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EVANGELIZACIÓN , HISPANIZACIÓN Y PODER: AGUSTÍN CAPCHA, FISCAL MAYOR DEL

ARZOBISPADO DE LIMA

Teresa Vergara Ormeño1


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Pontificia Universidad Católica del Perú
techivergara@yahoo.es

Recibido: 08/08/2013
Aprobado: 21/09/2013

Resumen
El objetivo de este trabajo es analizar las diversas posibilidades que brindó a un sector
de la población indígena el conocimiento de la doctrina cristiana, del español escrito y
de las normas y procedimientos jurídicos en el Perú colonial durante los procesos de
evangelización y extirpación de idolatrías. El estudio se ubica en la sierra de Lima en la
segunda mitad del siglo XVII en el contexto de la segunda campaña de extirpación de
idolatrías organizada durante el gobierno del arzobispo Pedro de Villagómez. En
particular el trabajo analiza el caso de Agustín Capcha, un indio del pueblo de Ambar
que llegó a ocupar el cargo de fiscal mayor del Arzobispado de Lima en 1662.

Palabras clave: Perú colonial; Arzobispado de Lima; Evangelización; Hispanización;


Población indígena.

EVANGELIZATION , HISPANIZATION AND POWER: AGUSTÍN CAPCHA, MAIN


PROSECUTOR OF THE ARCHBISHOPRIC OF LIMA

Abstract
The aim of this article is to analyze the various possibilities Christianization, Spanish
language and legal rules and procedures offered to a sector of the indigenous population
in colonial Peru during the evangelization and the extirpation of idolatries process. The
study is located in Lima Highland in the second half of the seventeenth century in the
context of the Idolatry second campaing during the goverment of Arbishop Pedro de
Villagomez. The work is based on the case of Agustín Capcha, an Indian of Ambar who
came to occupy the position of main prosecutor of the archbishopric of Lima in 1662.

Key words: Colonial Peru; Archbishopric of Lima; Evangelization; Hispanization;


Indigenous population

1
Historiadora. Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú, magíster por la
misma universidad y candidata a doctora por la Universidad de Connecticut, Estados Unidos. Es
profesora en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Pontificia Universidad Católica del
Perú. Es especialista en historia social del Perú colonial y etnohistoria. Entre sus publicaciones se
encuentran “Artesanos y sirvientas: el papel de los hombres y las mujeres indígenas en la economía
limeña” (siglo XVII) (2000), “Growing Up Indian: Migration, Labor, and Life in Lima, 1570-1630”
(2007), “Vivir y crecer en Lima: niños y jóvenes indígenas en el siglo XVII” (2011).
“Agustin Capcha, natural deste pueblo de Nuestra
Señora de la Asumpsion de Ambar … suy fiscal maior
del arsobispado por … el horden y comision del muy
lustrisimo señor dotor don Pedro de Bellagomes, mi
señor, en el qual titulo tengo hecho juramento en furma
de derecho como chrestiano de no consentir nengun
pecado publico escandalo contra la le[y] de Dios como
son hechiseros ydolatras y casados dos beses y
concuvinarios y amansebamientos y ase por la
comision tan bastante que tengo”2.

El objetivo de este trabajo es analizar las diversas posibilidades que brindó a un sector
de la población indígena el conocimiento de la doctrina cristiana, del español escrito y
de las normas y procedimientos legales3. El estudio se ubica en la sierra de Lima en la
segunda mitad del siglo XVII y se basa en el caso de Agustín Capcha, un indio del
pueblo de Ambar que llegó a ocupar el cargo de fiscal mayor del Arzobispado de Lima
en 16624.

En los últimos años, es posible notar un creciente interés entre los investigadores
dedicados al estudio de los procesos de evangelización e hispanización de la población
indígena por investigar el acceso que los indios hispanizados podían tener a cargos en
las esferas civil y eclesiástica. Estos trabajos se centran principalmente en personajes
que residen en las áreas urbanas y muestran que los que lograron acceder a estas
posiciones son, por lo general, miembros de las elites indígenas5.

Es justamente este hecho lo que hace más relevante el análisis de la trayectoria de


Agustín Capcha 6 . Capcha es un indio del común que se convierte en una autoridad
eclesiástica con el poder para fiscalizar el comportamiento religioso, la moral cristiana y
las buenas costumbres de los residentes en el curato de Cajatambo incluyendo
autoridades civiles y eclesiásticas tanto indígenas como españolas 7 . Los amplios
poderes que le fueron conferidos a Agustín como fiscal mayor le fueron otorgados en el
contexto de la segunda campaña de extirpación de idolatrías que tuvo lugar durante el

