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Hacia 1770, año de nacimiento de Hegel, el territorio que hoy en día se conoce
como Alemania estaba sumido en una profunda fragmentación política producto
de las negociaciones posteriores a la Guerra de los Treinta Años, conseguidos
con la Paz de Westfalia de 1648. Para Darío Mesa, este suceso tiene una
significación trascendental para Alemania, ya que “es allí precisamente cuando
se ponen los fundamentos de la sociedad moderna alemana, empezando por la
reconstrucción del Estado” (1993). Durante este mismo siglo (siglo XVII),
Inglaterra conseguirá consolidar su proyecto de Estado-Nación, y un poco más
tarde Francia haría lo propio, finalizando el siglo XVIII. Alemania por su parte
sólo observaba cómo las élites económicas de estas naciones rivales lograban
el poder político en sus territorios mientras que seguían ambicionando la
posición geoestratégicamente privilegiada de las colonias germanas. Pero la
tierra de Hegel estaba árida de una clase social como la burguesía que pudiera
liderar una revolución como la francesa, y por consiguiente también las
condiciones materiales para que este suceso ocurriera se encontraban muy
lejanas. De esta forma, la intelectualidad alemana se tuvo que conformar con
anhelar la revolución, con elucubrar en sus mentes la consecución de la libertad,
la igualdad y la fraternidad, pero sobre todo la unidad germánica. De allí los
llamados de Kant al cosmopolitismo, de Fichte a la asunción de Alemania en el
concierto de las naciones europeas; del idealismo alemán por lograr la libertad
en las conciencias al margen de los hechos, la unidad de pensamiento por
encima de la unidad de los condados y los principados. La élite ilustrada
alemana canalizaría los deseos de su pueblo, como cuando Hölderlin
manifestaba “cómo los alemanes imposibilitados para realizar una revolución
histórica, concreta, política, se habían dedicado a realizarla en el pensamiento”
(en Mesa, 1993).
Habrá que esperar hasta la época de Guillermo I en 1701 para que desde Prusia
se comience a gestar la idea de la unificación alemana, concentrando para ello
en este territorio un importante contingente militar e intelectual, además de ser
receptora de los protestantes expulsados y perseguidos en el resto de Europa.
Sus sucesores continuarían esta obra y serán muy recordados los supuestos
vínculos de Hegel con Federico Guillermo III en lo que respecta al proyecto de
Estado-Nación expuesto en Filosofía del Derecho.
Por su parte los discípulos de David Strauss, conocidos como los jóvenes
hegelianos de izquierda, realizaban la crítica al orden de cosas alemán pero
consecuentes con la tradición germánica, dicha crítica se circunscribió al plano
filosófico, al escenario de la ideas, sin ninguna relación con el mundo real, el
mundo concreto. Esto lleva a Marx a romper rápidamente con este grupo de
intelectuales anquilosados en la especulación metafísica y desplegar luego junto
con Engels una crítica mordaz a sus tesis, a la par que van perfilando su
concepción materialista de la historia en obras como La Sagrada Familia y La
Ideología Alemana.
Julio Cruz
Cód: 2061223018