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La presentación oral es la exposición clara y estructurada de ideas acerca

de un tema determinado con la finalidad de informar y/o convencer a un


público específico, a partir de un esquema previo o guión. Es una práctica
de gran importancia en diversos ámbitos. En el ámbito académico está
presente en las explicaciones que los profesores dan en clase o en los
trabajos que los alumnos comunican a sus compañeros y a sus profesores.
En este medio la presentación oral es una de las principales herramientas
que se utilizan para evaluar los conocimientos de los estudiantes acerca de
un tema específico. Generalmente, se evalúa la capacidad de claridad,
precisión e investigación que el alumno realiza; por otro lado, la
presentación oral es uno de los métodos más utilizados por los profesores
para impartir clases. Al igual que otros géneros orales, se utiliza como una
forma dinámica y dialógica para transmitir tanto conocimiento como ideas y
problemas fundamentales de un asunto de interés.

Objetivos de una presentación

Hace unos días asistí a una presentación en un congreso en la que al


conferenciante parecía animarle un único objetivo trascendental: transmitir
tanta información como le fuera posible en los 20 minutos asignados.
Ecuaciones, gráficos, teoremas, contenido suficiente para llenar un
cuatrimestre docente, pasaron llenando la pantalla a ritmo vertiginoso.
Cuando aún no había terminado yo de interpretar una gráfica o de analizar
una ecuación, el conferenciante ya había pasado a la siguiente
transparencia. Al cabo de unos pocos minutos, era incapaz de seguirle el
ritmo y terminé desconectando. A mi alrededor otros asistentes parecían
absortos en sus portátiles o en el libro de actas. El ponente había terminado
hablando solo, porque la audiencia, aunque físicamente en la misma sala,
hacía tiempo que había viajado a otros mundos. Se trata de un error que
cometemos a menudo cuando hablamos sobre “nuestro
tema”: pretendemos contarlo todo sin tener en cuenta a la audiencia.
¿Alguna vez nos hemos parado a reflexionar sobre cuáles son los objetivos
de una presentación sea ésta del tipo que sea? Según la ocasión, podemos
pensar que presentamos para convencer a un comprador potencial, o para
explicar nuestras ideas a colegas, o para proponer un proyecto con el fin de
encontrar financiación, … Rememora por ejemplo la última presentación
que hayas realizado: ¿cuáles eran sus objetivos? Te vendrán a la cabeza
multitud de respuestas:
 Convencer a adversarios
 Persuadir a inversores
 Informar a usuarios
 Explicar a compañeros
 Compartir con colegas
 Vender a clientes
 Impresionar a jefes
 Inspirar a jóvenes estudiantes
 …
Si lo piensas bien, esa clase de respuestas puede constituir el propósito
fundamental que te animó a preparar tu presentación en primer lugar, pero
los objetivos reales, a los que los anteriores están subordinados, son otros.
El objetivo fundamental es único: comunicar el mensaje.

Según Stephen M. Kosslyn, profesor de psicología de la Universidad de


Harvard, existen tres objetivos que prácticamente definen cualquier tipo de
presentación (científica, comercial, financiera, lo que se te ocurra), con
independencia de su propósito: 1) conectar con la audiencia; 2) dirigir y
mantener la atención; y 3) fomentar la comprensión y el recuerdo. Estos tres
objetivos constituyen tres claves para el éxito de toda presentación.
Consigue alcanzarlos en tus presentaciones y serás un maestro del arte de
presentar. Como se verá en las entradas del blog, conseguirlo no es tan
complicado como podría parecer a primera vista: basta con esforzarse en
ello. Toda presentación es un acto creativo y la creatividad exige tiempo.
Dedícaselo y los resultados serán muy gratificantes.
Conectar con la audiencia
Cuando se prepara una presentación debe tenerse en cuenta el tipo de
audiencia a quien está destinada. El mensaje debería conectar con sus
objetivos e intereses. Sólo así la comunicación resultará eficaz. No puede
darse la misma charla ante audiencias distintas. Los conceptos, la jerga, el
lenguaje, el nivel de profundidad deberán adaptarse a cada audiencia en
particular. Un error común consiste en querer proporcionar tanta información
como sea posible sobre el tema, inundando con tablas, resúmenes, datos,
estadísticas, pasando totalmente por alto qué puede interesar a la
audiencia. Cuando uno es un experto en un tema, resulta muy difícil
ponerse en la piel de alguien que no comparte ese nivel de conocimientos,
fenómeno que los hermanos Chip y Dan Heath denominan “la maldición del
conocimiento”. El resultado final es que uno termina hablando para sí mismo
y no para la audiencia. Cuando se muestra la última transparencia con la
lista de conclusiones, se tiene la sensación de haber comunicado las ideas,
cuando en realidad lo único que se ha hecho ha sido “vomitar” datos sin
digerir. El conocimiento previo de cómo es la audiencia y cuáles son sus
expectativas nos ayudará a conectar con ella y a que ella no desconecte de
nosotros.
Dirigir y mantener la atención