2
Archivo Arzobispal de Lima (en adelante AAL), Hechicerías e Idolatrías (en adelante HI) 1662 Leg.IV,
Exp. 2 f. 1.
3
En el período que nos ocupa, la evangelización de los indios comprendía además de la enseñanza de la
doctrina cristiana, la enseñanza de la lengua y costumbres españolas. En los siglos XVI y XVII, juristas y
religiosos coincidían en señalar la necesidad de educar a los indios en la cultura española como requisito
indispensable para que pudiesen convertirse en verdaderos cristianos. Ver: Matienzo (1910), Acosta
(2008), Arriaga (1999).
4
El pueblo de Ambar situado a 2082 m.s.n.m. fue durante el período colonial parte del corregimiento de
Cajatambo, hoy es uno de los distritos de la provincia de Huaura.
5
Ver: O´Phelan (2002), Carrillo (2006), Zighelboim (2010), Vergara (2013).
6
Existen estudios sobre Agustín Capcha desde la lingüística y la historia. Para un análisis de las
características del español escrito de Capcha ver Garatea (2007). Estudios que abordan al personaje desde
la perspectiva histórica ver Vergara (2002a, 2002b).
7
La información sobre Agustín Capcha proviene de documentos elaborados por él mismo tales como
denuncias, informes y cartas destinados al visitador Sarmiento de Vivero. En ninguno de ellos Agustín se
identifica como indio principal ni antepone a su nombre el “don”, entendido como símbolo de nobleza.
Los documentos producidos por Capcha se encuentran publicados en Rivarola (2000).
gobierno del arzobispo Pedro de Villagómez (1640-1671)8. ¿Cómo consiguió un indio
del común convertirse en una autoridad eclesiástica con tan amplios poderes?

La hipótesis central de este trabajo es que la formación religiosa y la instrucción en


lectura y escritura que recibió Agustín desde niño, primero como muchacho de la
doctrina, luego como intérprete en los juicios de idolatría y, por último, como sacristán
en su pueblo natal fueron los medios que le permitieron tomar conciencia de la
importancia de construir su identidad como indio cristiano y actuar en defensa de la
religión católica en el contexto de la lucha contra la idolatría que estaba teniendo lugar
en su región. Es justamente este contexto, sumado a la autoridad que sus conocimientos
le otorgaban lo que le permitió llegar a ocupar el cargo de fiscal mayor del arzobispado
limeño, posición desde la que cuestionó y persiguió las prácticas religiosas locales
enfrentándose a los grupos de poder local, incluidos el cacique gobernador y el cura de
la doctrina.

El trabajo se centra en el análisis de tres aspectos: a) la manera en que el aprendizaje de


la doctrina cristiana y el español escrito permitieron a Capcha cuestionar el discurso
colonial sobre la incapacidad de los indios para convertirse en cristianos, b) la manera
en que logró ser reconocido como un verdadero cristiano, y c) el proceso que lo llevó a
convertirse en una autoridad eclesiástica con la capacidad para desestabilizar las
relaciones de poder existentes en su región9.

Erosionando el colonialismo: la evangelización e hispanización de los indios


La creencia de que un curaca cristiano facilitaría la evangelización de los indios que
tenía a su cargo, llevó a la administración colonial y a la propia Iglesia a dedicar
especial atención al adoctrinamiento de los jefes indígenas 10 . Entre las autoridades
civiles y eclesiásticas se hallaba extendida la idea de que los indios del común no tenían
mayor voluntad que la de sus curacas y obedecían ciegamente lo que éstos les
mandaban11. Los curacas, por su parte, estaban muy interesados en conocer la doctrina
cristiana y en aprender a hablar, leer y escribir en español porque eran conscientes de
que estos instrumentos les permitían continuar actuando como intermediarios entre sus
indios y los nuevos conquistadores y legitimar, de esta manera, su posición como
autoridades en sus comunidades. Esta coincidencia de intereses hizo que hacia finales
del siglo XVI un número importante de curacas gobernadores y sus hijos fuesen
considerados ladinos y cristianos.

8
En opinión del arzobispo, los principales obstáculos para la permanente conversión de los indios al
cristianismo eran su natural inclinación a la idolatría y la protección que los caciques brindaban a los
cultos nativos. Sobre la actuación del arzobispo Villagómez ver García (2010). Para los procesos de
idolatrías en el corregimiento de Cajatambo ver Duviols (2003), Gareis (2007).
9
Este trabajo se inscribe dentro del grupo de estudios que consideran que los indígenas aprovecharon las
oportunidades que se les presentaban para ubicarse en una mejor posición a la que les fuera asignada en el
orden colonial. Pero teniendo en cuenta que sus acciones no buscaban necesariamente cambiar el sistema
u obtener mejoras para la población indígena en su conjunto. Entre los trabajos más antiguos en esta línea
se encuentran los trabajos pioneros de Karen Spalding (1974, 1984), también Stern (1986). En años
posteriores, estudios en esta línea se han agrupado en torno al concepto de agency ver Graubart (2007).
Para el caso mexicano ver los estudios publicados en Matthew y Oudjik (2007). Para un análisis del uso
del concepto en otros contextos ver: Cornelia H. Dayton (2004). Los trabajos más recientes destacan,
además, la capacidad de negociación de los grupos indígenas, ver Zuloaga (2012). Para el caso mexicano
ver Medrano y Kellog (2010).
10
Ver: Matienzo (1910), Acosta (2008).
11
En el título VI, ordenanza 18 de las Ordenanzas de Toledo se señala que los indios “imitarán lo que
vieren hacer a sus cabezas” citado en Manuel Marzal (1988: 81).
Sin embargo, las opiniones en relación a la evangelización de los indios del común
estaban divididas. Un sector de religiosos y juristas no estaba convencido de la
capacidad de los indios para asimilar el cristianismo. La corona española, sin embargo,
se había mostrado interesada desde un principio en el adoctrinamiento de los comunes,
incidiendo en la necesidad de que aprendieran el castellano para facilitar no solo la
enseñanza de la doctrina sino también la comunicación entre españoles e indígenas12.
Durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo (1569-1580) los deseos de la corona
fueron puestos en práctica al ordenarse a los doctrineros que establecieran escuelas en
sus doctrinas para que los niños indígenas pudiesen aprender a hablar, leer y escribir en
castellano13.

