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¿Qué tiene que ver el capitalismo con el protestantismo? ¿Por qué en el siglo XVII
la economía floreció en dos países protestantes, Inglaterra y los Países Bajos? ¿A
qué se debe que al mismo tiempo aconteciera la decadencia económica de
España, una potencia católica? ¿Por qué todas las grandes historias de éxito
referentes a la conquista de una enorme fortuna en una sola generación- el cuento
del lavaplatos que llega a convertirse en millonario- proceden del país del
puritanismo austero, los Estados Unidos? ¿ Tiene nuestra herencia cultural
católica algo que ver con nuestro subdesarrollo económico?
De acuerdo con el austero concepto moral de los puritanos, uno trabaja para
trabajar. No por haber ganado dinero suficiente para llevar una existencia
acomodada podría uno dejar de trabajar. La utilidad del trabajo no radica en la
satisfacción de las necesidades; en un planteamiento ideal, el trabajo está
completamente disociado de aquello que se podría realizar con sus frutos. El
empresario puritano inglés o estadounidense del siglo XVII subordinaba toda su
vida al trabajo. Así, el negocio florecía, pero la vida privada resultaba insípida.
Consecuentemente, en la casa de un empresario puritano no sólo se realizaba sin
placer la multiplicación del capital, sino también la de la descendencia. La mayor
incitación a la lujuria debía ser resuelta con la cabeza fría y con el pensamiento
centrado exclusivamente en su finalidad.
¿De dónde procede esta excesiva valoración del trabajo de los puritanos? En el
núcleo de la doctrina de Calvino y sus sucesores se sitúa la predestinación. Este
concepto partía del siguiente enunciado: Dios, en su insondable sabiduría, ha
predstinado quién se condenará y quién se salvará. Nada puede cambiar la
decisión divina una vez que está tomada, ninguna obra, ningún sacramento. Los
calvinistas carecían de iglesia oficial y e privilegiados intermediarios ante Dios a
los que dirigirse en busca de apoyo espiritual. El individuo no podía acudir a
ninguna parte para averiguar si pertenecía a los escogidos o a los condenados
aunque, en cualquier caso, tampoco hubiera podido modificar la resolución divina.
El dios de los calvinistas era lejano, inmisericorde e insobornable.
Weber concluye así que el origen del capitalismo se basa en la ética del
calvinismo. Dado que los puritanos no necesitaban gastar su dinero en vistosos
vestidos nuevos y nunca celebraban fiestas lujosas, fueron los primeros ricos de la
historia que realmente acumularon un capital para invertir en colegios y
universidades pero, sobre todo, en nuevas tecnologías, alentando el
establecimiento de manufacturas en el siglo XVIII, las fábricas del siglo XIX y los
conglomerados multinacionales en el siglo XX.
También sus estadísticas señalan que los protestantes acuden y estudian para
profesiones de tipo industrial y mercantil en mayor proporción que los católicos,
quienes prefieren en su mayoría los estudios humanistas. Plantea que las causas
provienen de características propias a cada confesión y no a contingencias histórico-
políticas.