanto las criaturas habían llegado, pero lejos de pelear contra ellos,
se mantenían a una distancia prudencial, como escuchando la conversación.
La mayoría de los presentes no entendían lo que decía, pero algunos sí que lo entendían,
estaba sustituyendo su universo por uno nuevo, y cuando el gigante terminase de entrar,
todo habría acabado. Al entender esto, Marc comenzó a trabajar en cerrar el portal
mientras Demiurgo seguía hablando.
Ahora sí que nadie entendía de que estaba hablando, pero se dieron cuenta de que era
malo, y que tenían que cerrar la puerta. El hecho de que las criaturas no atacasen era a la
vez buena y mala señal. Buena porque dejaba a Marc más tranquilidad para trabajar y
mala porque significaba que iba a ocurrir algo realmente malo y aunque no entendiesen
las palabras de Demiurgo, estas les ponían nerviosos.
Marc ya no entendía nada, como podía ser cierto lo que estaba diciendo, ¿cómo podía
tener algo de coherencia en lo que estaba diciendo? ¿Estaba insinuando que él, desde un
universo que no existía, abrió un portal a su propio universo? Era de locos. Sin embargo
algo dentro de él sabía que lo que decía era cierto y continuó trabajando, no ya por lo
que iba a suceder, sino porque no quería escuchar lo que el gigante tenía que decir.
- Supongo que os preguntareis como esto podía pasar. Pues porque este universo y
su Dios también son imperfectos, y su mayor defecto era que esto podía pasar. En
realidad todo de basa en la probabilidad, si existe una probabilidad entonces se puede
volver real, y eso es lo que hiciste. Si en aquel momento se hubiese cerrado el portal,
nada habría ocurrido y yo habría vuelvo a dejar de existir, pero tu abriste el portal desde
dentro y lo vinculaste con este, y de la misma forma que no puede haber un camino a la
no existencia, tampoco puede haber un camino desde la no existencia, por lo que el
portal se hizo estable y pudimos comenzar a entrar.
Marc no sabía quien realizó la fatídica pregunta, quizás fue Rafael, pero lo maldijo
desde el fondo de su corazón. Él ya sabía la respuesta, y no quería escucharla. Al
escuchar la pregunta se detuvo del trabajo mientras las lágrimas no paraban de
empaparle el rostro.
El silencio ahora era completo. Nadie hablaba y todos miraban al suelo pues desde
dentro suyo sabía que era verdad. Pero eso significaba que sus poderes no habían sido
adquiridos por la explosión, sino que siempre los habían tenido. Pero si ellos no eran
ellos, ¿Quiénes eran?
Nadie sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando se realizó la siguiente pregunta el
gigante ya había sacado completamente la cabeza.
- Uno de los dos universos debe volver a la no existencia. De la misma forma que
estoy entrando en él, el Dios de este universo está saliendo de él al lugar de donde
procedemos todos nosotros, a esa probabilidad de existir en algún momento.
Esa respuesta terminó de marcarles. Aun no entendían que pasaba, pero sabían que
querían continuar existiendo. Marc continuó trabajando, pero esta vez para abrir más el
portal, esta vez trabajarían por su propio universo.
FIN