Al llegar el siglo XVII no sólo los miembros de la elite indígena sabían hablar el
castellano sino también un importante número de indios del común, principalmente
varones. Sin embargo, la capacidad de leer y escribir en ese idioma siguió en manos de
un reducido número de la elite curacal. En las ciudades fue, paradójicamente, el servicio
doméstico el que permitió a niños indígenas del común al servicio de curas y notarios
aprender a leer y escribir en español14. En cambio, en las áreas rurales sólo un pequeño
número, probablemente escogidos por el doctrinero entre los muchachos de la doctrina,
llegó a dominar la lectura y la escritura15. Estos conocimientos permitieron a los indios
del común construir su identidad como indios cristianos y capaces, cuestionando la
condición de inferioridad que les había sido atribuida por el colonialismo 16 . Esta
situación los llevó a competir con los miembros de la elite curacal por los puestos de
intermediarios entre la sociedad indígena y la sociedad española y en algunos casos,
como el de Agustín Capcha, tener éxito y llegar a convertirse en autoridades coloniales.

Iniciando el aprendizaje: de muchacho de la doctrina a sacristán


Agustín Capcha nació en la Asunción de Ambar, uno de los pueblos de la doctrina de
Cajatambo, alrededor de 1619. Era miembro del ayllo Ayllon, uno de los ayllos
probablemente reasentados en ese pueblo durante las reducciones efectuadas por el
virrey Francisco de Toledo en la década de 1570. En 1630, Agustín tenía once años y
era uno de los muchachos que asistía a la doctrina17. Es muy probable que haya sido
durante esta etapa de su vida que Agustín aprendió a leer y escribir en español18. Como
era usual en los pueblos, el cura de la doctrina elegía entre los niños del común

12
En los escritos de Arriaga y Villagómez se hace hincapié en la necesidad de que los párrocos
establezcan escuela de primeras letras para los niños indígenas. Ver: Arriaga (1999). Para un análisis del
memorial del arzobispo Villagómez ver García (2010).
13
En el título VIII, ordenanza 3 de las Ordenanzas de Toledo se señala que en “cada reducción haya
escuela, para que los muchachos, especialmente los hijos de los caciques y principales, se enseñen a leer y
a escribir y a hablar en lengua castellana”, citado en Manuel Marzal (1988: 80). Sobre la educación de las
elites indígenas ver Alaperrine-Bouyer (2007).
14
Ver, Vergara (2007).
15
Ver, Adorno (1991, 2000).
16
Salomón y Schwartz (1999) sostienen que la habilidad de los indios ladinos para construir diferencias
culturales los convirtió en potencialmente peligrosos para la sociedad colonial, p. 487.
17
Su nombre junto con el de otros niños del pueblo se encontraba en el padrón de confesión de ese año.
AAL, Capítulos (en adelante, C), Leg. 6 Exp. 1, 1630: 10v.
18
Francisco Rinri fue otro de los muchachos del común que asistía a la doctrina durante esos años y que
llegó a ocupar una de las alcaldías del pueblo en la misma época en que Agustín se desempeñaba como
fiscal mayor. AAL, HI, Leg. IV, Exp. 2, 1662: f63; Leg. IV, Exp. 6, 1662: f3.
asistentes a la doctrina a aquellos que mostraban una mayor capacidad para enseñarles a
leer y escribir en español19.

Treinta años después, Agustín tenía cuarenta años de edad y se desempeñaba como
sacristán de la iglesia de Ambar. Sus obligaciones más importantes eran ayudar al cura
en la celebración de la misa y cuidar de la iglesia. Cada día él tenía que limpiar la
iglesia, abrir sus puertas en la mañana y en la tarde y convocar a la gente para la
asistencia a la doctrina. Entre sus obligaciones también se encontraba la de mantener un
inventario de los bienes de la iglesia, y verificar periódicamente que los ornamentos
estuviesen completos. También debía encargarse de informar al cura sobre las
necesidades de la iglesia y de las mejoras que requería. Agustín solía asumir una mayor
responsabilidad cuando su cura se encontraba fuera del pueblo visitando otras iglesias
de su doctrina o atendiendo sus negocios en Lima, situación que fue bastante común en
las áreas rurales.

Como sacristán, Agustín disfrutaba de algunos beneficios como recibir un pequeño


salario, pero lo más importante era que se encontraba exceptuado del pago del tributo y
de la asistencia a la mita. Estos beneficios lo colocaban en una posición privilegiada con
respecto a los otros indios del común de su doctrina. De acuerdo con la legislación, el
cura debía elegir como sacristán entre los indios reservados, es decir aquellos que tenían
alguna incapacidad física o eran mayores de 50 años. Con esta norma la administración
colonial buscaba asegurar que la mayor parte de los hombres hábiles cumpliera con sus
obligaciones. En la práctica, sin embargo, los curas eligieron entre aquellos que
consideraron más aptos para asistirlos sin tener en cuenta la restricción de elegir entre
los indios mayores o discapacitados20.