La atención de la audiencia es como un pez escurridizo. Hay que atraparla


desde el principio y conservarla hasta el final. Debería conducirse a la
audiencia para que preste atención a lo que es importante. Una buena
estructura de la presentación, ayudada por un buen diseño del material
multimedia que la acompaña (transparencias, vídeos, animaciones, etc.),
junto con anécdotas, historias, ejemplos, analogías, son como anzuelos que
ayudan a captar el interés y mantenerlo. Michael Alley utiliza una bella
metáfora: “Una presentación es como un viaje por mar”. En primer lugar,
podemos perder a la audiencia en el muelle porque los objetivos de la
charla no están claros, su idea fundamental no es evidente, se desconoce el
nivel de conocimientos requerido para entenderla, la audiencia no tiene
claro por qué habría de importarle, etc. En segundo lugar, podemos perderla
en alta mar cuando la estructura y organización de nuestra presentación son
débiles o confusas, la ahogamos en un mar de detalles irrelevantes que
distraen del mensaje fundamental, utilizamos un diseño pobre de las
transparencias, nuestra exposición es monótona y aburrida, etc. Por último,
podemos perderla al llegar a tierra si no queda claro cuál era la idea o
mensaje fundamental que se deseaba transmitir y todo se olvida al salir por
la puerta. El buen presentador, como el buen patrón, arriba siempre a buen
puerto.
Fomentar la comprensión y el recuerdo

Incluso los mayores sabios del mundo poseen una capacidad intelectual
limitada y finita. Existe un límite a la cantidad de datos que pueden
asimilarse en un tiempo dado. Inundar a la audiencia con información no
ayudará a que ésta la comprenda ni la recuerde. Una presentación debería
ser fácil de seguir, comprender y recordar. La psicología y las neurociencias
acuden en nuestra ayuda en este aspecto. El conocimiento de cómo
funcionan los procesos mentales de nuestro cerebro nos ayudará a crear
presentaciones que permitan a la audiencia comprender y retener más
fácilmente el material. Muchas entradas de este blog se dedicarán a
examinar diferentes principios psicológicos y su mejor aplicación al arte de
presentar.
La próxima vez que realicemos una presentación deberíamos plantearnos
estas preguntas: ¿estoy conectando con la audiencia?, ¿estoy captando y
dirigiendo su atención?, ¿comprenden y podrán recordar lo que les cuento?
“El Arte de Presentar” intentará proporcionar las herramientas necesarias
para que la respuesta sea siempre afirmativa.
Técnicas para una buena presentación oral

Mantener la atención de la audiencia en una presentación oral es todo un arte. Te


enseñamos a conseguirlo.

 Para ello deberás conocer al público, sentirte parte de él y ensayar bien la presentación.

 Es muy recomendable empezar con una historia para atrapar al público desde el principio.
Realizar una exposición oral que capte la atención del público de principio a fin es un desafío,
especialmente cuando se trata de temas complejos o tediosos. Si deseas que tu presentación sea
un éxito, emplea estas recomendaciones la próxima vez que estés frente a una audiencia.

1. Conoce a tu público
Antes de elaborar un discurso, analiza a quién está dirigido y aférrate a ello. Investiga sus
intereses y motivaciones e inclúyelos, teniendo en cuenta el mensaje principal, así como los
puntos que necesitas enfatizar. Recuerda que cuanto más se identifique el oyente con tu
exposición, mayor será tu influencia.

2. Considérate uno más en la audiencia


Cuando escribas el discurso que posteriormente será verbalizado, sitúate en el lugar del
público y piensa qué conceptos pueden resultar aburridos o incomprensibles. Una vez que los
distingas, intenta explicarlos de forma fácil y entretenida. Ten presente que si tú no entiendes
el mensaje, menos lo hará el resto.

3. Ensaya
Una presentación impactante depende, fundamentalmente, del empeño que pongas en
ella. Repetir tu discurso una y otra vez en voz alta es una buena manera de internalizarlo y
reducir el riesgo de equivocación. Además, practicar te ayudará a lucir confiado ante el público.

