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HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

I. IMPORTANCIA SOBRE EL ESTUDIO DE LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO


ARQUEOLÓGICO
En el estudio de la arqueología como disciplina no sólo importan las técnicas y la
metodología, sino su cuerpo teórico y la fragmentación de este cuerpo teórico porque hay que
trascender de las limitaciones de unos y de otros para desarrollar así una ciencia global y con
un amplio campo de visión.
En primer lugar encontramos el debate sobre la cientifidad de la arqueología en cuanto
a la objetividad de sus interpretaciones, libre de todo juicio de valores. Por ello es importante
paralelamente tratar el contexto en el que surgen y se desenvuelven estos corpus teóricos así
como los factores que han contribuido a ello.
Según R. G. Collingwood ningún problema histórico debería ser tratado sin estudiar
antes la historia del pensamiento histórico sobre él. Ante la dificultad de establecer una
conjunción de todo el corpus teórico y en algunos casos incluso una reconciliación, es preciso
abordar el tema de cuáles deben de ser los objetivos de la disciplina y cómo llegar hasta ellos.
La arqueología ha experimentado un largo período de formación y consolidación en el que ha
predominado la descripción y clasificación a la explicación e interpretación de los datos
hallados. Ha pasado por diferentes paradigmas, algunos incluso siguen vigentes. Este
problema plantea la cuestión sobre las relaciones entre escuelas teóricas, y su sustitución o
convivencia. Con todo ello, la historia de la arqueología ha implicado desde sus inicios hasta
hoy un crecimiento acumulativo de conocimiento sobre el pasado y no en un proceso lineal
precisamente. En la diversidad teórica además de factores contextuales puede hablarse
incluso de diversidad regional y diferencias culturales, a lo que Trigger ha identificado la
colonialista, la nacionalista y la imperialista.
De los factores que influyen a la arqueología cabe destacar el social, al que el autor
presta más importancia, la capacidad de acumulamiento de datos arqueológicos y su
posterior tratamiento, intereses de estudio dentro de la misma interpretación de datos, el
contexto constitucional, los fondos económicos destinados y el desarrollo científico, entre
otros.
En años más recientes, la arqueología ha estado muy influida por los relativistas
respecto al concepto de ciencia como una empresa racional u objetiva, evidenciando que el
contexto condiciona no sólo el criterio de selección de datos, sino también la manera de
interpretarlos.

I.a. LA INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA


La labor de la arqueología como ciencia es explicar qué sucedió en el pasado y todo ello
a través de la interpretación del registro arqueológico. La interpretación depende de muchos
factores tanto internos como externos al investigador y fruto de sus conclusiones pueden
clasificarse las teorías en categorías altas, medias o bajas.
- TEORÍAS DE NIVEL BAJO: generalizaciones basadas en regularidades observadas
empíricamente y nunca referidas al comportamiento humano.
- TEORÍAS DE NIVEL MEDIO: generalizaciones basadas en regularidades en diversos casos
entre dos o más conjuntos de variables, como referencias al comportamiento humano.
- TEORÍAS DE NIVEL ALTO: reglas abstractas que explican las relaciones entre proposiciones
teóricas, como el Evolucionismo, el Historicismo, el Materialismo, etc.
Por otro lado queda el debate de hasta qué punto es correcto generalizar y si es así qué
nivel de eficacia tiene, pues no es lo mismo una generalización universal acerca de la
evolución cultural a una particular del cambio cultural notado en un determinado registro
arqueológico.

II. LA CONFORMACIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA COMO DISCIPLINA


El ser humano desde tiempos remotos miraba hacia el pasado en busca de sus
orígenes y de la explicación de su ser y de formas diversas ya desde la Antigüedad, con mitos
y leyendas y luego con la historia escrita y veneración de restos materiales de diversa índole.
En Egipto la conservación y monumentos pasados constituía el nexo de unión con etapas
cercanas al tiempo de la creación y unificación de Egipto. En Grecia y Roma su producción
narrativa se basaba generalmente en el interés por conservar los logros conseguidos y
ensalzarlos. En la Edad Media la visión providencialista les hacía mirar hacia el pasado con la
Biblia como guía y no transigiendo de sus enseñanzas.
Ya en el Renacimiento el interés de conocimiento, las fuentes y la distancia histórica
cambiaron, querían sobrepasar del estatismo que con el que caracterizaban a la Edad Media
y comprender y emular lo mejor posible la vida en la Antigüedad en literatura, artes,
arquitectura, política, etc. Comenzaron a realizarse viajes por el Mediterráneo en busca de los
vestigios de este pasado, como el caso de Ciríaco de Ancona, y a interesarse por literatura,
moneda, obras de arte, edificios públicos, etc. tanto es así que se instauró la grafía clásica
copiada de inscripciones.
Se fijaba el interés en objetos descontextualizados y en coleccionarlos, sin darles más
valor que el de mera reliquia. Todo cambió a partir de Winckelmann y su obra Historia del Arte
Antiguo en el que estableció la Historia del Arte como una rama diferente de los estudios
clásicos y en la que periodizó estilos, describió y reconstruyó obras a partir de escritos y de
copias, definió modelos ideales…en definitiva extendía el estudio del pasado a la cultura
material. Con el modelo de desarrollo de los estudios clásicos se fijaron luego la Egiptología y
la Asiriología, los descubrimientos de culturas diferentes en Egipto y Mesopotamia dieron a
conocer algo distinto al modélico arte clásico y comenzó con ello su estudio sistemático tanto
en escritura como de los vestigios materiales dejados. Lo mismo ocurrió con el tiempo en
otros lugares como China, la India, Norteamérica, etc.