Durante estos años, Agustín aprendió lo que suponía ser era un buen cristiano. Como
muchacho de la doctrina y luego como sacristán fue adquiriendo los conocimientos y
habilidades que le permitieron llegar a conocer cómo debía comportarse un buen
cristiano, qué acciones eran consideradas incorrectas y cuáles era consideradas pecado.
Por otro lado, su participación como intérprete en los juicios de idolatrías le permitió
profundizar estos conocimientos al tiempo que aprendía los procedimientos que se
seguían en estos juicios21. Este periodo de la vida de Agustín fue fundamental en el
proceso de construcción de su identidad como indio cristiano y de aprendizaje de las
normas y procedimientos legales necesarios para su desempeño como una autoridad
eclesiástica.

De sacristán a fiscal mayor del arzobispado de Lima: el premio por ser un


verdadero cristiano
En el mes de junio de 1661, el domingo después de Corpus Christi, luego de la
celebración de la misa, la población indígena y otras personas que vivían en Ambar y
las zonas aledañas se reunieron en la plaza del pueblo para comer y conversar.
Alrededor de las cinco de la tarde, visitantes e indios del pueblo continuaban reunidos
en la plaza cuando Francisco Martín, un indio del ayllo Ichocan, apareció vestido como

19
AAL, C, Leg. 6 Exp. 1, 1630: 10v. Coincido con Rolena Adorno en que los indios aprendieron a leer,
escribir, así como nociones de la normatividad civil y eclesiástica bajo diversas circunstancias; utilizando
estos conocimientos para luego ocupar cargos como sacristanes, fiscales, chantres, e intérpretes. Ver
Adorno (2000: 236).
20
AAL, C, Leg. VI, Exp. 1, 1630: 10v.
21
AAL, HI, Leg. IV, Exp. 6, 1662: f6.
cura y comenzó a bendecir a los que se encontraban frente a él. Los que estaban en ese
momento en la plaza, incluidos algunos españoles, reían con el espectáculo. Poco
tiempo después apareció un grupo de hombres bailando, algunos de ellos vestidos como
mujeres. Francisco Martín se aproximó a ellos y comenzó a bendecir a las muñecas que
algunos de ellos llevaban consigo. En una esquina de la plaza se encontraba don Juan
Rodríguez Pilco, cacique y gobernador del pueblo, junto con don Juan de Alvarado,
segunda persona, y don Cristóbal Chaupis Guaranga y Santiago Guaranga, alcaldes del
pueblo, quienes disfrutaban alegremente con el espectáculo.

No contento con eso, Francisco Martín decidió burlarse del sacramento de la misa, y
tomando un libro, una botella de vino y un pedazo de pan los colocó sobre el altar que
había sido usado esa mañana en la celebración del santo sacramento y empezó a simular
que celebraba misa.

Agustín Capcha no pudo contenerse más y se dirigió hacia el altar recriminando a


Francisco Martín por burlarse de la misa, quitándole violentamente el pan que tenía en
las manos. Don Juan Rodríguez Pilco, quien se encontraba presenciando la escena desde
la esquina de la plaza, ordenó a Agustín no estorbar “la celebración de la misa”.
Francisco Martín, contando con el apoyo del cacique, tomó una hostia y empezó a hacer
como que la consagraba mientras los presentes reían. Agustín intentó nuevamente parar
la burla, volviendo don Juan a ordenarle que deje que la celebración continúe, pero
Agustín no lo obedeció y tiró la botella de vino al suelo. El cacique muy molesto por la
desobediencia de Agustín lo golpeó en la cabeza varias veces con un palo, jalándole los
cabellos y arrastrándolo por el piso mientras le daba de patadas y le decía “perro
borracho, dos veces te he ordenado dejar que la misa continúe, como te atreves a
desobedecer a tu gobernador”. En ese momento las otras personas que se encontraban
con el cacique empezaron a insultar, golpear y patear al sacristán. Solo unos pocos de
los que se encontraban presentes ayudaron a Agustín a escapar y a refugiarse dentro de
la iglesia22.

En su testimonio, Agustín contó el resto de la historia de lo sucedido aquel día. Señaló


que Juan Martín, un español que vivía en Pativilca, curó sus heridas en la iglesia. Allí lo
encontró el cura del pueblo, Juan de Salazar Montesinos, cuando regresó al pueblo
horas más tarde. Agustín declaró que después que Salazar Montesinos llegó, don Juan
de Alvarado y otros indios fueron a la iglesia para escuchar lo que él iba a decirle a su
cura. Agustín señaló que le dijo a don Juan de Alvarado que haría saber al virrey y a los
inquisidores acerca de lo sucedido aquel día. De acuerdo con la declaración de Agustín
cuando don Juan Rodríguez Pilco escuchó lo que decía amenazó con darle cien
latigazos y si el cura decía algo pondría capítulos contra él23.

