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Artículo 1: ¿Complot anti evangélico o mundo que nos odia? Por Enrique Zapata
Artículo 2: ¿Dios encajonado? Por J. B. Phillips
Artículo 3: Cuidado: ¡Que no le saquen tarjeta roja! Por Luis McBurney
Artículo 4: El carácter en el liderazgo cristiano. Por Desarrollo Cristiano
Artículo 5: El proceso de cambio no sólo ocurre en mí. Por Enrique Zapata
Artículo 6: La ética de la conducta ministerial. Por Rogelio Nonini
Artículo 7: Manteniendo la pureza. Por Eros Pasquini
Artículo 1: ¿Complot anti evangélico o mundo que nos odia?
Por Enrique Zapata
¡Qué hermoso sería que el mundo nos apreciara y deseara publicar nuestras virtudes!
Regularmente escucho a muchos pastores y hermanos comentando su preocupación por los
ataques de la prensa que estamos recibiendo repetidamente. Algunos hasta hablan de un
"complot para desacreditar a los evangélicos".
Primero. En el mundo de la prensa, rara vez las noticias hablan de las cosas buenas que
ocurren; por el contrario, se refieren a lo peculiar, lo curioso, lo sensacional o lo malo.
Ningún canal de televisión enfoca sus cámaras para fumar como noticia a los automóviles
que pasan por la avenida en orden, según la ley, sino que van corriendo al lugar donde hubo
un choque espectacular. No filman al muchacho que ayudó a una anciana a cruzar la calle;
sí al colectivero que la atropello.
Las noticias son "producto para la venta", por lo que interesa conseguir las que "vendan
más". Existe gran competencia entre los medios de comunicación por la novedad que cause
mayor interés. Por otro lado, es más fácil venderle al público aquello que apela a la carne, a
la pasión de los ojos o a la arrogancia de la vida, que lo que apela al espíritu.
No justificamos a la prensa por esto, sólo trato de ver la realidad de las cosas y cómo ésta
nos afecta. Sin duda hay algunos medios de comunicación que buscan nivel y lo logran,
pero lamentablemente son la excepción.
Segundo. Para nosotros, nuestras actividades y nuestro mensaje son muy importantes y
estamos convencidos de que estamos en lo cierto. Sin embargo, para la prensa somos un
grupo más, con los mismos delirios de grandeza y trascendencia de cualquier otro grupo.
Hay centenas de personas y grupos que diariamente intentan declarar su propia justicia y
presentándose como los únicos verdaderos y que, según ellos, son los que tienen las
soluciones reales para el hombre. Y para peor, en el campo religioso (hasta en los grupos
que se denominan evangélicos), la diversidad y la confusión son extremas.
Tercera. Este es el punto más importante. Jesús declaro claramente que el mundo nos iba a
odiar (Jn.15.18-25). Si creemos en las palabras de Cristo entenderemos que, más allá de los
puntos anteriores, van a existir prejuicios contra nosotros; odio, rechazo y hasta
persecución, donde no faltarán quiénes intenten matar- nos (como se ha hecho en él
pasado), pensando que así rinden un servicio a Dios (Jn, 16.1-3). No debe sorprendemos,
entonces, que la prénsanos ataque ni que el mundo destaque nuestros errores y mienta para
crear desprestigio (1 Pe. 3.14-18,4.1-4). Sí debemos estar preocupados cuando esto no
sucede.
Quiero también mencionar la disciplina ordenada por Dios para que el mundo vea que
tomamos en serio la santidad y que no somos meros religiosos (1Co. 5.6). ¡Qué triste es que
el mundo tenga que sacar a luz nuestro pecado para que la iglesia tome medidas severas!
Derek Kidner dijo: "Un mal oculto es aun más perturbador que un mal expuesto". Cuando
nosotros mismos disciplinamos el pecado, quitamos una de las armas del enemigo contra
nosotros.
Una ofensiva bien dirigida es la mejor defensa. Cuando el pueblo escuche de nosotros, de
primera mano, las buenas noticias, con una apologética sólida y vean en nosotros santidad
acompañada de buenas obras, al final del camino serán "avergonzados los que calumnian
vuestra buena conducta en Cristo".
En el camino, igualmente, van a insultamos y decir todo género de males contra nosotros,
pero será falso. Entonces podremos consideramos entre los profetas que fueron antes que
nosotros, siendo recompensados en el cielo. Seremos bienaventurados. "Salgamos, pues, a
El, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad
permanente, sino que buscamos la por venir"!
Apuntes Pastorales
Volumen VI – Número 3
Artículo 2: ¿Dios encajonado?
Por J. B. Phillips
Las iglesias parecen decirles: «Si tú puedes saltar por nuestros aros particulares y seguir
nuestras propias líneas, entonces te presentaremos a Dios; pero de otro modo, no hay Dios
para ti». A este tipo de persona le parece una estupidez arrogante y carente de sentido esta
actitud sectaria; siente y piensa que en verdad si hay un Dios, El debe de estar tanto en el
hogar como en la calle, en el café y en el taller. Y si es cierto que Dios se interesa por él,
deseando que él lo ame y lo sirva, entonces Dios seguramente está disponible tanto para él
como para cualquier ser humano, pobre o rico, blanco o negro, sin necesidad de
«intermediarios profesionales» o «gestores». Si Dios es Dios, es grande, generoso y
magnífico, y no es posible encerrarlo en una caja -o un edificio.
Por supuesto, es fácil salir en defensa de las instituciones, señalando que cada grupo debe
organizarse para ser eficiente, que cada sociedad debe tener sus reglas, y que Cristo mismo
fundó su Iglesia. Todo esto está muy bien, pero si algunas iglesias dan la impresión de que
Dios obra sólo por medio de ellas y desprecian a todas las demás, entonces no es
sorprendente que la gente encuentre que la versión de Dios de estos grupos es deforme e
inadecuada.
Claro está que los creyentes de cualquier grupo repudiarían la idea de que el Dios que
predican es el mejor y único, el más acabado modelo de Dios, y no deseo de ninguna
manera insinuar que tal actitud sea a propósito. También es probable que la diferencia de
opiniones en algunas cosas continúe hasta el Día del Juicio, lo que no es necesariamente
malo. En cambio, es un pecado grave y condenable considerar a Dios como líder partidista,
de un punto de vista determinado.
Lo que molesta al «de afuera» es la pretensión exclusivista de cada iglesia qué se considera
a sí misma «la única verdadera». ¿Acaso no dijo Cristo «Por sus frutos los conoceréis»? Si
uno pudiera comprobar que la iglesia con mayores pretensiones en cuanto a su autenticidad
es la que produce el carácter más cristiano, más lleno del Espíritu Santo en sus miembros,
tal vez sus pretensiones serían tolerables. Pero el hecho es que ninguna denominación tiene
el monopolio de la gracia de Dios, y ninguna tiene una receta exclusiva para producir una
saludable influencia cristiana en su ambiente. Para cualquier observador neutral, es
evidente que Dios no hace caso de los marbetes y etiquetas: «El Espíritu sopla donde
quiere» y no se sujeta a ninguna regla humana.
El «de afuera» no puede entender nuestras divisiones, ni el por qué los cristianos no pueden
unirse. El problema de la unión y del ecumenismo es sin duda complicado; pero se hace
verdaderamente insoluble sólo cuando las diferentes instituciones quieren que su Dios sea
católico romano, metodista, nazareno, pentecostal, bautista, hermano libre, presbiteriano,
adventista, etcétera. Si todos los cristianos pudiéramos superar esta idea tan mezquina y
pequeña de Dios, y ver al verdadero Dios como el Señor y Salvador de nuestras almas,
tendríamos que llorar de arrepentimiento y, al mismo tiempo, ...reímos de nosotros mismos.
