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BUDISMO: Algunos aspectos fundamentales son:

INTERCONEXION: El budismo enseña que todas las formas de vida y los fenómenos están profundamente
vinculados entre sí. Según el principio budista del “origen dependiente”, nada existe aisladamente, de
manera independiente de otros fenómenos. La traducción al japonés de este concepto es la voz engi e
implica la existencia de una relación simbiótica en donde todos los seres y fenómenos existen u ocurren
debido a su relación con otros seres y fenómenos. Todo lo existente depende de causas y condiciones
específicas; nada existe de manera absolutamente independiente de otros fenómenos ni surge por sí solo.
De acuerdo a la doctrina budista, constantemente, la vida del ser humano se desarrolla dinámicamente de
acuerdo a la sinergia de las causas intrínsecas de su interior (personalidad, experiencia, perspectiva de vida,
etcétera) y de las condiciones exteriores de las relaciones con el entorno. Cada existencia contribuye
individualmente a crear circunstancias que sustentan a otras existencias, en donde todos los fenómenos se
apoyan, se vinculan mutuamente y forman la vida cósmica en un todo semántico.

Nuestra vida es más significativa cuando comprendemos las innumerables conexiones que mantenemos con
otros seres vivos y fenómenos y atesoramos tales vínculos. Al relacionarnos con otras personas, nuestra
identidad se amplía, se pule y se forja. La doctrina budista nos permite comprender que la felicidad propia
no puede ser construida sobre la desdicha de otros, y que nuestras acciones constructivas pueden contribuir
a nuestro entorno. Esta relación simbiótica está presente en toda la naturaleza. Como Nichiren señala,
cuando uno enciende un farol para alumbrar el camino de otro, también ilumina sus propios pasos.

El budismo enseña también que nosotros nacemos en la familia y las circunstancias que hemos elegido con
el propósito de aprender y desarrollarnos, y de cumplir una misión única en la vida.

El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, señala que todos somos seres humanos que mantenemos una
relación mística, de acuerdo a la cual, hemos nacido en la misma época en este planeta, que es un pequeño
oasis verde en el vasto universo; ¿por qué pelear y victimizarnos mutuamente?; si mantenemos la imagen
del vasto universo en mente, podremos resolver los conflictos y las disputas que nos afectan; cuando
nuestra mirada se fija en la eternidad, nos damos cuenta de que el conflicto que causa nuestro mezquino
egoísmo es en realidad triste e insignificante

REVOLUCION HUMANA: Una de las características del budismo es la importancia que concede a la
transformación interior del ser humano, es decir, al proceso orientado a manifestar el potencial pleno del
individuo. Nichiren enfatizó que todo ser humano puede cambiar de manera positiva su vida y el mundo
cuando éste se desafía ante las paradojas de la sociedad.

El término “revolución humana” fue utilizado por el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, para
describir el proceso de cambio interior en el que las personas se emancipan del “yo inferior”, caracterizado
por el egocentrismo, y desarrollan el “yo superior”, caracterizado por el altruismo y la consideración hacia el
género humano.

El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, señala: “Hay revoluciones de toda índole: políticas, económicas,
industriales, científicas, artísticas, revoluciones en la distribución y comunicación... y tantas otras. Cada una
tiene su propia trascendencia y todas son necesarias, a su manera. Pero por muchas cosas que uno
modifique externamente, el mundo no mejorará mientras el ser humano –fuerza motriz y el impulso de
cualquier empresa— siga actuando con egoísmo y falta de solidaridad. En ese sentido, la revolución humana
es el más esencial de todos los cambios y, al mismo tiempo, la transformación más necesaria que hoy
espera la humanidad”.

Nichiren expuso que el budismo enseña que todas las personas poseen por igual una condición de vida pura,
positiva e iluminada, denominada Budeidad. El estado de Budeidad se caracteriza por la compasión, la
misericordia, la sabiduría y la valentía, que permiten crear valor a partir de cualquier circunstancia. Nichiren
comprendió que el proceso de cambio interior estaba intrínsecamente ligado a la experiencia del estado de
Budeidad, para lo cual, desarrolló la práctica de la entonación de Nam-myoho-renge-kyo.

La naturaleza de Buda se manifiesta de manera concreta cuando la persona adquiere la convicción de que su
vida posee un potencial ilimitado y comprende el sentido de la dignidad de la vida; cuando la persona
despliega la sabiduría para encontrar la solución a cosas que antes pensaba que eran imposibles de superar;
y, cuando la persona desarrolla vitalidad y se enfrenta a los problemas con mayor libertad. De esta manera,
el individuo se ve fortalecido para continuar su revolución humana y mejorar día a día.

El Sutra del loto y Nichiren enseñan que toda persona, tal como es, puede lograr la Budeidad mediante fe y
la práctica del budismo.

Daisaku Ikeda asevera que la gran revolución humana de un solo individuo propiciará un cambio en el
destino de una nación, y más aun, permitirá cambiar el destino de toda la humanidad. La transformación de
nuestra propia vida es el primer paso hacia la creación de una sociedad rebosante de humanismo,
compasión y respeto a la vida.