Lo sucedido aquel día en Ambar no llegó a oídos del arzobispo hasta el mes de
diciembre. Inmediatamente ordenó a Sarmiento de Vivero, a quien había nombrado
visitador de idolatrías de la región el año anterior, investigar lo sucedido y castigar a los
culpables. Fue recién en este momento que Capcha dio su testimonio. Las personas que
testificaron coincidieron en señalar que Capcha trató de detener la burla y que don Juan
Rodríguez Pilco lo golpeó por ese motivo. Entre los que declararon ante Sarmiento de
Vivero se encontraba Juan Martín, el español que ayudó a Agustín, sus declaraciones

22
AAL, HI, Leg. IIA, Exp. 12, 1661/1662: f1, f1v. Agustín señaló en sus declaraciones que fueron
españoles los que lo ayudaron a huir, llegando incluso a identificarlos por nombre, f3-f4v.
23
AAL, HI, Leg. IIA, Exp. 12, 1661/1662: f4-f4v.
permiten conocer mayores detalles de lo sucedido luego que el cura llegó al pueblo.
Juan Martín dijo que acompañó al cacique a la casa del cura porque el cacique quería
averiguar lo que el cura sabía sobre lo sucedido. Cuando llegaron, el cacique le dijo al
cura que Agustín le había faltado el respeto y que debía ser castigado. Luego que el cura
le aseguró que a la mañana siguiente castigaría a Agustín, el cacique complacido
retornó a su casa. Tal como lo había prometido a la mañana siguiente el cura azotó a
Agustín, siendo detenido por Juan Martín cuando le daba el tercer latigazo24.

En su declaración don Juan Rodríguez Pilco contó una historia completamente


diferente. Para empezar, señaló que había sido Capcha el que se había burlado de las
ceremonias religiosas, razón por la cual había tenido que castigarlo. El cacique no
ignoraba que habían declaraciones que contradecían su versión por lo que señaló que las
personas que habían declarado en su contra lo habían hecho porque eran sus enemigos.
La versión del cacique no convenció al doctor Lara Galán, fiscal general del
Arzobispado de Lima, que luego de leer el informe de Sarmiento de Vivero procedió a
acusarlo de ser el responsable de los excesos cometidos aquel día. La acusación del
fiscal general incluyó también al cura, Juan de Salazar Montesinos, que de acuerdo con
Lara Galán había cometido una grave falta al haber castigado a Agustín en vez de
premiarlo por haber actuado como un “muy buen cristiano sujeto a nuestra santa fe
católica”. El fiscal general también encontró culpable al cura de no haber informado a
tiempo a las autoridades eclesiásticas de lo sucedido aquel día en el pueblo de Ambar25.

El nombramiento de Agustín Capcha como fiscal mayor del Arzobispado de Lima tuvo
lugar inmediatamente después que Lara Galán presentó los cargos contra don Juan
Rodríguez Pilco y Juan de Salazar Montesinos. Hay que resaltar que una de las razones
de peso para el nombramiento de Capcha como fiscal mayor debió ser la manera cómo
el fiscal general destacó el hecho de que Agustín no tuviese ningún temor de perder su
vida por defender la religión católica 26 . Las afirmaciones de Lara Galán terminaron
convirtiendo a Capcha en un “mártir”. Sus acciones fueron muestra suficiente de su
profunda convicción religiosa y de su capacidad para actuar de manera independiente y
autónoma. En el mes de junio de 1662 don Pedro de Villagómez, arzobispo de Lima,
ordenó al visitador Juan Sarmiento de Vivero nombrar a Agustín Capcha fiscal mayor
del Arzobispado de Lima27. Con este nombramiento, el arzobispo reconoció que Capcha
cumplía con los requisitos indispensables para ser una autoridad eclesiástica.

El cargo de fiscal mayor hizo de Capcha una autoridad poderosa28. Estaba facultado
para presentar cargos contra cualquier persona residente en la provincia de Cajatambo
que cometiese alguna falta grave contra la Iglesia como la idolatría, brujería,