El resultado final sería una unidad que, sin hacer desaparecer las diferencias, sí las
vencería, trascendiéndolas, en lugar del actual panorama, en el que nos ignoramos
mutuamente y con frecuencia nos tratamos con una cortesía en público que apenas disimula
el desprecio en lo privado. Que nuestro gran Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo nos permita
la clase de unidad que no anula las diferencias, sino que las sobrepasa. ¡Amén!
Apuntes Pastorales
Volumen VIII Número 6
Artículo 3: Cuidado: ¡Que no le saquen tarjeta roja!
El pastor y el peligro sexual
Por Luis McBurney
Todos quedamos sacudidos al escuchar que ese pastor, bien respetado, había caído en
adulterio. "¡Qué idiota!", pensamos, "Yo nunca haría algo así". Y lo decimos con tanta
seguridad como con cualquier otro compromiso que hayamos hecho, pero no son pocos los
que pensaban así y asimismo se les debió "sacar tarjeta roja", como hacen con el jugador de
fútbol que queda descalificado.
Casi todos los pastores que he aconsejado y que se encontraban enredados en infidelidad
sexual, habían tenido la misma confianza. Sólo dos reconocieron buscar concientemente la
aventura. Uno de ellos se cuestionaba seriamente su masculinidad y buscaba probarse a sí
mismo a través de repetidos encuentros sexuales. El otro era un enfermo que usaba
compulsivamente a los demás gozándose en ello o aprovechándose de diferentes maneras,
aun sexualmente.
¿Qué descarriló a los otros? ¿Qué los llevó a caer a estos hombres, tan seguros de que
nunca les pasaría? Si bien no estaban confundidos con su identidad sexual ni eran
enfermos, sí descuidaron algunos principios importantes, así como indicios cruciales que
les advertían del peligro.
Nuestro carácter pastoral también nos hace más vulnerables. Como personas sensibles,
cuidadosas y generosas nos parecemos a un cálido living para. el solitario y el dependiente.
Miles de personas, solas y aun casadas, buscan la intimidad. La mayoría de las mujeres
casadas identifican como mayor problema conyugal la insensibilidad de sus esposos a sus
necesidades emocionales. Esto las desespera y buscan una compañía con quien poder
conversar y quien las escuche.
El pastor es el modelo del esposo. Puesto que no hablan de esto lo suficiente con nuestras
propias esposas, las mujeres de la iglesia nos ven "ideales", fuertes y capaces, gentiles,
cálidos y cariñosos. Aun la iglesia nos alienta a ser esa persona sensible a las necesidades
de las personas, grupo que incluye a muchas mujeres solas y cuya actividad en la iglesia
suele ser un disfraz de su hambre por atención y afecto. Tanto nuestra calidez como nuestro
llamado nos predisponen al peligro.
¿Qué hombre no es sensible de ayudar a una damisela en problemas? Sin embargo, muchos
pastores que han corrido al rescate se encontraron seducidos, expuestos y expulsados "de la
cancha" en corto tiempo. La "indefensa damisela", algunas veces, cosecha el amor y la
compasión de la iglesia. Ella planea su próximo asalto mientras que el confiado ministro
está aún tratando de quitarse el alquitrán de las plumas. Ella fue la "infeliz víctima" de los
avances sexuales de los últimos tres pastores. Todos han dejado sus ministerios nulos y en
desgracia.
El pastor es el blanco que atrae a esta clase de mujeres. Ella puede exteriorizar su hostilidad
hacia los hombres en general a través de un hombre de Dios, su hostilidad hacia la figura de
autoridad o la del padre y aun hacia Dios el Padre. Este juego le da un gratificante sentido
de poder. De esa forma prueba que el hombre es débil e inadecuado.
La segunda defensa: Revalorar nuestra actitud sobre el enamoramos. Una senda hacia el
pecado sexual es la noción de que los sentimientos no son solamente lo más importante,
sino totalmente incontrolables; simplemente los sientes. Una historia que escucho con
frecuencia sobre pastores que cayeron en adulterio es: "No tenía intención de involucrarme
con ella, pero súbitamente nos dimos cuenta de que estábamos profundamente
enamorados". Hace aparecer las cosas como que, inocentemente, él paseaba durante un día
soleado y repentinamente lo atrapó una tormenta. Una vez descubierto, él se encuentra
embebido hasta la médula y sin poder secarse. En realidad, se siente tan bien que no quiere
secarse. Está feliz de haberse olvidado el paraguas.
Confieso que me gustan las mujeres. Las encuentro excitantes, divertidas, intrigantes,
agradables a los sentidos, y a menudo mejor compañía que un hombre. Sospecho que
muchos de ustedes pueden hacer la misma confesión. Sintiéndome así, podría enamorar me
de diferentes mujeres cada día si permitiera que mis sentimientos reinaran libremente. Pero
no lo permito, sino que mantengo una cuerda firme alrededor de mis sentimientos.
Otra precaución: Una común influencia te dice que puedes enamorarte genuina y
enteramente de dos personas a la vez. Esa racionalización pretende darme permiso para que
me enamore de otra mujer sin admitir que soy infiel a mi mujer. ¡No lo creas! Las palabras
de Jesús, las que dicen que tu corazón estará donde esté tu tesoro, se aplican tanto a la
relación romántica como al Reino. Cuando comenzamos a invertir energía emocional,
acumulamos tesoros en el objetivo de nuestra atención. Nuestro corazón lo seguirá. No
debemos mentirnos; debemos tener control sobre dónde ponemos nuestro tesoro. Cuando
nos encontramos considerando hacer algo especial en función de otra mujer, debemos
redirigir esa energía hacia nuestro matrimonio.
Una tercer defensa: Esquiva cualquier cosa que no sea del todo transparente. He
aprendido a ejercitar cuidado cuando estoy a solas con una mujer. Largos períodos a solas
no sólo levantan sospechas sino que pueden dejamos vulnerables ante falsas acusaciones o
una tentación muy intensa. Cada vez que mi compañero de la universidad salía para una
cita, me pedía que orara para que pudiera resistir la tentación. Naturalmente, él buscaba
"exponerse para desarrollar su fuerza espiritual". Esa no es una técnica recomendable para
construir defensas en el ministerio.
Un pastor me contó que una joven y atractiva mujer comenzó a asistir a su iglesia. Era una
nueva cristiana pero pronto descubrió su sórdido pasado. Tenía muchos problemas y
comenzó a solicitar su consejo. A causa de su trabajo sólo podía asistir a la iglesia por la
tarde, después del horario en que estaba la secretaria pastoral. Al principio él dijo que no
podía atenderla, pero ella fue tan persistente, con tal necesidad, y parecía tan dulce y
sincera que él finalmente accedió. Bajando la guardia gustó la ruina.
Sola, con él, en la oficina pastoral, cerró la puerta y las cortinas. Antes de que él se diera
cuenta de lo que pasaba, ella se había sentado sobre sus rodillas, desabrochando su blusa y
exponiéndole sus pechos. Lanzándose sobre su cuello le confesó su deseo abrasador por él.
Ahora, mientras imaginas la subsiguiente situación, déjame decirte que no fue un sueño. El
sucumbió, pero declaró que no lo permitiría nuevamente. Ella lo amenazó que contaría a
todos lo sucedido si él no continuaba viéndola. De todos modos comenzó a contárselo a
todos, a su esposa, a los miembros de la iglesia, y finalmente a uno de los ancianos. El
consejo lo confrontó y "le sacaron la tarjeta roja". Su esposa casi lo abandona;
afortunadamente reconoció la patología de esta mujer y perdonó a su tonto marido.