AMOR COMPASIVO, COMPORTAMIENTO SOLIDARIO: El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, escribió:


“El verdadero amor compasivo que expone el budismo no tiene nada que ver con la lástima ni con el
sentimentalismo. Esto se debe a que la lástima o el sentimentalismo no alcanzan para apoyar a otro a lograr
la victoria en la vida; no sirven para aliviar realmente el sufrimiento e impartir alegría…”.

Muchos relacionan la compasión con el sentimiento de lástima. El sentimiento de lástima es condescendiente


y complaciente. Sin embargo, la compasión nace del sentido de igualdad y de interconexión. La misericordia
budista se basa en el respeto a la dignidad de la vida inherente a todos los seres vivientes y en el deseo de
que dicha dignidad triunfe sobre otros aspectos. Por lo tanto, el amor compasivo genuino consiste en el
fortalecimiento del prójimo como ser humano y en ayudarlo a desarrollar fuerza y coraje para superar los
problemas.

La sociedad está plagada de fuerzas –tales como la violencia, la degradación ambiental o la desigualdad—
que impiden al ser humano lograr su anhelo más esencial: ser feliz. El budismo orienta su atención a la
tendencia de la vida humana que genera infelicidad. Desde el punto de vista del budismo, la condición más
nociva que se impone en el ser humano es el deseo de dominar o someter a otros, circunstancia bajo la cual
se manifiesta un egoísmo rebelde y destructivo. El budismo personifica simbólicamente tal impulso como el
Rey Demonio del Sexto Cielo o Demonio Celestial. Debido a que la naturaleza humana es la causa de graves
problemas, también es la fuente de sus soluciones. En los textos budistas en sánscrito, se describen
extensamente los conceptos de misericordia y compasión mediante las voces maitri y anukampa. La
compasión es la antítesis de los aspectos destructivos del ser humano y nace a partir de un sentimiento de
solidaridad que anhela la felicidad y el desarrollo mutuo.

Cuando una persona desea alentar a alguien, su esfuerzo por comprender sus circunstancias y brindar
aliento efectivo le permite desarrollar sabiduría y valentía. Nichiren señaló que la práctica de la entonación
del Nam-myoho-renge-kyo permite a las personas desarrollar su potencial y la fortaleza para vivir con
confianza y felicidad. Por eso, los practicantes del budismo de Nichiren comparten naturalmente esta
filosofía con otras personas. Aunque es fácil desistir ante las circunstancias negativas o perder fe los demás,
el budismo enseña a confiar en el bien y el potencial innatos de todos los individuos, y a alentar a las
personas a que desarrollen tales características inherentes, ya que la transformación de la sociedad sólo es
posible mediante la transformación del corazón de las personas

SABIDURIA:Un buda se caracteriza por su profunda sabiduría. Sin embargo, ¿cómo podemos actuar con
sabiduría? ¿La sabiduría se desarrolla en todo momento o es algo que se acumula con la edad?
Josei Toda, el segundo presidente de la Soka Gakkai, señaló que la confusión más generalizada de la era
contemporánea era la existente entre el conocimiento y la sabiduría. En la centuria pasada, el progreso
científico y tecnológico logró aliviar el sufrimiento humano de manera parcial, debido a que causó
simultáneamente muerte y destrucción. Josei Toda ilustraba la diferencia entre el conocimiento y la
sabiduría dando el ejemplo de una bomba de agua: si la bomba de agua no funcionaba y no podía extraer
agua perdía su utilidad. Su ejemplo no tenía como propósito desdeñar la importancia del conocimiento, sino
advertir que el conocimiento podía generar consecuencias beneficiosas como dañinas, y destacar que la
sabiduría tenia la fuerza de orientar a las personas hacia el bien y la creación de valores.

Cuando desplegamos sabiduría en nuestras vidas, somos capaces de superar tendencias arraigadas,
comprender cada situación con una perspectiva más amplia evaluando los hechos desde su esencia y dirigir
nuestras vidas hacia la felicidad.

Las enseñanzas budistas destacan que un buda es una persona cuya sabiduría nace de un espíritu
compasivo. El universo es en sí compasión; el cosmos en donde se manifiesta la vida en toda su variedad es
un fenómeno en donde se entrelazan infinitos fenómenos. El propósito de la vida humana es participar
dinámicamente en esta red de misericordia del universo. Por eso, cuando un individuo actúa con amor
compasivo, actúa en concordancia con la fuerza vital cósmica; gracias a ello, puede manifestar su sabiduría
inherente. Al alentar a otras personas e infundir en otros esperanza, permite al individuo superar las
barreras estrechas de su ego. La sabiduría y el amor compasivo son indivisibles. De la misma manera,
cuando una persona se esfuerza en desarrollar un espíritu altruista y desarrolla una sabiduría iluminada es
capaz de dirigir todo su conocimiento, talento y virtudes a la creación de la felicidad para ella misma y para
los demás.