24
AAL, HI, Leg. IIA, Exp. 12, 1661/1662: f2, f17-f35. La debilidad manifestada por Montesinos ante el
cacique también se evidencia en el hecho que abandonó el pueblo inmediatamente después de oficiada la
misa dando espacio para que los indios pudiesen dedicarse a sus propias ceremonias.
25
AAL, HI, Leg. IIA, Exp. 12, 1661/1662: f58-f63v, f99-f99v. Unos años antes, siendo Sarmiento de
Vivero visitador de idolatrías en Huarochirí, había acusado al cura del pueblo de permitir la idolatría. Ver
Gareis (2007: 13).
26
AAL, HI, Leg. IIA, Exp. 12, 1661/1662: f99-f99v.
27
A partir de este momento, Sarmiento de Vivero, visitador de idolatrías, contaría con el apoyo de
Capcha para combatir la idolatría en la región AAL, HI, Leg. IV, Exp. 2, 1662: f1v.
28
El nombramiento de un indígena como fiscal mayor era usual, pero se circunscribía a una visita de
idolatrías específica. La diferencia en el caso de Capcha radica en que él fue nombrado para investigar
diversos delitos contra la Iglesia en la región de Cajatambo y no para una visita de idolatrías en particular.
amancebamiento, herejía o adulterio29. Por lo tanto, su autoridad se extendía no sólo
sobre los indios del común sino también sobre la elite indígena e incluso sobre los
españoles y las castas. ¿Cuáles fueron las razones para que el arzobispo nombrara a un
indio del común en un cargo de tanto poder? Para entender la decisión del arzobispo hay
que remitirse a la delicada situación que se vivía en el arzobispado limeño en relación a
la cristianización de los indios. En 1654, en una carta dirigida al rey y al Consejo de
Indias, Juan de Padilla había cuestionado la verdadera conversión de los indios al
cristianismo. En respuesta a Padilla el arzobispo escribió un memorial que dio origen a
una polémica en torno a la situación religiosa de la población indígena 30 . En el
memorial, enviado al rey y al consejo de Indias en 1657, el arzobispo sostenía que los
indios que seguían siendo idólatras eran una minoría y se trataba más que nada de los
que se encontraban en las punas y de los que por su “rudeza natural y poca capacidad”
solían permanecer ignorantes de la religión católica. El memorial fue acompañado,
además, de acciones concretas destinadas a erradicar los rezagos de la idolatría del
arzobispado limeño. Procedió a nombrar visitadores de la idolatría, dando lugar a lo que
se conoce como la segunda campaña de extirpación de las idolatrías31. De acuerdo a lo
que se conoce sobre lo sucedido en Huarochirí, la campaña no había tenido un inicio
muy prometedor32. En gran medida por el gran poder que tenían los caciques de la
región que les permitía proteger los cultos locales sin ser denunciados por el cura u
otros españoles que allí residían 33 . El nombramiento de Capcha tiene lugar en este
contexto, lo que permite señalar dos posibles objetivos detrás de la decisión del
arzobispo. El primero habría sido demostrar la existencia de indios verdaderamente
cristianos en su arquidiócesis y, el segundo, poder contar con alguien que desde adentro
ayudara a luchar contra la idolatría de los indios. La defensa que había hecho Capcha de
los sacramentos, enfrentando a su cacique a riesgo de perder su propia vida habrían
convencido al arzobispo de que era la persona indicada para sus propósitos.

El nombramiento del arzobispo le dio a Capcha el respaldo necesario para actuar como
justicia eclesiástica al interior de la sociedad colonial. Sin embargo, para poder cumplir
con sus deberes Capcha necesitaba contar también con el apoyo de miembros de la elite
indígena, de algunos españoles de la región, y de indios del común; sólo de esta manera
lograría tener éxito en sus actividades y asegurar su permanencia en el puesto 34. Las
relaciones de Agustín con propietarios rurales afincados en el valle y el cura de la
doctrina precedieron su nombramiento como fiscal mayor. La documentación
consultada muestra, por ejemplo, que Juan de Salazar Montesinos, cura de la doctrina,

29
AAL, HI, Leg. IV, Exp. 2, 1662: f1v,f2.
30
En la carta Padilla identificaba el descuido de los doctrineros en la enseñanza de la doctrina como la
causa principal de la ignorancia religiosa en que vivían los indios. Para una buena síntesis de la polémica
ver Marzal (1988: 119-171).
31
El licenciado Juan Sarmiento de Vivero es uno de los visitadores de idolatrías designado por
Villagómez. Para el momento que llega a Cajatambo, contaba ya con una amplia experiencia fruto de su
trabajo como visitador en la provincia de Huarochirí. Ver Gareis (2007).
32
De acuerdo con Gareis (2007), Sarmiento de Vivero no logró el éxito esperado en Huarochirí debido a
la resistencia de la población a denunciar la idolatría liderados por sus autoridades especialmente el
cacique y su familia, pp. 13-14.
33
Gareis (2007: 15). Sobre los caciques de Huarochirí ver Spalding (1984), Vergara (1992).
34
La búsqueda de apoyo al interior de su comunidad lo habría llevado a mantener a los miembros de su
ayllu al margen de sus acusaciones. La documentación muestra que aunque Capcha fue muy estricto en
denunciar las idolatrías, los amancebamientos y las herejías cometidos en Cajatambo, nunca hizo una
acusación contra un miembro de su ayllu. Un mayor análisis sobre este aspecto en Vergara (2002b).
era su compadre. Esta relación le habría permitido a Agustín acceder al puesto de
sacristán alrededor de 166035.

Agustín Capcha: fiscal mayor del Arzobispado de Lima


En el mes de junio de 1662, inmediatamente después de haber recibido su
nombramiento, Agustín dio inicio a su actuación como fiscal mayor. Sus primeras
acciones estuvieron destinadas a combatir la idolatría. Acusó a Juana de los Reyes,
Juana Maguay, María Juliana y María Canchan de ser brujas y dedicarse a la idolatría.
Estas mujeres pertenecientes al ayllo Rarco, uno de los que conformaban el pueblo de
Ambar, eran famosas en toda la región. Su prestigio y poder estaban vinculados a sus
conocimientos tanto como a la cercanía que tenían con caciques y principales de la
región. María Canchan, por ejemplo, era cuñada de don Gaspar Rodríguez Pilco,
antiguo cacique gobernador de Cajatambo. La acusación de Capcha, por lo tanto, no
sólo afectaba a unas indias viejas sino que podía llegar a involucrar a personajes
importantes de la elite indígena de la provincia. La estrecha relación que numerosos
caciques mantenían con especialistas del culto religioso andino y el apoyo que
proporcionaban a las prácticas tradicionales, identificadas como idolatrías por las
autoridades eclesiásticas, no era algo nuevo. En su memorial el arzobispo Villagómez
había señalado que en la permanencia de la idolatría jugaba un papel muy importante la
protección que los curacas brindaban a los sacerdotes indígenas. Sin embargo, las
autoridades eclesiásticas difícilmente lograban demostrar el nexo entre jefes étnicos y
sacerdotes indígenas debido a que, en no pocos casos, los doctrineros optaban por no
denunciarlos 36 . En ese sentido, la acusación de Capcha fue muy bienvenida por el
arzobispo Villagómez, pues le permitía demostrar que lo que sostenía en su memorial
era cierto.