4. Utiliza diapositivas
Muchas veces la exposición oral requiere explicar conceptos difíciles de digerir. Una
presentación de diapositivas permite asimilar mejor la información, en tanto es un material
de apoyo para el receptor, pero también para el emisor. Puedes resumir los datos medulares de
tu discurso en un Power Point o Prezi, presentadores electrónicos que se descargan de forma
gratuita y online.

5. Pon en práctica la regla de 10-20-30


Esta regla creada por Guy Kawasaki implica que si utilizas
una presentación electrónica para dinamizar la exposición,
no debe tener más de 10 diapositivas, 20 minutos de
duración, ni menos de 30 puntos en el tamaño de
letra empleado.
6. Comienza con una historia
Esta táctica funciona como un enganche al resto de la exposición. Debe ser una historia
entretenida con la cual todos los presentes puedan identificarse. Captar el interés desde un
principio e introducir las ideas principales de forma amena te ayudará a controlar la
presentación.

7. Mantén contacto visual


Mirar directamente a los ojos es la forma más efectiva de persuadir. Quienes te escuchan
deben sentir que el discurso se pensó especialmente para ellos, contemplando sus necesidades
e intereses, así que tómate el trabajo de hacer contacto visual con cada persona que asistió a la
instancia.

8. Memoriza
Conocer el discurso a la perfección genera credibilidad. La vacilación juega en contra a la
hora de persuadir, recuerda que todos los ojos estarán puestos en ti. Leer no solo distraerá a los
oyentes, sino que transmitirá la sensación de que no entiendes tu propio mensaje.

9. Repite el mensaje central


Es importante que al finalizar tu exposición, el mensaje principal persista claro y fuerte en la
mente de los oyentes. Las palabras verbalizadas desaparecen en su articulación, por lo tanto,
para fijarlo necesitarás reiterarlo al menos tres vecesdurante la exposición.
10. Interactúa con tu público
Incluir a la audiencia es una buena estrategia para mantener su atención a lo largo de toda la
instancia. Puedes emplear frases como “Es una buena pregunta”, “¿Tú qué opinas?”,
“Excelente aporte”, para demostrar que te interesan sus participaciones. Asimismo, tendrás
unos segundos extra para organizar tu respuesta.

5 CONSEJOS PARA PERSUADIR, CONVENCER Y TRANSMITIR MENSAJES PODEROSOS

Vivimos inundados por información, rodeados por una especie de


bombardeo de estímulos que compiten por nuestra atención. Esto no
cambia cuando tu audiencia se sienta frente a ti con el propósito de
escucharte. Asúmelo y prepárate para ello. Tu mensaje debe escucharse
por encima de las decenas de distracciones que representan las
notificaciones que llegan continuamente a los teléfonos, los ordenadores
portátiles, el correo electrónico, etc. Ten en cuenta las siguientes
recomendaciones para que tus palabras superen estos obstáculos y lleguen
al corazón de tus oyentes.
1. ESCRIBE Y PREPARA TUS MENSAJES
Redáctalos exactamente, tal y como quieres que se escuchen. Palabra por
palabra. Repítelos en voz alta y memorízalos. No te confíes. No vale
improvisarlos. Si pronuncias tu mensaje con otras palabras, «más o menos»
como lo habías pensado, perderá efecto. Recuerda, además, que el
lenguaje nunca es neutral y que las palabras que escojas activarán los
marcos mentalescorrespondientes en el cerebro del oyente. Procura que
sólo se activen marcos de efecto positivo.
Escribe una lista de mensajes que expresen la misma idea con distintas
palabras. Repásalos y ordénalos de mejor a peor; las redacciones que más
te gusten, en la cabeza de la lista; las que menos, al final. Conserva los dos
primeros y descarta los demás.
2. ADJETIVA CON DISTINCIÓN
Elije los adjetivos adecuados. No dudes en recurrir al diccionario de
sinónimos. Evita adjetivos manoseados como bueno, importante, grande,
espectacular, malo, etc. Usa adjetivos distinguidos, que enriquezcan tu
mensaje: extraordinario, fabuloso, formidable, creciente, pobre, insuficiente,
estimulante, sugerente, etc.
3. HABLA CON ENERGÍA
¡Enciende tu lenguaje! ¡Acciona el interruptor de la máxima potencia! El
discurso más rico y sugerente sobre el papel resultará plano e insulso si no
lo expresas con energía. Nota que poner energía no significa hablar más
alto. De hecho, el efecto de un susurro puede ser mayor que el de un grito.
4. TRANSMITE EMOCIÓN
Si quieres que tu audiencia asocie una emoción determinada a tu discurso,
habla con ella, haz que impregne cada frase, cada palabra. Así se grabará
en su memoria. Juega con la gama de intensidad que puedes imprimir al
volumen de tu voz. Sube y baja. Acaricia suavemente algunas palabras y
dispara otras con toda la fuerza de la que seas capaz.
5. COMUNICA CON TODO TU CUERPO
Usa tu lenguaje corporal para reforzar el impacto de tus palabras. Antes de
tu presentación, dedica unos minutos en privado a adoptar poses de poder
como recomienda Amy Cuddy en su célebre charla TED. Trabaja con tu
cuerpo, desde fuera hacia dentro, para activarte e irradiar esa confianza,
esa seguridad que quieres transmitir desde el primer segundo en que te
encuentres ante de tu audiencia. Mientras hablas, adopta posturas de poder
que potencien tu mensaje. Extiende o eleva los brazos. Cierra la mano en
puño. Levanta el dedo índice. Inclínate hacia delante. La gama de gestos y
posturas es casi infinita. Juega. Experimenta. Pero, sobre todo, siente que
es cierto que con tu cuerpo puedes aumentar el impacto de tus palabras o
enriquecer los matices de tu discurso.
Y acuérdate de sonreír; es más: acostúmbrate a hablar sonriendo. A todos
nos gusta ver una sonrisa en el rostro de otra persona. Resultarás más
atractivo y, sobre todo, más persuasivo.