Daisaku Ikeda señaló, en 1995: “Ser maestro de la propia vida significa cultivar la sabiduría que anida en lo
más recóndito del ser. Este recurso brota en profusión inextinguible sólo cuando nos impulsa la
determinación solidaria de servir a la humanidad y de luchar por la felicidad de la gente”.

APRECIO DE LA DIVERSIDAD: ¿Cómo hacer para no temer las diferencias? ¿Cómo entablar una
comunicación satisfactoria con quienes poseen puntos de vista diferentes? La diversidad es un factor de
conflicto y violencia, como también de creatividad y progreso. ¿Cómo podemos hacer para lidiar
creativamente con la diversidad?

El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, destaca que las enseñanzas del Buda se basan esencialmente en el
respeto de la diversidad humana, y que el Sutra del loto enseña un humanismo que consiste en atesorar y
valorar al máximo a cada individuo.

Según la interpretación budista, cada ser humano es una manifestación única, original e indispensable de la
verdad suprema de la realidad cósmica de la vida. Nichiren describió esto como el principio de “revelar
nuestra propia naturaleza intrínseca” (en japonés, jitai kensho). Por ello, según la perspectiva budista, la
iluminación no consiste en la transformación de la persona en algo que no es. Se trata más bien de hacer
florecer las cualidades positivas que cada individuo posee desde el comienzo. En otras palabras, se trata del
desarrollo de la sabiduría y la fuerza vital que permiten al ser humano crear valor (felicidad) para sí mismo y
para los demás. La impaciencia, por ejemplo, puede ser causa de irritación o fricción, pero también dar lugar
a una acción rápida y efectiva.

La clave está en la convicción de que cada persona es una manifestación única de la fuerza vital universal.
Cada individuo posee infinitas posibilidades, inmensurable valor y dignidad. Debido a que las diferencias de
género, etnia, cultura o religión son pequeñas ante el valor supremo que todos los seres comparten, el
budismo enseña la postura de respeto hacia todas las culturas y tradiciones.
En relación con ello, en la filosofía budista existe un principio que insta a adaptar los preceptos al entorno,
mientras ello no transgreda el espíritu fundamental del budismo (en japonés, zuiho bini). Por ello, los
miembros de la SGI del orbe entero se dedican a promover actividades que son apropiadas en cada
circunstancia cultural con el afán de contribuir a sus respectivas sociedades.

El propósito de budismo es el logro del despertar al valor infinito de la vida, la propia y la ajena. Nuestra
postura hacia la diversidad depende de nuestra capacidad de desarrollar la conciencia del preciado valor que
tiene cada expresión individual de vida.

CREACION DE VALORES El concepto de la creación de valores fue un tema central en la filosofía de


Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), fundador de la Soka Gakkai. Soka Gakkai significa “sociedad para la
creación de valores”. El pensamiento del primer presidente Makiguchi, caracterizado por el humanismo, es lo
que prevalece en el movimiento de la SGI.

Cuando se piensa en los valores morales, la diferencia entre “valor” y “creación de valores” puede ser
confusa. “Valor”, en el caso de a SGI, se refiere a los aspectos positivos de la realidad cotidiana que
desarrollamos con creatividad para desafiarnos en las vicisitudes de la vida; por ello, no se trata de un
conjunto de criterios con los cuales juzgamos un comportamiento, sino que “valor” es algo que las personas
pueden crear a cada instante, en cada momento, para responder a las circunstancias de su entorno. Según
la determinación y la orientación, el valor creado en cada situación puede ser positivo, negativo, mínimo o
infinitamente grandioso. Aunque se presente una situación negativa –sea debido a una relación personal
escabrosa, a una situación financiera difícil o a la enfermedad—, ésta puede ser una oportunidad para crear
valor positivo. Por ejemplo, haber sido víctima de la injusticia puede motivar a una persona a dedicar su vida
a luchar por la justicia.

La práctica budista permite pulir la habilidad para descubrir las amplias posibilidades que existen en cada
circunstancia, y permite desarrollar vitalidad, sabiduría y fortaleza para perseverar. Debido a que el ser
humano vive en relación estrecha con los demás, cada valor positivo que crea un individuo influencia
positivamente a otros; el ejemplo de una persona que se esfuerza con determinación para cambiar su
situación puede servir como aliento e inspiración a otros y de esa manera, establecer valores positivos que
perduren en la sociedad.

Makiguchi sostenía que el propósito de la vida era la felicidad y que el de la religión era liberar al ser
humano y al mundo del sufrimiento. Makiguchi consideraba que una vida de bien supremo era una vida
dedicada al valor supremo del bienestar de la humanidad toda. Makiguchi fundamentó su pensamiento en el
ideal budista del amor compasivo del bodhisattva.La filosofía de la creación de valores implica la acción en
aras de la felicidad humana. Cuando las personas se esfuerzan por el logro de dicho noble objetivo logran
extraer sabiduría y energía para cambiar las circunstancias a cada momento y crear de esa forma valor.
Daisaku Ikeda, presidente de la SGI, enfatiza: “La clave para construir una vida plena y libre de
remordimientos es dedicarnos a una causa, a una meta, que trascienda los límites del ego”.

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