Capcha envió la acusación y las diligencias que había efectuado contra las indias del
ayllu Rarco al visitador Sarmiento de Vivero, que sería el encargado de proceder a
juzgarlas. En la misiva Capcha le hacía saber que de acuerdo con la autoridad que le
había sido conferida como fiscal mayor había puesto a las indias en prisión y les había
tomado sus declaraciones, las que el visitador podía utilizar para juzgarlas y
condenarlas37. Es claro que Capcha era consciente tanto del poder que le confería su
cargo como de la jerarquía que había pasado a ocupar como autoridad eclesiástica. Es
por esa razón que hace saber a Sarmiento de Vivero que el licenciado Bernabé López de
Burgos, cura interino del pueblo, estaba al tanto de las acciones que él había llevado a
cabo38. Es decir, la acusación que había presentado al visitador era producto de una
labor realizada por él en la que el cura no había tenido ninguna participación, pero al
que Capcha había considerado debía informar. De esta manera, impedía cualquier
intento del cura por apropiarse de la acusación. Como es sabido los curas, sobre todo

35
La elección de Capcha como sacristán estaba en contra de la ley, pues él no era un indio reservado. La
relación de compadrazgo existente entre ambos habría primado en su designación para el cargo. Esta
relación no pudo impedir, sin embargo, que Montesinos azotara a Capcha para cumplir con los deseos del
cacique. El análisis de las relaciones sociales que Capcha estableció se basa en el argumento de Douglas
Cope acerca de la importancia para un escalador social de poseer las conexiones correctas desde un
inicio. De acuerdo con Cope el cambio de status de un escalador social no era el primer paso sino la
culminación de una correcta organización de sus relaciones sociales. Ver Cope (1994: 84, 104).
36
En algunos casos el temor a que les pongan capítulos y en otros las alianzas que tenían con lo jefes
étnicos hacían que los doctrineros mantuviesen un discreto silencio sobre este punto.
37
AAL, HI, Leg. IV, Exp. 2, 1662: f1v.
38
López de Burgos se encontraba reemplazando al cura propietario de la doctrina, Juan de Salazar
Montesinos, que se encontraba en Lima siguiendo el juicio que le seguía Lara Galán.
aquellos que buscaban convertirse en propietarios, hacían méritos para obtener las
doctrinas señalando la existencia de idolatría o herejía en su doctrina. Es muy probable
que la rivalidad entre Capcha y López de Burgos haya existido pues ambos buscaban
ser confirmados en sus cargos, por lo que los logros de uno le quitaban méritos al otro.

Conforme avanzaba el tiempo y Capcha se afianzaba en el cargo las acusaciones


empezaron a ser más numerosas e involucraban todos los aspectos que su cargo le
facultaba a fiscalizar. Cuatro meses después de la acusación a las indias de Rarco, en el
mes de octubre, presentó cinco acusaciones de idolatría contra indios de su doctrina y
una contra un cura por haber golpeado a una india. Al mes siguiente, en noviembre,
hizo una acusación bastante seria contra hombres y mujeres del pueblo de Ambar. Los
acusó de continuar celebrando ceremonias en las que cantaban y bailaban al estilo
antiguo. La danza que solían bailar, de acuerdo con la acusación de Capcha, era la del
Guacon que se caracterizaba porque los hombres usaban vestidos de cumbi y llevaban
la cara, brazos y piernas pintados con un polvo de color naranja y cubrían sus rostros
con máscaras “muy feas”. Las mujeres, por su parte, eran las encargadas de tocar
pequeños tamborcillos y cantar en el idioma del Inca39.

Es evidente que Capcha consideraba que su actuación en estos primeros meses era
crucial para asegurar su permanencia en el cargo. Por lo que utilizó todos los medios a
su alcance para demostrar su capacidad para desempeñarse como fiscal mayor. Su
conocimiento de la normatividad religiosa y de los procedimientos en los juicios de
idolatrías le permitieron presentar sus acusaciones y las declaraciones de los acusados
en forma correcta, situándolas dentro del tipo de información que interesaba al
arzobispo y al visitador Sarmiento de Vivero. Al ser consciente de que el puesto le
había sido otorgado por su actuación como buen cristiano no dejó de enfatizar en sus
informes y acusaciones que como cristiano no iba a permitir ningún pecado público en
su jurisdicción40. Asimismo, en cada una de sus denuncias señaló siempre que actuaba
como fiscal mayor del arzobispado de Lima, refrendando su derecho al cargo
subrayando el hecho de haber sido nombrado por el arzobispo de Lima41. En general su
accionar fue parte de su estrategia para demostrar que su elección como una autoridad
indígena había sido la correcta y mantener de esta manera su derecho a ocupar el cargo
de fiscal mayor del arzobispado de Lima