En Europa septentrional el gusto y estudio por el anticuarismo versó también en la


escritura y literatura, así como en el pensamiento. Comenzaron a hacerse compilaciones
acerca del conocimiento del pasado, de descripciones, colecciones, etc. Del mismo modo se
comenzaron a coleccionar objetos de todo tipo, se publicaron obras, fundaron instituciones de
anticuaristas y de estudio del territorio y del pasado, creció el interés por el patrimonio de los
pueblos…

En la Ilustración, ante la idea de modernidad y progreso, surgió la duda de si lo Antiguo


era mejor que lo moderno. Fue en un momento de revoluciones científicas y de un mayor
cuestionamiento de las enseñanzas reveladas, se hablaba del cambio, del progreso, de
cuestiones relacionadas con una visión evolucionista de la Historia humana… y todo esto
mucho antes de Charles Darwin.
Posteriormente con Descartes el estudio de las antigüedades también recibió influjo del
desarrollo general de la metodología científica y en el Romanticismo se amplió el campo de
interés hacia los estudios de los vestigios que habían quedado de la Edad Media y de la
Prehistoria. Trigger afirma que el Romanticismo pudo ser el instrumento que estimuló el
mayor interés por las excavaciones y más aún por las de tumbas. Por esta misma época
también comenzaron a realizarse preguntas acerca de los indios de América sobre sus
orígenes, procedencia e incluso haciendo comparaciones etnológicas y bajo ciertos
postulados evolucionistas como el trabajo de Lafitau sobre la religión y costumbres
amerindias.

II.a. LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA


Sin embargo, hasta este momento el conocimiento histórico estaba bastante apegado a
las evidencias escritas e incluso tradiciones orales en algunos casos, lo que hacía a los
llamados anticuarios no estar muy seguros acerca del curso natural de la Historia y mucho
menos a comparar cronológicamente objetos de los que se carecía de evidencia escrita que
los mencionara. Del estudio sobre la Prehistoria, carentes de datos escritos y de la
consiguiente necesidad de datar surgió la Arqueología científica. Por un lado estaba el interés
por la datación y por otro el interés sobre el Paleolítico.
El danés C. J. Thomsen puso la primera piedra en una datación cronológica carente de
la evidencia y refuerzo de otros datos escritos. Ideó la Teoría de las Tres Edades: Piedra,
Bronce y Hierro; para ello disponía ya de ciertas evidencias. Clasificó y sistematizó los
artefactos en varias categorías de uso y dentro de estas divisiones, otras atendiendo al
material, y forma. A partir de ahí fue estableciendo un examen aún más amplio que le llevó
incluso a subdividir susodichas tres edades.
Jens J. A. Worsaae, discípulo de Thomsen, realizó excavaciones que confirmaron la
cronología de Thomsen e incluso hicieron ver que tal esquema era aplicable a otras regiones.
Aportó mucho también en cuanto a la investigación interdisciplinaria en Arqueología y
proporcionó un modelo aplicable en todo el mundo.
Se acuñó el término de Prehistoria por parte de Daniel Wilson aludiendo al estudio de
un período carente de documentos escritos. Mediante la seriación y la estratigrafía se
pudieron comenzar a construir cronologías, se generalizó la datación relativa y la influencia de
las ideas de evolución geológica y biológica.
El camino que se estaba tomando y los hallazgos conseguidos desafiaban a la
cronología bíblica tradicional. Haber hallado restos físicos y materiales humanos asociados a
mamíferos ya extinguidos fue algo muy debatido porque supondría presencia antes de la
creación de la humanidad según la fecha propuesta a raíz de ciertas estimaciones bíblicas.
Jacques Boucher de Perthes acuñó el término antediluviano en cuanto a datación relativa y
fue por ese momento cuando se estaban llevando a cabo estudios geológicos por parte de
Charles Lyell. Ahora el debate se centraba en cuestiones catastrofistas o continuistas así
como evolucionistas para llegar finalmente a la conclusión de que existía una sólida evidencia
de que los seres humanos habían coexistido con mamíferos extinguidos en algún tiempo muy
lejano. Del mismo modo se aceptó por muchos científicos la teoría evolutiva de selección
natural de Darwin.
Por otro lado, fueron estructurándose y organizándose mejor las etapas en las que
Thomsen dividió la Prehistoria a tenor de los distintos tipos de artefactos e incluso de
animales. Ante ello respondió Gabriel de Mortillet que tal subdivisión debía basarse mejor en
criterios culturales que paleontológicos, siguiendo el ejemplo de Lubbock que ya había
dividido la Edad de Piedra en Paleolítico y Neolítico. De igual modo Mortillet siguió la
costumbre de los geólogos de utilizar yacimientos-tipo para denominar tales clasificaciones
(Musteriense, Auriñaciense…).
A partir de 1860 comenzó el interés de los etnólogos por las comparaciones, y con ello a
hacer cada vez mayor énfasis en las formas de vida. Con ello se inició a tratar el concepto de
cultura así como los distintos estadios de desarrollo que lo caracterizaban, siendo las teorías
de Tylor y Morgan las más aceptadas por aquel entonces. Mortillet por su parte decía que
todos los grupos humanos pasaban por estadios de desarrollo similares y que la humanidad
era muy antigua.

