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El Relativismo Cultural es la opinión de que todas las creencias, costumbres y ética son

relativas al individuo en su contexto social. En otras palabras, el "bien" y el "mal" son


específicos de la cultura; lo que se considera moral en una sociedad puede ser
considerada inmoral en otra, y, puesto que ninguna norma universal de la moralidad
existe, nadie tiene el derecho de juzgar las costumbres de otra sociedad.
El relativismo cultural es ampliamente aceptado en la antropología moderna. Los
relativistas culturales creen que todas las culturas son dignas en su propio derecho y son
de igual valor. La diversidad de culturas, incluso aquellas con creencias morales
contradictorias, no debe ser considerada en términos de correcto y erróneo o bueno y
malo. El antropólogo de hoy considera que todas las culturas son expresiones
igualmente legítimas de la existencia humana, para ser estudiadas desde una
perspectiva puramente neutral.
El relativismo cultural se relaciona estrechamente con el relativismo ético, que
considera la verdad como variable y no absoluta. Lo que constituye el bien y el mal está
determinado únicamente por el individuo o la sociedad. Puesto que la verdad no es
objetiva, no puede haber ningún estándar objetivo que se aplica a todas las culturas. No
se puede decir si alguien es correcto o erróneo; es una cuestión de opinión personal, y
ninguna sociedad puede emitir un juicio sobre otra sociedad.
El relativismo cultural no ve nada intrínsecamente malo (y nada intrínsecamente bueno)
con cualquier expresión cultural. Así, las antiguas prácticas Mayas de automutilación y
sacrificio humano son ni buenas ni malas; son simplemente distintivos culturales,
similares a la costumbre estadounidense de tirar fuegos artificiales para el cuatro de
julio. El sacrificio humano y los fuegos artificiales — ambos son simplemente diferentes
productos de una socialización separada.
La teoría de John Stuart Mill

1. El mayor bien para el mayor número de personas

Stuart Mill estaba muy influido por Jeremy Bentham, un buen amigo de su familia. Si
Platón creía que el bien era la verdad, Bentham era un utilitarista radical, y creía que la
idea del bien equivalía a lo útil.

John Stuart Mill no llegó a los extremos de Bentham, pero sí que colocó la idea de lo
útil en un lugar elevado de su sistema filosófico. A la hora de establecer qué es lo
moralmente correcto, pues, estableció que hay que perseguir el mayor bien para el
mayor número de personas.

2. La idea de la libertad

Con la finalidad de conseguir el objetivo anterior, las personas deben tener la libertad
para establecer qué es aquello que las hace felices y les permite vivir bien. Solo de este
modo es posible crear un sistema moral sin que exista una idea totalizadora e
impuesta (y por consiguiente contraria a los principios de la Ilustración) de lo bueno.

3. Los límites de la libertad

Para garantizar que los proyectos personales de búsqueda de la felicidad de las


personas no se solapan entre sí causando un daño injusto, es importante evitar aquello
que perjudique de un modo directo al resto.

4. El sujeto soberano

Ahora bien, no es fácil distinguir entre una situación que beneficia a una persona y una
en la que otra sale perdiendo. Para ello, John Stuart Mill sitúa un claro límite que no
debe ser traspasado por voluntades impuestas: el propio cuerpo. Algo indudablemente
malo es aquello que supone una intromisión indeseada en un cuerpo o en su salud.

Así pues, Stuart Mill establece la idea de que cada persona es soberana de su propio
cuerpo y mente. Sin embargo, el cuerpo no es lo único en lo que se crea un límite que
no puede ser traspasado, sino lo mínimo, lo seguro en todos los casos,
independientemente del contexto. Hay otra frontera moral: la que plantea la
propiedad privada. Esta es considerada una extensión del propio sujeto soberano,
como el cuerpo.

En conclusión

países occidentales de la época contemporánea. Parte de una concepción


individualista del ser humano y establece que, por defecto, nada es malo si no
perjudica de forma flagrante a alguien. Sin embargo, ontológicamente su concepción
del ser humano resulta dualista, y es por eso que muchos psicólogos, y los conductistas
especialmente, se oponen a ellas.
La teoría utilitarista de Jeremy Bentham

A continuación, puedes encontrar una versión resumida de la teoría de Jeremy


Bentham por lo que respecta a su utilitarismo y concepto de felicidad.

1. El objetivo de la ética debe ser el bien común

Para Bentham, la filosofía y la humanidad deben concentrarse en ofrecer soluciones a


la pregunta de cómo obtener la felicidad, ya que todo en la vida puede ser reducido a
esa finalidad: ni la reproducción, ni la defensa de la religión ni cualquier otro objetivo
similar pueden pasar a primer plano

2. El máximo bien para la máxima cantidad de personas

Del punto anterior se deriva este. Dado que el ser humano vive en sociedad, la
conquista de la felicidad debe guiar todo lo demás. Pero esta conquista no puede ser
de uno solo, sino que debe ser compartida, al igual que compartimos con los demás
todo lo que por defecto no es propiedad privada.

3. El placer e puede medir

Jeremy Bentham quiso desarrollar un método para medir el placer, materia prima de la
felicidad. De este modo, como la felicidad es un aspecto compartido, y no privado, la
sociedad se beneficiaría de compartir una fórmula para detectar dónde está lo que
uno necesita y qué hacer para conseguirlo en cada caso. El resultado es el llamado
cálculo felicífico, el cual, por supuesto, está totalmente desfasado, ya que para
utilizarlo antes tendríamos que usar sus categorías para encajar en ellas experiencias
de la vida que normalmente son ambiguas.

4. El problema de las imposiciones

Está muy bien pedir que todo el mundo sea feliz, pero a la práctica es muy posible que
existan choques de intereses. ¿Cómo resolver estas disputas? Para Bentham, era
importante fijarse en si aquello que hacemos atenta contra la libertad de otros y, si es
así, evitar caer en ello.

Este es un principio que con el tiempo fue adoptado por John Stuart Mill, muy
influenciado por Bentham, y que resume una manera liberal de ver las cosas (e incluso
una ideología individualista.

Así pues, en principio casi todo está permitido, menos lo que atente contra la
integridad de otros. Este es el aspecto central de las ideas de esta corriente filosófica,
muy en boga incluso últimamente.

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