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ANALISIS DE LA LEY DE SERVICIO COMUNITARIO DEL ESTUDIANTE DE

EDUCACION SUPERIOR.

Recientemente el Presidente de la República puso el ejecútese a la Ley de


Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior, aprobado por la
Asamblea Nacional. Así como somos claros en expresar nuestra opinión crítica
cuando no estamos de acuerdo con leyes y acciones gubernamentales, nos
alegramos ahora con esta Ley que abre oportunidades de transformación de las
universidades con un gran reto: que la sociedad entre en la universidad, y que la
universidad salga a la sociedad, sobre todo a los sectores más excluidos.

Esta Ley va en esa dirección para que tengamos alianzas en las comunidades con
proyectos que les brindan oportunidad de formación y crecimiento organizativo. Al
mismo tiempo mejora la formación de los estudiantes para que se conviertan en
profesionales con visión inclusiva del país y con un compromiso social solidario,
efectivo y duradero. La Ley es sobria en el discurso, realista en las metas y abierta
a la creatividad que se debe generar en cada centro de educación superior y en
las comunidades.

En las comunidades con mil problemas hay también enormes potencialidades


humanas que, por falta de oportunidades, no se activan o lo hacen con bajísima
productividad. Florecen también numerosas iniciativas y emprendimientos en los
que crecen como ciudadanos, produciendo soluciones a sus problemas. En
muchas de esas áreas las comunidades organizadas hacen la diferencia entre un
mal y un buen servicio, y aprenden a descubrir la importancia y el valor
insustituible de su propio desempeño responsable. En ese proceso debe
insertarse la Universidad, si quiere ponerse al día. La nueva ley estimula y regula
“la actividad que deben desarrollar en las comunidades los estudiantes de
educación superior[...] para cooperar con su participación al cumplimiento de los
fines de bienestar social” , de acuerdo con la Constitución (art.4).
Se mencionan los siguientes fines del Servicio Estudiantil: - Fomentar la
solidaridad y el compromiso como valores éticos.

- “Hacer un acto de reciprocidad con la sociedad”: recibes mucho y tienes que dar
mucho.

- Mejora la educación superior “a través del aprendizaje-servicio” y la aplicación de


los conocimientos adquiridos y formar el capital social del país.

- Integrar las instituciones de la educación superior con la comunidad para


contribuir al desarrollo de la sociedad.

La experiencia nos enseña que con el servicio universitario bien llevado en cada
uno de estos puntos se obtienen frutos que nos hacen un país más integrado, y
capaz de resolver sus problemas, dejando atrás la exclusión y la angustia
permanentes.

El estudiante puede hacer este servicio sin tener que alargar los años de su
formación, pues se exige una duración mínima de 120 horas académicas a lo
largo de tres meses.

En agosto de 1965 (hace ya 40 años) trabajamos con 35 universitarios en las


poblaciones de Guaraunos, Ajíes, Tunapuy y Los Arroyos en la península de
Paria. Prohibido hablar de política, predicar universitariamente o enseñar con
superioridad. Íbamos a aprender de los campesinos y a ayudar en lo que ellos
querían y sabían más que nosotros: en el trabajo agrícola y en construcción.
Dormíamos en catres en la escuela de Guaraunos, comíamos con las familias que
nos invitaban a compartir el trabajo y la mesa. Luego de unos días juntos, en una
pausa del duro calor del mediodía, sentados en el suelo a la sombra del ranchito
de bahareque junto a la placita de Los Arroyos, un campesino se animó a
preguntarnos: ¿En realidad por qué vienen ustedes a trabajar con nosotros? Han
pasado por nuestra cabeza diversas explicaciones, vienen en campaña de
partidos políticos o serán guerrilleros en busca de seguidores o universitarios que
hacen encuestas para sus estudios, como unos que vinieron. Habían ido
descartando todas las alternativas, pues no encajábamos en ellas y se quedaron
con la pregunta ¿por qué? Hoy también es imprescindible que se descarte todo
proselitismo y utilización de la pobreza y necesidad ajenas para nuestros
intereses. La respuesta sin palabras fue que venimos a trabajar junto con ustedes
en lo que es de interés de ustedes y nuestro: superar la pobreza, desarrollar
iniciativas exitosas en áreas de importancia para ustedes y sus hijos.

Para el buen cumplimiento es necesario hacer alianzas (la Ley las contempla) y
convenios entre las comunidades, las instituciones de educación superior, el
sector público, la responsabilidad social empresarial, las diversas organizaciones
de desarrollo social (ONGs) (arts. 14 y 15).

No debemos rechazar la ley por prejuicios, ni temor a fantasmas. Tampoco


debemos manipularla para utilizar a los pobres.

No es fácil cumplirla, requiere financiamiento, nueva mentalidad para salir al


encuentro, elaborar proyectos que respondan a las necesidades de las
comunidades con gran variedad de iniciativas. No olvidemos que se trata de una
actividad que necesita movilizar no menos de 100.000 estudiantes anuales. La
experiencia de la UCAB, con participación de unos 2.000 jóvenes al año,
demuestra que es posible.

Pasemos de las palabras a los hechos para encontrarnos con el país, produciendo
soluciones, sin clichés partidistas. La universidad que sea capaz de dar
importancia a este servicio, apostar al éxito de su aplicación, hacer proyectos,
preparar a los estudiantes y acompañarlos, será una universidad en profunda
transformación para producir un nuevo país.

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