Conclusiones
El caso de Agustín Capcha nos muestra que la evangelización pudo ser un vehículo para
que la población indígena en general, y los indios del común en particular, accediera a
puestos de poder y autoridad dentro de la jerarquía eclesiástica. La enseñanza de la
doctrina al permitirles obtener una educación religiosa así como conocimientos de la
lengua española y de lectura y escritura en ese idioma sirvió para que algunos indígenas
del común se ubiquen mejor no sólo en sus comunidades sino a nivel de la sociedad

39
AAL, HI, Leg. IV, Exp. 9, 1662: f1.
40
AAL, HI, Leg. IV, Exp. 2, 1662: f1v; Leg. IV, Exp.9, 1662: f1. Rolena Adorno sostiene que la imagen
de los indios ladinos como fervientes cristianos nuevos era tanto para sí mismos como una representación
para los otros. Por ejemplo, ella indica que en los casos de Santa Cruz Pachacuti y Guaman Poma ambos
actuaron motivados más por un celo religioso que por ambición. Ver, Rolena Adorno, “Images of Indios
Ladinos in Early Colonial Peru…”pp. 243-245.
41
Aunque se trata de un documento incompleto del que sólo se ha conservado un folio, éste contiene la
acusación hecha por Agustín. Llama la atención que en ella no se menciona a ninguna persona en
particular, es probable que esta omisión haya sido parte de su estrategia para proteger a sus parientes
como había hecho en otras ocasiones.
colonial. El caso de Capcha también demuestra que la ambición y búsqueda de
superación de cada uno de estos personajes fueron elementos indispensables para
ascender en la escala social. De esta manera, el nombramiento de Agustín Capcha como
fiscal mayor del arzobispado de Lima fue resultado de los conocimientos obtenidos en
la doctrina así como de las redes sociales que estableció dentro y fuera de su
comunidad. La relación con los miembros de su grupo de parentesco, como fuente de
apoyo y poder, fue también especialmente importante para él. Relación que alimentó al
mantener al margen de sus acusaciones a los miembros de su propio ayllu.

Por otro lado, el caso de Capcha permite destacar que el nombramiento de “nuevas”
autoridades indígenas durante la segunda mitad del siglo XVII fue paralelo a un proceso
de construcción de la identidad indígena emprendido por los propios indios en el que el
objetivo principal fue identificarse como verdaderos cristianos con capacidad suficiente
para obtener puestos de responsabilidad; yendo, de esta manera, en contra del discurso
colonial que los identificaba como incapaces para asumir labores de gobierno. En este
caso, Capcha recibió el cargo de fiscal mayor debido a su comportamiento como buen
cristiano, pero una vez en el puesto sus acciones buscaron demostrar su capacidad para
permanecer en él.

De muchas maneras Agustín Capcha fue una figura excepcional, no sólo porque fue
poco frecuente que un indio del común se convirtiera en autoridad sino porque fue
menos frecuente aún que llegara a tener una posición por encima de autoridades
indígenas y españolas. La situación en la que se encontraba el arzobispado limeño con
respecto a la conversión de los indios y el interés del arzobispo Villagómez en erradicar
la idolatría deben ser también tenidos en cuenta para entender el nombramiento de
Agustín Capcha. Es muy probable que como Capcha, otros indios del común valiéndose
de lo aprendido en la doctrina y de sus propias ambiciones consiguieran ubicarse en
puestos de poder al interior de la sociedad colonial. Hace falta mayores estudios para
señalar si efectivamente Agustín Capcha fue una figura excepcional o si su situación fue
más común de lo que pensamos actualmente.

Fuentes

Archivo Arzobispal de Lima (AAL)

Causas de Hechicerías e idolatrías (HI)

Legajo IIA, Expediente 12, Ambar 1661/1662. Causa contra don Juan Rodríguez Pilco,
cacique y gobernador del pueblo de Ambar, por haber permitido a un indio el hacer un
simulacro de misa y de bautismo en la fiesta del Corpus. 370 folios.

Legajo IV, Expediente 2, Ambar 1662. Causas criminales de ydolatrias y hechiserias


contra unas yndias de la dotrina de Ambar, en Caxatambo. 69 f.

Legajo IV, Expediente 6, Ambar 1662. "Autos en raçon de aberiguar el trigo de la


chacara del Santisimo Sacramento". 6f., 2b.

Legajo IV, Expediente 7, Gorgor 1662. "Denunsaziones en razon de idolatrias en el pueblo


de Gorgor, Caxatambo y de Ambar" 2f, 2b.
Legajo IV, Expediente 9, Ambar 1662. "Autos en razon de buscar las mascaras del tiempo
antiguo, los tamborillos, cusmas y demas ynstrumentos del bayle guacon" 1f.

Legajo IV, Expediente 28, Ambar 1662. [Al margen:] Causa de querella criminal de
Agustín Capcha, fiscal, contra el frayle Fernando de Pas Melgarejo, presbitero, por aber
querido matar y puesto las manos a una india llamada María Magdalena del pueblo de
Ambar.

Capítulos (C)

Legajo VI, Expediente 1, Ambar 1630. Capítulos a el bachiller Martín de Mena.

Legajo XV, Expediente 1, Ambar 1650. Capítulos contra el licenciado Jacinto de Quesada,
propietario de la doctrina de Ambar.

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