Tuvieron que reconstruir todas sus vidas y la culpa casi lo destruye totalmente.
Simplemente tenemos que esquivar toda apariencia de maldad. No importa cuan segura o
inocente parezca una situación, todo puede cambiar en un pestañear de ojos.
Sin embargo, las seducciones agresivas como las de este tipo son inusuales. A menudo
necesitamos mantener la guardia alerta contra patrones más sutiles. La historia más común
de infidelidad, la que más se repite, involucra a alguna atractiva y comprometida creyente
que busca consejo para sus problemas de matrimonio. Ella no es ni seductiva ni enferma, es
solícita, saludable, mujer sensible, en quien el pastor no ha notado una elegante belleza.
Ella está sola y descuidada por su marido, quien no se comunica con ella. El pastor la
escucha y ella lo aprecia por ello. Comienza a mostrar su gratitud de diferentes maneras,
particularmente con sus elogios. Eso hace sentir bien y el pastor comienza a disfrutar de su
atención y afirmación. Gradualmente él se da cuenta de lo profunda que es ella.
Quejas sobre su soledad. Ella podrá confesar que ahora su soledad es mayor porque conoce
el significado de la compañía. Ahora ella escapa al dolor con el pastor. El es el único que ha
hecho esto por ella. ¡Qué anzuelo!
Haciendo regalos. No importa cuan trivial sea el regalo. Ella piensa en mí y en cómo
hacerme feliz.
Contacto físico. Este comienza generalmente de manera inocente, suaves empujones en una
sala llena de gente o un leve toque de su mano sobre el brazo. Luego vendrá el acomodarle
la corbata o sacudir el polvo de su hombro, pero puede crecer a un abrazo de gratitud o un
"beso santo" que sólo comunica afecto de hermana.
Esto no se aplica al contacto físico con todas las mujeres. Tú conoces la diferencia tanto
como yo. Soy muy cuidadoso en tocar a algunas mujeres, tanto por señales de su parte
como por sentimientos de atracción de mi parte. No obstante hay muchas otras a quienes
puedo abrazar sin problemas.
Otros comportamientos seductivos. Presto atención a cómo se viste una mujer. Si usa
perfume, si hace sutiles sugerencias o bromas sobre mi irresistibilidad como hombre, o
mensajes que indican su disponibilidad (aun para cosas "santas") cuando su esposo no está.
Ella puede llegar a contarnos sus sueños sobre nosotros mismos en situaciones románticas.
Estas señales, como otras, también pueden esconderse en mí. En este caso necesito
tomarme un tiempo para reordenarme y no cometer un grave error. Por ejemplo:
Pensar en ella. Primero puedo racionalizar que esto es un interés profesional en sus
problemas, pero lentamente el foco se desvía de sus problemas a su persona.
Necesariamente esto no implica sexo. En realidad involucra las características de su
personalidad y su manera de conducta; sentimientos agradables construidos alrededor de
una nueva relación positiva. Es natural disfrutarla y comenzar a reflexionar sobre la
experiencia.
De hecho nuestras esposas son nuestros escudos protectores más importantes. En general,
ellas son las más sensibles a la amenaza de su territorio por parte de otra mujer. Nosotros
podemos ser inconscientes a los primeros signos no verbales o pueden adulamos tanto que
no queremos que dejen de hacerlo. Si aprendemos a escuchar a nuestras esposas, nos
podrán salvar de que nos involucremos demasiado en una relación potencialmente
destructiva.
El problema de adulterio es tan dificultoso como reales sus riesgos. ¿Por qué tantos
ministros seriamente comprometidos caen en él? Ya hablamos de que la vulnerabilidad de
nuestra posición y el efecto poderoso de los sentimientos nos llevan a él.
Apuntes Pastorales
Volumen V Número 4
Artículo 4: El carácter en el liderazgo cristiano
Por Desarrollo Cristiano
El carácter es básico para todas las decisiones éticas. Quien es usted determina lo que usted
hace. Jesús dio importancia a esa verdad en sus enseñanzas (Mt 5-7). De ahí que el carácter
sea el principio de la naturaleza moral interior. El carácter, como es difícil de definir, es
mejor entenderlo desde cómo se forma y cómo funciona en la vida ética cristiana. Como
alguien ha dicho "lo que somos, es el determinante último de lo que hacemos".
Cuando una persona peca y puede vivir con ello, deja de ser íntegra. La integridad implica
la confesión del pecado y el apartarse de él y no aparentar que no ha ocurrido nada. Eso es
pureza.
Pero, por supuesto existe un punto dentro de la gama del pecado donde ocurre la
descalificación para el liderazgo en la iglesia.
¿Hasta qué grado cuenta la actitud que la persona tiene hacia el pecado para dicha
descalificación?
Pablo dice: «... no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado». Estoy convencido de que ciertos pecados revelan una ruptura tal en la
integridad, que la persona que ha caído queda descalificada para volver a ejercer un
liderazgo prominente.
No creo que actos repetitivos tales como la inmoralidad sexual o el encubrimiento sean sólo
cuestión de pecado. Creo que revelan una falla en el carácter. Las personas dicen: «Bueno,
¿y acaso no se perdonan los pecados?» Claro que sí. Pero creo que ya no se trata de una
cuestión de perdón; dicha persona carece de la sustancia que se requiere para ese oficio.
La única razón por la que puedo sentarme en esta habitación, vestido y en mis cabales es
que he recibido el perdón absoluto de Jesucristo. Pero para las personas que ejercen un
liderazgo prominente existen requerimientos aún más estrictos. Como dice Santiago,
seremos juzgados «sin misericordia».
Pero, ¿qué del rey David en elAntiguo Testamento?
Ese incidente es el único caso que las Escrituras registran de un líder culpable de conducta
inmoral que se le permitió permanecer en el mismo liderazgo prominente. Pero después del
incidente con Betsabé, su vida se volvió agria. Sí, fue confrontado y salió limpio; sin
embargo, perdió en el campo de batalla, y su familia enloqueció. Nunca volvió a alcanzar el
pináculo al que una vez había llegado. Eso me angustia.
También me obsesiona el hecho de que las Escrituras no registren el caso de ninguna otra
persona con liderazgo prominente, que haya cometido pecado sexual, y que luego se le
permitiera continuar en dicha posición.
Ciertamente, también soy respon-sable ante toda mi familia, ella tiene la libertad de poder
tratar cualquier área o de ofrecer consejo. Admito que ocasionalmente hay cosas dolorosas
que oír, pero el estar en el ministerio no me exonera de hablar claro en mi casa; es más, es
algo que debe ser hecho.
Al seleccionar a las personas ante quienes seremos respon-sables, ¿no es una tentación
elegir a aquellas que tengan nuestros mismos puntos de vista?
La calidad del carácter del líder se hace evidente en la elección de aquellas personas que le
ayudan. En ocasiones se eligen personas que son demasiado condecendientes con sus
superiores. Estoy totalmente de acuerdo. Me encanta escuchar que me digan sí a todo. Pero
necesito a personas que me digan las cosas como son en realidad.
En 1 Timoteo 3 el apóstol Pablo nos indica los esfuerzos mínimos a realizar y las
cualidades de carácter que se deben tener para el liderazgo de iglesia. Pero existen otras
características, a menudo pasadas por alto, que comparten los líderes de iglesia efectivos.