TIEMPO DE UNA PRESENTACION ORAL

—Anthony de Mello, “¿Quién puede hacer que amanezca?”

Algunas presentaciones parecen no tener fin. Como el conejito Duracell,


siguen, y siguen, y siguen. Sí, ya sabemos que tu tema es (para ti) el más
interesante del mundo, pero la capacidad de atención de la audiencia posee
unos límites bien definidos. ¿Cuánto debería durar una presentación?

El límite de atención se sitúa en 20 minutos


Según algunos estudios mencionados en el artículo The “Change-Up” in
Lectures, publicado por los profesores Joan Middendorf and Alan Kalish de
la Universidad de Indiana:
“Los estudiantes adultos pueden mantener la atención en una conferencia
durante no más de 15 a 20 minutos cada vez.”
A partir de los 15/20 minutos, la capacidad de atención comienza a decaer.
A medida que sigue transcurriendo el tiempo, los intervalos de atención se
van acortando, hasta los tres o cuatro minutos hacia el final de una charla
estándar de una hora.

Mi charla dura 40 minutos, ¿qué hago?


La mayoría de clases en colegios y universidades así como un buen número
de presentaciones en todo tipo de foros duran en torno a los 60 minutos.
Otra duración típica para una presentación es de 40/45 minutos. En todos
los casos, observamos cómo las presentaciones suelen durar más de lo que
los estudios revelan que un adulto puede mantener la atención. ¿Tiene
sentido entonces dar una charla de más de 20 minutos? ¿Cómo puede
resolverse este dilema?

En principio, una charla no debería extenderse más allá de esos 20


minutos. Nunca he oído a nadie quejarse porque una presentación
fuera demasiado corta. A menudo, si no eres capaz de transmitir tu
mensaje en ese tiempo se debe a uno o varios de los siguientes motivos:
 No lo has visualizado con claridad en tu mente.
 Te extiendes y embrollas innecesariamente con rodeos y circunloquios.
 Aportas excesivos detalles.
 Intentas abarcar demasiado.
Sería mucho más provechoso si hablases durante 20 minutos y el resto del
tiempo lo dedicases a responder preguntas del público o a hacerlo participar
de alguna manera que ayude a fijar la idea nuclear de tu discurso.
Asumiendo que vas a hablar durante los 45 ó 60 minutos, puedes
estructurar tu presentación como dos o tres minipresentaciones de 20
minutos cada una, con un cambio muy marcado entre cada una de ellas. De
esta manera, conseguirás reiniciar el contador de atención.
Los cambios periódicos mantienen los niveles de atención
En esos cambios periódicos puedes utilizar multitud de elementos
diferentes: un vídeo, una historia, una anécdota, un ejemplo, una demo, un
experimento con el público, preguntas que hagan participar a la audiencia,
etc. Usa tu imaginación.
Eso sí, hagas lo que hagas, el objetivo no debe ser simplemente distender
el ambiente o recuperar la atención perdida, sino que el elemento utilizado
debe guardar relación integral con el tema de la presentación. Tu objetivo es
comunicar un mensaje y que sea comprendido y recordado, no entretener
como un monologuista cómico. Si eliges bien el momento y el contenido de
los cambios, no sólo ayudarán a mantener los niveles de atención, sino a
aumentar la comprensión de las ideas expuestas.