Con el tiempo se iba retrasando aún más la antigüedad de la Tierra, pero aún no se
sabía lo suficiente acerca de las secuencias prehistóricas que habían tenido lugar fuera e
incluso dentro de Europa como para establecer una teoría evolutiva más general. En Egipto y
Mesopotamia, se comenzaron a realizar hallazgos que cambiaron por completo la visión
europeísta y en Norteamérica los estudios de túmulos y de tribus indias pretendían aclarar los
orígenes del poblamiento de esa parte del continente. Mientras tanto el interés por la
Arqueología y por el método arqueológico crecía por momentos en cuanto a la búsqueda de
claves para entender el pasado.

III. LA SÍNTESIS IMPERIAL


Entre 1860 y 1870 se une la arqueología prehistórica y la etnología para reforzar sus
postulados evolucionistas, creyendo en la evolución unilineal. El problema llegó cuando
comenzaron a explicar las causas acerca de las diferencias de desarrollo entre unas
sociedades y otras en un contexto en el que los nacionalismos y las ideas románticas dieron
paso a una visión evolucionista, apareciendo cada vez más factores raciales en las teorías de
los investigadores y teóricos del momento para así explicar las variaciones en el grado de
desarrollo de los diferentes grupos a lo largo de la Historia humana. El Darwinismo por su
parte reforzó el punto de vista evolucionista sobre la evolución cultural. En ese momento
prácticamente todos los estudios y teorías intentaban explicar el porqué de las diferencias
entre el grado civilizatorio de sociedades contemporáneas en comparación con otras
denominadas primitivas que se estaban descubriendo y estudiando para intentar hallar una
respuesta a tales analogías y las causas que han llevado a ello.
John Lubbock, bastante apegado a la teoría de evolución cultural unilineal, creía que los
pueblos menos avanzados tecnológicamente eran más primitivos cultural, intelectual y
emocionalmente que los civilizados. Se interesó por los rasgos y características culturales
propias de cada grupo estudiando el grado evolutivo atribuido en comparación con la
civilización de la época.
Dentro de este contexto se enmarca la arqueología colonial tanto en América como en
Asia y África, siempre de la mano de europeos o norteamericanos. Se vio en África todo un
museo viviente del pasado humano. Comenzaron a acudir al Difusionismo para explicar la
diversidad y complejidad cultural y tecnológica. Se llegó hasta tal punto que no sólo se
hablaba de Difusionismo desde Egipto o Mesopotamia, sino dentro de Europa y
Norteamérica. En el proceso de colonización europea la raza blanca quedaba retratada como
aquella que volvía a sus orígenes. Sin embargo pronto cambiará esa visión, cuando se
descubran los primeros restos de homínidos y australopitecos. Se confirmó la teoría evolutiva
de Darwin aún más y se concedió a África la consideración de cuna de la humanidad.

La arqueología colonialista lo que hizo fue denigrar a las sociedades nativas que los
europeos intentaban dominar o reemplazar bajo la justificación de que desde tiempos
prehistóricos han sido incapaces de tomar la iniciativa de su propio desarrollo.

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