He aquí ocho de estas características, por medio de las cuales podemos evaluar nuestro
servicio en la iglesia:
a. ¿Puedo manejar información correctamente? Debe mostrar sabiduría e integridad. Lo que
debe garantizar cualquier líder es su capacidad de manejar correctamente información
confidencial.
b. ¿Puedo aplazar un juicio? Evite realizar juicios a la ligera. Debe tomar sus decisiones
sólo en base a argumentos y evidencias sólidos.
c. ¿Estoy dispuesto a ser dirigido por Dios? Además de escuchar la voz de Dios, debe
prestar atención a personas sabias. Es clave la actitud de obediencia.
d. ¿Puedo confrontar de manera apropiada? A nadie le gusta el conflicto. Pero para atacar
con integridad, los miembros de la junta deben estar dispuestos a confrontar incluso a uno
de los suyos. La ira desenfrenada, el engaño descarado, las palabras hirientes son algunas
de las cosas que demandan un desafío de amor. Los dos extremos son: evitar el conflicto o
actuar como el exterminador. ¿En qué punto de la línea se encuentra usted?
g. ¿Estoy dispuesto a asumir mi culpa? Los líderes piadosos asumen la responsabilidad por
sus pecados. Son humanos, y lo saben. No son como aquella persona que dijo: «La única
vez que estuve equivocado fue cuando pensé que lo estaba». ¿Cuándo fue la última vez que
usted le dijo a un colega: «lo eché a perder; me equivoqué»?
h. ¿Tengo la paciencia de Job? En la iglesia, lograr que se hagan las cosas siempre toma
más tiempo del que usted cree. Siempre hay un comité más u otra asamblea de la
congregación en las que se tenga que presentar la propuesta que usted hace. ¿Puede usted
manejar el proceso de «apúrate-y-espera» típico de la vida de la iglesia?
Según el psicólogo y escritor Archibald Hart, los líderes deben protegerse de cometer los
errores que minan su habilidad para dirigir.
a. Rendir cuentas. Generalmente, las personas caen porque han elegido seguir solas. El
rendir cuentas ante alguien demanda que cada líder tenga una reunión regular con una junta
o con un grupo de otros líderes como él para compartir sentimientos, revelar tentaciones, e
identificar áreas problemáticas tanto en el crecimiento personal como espiritual.
Una vez, el presidente de una firma de gran envergadura me hizo esta confesión: «Tengo un
banquero que me mantiene solvente, un abogado que me mantiene dentro de la ley, y un
doctor que me mantiene saludable, pero no tengo a nadie que me ayude a evaluar mi
condición espiritual». Nunca había pensado en algo semejante a una «auditoría espiritual».
Desde ese entonces, me formulo con regularidad doce preguntas:
a. ¿Estoy conforme con la persona en que me estoy convirtiendo? Cada día me acerco más
a la persona que finalmente seré. ¿Estoy satisfecho con quien seré?
b. ¿Me estoy haciendo menos religioso y más espiritual? Los fariseos eran religiosos; Cristo
es espiritual. Luego de años de participación en la religión organizada, a menudo siento la
poca profundidad de dicha experiencia, la restricción de sus reglas, y el hambre por algo
verdaderamente espiritual en una relación con Cristo.
d. ¿Tengo la filosofía de «fluir»? Las Escrituras dicen: «El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva». La frescura está en el fluir. Si he sido
bendecido con el liderazgo, esa bendición debe fluir de mi vida.
f. ¿Tengo un centro de quietud en mi vida? Todo cristiano debe tener un centro de quietud
imperturbable. François Fenelon dijo: «La paz es lo que Dios quiere de ti sin importar lo
que esté pasando».
g. ¿He definido mi ministerio? ¿Sé qué puedo hacer de manera efectiva? La necesidad es
siempre más grande que lo que cualquier persona puede hacer para satisfacerla; por eso, mi
llamado es simplemente manejar la parte de la necesidad que me corresponde satisfacer.
h. ¿Mis oraciones están mejorando mi vida? No puedo evaluar si soy un «hombre de
oración», pero sí puedo percibir progresos si los veo en mi vida. Para ello, es bueno
preguntarse: «¿Incluyen mis decisiones la oración como parte integral de las mismas?»
j. ¿Es mi humildad genuina? Nada es tan arrogante como la falsa humildad. He aquí dos
definiciones de humildad que me gustan: «La humildad es aceptar nuestra fortaleza con
gratitud», y «La humildad es no negar el poder que tenemos, sino admitir que el poder
viene a través de nosotros, no de nosotros».
l. ¿En asuntos de poca importancia está mi obediencia integrada a mis reflejos? ¿Trato de
negociar con Dios o de racionalizar con él? La obediencia determina en gran parte nuestra
relación con Cristo luego del nuevo nacimiento.
m. ¿Tengo gozo? Se me ha prometido que tendré gozo. Si la relación con Cristo es correcta,
lo tendré.
En momentos de crisis, pocas son las personas que pueden apelar a su carácter cuando éste
no ha sido fortalecido capa por capa a lo largo del resto de su vida. ¿Qué es lo que forma el
carácter, cimentado durante los años de abundancia, que se manifiesta durante los años de
escasez?
a. Transparencia.
La habilidad para aceptar la crítica o para absorber las opiniones negativas no sólo ayuda a
evitar situaciones delicadas, sino también a cerrar la brecha causada por los errores.
Sólo la persona con algo qué esconder es descubierta; sólo alguien con un secreto es
expuesto. Aquellas personas que entierran sus errores a menudo encuentran que más tarde
ellas mismas terminan enterradas, quedando sucias, oliendo a moho, e incrustadas en la
mentira. Pablo escribió a los efesios: «Y no participéis en las obras infructuosas de las
tinieblas, sino más bien reprendedlas; ... mas todas las cosas, cuando son puestas en
evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo» (Ef
5.11, 13, 14). Ese rasgo del carácter, practicado en los buenos tiempos, se hace aun más
valioso en los momentos de dificultad.
b. Discernimiento.
La sabiduría para saber cuándo batallar y cuándo dejar pasar, el discernimiento para
entender lo que es verdaderamente importante y lo que podemos obviar, puede ayudar a los
líderes a evitar errores o a superar los cometidos.
c. Honestidad.
La honestidad sigue siendo la mejor política. Lo que no se aclara a través de las
declaraciones directas, eventualmente se dispersará (y probablemente se distorsionará) por
medio de los canales de las habladurías de la iglesia.
d. Integridad.
Las alternativas equivocadas abundan en el período posterior a haber cometido un error:
encubrimientos, acusaciones, huidas rápidas. Sin embargo, después de nuestro error viene
el momento en que debemos ser totalmente rectos. Esta es la razón por la que debemos
tener estos rasgos de carácter marcados en el alma antes del desastre. La persona que hace
de la integridad un hábito, podrá respon-der con acciones rectas, incluso cuando todo se
está desmoronando.
Dios levanta a un obrero, y luego lo usa para hacer una obra. No importa cuál sea el tipo de
ministerio que Dios nos da, nunca podemos darles a otros lo que nosotros mismos no
tenemos. Ignorar el carácter es abandonar el fundamento del ministerio.
Esto explica por qué Dios pasa tanto tiempo con sus siervos. Le tomó 13 años preparar a
José para que éste se convirtiera en el segundo al mando en Egipto. Invirtió 80 años en
preparar a Moisés. Incluso el docto Saulo de Tarso tuvo que pasar tres años haciendo un
estudio de posgrado en Arabia antes de que Dios lo lanzara como el apóstol Pablo. Las
biografías y autobiogra-fías de grandes hombres y mujeres cristianos revelan que Dios
primero forma el carácter cristiano en sus siervos, y luego construye un ministerio a través
de ellos.