Escenario

El escenario o lugar donde vamos a exponer le imprime al acto su propia


identidad, por lo que es un factor que determina en gran medida el tipo de
discurso que vamos a utilizar.

No es igual un discurso en un auditorio que en una pequeña sala de juntas


o una tribuna al aire libre.

Como orador debemos conocer el escenario en el que vamos a hablar y


si es posible, tenerlo en cuenta a la hora de ensayar.

Conocer todas sus características, dimensiones, acústica, si cuenta con


algún tipo de accesorios, si se podrá contar con proyectores, pizarrones,
atril; si el estrado tiene una dimensión suficiente para poder moverse por él;
si podemos interactuar y movernos entre el público (por ejemplo, en un aula
universitaria).

Lo más recomendable sería que, además de conocerlo, poder realizar allí


el último ensayo general, el día previo al acto.

Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque en nuestros “ensayos


mentales” debemos proyectarnos y visualizarnos en ese escenario y esto
nos permitiría familiarizarnos con el sitio y contribuye en cierta medida a
calmar un poco los nervios.

Si no tenemos la posibilidad de visitar el local, debemos ponernos en


contacto con los organizadores del acto para que nos informen sobre sus
características.
Por lo que NO DEBEMOS, por ningún motivo, desconocer el
lugar donde se vamos a hablar hasta el momento de la intervención, no
vaya a haber sorpresas de última hora de difícil solución: No dispone de
proyector para mostrar las transparencias que habíamos preparado, no hay
un atril donde colocar las fichas de apoyo, el estrado es demasiado
pequeño, las luces son insuficientes, hay muchos elementos de
distracción… Tú eres el actor principal.

Se trata de evitar cualquier imprevisto que pueda perjudicar la


intervención.
En otra entrega escribiré sobre la duración de nuestras intervenciones…
recuerda que no es lo mismo preparar un discurso de 5 minutos que uno de
una hora.

Como siempre… Si te gustan estos comentarios nos sentiríamos


agradecidos si los compartes con tus amigos y contactos en la red.

Nos vemos en la Cumbre.

Características del auditorio.

Es fundamental conocer, entre otras, las siguientes características:

 Tamaño de la audiencia: muy importante para poder


determinar la dirección de nuestra comunicación. Por
ejemplo, ante un auditorio reducido podemos diseñar una
presentación más interactiva, con mayor participación de la
audiencia. Si ésta es en cambio, muy numerosa, tenemos que
ser más directivos y gestionar muy bien el turno de
intervenciones. Además, nos determinará los recursos de
apoyos que hemos de utilizar: micrófonos, recursos
audiovisuales, etc.
 Intereses y expectativas: ¿Qué esperan oír? ¿cuál es la cultura
predominante en el auditorio? ¿es conservador? ¿dinámico?
¿progresista? ¿qué actitudes y posicionamientos iniciales
pueden tener? ¿qué valorarán más? ¿tiene un perfil técnico o
desea explicaciones en términos más funcionales? ¿cuáles
son las posibles resistencias? ¿cómo prevenirlas o superarlas?
 Conocimientos de partida: especialmente si se abordan
temas técnicos o con un determinado nivel de complejidad,
tenemos que tener muy en cuenta el grado de
conocimientos de nuestros destinatarios. Si hay
heterogeneidad en este aspecto, conviene asegurarse de que
se “recoge” a los que tienen menos conocimientos, sin
saturar al resto, por lo que conviene ser muy precisos para
abordar estos puntos, siendo muy claro en las explicaciones.
Podemos utilizar frases como: “como me imagino que ya
sabéis…” y preparar determinadas ayudas y comentarios
explicativos de apoyo en los medios audiovisuales.
 Tipología del auditorio: en función del canal predominante
en el procesamiento de la información, el modelo de la
Programación Neuro Lingüística (PNL), distingue tres tipos
de personas, según utilicen con más frecuencia en la
percepción del mundo exterior, unos sentidos u otros:

La audiencia visual, presenta las siguientes características:

- Tienen que ver que se les presta atención.

- Necesitan ser mirados para ganarse su confianza.