Sin el carácter, el ministerio es sólo una actividad religiosa o, aún peor, un negocio
religioso. Los fariseos llamaban ministerio a lo que hacían, pero Jesús lo llamó hipocresía.
El sabía que los fariseos estaban más preocupados por su reputación que por su carácter,
que les interesaban más las alabanzas de los hombres que la aprobación de Dios.
Una vez, alguien le preguntó al financista J.P. Morgan cuál era la mejor garantía que un
cliente le podía dar. La respuesta de Morgan fue: «el carácter».
Eso me recuerda a otro Morgan: G. Campbell Morgan estaba pasean-do con D.L. Moody en
Northfield, cuando de repente, Moody le preguntó: «¿Qué es pues, el carácter?»
Morgan sabía que el evangelista quería responder a su propia pregunta, así que esperó. «El
carácter», dijo Moody, «es lo que un hombre es en la oscuridad».
Cuando el famoso predicador inglés Charles Spurgeon recibió la noticia de que alguien
quería escri-bir un libro sobre su vida, contestó: «Pueden escribir mi historia en el cielo, no
tengo nada que ocultar».
Tal vez la palabra clave sea integridad. Jesús nos advirtió que no podemos servir a dos
señores, y Santiago lo corroboró al escribir: «El hombre de doble ánimo es inconstante en
todos sus caminos» (1.8). Lo opuesto a integridad es duplicidad: «La voz es la voz de
Jacob, pero las manos, las manos de Esaú» (Gn 27.22b). Nadie puede ministrar y fingir
exitosamente al mismo tiempo, al menos no por mucho tiempo. No existe una reputación lo
suficientemente grande como para sustituir al carácter.
Nuestra meta en la tierra es crecer a la semejanza de Cristo, quien se dio a sí mismo por los
demás. He aquí seis maneras para seguir creciendo como persona:
c. Adopte un credo personal. Hace algunos años estaba leyendo una investigación acerca de
cómo las corporaciones habían adoptado credos. Era sorprendente cuánto más rentables,
progresistas y estables se habían hecho estas organizaciones, comparadas con otras que
operaban sin un credo establecido.
Un credo es algo personal y varía de persona a persona (y de grupo en grupo). Mi credo
también explica en detalle lo que no haré. Varios años atrás escribí: «No sacrificaré estas
cosas en aras del éxito comercial: (1) el respeto por mí mismo, (2) la salud, (3) la familia, y
(4) mi relación con Dios».
e. Guíese a través de los temas que sean de su interés. Yo marco como prioridad los temas
que son de mi interés. Si tengo una oportunidad para ir a dos o tres reuniones diferentes,
elijo la que para mí es de mayor importancia. Conocer nuestros temas de interés es una
manera saludable de canalizar nuestra energía.
f. Cambie su actitud de deber hacia una actitud de deleite. Muchas personas enfocan el
desarrollo personal como algo que deberían hacer, les guste o no. El no hacerlo los hace
sentirse culpables. El secreto para crecer siempre es dejar de ver el desarrollo personal
como una carga, y comenzar a verlo como un gozo: el de cumplir con la responsabilidad, el
del camino que vale la pena seguir para alcanzar un logro.
Este artículo ha sido adaptado del Manual de Formación de Líderes, Desarrollo Cristiano
Internacional.
Artículo 5: El proceso de cambio no sólo ocurre en mí
Por Enrique Zapata
“Deberías perdonar muchas cosas en otros, pero nada en ti mismo”. –Ausonius
A la frase del famoso obispo y comentarista J. C. Ryle, cuando dijo que "es un hecho
lamentable que existan algunos deberes cristianos tan poco practicados, como el deber de
perdonar", podríamos añadirle que entre los pastores no ha habido gran excepción a esto.
Cuando miro hacia atrás veo cuantos errores cometí. Algunas veces fue por inmadurez;
otras por ignorancia; hubo muchas ocasiones en las que no crucifiqué mi naturaleza
pecadora. Gracias a Dios, El no recuerda nuestros errores y pecados, aun cuando nosotros
recordamos los de otros cristianos.
Más aun, puedo ver como Dios me ha ido enseñando, cambiando y modelando. ¡Y cuánto
progreso ha habido! (aunque falte mucho). Por su gracia. El ha obrado con eficacia
haciéndonos adelantar, crecer y madurar.
Algunas veces pensamos que tenemos un Dios aparte, que obra en nosotros con
perseverancia y paciencia, realidad que no aceptamos en la vida de otros. A mí no me
gustaría que las personas me juzgaran y anduviesen hablando por allí de mi falta de
madurez o de los errores que cometí en el pasado; preferiría que me perdonasen y mirasen
al presente, apreciando los cambios que hubieron. ¿Y por qué, entonces, no hago lo mismo
con otros?. Así como yo necesito que me traten con paciencia y misericordia, otros
también.
Posiblemente no haya otras situaciones en nuestras vidas donde seamos tan poco
misericordiosos como lo somos con otros colegas. Las expresiones de crítica, los ataques a
sus vidas y ministerios que uno escucha en conversaciones, conferencias pastorales e
incluso desde los pulpitos son un reflejo de la desobediencia a la regla de oro: "Así que,
todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros
con ellos...".
El ejemplo de David para con Saúl ha sido reprensión para mi propia vida. El no estaba
dispuesto a tocar ni a aun hablar mal de Saúl, aunque éste lo mereciera. Había sido ungido
por el Señor, y por eso era intocable.
1. Nunca debemos aceptar una acusación contra un pastor o anciano sin que haya dos
testigos (1 Ti. 5.19). Aunque no sean de mi iglesia.
2. SI no se trata de un pecado deliberado y constante, recordar que el amor cubre una
multitud de pecados. Existe una gran diferencia entre la inmadurez y el pecado deliberado.
Aunque los dos sean pecado, no influyen ni los tratamos de la misma forma.
3. Debemos seguir los pasos de Mateo 18 si consideramos que nuestro hermano está en
pecado. Tal vez Dios nos conceda el privilegio de ser su instrumento en la restauración.
5. La misericordia y el perdón hacia nuestros hermanos es una virtud que agrada a Dios,
mientras que el chisme es abominación. No podemos pretender que Dios sea más
misericordioso con nosotros de lo que nosotros somos para con nuestros consiervos. Por
otro lado, en el Padrenuestro Dios relaciona su perdón hacia nosotros con nuestro perdón
hacia el prójimo.
6. Necesitamos reconocer que nuestras actitudes hacia otros pastores e iglesias son modelos
positivos o negativos para nuestras congregaciones. Ellas aprenden de nuestro ejemplo en
misericordia y amor o en actitud de crítica.
Quiera Dios concedemos la gracia de no sólo aplicar estas reglas básicas, sino también de
desarrollar un amor cada vez más profundo entre nosotros, con ojos que ven la gracia y los
dones de Dios derramados en las vidas de nuestros consiervos. ¡Adelante!
Apuntes Pastorales
Volumen VI Número 6
Artículo 6: La ética de la conducta ministerial
Por Rogelio Nonini
La palabra ética viene de un vocablo griego que se define como carácter. Ética es la parte
de la filosofía que trata la valorización moral de los actos humanos, y es un conjunto de
principios y normas que regulan las actividades humanas. "Es la ciencia de la moralidad",
entendiéndose por moralidad el conjunto de juicios que la gente hace referente a lo que es
correcto o incorrecto, bueno o malo, en las relaciones interiores o entre individuos.
La palabra ética viene de un vocablo griego que se define como carácter. Ética es la parte
de la filosofía que trata la valorización moral de los actos humanos, y es un conjunto de
principios y normas que regulan las actividades humanas. "Es la ciencia de la moralidad",
entendiéndose por moralidad el conjunto de juicios que la gente hace referente a lo que es
correcto o incorrecto, bueno o malo, en las relaciones interiores o entre individuos.
Concluimos diciendo que la ética tiene como objectivo orientar a las personas a fin de que
sepan cómo deben proceder para que su vida sea correcta, especialmente en relación con el
bien y el mal.
DEFINICIONES
Cuando hablamos de ética cristiana, estamos pensando en la conducta que debe observar el
cristiano en todo momento y en toda circunstancia. El apóstol Pedro escribe: "Como hijos
obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera
de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (1 P 1.14-16).
La ética cristiana nos desafía a mejorar nuestra manera de vivir porque demanda que
vivamos según las normas de santidad que Cristo vivió. El apóstol Juan escribe: "El que
dice que permanece en él debe andar como él anduvo" (1 Jn 2.6).
La ética cristiana sólo puede vivirla plenamente el cristiano, ya que solo él puede alcanzar
ese nivel de conducta como resultado del poder del Espíritu Santo obrando en su vida. En
Romanos 8.5-6, el apóstol Pablo nos explica: "Porque los que son de la carne piensan en las
cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el
ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espintu es vida y paz".
Cuando el apóstol Pablo escribe sus cartas explica el cambio de vida que debe experimentar
toda persona después de aceptar a Cristo como salvador (Ef 4.17-32). Declara que los que
están en Cristo son una nueva criatura y que las cosas viejas, las formas de vida, y aun las
motivaciones deben ser hechas nuevas (2 Co 5.17). El cristiano debe ser un ejemplo de vida
para el mundo sin Cristo, tanto en su conducta personal como en su relación con la familia,
la sociedad y las autoridades (Ef 5.21, 6.9).
Somos parte de una sociedad sin Dios que está gobernada por un relativismo moral
alarmante. Hay una falta total de ejemplos de ética en todas las esferas. En el periódico La
Nación, salió un artículo titulado "El fracaso moral de la civilización", en el cual se
expresa: "Desde el Decálogo de Moisés a través de toda la poderosa influencia moral del
cristianismo, la civilización occidental había mantenido tenazmente un conjunto de reglas
morales y de principios éticos que constituían la base misma de la educación y de la
conducta civilizada.
1.La sociedad
Los medios masivos presentan, además, como súmmun de felicidad, el tener cosas, el ser
exitoso, aunque no virtuoso. Propone disfrutar de la vida, pero sin responsabilidad. Por otro
lado las mafias de la droga y la pornografía así como los grandes emporios de la diversión,
han abierto las puertas a todo tipo de posibilidades de placeres sin pensar en el daño que
hacen.
Pareciera que el apóstol describe nuestra sociedad moderna cuando dice: "Estando atestado
de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios,
contiendas, engaños y malignidades.... quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que
los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se
complacen con los que las practican" (Ro 1.29-32; véase 1 Ti 3.1-5).
Frente a estas situaciones nos preguntamos: ¿Qué es correcto hoy? ¿Quién lo determina?
Nuestra sociedad no puede. Sabemos que como cristianos evangélicos esa es nuestra
responsabilidad, pero ¿tenemos la capacidad y la disposición para hacerlo? Jesús dijo que
somos la sal de la tierra, pero que si la sal pierde sus propiedades y no cumple su función
"no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres" (Mt 5.13).
¿Estaremos perdiendo nuestra capacidad de ser sal?
2.La iglesia
Después de abandonar a su familia, un hombre fue a otra ciudad en la cual fue designado
evangelista y enviado a otro pueblo para iniciar una iglesia.
En una iglesia un líder llevaba a las mujeres jóvenes a un salón aparte para liberarlas de
"espíritus inmundos de sexo"; les hacía sacar prendas íntimas y las manoseaba mientras
pretendía reprender a los demonios.
Un pastor designó a un matrimonio joven como misioneros a otro pueblo, y les pidió que
vendieran su casa y que le entregaran el dinero. Cuando regresaron se encontraron sin su
casa y estafados por su pastor que había usado el dinero para otros fines.
Un pastor recibió la propiedad de unos ancianos como ofrenda, a cambio de que la iglesia
les permita usarla y les brindaran atención ya que no tenían familiares. Poco después,
comenzó a tener problemas para brindarles la debida atención. Los envió a un geriátrico y
se quedó con la propiedad.
Un pastor se ufanaba de que los vecinos le vendían sus casas a él a muy poco precio. La
razón era que ya no se podía vivir en las cercanías del templo por el ruido que hacían en las
reuniones. Los dueños se las vendían a un valor muy inferior con tal de irse del barrio.
Un pastor se ofreció a cooperar con ocho pastores del interior del país para que ellos
cobraran la asignación familiar que otorga el gobierno. Les hizo firmar un poder
autorizándole a cobrar por ellos. Durante tres años este pastor cobró mensualmente el
dinero de sus colegas y a quienes jamás se los remitió. Cuando el organismo estatal le
requirió la documentación correspondiente, la fraguó falsificando firmas de sus colegas y
dando gracias a Dios porque no había sido descubierto.
En un curso de ética ministerial que dictaba solicité una lista con faltas de ética más
comunes el ministerio. Estos son algunos de resultados:
Falta de integridad, tanto en la enseñanza como en el trato con los demás. Falta de un
verdadero espíritu de servicio. Marcado interés por lo material. En muchos casos, se
anuncia que el Señor castigará a quienes no ponen sus diezmos y ofrendas. El dar el diezmo
se transforma en una especie de seguro contra la pobreza. Falta de respeto por otros
ministros y ministerios. No ser personas de palabra. Prometer y no cumplir. lmpuntuales
crónicos. Falta de interés por aprender o capacitarse para ser mejores ministros. Hacer
acepción de personas, especialmente cuando tienen dinero.
Terminaremos mencionando las más obvias categorías del relativismo moral de la sociedad
contemporánea y su influencia en la iglesia.
a)Orgullo y ostentación
Algunos líderes viven y se comportan como si fueran magnates del evangelio. Sus casas,
sus autos, su vestuario y la suntuosidad de sus templos (y ministerios) contrasta totalmente
con el estilo de Jesús y con la pobreza de los miembros de sus iglesias.
Visten y actúan como estrellas del cine o de la televisión. Hacen de cada culto un "show"
para demostrar todo lo que pueden hacer o cuánta "unción" o " poder" tienen.
La idea de que todo cristiano debe vivir en prosperidad no es una ersseñanza bíblica. Los
ministros que viven en lujos y sin privarse de nada, mal usando las ofrendas que dan con
amor al Señor cristianos que no tienen casi para comer, es un pecado que Dios condena.
b) Abuso de poder
El poder que tenemos por causa de nuestra posición en el ministerio nos corromperá si no
lo usamos en sujeción al Señor, sirviendo a la iglesia. Aprovechándose de las estructuras
administrativas de su denominación, hay líderes que se rodean de personas que los adulan,
los secundan y los protegen de la gente. Hay pastores que condicionan a los miembros de
su iglesia para que ofrenden, asistan y cooperen con las actividades y lo hacen no por amor,
sino por temor. Otros ministros son duros con los miembros pero muy permisivos con sus
líderes y familiares. Algunos asumen actitudes de caudillismo, manejando la congregación
como si fuera su feudo y haciéndose acompañar por guardaespaldas.