- Utilizan palabras relacionadas con lo visual y se sienten a


gusto cuando se comunican con otras personas que también
las utilizan: mirar, contemplar, ojear, presenciar, percibir,
asistir, reparar, divisar, distinguir, advertir, ver.

- Es bueno mantenerse a una distancia que permita a la otra


parte visualizar todos los movimientos que hagamos.

Con la audiencia auditiva, por el contrario, deberemos:


- Utilizar estímulos verbales que reflejen que se les está
atendiendo y entendiendo “aha…”, “si…”, “entiendo…”, “eso
es…”.

- Tratar el tema sin prisas. Los auditivos tienden a alargar las


conversaciones.

- Cuando se tratan temas generales es bueno utilizar el


verbo oír y palabras que denoten cosas sin importancia.

- En el transcurso de la presentación con los temas


importantes para ambos o con temas que queremos que
despierten curiosidad, se debe utilizar palabras relacionadas
con la escucha (oye…, escucha…) y el verbo escuchar.

- Al tratar temas de interés para tu parte, conviene utilizar


palabras relacionadas con atender, prestar atención, hacerse
cargo, estar pendiente.

Por su parte, la audiencia quinestésica:

- Tienen mucha capacidad de concentración.

- Tenemos que demostrarles cercanía, hacerles sentir que


estamos dispuestos a ir de su mano a cualquier lugar.

- Les gusta ir despacio en las negociaciones, más aún que a


los auditivos. (Suelen poner nerviosos a los visuales).

- Al principio de la negociación, les gusta saludar muy


amistosamente, no se sienten incómodos si se les habla muy
cerca (palmada en la espalda, contacto con el brazo para
hablar), agradeciendo que la otra parte haga lo mismo.

- Tenemos que demostrarles proximidad.


- Debemos utilizar palabras que describan sensaciones:
palpar, tentar, sonar, pulsar, corresponder, competer,
incumbir, pertenecer, repartir, importar, olfatear, inquirir,
indagar, averiguar, investigar, olfatear, probar, paladear,
saborear, degustar, catar, agradar, placer, satisfacer,
complacer, disgustar.

¿Dónde vas a realizar la presentación? Escenario.

Es muy importante conocer previamente el lugar donde va a tener


lugar la presentación, asegurándote que reúne las características
necesarias para realizarla en los términos que habías planeado.
Podemos llevarnos sorpresas desagradables, si no tenemos
previamente verificados, aspectos como:

 Distribución espacial.
 Iluminación directa e indirecta.
 Distribución de mesas y sillas.
 Flexibilidad del mobiliario.
 Temperatura de la sala.
 Visibilidad y espacios muertos.
 Disponibilidad y correcto funcionamiento de los recursos de
apoyo.

F.- ¿Con qué? Recursos de apoyo.

Es importante tener identificados los recursos audiovisuales y de


apoyo que vayamos a utilizar. Hay que tener en cuenta que la
variedad de soportes favorece hasta un punto la atención por
parte del receptor, debido al enriquecimiento estimular. Pero
tampoco podemos abusar de ellos ni estar cambiando
constantemente de medios, ya que puede producir pérdidas
excesivas de tiempo, interferencias en nuestro movimiento por el
escenario, hacer que estemos demasiado pendientes del manejo
de dichos recursos en detrimento de la atención hacia nuestro
auditorio y pueda llegar a interferir o alterar el ritmo de nuestro
discurso.

A la hora de manejar correctamente los diferentes recursos


audiovisuales, ten en cuenta:

 Planear cuidadosamente cuándo y cómo se van a utilizar los


diferentes apoyos.
 Ensayar el discurso con los medios audiovisuales.
 Mostrar los apoyos visuales, sólo cuando se hable de ellos. Y
comentarlos, mientras se muestran.
 Tener en cuenta que los elementos de apoyo reclaman la
atención del receptor y la retiran del emisor.
 No perder el contacto con la audiencia (sobre todo, no dar la
espalda. Hay que tenerlo presente, sobre todo al escribir en
la pizarra o papelógrafo).
 Escoger los útiles complementarios más adecuados en
función del apoyo visual (puntero, rotuladores, tizas,
enchufes). No abusar de los punteros láser ni moverlos
excesivamente, ya que producen fatiga visual.
 Tener copia de los apoyos visuales en caso de deterioro,
pérdida, etc.
 No saturar las diapositivas de palabras y conceptos.

Con estos elementos vamos a poder dar respuesta al “cómo”, es


decir, vamos a proceder al diseño minucioso de nuestra
presentación.

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