Un caso lamentable lo constituye Diótrefes quien "...no contento con estas cosas (criticar al
apóstol Juan) no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se los prohibe, y los
expulsa de la iglesia" (3 Jn 9,10).
c)La mentira
Una familia conocida tenía una anciana internada en un hospital en estado muy grave.
Algunos cristianos les aseguraron que para la Navidad la anciana estaría sentada con ellos
en la mesa compartiendo esa fecha tan especial. Para esa fecha la abuela estaba sepultada y
la gente decepcionada con los evangélicos. Ellos nos decían que si no los hubieran
ilusionado dándoles tanta certeza de sanidad, no se hubieran sentido tan desanimados y
frustrados.
d)Pecados sexuales
Agrava el problema la falta de disciplina para con algunos líderes que caen en pecados
sexuales. Aparte del mal ejemplo que dan, esa falta de disciplina transmite el falso mensaje
de que no es tan grave la fornicación o el adulterio porque si ellos, que son los líderes, caen
y no hay sanciones, da la impresión de que se protejen entre sí y por lo tanto no se aplican
disciplinas. Tienen la sensación de que los miembros regulares pueden y deben ser
amonestados y sancionados pero los pastores no. ¿Por qué no puede pecar un miembro y
ser perdonado sin tener disciplina?
La gente en nuestros días necesita con urgencia encontrar una posibilidad de comenzar de
nuevo, de vivir mejor y de vencer la presión de una sociedad enajenante. Nosotros sabemos
que el evangelio es esa alternativa porque es "poder de Dios para salvar" (Ro 1.16). Pero la
iglesia no será ejemplo a menos que sus líderes sean modelos que los miembros de las
congregaciones puedan seguir. Como el apóstol Pablo, debemos estar en condiciones de
decir "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo." (1 Co 11.1; véase 4.16; Fil 3.17).
Frente a lo expuesto, no podemos menos que concluir declarando que urge estudiar y vivir
la ética ministerial para ser ejemplos a nuestras iglesias como lo fue Jesús para sus
discípulos y para su generación, y como lo fue el apóstol Pablo para las iglesias y líderes de
su tiempo.
Artículo 7: Manteniendo la pureza
¿Podemos resistir al enemigo? Por la gracia de Dios, y en el poder del Espíritu Santo,
podemos y lo haremos.
Por Eros Pasquini
Hace nueve años, un colega el ministerio pastoral me contó que había leído un artículo en
una revista de circulación nacional sobre un "retiro espiritual de líderes espiritistas" (del
llamado "bajo espiritismo": macumba, candomblé, umbanda...) realizado en el nordeste del
Brasil, cuyo objetivo era "interceder por la caída de los líderes evangélicos de forma de
promover escándalo y detener el avance del evangelio".
Soy consciente del daño que las huestes espirituales del mal tratan de hacer en las filas del
liderazgo evangélico y, que en muchos casos lo logran. Frente a esta batalla espiritual,
¿cómo podemos mantenernos puros como ministros de Dios?
Durante la Segunda Guerra Mundial, Douglas MacArthur fue un general clave para la
victoria de las fuerzas aliadas en el sudeste asiático. Según lo que él mismo afirmó, el
secreto de su éxito se debió al conocimiento del enemigo y de sus tácticas. Para nosotros no
es diferente. En 2 Corintios 2, cuando el apóstol Pablo trata sobre la reintegración de un
hermano a la comunión de la iglesia, después de haber sido disciplinado, dice que da
aquellas instrucciones "para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no
ignoramos sus maquinaciones"(v 11).
Dentro de las trampas que nos conducen a los "campos minados" están: (1) los ataques
sorpresivos. ¿Se ha sorprendido usted algunas veces de haber quedado súbitamente irritado
y airado con una situación, y que, al analizarla más tarde, ya con la "cabeza fría", no pudo
explicar lo que tanto le importunó? La estrategia de Satanás en contra de nosotros incluye
sus astutas embestidas, del tipo de "ataques de guerrilla". Un director de seminario,
hablando al cuerpo docente, dijo que "Satanás dibujó un blanco en nuestras espaldas, y su
diversión es la de practicar "tiro al blanco"." (2) la plataforma de desembarque.
Debido al espía que vive en nuestros sistemas ¾ nuestra "carne" (la naturaleza hostil para
con Dios)¾ , es como si tuviésemos una plataforma en nosotros que sirve para el
desembarque de las tropas enemigas. Durante toda nuestra vida, a pesar de ser salvos por
Jesucristo, e incluso luchando para que él sea Señor, existe una parte de nuestro ser
inclinada a servir a los intereses de nuestro antiguo dueño... (3) la atmósfera sofocante. El
ambiente en que vivimos, el sistema dirigido por Satanás que la Biblia llama "mundo",
ejerce una influencia asfixiante sobre nosotros. La sutileza de esa influencia, ya sea de la
cultura o del ambiente, es que termina absorbiéndonos para sus prioridades. Y si no
tomamos las debidas precauciones, sucede con nosostros lo que Malcom Mugridge ilustró:
Algunas ranas puestas en una olla con agua que esté sobre la llama de fuego, juegan
normalmente, sin percibir el calentamiento lento y constante del agua, hasta que mueren.
Podemos estar "quemándonos vivos" si no tomamos cuidado para que el "mundo" no nos
mate lentamente.
(1) El primero de ellos es la embriaguez del poder - la fascinación por controlar, como
sucedió con el rey Saúl, cuando el Espíritu de Dios le había dejado, y él insistió en
mantener la soberanía sobre Israel. Por increíble que parezca, ese es un "campo minado"
para los siervos de Dios. A veces, se trata de un largo pastorado, o una iglesia "que yo
comencé", o una congregación que creció bastante porque Dios escogió usarme y ahora
aprendí tomarle el gusto al control. La cultura moderna está embriagada por el poder —
hasta en el léxico cristiano se habla de "encuentros de poder", "evangelismo de poder".
Todo parece conducimos en dirección a ese campo minado. Bueno sería que nos
preguntáramos si estamos detrás del poder para hacer alguna cosa grande a fin de honrar a
Jesucristo, nuestro Señor, o si lo estamos para ser grandes, tener el poder en las manos y ser
aclamados por los demás.
(2) Un segundo "campo minado" es la manía del dinero. Lord Hallifax dijo: "Aquel que
cree que el dinero todo lo puede, cae bajo sospecha de hacer todo por dinero". Así fue con
Balaam, que se comportó vergonzosamente con Israel porque "amó el premio de la maldad"
(2 P. 2:15), y con Simón el mago, que pensó que podía comprar el poder del Espíritu Santo
con dinero (Hch. 8:9–24). Pregúntese:¿Cuánto dinero de otros pasa por mis manos sin que
otras personas lo sepan? Sea duro consigo mismo en ese asunto. Puedo garantizar que no es
legalismo!
(3) El tercer "campo minado" es aquel en el que deseamos concentrar nuestra atención en
este artículo: la codicia sexual. Fue el pecado de David, e infelizmente ha sido el pecado de
tantos colegas nuestros. Observe cómo el propio David fue imprudente, facilitando las
cosas para Satanás: "en el tiempo que salen los reyes a la guerra... se levantó David de su
lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real..." (2 5.11:1-2). En lugar de estar "en la
batalla", David estaba en el palacio, aprovechándose de la tranquila posición del reino
consolidado —época de sus mayores conquistas. Y David no era un joven inexperto —tenía
cerca de 50 años. En medio de aquella ociosidad, David toma su siesta, despierta, y va a
pasear sobre el terrado del palacio, como quien no tiene nada que hacer... Satanás vio la
"barrera baja" y acertó con un gancho en el hígado de David... quien al ver a la bella
Betsabé"al natural", las cuerdas de su lira interior comenzaron a tocar una melodía que, de
suave y dulce, pasó a ser fuerte e irresistible. El problema es que una vez que nos dejamos
"atraer por nuestra propia concupiscencia, esta, después que ha concebido, da a luz el
pecado" (Stg. 1:14-15).
En el momento en que David codició la hermosura de aquella mujer, todas sus acciones
siguientes fueron "absurdas" para alguien que fue llamado "un hombre según el corazón de
Dios" (1 S.13:14): (a) David manda a preguntar quién es la mujer; descubre que es casada,
esposa de un valiente de guerra, y ese valiente está en la guerra. (b) David toma ventaja de
su autoridad como rey, y manda a buscarla, satisface su codicia sexual, y la mujer vuelve a
su casa. Si ella no hubiese quedado embarazada, probablemente la "aventura" de David
hubiera concluido allí. Pero ella manda a avisarle al rey que está embarazada. (c) David se
sumerge más hondamente en su pecado (tanto como en el abuso de su autoridad): manda a
llamar a Urías, pensando que este llegaría de la guerra ardiendo de deseos de poseer a su
mujer. Sin embargo, Urías se rehúsa ir a verla, porque era hombre íntegro, y no quería
privilegios, aun cuando fueran extendidos por el rey, y acompañados de soborno (2 5. 11:8).
(d) David, entonces, embriaga a Urías, pensando que así encubriría su adulterio. Ni así
Urías vuelve a casa. (e) El pecado de David llega a su grado máximo de complicación:
manda colocar a Urías en la línea del frente para que muera. (f) Y cuando David se entera
de que Urías murió, deja que la viuda llore por él, y luego la manda a buscar, como otro de
sus trofeos. Y todo comenzó con un descuido de David. ¿Consecuencias? (a) la criatura del
adulterio murió, a,) Absalón, hijo rebelde de David, cohabitó con las concubinas de David a
la vista de todo el pueblo; (c) la serie de muertes en la casa de David es desencadenada
cuando Absalón mata a su medio hermano Amnón; y (d) Salomón, a pesar de ser sabio y
bendecido por Dios, teniendo el ejemplo de su padre, tiene muchas mujeres y acaba
siguiendo a otros dioses.
Aun cuando no hayamos estado de hecho en una guerra, todos sabemos que "desarmar
minas armadas" no es tarea simple: requiere pericia, atención, herramientas apropiadas y el
apoyo de otros. De la misma manera, para que podamos desarmar los "campos minados" ya
mencionados, principalmente el de la codicia sexual, existen algunos pasos fundamentales
que debemos seguir:
(a) Nunca subestime la importancia de la relación física con su esposa. Si usted tiene 20
años, o 50, recuerde que la Biblia nos dice taxativamente: "Alégrate con la mujer de tu
juventud" (Pr. 5:18). El problema es que muchos tienen la tendencia de leer lo que ese
versículo no dice: "Alégrate con tu mujer mientras sea joven..." En el siguiente versículo, el
texto dice claramente "...sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate
siempre". He encontrado a muchos colegas que creen en el engaño de Satanás de que es
posible mantener una relación sana con Dios y no estar bien con su esposa.
(b)No trabaje hasta el punto de estar exhausto. Nuestra cultura latinoamericana nos impulsa
en la dirección de ser el "pastor-polivalente". Si el fútbol fuese nuestra ilustración, seríamos
el jugador que juega en todas las posiciones: de golero a centro-delantero. Hay cierto
sentimiento de "imprescindibilidad" que nos mueve, tal vez porque somos los únicos con
alguna instrucción en la Palabra, o quizá por causa del sentido de urgencia ministerial, y a
veces, hasta porque no podemos pasar sin un elogio, sin un masaje en nuestro ego: "Nuestro
pastor es incansable. No trabaja por el salario sino por amor a Dios".
Sea cual fuere el motivo, el cansancio físico nos deja emocionalmente carentes. Y en el
trabajo que realizamos, principalmente si la consejería pastoral es el área fuerte de nuestro
ministerio, precisamos márgenes de seguridad.
(c)Mucho cuidado con el tipo de cosas que permite entrar en su mente. Lo que entra en su
mente, va a acabar saliendo: ¿Cuántas horas por día usted pasa frente al televisor?
¿Acostumbra ir al cine? ¿Y los videos, ya tan comunes en los hogares de casi toda América
Latina? ¿Se deja atraer por literatura sexual explícita, "sólo para ver la portada y poder
decir a los miembros de mi iglesia de lo perdido que está el mundo"? Es necesario que
seamos honestos en decir que nuestro "viejo hombre" está pronto a "resucitar" al menor
incentivo que haya. He viajado mucho, he pasado incontables horas en cuartos de hotel
solitarios, y la conclusión a la que he llegado es la siguiente: no existe campo neutral; o está
minado, o está seguro: tiempo pasado con el Señor, en oración y en su Palabra. Trate de
terminar su día en la Palabra, en oración. Comience su día en la Palabra, en oración. Es
impresionante el resultado que eso produce sobre nuestra mente: ella queda más alerta ante
los peligros, el Espíritu de Dios consigue nuestra atención con mayor facilidad, y pasamos
nuestros días en el verdadero regocijo del Señor. No olvide de la advertencia de Proverbios
4.23 "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida".
(d)Asuma una posición de compromiso con Dios. Es increíble que Daniel tenía entre 14 y
16 años cuando "propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del
rey, ni con el vino que él bebía" (Dn 1.8). Todos conocemos el ejemplo de vida que fue
Daniel. En Esdras 7.10 leemos que "Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley
de JEHOVÁ y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos". Fue otro
ejemplo de un hombre íntegro. Si vamos a Job 31, tenemos otro compromiso interesante (y
serio) que él asumió delante de Dios: "Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de
mirar a una virgen?... Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a
la puerta de mi prójimo, muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven" Job 31.1,
9).
(e)Asóciese a un grupo donde pueda "rendir cuentas". No nos gusta contar a otros cosas
íntimas, pero si cada uno de nosotros tuviera 2 ó 3 hermanos comprometidos con el Señor
que quisieran incentivarse mutuamente, eso puede ser de ayuda inestimable para
mantenerse puro. Mi consejo es reunirse periódicamente (semanal o quincenalmente).
Adopten preguntas francas y honestas, como por ejemplo:
¿Ha pasado tiempo en la Palabra y en oración?
¿Tuvo alguna actitud de codicia o de flirteo?
¿Estuvo expuesto a material sexualmente explícito, que no glorifica a Dios?
¿Se mantuvo irreprensible en asuntos financieros?
¿Permitió que alguna circunstancia en su vida le robara la alegría del Señor?
¿Mintió en alguna de las respuestas anteriores?
(f)No se contente con nada menos que una vida llena del Espíritu. Cuanto más tiempo
pasemos con el Señor, más habremos de querer agradarle. Y cuanto más tratemos y no lo
logremos por nuestras propias fuerzas, más seremos incentivados - por él mismo- a buscar
el control completo del Espíritu Santo. Me permito aquí agregar una sugerencia de lectura;
no conozco nada más simple y objetivo que el precioso librito de Roy Hession Sed llenos
ahora (C.L.C.).
¿Podemos resistir al enemigo? Por la gracia de Dios, y en el poder del Espíritu Santo,
podemos y lo haremos. Pero no es tarea fácil: es una tarea ardua, costosa, que requiere
paciencia, determinación y perseverancia. Pero sólo pensar en oír de Jesús aquellas palabras
de bendición eterna, ya es motivación para comenzar: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco
has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor" (Mt 25.21).